La Prevención de la Delincuencia Reclama Investigación

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1ER CONGRESO INTERNACIONAL SOBRE VIOLENCIAS Y PREVENCIÓN LA PREVENCIÓN DE LA DELINCUENCIA RECLAMA INVESTIGACIÓN, ACCIONES CREATIVAS Y SEGUIMIENTO PUNTUAL DE SUS EFECTOS Ambrocio Mojardín Heráldez Culiacán Sinaloa, 29 de marzo de 2014 SALUDO Y AGRADECIMIENTO Para iniciar, quiero agradecer la distinción de la invitación que se me hace y la oportunidad de compartir mesa de análisis con personas tan distinguidas; también reconocer y felicitar el esfuerzo que se está haciendo por discutir el problema con la seriedad que exige. Son múltiples y cada vez más radicales los eventos sociales que justifican que nos sentemos a pensar el problema de las violencias y la forma de prevenirlas. LOS CONCEPTOS Parto de la idea de que los delitos son comportamientos desviados de la norma, cuyos efectos descomponen la condición de la vida social y la vuelven inestable y disfuncional. Las violencias representan comportamientos, que independientemente de que se tipifiquen como delitos, representan la fuente más común de conflicto social en la vida contemporánea. La palabra prevención representa la intención de anticiparse a la ocurrencia de aquello que no es deseable. Una anticipación que, según algunos especialistas (e.g. Ander Egg), se puede dar en tres niveles. La Primaria, concentrada en evitar que el problema se de. Sus acciones se concentran en la formación de las personas y los grupos, para reconocer el problema, sus orígenes, sus efectos y las formas de evitarlo. La Secundaria, se da ante la ocurrencia del problema, actuando sobre las personas o grupos que lo padecen, intentando resolverlo con medidas que buscan que no se vuelva a repetir. La Terciaria, se concentra en la intervención para la corrección de los comportamientos indeseables y que sus efectos no irradien hacia personas y grupos que no lo padecen. Seguramente, en esta mesa y en el evento la atención más importante se dirige a la prevención primaria más que a ninguna, pero sería deseable que en nuestras reflexiones se les de lugar a las tres. Particularmente, si se trata de evaluar las violencias en las escuelas y desde estas. POSICIONAMIENTOS 1. Sin sugerir una simplificación que desvirtúe la naturaleza compleja de la violencia, quiero partir de la idea de que para atenderla con eficiencia debemos pensar primero en la persona y como se forma ésta. Luego, me gustaría que pensáramos qué ambientes sociales pueden hacer que la


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persona desarrolle los comportamientos antisociales que la dañan y dañan a los demás; como la violencia y sus diferentes expresiones. Aunque algunos especialistas del comportamiento han documentado como la violencia se asocia a condicionamientos genéticos, yo comparto la visión de que es un fenómeno complejo de expresión individual, pero de raíces profundamente sociales. Sostengo, que la capacidad de las personas para pensar y la influencia del contexto para aprender a controlar los impulsos, son recursos tan fuertes que combinados pueden mediar aún condicionamientos genéticos como los que se suponen detrás de la reactividad de algunos actos violentos. Las instituciones sociales de mayor peso para lograr que una persona identifique y maneje adecuadamente los comportamientos son la familia y la escuela. En la primera, la persona aprende a conocerse, a sentir su individualidad y a aceptarla, así como a valorar a los otros y reconocer la importancia que le representan. En la escuela se confirman y consolidan esos principios, teniendo como “los otros” a personas que no comparten los lazos sanguíneos, ni la atmósfera de afecto de la familia, pero igualmente ofrecen ambientes de crecimiento personal y oportunidad para probar la efectividad y alcance de habilidades y relaciones sociales. Décadas de estudios sobre los comportamientos antisociales han demostrado que, las personas violentas padecen algún tipo de inestabilidad psicológica que les impide razonar en consonancia con las reglas sociales, o les justifica pasar por encima de ellas. Las bases de esas inestabilidades, en su gran mayoría, provienen de vacíos o conflictos creados en los ambientes de crecimiento afectivo como la familia, la escuela o el circulo social inmediato. Una persona que actúa con violencia puede hacerlo cuando su integridad física se ve amenazada, o cuando sus recursos de solución de problemas no tienen alternativa. En esto último, la condicionante puede ser la verdadera ausencia de manejo de recursos psicológicos para resolver el problema (e.g. manejo de la ira), o la convicción de que la violencia no solo es un recurso válido, sino el más eficiente para hacerlo. La última opción, nace y se consolida primordialmente en los ambientes con ausencia de autoridad, un referente que recuerde que la violencia no es la solución y contra ella hay consecuencias. Los ambientes que promueven o celebran la violencia como recurso de solución del problema son tan eficientes en incrementarla, como los ambientes que la ignoran o son negligentes de ella. Las familias y las escuelas son los espacios ideales para impulsar la prevención de las violencias en todos sus niveles. Reforzar en ellas ambientes de crecimiento para las personas es quizá la vía más rápida y la que debía ocupar nuestro mayor esfuerzo. ¿Como están las condiciones en ellas para lograrlo? ¿Qué aspectos de su vida interna están descuidados, o cuáles ausentes, para lograr que se elimine la violencia como recurso de solución a los problemas de violencia y delincuencia?


PUNTOS PARA ELABORAR PROPUESTAS La prevención social de las violencias y la delincuencia ha sido una inquietud mundial y un área que ha costado muchísimo dinero, esfuerzo y dedicación a todas la naciones. Hay resultados positivos y negativos en todas las iniciativas, que enfrentan una realidad poco alagüeña. A pesar de todos los esfuerzos y las grandes inversiones, el problema sigue y en algunas expresiones, va en aumento. Como ejemplo quizá baste mencionar que, según cifras de la Comisión Global para el Control de las Drogas, tan solo para prevenir el abuso en el consumo de drogas prohibidas se han invertido 1.7 veces el presupuesto que se ha destinado para tareas educativas en el mundo. Como resultado, la inversión no solo no ha reducido su consumo, sino que en algunos países hasta se ha incrementado y ha incorporado consumidores a edades más tempranas. La diferencia entre quienes están teniendo resultados positivos y quienes los están obteniendo negativos parece provocada por la forma en que se concibe el problema y el tipo de estrategia que se sigue. De esto, por lo menos tres enseñanzas quiero destacar: 1. La mejor prevención inicia con aceptar que el problema de las violencias y la delincuencia se asocia a modos de vida que promueven el individualismo, la concentración de satisfactores en recursos materiales, la ausencia de formación espiritual y ambientes con crisis de autoridad. 2. Las violencias y la delincuencia no se resolverán, ni se prevendrán, si no hay una combinación juiciosa entre formación de la persona y un ejercicio firme y humanista de la autoridad. 3. Pensar que la solución a las violencias y la delincuencia está en tener estructuras policiales más preparadas y con mejores estrategias de reacción es no comprender el problema. De aquí podemos pensar diferentes propuestas y se puede empezar por las tres que considero más significativas. 1. Multiplicar los programas y los presupuestos que lleven a recuperar el ambiente familiar como el ambiente por excelencia para el desarrollo armónico de la persona. 2. Intensificar los programas de saneamiento social de las escuelas y la recuperación de su autoridad moral y educativa, para aprovecharlas como el vehículo social de las acciones preventivas. 3. Asegurar el pleno ejercicio del estado de derecho y restituir la convivencia comunitaria en todos los espacios del estado. Además, valdría la pena: En las políticas generales de prevención. a. Implementar mecanismos de concentración de los esfuerzos de prevención que hacen los gobiernos y la sociedad organizada.


b. Asegurar correspondencia y sistematicidad entre las acciones preventivas para aumentar la eficiencia de esfuerzos y presupuestos. c. Definir y operar estructuras y programas de evaluación de los efectos de los programas preventivos implementados. En rehabilitación y readaptación: d. Implementación de la Tutela Familiar como recurso para dar seguimiento a los exinternos de los centros penales juveniles. e. Concurso de programas productivos para exinternos que desarrollaron habilidades de trabajo mientras cumplieron su pena. f. Acuerdos sociales con los diferentes sectores para incorporar al sector educativo y productivo a los exinternos de penales juveniles. En investigación. g. Impulsar la investigación focalizada de las violencias (e.g. intereses y satisfactores preferidos de los jóvenes) y los delitos mediante acuerdos que incorporen a instituciones educativas, de salud y organismos sociales con capacidad para ello. h. Promover el diálogo eficiente entre las instituciones de investigación del comportamiento social y las instancias de toma de decisiones (e.g. poder ejecutivo y legislativo) en el rubro. CIERRE En fin, urge que mantengamos el esfuerzo que propone este congreso y busquemos inspirar decisiones más eficientes para prevenir las violencias y la delincuencia. Respuestas hechas no hay, pero ideas para configurar esas respuestas hay muchas. Démosle forma y motivemos la voluntad política necesaria para que se incorporen y se evalúen. La complejidad del problema exige humildad política y compromiso social de largo plazo. Aceptemos y exijamos que la prevención de las violencias, también sea tarea de todos.


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