LA ALCOHOLIZACIÓN EN EL DOCENTE UNIVERSITARIO TAMBIÉN ES UN ASUNTO DE REFLEXIÓN (Cortos Reflexivos) Por: DR. Oswaldo Del Castillo Carranza1 INTRODUCCIÓN Los Fenómenos Sociales de Alto Impacto (FSAI) como el alcoholismo, la drogadicción, el narcotráfico, la homosexualidad, etc., generan rompimientos en los esquemas estructurales de las instituciones en México. Las instituciones educativas no se excluyen y los impactos de aquéllos son grandes, por la diversidad de relaciones que en ellas se dan. La Universidad Autónoma de Sinaloa es uno de esos espacios en que docentes y alumnos en su relación intercambian saberes permeados de influencias que tienen que ver con algún FSAI, en este caso el alcoholismo en el docente (Castillo 1999). La problemática del abuso del alcohol en los docentes universitarios es una realidad que debe ser discutida en espacios de reflexión generados por la institución, de esa manera, nos daremos la oportunidad docentes y autoridades para deliberar algunos aspectos que se involucran en el proceso enseñanza-aprendizaje. El tema de la conducta del docente es sin duda uno de los más importantes, debido a que dicha conducta es un factor que determina la forma en que los contenidos educativos son traspasados a los jóvenes en la relación docente-alumno. Lo anterior cobra relevancia por la intervención directa al formar a las generaciones emergentes. Los docentes educativos y más específicamente las instituciones educativas han tenido por mucho tiempo la carga responsable de que por causa de ellos, las generaciones de egresados no han cubierto los mínimos que se requieren en el mercado de trabajo, debido a ello, pudiéramos pensar que las instituciones económicas no han desarrollado la capacidad de transformación que se exige de ellas en la competencia económica que hoy tiende a globalizarse en un esquema desigual. El docente vive dificultades que si bien son de todos los humanos, en ellos, los docentes, esas dificultades no son vistas como tales, sino que el docente, como figura o símbolo a reproducir, es visto con respeto y este respeto cambia según la región donde se encuentre el docente. Para nadie es desconocido que en México y en muchos países, el respeto que se le tiene al docente rebasa y va más allá hasta ser comparado con otras figuras como el sacerdote, el presidente municipal, el síndico, etc., situación que dificulta el análisis de su conducta. Pues bien, creo que se hace necesario ubicar al docente como un ser humano capaz de enfrentar la peor de las catástrofes en lo que se refiere a su comportamiento. Este ensayo trata precisamente de ver el impacto en su ejercicio profesional debido a la problemática del alcoholismo y que ésta se desarrolla y se reproduce en el entorno universitario. Veamos, algunos docentes aceptan que el consumo de alcohol influye en el quehacer educativo, ya sea que al beber de manera excesiva el fin de semana, aquél no prepara clases o no califica los exámenes pendientes, postergando la tarea para cuando “tenga tiempo de nuevo”. 1
Profesor e Investigador Titular “B” de Tiempo Completo de la Facultad de Contaduría y Administración, Culiacán. Doctorado en Estudios Organizacionales en la UAM-I. Publicado el 15 de Marzo de 2004.
Otros aceptan que el alcohol les impacta en su tarea académica debido a que le dedican demasiado tiempo al consumo. Algunos más, reconocen el impacto en su persona por la molestia física que ocasiona el beber en exceso. Lo anterior es una muestra del claro reconocimiento de los docentes que aceptan beber alcohol algo más de lo que la sociedad reconoce como normal2. Cuando el abuso ocurre, el docente al presentarse en su labor cotidiana, reproduce en sus alumnos en forma inadvertida la problemática generada por consecuencia directa del consumo excesivo de alcohol. Manifestándose en temas incompletos de su cátedra, en horas de treinta minutos, en simular una clase hablando de cualquier cosa menos de los contenidos programáticos, buscar y encontrar cualquier pretexto para suspender, etc. Lo más grave del asunto es que el alumno asume la irresponsabilidad del maestro haciéndose él también irresponsable, fingiendo que la clase del maestro es lo máximo, engañándose él y proliferando en el docente esa condición de docente mediocre. Cabe aquí una advertencia, esa situación del docente que abusa del alcohol no siempre se trata de un mal docente, esto es, que algunos de ellos tienen reconocimiento en el aula, son responsables en su cátedra. Lo anterior debido a que la problemática no se encuentra avanzada en él. No por lo primero aceptamos la idea que este docente no reproduce algunas conductas que se convertirán más tarde en elementos determinantes que influyan en la conducta del alumno, lo grave de ello es que no se hace visible de manera muy palpable el deterioro en la conducta del alumno a corto plazo. Tendremos por lo tanto la obligación de mantenernos en constante vigilanciaobservación para ver los elementos que pudieran influir en el alumno a desviar su conducta. )Cómo pudiéramos hacerlo? Esto implicaría construir un instrumento medible o cuantificable que nos vaya dando respuestas de los elementos determinantes, detonantes o desencadenantes de la conducta desviada de los alumnos. Pero qué tal si este instrumento también se aplicara al docente para evitar que se den por parte del mismo este tipo de conductas. Lo anterior, que de origen sería lo adecuado, evitaría por supuesto el inicio de la desviación o malformación de la conducta del alumno. Pocos se preocupan cuando el alumno al regresar de la escuela hace la tarea, o se encamina a una empresa a hacer la investigación que le dejó su profesor y que tiene que entregarla al día siguiente, o que el alumno le exigiese a sus padres que le compren una computadora para hacer mejor su trabajo. En fin, el asunto de la conducta del docente vista como factor determinante para producir buenos o malos alumnos, pasa a ser un elemento en el proceso enseñanza-aprendizaje por demás importante. CÓMO SE PIENSA EL DOCENTE El docente de nuestra Universidad piensa que con ir todos los días a clases, ser “responsables”, terminar el programa en el plazo señalado o con ser puntual a la asistencia a clases (Castillo 1999:163) etc., cumple adecuadamente con la exigencia de las autoridades educativas en el papel que le corresponde. Nada más lejano de la verdad, esas creencias que el docente ha construido desde mucho tiempo atrás, le han hecho creer que no basta hacer un esfuerzo marginal para lograr lo que hasta ese momento ha logrado. Otros docentes piensan que el alumno es el irresponsable, que no 2
El considerar normal un determinado consumo de alcohol depende de factores que la sociedad haya determinado como “permisibles”. En diferentes partes del mundo, el beber alcohol no es bien visto, esa razón sería suficiente para desmotivar su consumo (Cfr. Castillo, 1999). 2
quieren estudiar, que los padres no hacen el esfuerzo para que los hijos aprovechen la infraestructura con que cuentan, que cuando quieren se ponen de acuerdo para no asistir a clases, que inventan los pretextos para abandonar la escuela, etc. Unos y otros, docentes y alumnos, se avientan la pelota como en el juego de volibol, situación que encadena y paraliza la posible reflexión que se obliga hacer de ese fenómeno. La construcción de una nueva relación docente-alumno pudiera solucionar el problema de la apatía, de la irresponsabilidad, de la simulación, de la inasistencia de ambos al recinto escolar; sin embargo, para tal relación, la conducta del docente influida de los efectos del abuso de alcohol debe ser reflexionada, ver los impactos, que dicha conducta evita la construcción de esa nueva relación que permita revertir los problemas generados por la conducta enfermiza alcohólica. La autoridad universitaria por sí sola no resuelve que las clases se den al cien por ciento, o que los alumnos no abandonen las aulas o que los programas educativos se observen adecuadamente. No, esa nueva relación tiene que construirse con la confianza que el docente trasmita al alumno de pretender alcanzar los objetivos con la ayuda del alumno, y que el alumno vea en su docente al ser capaz de responder al problema planteado por el primero; el salón de clases se convierte entonces en un espacio donde se discutirán los diferentes tópicos en un ambiente diferente, de intercambio, de interlocución, de mediación, de comprensión, etc. Eso que acabamos de decir, con la sabia determinación de construir nuevas formas de diálogo. Y ¿qué tiene que ver la conducta del docente en todo lo anterior? ¿Qué tiene que ver el alcohol en esto? Pues bien, el docente que abusa del alcohol, desarrolla una conducta con tres características que restan capacidad, eficiencia y eficacia en el desempeño de su ejercicio académico, éstas son la negación, la minimización y la proyección3, características coronadas por la mentira. Estas características que se hacen manifiestas en el docente alcohólico por la forma en que actua en el entorno universitario, se reproducen en las generaciones emergentes inadvertidamente, impactando e influyendo en la conducta de éstos últimos, dando lugar a conformar una matriz conductual, en cuyo caso, los alumnos reproducen actitudes que fueron recibiendo de su profesor como un formato de actuación en que el alumno finalmente se acomoda sin más remedio. La conducta que reproduce esta clase de docente se extiende a todo el quehacer escolar. La administración escolar también se ve impactada, en muchas escuelas contamos con directivos que consumen y abusan del alcohol exponiendo su comportamiento en los asuntos administrativos, dejando una secuela de malas decisiones que no benefician en nada. Situación que resta y retarda la buena marcha de la educación en nuestra Alma Mater. Sin embargo, cuando se les refiere el asunto del abuso del alcohol a ciertos docentes, estos lo afirman, pero en otros docentes, nunca en su persona, situación que se entiende por la característica de la negación, y cuando se habla de la problemática de la alcoholización, éstos minimizan el problema aduciendo que ellos nada más beben los fines de semana hasta sentirse solamente mareados, nunca completamente intoxicados; para el caso, el sentirse mareado, es síntoma de intoxicación (Castillo 1999: 212-219). El problema se agudiza cuando el docente involucra en la actividad de la alcoholización al alumno y lo hace partícipe de esa relación (Castillo 1999: 193, 197). El poder político es factor que determina la 3
“Entendemos por negación, al no reconocimiento de la problemática alcohólica, por minimización, cuando el sujeto no dimensiona adecuadamente los efectos manifiestos en su conducta por consecuencias directas del alcohol. Y por proyección, a la conducta deformada de la realidad en que vive el sujeto aparentando lo que no es” (Castillo 1999:62). 3
convivencia en donde obligadamente el alcohol está presente. En forma perversa el docente relaciona al alumno en esa dinámica interesada de la política, encontrando en esta última el medio más propicio para impactar en la conducta del alumno. Creemos que docente y alumno no colocan en esa dinámica la clara intención de impactar su conducta con el conocimiento claro de lo que significa realmente la alcoholización, simplemente que el docente sabe que con el alcohol agrupa al alumno para lograr los propósitos casi siempre emanados de la política: nunca o casi nunca por otra razón. Estamos claros que la problemática de la alcoholización en la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) se da como una forma de reproducción del medio social externo. Asimismo, no dudamos que en otras instituciones la alcoholización sea tan intensa como en la UAS, sería fácil comprobarlo si las otras instituciones fueran honestas en la reflexión, eso bastaría para develar el fenómeno, no así ocultándolo. Como sea, el FSAI, en este caso el alcoholismo en los docentes, no deja de ser una preocupación, y ésta sola, debiera obligarnos a todas las instituciones a crear espacios de reflexión, desde luego que en estos espacios bien pudieran reflexionar sobre otros asuntos tales como la homosexualidad, el tráfico de influencias, la venta de calificaciones, la drogadicción, el machismo o el feminismo, el mercadeo de drogas al menudeo, etc. Cualquier FSAI debe de ser reflexionado pues creemos que de continuar cerrando los ojos lo único que hacemos es convertirnos en mercaderes y traficantes de los elementos constitutivos de cualquier FSAI. CONCLUSIÓN Los FSAI en el caso del alcoholismo en el docente, nos invitan oportunamente a la reflexión. Considerar o no si es adecuado hacerlo en foros abiertos a la sociedad, compete a cada institución. Asumir la responsabilidad de reflexionar implica interrogarnos “¿por qué las instituciones no han arribado a la reflexión de esa problemática?”Acaso el hacerlo nos hace vulnerables? Habría que ver por qué el FSAI nace, crece y se desarrolla en las instituciones educativas. Darnos cuenta de ello, implica una exhaustiva investigación que dé cuenta del problema, como he intentado hacerlo en la Universidad. La problemática tiene que ver con los ordenamientos internos en cuanto a cómo se procede con la autoridad o cómo se aplica la ley orgánica en los asuntos que tocan al alcohol. Tiene también que ver que la propia autoridad propicia su consumo. Son asuntos que tendrán que revisarse y analizarse en su justa dimensión. La política universitaria juega y determina el consumo de alcohol en el entorno universitario. Sería muy interesante ver que un evento se convoque y se diga que no habrá alcohol. También sería adecuado ubicar en la red del poder la utilidad que tiene el usar el alcohol para lograr los objetivos de ese grupo del poder. De igual manera revisar en qué medida la autoridad universitaria está ajena o si tiene inadvertencia del fenómeno. Todo esto, claro, en los espacios adecuados pudiera resultar provechoso, solo es cuestión de impulsar los foros sin temor alguno.
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Bibliografía Castillo, Carranza, Oswaldo Del, (1999) La problemática de la adicción alcohólica en el docente universitario y su impacto en el proceso educativo: el caso de la UAS, tesis de grado de Maestría en Ciencias de la Educación, CISE-UAS, Culiacán, Sin.
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