Realización1 (Cortos Reflexivos) Por: Oswaldo del Castillo Carranza2 Dime lo que crees ser y te diré lo que no eres. Henry Frédéric Amiel
Una vez disfrutado el día de san Valentín y los de la Semana Santa, nos enfrentamos a la realidad que vivimos en el estado de Sinaloa. Habrá muchos que se manifiesten en pro y en contra de la política económica y claro, será según con el cristal con que se mira esa realidad. Fíjese usted, si le pregunta a una madre acerca de lo que ocurre en Sinaloa, ella dará una versión importante, si le preguntamos a un empresario, por supuesto dará otra, si lo hiciéramos a un sacerdote, es lógico que nos dará la suya. Veamos con la madre primero, ¿qué nos diría una madre? Seguramente nos hablaría de los peligros que enfrentamos actualmente con la violencia, la inseguridad, etcétera, de lo cual estaríamos de acuerdo, pero seguramente no nos mencionaría la falta de atención de esa madre para con su o sus hijos. Para el caso del empresario, la respuesta pudiera estar en que no han hecho una reforma fiscal de acuerdo con los intereses de ellos, que la política económica no es la adecuada, que no les alcanza los vivos para enterrar a los muertos, etcétera. Y claro no nos mencionaría lo que él ha dejado de hacer para beneficiar a sus trabajadores o a sus clientes. Ahora bien, en el caso de la respuesta del Sacerdote bien pudiéramos escuchar algo así, que las cosas que nos ocurren obedecen a la falta de obediencia del hombre a los mandamientos que Dios nos dio, que la falta de amor nos conduce inevitablemente a una catástrofe, etcétera. Y no escucharíamos de él que es necesario repartir la riqueza concentrada en pocas manos y que Dios les dará a los ricos más motivos de arrepentimiento, etcétera. Y quiero decirles que todos tienen la verdad en sus manos por no decir en sus bocas. El tema del que hablaremos tiene que ver con lo anteriormente dicho. Todos deseamos que nuestros hijos se realicen, que logremos verdaderamente encontrar el camino que nos lleve a salvaguardar a los nuestros, que debiera decirse a todos, a los nuestros y a los no nuestros. La realización tiene que ver con el éxito de las personas, no nos imaginamos a un sujeto realizado sin éxito. La definición para Coppel de realización está como personas cuando servimos y servimos bien. “La satisfacción del trabajo bien hecho es nuestra mejor recompensa” (Castillo, 2004: 413). Si dimensionamos este concepto de la realización podemos ver que el hombre debe trabajar de manera obligada y que por ese trabajo obtendrá una remuneración para que pueda mantener a su familia, de lo contrario no podrá realizar los sueños de él, de su esposa y mucho menos los de sus hijos. 1
Publicado en Visión Empresarial, marzo de 2010, número 149. Doctor en Estudios Organizacionales y Profesor e Investigador de Tiempo Completo Titular “C” de la Facultad de Contaduría y Administración de la UAS. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores Nivel I. Miembro del Cuerpo Académico Consolidado “Administración de Negocios y Desarrollo Regional”. 2
1
Aquí el problema puede estar en que muchas veces la realización no depende sólo de nosotros y que para lograrla habrá que vincular a otros a ese proyecto de vida. La calidad de vida se obtiene con el equilibrio o el balance de un conjunto de factores que deben, al menos, cumplir con las necesidades de los individuos, los grupos o las empresas. Si la organización hace nada para catapultar a los sujetos que trabajan en ella a la obtención de un mejor nivel de vida, entonces no cumplirá con las expectativas que pudo haber ofrecido cuando lo contrató. Coppel establece que la realización es primeramente como personas lo cual hace una separación importante en la categoría del sujeto dentro de la organización. Es cierto que a todos los empresarios les interesa tener trabajadores que se desvivan por la empresa, pero Coppel separa esta condición, si el sujeto es feliz como persona seguramente lo será como colaborador. Este valor puede asumirse desde una perspectiva laboral implicando para el sujeto un deber por el que fue contratado, y para la organización la exigencia de ese derecho que tiene al exigirle al trabajador que cumpla. ¿Qué pasa cuándo un colaborador tiene cumplida su expectativa ofrecida por el empleador? No desvía energía preocupándose por aquello, al contrario, la energía es canalizada en lograr su compromiso. Un ejercicio sería que los empresarios conocieran ¿qué tanto sus empleados son felices o se encuentran realizados en su empresa? La respuesta desmitificará algunas acciones que se piensan son las adecuadas, eso los llevará a reordenar estrategias que deben ir dirigidas hacia el desarrollo humano, donde muchas de ellas están fuera del cuadrante de lo que verdaderamente necesita el individuo y claro la empresa. Otro ejercicio, prudente desde luego, sería constatar si las metas son alcanzadas bajo la idea de la satisfacción del empleado. En caso contrario de existir insatisfacción, qué tanta es canalizada a subsanar las inequidades existentes en la organización. Existen muchas razones para pensar que este asunto no es considerado en la empresa para resolver problemas de esta naturaleza y que el empresario no dedica tiempo ni dinero a ir más allá de lo trivial o meramente cotidiano. La realización del sujeto en la empresa debe ser una condición de la organización y por ella no desviar la atención que debe tener el sujeto por parte de los administradores para alcanzarla. Por ello, usando la metáfora de la familia, qué padres que se ocupan de sus hijos no están dedicados a que alcancen el éxito. Puesto que el éxito les garantizará un mejor acomodo social, de allí que la realización sea completa. A manera de conclusión Cuando los padres hagan conciencia o que los actos que realizan sean conscientes, desde la perspectiva de educar bien a sus hijos, existirá mayor concordancia entre el pensar y el hacer, muchos padres piensan correctamente pero al actuar distorsionan las acciones mandando el mensaje a sus hijos de que pueden hacer todo cuanto quieran y que finalmente los perdonarán y los querrán por el simple hecho de que son sus hijos. Nos preguntamos si esa manera de educar es la correcta o si sería más beneficioso ganarnos el respeto y el miedo de los hijos, que el supuesto amor y amistad que prodigan los padres modernos ocultando el terror de enfrentar a los pequeños monstruos producto de la modernidad y de la era tecnológica. Recordando que los buenos hijos seguramente serán
2
buenos empleados y que el éxito de ellos será finalmente el éxito de sus padres y desde luego de la empresa. Bibliografía Castillo, Carranza Oswaldo del, (2004), Modelos de cultura reapropiados, hacia la efectividad organizacional, Ed. UAS, México.
3