persiguiendo un sueño

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PERSIGUIENDO UN SUEテ前

PERSIGUIENDO UN SUEテ前 Prof. Alberto Enrique Viana Reyes

ISBN 978-9974-98-887-3 -3-


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PERSIGUIENDO UN SUEテ前

A mi esposa que es la mejor crテュtica de mis novelas y a mis cuatro hijos

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PERSIGUIENDO UN SUEÑO

CAPÍTULO Prólogo I II III IV V VI VII VIII IX X XI XII XIII XIV XV XVI XVII Epílogo

ÍNDICE

PÁGINA 9 11 17 23 29 37 45 55 67 77 83 91 113 117 125 131 145 177 193

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PERSIGUIENDO UN SUEÑO

PROLOGO

Todos los seres humanos tenemos sueños. Algunos materiales y otros espirituales. La mayoría de las veces pasamos toda nuestra vida detrás de ese sueño. Otras veces el sueño que perseguimos no es siempre el mismo, va cambiando a medida que vamos madurando, a medida que la propia vida nos va enseñando a cambiar nuestra manera de “ver” esos sueños. Y, suponiendo que alcanzamos el sueño, ya surge otro al que vamos a perseguir. Para muchos de los seres humanos, el perseguir ese sueño es el propio motor de la vida y nunca se deja de tener uno. Esa es la historia que vamos a relatar. Un hombre persiguiendo su propio sueño.

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CAPITULO I

Miguel conoció a María en el ciclo secundario. Fue siempre su compañera de estudios. Ella tenía un carácter dominante y extrovertido. En las fiestas era el centro de atracción. Su belleza y su manera de ser, la hacía la chica más codiciada por todos. Miguel, siempre fue un muchacho retraído, muy ordenado y muy aplicado a sus estudios. Él siempre tenía en su recuerdo lo que había pasado el día de la graduación del secundario. Se había organizado una gran fiesta entre todos los alumnos, a la que invitaron a amigos de otros colegios. María fue a la fiesta con él, pero luego que estuvieron en el lugar, ella se dedicó, como siempre, a ser el centro de la reunión. Miguel, la admiraba mucho y le aceptaba la manera de ser y no se sentía disminuido. En esa como en otras fiestas, siempre acompañaban a María, tres amigas que, notoriamente le envidiaban su manera de ser: Susy, Margot y Elena. En las vacaciones de verano, María se iba, con su familia, a Punta del Este. Punta del Este es una ciudad peninsular situada en el extremo meridional de Uruguay, siendo uno de los balnearios más importantes de Sudamérica, y consecuentemente, el punto turístico de mayor importancia de la república.. Maldonado, la capital del departamento, y Punta del Este, conforman un área metropolitana, en la cual se estima una población de aproximadamente 175.000 habitantes.

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Miguel podía ir algunos fines de semana a visitarla, pero realmente no se sentía muy bien porque ella siempre lo recibía de una manera muy fría. De cualquier manera, él disfrutaba de estar con ella. María y sus amigas se dedicaban a “enloquecer” a chicos de su misma edad o aún mayores que ellas con sus insinuaciones que, según pensaba Miguel, solo eran eso. A medida que pasaba en tiempo, había notado que María se transformaba en una belleza, morocha y de ojos verdes. De a poco y sin siquiera darse cuenta, Miguel se enamoró de María. Al decírselo, ella le había correspondido de manera algo fría pero, de cualquier manera y a empuje del amor de Miguel, nació un noviazgo en el que pocos creían. Las propias amigas de María le decían que no fuera boba, que no se apegara a él, que no le servía y ella les contestaba que si había podido terminar los estudios secundarios era gracias a que él la obligaba, a veces, a estudiar. Además, él siempre tenía los apuntes de todas las asignaturas, cosa que María, que es totalmente desordenada, no tuvo nunca Miguel se convirtió en un hombre alto, morocho de pelo castaño y ojos marrones. Seguía siendo una persona retraída. Ambos ingresaron a la Facultad de Economía. Miguel, siendo muy inteligente fue avanzando en su estudio hasta recibirse de Economista. María, a quien Miguel ayudaba se fue quedando atrasada en sus estudios, a lo que ella no daba importancia porque decía que, en una pareja, con que uno sea profesional, alcanza.

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Los padres de Miguel, Emilio y Martha Bárcena eran médicos y estaban en una posición económica cómoda, pero siempre debido a una gran dedicación a su profesión. Ellos junto con Miguel vivían en un lindo departamento en el barrio de Pocitos. Miguel es hijo único y aprendió de sus padres que la única manera de obtener lo que se quiera es con dedicación y trabajo. El barrio de Pocitos se localiza sobre la costa del Río de la Plata que para esas alturas presenta un alto nivel de salinidad y de oleaje, y sus aguas son más claras producto de su cercanía con el Océano Atlántico, en torno a la playa del mismo nombre. Se caracteriza por una arquitectura de edificios de apartamentos de 10 a 15 plantas que bordean el estuario del Río de la Plata.. El padre de María, Ramón Álvarez, es un rico hacendado que vivía, casi todo el año, en su estancia en el interior del país. María junto con sus dos hermanas, Belén y Azucena y su madre, Cecilia, vivían en una espléndida casa en el barrio de Carrasco. Carrasco es un barrio del sudeste de la ciudad de Montevideo, sobre el Río de la Plata El barrio se convirtió en la zona residencial más lujosa de la ciudad. Es donde habita en gran parte la clase alta de la ciudad. María, físicamente muy parecida a su madre, tenía de ella la misma belleza, aunque la señora era de carácter mucho más tranquilo y dedicado a sus hijas Al obtener el título de Economista, Miguel tenía 26 años, al igual que María, ya que, entre las edades de ellos había una diferencia de meses. La relación amorosa entre ellos era bastante extraña porque, si bien salían juntos, muchas veces María prefería hacerlo con sus amigas, lo que, como siempre, Miguel aceptaba.

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Al poco tiempo de recibido, Miguel entró a trabajar en una Consultora muy importante. Gracias a su dedicación e inteligencia, ascendió rápidamente, comenzando a percibir una muy buena remuneración. Una tarde de un sábado, estando María y Miguel sentados en el jardín de la casa de María, ella dijo Miguel, no podemos ser novios eternamente. Creo que sería hora que comenzáramos a pensar en casarnos, en formar un hogar. En ese momento, Miguel quedó pensando en que aquel sueño, el casarse con la mujer que más había admirado, con quien, para él, era la mujer más bella, se le iba a hacer realidad. -

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Entonces le contestó María, tú sabés que eso es lo que más he querido todos estos años. Se que para ti ha sido duro tener que esperar que me recibiera y luego, que obtuviera un trabajo bien remunerado, pero ahora es el momento. Si, dijo ella, no veo por qué tenemos que esperar más. Hoy mismo voy a hablar con mami para que nos faciliten un departamento de los que tienen con papá. Vení, vamos a hablar con ella y se lo vamos a decir.

A Miguel no le gustó mucho la idea de estar presente en ese momento, pero ella lo tomó de la mano y lo llevó adentro de la casa. El living estaba lujosamente amueblado con muebles de estilo. Había un ante-living con un gran ventanal que daba al jardín, desde el que se veía la piscina y la barbacoa. Se sentaron en unos sillones de cuero color bordó en el ante-living en que estaba la madre de María

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Mami, dijo ella, pensamos con Miguel que deberíamos casarnos. ¿Y me lo decís así?, reaccionó Cecilia, ¿y tú que decís Miguel? Cecilia, tú sabés que siempre estuve enamorado de María. Para mi es como si se cumpliera un sueño. Ay, dijo Cecilia, tú siempre tan cariñoso. Bueno, María, ¿Qué necesitan? De todo, mami, desde el departamento hasta los muebles, porque si bien Miguel gana bien, no nos vamos a meter en cuentas. Pero, María, dijo Miguel, también hay parte de lo que necesitamos que lo pueden conseguir mis padres. Si, está bien, pero papá tiene un departamento vacío y, por lo menos para comenzar, alcanza. Mami, hablalo con papá así podemos saber para cuando fijamos la fecha de casamiento. Miguel, dijo María, ¿vamos hasta lo de Susy? Allá están todas las chicas. Mejor andá tú. Allá son todas mujeres, dijo él con una sonrisa Bueno, te llevo hasta tu casa. Mami, me llevo tu auto

Salieron de casa de María en un Mercedes CLC, rumbo a la casa de Miguel. En el trayecto, María le dijo - No sé por qué no lo hicimos antes ¿Sabés que bueno es ser independientes? - Si, ya lo creo, poder tener una vida más íntima entre los dos. -

María le lanzó una mirada inquisidora ¿Más íntima? ¿A qué te referís? A que podemos hacer el amor libremente, demostrándonos lo que nos amamos. Ah, eso, si, está bien, dijo con una mirada dura hacia él

Cuando llegaron frente al edificio donde vive Miguel, ella le puso la mejilla y él le dio un beso. - Llamame María. - Si, te llamo, dijo ella, poniendo el auto en marcha.

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CAPITULO II

Miguel subió al departamento de sus padres. Se puso a soñar. “¿Cómo será vivir con María? ¿Qué sensación maravillosa será verla junto a mí al despertarme? A pesar de los años que nos conocemos, se muy poco de sus gustos.” -

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Al llegar, estaba su madre Mamá, arreglamos con María para casarnos lo más pronto posible. ¿De apuro? No creo que seas tan bobo, Miguel No, mamá, lo que pasa es que yo tengo un buen empleo, sus padres nos dan un departamento ya amueblado. No existe razón para que sigamos separados. Si, es cierto, pero ¿estás seguro que querés casarte con ella? Mamá, sabés que desde el secundario siempre estuve enamorado de ella. Para mí es como si se me cumpliera un sueño. Está bien. Vamos a hablarlo con papá para ver en qué podemos colaborar nosotros. Pero no te preocupes. No, ¿cómo no? Ahora voy a llamar a Cecilia para ponernos de acuerdo, pero hay algo que quiero decirte y no se como hacerlo. ¿Qué es? Decilo como te salga. Tú sabés que la familia de María es de alta sociedad. Está muy vinculada a las más altas esferas. Te vas a tener que adaptar a compartir con ella, fiestas, reuniones protocolares, etc. y tú, con tu manera de ser, no sé si podrás adaptarte. Ah, mamá, ¡siempre tirando pálidas! Eso es lo de menos. A esas cosas uno se adapta enseguida.

Mientras tanto, María ya había llegado a lo de Susy. Allí estaba reunida la dueña de casa con Elena, Margot y Magdalena. Apenas entró María les dijo - 17 -


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Chicas, me caso ¿Con quién?, dijo Susy Con quien va a ser, le respondió María, con Miguel No dijiste que es un pelmazo, dijo Margot No, yo nunca dije eso, protestó María Andá María, más de una vez dijiste que Miguel es un pesado, dijo Elena ¿Y qué te dio por casarte con él? ¿Él te lo propuso? No, para nada, él nunca se hubiera animado. Fui yo que le dije de casarnos. ¿Y él aceptó? Estaba encantado Pero María, algo te traés entre manos. Así de golpe, dijo Susy Ustedes chicas no se imaginan. Lo estuve pensando mucho. Al casarte tenés más libertad. No tenés a tus padres controlándote. Pero lo tenés a Miguel que te va a controlar, le dijo Elena ¿Miguel?, que va a controlar. Él está bobo conmigo y come de mi mano. Fijate que ahora lo dejé en la casa y me pidió que lo llamara, pobrecito. ¡Eres mala María! Él es un buen chico, dijo Elena. Yo no dije lo contrario, respondió María. Bueno, prosiguió, ¿qué me cuentan de los chicos que conocimos? El mío es John y ya se lo dije. Mañana de tarde nos vienen a buscar a casa, dijo Susy. Bárbaro, así los conocemos de día, porque verlos de noche no es lo mismo

En la mañana, cuando llegó al estudio, Miguel les comentó, a sus compañeros de trabajo, que se iba a casar. - ¿Con quién te casás?, preguntó Martín - Con María, ¿con quién iba a ser? - ¿Aquella belleza que nos presentaste en la fiesta de fin de año?, dijo Martín - Si, con ella, contestó Miguel - ¿Puedo decir algo sin que te enojes, Miguel?, dijo Martina - Si, lógico - 18 -


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No me gusta María para ti ¿Por qué? Por tu manera de ser. Hace tiempo que trabajás con nosotros y creo que te conozco bien. Esa chica no es para ti. ¿Estás celosa?, bromearon los demás Yo se lo digo a Miguel, dijo Martina, no es nada que tenga ver conmigo.

Miguel se quedó pensando en lo que dijo Martina. Pero él estaba seguro de lo que hacía. Muchos años al lado de María le habían enseñado a conocerla y no iba a dejar un sueño atrás, simplemente porque a alguien no le gustara ella. Cuando ya eran las 11:30 de la mañana, Miguel tomó su celular y la llamó a María. - Miguel, ¿qué haces llamándome a esta hora? - Quería saber como estabas. - Y, estoy durmiendo. - Pero es casi el mediodía - Es que anoche me quedé con las chicas conversando y se hizo muy tarde. - ¿Nos vemos esta tarde? - Bueno, si querés pasa por casa. Yo no voy a salir. Cada vez que Miguel hablaba con María se sentía culpable. Es como si estuviera haciendo algo que a ella la molestaba, algo que hiciera que ella se enojara con él. Lo menos que quería era eso. Quería verla feliz, tan feliz como se sentía él de casarse con ella. De tarde, cuando salió de la oficina, se subió a su pequeño Spark y se fue a la casa de María. Cuando llegó lo atendió la empleada a quien Miguel conocía desde que era chico. - Hola Miguel. ¿cómo estás? - Bien, ¿y María? - Salió - ¿Salió? ¿No te dijo donde iba? - No dijo nada. Agarró el auto de la señora y se fue.

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Bueno, dejá, la llamo por teléfono

Miguel tomó el celular y llamó al celular de María. Le dio que estaba fuera de servicio. “Qué raro, ¿Fuera de servicio? Y si, además, me dijo que viniera. ¿Qué habrá pasado? Se quedó sentado en su auto. Al rato vio venir al Mercedes. Se bajó y ella frenó bruscamente el auto. Bajó la ventanilla y con aire arrogante le dijo - Qué, ¿ahora me estás controlando? - María, me dijiste que viniera después que saliera de la oficina - ¿Te dije eso?, no me acuerdo, ¡estaba tan dormida!, entrá, no te quedes como un bobo allí parado. Miguel notó ese aire altanero que siempre había visto en ella, pero que nunca lo había aplicado con él. Entró a la casa de María y ella, como de costumbre, le puso la mejilla para que él le diera un beso. Parecía que María estaba de muy mal humor por lo que Miguel no se animó a preguntar de donde venía. Miguel se sentó en uno de aquellos magníficos sillones del living. - Esperá que me voy a cambiar, dijo María Al rato volvió vestida con jeans, una remera muy ajustada y zapatos deportivos. Se sentó junto a él y le tomó la mano. - Perdoname, hoy tuve una discusión con mamá por lo del casamiento - ¿Por qué? - Porque quiere hacer una fiesta increíble y yo no quiero. Quiero hacer algo muy sencillo. - Estoy de acuerdo contigo, pero si tus padres quieren. - ¡Pero me caso yo, no ellos! - Está bien María, pero no tenés que enojarte por eso. - ¿Te gusta esta remera? Me la puse para ti - Te queda muy linda

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Miguel casi había quedado sin aire al ver como se destacaba el muy bien formado busto de María. Ella, evidentemente tenía un físico excepcional. - Mirá, tocá, mirá que linda textura tiene, dijo ella tomándole la mano a Miguel y llevándosela a sus pechos - Si tenés razón, dijo Miguel que sintiéndose excitado, quiso abrazarla y darle un beso. - No ahora, no, dijo ella, esperemos a estar solos. Él quedó mordiéndose. En ese momento le vinieron a su mente las palabras de Martina “no me gusta María para ti.” Pero frente a aquella mujer que él conocía tanto, esas palabras se desdibujaron enseguida. Siempre pensaba “a María la conozco hace más de 15 años. Sé cuales son sus reacciones. Nada puede hacerme dudar que ella es la mujer de mis sueños junto a la que forjaré mi futuro.” -

¿En qué pensás?, le preguntó María que hoy se mostraba más cariñosa que nunca En el futuro que nos espera. Yo nunca te lo dije, María, pero mi sueño más grande, desde que te conozco, es formar un hogar contigo, le contestó Miguel.

Ella lo abrazó y le dio un beso en la boca. Para Miguel, aquello afirmaba todo lo que él pensaba. Solo tenía que esperar a que ella se acostumbrara a la idea del amor. ¿Sabés que?, dijo María, estoy cansada. ¿No te enojás si te digo que te vayas, así me acuesto? - No, mi amor. Llamame si te despertás y si no yo te llamo mañana, - Está, bárbaro. Dame un beso Miguel le dio un beso en la boca y, extrañamente, sintió que ella se lo correspondía. -

Él salió feliz de la casa de María. Ella era la mujer de sus sueños y ahora la sentía cada vez más cerca. Sentía que ella estaba enamorada de él, aún cuando nunca se lo había dicho. “No es necesario que te digan las cosas. Uno puede darse cuenta”, pensó. - 21 -


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CAPITULO III

Miguel se fue para su casa. Abrigaba la esperanza que María lo llamara, pero eso no sucedió. Se quedó algo triste y pensó “seguramente estaba cansada. Mañana la llamo, total, falta tan poco para compartamos nuestras vidas.” Mientras tanto, María esperó hasta asegurarse que Miguel se había ido. Tomó las llaves del auto de su madre y dijo - Mami, me llevo el auto. Cualquier cosa llamame. - ¿Adónde vas? - Hasta lo de Margot - OK -

Cuando llegó a casa de Margot, la recibió la madre. Hola Lily, ¿Margot está? Si, están en el cuarto de ella con Susy y Elena. Escuchame, me dijo Margot que te casás. Si, ¿viste? ¿Con el chico que yo conozco? Si, con Miguel. La verdad que ha sido el único que me aguanta, dijo María riéndose.

Subió hasta el cuarto de Margot y todas la recibieron con gran algarabía. - Bueno, contanos como te fue, preguntó Susy - Bárbaro. Apliqué lo que ustedes me dijeron y él casi se me derrite. -

Todas se rieron a carcajadas Pero contá más detalles, dijo Elena No seas cochina. Solo fui un poco cariñosa con él y entró como un caballo, contestó María Y, ahora, ¿vas a seguir?, le preguntó Margot

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Lógico. Si no sigo va a pensar que me enloquecí y capaz que se me escapa, dijo María riéndose. - Bueno, dijo Susy, ahora contá lo del americano, ¿cómo se llama?, John. - No pasó nada. Me dijo que, como él era casado, no quería correr el riesgo de ir a un hotel, que podíamos hacerlo en el auto, quería que la chu… respondió María. - ¡Qué hijo de puta! ¿No te parece algo raro?, dijo Elena, ese tipo no me gusta nada. El mío dijo que esperaba que nos conociéramos un poco más. Vamos a ver que pasa esta noche. - Susy no nos juegues una mala pasada, no sea que tu moreno te convenza y nos dejes a todas como unas idiotas, dijo Margot - Quedate tranquila, estoy que reviento pero espero, dijo Susy riéndose. Las cuatro se pusieron de acuerdo en que no iban a tener sexo con aquellos amigos enseguida. Tenían que esperar. -

María no estaba muy convencida, pero como las amigas lo decidieron, acató la idea. Esa noche fueron las cuatro chicas con sus parejas a un Pub. Estuvieron tomando hasta las 11:30 de la noche. A esa hora, María estaba totalmente borracha y le había dado por armar escándalo. Gritaba e insultaba a todo el que la miraba. Entre las cosas que gritaba decía -

Quiero llevar al gringo a la cama y él como es puto, no se anima

Las amigas de María trataron de calmarla, pero no había caso. Entonces todos los que estaban con ella decidieron irse, inclusive el americano que la había acompañada. Le dijeron de llevarla y los insultó. María siguió bebiendo hasta que, el dueño del Pub, que la conocía, decidió llevarla a la 3 de la mañana a su casa, en el auto de María. Se hizo acompañar por un amigo, para poder volverse. - 24 -


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Al día siguiente, Miguel siguió la rutina de siempre. Al llegar a la oficina, le envió un mensaje de texto a María deseándole los buenos días. El día de trabajo trascurrió sin ninguna novedad. Al ser viernes, todos tenían programado, a la hora de la salida, ir a un Pub a cerca de la oficina a tomar algo para “distenderse” según afirmaban. - Vamos Miguel, dijo Agustín, nunca nos acompañás. - No se que va a hacer María. En cuanto hable con ella, les digo si voy o no. - Dale, Miguel, no podés ser tan pollerudo, dejá a tu mujer un poco en paz y vení con nosotros, dijo Martín, si no ¿qué vas a hacer después de casado? - Déjenlo, dijo Martina, cuando un hombre ama merece todo el respeto. - Bueno, él se lo pierde, dijeron los otros. Al salir de la oficina, Miguel se subió a su auto y, antes de ponerse en marcha, llamó a María. Le había llamado la atención que no le hubiera contestado el mensaje que le envió en la mañana. Atendió Belén, la hermana de María - Miguel, mi amor imposible, bromeó ella, ¿qué hacés? - Quería hablar con María. ¿Qué pasó que atendiste tú? - Pasa que María volvió de madrugada en un estado calamitoso, totalmente borracha. Se ha pasado vomitando y recién ahora se durmió. - Pero me dijo que se iba a descansar. - Ay, no se, Miguel. Ayer me quedé en casa de una amiga porque estábamos estudiando y hoy de mañana fue la escena que encontré. - Por favor, Belén, si se mejora decile que me llame. - Si, mi amor, quedate tranquilo, pero te digo que creo que hasta mañana no vas a tener suerte. Un beso. A Miguel le temblaron las piernas. “¿Qué está pasando? María nunca había actuado de esa manera. Voy a ir a ver que pasa.”

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Al llegar, Cecilia le abrió la puerta. Ah, Miguel, no sabés. María está a la miseria Pero, ¿qué pasó? Creo que se pusieron a festejar con las chicas y se les fue la mano. Se ha pasado vomitando. Pero ella nunca había hecho eso. Es más, si yo tomaba algo me vivía rezongando.

En ese momento apareció María. Su aspecto era deplorable. Estaba pálida. Su pelo todo revuelto y los ojos inyectados en sangre. - ¿¡Qué hacés acá!? le increpó a Miguel - Llamé por teléfono, me atendió Belén y me dijo que estabas mal, entonces vine a ver que te pasaba. - ¡A qué se mete la maldita de mi hermana! - María, Belén no lo hizo por mal, dijo Cecilia - ¡Mamá no te metas! Y a ti, dijo María dirigiéndose a Miguel, no te quiero ver más en mi vida - Pero, María, ¿qué pasa?, le contestó Miguel - ¡Que no te quiero ver más!, ¿no entendiste?, le gritó María. Miguel se dio vuelta, abrió la puerta y salió. Detrás de él salió Cecilia - Miguel, por favor, no te vayas así, le dijo - Me echó. Cecilia. ¿Sabés que pasa?, no sé discutir con María así que mejor me voy y listo. Miguel, se subió al auto mientras Cecilia lo miraba desde la puerta con los ojos llenos de lágrimas. Él condujo su auto hasta donde estaban sus amigos de la oficina. Ya se habían ido, por lo que se pidió un whisky y se lo tomó de un trago. Luego de pedir otro, se puso a pensar “¿Qué fue todo esto? ¿Puede un sueño desvanecerse de esta manera? ¿Qué hago ahora? No tengo idea de cómo encarar mi vida, lejos de María, sin el cariño de ella.” Luego del cuarto whisky, se dio cuenta que no podía manejar. Dejó el auto en el estacionamiento y se tomó un taxi. Al llegar a su casa, estaba su madre. - Miguel, ¿qué pasó?, nunca te había visto así

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No te preocupes mamá, solo tomé demás. Me voy a acostar. Mañana hablamos. Se acostó y se quedó dormido -

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CAPITULO IV

Miguel se despertó con una terrible jaqueca. Fue hasta la cocina y tomó agua fría. Después buscó en el botiquín del baño, un calmante. Lo encontró y se lo tomó. Recién en ese momento se puso a pensar en lo que había sucedido. Mientras pensaba, entró su madre en la cocina, sonde él estaba sentado con la cabeza apoyada en la mesa. - ¿Te sentís mal?, le preguntó Martha - No, mamá, tengo una resaca bárbara. Lo que pasa es que tomé sin haber comido nada. - ¿Querés que te haga un café y unas tostadas? - Si, doctora, le dijo él sonriendo Ella le preparó el café y las tostadas y se sentó frente a él. -

Bien. Ahora me vas a contar que te pasó. Nunca fuiste de tomar a lo loco. Ayer María me echó de su casa y me dijo que no quería volver a verme. Pero, ¿cómo? ¿No era que estaban planeando el casamiento? Dejame que te explique lo que yo se. Ayer de mañana le mandé un mensaje de buenos días. Lo hice porque ella se había portado muy cariñosa conmigo la tarde anterior. Ya se que a ella no le gusta eso del amor “pegajoso”, como le llama. No me contestó y eso tampoco me llamó la atención. Cuando salí de la oficina, la llamé por teléfono y me atendió Belén. Me dijo que María había llegado de madrugada y totalmente borracha. A mi me extrañó mucho porque ella me había dicho que se iba a descansar. Entonces me fui hasta su casa para saber que había pasado. Me atendió Cecilia y, cuando estaba hablando con ella, apareció María. Te juro, mamá, que la desconocí. Parecía una bruja. Y ahí, nomás me dijo que no quería verme más. Cecilia me suplicó que no le hiciera caso,

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pero tendrías que haberle visto la cara a María. Era una cara de odio como nunca la había visto. Perdoname, pero hay algo que no entiendo o no quiero entender. ¿No te había dicho que se iba a acostar porque estaba cansada? Si, eso fue lo que me dijo, pero evidentemente, me mintió, le contestó Miguel con lágrimas en los ojos Ay, Miguel, has estado toda tu vida dedicándola a ella. Creo que te has enceguecido. No quiero discutir, mamá, me parece que yo la sigo queriendo. ¿Y qué vas a hacer ahora? No se. Me siento como si hubiera perdido parte de mi vida. Miguel, querido, yo se que ella ha sido tu compañera, pero es evidente que es una etapa que está llegando a su fin. ¿Querés que te de mi opinión? Si, por favor mamá La relación de ustedes se desgastó. Hace tantos años que comparten cosas que, ahora eso ya fue, como dicen ustedes. ¿Y qué hago ahora? Mirá, andá date un baño, te vestís y vas a buscar el auto. Si querés una recomendación, ni se te ocurra llamarla a María ni ir a su casa. Por más que te mueras de ganas de verla, esperá a que, si quiere volver, sea ella la que de el primer paso. Andá.

Miguel le dio un beso a su madre y se fue a dar un baño. Se vistió y salió a buscar el auto. Para no tentarse de llamar a María, dejó el celular en su casa. Cuando volvió ya había llegado su padre. Miguel y su padre eran muy compinches, por lo que no le extrañó que su madre le hubiera contado todo. El padre de Miguel era Siquiatra por lo que su opinión era muy valiosa. -

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Miguel, dijo Emilio, yo se que es doloroso hablar de esto pero, de acuerdo a lo que me contó tu madre, el comportamiento de María no ha sido del todo normal. Si no querés hablarlo ahora, me decís, podemos hacerlo más adelante. No, está bien, papá. Tengo que saber qué está pasando.

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¿Has notado, en los últimos tiempos, un cambio en su conducta? - Mirá, María siempre fue muy altanera y autoritaria. Eso desde que estábamos en la secundaria, pero en estos días, dos veces noté como que esa altanería era en contra mía. Una vez se enojó porque la estaba esperando en su casa y me preguntó si la estaba controlando. Pero, lo raro fue que, esa misma tarde, se portó de manera muy cariñosa conmigo. Hasta me dio un beso, cosa que muy rara vez hace. - Esperá, dijo Martha que estaba escuchando, ¿no te da besos? - No mamá, siempre me pone la mejilla para que yo le de un beso - Lo que te voy a preguntar, dijo el padre, es muy delicado. Si querés contestarlo, lo hacés y si no, no importa. ¿Han tenido relaciones sexuales entre ustedes? - No, nunca y cada vez que le insinué, se enojó conmigo. - Mirá, prosiguió Emilio, creo que detrás de todo esto hay un comportamiento extraño que puede estar dado por dos cosas totalmente diferentes. O hay un trastorno síquico o hay otra relación que la está desestabilizando a ella. Ante un ademán que hizo Miguel para contestarle, su padre le dijo - Sé que lo que te digo es muy fuerte, que puede hacerte daño, pero estimo que es imprescindible que lo determines antes de seguir adelante con esta relación. - ¿Podrá ser así, papá? - Es lo que yo pienso, basándome en la experiencia que tengo. - Te hago la misma pregunta que le hice a mamá: ¿qué hago ahora? - Lo mejor es que te distraigas, que dejes de pensar en lo que pasó. Si todo tiene que volver a la normalidad, va a suceder sin empujarlo y si no, hay que tomar otro camino - Pero ustedes saben que yo me había aferrado a la ilusión de formar una familia con María. - Está bien, dijo Martha, pero no podés martirizarte de esa manera. Papá, ¿por qué no vamos a almorzar los tres a un restaurante? - ¿Querés Miguel? -

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Si, me va a hacer bien.

Durante el almuerzo no se habló nada del tema. Solo de cosas del trabajo de Miguel y anécdotas del hospital donde trabajan ambos médicos. Cuando regresaron a la casa, Miguel se fue a recostar. Todavía le duraba algo de la resaca. Al mismo tiempo, en casa de María se había armado una pelea infernal entre las hermanas, a tal punto que tuvo que intervenir el padre que había llegado esa mañana. María estaba totalmente desencajada y Belén lloraba desconsoladamente mientras Azucena la abrazaba. Cecilia se había tomado del brazo de su esposo y se sentía descompuesta. Nunca había visto una pelea de esa forma entre sus hijas. -

No quiero ver más esto en mi casa, dijo Ramón, es una vergüenza que niñas que han sido bien educadas, que tienen todo, se peleen. Ahora, cada una me va a explicar que sucede pero, mientras una hable, las demás se callan. A ver Belén, comenzá tú

Belén tenía dos años menos que María. Era una preciosa pelirroja, de pelo corto y ojos bien verdes. Su figura era espléndida, aunque es un poco más baja que María. Entre sollozos, Belén dijo - Ayer de tarde, cuando María estaba dormida, escuché que sonaba su celular. Como ella no lo atendía, me fijé quien llamaba. Era Miguel, entonces atendí. Le dije que María no se sentía bien y él me pidió que si se mejoraba lo llamara. Nada más que eso, papá. - ¡Todo lo que dice es mentira!, gritó María - María, si vas a gritar, te podés ir yendo a vivir al campo. Allá vas a gritar todo lo que quieras que nadie te va a escuchar. Así que te tranquilizás y hablás bien, dijo Ramón

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Lo que pasa papá, es que está mintiendo. Ella le contó a Miguel que yo había llegado borracha a casa. Belén, toda la vida, estuvo enamorada de Miguel y, ahora que sabe que se va a casar conmigo, me lo quiere sacar. Pero no seas idiota, si la que le mentiste diciéndole que te ibas a acostar fuiste tú y después fuiste a mamarte quien sabe con quien, dijo Belén Belén, dije que cada una hablara a su tiempo, dijo Ramón Perdón papá. Seguí María No nada más. No quiero que esta atrevida se meta más en mi vida. Bueno pero, mamá y yo, dijo Ramón queremos que nos aclaren algunas cosas, sobre todo tú María. Por favor, Belén y Azucena váyanse a su cuarto porque esto es con María. Cuando las chicas se retiraron Qué, ¿ahora me vas a retar?, dijo María Mirá nena, dijo Ramón, mientras vivas en esta casa, hay ciertas normas que vas a respetar. Si no te gustan, podés irte a vivir a otro lado. Bueno, primero aclarame como es eso que le mentiste a Miguel. Lo que pasa es que me tenía medio cansada y entonces le dije que se fuera con el pretexto de que iba a descansar. Pero se supone que te vas a casar con él, dijo Cecilia, cuando vivan juntos, ¿también lo vas a echar de la casa? Por eso es que no quiero verlo más, ni casamiento ni nada, dijo María Y después ¿qué pasó?, preguntó Ramón. Nos pusimos a tomar con la chicas y mezclamos bebida y eso me hizo mal ¿Estás segura de lo que estás diciendo?, dijo Ramón, porque mamá tiene otra versión. María palideció ¿Qué versión?

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Mamá llamó a Lily para preguntar por ti porque eran las 12 de la noche y tenía miedo que andes por ahí sola con ese auto, y resulta que Lily le dijo que, habían salido con unos chicos, temprano y que hacía rato que Margot había vuelto y que tú te habías quedado tomando. Ahora me vas a decir la verdad. No tengo nada para contarte, ya soy grande. Bueno, muy bien, si eres grande podés comprarte un auto así que despedite del auto de tu madre. Por mentir y sobre todo, por manejar borracha.

María estuvo a punto de decir que no había manejado ella, pero se arrepintió. Si contaba la verdad se iba a empeorar la situación. - Te quiero preguntar otra cosa, dijo Cecilia - Si, mamá - ¿Por qué lo echaste a Miguel? Contanos a tu padre y a mí que te hizo. - No me hizo nada, pero yo se que él también está enamorado de Belén. No quiero verlo nunca más. Además es un pesado. El casamiento era solo un pretexto para poder irme a vivir a otro lado - ¿Él te lo dijo que está enamorado de Belén?, le preguntó Ramón - No, pero yo me doy cuenta. - Está bien, nos ahorramos un casamiento, dijo Ramón con rabia, y prosiguió. Ahora señorita o se pone a estudiar o se emplea porque en esta casa no hay lugar para vagos. - ¿Puedo irme a mi cuarto?, preguntó María - Si y decile a Belén que venga. Casi enseguida llegó Belén. Tenía los ojos rojos de llorar. - Belén, dijo Ramón, lo que hiciste de atender el teléfono de María está mal. No se hace. Es invadir la privacidad de una persona.

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Lo hice sin querer. Pensaba que le hacía un favor, más siendo Miguel, dijo Belén Está bien, pero nunca más. Ahora te voy a preguntar algo que si querés lo contestás y si no, no ¿Alguna vez Miguel te dijo que estaba enamorado de ti? Imposible, papá, Miguel solo ve por los ojos de María. Él siempre dice que su único sueño es formar un hogar con María. Y tú, ¿sentís algo por él? Si no querés no me contestes Papá, Miguel es un ser inigualable. Es atento, cariñoso, inteligente. Creo que cualquier mujer a la que él le de bolilla, se derrite. Está bien, Belén, podés irte. Ahora tenemos que hablar tu mamá y yo.

Querida Cecilia, ¡en qué lío nos hemos metido con estas mujeres! Cecilia abrazándolo, le dijo - Suerte que estabas tú. No se que hubiera hecho yo sola. Pero ahora me pregunto qué hacer con los padres de Miguel. Fijate que los conocemos hace años y creo que se merecen una explicación, aunque los chicos son grandes. Los otros días Martha me llamó muy entusiasmada para que nos juntáramos los cuatro, cuando tú estuvieras aquí para arreglar lo del casamiento. - Me parece Ceci que vamos a tener que ir hasta su casa y hablar de todo esto. Cuando tengas ánimo, llamala a Martha y preguntale cuando nos podemos reunir. -

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CAPITULO V

El domingo amaneció lloviendo. Miguel se quedó mirando por la ventana desde su cuarto. Se puso a pensar “¿puede un sueño ser sustituido por otro? ¿María era mi sueño? No, ciertamente no. El sueño era formar un hogar con ella, compartir toda la vida junto a ella. Pero, si no es con ella, ¿podré soñar con formar un hogar con otra mujer?, o ¿surgirá otro sueño que no tenga nada que ver con esto? Qué difícil se ha puesto todo. ¿Cómo hago para acostumbrarme a no pensar en María? Son muchos años juntos. No se.” -

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Golpearon la puerta de su cuarto. Era su madre Buen día Miguel. No fuiste a desayunar No tenía ganas. Si, ya se, se van las ganas de comer pero te recuperarás. Miguel, llamó Cecilia para decirme que ella y Ramón van a venir a charlar con nosotros. A tu padre y a mí, nos gustaría que no estuvieras. No te preocupes, mamá, lo llamo a alguno de los muchachos y me encuentro con ellos. Gracias, mi amor y acordate lo que te dice tu madre. Dejá que la cabeza vuele y no te encierres en un recuerdo. Gracias a ti, mamá

Miguel se bañó y se vistió. Tomó el teléfono y llamó a Pedro, un amigo de la infancia. Pedro está casado con Sandra y están esperando un hijo. Ellos viven en Carrasco, en la casa que le dejaron los padres de Sandra cuando se mudaron a un departamento en Pocitos - ¿Pedro?, Miguel - ¿Qué hacés perdido? Hace tiempo que no te vemos - ¿Qué hacen esta tarde? - ¿Andás en banda? - Más o menos. - Venite ahora para casa. Preparamos un asado y aprovechamos la tarde para conversar.

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Bueno, pero yo llevo el helado Bárbaro. A Sandra le va a encantar.

Miguel se despidió de sus padres diciéndoles que se iba a lo de Pedro. Tomó su auto, paró en el supermercado a comprar el helado y se fue a la casa de sus amigos. Al llegar, Sandra y Pedro lo recibieron con gran alegría, abrazándolo los dos - Miguel, hace años que no nos vemos, dijo Sandra - Si, ya veo como ha crecido esa panza, contestó Miguel, Para cuando esperás. - Faltan como cuatro meses todavía, le dijo Pedro - Ah, antes que se derrita, tomá el helado, dijo Miguel. Pedro lo tomó para ponerlo en la heladera. Mientras se dirigían a la barbacoa en el fondo de la casa, Sandra le dijo - Vení, Miguel, contanos que es de tu vida. ¿Seguís con María? - Bueno, en realidad hay mucho y no hay mucho que contar, dijo Miguel riéndose Miguel se dio cuenta que le hacía mucho bien estar con amigos, cosa que durante su relación con María lo había hecho muy pocas veces. - No entiendo. ¿Qué te ha pasado?, dijo Sandra mientras Pedro escuchaba preparando el fuego - Pasó algo muy extraño. El jueves estuve con María. Ella, ustedes que saben como es, estaba más cariñosa que nunca. Después que estuvimos juntos un rato me dijo que estaba cansada y que se iba a acostar. Yo me fui, no sin antes pedirle que me llamara cuando se despertara. Bueno, se los resumo, la cosa es que no solo no me llamó sino que llegó a su casa totalmente borracha y, cuando fui a verla me echó diciéndome que me quería ver más en su vida. - Perdoname pero, ¿cómo te enteraste que llegó borracha? - Porque la llamé y atendió Belén, su hermana y me lo contó - Yo no la conozco mucho a María, dijo Sandra, pero siempre me pareció una chica inteligente y que parecía sentirse bien contigo.

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Mirá Sandra, eso mismo pensaba yo, dijo Miguel, pero me he llevado una gran decepción. Para mejor, un par de días antes, ella misma me había dicho de por qué no nos casábamos. Ah, esperá un poco, dijo Pedro, ¿cómo es eso? ¿Te había dicho de casarse y después te echó? Resumiendo lo que pasó, es más o menos así, contestó Miguel Pero entonces y perdoname que te lo diga, pero esa chica está loca, dijo Pedro Papá me dijo algo parecido, en términos médicos Miguel, en realidad, estoy enojada contigo, dijo Sandra ¿Por qué? Por no haber recurrido enseguida a nosotros. Sabés que somos tus amigos. Es que recién ahora, conversando con ustedes me doy cuenta que esa relación que yo había idealizado tanto, se rompió O nunca existió, afirmó Sandra.

Al mismo tiempo que Miguel estaba almorzando con Sandra y Pedro, llegaron Ramón y Cecilia a la casa de los Bárcena. Luego de saludarse se sentaron todos en el living. La que rompió el hielo fue Cecilia. - No saben lo penoso que es para nosotros tener que venir a hablar de esto con ustedes. La actitud de María no tiene explicación de ninguna especie. - Cecilia, no te sientas mal, dijo Martha, nos conocemos hace muchos años y no debe afectarnos. Pero si hay algo que quiero saber antes de seguir conversando. ¿María les ha contado de alguna barbaridad que haya hecho Miguel? Les pegunto esto porque nosotros estamos seguros de nuestro hijo, pero, a veces, fuera de casa se comportan de manera que no parecen ellos. - No, al contrario, dijo Ramón, los que venimos a disculparnos somos nosotros. Miguel siempre se comportado como un verdadero caballero. La que ha cambiado, o no, su carácter es María. Salió con que nunca se había enamorado de Miguel y que el casamiento era solo un pretexto para irse de casa.

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¿Eso dijo?, qué raro que Miguel no nos comentó nada sobre cambios en el comportamiento de María, dijo Martha. Miguel es un chico inigualable. Nunca le iba a encontrar un defecto a María. Se veía que él estaba muy enamorado de ella, dijo Cecilia. ¿Y a qué atribuyen el cambio en la actitud de María?, preguntó Emilio La verdad es que ignoramos que ha sucedido, pero ahora las cosas están así y ese fue el motivo de nuestra visita, dijo Ramón. Ustedes no tienen nada de que disculparse, en todo caso cuenten con todo nuestro apoyo por lo que podamos hacer.

Se saludaron entre todos y los padres de María se fueron. - ¿Qué creés tú?, le pregunto Martha a su esposo - Es evidente que hay un desequilibrio emocional causado por algo. Nadie cambia de carácter de un día para otro, contestó el médico. - ¿No te parece que estaría bien que lo hables con Miguel? Yo me tengo que ir porque tengo guardia. - Andá mujer tranquila que cuando venga Miguel, lo hablo con él. Ya estaba atardeciendo por lo que Miguel decidió despedirse de sus amigos - La verdad, les digo: no tienen idea lo bien que me ha hecho charlar con ustedes, dijo Miguel. Cuando venía para aquí estaba realmente angustiado y ahora me voy mucho más tranquilo. - Miguel, dijo Sandra, sabés que siempre podés contar con nosotros. No te lo olvides. Se dieron un abrazo los tres y Miguel retornó a su casa. Al llegar, su padre estaba en la computadora - ¿Qué hacés, viejo?, dijo Miguel dándole un beso ¿Y mamá? - Yo ando aquí buscando información. Tu madre tenía guardia. Hace un rato se fue. ¿Cómo te fue?

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Mejor de lo que yo esperaba. Son muy buenos amigos y me hizo mucho bien conversar con ellos. ¿Estuvieron los padres de María? Si, y de eso quiero charlar contigo. ¿Pasó algo? No, nada que no conozcas, pero es bueno que charlemos sobre qué hacer ahora. Te escucho, dijo Miguel algo extrañado. Lo que te voy a decir lo hago como médico y no como tu padre. Es muy claro, a través de lo que tú nos has contado y lo que nos contaron los Álvarez, que María está sufriendo un desequilibrio emocional. No sabemos la o las causas. ¿Y eso tiene solución? Es muy difícil decirlo, pero hay algunas cosas en las que vas a tener que cambiar tu actitud hacia ella. Decime cuáles, viejo, porque yo estoy totalmente perdido. No es difícil que ella te llame. La debes tratar amablemente pero sin ceder en nada, aún cuando te mueras de ganas de ir a estar con ella. Si tú volvés, lo más probable es que, en pocos días vuelva a echarte. No la llames tú. Ella es la que tiene que darse cuenta de lo que puede haber perdido, si es que está realmente enamorada de ti. ¿No te parece que es algo perverso hacer eso con María?, preguntó Miguel Te dije que te estaba hablando como siquiatra y no como tu viejo. Si su desequilibrio emocional es leve, solamente con tratarla de esa manera, la hará recapacitar y volverá a ser la de antes. Gracias papá, va a ser difícil, pero lo voy a hacer.

Cuando los padres de María llegaron a su casa, salió a recibirlos Belén. - ¿Qué pasó, Belén?, dijo Cecilia - María se ha pasado llorando toda la tarde. - Bueno, no te preocupes. Dentro de un rato voy a hablar con ella. Ramón preparame algo de tomar.

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Cecilia se fue al cuarto de María. Golpeó la puerta - Si, respondió María entre sollozos - Soy tu madre, ¿puedo entrar? - Si, mamá, por favor, ¡qué suerte que llegaste! Cecilia entró y María, que estaba acostada se levantó y la abrazó, llorando. - Bueno, dijo Cecilia, decime ahora que te pasa. - No me rezongues, mami, no sé que me pasa. Lo eché a Miguel - Si, ya lo se, pero según lo que dijiste, nunca lo quisiste, entonces hiciste muy bien en decirle que no lo querías ver más. - ¡Pero no es así, mamá!, yo lo quiero y no voy a poder vivir sin él. - A ver María. Vamos a dejar algo en claro. Con el sentimiento de las personas no se juega. No podés decir que lo querés y después salir con barbaridades. ¿O acaso olvidaste todo lo que pasó? ¿O querés a Miguel como el guardián de tus cosas? - No…, no me olvidé…pero no sé por qué lo hice. - A ver María. Cuando papá te estuvo haciendo preguntas yo no me quise meter, pero soy mujer y soy tu madre así que, a mí, no me podés mentir. ¿Hay otro hombre en danza? -

María se quedó en silencio y se abrazó a su madre. María, María, no te engañes tú ni engañes a los demás. No sirve de nada. Mirá, ahora me voy a estar con papá que no ha podido disfrutar del fin de semana y mañana se tiene que ir al campo. Tú acostate y descansá. Más tarde le digo a Filomena que te traiga algo de comer.

Cecilia ayudó a María a cambiarse y a acostarse. Le dio un beso y se fue al living. Allí estaba Ramón, pero también estaban Belén y Azucena. - Ahora está más tranquila, dijo Cecilia. Miren chicas, María está pasando por un período de desequilibrio emocional, así lo dijo el doctor Bárcena. Así que, por favor, eviten todo tipo de discusión con ella. Háganlo por nosotros.

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Si, mamá. Pero es muy grave eso, dijo Azucena con lágrimas en los ojos

Azucena, la menor de las hermanas de María, era morocha de ojos castaños, más menuda que sus hermanas. Tenía una sonrisa muy bonita que pocas veces la mostraba porque era muy retraída. - No, mi amor, a todos nos pasa que, en algún momento, una emoción fuerte nos desequilibra, pero después se recupera. Belén y Azucena se fueron y, entonces, Cecilia le dijo a Ramón, mientras tomaban un whisky. - Aunque María no me lo confesó abiertamente, hay otro hombre. - Ya lo suponía. Pero tiene que ser alguien que la está dominando. No me gusta. - ¿Y qué podemos hacer? - Es mayor de edad, Cecilia. En realidad no podemos hacer nada. - ¡Qué situación, por Dios!

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CAPITULO VI

Los siguientes días fueron, para Miguel, casi rutinarios. Se iba a la oficina, trabajaba y volvía para su casa. Era una prueba muy dura para él volver a su casa en la tarde y no tener a María para conversar, pero recordaba muy bien las palabras de su padre. María sufría de un desequilibrio emocional y no era fácil salir de eso. Fue en esos días que Miguel se puso a analizar su relación con María y se comenzó a cuestionar por qué había construido un sueño a alcanzar. Ella tenía un carácter dominante y, quizás, él había sido muy sumiso. Él la había puesto en un pedestal pero, en realidad, todo estaba armado por él mismo, no porque ella le hubiera dado señales de que existía un sentimiento recíproco. Y volvió a hacerse la misma pregunta de siempre: “¿Estoy realmente enamorado de María o estoy enamorado de un sueño y construí todo alredor de él?” Estaba saliendo de su oficina cuando sonó su celular. Miró y no conocía el número. - Hola - ¿Miguel?, soy Belén. ¿cómo estás? - Belén, ¡qué sorpresa!, ¿pasó algo? - No, nada. Pasa que María quiere ponerse a estudiar para terminar la carrera. Al escuchar el nombre de María sintió que se le paralizaba el corazón, pero se hizo el fuerte para que no se notara. - ¿Y, entonces? - Dice que necesita unos apuntes sobre Economía que solo tú podés tenerlos. - Si, es verdad, yo los tengo, pero sabés Belén, no quisiera tener que llevárselos. Tú me entendés, ¿no? - Lógico. Lo que te propongo es que yo vaya a buscarlos donde tú me digas. - 45 -


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¿Dónde estás ahora, Belén? En la facultad y salgo en un rato. ¿Andás en auto? ¿Yo en auto?, estás loco. Ni sé manejar Bueno, esperame en la esquina de la facultad que te paso a buscar y te doy los apuntes. Bárbaro, un beso

Los tales apuntes Miguel los tenía en el cajón de su escritorio en la oficina. Siempre había soñado con que María recomenzara sus estudios. Los tomó y salió. Se subió a su auto y fue al encuentro con Belén Cuando iba llegando al punto donde habían quedado en encontrarse, enseguida la distinguió. Esa melenita roja en aquella mujer alta y con un espléndido físico, era inconfundible. Acercó el auto y tocó bocina. Ella se arrimó corriendo y se subió. Al ponerse el cinturón de seguridad, dijo - Salí enseguida de aquí que están los inspectores de tránsito y te van a multar. Miguel se puso en marcha y enfiló hacia la rambla costanera. La Rambla de Montevideo es una prolongada avenida que bordea la orilla del Río de la Plata en Montevideo, Uruguay. . Al llegar a la misma a la altura de Punta Carretas, detuvo el auto. - Se que no te lo tengo que preguntar, pero ¿cómo está María?, dijo Miguel -

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Belén le tomó la mano cariñosamente y le dijo Mirá, Miguel, María no está bien. Hay días que conversa con todos nosotros y otros días se encierra en su cuarto y no habla con nadie. Lo mejor que podés hacer es no pensar en ella. Tenés razón y gracias por decírmelo.

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Miguel, tú sabés que siempre te aprecié mucho y, perdoname lo que te voy a decir. María no te merece ¿Por qué decís eso? Tu manera de ser no está de acuerdo con una mujer altanera que siempre se lleva a todo el mundo por delante. Tú eres una persona respetuosa de los demás, que nunca tenés un palabra grosera, que respetás todas las opiniones. Pero es tu hermana, dijo Miguel Por eso es que la conozco muy bien. ¿Sabés qué tipo de hombre imagino para María? Alguien que le haga morder el polvo, que le haga sentir que ella no es la diosa que se cree.

Miguel se quedó callado. Quizás Belén tenía razón. Él no había sabido dominar a María y, quizás, allí estaba el error que había cometido. - Ay, Miguel, te quedaste pensando, dijo Belén. Quizás no debía haberte dicho esto. ¿Me perdonás? - No tengo nada que perdonarte. Creo que tenés razón. Ya me lo he cuestionado varias veces. Miguel nunca había prestado atención a la belleza de Belén. Unas piernas muy bien torneadas, una cara con pecas que la hacían más graciosa, un busto que, sin ser grande, estaba muy bien formado. - Bueno, aquí están esos apuntes, dijo Miguel, yo no los necesito, así que puede tenerlos. ¿Y qué le vas a decir? Que estuviste conmigo. - ¡Estás loco! Me come si le digo que estuve contigo - ¿Por qué? Ella se puso colorada con lo que se le notaban más las pecas - Por nada, por nada. Mamá me dijo que le dijéramos que se lo habíamos pedido a tu madre - ¿Hasta dónde te llevo? - ¿Me podés dejar detrás del Hotel Carrasco? De allí me voy caminando.

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¿Allí está bien? Si, es donde me deja el ómnibus.

Hicieron el camino en silencio. Cuando llegaron a donde ella había dicho, Miguel preguntó - ¿Aquí te queda bien? - Si, bárbaro, eres un amor Al despedirse con un beso, sin que ninguno de los dos lo quisiera, se rozaron los labios. Los se pusieron colorados pero no dijeron nada. Ella se bajó y se dio vuelta para hacerle adiós con la mano. Miguel puso en marcha su coche y se quedó pensando “¿habré estado tan cegado por María que nunca me di cuenta de la belleza de Belén?” Cuando llegó a su casa guardó el auto en el garaje y subió al ascensor. En él estaba una vecina, Beatriz, una rubia muy bonita, menor que Miguel. Ella lo saludó muy cariñosa. - Hola Miguel, hacia mucho tiempo que no te veía - Si, es cierto. ¿Cómo estás tú? - Muy bien, esperando que algún hombre se fije en mí, dijo riéndose - ¡Somos muy torpes los hombres!, le contesto Miguel con una sonrisa casa.

Ella se bajó en el 3° y Miguel siguió hasta el 6° a su Se quedó pensando: “¿Nunca había visto a estas chicas? ¿Estaba absolutamente ciego o son angelitos que vienen a despertarme?” -

Llegó a su casa y encontró a su madre Hola mamá, ¿no te tocó guardia hoy? No, Miguel, por suerte. ¿Cómo estás tú? Bien, pero… ¿Qué pasó? - 48 -


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Hoy me llamó Belén, la hermana de María, para pedirme que le alcanzara unos apuntes porque María quiere retornar a los estudios. ¿Y? Se los alcancé a Belén a la Facultad Miguel, me estás ocultando algo. Si no querés contarlo, está bien. Lo que pasa mamá es algo raro. Desde que me desligué de María, me puse a ver otras chicas a las que nunca había prestado atención. Pero Miguel, ¿querés decirme que las chicas bonitas no te llamaban la atención? Parece que no, parece que estaba tan ciego con María, que nunca veía a las demás. ¿Y con quien te pasó?, si se puede saber. Primero con Belén y ahora, recién con Beatriz en el ascensor. No me quiero meter, dijo Martha, pero tenés más de 28 años. ¿Nunca anduviste con una mujer? ¡Mamá!, no seas boba, no es en ese sentido que lo digo. Veo, en las chicas que te nombré, una amabilidad a la que no le había prestado atención.

Desde hacía tiempo que Miguel tenía pensado irse a vivir solo. Si no se los había dicho a sus padres antes, fue porque, con el proyecto de casamiento frustrado con María, esa posibilidad de emigrar de la casa de sus padres se iba a dar sola. Pero ahora, todo había cambiado y él sentía que, por todo lo que había sucedido, era hora de tomar la decisión. Miguel pensaba que tenía que ser muy cuidadoso en cómo se lo decía a sus padres. Él era hijo único y siempre había vivido muy apegado a ellos. Además el departamento donde vivía era grande, por lo que el pretexto no podía ser la falta de espacio. Una noche, después de cenar, aprovechando que estaban los tres juntos, Miguel dijo - 49 -


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Tengo algo que preguntarles ¿A qué viene esa cara tan seria?, bromeó el padre ¿Qué les parece si me voy a vivir solo?, dijo Miguel sin prestar atención a lo que había dicho su padre. Me parece bárbaro, dijo Emilio ¿Te parece que te adaptarás?, le preguntó la madre. Y tarde o temprano tendrá que adaptarse, dijo Emilio. Nosotros nos fuimos de las casa de nuestros padres siendo más jóvenes. No compares papá, cuando nos fuimos de la casa de nuestros padres, nos fuimos juntos y nos acompañábamos uno al otro, dijo Martha Bueno, si están de acuerdo, viene otro pedido. Si, dale que aguantamos cualquier cosa, dijo Emilio riéndose Preciso que me den una mano para conseguir departamento y amoblarlo. Al principio solo quiero lo imprescindible y, después lo iré completando. Yo tengo algún dinero ahorrado que iba a utilizar en el casamiento, así que no es mucho lo que pido. Ay, mi amor, no te preocupes. Entre tu padre y yo te vamos a conseguir todo lo que necesites. Tú sabés muy bien que lo que queremos es que te sientas bien, dijo Martha con lágrimas en los ojos. Bueno, dijo Emilio, mañana mismo nos ponemos en campaña.

Contento por como habían sucedido las cosas, Miguel le dio un beso a cada uno de sus padres y se fue a su cuarto. Antes de acostarse, estuvo revisando unos documentos que se había traído de la oficina, pero no prestaba atención a lo que hacía pensando en cómo sería su vida solo. En las tardes de los días siguientes, al salir de la oficina, se dedicó a ver departamentos. No era tarea fácil conseguir uno, pero como ya lo sabía, no se desanimaba. Luego de ver varios, encontró uno que le parecía adecuado. Estaba en pleno Pocitos y tenía un living comedor, un dormitorio en suite, ambos a la calle, una - 50 -


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cocina amplia con ante cocina, una terraza para colgar ropa y derecho a garaje. Estaba en un 7° piso y tenía una vista espectacular hacia el mar. Si bien era algo caro el alquiler, Miguel podía pagarlo porque su sueldo es muy bueno, así que decidió alquilarlo. Después de haber firmado el contrato, los invitó a sus padres a que fueran a verlo. Esa tarde, a las 19:30, se encontraron los tres en la puerta del edificio. Subieron y Miguel les abrió la puerta del departamento. - Miguel, ¡qué divino!, dijo su madre. Qué cómodo y lo suficiente para ti. - La verdad es que está muy bueno, dijo el padre. - Bueno Miguel, dijo Martha, no te preocupes por la cocina, la heladera y el microondas. De eso nos ocupamos nosotros. Ya vi que tiene calefón instalado. - Gracias, viejos, pero ¿no es mucho para ustedes? - No, es un gusto que queremos darnos dijo el padre. - Entonces solo tendré que ocuparme de los muebles, dijo Miguel. Para eso necesitaría tener una mujer. en eso se entienden mejor. Los padres vieron una pequeña nube de tristeza en los ojos de Miguel. Ellos sabían que todo lo que estaba haciendo, había proyectado hacerlo con María. - Ah, ya se. Lo tengo solucionado, dijo enseguida Miguel - ¿Cómo?, le preguntó Martha - Sandra. Resulta que con el embarazo, adelantó su licencia y estoy seguro que le encantará acompañarme. Se fueron los tres para el departamento de los padres de Miguel. Cuando ya estaba ahí, Miguel tomó su teléfono y llamó a Pedro. - ¿Pedro?, Miguel te habla - Hola, qué hacés. - Necesito a tu mujer

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¿Así como está? Capaz que hasta te la regalo, dijo riéndose y Miguel escuchó que Pedro decía “Miguel te necesita, embarazada y todo” Hola Miguel. ¡Qué hombre bobo este! Un día me voy contigo y se queda llorando. Bueno, no es para tanto. Necesito un favor. Resulta que alquilé un departamento para mí. ¡Bien, Miguel!, exclamó Sandra, el chusma de mi marido, que tiene miedo de lo que dije, está escuchando y aplaude. Decime en qué te puedo ayudar. Los viejos me regalan lo necesario de la cocina, pero necesito ver los muebles y, para eso, se necesita una mujer y enseguida pensé en ti. Decime cuando vamos a ver el departamento así proyectamos el tipo de muebles que necesitamos. ¿Qué te parece mañana a las 6 de la tarde? ¿Me venís a buscar?, te digo por mi panza Lógico a esa hora estoy allí. Un beso y gracias

Cuando cortó la comunicación no cabía en si de alegría. Recién allí se dio cuenta que los sueños detrás de los que corremos, van cambiando sin que siquiera lo queramos. Al día siguiente, cuando salió de la oficina fue a buscar a Sandra y, después, la llevó a que viera el departamento. Ella quedó enamorada de lo que Miguel había conseguido. Enseguida le dijo a Miguel que tomar las medidas para saber los muebles a comprar. Planeó comprar un juego de living con un sillón de tres cuerpos, un comedor sencillo, una mesa ratona, la mesa del televisor. Para el dormitorio, un somier de dos plazas. King “para dormir cómodo” le dijo Sandra riendo, mesas de noche y luces. Se le ocurrió que también debería haber un sillón cómodo y una mesa con silla para que Miguel pudiera poner la Notebook cuando quisiera trabajar. En el lapso de diez días, luego de recorrer muchas mueblerías, ya tenía comprado todo lo necesario. Además Sandra se - 52 -


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habテュa ofrecido para quedarse en el departamento de Miguel para recibir todo.

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CAPITULO VII

A las dos semanas de haber alquilado el departamento, Miguel se mudó. Para la inauguración invitó a sus padres, a Sandra y a Pedro. Todos festejaron este nuevo paso en la vida de Miguel que, además, se había llevado una gran sorpresa porque Sandra y Pedro le había regalado la lavarropa. - Miguel, ¡qué divino te quedó del departamento!, dijo Martha, ¡cómo se ve que hubo la mano de una mujer! - No solo una mujer maravillosa, mamá, sino una gran amiga. Y tengo que decir algo de Pedro sino me va a poner celoso. -

Todos se rieron. Bueno, para brindar me van a tener que disculpar por que los vasos son todos diferentes.

Después que todos brindaron y festejaron por la nueva casa de Miguel. Se fueron y él quedó solo. Se fue a acostar pensando que una nueva vida comenzaba para él. ¡Qué atrás y en tan poco tiempo había quedado su vida con María! Le parecía mentira. Apagó la luz y se quedó pensando en todo lo que había sucedido. Al día siguiente, al levantarse se sintió diferente. Se tenía que preparar su desayuno. Lo hizo y luego se bañó y se afeitó. La ropa todavía no la tenía ordenada por lo que estuvo un tiempo, hasta encontrar lo que se iba a poner. Una vez vestido, salió, asegurándose de haber apagado el gas y todas las luces. Al llegar a la oficina, les comunicó a sus compañeros su nueva dirección. Algunos quedaron desconcertados porque no sabían nada de su ruptura con María, pero no preguntaron nada al respecto. Solo lo felicitaron. A medida que pasaban los días, se iba adaptando a su nueva vida, en su nueva casa. Lógicamente, cuando salía de la oficina

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pasaba por casa de sus padres para saber como estaban. Si no los encontraba, les dejaba una nota y luego los llamaba por teléfono. Una tarde, estando en la oficina, sonó su celular. No era común que Miguel atendiera llamadas particulares estando trabajando, pero cuando miró, vio que era una llamada de Belén. -

No se resistió y atendió. Hola, Miguel, soy Belén Si, ya te tengo registrada. ¿Pasó algo? Nada especial, solo una pregunta ¿Te gusta el ballet? Si, me gusta. Hace años que no veo nada. Bueno, tenés que invitarme a ir esta noche a ver ballet. No entiendo nada, ¿cómo que invitarte? Es que tengo dos entradas para el ballet y no tengo quien me acompañe. ¿Y tus hermanas? No existen para eso Bueno está bien, ¿cómo nos encontramos? Me esperás en la rambla en la esquina de tu casa. Esperá, me mudé, no vivo más en casa de mis viejos ¿Te mudaste?, ¡qué bárbaro! Voy a tu casa, entonces, dame la dirección. Bueno, yo te espero abajo. ¿No me vas a mostrar tu casa? Hoy no. Otro día, ¿puede ser? Está bien, a las 18:30 estoy allí. Un beso Un beso

Cecilia, que había escuchado parte de la conversación, le preguntó - ¿Vas a salir, Belén? - Si, mami. Me regalaron dos entradas para el ballet y voy con un amigo - ¿Amigo? - Si, mami, es un compañero de la facu. Además, no hay peligro porque creo que es gay, dijo riéndose, no te preocupes. - 56 -


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¿Te viene a buscar? No, quedamos en encontrarnos en el SODRE. Está bien, pero cuidate. Si, mamá

El Servicio Oficial de Difusión, Radiotelevisión y Espectáculos (SODRE) es un instituto dependiente del Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay dedicado a la difusión y generación de información, arte y cultura en general Miguel buscó en la página cultural del diario y leyó “El Ballet Nacional del SODRE pone en escena la obra Giselle, dirigida por el maestro Julio Bocca y acompañado por la Orquesta Sinfónica del SODRE”. Si bien a Miguel no le entusiasmaba mucho el ballet, le animó la idea de ver el nuevo teatro y, hacerlo acompañado, sería mejor. A las 6 y media de la tarde, Miguel estaba en la puerta del edificio donde él vive. Vestía un pantalón gris, una camisa color celeste claro con el cuello más oscuro y un saco azul oscuro. Unos minutos más tarde paró un taxi y de él se bajó Belén. Vestía un vestido gris ajustado con falda por encima de la rodilla. Tenía puestas unas sandalias negras de taco alto. Tenía un maquillaje muy tenue. Estaba tan elegante y tan bonita que Miguel solo la reconoció por su pelo, rojo y corto. Miguel se adelantó a tomarla la mano para que bajara del taxi. - Hola, preciosa, dijo Miguel que, después que lo dijo se arrepintió. Temía que Belén tomara esas palabras como algo más que un saludo. - Hola, dijo ella risueña, dándole un beso en la mejilla, ¿En qué vamos, en tu auto o en taxi? - No, vamos en mi auto. Siempre se encuentra lugar mara estacionar a mi enanito, dijo él - 57 -


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Miguel, qué lindo edificio y qué lindo lugar, dijo Belén. ¿Viste?, pero me costó encontrarlo, le contestó él

Miguel sacó el auto del garaje y, un rato más tarde, los dos estaban en la puerta del teatro. Ella le dio las entradas. - Queda mal que se las de yo, le dijo ella al oído con una sonrisa. Entraron y se sentaron en sendos lugares en la platea. Cuando se apagaron las luces, Miguel la miró a Belén. No podía creer estar sentado al lado de aquella belleza que él nunca había percibido como tal. -

Al terminar el primer acto, Miguel le dijo ¿Querés salir? No, pero si tú querés No yo tampoco

Durante el entreacto se quedaron conversando sobre el teatro, la acústica del mismo y sobre la obra. Un rato más tarde, se pagaron las luces y comenzó el segundo acto. Miguel tenía su brazo sobre el apoyabrazos de la butaca. En un momento se dio cuenta que ella ponía el de ella sobre el suyo y le tomaba la mano, entrelazando los dedos. La primera reacción de Miguel fue sacar el brazo, pero no lo hizo, no quería que ella se sintiera incómoda. Con el rabillo del ojo él se dio cuenta que ella ni lo miraba. Al terminar la obra, ella sacó el brazo. Se levantaron y salieron casi en silencio. Cuando ya estaban afuera, Miguel dijo - ¿Querés ir a comer algo? Yo estoy muerto de hambre y ahora que vivo solo no tengo quien me espere con la comida. - Ay, yo te iba a decir lo mismo, pero pagamos a medias, le contestó ella. - ¿Estás loca?, le dijo Miguel, las entradas las pusiste tú, yo pago la comida. - 58 -


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Fueron hasta un Pub cercano a comer. Mientras comían - Recién ahora me acordé que tú estudiabas ballet, dijo Miguel - Si, estudié años y me sigue gustando, le respondió ella - ¿Y qué pasó? - Era muy sacrificado. Además estudiando una carrera como la mía, no tenía tiempo para ir a las clases de ballet, así que tuve que sacrificar mi carrera de bailarina famosa por el de arquitecta famosa, dijo riéndose. -

Cuando terminaron de comer, Miguel le dijo Te llevo hasta tu casa y no digas que no. Ay, ¿serías tan bueno? Lógico, no es ser bueno, simplemente es lo que corresponde

Belén estuvo a punto de preguntarle si no tenía miedo de encontrarse con María, pero no se animó. Habían pasado una velada tal linda que no quería arruinarla. Cuando se dirigían hacia la casa de Belén, ella iba muy callada. - Estás muy callada, le dijo Miguel - Cansada. Parece mentira, hacía tiempo que no salía de noche y estudiar y salir, te cansa. - Pero eres una niña. ¿dónde está esa juventud?, bromeó él - Se perdió y, además no tan niña, tengo 25 años. - Por ahora decís la edad. Vamos a ver más adelante - Ah, ¿sabés?, la semana que viene entro a trabajar en un estudio como ayudante de arquitecto, así que voy a estar muy ocupada. - Te estás poniendo importante, le respondió Miguel - Si, pero no tanto como para que no me invites a conocer tu departamento - Ya va a llegar el momento, dijo él queriendo que las cosas se olvidaran. - Bueno, llegamos, dijo ella

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Belén se desprendió el cinturón de seguridad, se dio vuelta hacia Miguel como para despedirse y lo abrazó y le dio un apasionado beso en la boca. Miguel quedó tan desorientado que solo atinó a tomarla levemente de sus hombros. Cuando ella se retiró lentamente, lo miró con aquellos enormes ojos verdes y le dijo - Perdoname. Ya se que no lo debería haber hecho. Antes que Miguel pudiera contestarle, Belén se bajó y, corriendo entró en su casa. Miguel demoró en poner el auto en marcha. “Nunca esperé una reacción así de parte de Belén. ¿Hay algo de lo que no me di cuenta en todos estos años, cuando venía a su casa? ¿Será ella la mujer con la que tanto he soñado y no me había dado cuenta? ¡Qué lío! Yo que pensaba que comenzaba una etapa tranquila en mi vida. Pero, además, ¿qué hago la llamo o lo dejo pasar?”, pensó. casa.

Demoró en poner en marcha su auto e irse para su Al día siguiente, no se resistió y, al salir de la oficina, le mandó a Belén un mensaje de texto: “cuando puedas hablar llamame” Un rato más tarde, cuando Miguel estaba sentado en el living de su departamento, sonó su celular. Era Belén - Hola, Belén, ¿cómo estás? - ¿Cómo querés que esté?, colorada más de lo que soy, de vergüenza - Pero, ¿por qué no lo hablamos? - ¿Tú todavía querés hablarme después de lo que hice? - Belén, a ver, no hiciste nada malo, solo te dejaste llevar por un impulso - Y metí la pata - No, no es así. Los impulsos son eso y por eso quiero hablar contigo. - Para darme una cachetada, dijo ella temerosa - No seas niña. Decime donde y cuando podemos vernos. - Es que no se si me voy a animar a verte.

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Bueno, yo quiero verte y hablar contigo. Cuando lo decidas, me llamás y listo. ¿Puede ser ahora? Si, decime donde. En la rambla, frente al hotel Carrasco en media hora Bárbaro. Allí estaré.

Miguel estaba estacionado frente a la rambla. Por los espejos del auto vio que venía Belén, por lo que se bajó y la recibió con los brazos abiertos y le dio un gran abrazo. - Vení, Belén, vamos a sentarnos a conversar. - ¿Me vas a retar? ¿Estás enojado conmigo? - Vamos a aclarar algo Belén. Yo nunca podría enojarme ni contigo ni con nadie de tu familia, ni siquiera con María. Ustedes han sido durante estos 15 años mi segunda familia. - Pero yo estuve mal ayer, dijo ella. - ¿Me dejás que te tome las manos?, le preguntó Miguel - Si, dijo ella temblorosa - Estás temblando. No, no es así. Lo que quiero es que me digas, sinceramente, qué es lo que pensás con respecto a mí. - Ay, Miguel, es muy difícil, pero siendo tú, creo que me voy a animar - Si, no debes tener miedo. - Lo que pasa Miguel es que siempre estuve enamorada de ti. Yo veía como te trataba María y sufría porque veía que tú valías mucho más. Cuando María no quiso saber nada contigo, mala de mí, pensé que tenía camino libre para expresar lo que sentía. - Pero nunca me dejaste entrever siquiera tus sentimientos. - Es que estando María de por medio, no podía. - Bueno, tú sabés todo lo que pasó con María. Te das cuenta que yo estoy saliendo de esa situación lo mejor que puedo, en este momento tengo una gran confusión. Tú eres preciosa y además tenés un carácter maravilloso. Es muy fácil enamorarse de ti, pero te pido tiempo. No quiero decirte ahora que te amo, pero si que te quiero.

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Miguel, dijo ella, eres un ser maravilloso. Yo te amo y te amaré siempre, no importa lo que decidas. No quiero que pienses que soy tan maravilloso. Tú viste lo que pasó con María. Quizás fue culpa mía. No, yo sé que no fue culpa tuya, pero eso no me importa, lo que me importa es que sentís por mí. Querida, dijo Miguel abrazándola, tu eres una mujer adorable y pido a Dios que me abra la mente para darme cuenta que tú eres mi sueño. Estuvieron un rato abrazados. Luego, Miguel le dijo ¿Te llevo hasta tu casa? No, me queda cerca, pero, ¿puedo pedirte algo? Si, decime ¿No me das un beso?

Él le tomó la cara entre las manos y le dio un beso en la boca - Te amo, le dijo ella al bajarse del auto e irse para su casa. Mientras tanto, Lily, la madre de Margot, había llamado a Cecilia. - Cecilia, hace años que no nos vemos - Es cierto, que decís Lily - Ayer vi a Miguel. No sigue con María, ¿no? - No, ¿dónde lo viste? - En el ballet. Estaba acompañado de una chica muy bonita. Lo único que pude ver es que era pelirroja. Pero te digo, era una belleza tal que la gente se daba vuelta a mirarla. Parecía una modelo. - Bueno, no me extraña, sabés que Miguel es un chico muy atractivo - Te llamaba por otra cosa. Viste que mi hija, Elena, Susy y María están saliendo con unos chicos que, creo, son extranjeros. - Algo se, pero sabés que María no nos comenta nada. - Te lo digo porque no me gustan nada esos chicos.

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¿Por qué? Por cosas que Margot me ha comentado. Se emborrachan, manejan tomados, no sé, es peligroso. Gracias Lily por comentármelo, lo voy a tener en cuenta. En el momento que Cecilia cortó con Lily, entró Belén Hola mami, llegué, dijo con una alegría que se le veía en la cara ¿A qué se debe esa alegría? Nada mami, solo estoy contenta. Belén, vení y sentate junto a mí. ¿Qué pasó?, dijo Belén dándole un beso a su madre. Belén, decime la verdad. ¿Con quién fuiste al ballet? Con un amigo ¡Belén! Bueno, si, fui con Miguel. ¿Es un amigo, no? Belén, ¿te das cuenta que pasaría si María se entera? Les pedimos a Azucena y a ti que no la provocaran y tú me salís con esto. Tenés razón mami ¿Y pasó algo entre ustedes? Mami, ¿no lo conocés a Miguel? Sería incapaz de hacer nada que no estuviera bien. Si, ya se. Pero tratá de no verlo. Yo no te lo puedo prohibir, pero es algo que te pido por la tranquilidad de la familia. Si, mamá, lo entiendo pero creéme que lo hice sin pensar. Pero ¿Cómo te enteraste? Alguien que conoce a Miguel dijo que lo había visto en el ballet acompañado de una pelirroja muy bonita y, lógico me dije, esa chica es Belén. Gracias por lo de bonita, pero me hiciste trampa, me sacaste de mentira verdad. Soy tu madre, Belén. Ahora decime otra cosa. ¿A qué se deben esos ojos tan felices? A nada en especial, me siento muy bien No te creo, pero mientras estés feliz, yo también.

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Al día siguiente, siendo sábado, Miguel se levantó más tarde. Ordenó todo el departamento y puso ropa a lavar. Tenía pensado ir a almorzar a casa de sus padres. Sonó su celular. Miró y quedó sorprendido: era María - Hola María, ¿Cómo estás?, le dijo él - ¡No me borraste de tu celular! Estoy bien, pero un poco avergonzada contigo. - Primero, como voy a borrarte del celular. A una amiga no se le hace eso y, segundo, no sé por qué de tu vergüenza. - No me lo hagas difícil, Miguel. Me gustaría que pudiéramos conversar. ¿Cuándo podrías venir por casa? - Cuando tú quieras - ¿Te parece esta tarde a eso de las 5? - Perfecto, a esa hora estoy allí - Un beso y gracias, Miguel. - Un beso Cuando cortó recordó las recomendaciones que le había dado su padre. Por suerte a la hora del almuerzo lo iba a ver. Le iba a comentar del llamado. Al terminar el lavado de su ropa, la sacó de la lavarropa y la colgó en la pequeña terraza que tiene al fondo. Luego se vistió y salió para casa de sus padres. Antes de llegar, paró en un supermercado y compró un helado. A su madre le encantaba. Al llegar a casa de sus padres, tocó timbre. Salió Martha a atender. - ¿Hay comida para uno más?, dijo Miguel riéndose - ¡Miguel!, dijo su madre abrazándolo, papá llegó el nene. - Está mamá, no me llames así. ¿Cómo están? - Bien, dijo el padre que salió al living a saludarlo, vení vamos a tomar un whisky. - Si, pero chiquito porque tengo que manejar.

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¿Tenés que ir a algún lado?, dijo Martha. Ahora les cuento Pero vengan para la cocina que hoy no vino Blanca y me toca cocinar. Contá, ¿qué pasó? dijo el padre Hace un rato me llamó María. Me dijo que se sentía muy avergonzada y que quería conversar conmigo. Quedamos en que esta tarde voy a ir por su casa. En ese momento me acordé de todo lo que hablamos, viejo. Eso mismo te iba a decir. ¿Y cómo te sentiste cuando hablaste con ella?, preguntó la madre de Miguel Muy tranquilo mamá. La verdad es que no creí que me fuera a sentir tan tranquilo.

Luego de almorzar, Miguel, al igual que su padre, aprovechó para recostarse a dormir un rato.

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CAPITULO VIII

A las 5 de la tarde, Miguel estaba tocando timbre en la casa de María. En realidad se sentía raro volver a aquel lugar al que iba todos los días. Salió a recibirlo la propia María. -

Él la saludó y ella le dio un beso en la mejilla. Siempre tan puntual, dijo María. Sabés que es uno de mis tantos defectos. Vení, entremos y nos sentamos en el living. ¿Querés tomar algo?, dijo María No, gracias, le contestó Miguel mientras se sentaba. Bueno, dijo María, no se por donde empezar. Yo se que me porté mal contigo… María, la interrumpió él, no hablemos de lo que pasó, eso ya pasó y, realmente no quiero volver a recordarlo. Además no creo que nos haga bien a ninguno de los dos el recordarlo.

En el momento que María le iba a contestar, entraron en el living, Cecilia, Azucena y Belén. Cecilia le dio un abrazo a Miguel y le dijo - No sabés la alegría que tengo de volver a verte. - Gracias, Cecilia. Tú sabés que esta es mi segunda casa Azucena le dio un beso en la mejilla al igual que Belén, pero esta, sin que nadie se diera cuenta, le tomó fuerte una mano, cosa que Miguel le respondió de igual manera. - Nosotras vamos al escritorio a estudiar, dijo Belén - Y voy al supermercado, dijo Cecilia, ¿precisás algo María? - No gracias, mami - Nos vemos después, Miguel Después que se fueron las tres, María dijo

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No realmente no creo que valga la pena volver a tratar eso. Así me lo dijo tu padre. ¿Papá? Si, ¿no te dijo que estoy viéndolo? No, mis viejos nunca hablan de su profesión, excepto mamá cuando atiende el nacimiento de mellizos, que viene orgullosa como si los hubiera hecho ella, dijo Miguel riéndose. Si, aparentemente tengo un desequilibrio emocional, eso fue lo que dijo, pero también me dijo que me voy a recuperar. En realidad, ya me siento mejor y estoy mucho más tranquila. Me alegro mucho de que te sientas mejor. ¿Sabés?, comencé a estudiar y estoy yendo a la facultad. ¿Si?, ¡qué bueno! ¿No te contó tu madre que le pedí los apuntes tuyos? Me pidió los apuntes pero no me dijo que eran para ti, mintió Miguel Miguel, en realidad quería verte para pedirte que no estés enojado conmigo. Yo se que las cosas que pasaron te deben haber enojado… María, nunca podría estar enojado con nadie de ustedes. Ustedes son mi segunda familia. Los últimos 15 años los hemos pasado juntos, así que es imposible que me enoje. Además, quería contarte que estoy saliendo con un chico. No es nada serio pero me sirve como cable a tierra. Me parece muy bueno. Creo que todos debemos compartir más con nuestros amigos.

La conversación, a pesar de haber sido en los mejores términos, había sido muy fría. Miguel estaba asombrado de lo objetivo que se había podido mantener. En ningún momento sintió ningún impulso hacia María, nada de lo que le sucedía antes. Era evidente que, aquel hechizo que ella mantenía sobre él, se había roto para siempre.

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Luego de un rato en el que estuvieron hablando de cosas generales, Miguel se despidió de ella y se fue, pidiéndole, a María, que lo despidiera de Cecilia y de las hermanas. Al salir de la casa sentía un sabor dulce y amargo al mismo tiempo. Amargo por haber recordado la última vez que había estado y dulce por haberse dado cuenta que el ver a María no le había afectado. Cuando iba de retorno a su casa, se acordó que tenía que hacer algunas compras, por lo que se detuvo en un supermercado. Cuando iba saliendo con sus compras oyó que alguien el habla. - ¡Qué importante que eres que no saludás! Miguel se dio vuelta y era una preciosa mujer morocha, de ojos marrones con una figura voluptuosa excepcional. - Mariana, ¡cuántos años sin verte!, exclamó Miguel Se abrazaron y en ese momento Miguel se acordó de que le llamaban “Pechocha” por sus grandes pechos que conservaba intactos - Yo se todo de ti por Sandra. Nos vemos muy seguido, dijo ella - Nunca me lo contó. Decime, ¿qué es de tu vida? -

Mientras salían del supermercado, ella le dijo Nada del otro mundo. Me casé pero ya me divorcié y volví a vivir con mis viejos. Bueno, no se si decirte que lo lamento o no. No, para nada. Nunca me debía haber casado. Pero ¿y tú? Me dijo Sandra que dejaste con María, después de tantos años. Si, las cosas no funcionaron. Parece que a medida que uno va madurando, va cambiando sus sueños. Muy cierto, es eso lo que pasa. Decime, ¿qué hacés mañana porque el lunes es feriado? ¿Te vas para afuera? No, me quedo aquí, ¿por?

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Vamos a pasar el día con Sandra y Pedro. Aquellos con la panza de ella, se pasan encerrados los fines de semana. Yo les aviso que vamos, ¿te parece? - Bárbaro. ¿Andás en auto?, si no te llevo - No, ando en el auto de mamá porque el mío lo hice chatarra. - Pero entonces mañana te paso a buscar. Tus padres viven donde siempre. - Si, fantástico. Pasá a las 11 de la mañana. ¿Está bien? - Si, bárbaro Se saludaron con un beso y se fueron cada uno en su auto. -

Cuando estaba llegando a su departamento, sonó su celular anunciándole que tenía un mensaje de texto. Arregló lo que había comprado y miró el celular. Era un mensaje de Belén: “te fuiste sin saludar; cuando puedas llamame” Miguel se quedó pensando “¿no le estoy dando demasiada importancia a esta nena? Lo peor no es eso, sino que me siento atraído por ella. ¿Me estaré enamorando?” Decidió llamarla - Hola Belén, ¿qué hay? - Nada, malo. Te fuiste sin saludar. - Primero decime donde estás - En un comercio. Vine a hacer unas fotocopias para Azucena, ¿por? - Tú sabés por qué - No te conté. Mamá nos pescó cuando fuimos juntos al ballet. - ¿Cómo? - Si, ayer cuando volví de verte me dijo que alguien nos vio y le contó - ¿Y qué dijiste? - La verdad - ¿Qué verdad? No me asustes. - No, quedate tranquilo. Le dije que como no tenía con quien ir, te había invitado a ti pero que era solo eso. - Menos mal.

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Pero, no sabés, se dio cuenta que yo estaba feliz. Dijo que se daba cuenta por mi mirada. Belén, ya hablamos de esta situación. Vamos despacio y, quizás, lleguemos muy lejos Eso es lo que quiero. Bueno tengo que cortar porque voy llegando a casa. Te amo. Un beso Un beso

“¡Qué niña es! Quizás es el tipo de mujer que yo quiero para completar mi sueño. Pienso que, cariñosa como es, sería una madre maravillosa. ¡Miguel! ¡Mirá en lo que estás pensando! ¡Te estás enamorando!” El domingo amaneció con un día brillante de sol y cielo totalmente despejado. Miguel se vistió de jeans, una remera, calzado deportivo y tomó una campera, aunque no se la puso. A las 11 de la mañana estaba en la puerta de la casa de los padres de Mariana. Ella salió vestida de jeans, remera blanca muy ajustada, calzado deportivo y tenía puesta una campera liviana de cuero. - Hola, dijo ella dándole un beso - Buen día belleza, le respondió Miguel. - Gracias, estás muy cambiado, ¿no? - ¿Por qué lo decís? - No, nada. Te parece que paremos en un supermercado y compremos algo para llevar. - Lógico, pero la mujer decide qué llevar y el hombre paga. - ¡Machista!, dijo ella riéndose Más tarde estaban en lo de Sandra y Pedro. Los recibieron con alegría. Sandra dijo - Mirá Pedro qué linda pareja hacen estos dos. -

Mariana y Miguel se miraron y se rieron. ¿De qué se ríen?, dijo Sandra, lo digo en serio

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Mi mujer, desde que está embarazada quiere casar a todo el mundo, dijo Pedro - Es una muy buena amiga y siempre quiere lo mejor para sus amigos, le contestó Mariana. - ¿Viste Pedro?, dijo Sandra, ¿y a ti, Miguel, qué te pasa que quedaste mudo? - Lo asustaste y tiene ganas de disparar, dijo Pedro Todos se rieron de la ocurrencia de Pedro. -

Ya se habían instalado en la barbacoa. Miguel le preguntó a Sandra - ¿Y, para cuando? - Según tu mami, es para dentro de una o dos semanas - Así que, Pedro, en cualquier momento a salir corriendo. ¿Vas a presenciar el parto?, le dijo Mariana. - Si, pero no se lo repitas, dijo Sandra, porque está con un susto que no ve. - No seas exagerada, protestó Pedro - Miguel, me dijo Sandra que te mudaste a un departamento precioso, dijo Mariana - No se si es precioso, pero es muy cómodo y además aquí la señora me ayudó a decorarlo muy bien, le contestó Miguel - Ah, no sabés, tenés que verlo. Es muy cómodo. Justo lo que una persona sola necesita, dijo Sandra - Ya la voy a invitar, no te preocupes, dijo Miguel. Estuvieron hasta las 7 de la tarde conversando. Mariana la ayudó a Sandra a arreglar todo mientras Miguel y Pedro conversaban en el jardín. - Ya está haciendo tarde y creo que esta gente debe querer descansar de las visitas pesadas, dijo Mariana. - Si, es cierto. Ni me había dado cuenta de la hora, dijo Miguel. Vámonos - No saben cuanto nos alegramos de este día, dijo Sandra. Es tan bueno ver a los amigos.

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Se abrazaron y saludaron. Mariana y Miguel se subieron al auto. Mariana se había vuelto a poner la campera pero, durante toda la tarde, Miguel había estado admirando aquellos pechos grandes y bien formados. -

Cuando puso el auto en marcha, Miguel dijo Bueno, señora, ¿la dejo en casa de sus padres? No, no, joven, ahora me va a llevar a conocer su departamento, si no tiene algún otro compromiso No, está bien. Además, ¿qué compromiso querés que tenga? No sé, un hombre solo tiene sus compromisos, dijo ella riéndose.

Llegaron al edificio donde vive Miguel. Guardaron el auto en el garaje y subieron al departamento. Él le abrió la puerta a Mariana para que entrar. - No te fijes si está algo desordenado. Acordate que es el departamento de un hombre soltero. - No, está precioso. Tenía razón Sandra. Miguel le mostró las comodidades que tenía. Después ella se quedó mirando por la ventana. - ¡Qué vista preciosa tenés desde acá! - Si. A veces me quedo solo mirando para afuera. Es una manera de descanso que he encontrado. Pero vení, sentate y tomamos algo. ¿Qué querés tomar? - Un whisky, ¿puede ser?, dijo ella - Si, además traigo algo para picar para que no nos haga mal, dijo Miguel - Si, pero no te preocupes. Con lo que comimos en casa de aquellos, quedé llena, le contestó ella. Miguel trajo una bandeja con cosas para picar, dos vasos, hielo y sacó una botella de escocés del bar y sirvió. - Ah, veo que estás muy organizado, dijo Mariana. - No, es que a mi me gusta el orden pero ya vi que estando solo no siempre es fácil.

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Pero tenés todo muy bien. Ahora, si no te molesta, ¿qué pasó con María?, porque Sandra me contó algo y me quedaron muchas preguntas. No, dijo Miguel, no me molesta. Ayer, justamente estuve hablando con ella. Un día que habíamos estado juntos, ella estaba muy cariñosa. Me dijo que se iba a descansar y yo me vine para casa con la promesa, de parte de ella de llamarme. Al día siguiente, como no me llamó, la llamé y atendió su hermana. Me dijo que María estaba mal porque se había emborrachado. Como eso nos ha pasado a todos alguna vez, me fui a su casa y entonces apareció ella, totalmente desencajada y me echó, me dijo que no quería verme más. Fue algo muy raro, pero desde entonces y hasta ayer no la vi. Y ayer, ¿qué pasó? Nada, en realidad. Quería pedirme perdón, pero le dije que no tenía que disculparse, que las cosas pasan. Sabes que creo, una relación de tantos años se desgastó y yo la seguía manteniendo a la fuerza. Ahora me doy cuenta que estaba equivocado. Pero debés haber pasado muy mal, dijo Mariana Al principio si, pero, poco a poco me di cuenta que era algo que tenía que pasar.

Mariana le había pasado la mano por la nuca como consolándolo. Miguel sentía que se iba a excitar con aquello, por lo que le dijo - ¿Tomás otro? - Bueno, pero ponele más hielo. Miguel se levantó y, mientras ponía el hielo la miró. Sus jeans y su remera ajustada, sentada en el sillón la hacían muy provocativa. “Pero es una amiga. No puedo decírselo así como así.” Llevó sendos vasos y se volvió a sentar cerca de ella. A Miguel le pareció que ella se acercaba más, pero siguió hablando. - Ahora me tenés que contar lo tuyo. - No es mucho. Me entusiasmé con un chico que terminó siendo un desastre. Lo peor es que yo ya lo sabía antes de casarnos y lo mismo me casé. Todo terminó mal y así me ves - 74 -


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ahora sola. Miguel, ¿por qué no ponés música? ¿cuánto hace que no bailás? Que no bailo hace años, dijo Miguel y puso una música suave.

Mariana se paró y lo tomó a Miguel entrelazando las manos por detrás del cuello, apretándose contra él. Miguel la tomó de la cintura. Dieron unos pasos al compás de la música y, de pronto, ella comenzó a besarle detrás de la oreja. Miguel se sintió excitado, separó la cabeza y le dio un apasionado beso en la boca. Después de eso, ella se quitó la remera. No tenía nada debajo, por lo que Miguel comenzó a besar aquellos pechos que le llamaban tanto la atención. Ella le quitó a él la remera y poco a poco besándose apasionadamente se fueron hasta el dormitorio. Allí se desnudaron uno al otro e hicieron el amor. Estuvieron casi toda la noche amándose, comiéndose uno al otro hasta que, en la madrugada, quedaron dormidos, abrazados entre si. A la mañana siguiente, Miguel se despertó con un fuerte olor a café. Cuando abrió los ojos apareció Mariana, vestida con una de sus camisas, que le quedaba larga, con sendas tazas de café. - ¿Cómo dormiste cariño? - Maravillosamente bien y tú - Como hacía años que no lo hacía - Miguel, dijo Mariana, quiero aclarar algo. Tú eres un gran amigo. No quiero que lo de anoche empañe nuestra amistad. - ¿Por qué ha de empañarla? - No fue un acto de amor sino un acto de cariño, dijo ella - Eres una mujer admirable, le dijo Miguel - No cariño, una más de las tantas que hay. Y ahora tengo que irme. Me doy una ducha y me voy. - ¿Te ayudo?, bromeó él - No provoques que te puede salir mal, le contestó ella riendo desde dentro del baño. Un rato después, ella se despidió dándole un beso muy prolongado. - 75 -


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Eres amoroso, ¡qué suerte va a tener la mujer que te gane!

Miguel se volvió a tender en la cama. Miró la hora. Eran las 11 de la mañana. “No tengo nada que hacer. ¡Qué mujer, Mariana, parece que es insaciable! Me gustó mucho estar con ella, pero no es una mujer de la que pudiera enamorarme. Es inteligente pero no es la mujer de mis sueños.” En la tarde se quedó en su casa ordenando. Si bien su madre le mandaba a Blanca un par de veces por semana, no le gustaba tener la casa desordenada.

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CAPITULO IX

El martes fue un día de mucho trabajo. Había que preparar toda la información de una empresa del interior a la que había que ir a asesorar. Ese trabajo lo había tenido ocupado de tal manera que había olvidado, temporalmente, todo lo que estaba pasando. Al llegar a su casa, pensó “Qué raro que Belén no se ha comunicado conmigo desde hace unos días. Bueno, es cierto que hoy empezaba a trabajar en un estudio. ¡Miguel!, estás pensando mucho en esa chica, ¿te está picando el amor?” Estuvo a punto de llamarla, pero recordó que no quería ilusionarla. Además, si ella estaba en su casa, no iba a poder hablar con él. Aunque con un poco de tristeza, desistió de la idea Al día siguiente fue a almorzar al Shopping cerca de su oficina. Cuando volvía, vio a María abrazada de un hombre alto, con la cabeza totalmente rapada y con barba. Parecía bastante mayor que ella. Detrás de ellos y también abrazada iba Susy con un hombre de tez morocha, pelo muy negro. Al principio, al verlos sintió algo en su estómago pero, luego le picó más la curiosidad que otra cosa. Disimuladamente los siguió por el Shopping y vio como María besaba continuamente al individuo y él le correspondía. Si bien le dolió aquel cambio en María, pensó “evidentemente yo no era el hombre para ella. Su comportamiento conmigo nunca fue así. Bueno, en cierto modo me alegro, veo que tengo vía libre para encarar mi vida sin lastimar a nadie.” Llegó a la oficina y se puso a trabajar. Le llamó la atención la poca impresión que le había dejado ver a María acompañada. No pensó más en el tema. Esa tarde cuando llegó a su casa, sonó su celular. Era Belén -

¿Qué te has hecho, mujer?, dijo él

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Ah, me estabas extrañando, le contestó Belén.

Esas palabras hicieron que Miguel se arrepintiera de cómo le había hablado, pero no lo hizo notar - Claro, cuando hay una piedra en el zapato y te la sacás, después la extrañás, le dijo riendo - ¡Qué malo! Así que soy tan molesta. - Una broma. ¿Cómo te ha ido en tu trabajo? - Alucinante. No sabés lo lindo que es estar trabajando para lo que estudiaste, dijo ella con gran entusiasmo. - Me imagino. En realidad a mí me pasó lo mismo cuando entré en la consultora. - Tengo que verte así te cuento, dijo ella con el mismo entusiasmo. - Vas a tener que esperar porque mañana me voy a Pueblo Garzón - Me pongo triste. Seguro que te vas con alguna chica que te persigue, dijo con voz aniñada. - Voy a trabajar, pero acertaste, con nosotros va Martina, una de las Contadoras del estudio. - ¡No te dije! ¡Seguro que esa Martina está atrás tuyo! - Belén, Martina es casada y tiene 3 hijos. Además ya te dije que las cosas pasan sin que uno las apure - Si, tenés razón. ¿Y cuando volvés? - El sábado de mañana estoy en casa. Te mando un mensaje. Una preguntita señorita, ¿donde estás que hablás bajito? - En la barbacoa de casa. Vine a buscar una cosa, pero ahora corto si no van a pensar que me pasó algo. Un beso, te amo, espero tu mensaje. Cuando cortó, Miguel se quedó algo nervioso. La coincidencia de haber visto a María acompañada y de que Belén lo llamara lo despistó. Además tenía la seria sospecha de que Belén le estaba haciendo falta. ¿Amor? Quizás. Mientras todo le estaba dando vuelta en la cabeza, volvió a sonar el celular. Miró y no era un número conocido.

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Hola ¿Miguel? Si, quien habla Federico, ¿cómo andás tantos años? Fede, habías desaparecido. ¿Qué es de tu vida? Estoy de hombre serio. Estoy en vías de casarme y te quiero presentar a mi futura esposa ¿No me digas que te pescaron? Si, aunque no lo creas. ¿Qué estás haciendo? ¿Por qué no nos encontramos para cenar? Tú vas con tu chica y yo voy con Elisa. Está bien, Fede, pero voy solo porque no tengo compañera. Ah, no te hagas problema, le digo a la hermana de Elisa que nos acompañe. No, no es necesario. Si, ya está arreglado. Aquí Elisa me dice que es bárbaro. Nos vemos.

“Este Federico. Siempre atropellado. ¿Qué necesidad de llevar a la hermana de su novia? Además, mañana tengo que viajar, no tengo ninguna gana de salir. Pero, bueno, todo sea por un amigo.” A las 9 de la noche se encontraron en un restaurante muy fino cerca de la costanera. Cuando Miguel llegó, Federico ya estaba instalado con su novia y su futura cuñada. Miguel llegó hasta la mesa y Federico se paró y le dio un gran abrazo - Miguel, los años sin verte. Te presento, Elisa, mi novia y Milagros, su hermana. Miguel las saludó, a cada una, con un beso. Elisa era una chica delgada, bonita, de pelo rubio y rasgos muy finos. Tenía unos ojos marrones con pestañas muy grandes. Milagros, por su parte, más llenita que Elisa, era morocha de ojos muy azules, con una muy buena figura y una sonrisa que maravilló a Miguel. Ambas eran de estatura mediana y estaban espléndidamente vestidas.

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Federico se ha pasado hablando de ti, dijo Elisa ¿Bien o mal?, bromeó Miguel No, muy bien. Siempre dice que si no fuera por ti, no hubiera terminado la carrera. No fue tan así, dijo Miguel, es lo que uno hace por un amigo Mirá, dijo Elisa, yo que lo conozco bien, se que necesita a alguien que lo empuje. ¿Y ahora eres tú quien lo empuja?, dijo Miguel en broma En cierto modo. Los tres somos contadores y trabajamos en el estudio con papá Ah, ¿tú también caíste en la trampa de esta carrera, Milagros? Si, dijo ella con una sonrisa cautivante, me arrastraron entre los dos y, la verdad es que no me arrepiento. Y ahora, dijo Federico, lo que queremos Elisa y yo es conseguirle un novio para que también se case. Tú no estarías mal como concuñado, Milagros se puso colorada No es así que se consiguen novios, dijo ella Tiene razón Milagros, afirmó Miguel, tú atropellado como siempre. ¿Ah no? ¿Sabés como nos pusimos de novios Elisa y yo? Unos amigos nos presentaron diciéndonos “Te presento a tu novia” y a ella lo mismo.

Todos rieron. La cena transcurrió de una manera muy amena. Después de los postres, las dos mujeres fueron a la toilette, entonces Federico le dijo a Miguel - ¿Te animás a llevar a Milagros? Así Elisa y yo estamos un rato solo, ¿me entendés? - Si, ¿pero como hago? - Ya se te va a ocurrir algo. Cuando las chicas volvieron y dijeron de irse, Miguel dijo -

Milagros, ¿querés que te lleve yo así dejamos solos a estos dos pegajosos?

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Ay, ¿harías eso por mí?, porque es cierto, cuando se ponen así son insoportables, dijo riendo

Salieron del restaurante y se saludaron. Milagros y Miguel se fueron hacia el auto de éste. Cuando subieron, Miguel le dijo - Decime por donde vivís - ¿No te parece temprano para ir a dormir? La pregunta lo sorprendió a Miguel, pero no dejó entrever nada - Puede ser. ¿Qué se ocurre hacer? - ¿Tú dónde vivís?, preguntó ella. - Aquí en Pocitos - ¿Con tus padres?, así me dijo Federico - No ahora vivo solo, contestó Miguel sin prever lo que se venía. - ¿Por qué no vamos a tomar algo a tu departamento?, dijo Milagros - Bárbaro, dijo Miguel sorprendido y pensando en que mañana tenía que viajar. Miguel puso en marcha el coche y se dirigió hacia su casa. Cuando llegaron, subieron y Miguel la hizo pasar a su departamento. “Por suerte hoy estuvo Blanca y está todo arreglado y limpio.” - ¡Qué lindo departamento!, exclamó ella - Es lindo y justo para mí. Sentate y decime que querés tomar, le respondió Miguel - Un whisky, sin hielo, por favor Ella se quitó una pequeña chaqueta que traía sobre los hombros, dejando estos al desnudo. Se sentó y se cruzó de piernas, haciendo que la minifalda que vestía se subiera más, dejando a la vista unas espléndidas piernas. Miguel trajo los dos vasos con bebida y se sentó en un sillón frente a ella.

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¿Por qué no te sentás junto a mí así podemos charlar mejor? Si, ¿por qué no?, le respondió él, sentándose a su lado.

Ni bien lo hizo, ella dejó su vaso sobre la mesa, le tomó la cara a él y lo besó apasionadamente. Miguel quedó tan sorprendido que no sabía que hacer con el vaso que tenía en la mano. No se sorprendió por lo que pasaba sino por la rapidez de ella. Cuando al final pudo dejar el vaso, la abrazó y le correspondió el beso con caricias sobre los hombros. Ella le tomó la mano e hizo que le bajara la parte superior del vestido, dejando sus pechos al aire. - Hace tanto que no los besa un hombre, por favor besalos hasta cansarte, dijo Milagros. Miguel dijo lo que ella pedía. De pronto se pararon los dos y fueron al dormitorio. Ella se desnudó completamente y lo fue desnudando a él, hasta que, estando los dos desnudos, se fundieron en un acto de puro sexo. Un rato más tarde, ella se levantó, tomó su ropa y se fue al baño. Al salir, Miguel le dijo - Me visto y te llevo - No, no te preocupes, llamo un taxi Lo hizo así y se despidió diciendo con una espléndida sonrisa y haciéndole una guiñada - Estuvo muy linda la charla. Miguel seguía tan sorprendido como al principio. “¿Estaré tan viejo que no se como se comportan las chicas ahora o hay una parte de la película que me perdí?”. Al rato se quedó dormido.

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CAPITULO X

A la mañana siguiente, se levantó temprano, preparó su bolso, tomó su Notebook y se fue para la oficina. Allí lo estaban esperando Martina y Agustín. Un poco más tarde salieron rumbo a Pueblo Garzón en la Toyota RAV4 de la empresa, manejada por Agustín. Dos horas más tarde llegaron a Pueblo Garzón Garzón es un pueblo del departamento de Maldonado de Uruguay. Se encuentra en el límite del departamento, a pocos kilómetros del departamento de Rocha. En 2004 se fundó el Hotel & Restaurante Garzón en una antigua propiedad del pueblo. El hotel cuenta con cinco habitaciones, parque, piscina y restaurante. En cierto modo, el nuevo emprendimiento revitalizó al pueblo y le dio un espíritu bohemio. Desde entonces, varios artistas plásticos dedicados a la pintura y escultura han recalado en Garzón. Allí se instalaron en las oficinas de una empresa de explotación agropecuaria que había solicitado asesoramiento a la consultora. Estuvieron los tres trabajando toda la mañana. Al mediodía decidieron ir a almorzar a José Ignacio. A 40 kilómetros de Punta del Este, en el kilómetro 182 de la Ruta Nº 10, está el balneario de José Ignacio. Se trata de una pequeña península que se interna en el mar a través de sus dos kilómetros de largo y 800 metros de ancho Un aliciente adicional para el viajero que llega a este hermoso resguardo es la gastronomía. Sus restaurantes son un polo de atracción para quienes buscan saborear no sólo los mejores frutos del mar, sino también platos originales y de tendencia.

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almorzando.

Eligieron un restaurante en el que ya había gente A Miguel le llamó la atención una mesa en la que habían sentados cuatro hombre de aspecto extranjero y que hablaban en inglés. Uno de ellos, con el pelo totalmente rapado y con barba era el mismo que había visto abrazado con María. Como la mesa se encontraba cerca de la de ellos y los hombres hablaban den voz alta, Miguel pudo entender parte de lo que decía, uno de ellos, de tez morena que también había reconocido como el que acompañaba a Susy - Mira todas mujeres de aquí son muy fáciles. A la segunda vez que sales ya la tienes en la cama. Parece que en este país no hay hombres, por lo menos eso fue lo que dijo Susy. ¿Y a ti cómo te ha ido con la tuya, María se llama, no? - No ha pasado nada, dijo el individuo de la barba, cada vez que la quiero llevar a la cama se pone mala y no quiere nada. La voy que tener que llevar a la fuerza. Miguel se puso tan nervioso que sus compañeros de tarea le hablaban y él contestaba con monosílabos, hasta que Martina le dijo - Miguel, ¿te sentís bien? - No, más o menos. Voy a salir un ratito afuera a despejarme. Salió y los ojos se le llenaron de lágrimas. No era que María siguiera siendo su amor, sino que estaban hablando de quien había sido su amiga de toda la vida. “¿Cómo encaro esto? ¿A quién se lo puedo contar? Ya se me ocurrió: cuando vuelva a Montevideo se lo voy a contar al viejo. Sé que él me va a creer y me puede decir qué hacer.” -

En ese momento salió Martina del restaurante Miguel, ¿te sentís bien? ¿Querés volverte a Montevideo? Nosotros hacemos el trabajo.

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No, no estoy bien. Fue una pequeña indisposición. Decile a Agustín para volver a Garzón Pero no comiste casi nada. No te preocupes Martina y gracias. Perdónenme que le hice pasar un mal rato. No, a todos nos puede pasar

En la tarde estuvieron muy ocupados por lo que, a Miguel, se le había olvidado algo lo que pasó al mediodía. De cualquier manera, para él era una gran coincidencia y solo su padre podría creerle que, realmente, le había sucedido. Ya eran las 8 de la noche cuando llegaron al departamento que tiene la consultora en Punta del Este. Una vez que estuvieron instalados en el departamento, Agustín y Miguel decidieron ir a comer algo, mientras que Martina se fue a casa de unos amigos. -

Cuando estaban comiendo, Agustín comentó Miguel, ¿tú viste a los gringos que estaban en la otra mesa? Si, los vi. Eran bastante desagradables Sabés, son los que están trabajando en un emprendimiento edilicio en José Ignacio. No se si es un hotel o algo de eso. ¿Cómo lo sabés?, preguntó Miguel Porque estuve escuchando la conversación cuando tú te fuiste y mientras Martina hablaba por teléfono., dijo Agustín ¿Y escuchaste algo más? Hablaron muy mal de unas minas que salen con ellos. Por la forma en que se referían a ellas supongo que deben ser unas loquitas que, por un peso, hacen cualquier cosa.

Miguel tuvo que hacer un esfuerzo para que no se le atragantara lo que estaba comiendo. No le podía explicar, a Agustín, de quienes era que estaban hablando. - ¡Estos gringos!, exclamó Miguel. Creen que aquí estamos en una república bananera.

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Si, pero mirá que el único que tenía pinta de norteamericano era el pelado. Los otros deben ser portorriqueños o mejicanos.

Cuando terminaron de comer, se fueron caminando hasta el departamento. Allí ya estaba Martina. Se dieron cuenta porque la oyeron hablar con sus hijos. Se despidieron y cada uno se fue a un dormitorio. Cuando Miguel se fue a acostar, sonó el celular avisando que tenía un mensaje de texto. Era de Belén: “¿Cómo te estás portando? Si podés, llamame” Miguel lo pensó un instante “Cómo la necesitaría aquí para abrazarme fuerte a ella” - Hola, nena - Miguel, ¡qué alegría!, contestó Belén - Solo te llamo para darte las buenas noches, dijo él - Eres un amor. Buenas noches y no te olvides que te amo. Miguel se quedó despierto hasta altas horas de la noche. No podía quitar de su cabeza la conversación que había escuchado. El cansancio lo venció y se quedó dormido. A la 8 de la mañana del día siguiente ya estaban en marcha rumbo a Garzón. Los tres querían terminar temprano para volverse a Montevideo. Estuvieron trabajando sin descanso y solo comieron un sándwich al mediodía, cosa que Miguel agradeció, no hubiera soportado ver otra vez a aquellos individuos. A las 4 de la tarde terminaron de recolectar todos los datos que requerían para elaborar el informe. Después de saludar al responsable de la empresa en la que habían estado, partieron en la RAV4 rumbo a Montevideo. Cuando iban a mitad de camino, sonó el celular de Miguel. Miró y era Mariana - Hola Mariana, ¿qué pasó? - Sandra tuvo una nena preciosa, dijo ella - ¿No me digas? ¿Y cómo están? ¿Cómo está Pedro?

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Ellas están muy bien. Pedro como loco pero, lo más curioso es tu madre. Está feliz. Nos dijo que no quería asustarlos, pero temía que no llegara a buen término. ¡Qué genio mi vieja!, dijo Miguel ¿Por donde andás, porque siento ruido de auto?, dijo Mariana Estoy volviendo de Garzón donde vinimos a hacer un trabajo. Mariana, haceme un favor de mujer. Sabes, el que tú quieras, dijo ella riendo No, en serio. Comprá algo para regalarles. Yo se muy poco de eso. En cuanto llegue a Montevideo, voy a ver a Sandra y a la nena. ¿Cómo le pusieron? Justina, pobrecita, dijo Mariana. Un beso y nos vemos Un beso, hombre No aguantó de comentar con sus compañeros de viaje Unos de mis mejores amigos acaban de tener una nena. Qué lindo, dijo Martina, ustedes los hombres no saben la felicidad que es eso.

Llegaron a la oficina en Montevideo. Miguel tomó su auto y se fue para su casa. Al llegar se bañó, se afeitó y vistió, saliendo luego para el hospital a visitar a Sandra. Al llegar estaba Pedro al que le dio un abrazo muy fuerte y también estaba Mariana a la que abrazó efusivamente llevado por la emoción. Después se dio cuenta que se le había ido la mano en el abrazo. -

Ella con mucha calidad, le dijo Mirá lo que le regalaste Gracias, dijo Sandra, nos contó Mariana que estabas afuera trabajando y que le encargaste el regalo. Ustedes merecen mucho más que eso, dijo Miguel, con todo lo que me han aguantado.

Luego que estuvieron charlando un rato, Mariana lo tomó de la mano y le dijo a Miguel.

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Vamos afuera así la nena está más tranquila Si, es cierto, le contestó Miguel Cuando salieron de la habitación, Miguel le dijo Decime cuánto gastaste. Si, ya te lo digo, pero quiero hablarte de otra cosa ¿Qué pasó? Cuando estuve contigo me quedé muy entusiasmada. ¿En serio estás solo? A ver, Mariana. Si estoy solo, pero quedamos en que aquello no fue nada en serio. Si es cierto, pero sabés como somos las mujeres. Nos hacemos un sueño con el primer hombre que nos trata bien. Podemos ir despacio. Yo no tengo para nada claro que será de mi vida amorosa, dijo Miguel, pensando en todo lo que estaba viviendo. Tenés razón y perdoname, dijo ella dándole un apasionado beso en la boca que, por suerte para Miguel, nadie vio. Mariana, nunca dejes de ser una gran amiga y, ahora decime cuanto gastaste. No te preocupes, algún día voy a tu casa y te lo digo.

Miguel salió del hospital más aturdido que nunca. “¿Será que Mariana está enamorada de mi?” Se fue directamente a casa de sus padres. Allí encontró a los dos. - Mamá, ya me enteré de lo de Sandra. Qué lindo, ¿no? - Ay, no sabés Miguel el miedo que tenía de que no saliera bien, pero nació una nena preciosa y las dos están muy bien. - Si, ya estuve con ellos. Ahora viejo, quiero hablar contigo. Quedate mamá porque nos involucra a los tres, pero el viejo debe tener experiencia en esto. - Decime, Miguel, dijo el médico - Hace unos días atrás yo salía de almorzar en el Shopping y vi a María abrazada a un individuo pelado y con barba. También iba Susy, su amiga, abrazada a un moreno. Si bien en ese

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momento me pegó, me dije, bueno las cosas se van arreglando. Ayer estábamos en Garzón con dos compañeros de la consultora. Fuimos a almorzar a José Ignacio y dio la casualidad que estaban almorzando cuatro individuos, dos de los cuales eran los que había visto en el Shopping. No me llamó la atención, a pesar de la coincidencia, pero lo que me puso mal fue lo que les oí decir: “Mira todas mujeres de aquí son muy fáciles. A la segunda vez que sales ya la tienes en la cama. Parece que en este país no hay hombres, por lo menos eso fue lo que dijo Susy. ¿Y a ti cómo te ha ido con la tuya, María se llama, no?” - No ha pasado nada, dijo el individuo de la barba, cada vez que la quiero llevar a la cama se pone mala y no quiere nada. - Papá, se estaban refiriendo a María y sus amigas. Luego me enteré que son técnicos de una empresa multinacional que está por instalarse allá. ¿Qué hago, viejo? - Mirá Miguel, aunque te duela, no podés hacer nada. Guardá eso muy dentro tuyo. No quiero que afecte tu vida. Sabés que a veces las circunstancias nos juegan malas pasadas. No podés atarte a una conversación. - Es cierto. Tengo que sepultarlo. - ¿Puedo decir algo?, dijo Martha - Si, mamá - María ya no es asunto tuyo. No seas tonto y buscate una mujer que te haga feliz. Debe haber montones que te están esperando. Mirá, Beatriz me preguntó por ti, Cuando le dije que te habías mudado, me preguntó donde. Lo único que atiné fue a darle tu teléfono. - Mamá, siempre tan ganchera. Bueno, me voy. Estoy molido y quiero descansar. Llegó a su casa, se desvistió y se metió en la cama, sin cenar. Se quedó dormido de inmediato.

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CAPITULO XI

Miguel se despertó con el sonido de su celular. Le costó incorporarse. Eran las 12 del mediodía. Cuando tomó su celular, vio que era Belén. Esperó un rato y volvió a sonar. - Decime, bandido, ¿por qué no contestaste? - Porque estaba durmiendo - No te puedo creer. ¿A esta hora? Bueno vestite y arreglate que voy para tu casa así almorzamos juntos. Llevo la comida y la bebida - Pero, Belén - Nada de peros Cortó la comunicación Miguel se vistió acomodó el cuarto y se sentó a esperarla. A los diez minutos sonó el timbre. Miguel abrió la puerta y vio aquellos enormes ojos verdes y aquella cara angelical. Venía vistiendo jeans, una remera y calzado deportivo. Traía una campera en la mano, además de dos paquetes y una botella de refresco. - Belén ¿qué es esto?, dijo Miguel - Mi primera semana de trabajo, le dijo ella riéndose. - ¿Pero tenías que traer todo? - Es mi gusto compartir contigo. Mostrame primero tu departamento. Miguel le mostró todo el departamento y luego se pusieron a comer. Belén había traído unas empanadas de carne y otras de jamón y queso. Cuando terminaron de comer, ella se encargó de limpiar todo y ordenar. - ¡Qué lindo que alguien haga las cosas por uno!, dijo Miguel - Viste que no es lindo vivir solo, le respondió ella - 91 -


Cuando terminó de ordenar vino al living y se sentó al lado de Miguel. - Miguel, le dijo, podés abrazarme - Si, dijo él abrazándola, pero ¿qué pasa? Ella se separó y lo miró temblorosa y con los ojos húmedos de lágrimas - Belén, no me asustes, ¿qué te pasa?, dijo él tomándole las manos - Quiero confesarte algo. Miguel yo nunca estuve con un hombre. Nunca he tenido relaciones sexuales, dijo y rompió en un llanto - Belén, tesoro, no llores. Lo que me acabás de confesar es lo más lindo que me ha ocurrido. - Si…pero…hoy…venía dispuesta a…que me hicieras…tuya. - Belén, dijo él dándole un beso en la cabeza, esas cosas suceden sin que nadiie se lo proponga. No quiero verte así. Levantándole la cabeza le dio un beso en cada uno de sus párpados y siguió diciéndole - A ver, quiero ver esa sonrisa tan linda. Ella se sonrió y dijo - Voy a lavarme la cara. Miguel, la ayudó a levantarse y se quedó parado esperando a que volviera. Cuando ella retornó, lo abrazó muy fuerte y le dijo - Realmente eres un hombre único. Cualquiera se hubiera aprovechado de la situación. - No, Belén, es que además tú me interesás y no puedo perderte por una bobada - ¿En serio, te intereso? - Claro. Creés que estaría aquí abrazándote si no fuera así. - ¿Puedo pedirte algo más? - Si, decime - Vamos a caminar por la rambla. Estoy tan feliz que quiero estar contigo.

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¿Y si nos ven? Ya no me importa. ¿Te importa a ti? No, vamos.

Salieron a caminar por la rambla. Una preciosa tarde con sol. Belén parecía una niña.. Después se fueron a caminar por la playa. Ella se sacó el calzado deportivo, se remangó los pantalones y se mojaba los pies en el agua de mar. En cierto modo lo hacía sentir diferente a él. Al ver a aquella chica tan feliz pensó “quizás es esto lo que yo necesito para concretar mi sueño. Alguien como ella o ella misma que se siente feliz con las cosas más pequeñas.” - Estás muy serio, ¿qué te pasa?, le preguntó ella - Nada, solo te miraba, dijo Miguel riéndose - ¿Y si te mojo? - No te atrevas que te doy un premio, le dijo con una sonrisa - Ah, si es con premio, te mojo y lo salpicó con agua Después de salpicarlo corrió al lado de Miguel y se paró bien junto a él - Quiero mi premio, dijo ella Miguel le tomó la cara entre las manos y le dio un beso en la boca, largo y muy dulce. - ¡Miguel!, ¿qué fue eso?, exclamó ella - El premio, le contestó él riéndose - Me parece que fue más que eso, le reclamó Belén -

Miguel la atrajo hacia él y le susurró al oído Te amo mi amor. Me hacés el hombre más feliz del mundo. Te amo

Ella retiró un poco su cara y se colgó del cuello de Miguel dándole un beso muy apasionado. - Miguel, no puedo creerlo. Tanto tiempo esperando y ya llegó, dijo Belén - Si, pero hay condiciones, le contestó él - No seas malo, ¿qué condiciones? - Mantengámoslo en secreto. Solo para nosotros dos - ¿De qué tenés miedo? ¿O te da vergüenza?

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Belén, ¿cómo me va a dar vergüenza estar enamorado de una belleza como tú? Tú sabés por qué te lo digo. Tenemos que estudiar como lo decimos en tu casa sin lastimar a nadie. ¿Me entendés tesoro? Si, pero me da rabia. Yo quiero decírselo a todo el mundo. Estoy tan feliz. Bueno, en realidad tenés razón. ¿Para qué mantenerlo en secreto? No estamos haciendo nada malo. Se lo decimos a todos los que quieran escucharlo. ESTAMOS ENAMORADOS, gritó ella riéndose a carcajadas Bueno, tampoco tanto. Abrazados caminaron hasta el apartamento de Miguel. ¿Subís? Así te sacás la arena, le preguntó él Si, le dijo ella que iba acurrucada en su pecho No voy a poder caminar así, me voy a caer, dijo Miguel riéndose

Después que estaban en el apartamento, ella fue al baño y cuando salió, Miguel le dijo - Te llevo hasta tu casa - Si, mi amor, pero me voy algo desilusionada, le respondió ella - ¿Por? - Porque no pasó nada entre nosotros. - Belén, eso va a pasar cuando tenga que pasar. Ahora nos pasó lo más lindo: nos declaramos nuestro amor. Ella se colgó del cuello de él y lo besó en la boca Luego bajaron y se fueron, en auto de Miguel para la casa de Belén. Cuando se iban a despedir apareció Azucena. Se acercó al auto. Miguel y Belén se bajaron. Azucena le dio un beso a cada uno y les dijo - No me digan que… Los dos se miraron y se rieron - Eres la primera en enterarte, pero no digas nada. Vamos a ver como lo digo en casa, dijo Belén - Miguel ¿me dejás darte un abrazo?, dijo Azucena Los tres se abrazaron.

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Bueno, dijo Miguel, si seguimos así se va a enterar todo el barrio - Si, yo entro y ustedes despídanse como corresponde, les dijo riendo Azucena - Nunca la había visto así a tu hermana. Parece tan feliz como nosotros, dijo Miguel - Tenés razón. Ahora averiguo qué pasa. Se besaron apasionadamente. - Tenés que soñar conmigo, dijo Belén - Y tú, conmigo - Eso lo hago hace años, dijo ella riéndose. Miguel se subió al auto y ella lo saludó con la mano -

Azucena había esperado en la puerta a Belén y, entonces entraron las dos juntas. Adentro se cruzaron con Cecilia que les preguntó - ¿Qué hacen las dos juntas y tan contentas? Seguro que están tramando alguna pillería como cuando eran niñas. - Nada, mami, dijo Belén, solo que estamos contentas - ¿Por algo en especial? - No, nada, le contestó Azucena. Las dos se fueron juntas a su cuarto. Cuando llegaron, entornaron la puerta para que la madre no sospechara nada y Azucena dijo - Ahora me tenés que contar todo. Todavía no lo puedo creer ¡Tú y Miguel! - Después que María dejó a Miguel, yo me dije: no se me escapa y entonces, dio la casualidad que María precisaba unos apuntes que tenía Miguel. Mamá me pidió que se los pidiera a Martha, pero yo se los pedí a él, directamente. Él me los llevó a la facu. Esa fue la primera vez que nos vimos después de lo de María. Otro día lo invité a que me acompañara al ballet. Ese día fue maravilloso. Cuando llegamos a casa, antes de bajarme, le di un beso como para matarlo. - ¿Tú le diste un beso a él?, preguntó Azucena

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Si. Pero resultó que mami se enteró que habíamos ido juntos al ballet ¿Y como se enteró? No se, alguna de las alcahuetas de las amigas, dijo Belén, pero te sigo contando. Al día siguiente me dijo que quería verme. Nos encontramos en la rambla. Yo iba temblando por miedo que me dijera que, por haberlo besado así, no quería verme más. Pero no, se portó divino. Me dijo que estaba muy afectado con lo de María y que tenía que darle tiempo. Él tuvo que viajar a Garzón, entonces hoy, me armé de valor y me fui a su casa. Como vive solo llevé unas empanadas con el pretexto de almorzar juntos. No digas nada, pero yo iba dispuesta a hacer el amor con él ¡Belén! ¿Tanto lo amás? Si, pero no sabés, cuando llegó el momento me achiqué y le confesé que nunca había tenido relaciones Y él, ¿qué te dijo? Se portó como un ser maravilloso. Me dijo que eso no tenía importancia. Que cuando fuera el momento, ya pasaría. Yo me puse a llorar como una boba y él me consolaba. Cuando me calmé, salimos a caminar por la playa y allí, frente al mar me dijo que me ama. Te juro: se me aflojaron las piernas. ¿Te das cuenta? ¡El hombre que más amo me dijo que me quiere! Pero ahora contame lo tuyo, porque sé que hay algo. Bueno, dijo Azucena, te acordás de Pía mi compañera. Ella siempre me insistía que quería presentarme a su hermano, Agustín, que andaba solo. Hace un mes tuve que ir a casa de Pía para trabajar en un proyecto y, entonces me presentó a su hermano. Un divino. Él me ha invitado a salir, pero siempre como un caballero. Hemos ido al cine, hemos estado en la rambla tomando mate. Al principio él era tan delicado en su trato conmigo que pensé que era gay, no me importaba porque era un gusto estar con él. Pero un día, estábamos sentados en el muro de la rambla. Él me tomó la mano y me dijo que estaba enamorado de mí. Casi me caigo del muro. Me tomó la cara y me dio un beso. Yo no sabía que hacer porque me tomó de sorpresa. ¿Y no le dijiste nada? - 96 -


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Si, después de pasada la sorpresa lo abracé y le dije que me había tomado por sorpresa. Que había pensado en ese momento, pero no lo esperaba tan pronto Decime cómo es él. ¿Es mayor que tú? ¿Qué hace? Ahora te vas a caer de espalda. ¡Trabaja con Miguel! No te puedo creer, pero entonces es mayor Tiene 29 años y es Contador y es un divino. No sé cuando se lo voy a contar a mami. Pero tú no tenés problema. Podés contárselo ahora, dijo Belén Si, pero tengo miedo. Sabés que mami siempre me vio como la chiquita. Pero ya eres una mujer. Además nunca fuiste de andar saliendo con cualquiera, le dijo Belén, tratando de convencerla de que hable con su madre Pero dejame que te cuente algo más. El jueves, Agustín, se fue para afuera junto con Miguel. ¡Qué cómico!, los dos concuñados y sin saberlo Si, pero me contó que el jueves, cuando estaban almorzando, Miguel se sintió mal a tal punto que la Contadora, que iba con ellos, le dijo que se volviera a Montevideo, pero me dijo que Miguel no quiso. ¡Qué raro! Miguel no me contó nada. Bueno en realidad no es raro. Tú sabés cómo es él de reservado. En ese momento entró Cecilia en el cuarto ¿Se puede saber que hacen cuchicheando desde hace tanto rato? Nada, mami, es que Azucena tiene algo que decirte y no se animaba, dijo Belén Azucena la miró como para matarla ¿Qué tenés que decirme, tesoro? Que…tengo... ¡Ay, no sé como decirlo! No me asustes, Azucena, dijo Cecilia Bueno, tengo novio ¡Mi amor! ¿Por qué no me lo querías decir? ¿Lo conocemos?

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No, pero resultó ser un chico que es Contador y trabaja con Miguel - ¿No me digas? ¿Y cómo lo conociste? - Es el hermano de una compañera de facultad. Pero, mami, no te imaginás, es divino. Muy serio, me trata como una dama. - Pero, tesoro, es bastante mayor que tú, dijo Cecilia - ¿Y eso qué tiene que ver? ¿Cuántos años te lleva papá? - Tenés razón. ¿Tú lo conocés, Belén? - No mami, pero lo llamo a Miguel y le pregunto, ¿querés? - ¿Me parece a mí o estás que te morís por hablar con él? - Ay, mami, no puedo aguantar más. Si no te cuento me parece que te estoy traicionando - Belén, ¿qué pasa? - Miguel y yo nos amamos, dijo Belén poniéndose colorada, ya sé todo lo que me dijiste. Soy capaz de hacer un sacrificio y no verlo por un tiempo. Él seguro lo entendería, pero me dijo que él también me ama. - Ay, chicas. Ustedes entienden el problema y yo entiendo el tuyo, Belén. ¿Sabés? No puedo hacer nada cuando existe amor en serio. No te sacrifiques, sigue con Miguel. Sabemos que es un chico formidable. - Ay, ¡cómo te quiero mami!, dijo Belén abrazándola. Cecilia las abrazó a las dos y les dijo - No saben lo feliz que me hacen, pero ahora viene la prueba más difícil - ¿Cuál? - Hay que decírselo a papá. ¿No esperarán que lo diga yo? - Ay, ay, no habíamos pensado en eso, dijo Azucena, ¿Puede ser otro día? - No, señoritas, ahora van, le dan un beso y le cuentan. Aprovechen que no está María. Yo voy con ustedes. -

Las tres se fueron al living donde Ramón estaba mirando televisión. - Papá, ¿te podemos molestar un ratito? - Chiquitas, ustedes nunca molestan. ¿Qué pasó? - Te queremos hablar las dos, dijo Azucena - 98 -


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Cecilia, ¿tú sabés que pasa? Si, y no es nada grave y ustedes, bobas no vean a su padre como si fuera un ogro. Nunca les levantó la voz, siquiera. Bueno, empiezo yo, dijo Azucena con voz temblorosa, tengo novio. ¿No me digas chiquita? ¿Quién es? ¿Lo conocemos?, dijo Ramón Es el hermano de una compañera de facultad. Es Contador y es muy serio. ¿Y por qué no lo has traído a casa? ¡Ramón!, ahora no es así, lo rezongó Cecilia, ahora se toman su tiempo. No, mami, en realidad él quería venir, pero fui yo la que no quise hasta no decírselo a ustedes. Viste, mujer, se ve que se trata de un hombre de los de antes. ¿Pero no es algo mayor para ti, chiquita? No, es la misma diferencia ente tú y mami, le contestó Azucena que ya había tomado más valor. Bueno, dijo Ramón, el próximo fin de semana me lo presentás. Obvio que antes podés traerlo así tu madre lo conoce, y ahora tú también Belén, ¿qué me vas a decir?

Belén estaba totalmente colorada. Sentía que sus piernas le iban a fallar y no sabía si iba a poder hablar. - Es… lo… mismo… que Azucena, dijo Belén con un hilo de voz - ¿Y por qué te veo tan asustada?, Azucena me lo dijo y listo - Lo que pasa…papá… es que mi novio…es Miguel. - ¿Miguel Bárcena? - Si papá. Ramón se quedó pensando. Se rascaba la cabeza y miró a Cecilia. Ella le hizo una señal de asentimiento con la cabeza. Belén, mientras tanto, sentía que se desmayaba. - ¡Qué mierda!, dijo Ramón ¡que sea bienvenido a esta casa! Ese es un hombre de veras. Vení y dame un abrazo, mi amor. Belén llorando, se abrazó a su padre

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Gracias papá. No sabés lo feliz que se va a sentir Miguel de que lo aceptes. Pero Belén, mi amor, ¿como no voy a aceptar a alguien que se ha portado como él? Todo lo que ha hecho lo ha mostrado como un verdadero caballero. Cecilia, decile a Filomena que, antes de cenar, vamos a tomar una copa para festejar el acontecimiento. Papá, ¿antes me dejás hacerle una llamada a Miguel? Si mi amor

Miguel estaba sentado para cenar, mientras pensaba en el paso que había dado. En ese momento sonó su celular. Miró y era Belén. Si bien no lo esperaba, se sintió feliz de que lo llamara - Belén, qué alegría - Miguel, dijo ella entre sollozos - Belén , ¿que pasó?, por favor - Nada soy yo que estoy emocionada. Le dije a papá y mamá que nos queremos. - ¿Y qué te dijeron?, preguntó Miguel con miedo - Están felices de que vuelvas a casa - ¡Mi amor!, no sabés lo bien que me siento. Belén son las 9 de la noche. ¿Queda mal que vaya hasta allí? - No, te iba a pedir eso pero no me animaba. - En un ratito estoy ahí Cuando cortó la comunicación, pensó “este es el comienzo de mi verdadero sueño. Tengo que perseguirlo toda mi vida.” Poco después, Miguel tocó timbre en la casa de los Álvarez. Belén salió y se colgó del cuello de Miguel y lo besó. - Vení, no les dije que venías. Vamos a darles una sorpresa -

Entraron y Miguel se quedó hacia atrás Les traigo una sorpresa, les dijo Belén a sus padres y a Azucena, miren quien está aquí Hola, como están, dijo Miguel algo cortado Miguel, muchacho, venga un abrazo, dijo Ramón

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Lo abrazó y en algún momento Miguel le pareció que Ramón lagrimeaba. Enseguida lo abrazaron Cecilia y Azucena. - Bueno, está, no sigan que me lo gastan, dijo Belén riéndose entre las lágrimas. - Solo vine un momento porque esta nena me lo pidió, dijo Miguel - Tomás una copa, dijo Ramón - No te agradezco. Además tengo que manejar - ¿Ves mujer?, le dijo a Cecilia, estos son hombres serios - Pero tengo otra novedad, dijo Belén, ¿sabés quien tiene novio? Azucena. Pero lo más notable es que no te imaginás quien es el novio. Agustín tu compañero de trabajo. - No lo puedo creer. Te felicito Azucena, es un chico bárbaro. - Si, ya lo sé. Es muy parecido a ti - Bueno no es ningún mérito, bromeó él. Bueno me voy no los molesto más. Es tarde. - Miguel, esta casa es tuya, como siempre, vení todas las veces que quieras - Gracias Ramón -

Se despidió de todos y salió junto con Belén ¿No sabés como me siento?, dijo ella ¿Y yo? ¿Tenés idea lo que es para mi volver pero con alguien que me ha demostrado que me quiere bien? Te amo Miguel, pero una pregunta ¿Por qué no me dijiste que cuando estuviste afuera te sentiste mal? Fue algo muy pasajero. Ni yo me acordaba ¿No me estás mintiendo, no? ¿Cómo voy a mentirle a la mujer que amo?, Bueno me voy.

Se dieron un beso muy prolongado y después ella lo saludó con la mano cuando puso el auto en marcha. Llegó a su departamento. Hacía tiempo que no se sentía tan feliz. Estaba convencido que aquel día era el comienzo de la concreción de un sueño. Belén era la mujer de sus sueños. Pensaba “¿Cómo no me di cuenta antes? La tenía delante de mis ojos y no la veía. Bueno

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eso es lo que pasa con la mayoría de los sueños, los tenemos ante nosotros, no sabemos darnos cuenta y, al final, los perdemos.” Cuando estaba concentrado en sus pensamientos, sonó su celular. Al principio pensó que era Belén pero, cuando miró era un número desconocido - Hola - Hola, ¿Miguel?, respondió una voz de mujer. - Si, ¿quien es? - Beatriz, tu ex vecina, respondió ella - Hola Beatriz. Mamá me dijo que te había dado el número de mi celular. - Si. ¿Estás ocupado? ¿Estás solo? - No y si, son las respuestas, dijo Miguel riendo. - Bueno, dame la dirección de tu departamento. Estoy en mi auto con una botella de Champaña y un paquete de masitas. Quiero inaugurar tu departamento. Miguel, le dio la dirección y cortó la comunicación. Se preguntó “¿qué les pasa a las mujeres? ¿Será cierto que no encuentran hombres?” Sonó el timbre del departamento. Miguel abrió y apareció aquella bonita rubia con una solera liviana con breteles que lo sostenían. - Hola, Miguel. Tengo un reproche para hacerte. No me invitaste a la inauguración de tu nueva casa, - No hubo inauguración. - Por eso vine. Tomá, poné el champaña en la heladera. Estas son masitas para endulzar la vida. - Está bien, respondió él algo desorientado - Mostrame tu casa. Miguel la guió y le mostró lo poco que había para mostrar. Después se sentaron en el living. - ¿Te parece que la champaña estará fría?, preguntó él, por decir algo

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copas.

Si, traela mientras yo abro las masitas. Miguel fue a la heladera, sacó el champaña y llevó dos

Cuando fue al living, ella estaba agachada acomodando las masitas. “Es evidente que tiene un cuerpo maravilloso. Y con ese vestido tan corto y suelto se nota más.”, se dijo para sí. Ella se dio vuelta y lo miró. - Serví así brindamos. Miguel sirvió las dos copas y brindaron. - Ahora, un beso para festejar, dijo ella y se colgó del cuello de Miguel dándole un beso en la boca. Miguel, no sabía si seguirle lo que ella quería o echarla de la casa. Pero ella no le dio tiempo a pensar. En un solo movimiento se sacó la solera que traía y quedó solo con la tanga. Acto seguido, le sacó la camisa a Miguel y comenzó a desvestirlo. Entre besos y caricias lo arrastró hasta el dormitorio y tuvieron un encuentro sexual violento y sin pausas. Al terminar, ella tomó sus cosas, tomó un trago de champaña y se fue. Miguel quedó tan desorientado que lo único que atinó fue a comer unas masitas, porque recién allí se dio cuenta que no había cenado. Al día siguiente lo despertó el sonido de su celular. Miró. Era Belén - Hola amor, dijo Miguel - No puedo creer que estés dormido, dijo ella, son las 11 de la mañana - Me quedé dormido pensando en ti - Eres un amor, dijo Belén, te llamo porque papá te invita a comer un asado en casa. - Bueno, bárbaro, me cambio y voy. - ¿Querés ir conmigo a comprar algo? - Nada, dejá que yo llevo la sorpresa. Un beso, amor. - Un beso a ti.

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Miguel se bañó, se vistió y salió rumbo a una florería. Compró una rosa para cada una de las mujeres. Compró una extra por si estaba María. Después paró en una licorería y compró una botella del whisky que toma Ramón. Al llegar a la casa de los Álvarez, se bajó con todo lo que había comprado. Tocó timbre y salió Filomena a atenderlo. - Miguel, qué sorpresa. - No digas nada, Filomena. ¿Dónde están todos? - Atrás en el parrillero. Miguel se acordó que nunca le habían podido hacer decir barbacoa a Filomena. Entró y se asomó al jardín. La primera que lo vio fue Belén - ¡Llegó, llegó mi amor! Gritó mientras corría a colgarse del cuello de Miguel. - Un momento, señorita, le dijo él y le entregó una rosa Luego se aproximó a la barbacoa y le entregó una rosa a Azucena, otra a Cecilia y otra a María, que lo miró con desconfianza. A cada una de ellas le dio un beso - A ti, Ramón no te iba a traer una rosa, así que te traje esto, dijo Miguel entregándole la botella de whisky. La primera que se adelantó a darle un abrazo fue Cecilia, con los ojos llenos de lágrimas. Luego Azucena le dio un beso y Ramón le dio un abrazo y le dijo - Hoy si me tenés que acompañar con un trago, Belén, andá y pedile a Filomena que traiga hielo. - Si, papá. Belén, que había estado todo el tiempo tomada del brazo de Miguel, lo soltó y fue hacia la casa a hacer lo que le había pedido el padre. Detrás de ella entró María - ¿Te das cuenta que es un imbécil?, ¡Traernos una rosa! ¡Por favor!, dijo María. - Pero se acordó de hasta traerte a ti, le contestó Belén - 104 -


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No me jodas, ¡qué bien hice en sacármelo de encima!

Belén la miró para contestarle, pero no quería pelear con su hermana. En ese momento pensó: “la que te jodiste fuiste tú. Yo me quedé con el mejor hombre del mundo.” - Deciles a papá y mamá que voy porque me vienen a buscar, dijo María Belén le pidió a Filomena el hielo y volvió a la barbacoa. - ¿Y María?, preguntó Cecilia - La venían a buscar, así que dijo que les avisara que se iba, le contestó Belén. Cecilia salió a la puerta, sin decir nada. Vio cuando María se subía a un auto grande, color negro que lo conducía un hombre con la cabeza rapada. Percibió, también que venían otras personas atrás, pero no pudo saber quienes eran debido a los vidrios oscuros del auto. - ¿Qué pasó, Ceci?, le preguntó Ramón - Nada, nada, le contestó ella La única que se dio cuenta de lo que había hecho su madre, fue Azucena, pero estaba conversando con Belén y Miguel, por lo que no dijo nada. Para Miguel fue un alivio que María se fuera. La situación, para él era muy incómoda. Además notó, por la manera en que lo saludó, que había vuelto a ser la mujer que él conocía: autoritaria y fría. Almorzaron en un ambiente sumamente relajado, donde hubo bromas y risas. En un momento, Ramón dijo dirigiéndose a Azucena - ¿Por qué no le dijiste a tu novio que viniera? - Me dijo que estaba comprometido en ir a jugar al fútbol con sus compañeros y que no podía dejarlos.

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Ah, eso vas a tener que adaptarte, dijo Miguel, jugar al fútbol es su pasión Si, ya lo sé y lo respeto. Quedó preocupado, pero lo llamé cuando ya salía para ir a jugar. Entonces le dije que no se preocupara, pobre, dijo Azucena Cuando ya eran las 4:30 de la tarde, Miguel dijo Tengo que ir a visitar a un matrimonio, que son grandes amigos y que acaban de tener una bebita. ¿Querés venir conmigo Belén? Ay, si, me encantan los bebes. Me cambio y vamos. No se enojan, ¿no?, dijo dirigiéndose a sus padres. Mi amor, ese es uno de tus deberes a partir de ahora: Acompañar a tu novio a donde él te invite, dijo Cecilia Bueno, no es tan así. Lo haremos siempre que esté de acuerdo, dijo Miguel Mi amor, donde tú vayas, yo voy, dijo Belén riéndose y prosiguió, me cambio y ya vengo. No les creas nada, dijo Ramón riendo, el “ya vengo” pueden ser un par de horas. Viejo, no seas así, le reprochó Cecilia.

Mucho antes de lo que el mismo Miguel pensaba, apareció Belén. Llevaba puesto un vestido ajustado de color azul, con pequeñas mangas y falda corta. Se había maquillado levemente porque sabía que a Miguel no le gustaba verla toda producida. - Bueno, vamos mi amor, le dijo a Miguel. Miguel se despidió de Cecilia, Azucena y Ramón y salieron hacia la casa de Sandra y Pedro. Cuando iban en camino, Miguel dijo - Mi amor, me vas a hacer un gran favor - ¿Cuál?, dijo Belén agrandando sus ojos - No, no te asustes, vamos a comprar, como pareja, un regalo para la beba. Tú que eres mujer, te debes dar más idea. - Miguel, cómo te quiero, ¿te das cuenta que ya pensamos como pareja?

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Pararon en un Shopping y después de un rato, había comprado un vestidito rosado. - Sé que debe ser grande, pero ya le queda, dio Belén. - Está bien. Es una atención, le contestó él. Unos minutos después, tocaron timbre en la casa de Sandra y salió Pedro. Miguel le hizo señas de que no dijera nada. - Les vengo a presentar a Belén, mi novia, dio casi susurrando y mostrando gran orgullo Pedro le dio un beso a Belén y desde el jardín posterior, donde se oían voces de mujeres hablando, Sandra dijo - Pedro, ¿quién tocó timbre? - Una sorpresa, dijo y dejó que entraran Belén y Miguel tomados de la mano - ¡Miguel!, pero ¿qué es esto?, dijo Sandra con una sonrisa. Presentanos enseguida a esa belleza. ¿De donde la sacaste? -

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Belén se había puesto colorada y Miguel le dijo. No te preocupes, mi amor, siempre son así de bochincheros. Sandra, Mariana, ella es Belén, el amor de mi vida. Las dos se levantaron a darle un abrazo. Sandra le dijo No sabés lo feliz que nos hace verlo a Miguel enamorado. Además está con una cara de bobo que nunca le había visto. ¿Qué le hiciste? Nada, la que estoy boba con él soy yo, dijo Belén que ya se había recompuesto al ver la sinceridad de los amigos de Miguel. Decime como pescaste a este hombre, dijo Mariana En realidad hace muchos años que yo estoy enamorada de él, pero nunca se lo había dicho porque él estaba de novio con mi hermana María. ¿Eres hermana de María?, perdoname, no, pero no te parecés en nada a ella, dijo Sandra. No, somos muy diferentes.

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Bueno, dijo Miguel, no la martiricen. Sandra, te trajimos este regalito para Justina. Seguro le va a quedar grande, pero tiene un gran valor para nosotros. ¿Si? ¿Por qué?, preguntó Sandra Porque es la primera compra que hacemos como pareja, se animó a decir Belén Pero entonces hace muy poco que están de novios, dijo Mariana Si, muy poco, desde ayer, dijo Miguel ¡Eso es un amigo!, dijo Pedro, a los primeros que tenía que conocer era a nosotros. Vení Belén que tengo que darle de mamar a Justina, dijo Sandra, después la traemos para que Miguel la vea Las tres mujeres entraron. La beba estaba despierta. Ay ¡qué linda es!, dijo Belén Bueno, quizá pronto tengas a los tuyos, bromeó Sandra Belén, dijo Mariana, ¡qué bonita eres! Tengo que decirle a Miguel que te cuide No es necesario, nunca, pero nunca me iría de su lado, le respondió Belén. ¿Tanto así lo amás?, dijo Sandra mientras le daba de mamar a la beba. Si, ustedes saben parte de la historia. Mientras él estaba con María, yo sufría en silencio. Después, con todo lo que sucedió, me animé a mostrarle mis sentimientos. Y él, ¿cómo reaccionó? Al principio creo que tenía miedo, pero desde ayer es otro hombre. Lo vieron, está feliz como nunca lo había visto y hace años que lo conozco, dijo Belén Todo obra tuya No, no creo. Creo que es obra del destino, dijo con una sonrisa. Ay, esto parece de novela de la tele, dijo Sandra, no sigas contando que me vas a hacer llorar

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Sandra cambió a la beba y salieron al jardín donde habían quedado Miguel y Pedro conversando. Quien llevaba a la niña en brazos era Belén, que estaba visiblemente emocionada. Miguel tomó su celular y le sacó una foto - Esta visión no la puedo perder, dijo Miguel, estás adorable con la beba en tus brazos Luego le sacó otra a ella sola - Ay, este hombre está más perdido de lo que yo creía, dijo Mariana Belén corrió a abrazar a Miguel. - Mirala que linda es, dijo Belén, y además te mira con unos ojos grandotes. - ¿Te gusta, no?, si Dios quiere pronto vas a tener la tuya, dijo Miguel Belén se puso colorada - Me parece que te están haciendo una proposición, dijo Pedro riéndose. - Ya lo creo, afirmó Sandra. Estuvieron un rato charlando y, luego de despedirse de todos, Belén y Miguel partieron rumbo a la casa de Belén. Ella estaba seria. - ¿Pasó algo?, dijo Miguel - Decime un poquito, ¿quién es esa Mariana?, dijo Belén - Una amiga de hace años. ¿Por qué? - Porque te comía con los ojos. - ¿Estás celosa?, dijo Miguel con una sonrisa - Si. Miguel detuvo el auto en una calle con poco tránsito, le tomó la cara con las manos y la comenzó a besar. Le besó el cuello, los párpados y luego, la boca en un beso apasionado - ¡Miguel!, exclamó ella, estamos en la calle y además me entusiasman demasiado tus besos - Eso es para que no pienses que existen otras mujeres. La única eres tú, le contestó él.

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Ella se abrazó de él y retomaron la marcha. Al llegar a la casa, Miguel le preguntó - ¿A qué hora salís mañana de facultad? - Ay, Miguel recién salgo a las 10 de la noche, le contestó ella - Te voy a buscar. - Mi amor, ¿te vas a sacrificar a hasta esa hora? - Por verte a ti, hago cualquier sacrificio. ¿Y el martes? - No tengo facultad, ¿por qué? - Entonces el martes de noche vamos a casa de mis padres. Ellos no saben nada de lo nuestro. - Si es justo, ellos deben saberlo como lo supieron mis padres, dijo Belén - Bueno, ahora a dormir que es tarde, dijo Miguel - Si. Te amo, dijo ella dándole un beso muy prolongado. Belén se bajó del auto y le hizo adiós con la mano. Miguel puso el auto en marcha y se fue para su departamento. Cuando llegó, llamó a casa de sus padres. Atendió Martha - Mamá, ¿el martes de noche, van a estar? - Si, si no surge nada raro. ¿Por qué, Miguel? - Porque quiero ir a presentarles a mi novia - A ver, dejame tomar aire. ¿Qué dijiste? ¿Tú novia? - Eso mismo, mi novia - ¿Y desde cuando tenés novia?, dijo Martha - Desde ayer - Ay, adelantame algo para saber quien es. - No, nada, es una sorpresa. Decíselo al viejo - Te esperamos, pero él va a quedar más sorprendido que yo - Un beso, mamá - Un beso Un rato más tarde sonó el celular de Miguel. Pensó que era Belén, pero se equivocó: era Mariana - Hola cariño, ¿cómo estás? - Bien, Mariana, ¿Qué pasó?, contestó Miguel algo parco en sus palabras - ¿No me necesitás?, le preguntó ella - 110 -


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La verdad que no, Mariana y te agradezco tu interés. Te ha vuelto loco la pelirroja, ¿no? Mariana, siempre dijimos que si pasó algo entre nosotros fue por las circunstancias, así que no trates mal a alguien que yo quiero mucho, le dijo Miguel algo enojado Tenés razón, pero sabés que el corazón de una mujer siempre tiene esperanzas. ¡Qué yo nunca te di! Si, está bien. Que duermas bien. Un beso Chau, contestó Miguel

“Creo que la única manera de sacarme a todas estas mujeres es casándome con Belén, aunque no es seguro. Claro, yo también tengo la culpa por no haberlas echado a tiempo”, pensó Miguel

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CAPITULO XII

Comió algo que encontró en la heladera y se fue a acostar. Había sido un día muy intenso de emociones. Buscó su celular y miró las fotos de Belén. Le dio un beso y le dijo “buenas noches mi amor” Al día siguiente, Miguel se levantó temprano. Se preparó el desayuno y, mientras tanto, pasó las fotos de Belén a la Notebook. Una vez que tomó el desayuno, se baño, se afeitó y se vistió. Bajó al garaje, se subió a su auto y salió para la oficina. Cuando llegó, aprovechó que no era la hora de comenzar e imprimió dos veces la foto de Belén con la nena. Un rato más tarde fueron llegando sus compañeros. Cuando llegó Agustín, Miguel se levantó de su escritorio y fue y se dieron un abrazo - ¿No parece increíble?, dijo Agustín - Si, solo una casualidad hace esto, le contestó Miguel. - Cuenten que pasó, dijo Martina que los miraba asombrada. - Aunque no lo creas, Martina, Agustín y yo estamos ennoviados con dos hermanas, dijo Miguel - No lo puedo creer ¿Y ninguno de los dos lo sabían? - No, dijo Agustín, yo me enteré este fin de semana - Y yo también, afirmó Miguel - Ah, pero yo soy mujer, dijo Martina, a mí me tienen que mostrar fotos y contarme todo. Agustín tenía varias fotos de Azucena en su celular y se las mostró y le dijo - Azucena, mi novia, es compañera de mi hermana en facultad y me la presentó hace más de un mes. Empezamos a salir y, como es una chica exquisita, enseguida me enamoré de ella y se lo dije. - ¿Y ella? - 113 -


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Me correspondió enseguida Bueno, ahora contá tú, Miguel. En realidad lo mío es más complicado. Tú te acordás que yo estaba de novio con una chica, María Si, dijo Martina, mucho tiempo. Bueno, esa relación se fue desgastando y un día se terminó. Nunca supe a partir de cuando sucedió, pero sucedió. Un día, después de eso, me encontré que una de sus hermanas, Belén, era el amor de mi vida y así, a partir del sábado, formalizamos. Aquí tengo una foto de ella. No se asusten; la beba es la hija de unos íntimos amigos míos, dijo Miguel Los felicito a los dos. Son dos chicas preciosas, dijo Martina y agregó riéndose, ahora a marchar derechito

Se pusieron a trabajar en el memorándum para el que habían levantado información en Garzón. A Miguel le vino el recuerdo de la conversación de aquellos cuatro hombres en el restaurante y se quedó pensando. Un momento después se puso a trabajar, al recordar lo que le había dicho su padre: “no podés hacer nada”. En la tarde, Miguel avisó que salía un rato. Resulta que ya había concretado la compra de otro auto y tenía que ir a retirarlo. Cambió su Spark por un C3 rojo metalizado. Estaba feliz por el cambio. Era un progreso importante. Volvió a la oficina y se quedó trabajando hasta tarde. Una vez que salió, pasó por el Shopping y compró los portarretratos para poner las fotos que había impreso. Después se fue a su casa. Armó los cuadros y uno, el que tenía la foto de Belén con la nena en brazos, lo envolvió en papel de regalo. Después salió en su nuevo auto y se fue a buscar a Belén a la facultad. Se bajó del auto y se quedó esperando. Unos minutos más tarde la vio salir. Ella miraba para todos lados buscando el auto de Miguel. “¡Qué linda que es!”, se dijo y se acercó a ella - ¿Buscaba a alguien la señorita? - 114 -


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Ay, me asustaste, dijo ella colgándose del cuello de Miguel y besándolo, ¿no me digas que viniste a pie a buscarme? No, no vine a pie, hay sorpresas, le contestó él.

Se fueron hacia el C3 nuevito y ella le dijo - ¿Estás loco?, ese no es tu auto - A partir de ahora si, y es tuyo también Ella no cabía de asombro y dijo riendo - ¿Lo compraste de este color por mí? - Digamos que me inspiraste Le abrió la puerta y ella subió. Cuando él subió, le dijo - ¡Miguel, es divino! - Si, viste, pero tengo otra sorpresa. - ¿Cuál? dijo ella con esos ojos de niña curiosa que Miguel adoraba Miguel se dio vuelta y, del asiento trasero sacó el paquete con el portarretrato. Se lo dio. - ¿Qué es?, preguntó Belén - Desenvolvelo Ella lo desenvolvió y vio la foto de ella con la beba en brazos. Quedó un instante sin decir nada. Después, sin soltar el cuadro, se abrazó de Miguel. - Mi amor, ¡qué cosa más divina! Nunca se me hubiera ocurrido. - Bueno, te cuento que sobre mi mesa de luz, a partir de hoy, estás tú - ¿En serio? Pero no tengo ninguna foto tuya, se lamentó ella - No importa, yo soy feo. Tu foto en mi cuarto, lo embellece. - No, no seas malo. Mañana te sacás una foto, la encuadrás y me la regalás, dijo Belén. - Buen, si la señora manda, pero ahora vamos para tu casa que mañana hay que trabajar. - Si es cierto. ¿Te imaginás cuando le muestre la foto a mami? Le va a dar algo.

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Llegaron a la casa de Belén y ella, antes de bajarse le dijo riéndose - Derechito a casa. Ahora con auto nuevo - Mirá que te hago una demostración de mi amor aquí delante de tu casa. - No, solo dame un beso Se abrazaron los dos y se dieron un beso. - Buenas noches, amor, dijo ella - Buenas noches, te quiero, le dijo Miguel -

Belén entró a su casa, gritando Mami, mami, mirá lo que me regaló Miguel Ay, chiquita, no tenés que entrar de esa manera, ¿qué es tan importante?

Azucena también había sido atraída por los gritos de Belén Belén les mostró la foto en el cuadro. - Belén, qué linda que estás, pero de quien es esa niña tan linda, dijo Cecilia - Es de unos amigos que Miguel quiere mucho. Yo le dije a él que te ibas a asustar. - Mi amor, qué más quisiera yo que fuera tuya. Sería una nieta divina, dijo Cecilia abrazándola, mientras Azucena le había sacado la foto. - Dame, nena, esa foto va en mi mesa de luz, dijo Belén riéndose. Miguel llegó a su casa y se desvistió. Preparó algo de comer y se quedó mirando TV mientras comía. Un poco más tarde se fue a dormir mirado la foto de Belén. En ese momento le surgió una idea: “¿Por qué no le propongo a Belén que se case conmigo? ¿Qué tenemos que esperar? Es cierto, ella debe querer terminar su carrera, pero lo puede hacer estando casada, mientras no tengamos hijos. Ya sé es una idea loca, pero no la descarto, no puedo dejar escapar un sueño.”

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CAPITULO XIII

Al día siguiente, Miguel, como siempre, llegó temprano a la oficina. Ese día tenían que presentar el informe que había elaborado. Estuvieron trabajando en él. Era un trabajo de números y números, por lo que resultaba agotador. Al medio día, Miguel decidió darse un descanso y se fue a almorzar al Shopping. Cuando terminó de almorzar, se puso a recorrer joyerías. La idea de la noche anterior le había resultado buena y quería encontrar un anillo que le gustara a Belén. Encontró un anillo, fino, de oro blanco con una pequeña esmeralda y lo compró. Después se hizo sacar una foto por unas personas que pasaban. Lo miraron como bicho raro, pero igual accedieron. Luego compró un portarretrato y, cuando llegó a la oficina, la imprimió. Volvió a la oficina con su regalo en el bolsillo de su chaqueta. Se sentía feliz. Se daba cuenta que había dado un paso más para la concreción de su sueño. A las 6 de la tarde, cuando terminó su trabajo, se fue para su casa. Se cambió y llamó a Belén. - Hola, preciosa. ¿Cómo te fue hoy? - Mi amor, estaba esperando para llamarte yo. ¿A qué hora vamos a lo de tus padres? - 19:30, ¿te parece bien? - Estoy pronta antes así que, ¿si querés?, vení más temprano así te hago unos mimos - La oferta es tentadora. Voy un ratito antes. Un beso - Un beso, mi amor Un rato más tarde, Miguel tocó timbre en la casa de los Álvarez. Salió Belén, que ya estaba vestida con un trajecito de hilo, muy ajustado y calzaba unas sandalias bajas.

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Miguel la abrazó, le dio un beso y luego la separó y se quedó mirándola. - ¿Qué pasa, mi amor?, preguntó ella - Es que eres tan linda que no sé como puede ser que te tenga, dijo Miguel - No seas bobo. Lo mismo tendría que decir yo de ti. ¿Querés pasar? - Si, porque tengo que darte algo, dijo Miguel - Ay, ¿qué es? Pasaron al living y Miguel le entregó el portarretrato con la foto de él - ¡No lo puedo creer! Voy corriendo a ponerlo en el cuarto así la peleo a Azucena - No seas mala. No pelees a tu hermana - Si, pero ella se reía porque tiene una foto de Agustín y yo no tenía tuya. Allá salió ella para su cuarto. En ese momento apareció Cecilia. - Hola Miguel, dijo dándole un beso, me dijo Belén que van a ver a tus padres. Dales un beso de mi parte. - Gracias, Cecilia. - ¿Y dónde se metió esa loca que te dejó solo? - ¿Cómo loca?, dijo Belén que justo volvía ese momento, fui a dejar un regalo que me hizo Miguel - ¿Si? ¿Qué es? - Una foto de él. - ¡Qué lindo!, dijo Cecilia, pero no dejes solo mucho tiempo a este hombre, que te lo roban. - ¿Te creés que no lo se?, dijo riendo Belén, ¿sabés cómo lo cuido? Bueno, Miguel, nos vamos. Los dos saludaron a Cecilia y se fueron. Cuando iban en el auto, ella dijo - Me gustaba más el otro auto - ¿Por qué? Este es más grande, le contestó Miguel

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Justo por eso. En aquel íbamos apretaditos y aquí te tengo lejos. Miguel, se rió - Tenés cada cosa. Te quiero. -

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Al llegar a la casa de los padres de Miguel, el dijo Matenete detrás de mí así les das una sorpresa Estoy nerviosa, le respondió ella ¿Por qué? Son tus padres y los conozco de toda la vida, pero nunca como tu novia. No te preocupes, dijo él cuando subieron al ascensor.

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Miguel tocó timbre y su madre abrió la puerta. Hola Miguel, dijo Martha

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Miguel, sin decir nada se apartó para que su madre viera a Belén. - Tesoro, ¿No me digas que tu…? - Si, Martha, soy yo la novia de tu hijo, le dijo Belén abrazándola. - Emilio, vení a ver la sorpresa, dijo Martha El padre de Miguel se acercó y se quedó mirándola - ¡Pero es Belén!, exclamó - Si, papá, es ella, mi verdadero amor, dijo Miguel - Pero, pasen, pasen, dijo Martha, cuenten como ha sido esto que no estábamos para nada enterados. Belén y Miguel se miraron como preguntándose quien iba a tomar la palabra. - Bueno, dijo Belén tomando fuerte la mano de Miguel, cuento yo porque Miguel no va a querer decir algunas cosas. Ustedes saben todo lo que pasó con María. Desde hace años yo estaba enamorada de él. En realidad, no es por criticar a mi hermana, pero ella nunca lo supo valorar. Yo sufría por eso. Después que dejaron, me dije: no puedo dejar que se vaya y un día, me puse como loca y le dije que lo amaba.

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Martha que la miraba con asombro, le dijo ¿Y te animaste? ¿Y si él no te correspondía? No podía dejar pasar un minuto más. Si no me correspondía, no sé qué hubiera hecho, pero no creas, Martha, que fue fácil. Tu hijo no es fácil de convencer. El sábado pasado, caminando por la playa me dijo que él también estaba enamorado y yo casi reviento de felicidad. Miguel, decí algo, dijo Marta mientras Emilio miraba ¿Qué querés que diga, mamá?, encontré a la mujer de mis sueños. La tenía frente a mí y no me había dado cuenta. Yo te lo comenté hace un tiempo Es cierto, dijo la madre Y papá, ¿Qué opinás de todo esto?, preguntó Miguel Parece un clásico amor de adolescentes, dijo el médico, pero ustedes son grandes y eso asegura un amor duradero. Ay, gracias Emilio, dijo Belén, ¿viste, Miguel?, es la opinión de un especialista en la mente humana Todos se rieron de la ocurrencia de Belén. Contame, Belén, ¿qué dijeron en tu casa?, preguntó Martha Mamá está encantada pero el más entusiasmado es papá, que era al que le tenía más miedo, sobre todo después de lo que había pasado.

Se sentaron los cuatro a cenar. Durante la cena, la conversación fue muy amena. Hablaron sobre la carrera de Belén y de su trabajo. Los padres de Miguel miraban embelezados a Belén. Aquella niña pelirroja que habían conocido desde pequeña, era ahora una hermosa mujer y podía convertirse en su nuera y en la madre de sus nietos. Al terminar la cena, se quedaron un rato de sobremesa, pero como ya eran las 10 de la noche, Miguel dijo - Mañana todos trabajamos y todos tenemos que levantarnos temprano así que nosotros nos vamos. - Si, es cierto, dijo Belén - 120 -


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Se despidieron de los padres de Miguel y bajaron. Cuando estuvieron en el auto, ella le dio un beso y le dijo -

¡Qué lindo es sentirse bien! ¿Vamos a tomar una café?, le contestó él Si, si tú querés, le contestó ella sorprendida.

Llegaron hasta un lugar muy romántico sobre la costanera. Se sentaron en una mesa, uno frente al otro y pidieron un refresco cada uno. - ¿No estabas apurado por dormir?, dijo Belén con una sonrisa - Si, pero quería estar un rato más contigo. Además, te quiero pedir algo. - ¿Qué es?, le preguntó Belén con cara de niña curiosa. Miguel sacó la cajita con el anillo del bolsillo de su chaqueta, la abrió y mostrándosela, le preguntó - Belén, ¿querés casarte conmigo? Ella quedó muda un instante mientras le rodaban lágrimas por sus mejillas. Le tomó las manos a Miguel y le dijo - Nunca hubiera imaginado esto. Si, quiero compartir toda mi vida contigo. - Dejame que te ponga el anillo, dijo Miguel visiblemente emocionado. - ¡Cómo te amo!, dijo Belén mientras lo miraba a los ojos, no quiero hacer papelones pero quiero besarte. Miguel se paró, se sentó al lado de ella, tomo su cara entre las manos y le dio un beso apasionado. Cuando separaron sus bocas, Belén miró a los demás parroquianos para ver si los miraban, pero ninguno se había dado cuenta. Miguel se dio cuenta de lo que había hecho ella y le preguntó, con una sonrisa - ¿Se lo vas a contar a todos? - Ganas no me faltan - Te creo capaz, pero no lo hagas, por favor

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Ella se rió mucho de la ocurrencia de Miguel. Bueno, vamos que, en serio mañana es un día pesado

Mientras iban caminando hacia el auto, ella se tomó de la mano de Miguel y la otra mano, la del anillo, no hacía más que mirarla. - Si no mirás por donde caminás te vas a caer y te voy a tener que levantar, dijo Miguel - Si, es por eso, me caigo a propósito, dijo ella riéndose. Subieron al auto y se dirigieron hacia la casa de ella. Al llegar ella le dijo - Mañana, ¿a qué hora estás en tu casa? - A las 6 o 6:30, ¿por? - A las 6:30 estoy en tu casa. Me voy de la facu directamente a tu casa. - Belén, ¿en qué estás pensando?, le preguntó Miguel - En nada, solo que quiero visitarte - Está bien, te espero. ¿Compro algo para comer? - No, dejá, lo llevo yo Se abrazaron y estuvieron un rato besándose. Luego, Belén se bajó y le dijo - Dulces sueños, mi amor Miguel le tiró un beso con la mano. Esperó que ella entrara y se puso en marcha “Nunca había pensado que un sueño se concretara de esta manera. Es cierto que los sueños aparecen, pero cuando sucede, hay que atraparlos si no se escapan.”, pensó casi enseguida

Al llegar a su casa, se desvistió, se acostó y se durmió Mientras tanto, Belén entró a su casa y vio que la luz del cuarto de su madre estaba encendida. Golpeó suavemente y preguntó - Mami, ¿estás despierta?

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Si, mi amor, ¿qué pasa? Te quiero Mostar algo, dijo Belén entrando en la habitación y estirando la mano con el anillo A ver, dejame que me ponga los lentes. ¿Y esto qué es? Miguel me propuso que me case con él, le dijo Belén llorando Mi amor, es maravilloso, pero ¿por qué lloras?, dijo Cecilia Porque estoy muy emocionada. ¿Te das cuenta, mami, todo lo que ha pasado en estos días? No doy más de felicidad. Vení, dejame que te abrace como cuando eras chiquita

Madre e hija estuvieron un rato abrazadas sin decir palabra. Belén, se apartó, ya más calmada y dijo - Mami, ¿qué va a decir María cuando vea el anillo? - No puede decir nada. Ella tuvo su oportunidad y la desechó, así que nada, dijo Cecilia con una firmeza que sorprendió a Belén. Y, ahora andá a dormir y a soñar con ese hombre maravilloso. Cuando entró en el cuarto, Azucena estaba despierta estudiando en la cama - ¿Qué hacés estudiando a esta hora?, le dijo Belén - Solo estaba repasando para el parcial de mañana. ¿Cómo te fue? - Divino, mirá, dijo Belén mostrando la mano con el anillo - ¿Y eso?, dijo Azucena abriendo grande los ojos - Me propusieron casamiento - No te puedo creer. Vení abrazame Las dos hermanas estaban felices. Siempre había sucedido así porque ambas disfrutaban de la felicidad de cada una.

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PERSIGUIENDO UN SUEÑO

CAPITULO XIV

Miguel se despertó feliz por el paso que había dado. Sentía que, cada vez más cerca estaba de alcanzar ese sueño que tanto había perseguido. A pesar de sus 28 años, se sentía como un adolescente con su primer amor. Se fue a la oficina feliz de lo que estaba pasando. No podía pedir más. Él, que había estado persiguiendo un sueño, se le iba a hacer realidad. Reconocía que no siempre las cosas iban a salir tan bien, pero teniendo a alguien tan maravilloso como Belén, siempre iba a poder hacer frente a cualquier dificultad. Cuando salió a la calle en su auto, recién se dio cuenta que llovía intensamente. Al llegar a la oficina le mandó un mensaje de texto a Belén: “Buen día amor”. Casi al instante recibió otro “te extraño, te amo”. Miguel se quedó sonriente y buscó la foto de ella en el celular y se quedó mirándola, tan distraído que no se dio cuenta que había llegado Martina y le dijo riendo - ¿Te tiene bobo, no? - Buen día. No te oí llegar - Si, ya me di cuenta. No sabés que alegría me da que te sientas bien - Gracias Al rato Miguel estaba metido en su trabajo. Ese día tenía una entrevista con personas que había que seleccionar para una empresa cliente de la consultora. Ese trabajo le llevó casi todo el día, a tal punto que se olvidó de almorzar.

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A la 6 de la tarde salió de la oficina acordándose que Belén le había dicho que iba a estar a las 6:30 en su casa. Seguía lloviendo por lo que decidió, cuando salió de la oficina, llamar a Belén - Tesoro, ¿te estás mojando? ¿Querés que vaya a buscar? - No, no te preocupes. Nos vemos en un ratito. Beso Miguel llegó a su casa y se cambió. Se puso jeans, una remera y unos mocasines muy cómodos. Un rato más tarde, sonó el timbre. Miguel abrió la puerta y ahí estaba Belén, totalmente mojada, cargando una mochila y un paquete. Después de darle un beso pasándole la mano por la cabeza - ¡Nena, estás empapada! Te dije que te iba a buscar, le dijo Miguel - No me rezongues que no soy ninguna nena, protestó ella. Me voy a secar y cambiar. Decime donde están las toallas así me doy una ducha. En el paquete hay unas empanadas. Sacalas Miguel le indicó el lugar de las toallas y luego hizo lo que ella le pidió. Se fue al living y se quedó mirando por la ventana como llovía. Estaba tan distraído que no se dio cuenta que Belén apareció por detrás y lo abrazó. Él se dio vuelta la besó apasionadamente y luego la apartó un poco y la miró. -

Ella estaba vestida con un pijama rosado, de seda. ¿Y esto?, preguntó él ¿Te gusta?, me lo puse porque no me iba a quedar con la ropa mojada, le dijo ella con una sonrisa pícara Me parece que hay algo que no me dijiste, le recriminó Miguel, sonriendo Y, bueno, si. Le dije a mami que, como el tiempo estaba tan feo, venía a tu casa y me quedaba hasta mañana ¿Qué te dijo tu madre?, le preguntó él asombrado

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No tenés idea. Me dijo, nena cuidate pero, sobre todo, cuidá a Miguel, ¿podés creer? Le importás más que yo.

Miguel la tomó entre sus brazos y la besó. Sentir aquel cuerpo que solo estaba cubierto por un pijama de seda lo hacía sentir que tocaba el cielo con las manos. - Pero no me dijiste nada, dijo él. - Qué, ¿tenés algún inconveniente? - No, Belén, que más quiero yo que estés siempre conmigo, pero creo que lo correcto hubiera sido que yo hablara con Cecilia. - Ay Miguel, no seas tan formal. Ya no se usa. Pero vamos a comer algo. -

Belén le dio un beso y fue a la cocina. Vení Miguel que comemos aquí así no ensuciamos, le dijo ella Si, señora, allá voy.

Cuando llegó a la cocina, ella estaba acomodando las empanadas en un plato. Él la abrazó y dijo - No puedo creer en esto. Te amo Belén. - Yo también te amo. Se sentaron los dos, muy cerca un del otro y comieron en silencio. Miguel recién se acordó que no había almorzado. Se levantó y sacó una botella de refresco. - ¿Te gusta mirar televisión?, preguntó ella. - No, no siempre, solo cuando encuentro alguna película que me interesa, ¿por qué? - No, solo preguntaba. -

Terminaron de cenar y ella lavó lo que habían usado. Dejá Belén. Mañana viene Blanca y arregla todo No, tengo que colaborar, contestó ella

Miguel notó que, desde hacía unos minutos, Belén estaba seria y se la veía nerviosa.

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Belén, no me engañes, ¿pasa algo?, te noto nerviosa. No, nada, son cosas mías, le contestó ella. ¿Solo tuyas? ¿No podés compartirlas conmigo?

Ella se quedó callada, se sentó al lado de Miguel y lo abrazó. Después de un rato, Belén dijo - Es la primera noche que vamos a pasar juntos - Tú acostada en el dormitorio y yo aquí - ¿Hombre, te volviste loco? ¿Soy tu mujer o solo una amiga?, le reprochó ella con una leve sonrisa. Miguel se quedó mirándola como si aquella mirada lo hubiera sacado de este mundo. Cuando reaccionó, la tomó de la mano y la llevó al dormitorio. Se sentaron ambos en la cama y él, con gran delicadeza, comenzó a besarla. Ella le respondió en forma apasionada. - Ay, mi amor, me tenés que guiar…,dijo ella - No hables, tesoro, le contestó él casi susurrando. Muy lentamente le quitó el pijama y comenzó a besar todo aquel cuerpo maravilloso. Ella solo atinó a quitarle la remera a Miguel. Él terminó de desvestirse y, estando los dos desnudos, tuvieron su primer gran encuentro de amor. Belén se quedó largo rato abrazada a Miguel. No decía nada y mantenía sus ojos cerrados pero, por sus mejillas corrieron dos lágrimas. Él la miró y le preguntó - ¿Por qué llorás?, mi amor - Porque eres un hombre tan maravilloso que me hiciste sentir la mujer más feliz del mundo. - Eso es porque te amo con locura, tesoro. Ella fue al baño y, cuando volvió, solo tenía puesta la parte superior del pijama. Se arrodilló sobre la cama y el dijo a Miguel, que seguía acostado - ¿Sabés? Yo había leído mucho sobre las relaciones sexuales. Algunas cosas me daban miedo. Por ejemplo, las posiciones para hacer el amor. Miguel se sonrió

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No te rías, bobo, que me enojo. No, no me río, solo que todas esas cosas surgen de personas que tienen relaciones pero sin amor. Cuando se hacen con amor, como nosotros, cada cosa va surgiendo de las experiencias que cada uno quiere investigar. Pero dejate de conversar y vamos a dormir, dijo Miguel Ella se abrazó a él y le dijo al oído muy suavemente ¿Creés que podamos dormir mucho?

Él le quitó el saco del pijama y tuvieron otro encuentro de amor mucho más prolongado que el anterior. Después de eso los dos se durmieron abrazados

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CAPITULO XV

Esa misma tarde, Azucena le había dicho a Agustín que fuera a buscarla a la facultad para luego ir a la casa. Agustín, algo nervioso, había aceptado la invitación. Cuando llegó a la facultad en su auto un 206, Azucena lo estaba esperando junto a Pía, la hermana de Agustín. - Mi amor, dijo Azucena después de darle un beso, primero llevamos a Pía hasta tu casa, ¿si? - Lo hago porque me lo pedís con esa carita, si no le diría que se vaya sola, le contestó Agustín riéndose. - ¿Vas a conocer a tu suegra?, le dijo Pía riendo - No te rías, que estoy algo nervioso - ¿Por qué vas a estar nervioso?, le preguntó Azucena - Amor, no todos los días se da un paso tan importante. Para mi es como si fuera el paso anterior a que nos casemos - ¡Ay, no me digas que se casan!, gritó Pia - ¿Me estás proponiendo casamiento?, dijo Azucena abrazándolo y besándolo - Bueno. Primero no se pongan como locas porque vamos a terminar chocando. Además, es un paso muy importante. ¿Ustedes se imaginan que pasaría si nosotros no siguiéramos? ¿Qué les diría yo a tus padres, Azucena? - Amor, yo te quiero mucho y eso no va a suceder, pero no quiero que te sientas presionado, le dio Azucena mientras le acariciaba la cabeza. - No, no estoy presionado, les explicaba por qué siento que es un paso importante en nuestra relación. Unos minutos más tarde dejaron a Pía en su casa y siguieron para la casa de Azucena.

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Agustín es un hombre alto, de 1.80 m, delgado, pelo castaño claro y ojos castaños. Su altura hace que Azucena, a su lado, parezca más pequeña. -

Al llegar a la casa de los Álvarez, Azucena le dijo Mi amor, yo estoy tan nerviosa como tú. Acordate que tú eres el primer hombre de mi vida y serás el único.

Se bajaron del auto y, tomados de la mano, entraron en la casa. - Mami, gritó Azucena, estamos acá Cecilia salió al living y, luego de darle un beso a Agustín, le dijo - Estoy encantada de conocerte, pero, Azucena, no es manera de entrar en casa. - Es realmente un gusto conocerla señora y no importa lo de Azucena, ya he aprendido a cómo es ella y creo que es una de las cosas que más me enamoraron, le respondió Agustín - Bueno te quiero aclarar dos cosas, dijo Cecilia, tienes que quitar lo de señora y, además, tenés que tutearme. Lo otro es que me has cambiado a mi Azucena. Ella siempre fue muy retraída y pocas veces se le podía ver esa preciosa sonrisa que tiene. Ahora es como una campanita - Mami, no me asustes a Agustín, dijo Azucena. Yo te dije que él es muy formal ni tampoco digas como era yo antes porque se va a creer que hizo un milagro. -

Los tres se rieron. Bueno, dijo Cecilia, los dejo solos. Ya sabés que esta es tu casa, Agustín. Gracias, Cecilia, dijo Agustín que le costó no poner el “señora” antes Gracias, mami por lo canchera, dijo Azucena.

La pareja se quedó conversando y en un momento, Agustín la abrazó y la besó. Ella se puso colorada porque nunca le había pasado estando en su casa. - 132 -


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¿Qué pasó?, preguntó Te amo y quiero seguir contigo para siempre, le respondió Agustín - ¿Estás proponiendo…?, dijo Azucena - Silencio, dijo él con una sonrisa, por ahora es un secreto entre tú y yo, le dijo Agustín Ella lo abrazó y así se quedaron un rato - Te quiero Agustín, dijo Azucena casi en un susurro. -

Un rato más tarde Agustín se despidió de Cecilia y después de Azucena que lo acompañó hasta la puerta, donde se dieron un beso apasionado. Eran las 6 de la mañana y Miguel sintió que Belén le daba un beso. Abrió los ojos y vio su cara que parecía un sol. - Mi amor, tenemos que ir a trabajar, le dijo ella Él se incorporó y la vio con el saco de de pijama sin abrochar que dejaba ver parte del torso. La abrazó y le dijo - Si me despertás así no voy a trabajar, y la abrazó besándola - Bueno, te quiero mi amor, pero me vas a tener que llevar hasta casa para que me pueda cambiar. La verdad es que yo también me quedaría. Mientras te vestís te preparo un café. Miguel se levantó y se fue al baño. Al rato salió afeitado, bañado y vestido. Ella ya estaba vestida y había preparado dos tazas de café y unas tostadas. - ¿Cómo dormiste, Belén?, le preguntó él - Como nunca. Cuando me desperté y te vi durmiendo a mi lado, creí que estaba soñando, le respondió ella. Tomaron su desayuno y se fueron a casa de Belén. Cuando llegaron, Belén dijo - Miguel, ¿no sería bueno que viviéramos juntos? - Pero no nos casamos, todavía, contestó él algo sorprendido

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Ya se, bobo, eso es lo de menos. Es que me va a ser muy difícil estar lejos de ti. - A mí también, pero lo conversamos el fin de semana, ¿te parece? - Si, está bien. Yo hoy lo voy a hablar con mami, dijo Belén Se dieron un beso y Miguel partió para su trabajo. -

Belén entró en su casa y se fue directo al dormitorio de su madre. Cecilia estaba acostada, todavía. - Belén, mi amor, ¿Cómo te fue?, dijo Cecilia - No podés imaginarte, mami. Miguel es el hombre más divino del mundo. Me hizo sentir como una mujer, como una señora. - Ay, tesoro, tenía tanto miedo - ¿De qué mamá? - De que desilusionaras. Muchas veces sucede que, en los primero encuentros las cosas no funcionan bien y una termina desilusionada. - Nada de eso, mami, dijo Belén, es más te vengo a contar algo para ver que pensás. - Decime - Quiero irme a vivir con Miguel - ¿Estás segura? ¿Y qué te dijo él?, dijo Cecilia - Yo estoy totalmente segura. Miguel me dijo “pero no estamos casados”. Yo le dije que no fuera antiguo. Creo que no le gustó que le dijera eso, pero me dijo que el sábado lo hablamos. Supongo que él no quiere dar ningún paso sin que papá y tú lo aprueben. - Eso demuestra el hombre que es. Es algo para que lo valores, dijo Cecilia - Bueno, pero yo también soy buena. Siempre lo estás defendiendo y elogiando a él, protestó Belén con una sonrisa, bueno voy a vestirme si no voy a llegar tarde. Cuando entró en su habitación, Azucena se estaba aprontando para irse a la facultad. - Contame cómo te fue, le dijo a Belén.

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No sabés Azucena, es maravilloso. Ojalá a ti te pase lo mismo con Agustín Tengo que irme. Luego me tenés que contar con lujo de detalles. Si, te cuento, dijo Belén que estaba abrazada al retrato de Miguel.

Miguel estaba en la oficina y se sentía perdido. Tan lejos y tan cerca tenía a su amor. ¿Cómo podía asegurar ese sueño que tanto tiempo había acariciado? ¿Cómo meterse en el pensamiento del ser amado para saber que piensa? Todas preguntas que hace que se sientan las mariposas en el estómago. Con la edad que tenía, Miguel nunca se había sentido así. -

Perdimos a unos de los más importantes asesores, dijo una voz femenina Martina, no escuché cuando entraste, dijo Miguel Si, ya me di cuenta, lo único que falta es que también te pierdas al venir a trabajar, rió ella Es que, en serio, me siento muy bien, le contestó Miguel No es por ser mala, ¿pero te acordás cuando te dije que María no era para ti? Si, siempre lo tengo presente.

En ese momento llegaron Agustín y Martín. - ¿Qué pasó?, preguntó Agustín - Nada, dijo Martina riendo, que encontré a Miguel volando en la nubes - Mirá también a quien se lo decís. Creo que él vuela más que yo, dijo Miguel Se rieron , mientras que Martín preguntó - ¿De qué se ríen? - Ah, tenés que entrar en la categoría de hombres hechizados por mujeres, dijo Martina con una sonrisa.

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Como el viernes era feriado, el trabajo había aflojado un poco por lo que se podían dar el lujo de salir a almorzar al mediodía. Agustín y Miguel salieron juntos. Cuando estaban almorzando, Agustín le contó de la experiencia de conocer a Cecilia. Miguel lo animó. - No sabés. Es una familia fantástica. Te vas a convencer cuando conozcas a Ramón. Es un hombre bárbaro. - Te cuento una cosa, dijo Agustín, tengo ganas de proponerle casamiento a Azucena, ¿qué te parece? - Agustín, estamos en las mismas. Yo se lo propuse a Belén. - Ah, no dijiste nada - Creo que es algo que se comparte con los amigos, solamente, le respondió Miguel - ¿Qué opinás? - Mirá, creo que si estás seguro, tenés que hacerlo. Eso sí, creo que son mujeres para toda la vida. - Si, eso lo tengo clarísimo, pero no sé que dirá ella. Quiere terminar su carrera, lo que me parece fantástico y, además solo tiene 23 añitos. En realidad eso no importa porque se me ha mostrado como toda una mujer - Entonces hacelo, le dijo Miguel - Hablando de otra cosa. ¿Qué van a hacer Belén y tú esta tarde? - No creo que hayamos planeado algo - ¿Por qué no vamos los cuatro juntos al cine y después vamos a cenar? - Me parece bárbaro, dijo Miguel, esperá que la llamo a Belén -

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Miguel tomó su celular y llamó a Belén Hola amor, contestó ella, ¿qué eso de llamar a esta hora? ¿Usted no tiene que estar trabajando? No rezongues que te amo más. Escuchame. Estamos almorzando con Miguel y me preguntó si no queremos ir con ellos al cine esta tarde y después a cenar. ¡Qué linda idea! Avisame a qué hora venís. ¿Azucena ya sabe?

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Creo que sí, si me dice Agustín que ya sabe, pero lo que no sabe es que van con nosotros Se va a quedar loca de la vida Un beso, tesoro Uno más grande para ti

Acordaron, con Agustín en ir a buscar a las chicas a las 19:30. Se pusieron de acuerdo en ir en el auto de Miguel ya que les parecía ridículo ir en los dos autos al mismo lugar. Miguel le mandó un mensaje de texto a Belén: “a las 7 y media las pasamos a buscar a las dos. Beso. Te amo” Casi un instante después, recibió un mensaje de Belén: “estaremos prontas esperando el amor” En el momento que Belén recibió el mensaje de Miguel, Belén le estaba contando a Azucena como había sido su noche con Miguel. - Contame con todos los detalles, dijo Azucena - Ay, nena, hay cosas que tendrás que imaginarlas, le dijo Belén riéndose. - Buen, no des tanta vuelta y contá, dijo Azucena ansiosa - Yo le había dicho a Miguel que iba a su casa a cenar y que yo llevaba la comida. Él me ofreció ir a buscarme porque llovía mucho y yo me negué - Pero, ¿por qué? Él fue muy amable, dijo Azucena - Ya vas a ver. Cuando llegué a su casa yo estaba empapada y entonces le dije que me indicara donde estaban las toallas porque me iba a pegar un baño. - ¿Te bañaste en la casa de Miguel? ¿Y él qué hizo? - No me interrumpas más. No hizo nada me esperó. Yo me bañé, me perfumé y me vestí con el pijama de seda que había llevado en mi mochila. Salí muy silenciosamente del baño y él estaba mirando por la ventana del living. Fui y lo abracé. Él se dio vuelta y me separó un poco y me preguntó por qué estaba vestida así. Yo le dije que como llovía mucho le había dicho a mami que me quedaría en su casa. Él quedó muy asombrado. Cenamos en la cocina y luego nos sentamos en el living. Yo - 137 -


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estaba muy nerviosa y Miguel me preguntó el por qué. Yo te dije “es la primera noche que pasaremos juntos” y él me dijo “tú en el dormitorio y en el sillón del living” ¿Y qué le dijiste?, dijo Azucena con los ojos bien abiertos Le dije si estaba loco. Que yo era más que una amiga. Entonces, vino lo más divino. Me tomó de la mano y me llevó al dormitorio. Nos sentamos juntos en la cama y me empezó a besar mientras me sacaba el saco del pijama. Bueno, está. Lo demás imaginalo. ¿Y cómo te sentiste? Maravillosamente. Miguel es un hombre muy dulce. Me hizo sentir como una mujer, pero no una cualquiera, sino como su mujer. Tanto que ya le dije a él y también a mamá que quiero ir a vivir con él. ¿Qué te contestó? Que quería hablarlo con mamá y papá Belén, qué divino. ¿Quién sabe cuando me pasa a mi?, pero puede ser pronto ¿Cómo?, dijo Belén abriendo los ojos muy grandes. Si, ayer estuvo Agustín. Mamá quedó encantada con él. Cuando se iba me dio un beso único y me dijo que quiere estar toda la vida conmigo. Azucena, ¿te casarías? Lógico, mujer, con un hombre como Agustín, cien veces, pero no digas nada En ese momento apareció Cecilia. Están muy misteriosas ustedes desde que se ennoviaron. No mami, dijo Belén, nos contamos las cosas que nos pasan. Recuerden que siempre estaré yo apoyándolas, así que si tienen dudas me las plantean. Si, mami, dijo Azucena, sabés yo estoy tan contenta que, a veces tengo miedo ¿De qué tenés miedo, chiquita? De que sea solo un sueño. Nunca pensé que me iba a enamorar de un hombre como Agustín.

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Hay que tener fe, dijo Cecilia, las cosas buenas le pasan a las personas buenas y ustedes dos siempre han sido hijas ejemplares. Pero díganme, ¿ustedes no van a salir? Si, ¿por?, dijo Belén Por la hora, ¿o van a dejar a los muchachos esperando como dos maleducadas? Ay, tenés razón, dale Belén

Ambas fueron a prepararse para salir con sus respectivos novios. Agustín decidió dejar el auto en el estacionamiento del edificio ya que él vive en el otro extremo de la ciudad en una preciosa casa en barrio de El Prado. El Prado es un barrio tradicional de la ciudad de Montevideo ubicado al norte de la misma. Ambos se fueron en el auto de Miguel hasta la casa de los Álvarez. Al llegar los dos se bajaron del auto y Miguel tocó timbre. Unos minutos después salieron Azucena y Belén. Las dos parecían dos modelos a tal punto que Miguel exclamó, riendo - Vamos a parecer las bellas y las bestias - Miguel, dijo Belén al darle un beso, presentame a mi futuro cuñado Agustín se adelantó y le dio un beso a Belén. - ¿Vamos?, dijo Miguel - Si, ya nos despedimos de mamá, contestó Azucena. Durante toda la velada hubo risas y conversaciones sobre diferentes temas. Era evidente que los cuatro se llevaban muy bien. Ellos que habían labrado una amistad y las hermanas que se quieren entrañablemente. Al terminar de cenar, eran las 11:30 de la noche. Belén y Azucena estaban tan entusiasmadas que insinuaron la posibilidad de ira a algún Pub.

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Tanto Miguel como Agustín fueron terminantes en que ya era tarde y que lo más lógico es que planeara para una salida para el día siguiente, que era feriado. -

Ellas reconocieron que los varones tenían razón. Ahora vamos a dejar a las niñas y después te traigo a retirar tu auto, dijo Miguel ¿Qué es eso de niñas?, dijo Belén con una sonrisa

Azucena se había acurrucado junto a Agustín en el asiento trasero. - ¿Sabés algo, Agustín? Has cambiado totalmente a mi hermana, dijo Belén - Si, tú mamá dijo lo mismo. La adoro por como es, le contestó él Cuando iban llegando a la casa de los Álvarez, Belén le dijo a Miguel. - Pará y apagá las luces. - ¿Qué pasa? - ¿Ven esos dos autos negros frente a casa?, son las migas de María con sus amigos. Deben estar esperándola a ella, dijo Belén - Pero ¿por qué no podemos seguir?, preguntó Miguel - No, Miguel, por favor, dijo Azucena, las amigas de María son malas personas. No quiero encontrarme con ellas. - Está bien Unos minutos después salió María de la casa, se subió a uno de los autos y partieron. - Parece algo misterioso, ¿no?, dijo Agustín que hasta ese momento solo miraba - Lo es Agustín, pero es mejor que nos mantengamos alejados. Con María nunca se sabe cómo va a reaccionar. Seguramente Miguel ya te ha contado, dijo Belén - Si, lógico

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Miguel adelantó el auto hasta la puerta y todos se bajaron. Se saludaron y las chicas entraron en su casa. Al escuchar que entraban, Cecilia, que estaba despierta, preguntó - ¿María? - No, mami, somos nosotras Las dos entraron al cuarto de su madre y se subieron a la cama como cuando eran niñas. - Hola chiquitas, dijo Cecilia, no las esperaba tan temprano. - Sucede, mamá, que nuestras parejas son hombres serios. Les insinuamos de ir a algún Pub, pero nos dijeron que no era hora, dijo Azucena - ¡No les puedo creer!, ¿tan formales son los dos? - Si mami, tú sabés como es Miguel. Bueno, Agustín es más formal que Miguel, dijo Belén - Chicas, ustedes no saben lo feliz que me hacen. Mañana, cuando se lo comente a papá se va a quedar orgulloso. Además, cuiden a esos muchachos. Yo creo que son únicos. - Ay, mami, siempre elogiándolos ¿Y nosotras?, dijo Belén. - Ustedes son divinas. - Ah, dijo Belén, me parece que vas a tener que preparar dos casamientos. - A ver, explíquenme eso. Azucena la miró a Belén con cara de enojo pero riendo. - Agustín me dijo que quería vivir siempre conmigo, dijo Azucena - ¿Y qué dijiste?, dijo Cecilia - No supe qué decir. Pero él me dijo que era algo que teníamos que hablarlo, pero se ve que está dispuesto, respondió Azucena - ¿Y a ti qué te parece?, preguntó Cecilia - Un sueño, mami, un sueño En ese momento les sonó el celular a las dos anunciando que tenían mensajes.

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Para Azucena decía: “dulces sueños mi amor. Ya estoy en casa. Mañana te llamo” Para Belén: “ya te estoy extrañando. No puedo vivir sin ti. Te quiero a mi lado. Te amo. Cuando puedas me llamas” - Mamá, dijo Azucena, mirá. Y le dio a leer el mensaje - Y mirá el mío, dijo Belén Una vez que Cecilia leyó los dos mensajes les dijo Chicas, ustedes están tratando con hombres que ya son maduros. No pueden jugar con ellos, no se lo merecen. Tú Belén parecés dispuesta a seguir adelante. Me parece muy bien y tú Azucena, pensalo y si lo tenés decidido, yo soy la primera que las voy a apoyar a las dos - Gracias mamá, dijeron las dos a coro - Bueno, ahora vayan a dormir que yo estoy cansada. Además papá debe estar por llegar porque me dijo que venía esta noche. Ambas chicas le dieron un beso a su madre y se fueron a su dormitorio. -

Un poco más tarde llegó Ramón. Venía cansado y con calor. - Hola mi amor, dijo Cecilia. - Hola mamá. No te imaginás el calor. Terminamos tardísimo el conteo pero ya embarcamos todo. - Papá, pegate una ducha mientras te preparo algo de comer - Listo. ¿Y las chicas? - Ahora te cuento mientras comés. Un rato más tarde apareció Ramón en la cocina con un short y una remera. - ¿Querés tomar algo?, le preguntó Cecilia - No, estoy muy cansado. Contame de las nenas. - María salió con sus amigas, ya sabés, no me gusta pero no me voy a pelear. Belén y Azucena fueron al cine y a cenar con sus

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novios, pero ya están en casa. Fueron ellos que no quisieron que llegaran tarde a casa. No sabés. Conocí a Agustín. Es otro Miguel. Muy formal y muy serio, pero te digo algo que me puso triste. ¿Qué fue mujer? En poco tiempo se nos van las dos ¿Cómo? Si, la chiquita ya tiene proyectos de matrimonio ¿No me digas? ¿Y tan bueno es el chico? Si. Excelente. Entonces mejor Estas chicas salieron muy buenas. Y María también, no seas malo. No, mujer, lo que sucede es que me tiene muy preocupado su situación. Has visto como ha llegado a casa. Además sale si decir donde va ni con quien. Pero ya es mayor, Ramón. Si, ya sé, pero igual me preocupa. Fijate que Azucena enseguida quiso traer al chico a que lo conociéramos. Ni que hablar de Belén. Bueno, vamos a tratar de dormir, que ya es tarde y tú, Ramón debés estar cansado. Mañana seguimos la charla. Hasta mañana querida, le respondió Ramón.

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CAPITULO XVI

Eran las 3:30 de la mañana cuando Cecilia se despertó sobresaltada con el sonido del timbre de la puerta de calle y con gritos que no alcanzaba distinguir. Lo despertó a Ramón y se fueron hacia la puerta de entrada y oyeron los gritos - MAMÁ, ABRIME POR FAVOR MAMÁ,…ME ATACARON - Es María, dijo Cecilia mientras habría la puerta Cuando Cecilia y Ramón vieron a María, no podían creerlo. Estaba con toda la ropa rasgada, parte del torso desnudo, tenía moretones y magulladuras en todo el cuerpo, en la cara tenía un corte que estaba sangrando. Además, toda su ropa estaba sucia con vómitos. - ¡María!, gritó Cecilia, ¡¿qué te pasó?! - Trataron…de…violarme, respondió María antes de desmayarse. -

Ramón la alzó entre los brazos y le dijo a Cecilia Llamá a la emergencia y explicá de que se trata. Yo me quedo con ella y llamo, a Martha. Martha, Ramón, perdoname la hora pero atacaron a María y necesitamos que vengas…suponemos que la violaron… ¿precisás que te vaya a buscar?...bueno, gracias.

Martha y Emilio salieron lo más rápido posible hacia la casa de los Álvarez. Mientras tanto ya había llegado la emergencia y ya habían comenzado la tarea de reanimación revisando además las heridas que tenía. Le pidieron ropa a Cecilia para poder cambiarla.

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Al llegar los Bárcena a la casa de Cecilia y Ramón, Martha saludó a los médicos de la emergencia que eran conocidos porque ella es ginecóloga forense. -

Martha revisó a María y enseguida dijo Por suerte no hay violación, pero veo que los golpes que ha recibido han sido muy fuertes

María estaba saliendo de su desmayo y se había puesto a llorar. - Mamá…, mamá…fue espantoso… - Tranquila, mi amor, no hables. Ya estás en casa y los doctores te están atendiendo En ese momento, el médico de la emergencia lo llamó a Ramón y le dijo - Por ser un ataque en la vía pública, estamos obligados a avisar a la Policía. Además hay que internarla porque puede tener lesiones internas. - Perfecto, yo voy a llamar a mi abogado Mientras el médico iba a la ambulancia para conectarse con la Policía, Ramón tomó el teléfono y llamó a su abogado - Julián, Ramón te habla. Perdoname la hora pero atacaron a una de mis hijas en la calle. Van a avisar a la Policía por lo que quiero que tú estés presente…perfecto. - ¿Qué dijo?, preguntó Cecilia - Que no dejemos que la interroguen hasta que él llegue, y dirigiéndose a Martha, me pidió que tú te hicieras cargo. - Si, quédense tranquilos. Ahora la están preparando para trasladarla. -

María, que ya estaba consciente, hablaba con dificultad Mamá, por favor, vení conmigo Si, mi amor, quedate tranquila.

Emilio, que había estado observando, se acercó a Cecilia y le dio un calmante - 146 -


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Lo vas a precisar. Es muy necesario que estés muy calmada Gracias Emilio, pero dame otro para Ramón. Está muy tensionado y tengo miedo por su corazón En ese momento llegó un patrullero de la Policía.

El oficial, después de saludar, quiso que le relataran lo sucedido. Ramón, aprovechando que iba entrando el abogado, les relató lo que Cecilia y él sabían y les dijo que hablaran con Martha y con Julián Ellos estuvieron unos minutos conversando y los policías se fueron. María ya estaba en una camilla y se la llevaban hacia la ambulancia. La acompañaba Martha. Cecilia le dijo - Ramón y yo vamos en el auto Durante todo el tiempo, desde que Ramón entró a María, Belén y Azucena se habían acurrucado en un rincón, abrazadas y estaban llorando por aquella escena que nunca habían imaginado. Cuando Cecilia dijo que iba a acompañar a María, Belén se levantó y le dijo a su madre. - Mami, nosotras dos nos vamos en taxi a lo de Miguel. No queremos quedarnos solas. - Está bien, chiquita. Llévense ropa y ahora le pido a papá que les de algo de dinero Belén y Azucena fueron al cuarto, tomaron sus mochilas y pusieron lo necesario. Cada una agregó la foto de su novio. Cuando ya había salido la ambulancia, Cecilia y Ramón salieron en el CLC detrás de ella. Emilio, que se había quedado atrás, escuchó la conversación de Belén y su madre por lo que dijo. - Chicas, yo las llevo y después sigo para donde está internada María

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La ambulancia ya se había ido. Belén y Azucena subieron al auto de Emilio y Belén dijo - Voy a llamar a tu hijo para que no se asuste. Tomó su celular Belén, ¿qué pasó? Algo horrible, pero nosotras estamos bien. Te llamé para avisarte que Azucena y yo vamos para tu casa. Estamos en el auto de tu papá. - Está bien, amor, pero me dejaste preocupado. Las estaré esperando. Un beso La voz de Miguel era, en parte, de dormido, pero por otro lado, de angustia al no saber que había pasado. -

Poco más tarde Azucena y Belén tocaron timbre en la casa de Miguel. Cuando este abrió, amabas se le abrazaron llorando. Él les quitó las mochilas y con un brazo sobre los hombros de cada una las acompañó hasta el sillón del living. - Por favor, chicas, cuéntenme que pasó, dijo él - Hay Miguel, dijo Belén, a las 3 o 3 y media, María llegó a casa con toda la ropa rota, toda vomitada encima y golpes y heridas por todo el cuerpo. - ¿Tuvo un accidente? -

Belén se puso a llorar y le pidió Azucena Por… favor…seguí…tú No se si podré, dijo Azucena, no según lo que decía María, habían intentado violarla. Ay, perdoname Miguel pero tengo ganas de vomitar.

Belén abrazó a su hermana y fueron al baño. Miguel, que había quedado muy nervioso, tomó su celular y llamó a su padre. - Viejo, explicame algo de lo que pasó - Mirá, Miguel, lo que sabemos hasta ahora es que atacaron a María e intentaron violarla. No sabemos ni donde ni quienes, pero está muy golpeada. Tu madre la está atendiendo. Nos quedamos tranquilos porque no hubo violación, pero María

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está en estado de shock por lo que no ha podido decir nada coherente. Papá, las chicas están aquí muy nerviosas. Azucena está vomitando Quedate tranquilo. Ya voy para allí Belén y Azucena volvieron al living. ¿Cómo estás, Azucena?, le preguntó Miguel Mejor. Creo que fue la impresión junto con estar dormida. Gracias Miguel No, no tenés por qué. ¿Y tú amor, cómo estás? Ahora que estoy contigo estoy un poco más tranquila, respondió Belén Bueno, hablé con mi viejo y está viniendo para acá.

Miguel se sentó en el sillón entre medio de las dos hermanas y las abrazó a ambas. Belén le acarició la cabeza y Azucena le dio un beso en la mejilla. Unos minutos más tarde, Emilio tocó timbre. Ya eran las 7 de la mañana. Miguel se levantó y fue a abrir. - Viejo, que suerte. Aquí están mis protegidas - A ver chicas, dijo el médico, su hermana está bien. Todavía está en estado de shock por lo que le pasó, pero ya le hicieron estudios y no tiene lesiones graves, solo golpes y algunas lastimaduras. Ustedes tienen que descansar, así que tomen esto, acuéstense y traten dormir. - Gracias Emilio, dijo Belén Miguel las acompañó hasta el dormitorio y, cuando iba a cerrar la puerta, Belén se le colgó del cuello, le dio un beso prolongado y, luego le preguntó - ¿Tú que vas a hacer? - Voy a estar aquí. Más tarde voy a llamar a Agustín - No te vayas, dijo suplicante Belén - No, amor, las voy a estar cuidando. Ellas se acostaron y con el efecto de la medicación que les dio el médico y el cansancio, se durmieron casi enseguida.

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Miguel volvió al living donde estaba su padre Decime papá, ¿qué puede haber pasado? Te cuento. Anoche cuando íbamos llegando a la casa de las chicas, Belén me dijo que parara porque había unos amigos de María que la estaban esperando. Había dos autos negros, con los vidrios oscuros, pero, según Belén, también estaban las amigas de María que yo las conozco. Casi enseguida salió María de la casa, se subió al auto de adelante y se fueron. Mirá, es todo muy raro. De lo que te voy a decir no podés repetir nada ni a tu novia ni a la policía, si te interroga. María estaba casi al borde de un coma alcohólico. Además, en su ropa, había rastros de vómitos. No es difícil que la hayan atacado en la calle cuando volvía de estar con su pareja. ¡Qué vida eligió!, ¿no?, dijo Miguel Si, la verdad es que no se explica, de una familia como la de ella. Date cuenta estos dos ángeles que están en tu cuarto, no tienen nada que ver. Bueno, Miguel, me voy a acompañar a tu madre. Si tengo novedades te llamo. Gracias, viejo, dijo Miguel dándole un beso a su padre

Cuando su padre se fue, Miguel se recostó en el sillón del living. Se puso a pensar “Qué vueltas da la vida en corto tiempo. Dejé de ver a María, me enamoré de Belén y ahora esto.” Sin quererlo, mientras pensaba se quedó dormido. De pronto, Miguel sintió que le daban un beso. Abrió los ojos y vio aquellos dos ojos verdes que lo enloquecían - Mi amor, dijo Belén, te quedaste dormido. Te vas a enfriar Él la abrazó y la atrajo y le dio un beso apasionado. - Tesoro, linda persona soy yo para cuidar. Me quedé dormido. ¿Qué hora es? - Es medio día - ¡Qué anormal que soy! - Te amo, eso alcanza dijo ella volviendo a abrazarlo. - ¿Y Azucena? - Ya está despierta y no se animaba a venir. Como no escuchábamos ningún ruido. Pensábamos que habías salido - 150 -


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¿Cómo iba a salir si las estaba cuidando?, dijo Miguel sonriendo. En ese momento salió Azucena del dormitorio. Acabo de llamar a Agustín, dijo, viene para acá Perdoname Azucena, tendría que haberlo llamado yo, dijo Miguel ¿Qué te voy a perdonar?, Belén ¿me dejás que le de un beso? Si, pero de hermanita, dijo Belén sonriendo Bueno, dijo Miguel, ustedes deben estar muertas de hambre y no tengo nada en casa. Vamos a esperar que venga Agustín y vamos a comprar algo. ¿Cómo podemos saber algo de María?, dijo Belén, ¿te animás a llamar a mamá?, le dijo a Miguel Miguel tomó el celular y llamó a Cecilia Hola, Cecilia ¿cómo están las cosas?... ¿dijo algo?... si, quedate tranquila, esta tarde vamos. Un beso.

Cuando cortó la comunicación vio las dos caritas ansiosas. - Dice Cecilia que ahora María está durmiendo. Que estuvo hablando algo sobre lo que pasó pero que mi madre y los médicos que la están atendiendo, dijeron que es mejor esperar que se recupere totalmente. Me pidió que fuéramos a verla esta tarde - Pobre, ¿por qué tenía que pasarle esto a María?, dijo Azucena - Por andar con gente que es mala, dijo Belén - No se sabe bien como fue, le corrigió Miguel - Ay, amor, dijo Belén, tengo miedo - ¿De qué? - Vas a ver a María en un estado indefenso. Tengo miedo que sientas lástima y… Miguel tomó suavemente a Belén por los hombros, la miró a la cara y le dijo

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Mi mujer eres tú. Nadie, pero nadie en este mundo me separará de ti a no ser que tú quieras. Quiero que eso no se te olvide nunca

Ella lo abrazó y lo besó - Gracias Miguel, dijo Belén con lágrimas en los ojos Azucena, que los miraba también tenía los ojos llenos de lágrimas Llegó Agustín. Saludó a Miguel y a Belén y se abrazaron y besaron con Azucena. - Azucena, amor, contame que pasó Azucena, entre sollozos le pudo contar todo lo que había pasado y el por qué se habían venido las dos a casa de Miguel. Cuando ella terminó Agustín la abrazó y la acarició, para calmarla. - Agustín, dijo Miguel, yo estuve en falta - ¿Por qué? - Porque cuando ellas se fueron a dormir, yo me quedé esperando que fuera más tarde para llamarte y me quedé dormido. Recién, vino Belén a despertarme. - ¿Y saben algo de María?, dijo Agustín - Si, dijo Azucena, Miguel llamó a mamá y le dijo que estaba durmiendo pero que no tenía nada grave. Nos pidió que fuéramos esta tarde, pero si tú no querés ir, lo entiendo, mi amor - No, yo voy también. ¿Cómo no te voy a acompañar? Es tu hermana - Agustín, dijo Miguel, estas nenas están sin comer nada. ¿Qué te parece si vamos los cuatro hasta el supermercado y compramos? - No, dijo Agustín, vamos Azucena y yo. Ustedes quédense aquí - Si, mejor, dijo Belén, por si viniera alguno de tus padres Mientras Agustín y Azucena salieron, Belén y Miguel se quedaron, abrazados, frente a la ventana. Ambos estaban muy pensativos, en silencio. De pronto Miguel dijo

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Belén, mi amor, no sé que haría si no te tuviera. Ya me habría vuelto loco - Estoy aquí a tu lado y nunca me voy a separar de ti. Se dieron un beso y siguieron abrazados frente a la ventana. -

Al rato llegaron Agustín y Azucena con comida y bebida. Azucena dijo sonriendo - No sabíamos si podíamos entrar - ¿Por qué?, dijo Belén con los ojos bien abiertos - Y, no sabíamos que podían estar haciendo - Qué boba, le dijo su hermana, vamos a preparar la mesa en la antecocina así comemos. Cuando ya estaban sentados comiendo, Miguel dijo - Después que terminemos de comer nos vamos al hospital, así Cecilia y Ramón se puede ir a descansar. - Cierto, dijo Azucena, papá y mamá deben estar muertos. Belén agregó - Vamos y nos quedamos hasta la noche, por si mamá se quiere quedar. En cuanto terminemos de comer, nos cambiamos y vamos Las chicas se cambiaron mientras ellos conversaban en el living. Acordaron ir en los dos autos para tener más movilidad. Un rato más tarde, llegaron al hospital. Fueron hasta la habitación en que está internada María. Al verlos, Cecilia, que estaba sentada en una antesala, se levantó y fue a saludarlos. -

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Luego de darle un abrazo a cada uno ¡Qué suerte que están aquí!, papá está adentro. En este momento María está dormida porque le han dado muchos calmantes Cecilia, dijo Miguel, nosotros nos quedamos todo el tiempo que sea necesario, así que Ramón y tú se van a descansar. ¿Cierto?, eres un amor Miguel. En realidad es solo estar por si María precisa lago porque, en realidad, de las lesiones está

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bastante bien. Yo vuelvo de noche, porque quiero pasar con ella. Seguramente mañana le den el alta. Al sentir que Cecilia hablaba con alguien, Ramón salió de la habitación. Azucena le presentó a Agustín y Ramón le dio un abrazo. Lo mismo hizo con Miguel. Las chicas se colgaron del cuello de su padre y lo besaron. - Ustedes si que son hombres de fierro, dijo Ramón, están justo cuando uno los necesita. - ¿Y nosotras?, dijo Azucena, sonriendo - Ustedes son mis ángeles, siempre están - Papá, dijo Cecilia, los chicos se quedan así que nos vamos a descansar. - Bien, nos vamos, dijo Ramón saludándolos a todos. Durante todo el tiempo, desde que llegaron al hospital, Belén se mantuvo en silencio y, siempre que pudo, tomada de la mano de Miguel. Él notó eso y le preguntó - ¿Pasa algo?, te noto muy tensa - No amor, solo quiero que no me dejes sola ni un minuto - Quedate tranquila, dijo Miguel y le dio un beso Sintieron que María llamaba a Cecilia desde su cama. Miguel y Belén decidieron entrar. Encontraron a María recostada sobre almohadas. Si bien tenía unas vendas sobre su cara, lucía espléndida como siempre. Cuando los vio, puso cara de sorpresa. Belén se adelantó a darle un beso, el que María respondió sin decir nada porque no hacia otra cosa que mirarlo a Miguel. - ¿Cómo te sentís?, preguntó Belén - Mejor, pero decile a ese hombre que me salude -

Miguel se acercó y María le tomó una mano Ya veo que estás mejor, María Ay, Miguel, mi amor, no sabés cómo te extraño. Si hubieras estado tú nunca me hubiera pasado nada. Tenés que volver a mi lado para defenderme.

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Miguel, sin decir nada, se soltó de la mano y se la quedó mirando “esta mujer está loca. Me sacó a patadas y ahora me llama”, pensó - Tenes que sanarte rápido, fueron las únicas palabras que le salieron a Miguel Belén, quien estaba colorada de rabia y le salía chispas de los ojos, le dijo - También está Azucena. Le voy a decir que entre y nosotros salimos, Miguel - ¿Está la chiquita? ¿Vino con el novio? Mami me contó, dijo María Sin contestarle, Belén, prácticamente arrastró a Miguel para fuera de la habitación. - Entren ustedes, les dijo a Azucena y Agustín. Se sentó en un sillón en la antesala y Miguel se sentó a su lado. - ¡Mi hermana es una hija de puta! ¡Es una mierda!, “ay Miguel como te extraño”, te juro que ese momento le hubiera dado una cachetada, puta asquerosa que lo único que ha hecho es estropearle la vida a los demás. - Calmate, mi amor, le dijo Miguel abrazándola - Pero tú viste todo lo que dijo. No sé cómo te aguantaste de contestarle. - Mi amor, no me aguanté. Para mi María no es más que tu hermana. No siento absolutamente nada por ella. Te tengo a ti y mi amor es todo tuyo. - Miguel, mi amor, perdoname, pero tenía que desahogarme. Son años y años aguantando la arrogancia estúpida de esta mujer - Bueno, ahora te desahogaste, así que más calmada, nos quedamos aquí. Si querés, cuando Azucena y Agustín salgan, entro solo. - No, mi amor. Tú te quedás aquí. Si esa mujer necesita algo, voy yo - Belén, mi amor, ¿no me tenés confianza?, dijo Miguel - 155 -


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No, no es que no te tenga confianza a ti. La conozco muy bien a mi hermana. Es capaz de hacer cualquier cosa para enredarte. Azucena y Agustín salieron de la sala. Belén, Miguel, dijo Azucena, nosotros nos vamos hasta la casa de Agustín. Él quiere explicarles a sus padres lo que pasa y además me quiere presentar. Volvemos en un rato. Si, vayan tranquilos, dijo Miguel, nosotros nos vamos a quedar hasta que venga Cecilia. Cualquier cosa, nos vemos en casa.

Belén entró para ver como estaba María. En realidad lo hizo muy en contra de su voluntad, pero no quería que su madre se disgustara. Estuvo con María hasta que llegaron unas enfermeras que dijeron que se llevaban a María para hacerle otros estudios. -

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Cuando Belén salió, Miguel le preguntó ¿Hablaron algo? Muy poco. Es más fuerte que yo. No la soporto. Siempre ha hecho lo que ha querido, no estudia, no trabaja y, además, no hace más que darle disgustos a mamá y papá. Belén, ¿sabés en que tenés que pensar? No, ¿en qué?, le respondió ella mirándolo con cara extrañada En cuanto nos falta para casarnos, para vivir juntos, solo pensá en nosotros, no te disgustes por otra cosa. Miguel, te amo con locura, ya no puedo vivir lejos de ti. En cuanto se recupere esta loca, me voy a vivir contigo. Al rato llegaron los padres de Miguel Hola chicos, saludaron los dos, dándoles un beso ¿Qué han sabido?, preguntó Martha Hace como media hora se llevaron a María, dijo Miguel, dijeron que le iban a hacer otros estudios Voy a ver, dijo Martha, ¿tú hablás con los chicos, Emilio? Si, andá. Ustedes vengan conmigo

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El médico los apartó lejos de la sala. Miguel y Belén estaban algo extrañados - Miren, dijo Emilio, lo que les voy a contar no puede salir de nosotros. Se supone que es algo que la policía, en sus investigaciones, se lo van a preguntar, pero ustedes deben decir que lo ignoran. En los análisis de sangre que se le hicieron a María, surgió que había ingerido una sustancia llamada Flunitrazepam, que viene en un medicamento de tratamiento siquiátrico llamado Rohypnol. El Rohypnol ha sido motivo de preocupación en los últimos años debido a su abuso como droga para "violación por acompañante" (date rape). La droga puede administrársele a la persona sin que ésta se de cuenta y al mezclarse con alcohol puede incapacitar a la víctima y evitar que ésta pueda resistir un asalto sexual. Además, el Rohypnol puede ser letal si se mezcla con alcohol u otros depresivos. El Rohypnol produce efectos sedanteshipnóticos, incluso relajación muscular y amnesia. En Miami, uno de los primeros lugares en donde se comenzó a abusar del Rohypnol, los centros de control de envenenamiento informaron un aumento en convulsiones debido a abstinencia entre personas adictas al Rohypnol. El uso de Rohypnol no está aprobado en los Estados Unidos y su importación está vedada. El uso ilícito de Rohypnol comenzó en Europa en 1970 e hizo su aparición en los Estados Unidos a principio de los años 90, cuando se dio a conocer como "rocha" ¿Y cómo María pudo resistirse?, preguntó Miguel - Probablemente lo que tomó fue muy poco y eso hizo que no estuviera inconsciente. Aún no le hemos preguntado nada sobre lo sucedido porque queremos que ella lo cuente o que salga ala luz cuando se haga la investigación. - Emilio, preguntó Belén, puede ser que ella tenga amnesia - Es probable que haga un cuadro amnésico. Puede no recordar lo que le pasó o puede no recordar cosas y hechos que han sucedido antes, respondió el médico. - Te pregunto esto porque cuando entramos a verla con Miguel, lo trató como si él siguiera siendo su novio. A mi me molestó muchísimo, pero pienso que quizás tenga amnesia, dijo Belén

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Es muy buen dato ese. Lo voy a tener en cuenta porque, hasta ahora, había demostrado el comportamiento de una persona que está en estado de shock. La amnesia es un trastorno del funcionamiento de la memoria, durante el cual el individuo es incapaz de conservar o recuperar información almacenada con anterioridad. La amnesia histérica post-traumática es un ejemplo de este factor. La amnesia post-hipnótica acontece cuando eventos durante la hipnosis son olvidados, o donde eventos anteriores no pueden ser recordados. Gracias, viejo, por confiar en nosotros, dijo Miguel

Trajeron a María de vuelta a la habitación. Martha venía con ella. Una vez que las enfermeras salieron, Belén, espontáneamente, entró y le dio un beso. Atrás entraron Miguel y sus padres y vieron como las dos hermanas estaban abrazadas. - Bueno, si quieren pueden irse, dijo Martha, ya son las 19:30. - Vamos a esperar un rato más para ver si vienen mis padres y mi hermana, dijo Belén. - Cómo te sentís María, preguntó Emilio - Bien, me siento bien. Me dijeron que podía levantarme. - Yo te ayudo, dijo Belén Todos, excepto Belén, salieron de la habitación. Un rato más tarde salieron las dos hermanas tomadas de la mano. Miguel las acompañó mientras caminaban por el corredor. Cuando volvían hacia la habitación, llegaron el matrimonio Álvarez y Azucena y Agustín. - ¡Qué alegría verlas así!, dijo Cecilia. - Mami, dijo María, mañana voy para casa. Ya me lo dijo Martha. - Bueno, chiquita, ahora a cenar y a descansar para estar bien para ir para casa. Cecilia, Belén y Azucena la acompañaron a la habitación para ayudarla a acostarse, mientras Miguel, Agustín y Ramón, se quedaron conversando. - ¡Qué bueno que es verlas unidas!, dijo Ramón

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Si, la verdad que hacía tiempo que no las veía así, afirmó Miguel Yo les agradezco que nos dieron este rato de descanso, sobre todo a Cecilia que ha pasado muy nerviosa. Nada que agradecer, Ramón, tanto Agustín como yo nos sentimos miembros de la familia y, por eso estamos aquí. Ya lo creo, dijo Agustín, hoy llevé a Azucena a que conociera a mis padres. Por cierto mis padres son abogados penalistas y me dijeron que querían hablar con usted para ponerse a las órdenes. Papá nos explicó, a Azucena y a mí, que seguramente mañana, la policía quiera interrogar a María y me pidió encarecidamente que los llamara, que no dejara que la interrogaran sin estar él presente. ¿Podré llamar a tu padre ahora?, preguntó Ramón Si, lógico, este el número de su celular.

Ramón se apartó de ellos y llamó al padre de Agustín. Unos minutos después, volvió. - Bueno, perfecto, tu padre me pidió que ni bien esté María en casa lo llame porque quiere hablar con ella. Le dije que había hablado con el doctor Lago que es mi abogado y , que casualidad, fueron compañeros de estudio - Ramón, dijo Miguel, las chicas se quedan en casa esta noche porque no quieren quedarse solas. - Pero, muchacho, tenés donde dormir porque si no que vayan a un hotel. - No te preocupes, nos arreglamos. - Mirá, en realidad me quedo más tranquilo con que se queden contigo, le contestó Ramón. -

Cecilia, Azucena y Belén salieron de la habitación Cecilia, habló Ramón, las chicas se van a lo de Miguel. Miguel, ¿tenés lugar para estas dos criaturas?, preguntó Cecilia Si, no te preocupes, nos arreglamos, respondió Miguel y dirigiéndose a las chicas y a Agustín, que les parece si nos vamos

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Todos se despidieron pidiéndole a Cecilia que la saludara a María que ya descansaba. Cuando salían del hospital, ya era de noche. Miguel tomó a Belén entre sus brazos y le dio un beso apasionado. - Eres una mujer maravillosa de un corazón inigualable, por esto estoy enamorado de ti, le dijo a ella - ¿Qué pasó?, contestó Belén mientras Agustín y Azucena los miraban - Tu sabés por qué y perdonen chicos que hoy no se lo podemos contar, pero mañana si, contestó Miguel. - Nos encanta verlos así, dijo Azucena, yo estaba preocupada por lo enojada que estaba Belén. Se lo comenté a Agustín, ¿verdad, amor? - Si, la habíamos visto muy mal, contestó él. Se subieron en sendos autos y fueron para la casa de Miguel. Ya habían acordado detenerse en un supermercado para comprar cosas para la cena y para el desayuno de mañana. -

Se instalaron en la antecocina y cenaron los cuatro. ¿Qué vas a hacer, amor?, le preguntó Azucena a Agustín Y, no tengo ganas, pero me voy a tener que ir para casa, le contestó él Y el rey se queda con las bellezas, dijo Belén riéndose ¿Qué rey?, preguntó Miguel poniendo cara de distraído Tú, mi rey, mi amor, le dijo Belén. Ya es tarde, dijo Agustín, así que me voy. Vení al dormitorio Miguel, le dijo Belén, dejemos que estos tortolitos se despidan. Hasta mañana Agustín.

Belén y Miguel se fueron al dormitorio y se sentaron en la cama, tomados de la mano. - ¡Qué lindo es ver a Azucena así!, dijo Belén - Si es cierto, respondió Miguel, está totalmente cambiada - No, en realidad no está cambiada. Ella siempre fue muy alegre. Lo que pasa que era muy retraída con la gente que no

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conocía. No puedo creer que se entienda tan bien con Agustín. Los dos oyeron que Agustín les gritaba un “hasta mañana” y al ratito sintieron que golpeaban la puerta del dormitorio. Era Azucena. - ¿Por qué golpeaste?, le preguntó Belén - Y, no sabía que estaban haciendo, dijo riéndose y sentándose al lado de ellos. - Bueno, dijo Miguel, voy a tomar unas frazadas y una almohada para acostarme en el sillón del living. Lo único que les pido es que me dejen ir primero al baño. - No, dijo Azucena, de ninguna manera. En el living duermo yo. Ustedes duermen juntitos aquí. - A ver, Azucena, dijo Miguel, no es momento para que nosotros estemos haciendo cosas para dormir juntos. - Pero, en serio, quiero que ustedes duerman juntos. Dame las frazadas y la almohada. Eso si, si de noche me dan ganas de ir a hacer pipí, entro sin avisar, dijo Azucena riéndose a carcajadas - Y tú, ¿qué decis, Belén?, dijo Miguel - Que mi hermanita es un amor, dijo haciéndole una guiñada a su hermana - Bueno, me ganaron. Pero esperá Azucena, que el sillón tiene un secreto. Miguel fue al living y transformó el sillón en una cama de dos plazas. Luego tomó un juego de sábanas, dos mantas y dos almohadas y le dejó una cama armada para Azucena. - Pero no habías dicho nada, dijo Belén - Está la cama para la chiquita, le contestó Miguel. Azucena fue al baño, se cambió, se puso el un pijama y se acostó. Belén y Miguel fueron a darle un beso y luego se fueron al dormitorio. Miguel fue al baño y se puso un pijama. Belén entró después y volvió con un Babydoll. Miguel la miró asombrado - Mi amor, ¿querés enloquecerme?

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No, amor quiero estar contigo

Ella sea acostó y Miguel apagó la luz. Comenzaron besándose y, al rato, Belén ya estaba sin su Babydoll y Miguel casi desnudo - Mi amor, dijo Belén, hagámoslo despacito si no Azucena va a escuchar Miguel se sonrió y la amó con todo ese amor que se guarda para el ser amado. Luego se durmieron los dos abrazados. La mañana del sábado amaneció gris y con lloviznas. Miguel se despertó a las 7 de la mañana. Sin hacer ruido porque Belén estaba dormida, se tomó ropa y se fue al baño. Se afeitó, se bañó y se afeitó. Cuando salió del baño, Belén estaba despierta y solo envuelta en las sábanas. - Buen día, amor, dijo Miguel - Buen día, ¿por qué no me despertaste? - Porque si te veía así, no salíamos hasta el mediodía, le respondió él riendo. Ella se levantó, tomó su mochila y entró al baño. Unos minutos después, golpearon la puerta del dormitorio. Era Azucena - Buen día, dijo Miguel - Buen día, ¿y Belén?, preguntó ella - Está en el baño -

Azucena fue y golpeó la puerta del baño. Belén, ¿puedo entrar?, me estoy haciendo pis. Entrá le contestó Belén desde adentro

Miguel se fue al living y desarmó la cama. Y luego fue a la cocina a preparar café y unas tostadas. Un rato después, aparecieron las dos hermanas, ya vestidas - Bueno, nenas, tienen el desayuno servido, les dijo Miguel

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Me parece que me voy a venir a vivir acá, dijo Azucena riendo, en casa me lo tengo que preparar yo. Cualquier día, dijo Belén, este espacio es mío Si, ya lo creo, le respondió su hermana ¿Por qué lo decís?, dijo Belén poniéndose colorada Por nada, por nada, le contestó Azucena haciéndole una guiñada a Miguel No me digas que oíste algo, dijo Belén ¿Había algo para escuchar?, le dijo Azucena mientras se reía a carcajadas Mi amor, dijo Miguel, ¿no ves que te está sacando de mentira verdad? Mala, no había nada para escuchar. Anoche dormimos toda la noche, ¿verdad Miguel? Si, ya lo creo, le contestó él No se tienen por qué poner colorados los dos, dijo Azucena Bueno, dijo Miguel, apúrense que así nos vamos

Después de desayunar salieron los tres hacia la casa de los Álvarez en el auto de Miguel. Al llegar vieron que habían llegado Cecilia, Ramón y María y, además, había otros dos autos. - Ese Mercedes es el auto del padre de Agustín, dijo Azucena Entraron en la casa y todos estaban reunidos en el living. Cecilia se acercó hacia ellos y les dijo - Miguel, chiquitas, en un momento viene la policía que quiere una entrevista con María. Como ninguno de nosotros puede estar con ella, solo los abogados, les sugiero que se instalen en la barbacoa. - Si, mami, dijeron las chicas Ellas se fueron a su dormitorio a dejar las cosas y luego, junto con Miguel y Agustín, que llegaba en es momento, se fueron a la barbacoa. La policía llegó un rato más tarde. La comitiva estaba integrada por un oficial de Investigaciones y una oficial, mujer, de la

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Comisaría de la Mujer y un auxiliar que trasportaba una Notebook. Se presentaron y se fueron hacia el escritorio, conjuntamente con María y los dos abogados, los doctores Lago y Romero. La que habló fue la oficial - Mire señorita Álvarez, lo que venimos a hacer es a tratar de aclarar los hechos. Queremos que no se sienta presionada en ningún momento. Si hay detalles que no recuerda, no importa, en todo caso esa es nuestra tarea. Tanto el Inspector Benítez como yo ya hemos recogido algunos elementos que, junto a lo que usted nos cuente, pueden contribuir a dejar todo en claro. ¿Le queda claro? - Si, dijo María mirando a los abogados, los que asintieron con la cabeza - Bien, queremos que nos cuente lo sucedido el pasado jueves de noche - A eso de las 11:30 de la noche, comenzó María, mis amigas junto con cuatro chicos, vinieron a buscarme como casi todas las vísperas de feriado. - Perdóneme que la interrumpa. ¿Puede decirnos los nombres de esas personas que la vinieron a buscar? - Si, son: Susana Elne, Elena Marsi, Margot Santor, John Drew, Ricardo Torres, Jim Ashley y Santiago Pérez. - Bien. ¿Estas personas son conocidas suyas? - Con las chicas hemos sido compañeras de estudio, así que nos conocemos hace muchos años. Los hombres los conocimos en el Pub hace un tiempo y, creo, trabajan juntos en la misma empresa. - Prosiga - Ellos vinieron, como siempre, en dos autos. Uno manejado por John y el otro manejado por Ricardo - ¿Recuerda marca de los autos? - Los dos don igualitos y, si no me equivoco, son unos Vectra de color negro y vidrios oscuros - Continúe - Salimos directamente hacia el Pub. Al llegar allí, comimos algo y estuvimos tomando cerveza. Yo evité de tomar porque hace unas semanas atrás se me fue la mano y llegué a casa

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sintiéndome mal. Durante el tiempo que estuvimos en el Pub, las chicas con sus parejas salieron, cada una por separado. Yo me quedé con John. ¿Sabe a qué salían las chicas? Perdóneme oficial, dijo el doctor Romero, no creo que ella tenga por qué salían sus amigas. Cierto, olvídese de esa pregunta. ¿Y qué hacía usted durante el tiempo que no estaba alguna o todas sus amigas? María se puso a sollozar Cálmese, señorita Álvarez, si no nos quiere contestar ahora, lo hace más tarde. No, dijo María que seguía sollozando, lo que pasa es que en ese tiempo tuve que defenderme de las pretensiones de manosearme que tenía John. Muy bien. ¿Qué pasó después? Como yo me había puesto como loca y quería irme sola, John me dio un trago del vaso de cerveza que él estaba tomando. Después de eso, como ya habían llegado todas las chicas, decidimos irnos. Cuando me levanté del asiento me sentí mareada, como si hubiera tomado mucho. Oía las voces de ellos como de lejos. Recuerdo que John me ayudó a subir al auto. Yo no entendía por qué me sentía así, si solo había tomado un trago de cerveza. Cuando salimos, recuerdo que dimos muchas vueltas en los autos. Supongo que era dejando a cada una de las chicas en sus casas. Cuando llegamos cerca de casa, John detuvo el auto. A partir de ese momento solo recuerdo algunas cosas. María volvió a ponerse a llorar. El doctor Lago

preguntó - ¿Es necesario proseguir? - Sucede, doctor, dijo la oficial, que es en ese momento o más adelante donde se produce el ataque. - Se que John, dijo María, echó los asientos delanteros hacia atrás y subieron los demás hombres que estaban en el otro auto. Comenzaron a tratar de sacarme la ropa y yo empecé a pelear. Uno de ellos me dio un golpe en la cara. En un - 165 -


momento los cuatro se bajaron los pantalones y yo me sentí libre. Me dolía todo el cuerpo por los golpes. Me bajé del auto y corrí hasta casa. En ese momento María lloraba desconsoladamente. El doctor Romero le pidió a la oficial que la dejara recuperarse. El doctor Lago salió de la habitación y encontró que había llegado el doctor Bárcena. - Emilio, por favor entre porque María está en un ataque de nervios - Si, como no. - El doctor Bárcena, dijo Lago, es el siquiatra que la está atendiendo por este caso. - No hay problema, dijo la oficial - María, María, yo estoy aquí, le dijo Emilio Ella se abrazó a él y dijo - Fue horrible, Emilio, fue horrible. No quiero volver a recordarlo, por favor. - Bueno tranquila. Recordá lo que te he dicho. Respirá profundo. - Falta solo un momento señorita, dijo la oficial. María, con la ayuda del siquiatra, estaba algo recuperada - Si, gracias - Solo una pregunta: ¿quiere agregar algo más? - No La oficial le dijo al auxiliar que fuera a buscar la impresora en el auto. Éste fue y volvió enseguida. Imprimieron las declaraciones de María y una vez que estuvieron prontas se la entregaron para que la leyera. María y los dos abogados la leyeron. - Si no tienen ninguna objeción, dijo la oficial, puede firmarla firmó.

Los dos abogados asintieron con la cabeza y María

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Bien, dijo la oficial, estas declaraciones se adjuntarán al expediente que elevaremos a la justicia. Ustedes, doctores, saben como es el procedimiento, por lo que sería importante que, esta semana que viene, la señorita Álvarez estuviera en Montevideo. Si, oficial. Muchas gracias, dijo el doctor Romero

Cuando los policías se fueron, María salió hacia el living donde estaban sus padres y Martha. Cecilia se paró, a abrazó y le dio un beso. La trajo con ella a sentarse en el sillón. - Bueno, dijo el doctor Lago, Romero y yo nos pusimos de acuerdo en llevar en conjunto este asunto. Lamentablemente esto recién comienza, por lo que, no sería difícil que María tenga que volver a hacer alguna aclaración. - Ay, dijo María, otra vez no, por favor. - Mirá María, prosiguió Lago, estos casos son muy complicados. Hay mucha gente involucrada y no podemos dejar, si hay unos degenerados sueltos por ahí, que sigan haciendo de las suyas. - Cierto, dijo Ramón, no olvides que nosotros siempre te estaremos apoyando. -

Los abogados se fueron, luego de saludar. ¿Las chicas vinieron?, preguntó María Si, dijo Cecilia, están en el jardín ¿Puedo ir con ellas? Si, mi amor

Los Bárcena se despidieron y se fueron con recomendaciones de parte de Emilio sobre el comportamiento de María. Insistió que en caso que entrara en una depresión o en cualquier cambio de conducta, lo llamaran inmediatamente. María salió al jardín y vio que, en un banco, estaban Belén y Miguel abrazados. Belén tenía la cabeza apoyada en el hombre de Miguel. En el otro banco y en posición similar, estaban Azucena y Agustín. - 167 -


Los cuatro, cuando la vieron salir, se levantaron y fueron hacia ella. Las hermanas la abrazaron y le dieron un beso. -

Miguel le tomó una mano y Agustín le dio un beso. ¿Cómo estás?, preguntó Azucena Ahora, parece mentira me siento mucho más tranquila, contestó María ¡Qué suerte!, dijo Belén ¡Hace tanto tiempo que no hablo con ustedes!, exclamó María

Los cuatro se miraron. Miguel y Belén les habían contado a Agustín y Azucena lo que les había dicho el doctor Bárcena. Era evidente que María estaba diferente y que debía haber cosas que no recordaba. - Contame Miguel, como te trata mi hermana, dijo María - Maravillosamente bien. Es una mujercita inigualable, dijo él dándole un beso a Belén. - ¿Sabés María? Miguel me pidió que nos casáramos, dijo Belén - No te puedo creer y, ¿para cuando? - Todavía no sabemos. Está mi carrera de por medio. Miguel miró a Belén de manera inquisidora. No sabía si Belén lo estaba diciendo, solo por contarle a su hermana o si la estaba poniendo a prueba. - ¿Y ustedes?, dijo María dirigiéndose a Azucena y Agustín, ¿se casan? - Si por mí fuera, me casaría mañana, dijo Azucena, pero quiero adelantar más en la carrera. Belén puede hacerlo porque ya le falta solo el proyecto. - ¿Y, Agustín, estás de acuerdo?, le preguntó María - La verdad no veo el momento. Ya se lo dije a Azucena. - ¡Pero me voy a ver llena de sobrinitos!, exclamó María - Bueno, tampoco la locura, dijo Belén riéndose -

Apareció Cecilia en el jardín María, tendrías que acostarte un rato. Cuando esté la comida te llamo

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Está bien, mami, chau chicos. Los cuatro saludaron y se quedaron mirando como se iban Cecilia y María abrazadas. -

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Belén rompió el fuego ¡Esta no es mi hermana!, exclamó, si hasta parece gente Belén, no seas así, le dijo Miguel, debe estar bajo efectos del shock y de los medicamentos. Acordate lo que dijo papá. Pero yo estoy de acuerdo con Belén, dijo Azucena, María nunca nos trató así. ¿Sentarse con nosotras a conversar?, ni loca Amor, dijo Belén, no cambiarás de idea, ¿no? Belén, te voy a dar un tirón de orejas, dijo Miguel. ¿Por qué no creés cuando te digo que tú eres a mujer de mi vida? La abrazó y le dio un beso apasionado. ¿Se puede? Dijo Ramón que venía a la barbacoa a preparar el asado

Los dos quedaron colorados de vergüenza. Belén se escondió detrás de Miguel. - ¿Viste papá?, dijo Azucena que se reía por la escena, no se puede estar con estos dos. Son un pegote. - Está lindo, Azucena, yo soy igual con tu madre, le contestó Ramón -

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Belén aprovecho para echarle la lengua a Azucena. Hablando ahora en serio, dijo Ramón, ¿cómo encontraron a María? Mirá Ramón, eso mismo estábamos comentando, dijo Miguel. Parece cambiada pero, de acuerdo a lo que nos dijo papá, puede ser efecto del shock o de los medicamentos. Ojalá siga así. Así es como quiero a mi hija Papá, preguntó Belén, ¿sabés en qué quedo ahora que María declaró? Miren estuve hablando con Julián y con tu padre, Agustín, y ambos coincidieron en que puede ser algo largo. De acuerdo a

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lo que contó María, hay mucha gente involucrada. Seguramente el juez comenzará las actuaciones el lunes. Lo peor, para María es que, seguramente, va a tener que ir al juzgado a ratificar la denuncia. Pobre, otra vez, dijo Azucena, a veces te hacen dudar de hacer o no la denuncia. Si, es cierto. Eso dice papá, dijo Agustín, pero las denuncias ayudan a atrapar estos degenerados.

Más tarde estaban todos almorzando. Se sentía un clima distendido y no se habló nada con respecto a la situación de María que, en ciertos momentos, parecía estar totalmente distraída. Esa tarde, Azucena y Agustín se habían ido a caminar por la rambla, mientras que Belén y Miguel se quedaron conversando con Ramón y Cecilia. María se había ido a acostar. En un momento salió Filomena con el inalámbrico en la mano - Señora, para usted, la señora Lily - Hola Lily, ¿que decís?...no, parece que fue en la calle cuando venía para casa…no, no creo… ¿eso dijo?...bueno, gracias. - ¿Qué pasó?, preguntó Ramón que vio a su mujer muy alterada - Dice Lily que, según lo que le dijo su hija, María estaba totalmente borracha. Que, seguramente inventó todo. Que se debe haber lastimado a propósito. - ¡Pero que se cree esa vieja hija de puta!, exclamó Belén, está bien que mi hermana no siempre está fresca, pero están todos los análisis. - Calmate, mi amor, dijo Miguel, esto seguramente va a pasar porque los rumores se corren. - Si, pero tiene razón Belén de estar enojada, dijo Cecilia, Susy es la mejor amiga de María o eso decía. -

Después de un rato, Miguel le dijo a Belén Mi amor, me voy para casa Me voy contigo Pero Belén, ¿se lo dijiste a tus padres? - 170 -


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No, pero se lo digo ahora.

Miguel no sabía donde meterse, pero esa espontaneidad de Belén la hacía adorable, Lo hacía sentir que su sueño estaba venciendo obstáculos, siguiendo adelante. - Mami, papi, me voy con Miguel para su casa. - ¿Todavía no te echó de su casa?, dijo Ramón riéndose, mirá que aguanta el hombre Al oírlo, Miguel se aflojó ¿Estás loco papá? ¿Cómo me va a echar si es lo más lindo que tiene?, le respondió Belén riéndose también - Ay, Belén tú no eres tan creída, dijo Cecilia - No, la verdad mami, hasta que encontré a este hombre divino. - Miguel, que Dios te de paciencia. - No la necesito, Cecilia, la quiero más yo a ella que ella a mí. - Viste, viste, dijo Belén como una niña peleando - Miguel, voy a armar mi mochila y vengo. - Miguel, dijo Ramón, llevate estos pedazos de carne y estos chorizos así no tienen que salir. Cecilia decile a Filomena que se lo acomode y le ponga pan que yo le voy a dar otra cosa. Allá salió Ramón hacia su bodega. Volvió con una botella de vino. - Este es un vino muy bueno. Yo lo guardo para grandes acontecimientos y creo que este lo es. No se lo muestres a la nena hasta que vayan a cenar. Ponelo a que refresque un poco - ¡Viejo!, dijo Cecilia, ¿qué te ha hecho cambiar tanto? - Hay que vivir, Cecilia y, además, estoy tratando con un hombre de veras. -

Un rato más tarde volvió Belén con su mochila al hombro. Estaba vestida, como siempre con jeans, una remera, zapatos deportivos y una campera. - ¿Vamos?, dijo - Mirá, tenemos la comida pronta, dijo Miguel Ambos les dieron un beso a Cecilia y Ramón y partieron hacia la casa de Miguel.

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Mientras tanto, María se había levantado y fue hasta donde estaban sus padres. - Hola, María, ¿cómo te sentís?, dijo Cecilia - Bien, mami, ¿y las chicas? - Azucena debe estar por llegar. Fue a caminar con Agustín. Belén se fue con Miguel a la casa de él. otro -

María se quedó pensativa. Miraba para un lado y para ¿Qué pasa, María?, le preguntó Cecilia No se mami, es como una sensación extraña. Decime la verdad, ¿Miguel, no era mi novio?

Cecilia quedó helada. No sabía que responder, entonces Ramón que había escuchado la conversación, le dijo - María, Miguel fue siempre compañero de estudios tuyo. Belén es su novia. ¿No viste acaso cómo se quieren? - Si, papi, por eso lo preguntaba, porque los vi a ellos tan felices de estar juntos, que me puse a pensar. Belén y Miguel llegaron al apartamento. Belén le dijo, con cara de pícara - ¿Me dejás ponerme cómoda? - Si, amor, pero acordate que tenemos que cenar. Mientras ella se fue a cambiar, Miguel preparó la mesa del comedor, con dos velas. Puso el vino en el congelador, sirvió la comida en una fuente y se sentó a esperar que ella saliera del baño. Belén salió con un precioso pijama de seda, con pantalón largo y la parte superior muy ajustada a su cuerpo. A Miguel se le cortó la respiración - Tesoro, siempre tenés una sorpresa para mí, alcanzó a decirle - Todo lo que tengo es para ti, le dijo ella con una sonrisa cautivante y enseguida agregó, ¿y esto? - Es para que tengamos nuestra cena juntos

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Miguel encendió las velas, fue al refrigerador y trajo la botella de vino. Sirvió en cada una de las copas y le dijo - Mi amor si sabés quien me regaló este vino, yo duermo en el living - Ah, no vale porque perdemos los dos, dijo Belén riéndose, ¿quién fue? - Tu padre - ¿Qué? Mentira. ¿Papá sabía de lo nuestro? - Es un hombre de calle. No hay que ser demasiado inteligente para darse cuenta - Pero, ¿papá? - Mi amor, nosotros nos queremos y todo el mundo se da cuenta. - Miguel, sabés, nunca tomé vino en mi vida. ¿No me hará mal? - Tomás un poquito. No podemos desperdiciar la oportunidad Ella probó un trago - Es rico, dijo - Si, pero no te entusiasmes. Vamos a comer algo. Estuvieron comiendo lo que Ramón les había dado y que Miguel lo había aprontado en los platos. Belén volvió a probar el vino. A Miguel le dio miedo que le hiciera mal, pero no quería decirle nada. - ¡Qué rico que es el vino! ¿Vamos a tomar más?, dijo ella - No, ahora no. Ahora guardamos para mañana, le dijo Miguel - ¿Por qué?, preguntó Belén con cara de niña enojada - Mirá, la explicación es muy fácil. Parate. Belén se fue a parar y no pudo. - Ay Miguel, ¿qué me pasa?, estoy como mareada - Estás mareada. Dejá que yo te lleve al dormitorio, le dijo él - Llevame al baño que quiero vomitar. sentía morir

Miguel la acompañó y ella estuvo con arcadas. Se Él tomó una toalla y un recipiente con agua con hielo y le comenzó a mojar la cara. Pudo hacer que Belén se acostara. Se

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quejaba y decía incoherencias. Miguel se sentó a su lado y la estuvo cuidando hasta que ella se quedó dormida. En ese momento se cambió y se acostó. La miraba: “pobrecita, la primera borrachera de su vida la tiene conmigo. Tengo unas ganas de besarla. ¡Es tan linda!”, pensó y así se quedó dormido. A las 3 y media de la mañana, Miguel, que estaba acostado dándole al espalda a Belén, escuchó que ella hablaba, casi susurrando. - Perdoname, mi amor, soy un desastre Él, sin darse vuelta, le contestó - ¡Silencio que hay un angelito durmiendo conmigo! Se dio vuelta y se encontró con aquellos enormes ojos verdes que lo miraban suplicante. - Mi amor, Belén, no tenés que pedir perdón - Pero me emborraché. Nunca me había pasado, ¿me perdonás? Miguel la tomó entre los brazos y besándola - Eres una persona divina. Te amo Belén. Pero decime como te sentís - Me duele un poco la cabeza y tengo un gusto horrible en la boca. - Bueno, ¿podés ir al baño? - Si - Andá, te enjuagás bien la boca que yo busco algo para el dolor de cabeza Ella se levantó, sin mirarlo a Miguel. Fue al baño y estuvo un rato allí, tanto que Miguel le preguntó - ¿Precisás algo? - No, es que tengo un aspecto terrible y no quiero que me veas así - Vamos, amor, salí que tengo algo para el dolor de cabeza

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Ella salió del baño sin el pantalón de pijama y con la parte superior desabrochada. Miguel la tomó entre los brazos y la besó apasionadamente. Cuando separaron sus bocas, el le dijo. - Eres tan linda que me vas a terminar matando. Tomá esto y le dio un calmante y un vaso de agua. Ella se lo tomó y se fue a la cama. Se acostó y se quedó mirando a Miguel. - ¿Qué pasa que me mirás así?, le preguntó él - Nada. Quiero que te acuestes al lado mío - Bueno, pero como dos niños juiciosos, nos dormimos. Tenés que descansar. - Eres divino, dijo ella abrazándolo y poniendo todo su cuerpo contra el de él. Miguel apagó la luz y se quedó un rato despierto hasta que notó que ella se había vuelto a dormir. No podía moverse porque ella lo tenía abrazado, así que se durmió en la misma posición.

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CAPITULO XVII

A las 7 e la mañana, Miguel se despertó y la vio a ella boca arriba. La parte superior del pijama estaba totalmente abierta dejando ver aquellos pechos divinos y todo su cuerpo que solo estaba cubierto por una pequeña tanga. Miguel no pudo resistir la tentación y comenzó a besarla por el cuello, siguiendo por el pecho. Ella se despertó y le tomó la cabeza con pasión. Él levantó la cabeza y Belén lo atrajo hacia ella y se le dio un beso que transmitía toda la pasión y el deseo de su cuerpo. Ambos estuvieron besándose hasta que se fundieron en un acto de amor. Lentamente, se separaron y Belén dijo en vos muy baja y muy dulce - De ahora en adelante, quiero despertarme así. Miguel la volvió a besar - Eres mi sueño. Todo lo que siempre pensé. Te amo Después de haberse bañado, los dos se sentaron a tomar el desayuno - Ay, Miguel, ¡tengo un hambre que me voy a comer todo, incluso a ti!, dijo Belén riéndose - ¿Me querés comer más?, dijo él acompañando su risa - ¿Sabés?, creo que papá te dio el vino a propósito. - ¿Por qué? - Porque debe haber pensado: la nena se duerme y no pasa nada. Él sabe que yo nunca tomé alcohol. Pero lo embromé porque nunca debe haber pensado que me iba a gustar más de mañana tempranito. Miguel se reía de la ocurrencia de Belén - Mi amor, estar contigo, hacer el amor contigo, me gusta a toda hora, le dijo - Si, pero no me vas a negar que de mañana temprano es más lindo. - Pero, te has vuelto pícara - 177 -


Ella se levantó y se sentó en la falda de Miguel. - Mirá que si me seguís provocando, no nos vamos más, dijo él - ¡Qué más quisiera!, pero tenemos que enfrentar el mundo exterior., le respondió ella. - Belén, hay algo que quiero preguntarte, pero no lo tomes a mal. Con el asunto de María, ¿quedó truncada la posibilidad de vivir juntos? - No, no, solo estaba esperando que tú me lo pidieras. - ¿Te vendrías, entonces a vivir aquí? - Si, mi amor es lo que más quiero, pero ¿por qué me lo preguntás ahora? - Porque quizás hoy sería un día ideal para eso. Fijate que tenemos que organizarnos con nuestros trabajos, tu estudio, las cosas que necesitás, hasta la comida. - Buen, está decidido, dijo Belén, hoy es el día Cuando dijo eso se colgó del cuello de Miguel, que estaba arreglando la cocina, y lo besó. Él la tomó de la cintura y la levantó y dijo - Aquí está mi reina - Te quiero, dijo ella - Yo también, dijo Miguel mientras la depositaba en el piso, pero reina, tenemos que ir al supermercado a comprar lo que necesitamos. Así que tome, aquí tiene lápiz y papel y vaya escribiendo. Después que terminaron con la lista de todo lo que les era necesario, Belén dijo - Miguel, me parece mentira estar haciendo esto. Ni en lo más remoto se me hubiera ocurrido que terminaría viviendo un amor contigo y juntos. - Yo tampoco lo pensaba, es como un sueño hecho realidad Mientras estaban en el supermercado efectuando las compras, sonó el teléfono de Belén. Ella atendió. - Hola mami, estamos en el supermercado haciendo las compras para nuestra casa… ¿cómo que nuestra?, la de

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Miguel y yo…si, hoy lo decidimos…si mami, estoy loca pero de amor… ¿cómo está María?..., bueno en un rato estamos ahí. Dice mamá que estamos locos, dijo Belén Bueno, un poco, le respondió él

Al salir del supermercado, Miguel hizo hacer un juego de llaves del departamento y se las entregó a Belén. Ella saltaba de contenta. Mientras cargaban las cosas en el auto, le dijo a Miguel - Mi amor, tenemos que arreglar el asunto de los gastos. No es lo mismo tú solo que conmigo. - Bueno, ya lo vamos a ver, le contestó él - Nada de eso, hoy mismo lo arreglamos si no me voy con mamá y papá - No te creo nada, dijo Miguel riéndose - No seas malo, tenemos que arreglarlo. - Si, mi amor, acordate que soy Economista, así que sé como arreglarlo Dejaron todo ordenado en el departamento y se fueron para la casa de los Álvarez. Después de almorzar, Belén y Miguel, pasaron la tarde en el jardín conversando con Azucena, Agustín, María y Cecilia. En un momento, se acercó Ramón, que había estado arreglando unos negocios con gente que lo llamaron por teléfono, y le dijo a Miguel - ¿Cómo te fue con el regalito que te hice ayer? Miguel miró a Belén con una sonrisa y ella se puso colorada - Papá, eres malo, me agarré una borrachera de novela, pobre Miguel, me tuvo que cuidar. -

Ramón se sentó a reírse ¿Miguel no sabía que no tomás? No, pero además, como estaba tan rico, tomé demás A ver de que se ríen, dijo Cecilia

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Papá le regalo a Miguel una botella de esos vinos que tiene escondidas. Lo tomamos a la cena y me agarré una borrachera imponente. Estuve vomitando y todo Todos se rieron - No se rían, es horrible. -

Luego que habían hablado de ese tema, todos se quedaron medios cortados porque María se levantó y se fue para adentro. - Voy a hablar con ella, dijo Cecilia, no nos dimos cuenta -

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Cecilia la encontró a María llorando. ¿Qué pasa mi amor? Nada mamá, lo que sucede es que para Belén fue una experiencia linda al lado de la persona que la ama y para mi, eso es un recuerdo espantoso Está bien, pero nadie lo hizo de gusto Ya se, está bien que hablen de todo. Es más, me hubiera divertido ver a Belén mareada, pero lo asocio a lo que me pasó y…

Siguió llorando. Belén entró a despedirse y cuando la vio a María llorando, la abrazó y le dio un beso. - Belén, mi hermana querida, dijo María, cuidá mucho a ese hombre. No sé por qué, pero estoy segura que es una persona maravillosa - Quedate tranquila Belén se despidió de la madre y le dio que Miguel les mandaba un beso a las dos. Cuando iban de vuelta para el departamento, Belén le comentó lo que había dicho María. - ¿Sabés que creo?, dijo Miguel, que María tiene vagos recuerdos de lo que pasó conmigo. - Yo creo lo mismo, dijo Belén, por suerte porque si no tendría que salir a pelearla. - No tendrías por qué.

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Belén bajó del auto dos valijas que había preparado además de todo el material de estudio. - Ahora, señor, mientras usted mira tele, yo me dedico a ordenar las cosas y a preparar algo de comer. - ¿Te ayudo? - Para nada. No lo necesito. Belén había preparado unos tallarines con salsa de cuatro quesos y trajo a la mesa lo que había quedado de vino - ¿Vas a probar?, bromeó Miguel - Ni loca, te lo traje para ti, para ver si te emborrachás. - No, mañana hay que trabajar Miguel se levantó de la mesa y fue a buscar otra bebida - ¿Qué preferís, agua o refresco?, le preguntó a Belén - Agua, pero ¿por qué te levantaste?, me lo hubieras pedido. - Mi amor está bien que a veces cocines, pero no estás para servirme Al terminar de cenar, lavaron lo que habían usado y dejaron todo pronto para el desayuno. - Belén mañana no te preocupes en ordenar porque viene Blanca. Ya le avisé a mamá que le dijera que iba a tener más trabajo. - Ay, no, pobre. Yo voy a acomodar algo. La ropa para lavar, por ejemplo ya la pongo en la lavadora. - ¿Sabés manejar la lavarropa? - Lógico, dijo ella sin dejar lugar a dudas. - Bueno vamos a costarnos y a dormir que mañana hay que trabajar, dijo Belén - Si, a dormir, nada de inventar jueguitos, dijo él riendo Se acostaron. Ella con un pijama todo cerrado y él con un short. Se abrazaron y se quedaron dormidos. Ya era de mañana y ambos tenían que ir a trabajar. Se levantaron. Belén le dijo a Miguel, andá tú al baño mientras preparo el

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desayuno. Miguel se bañó, se afeitó y ya salió pronto para desayunar e irse. Se sentaron los a desayunar - Mi amor, te espero y te llevo hasta el estudio, dijo Miguel - ¿Serías tan amoroso? No me mal acostumbres - Es lo menos que puedo hacer por mi mujer Ella se levantó, lo abrazó, le dio un beso y se fue al baño a cambiarse. Una vez que ella estuvo pronta, salieron los dos. Miguel llevó a Belén hasta el estudio de arquitectos. Cuando ella se bajó, le dijo - Acordate que hoy a las 5 de la tarde voy para casa de mamá para ver cómo le fue a María. - No te preocupes, yo voy para allá, cuando salga - Eres un amor, te quiero, dijo y le tiró un beso Miguel le respondió y puso en marcha el auto. “Tan lejos que parecía el sueño y estaba a la vuelta de la esquina. Me siento tan feliz”, pensó Mientras tanto en casa de los Álvarez, ya estaban los dos abogados que iban a acompañar a María a ratificar la denuncia en el juzgado. Ramón se había tenido que ir temprano para el campo y Cecilia se estaba vistiendo porque se había propuesto acompañar a María. A su vez, María estaba muy nerviosa. Sabía que el juzgado, posiblemente, viera a sus amigas y a los individuos. Los abogados le habían dicho que no se preocupara porque en esta instancia, por lo menos, no los iba a tener que enfrentar. Decidieron ir en los autos de los abogados. Cuando el doctor Lago estacionó el coche para que María, Cecilia y el doctor Romero bajaran, María vio a los hombres y a Susy. Hizo de cuenta que no los había visto y entró en el juzgado. Allí le mostraron la declaración que ella había hecho en su casa a la policía y le preguntaron si quería cambiarla o modificarla. Ella dijo que no cambiaba nada, según lo que le indicaron los abogados, firmó y le dijeron que podía retirarse. El doctor Romero le pidió al actuario si podían salir por otra puerta para no tener que enfrentar a los demás testigos, y el - 182 -


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actuario llamó a un policía que los acompañó a salir por una puerta lateral. El doctor Lago, a quien Romero le había avisado por teléfono, los esperaba en la puerta. Se subieron al auto y salieron rumbo a la casa de los Álvarez. Un rato más tarde llamaron a declarar a John Drew. Le preguntaron si necesitaba traductor a lo cual, su abogado, dijo que no era necesario. Entonces el actuario, en presencia del juez, comenzó con las preguntas. Comenzó por leer las declaraciones de María a la policía. - Usted, señor Drew, ¿conoce a la señorita María Álvarez? - Si - ¿Ha estado con ella más de una vez? - Si, varias - Puede relatarnos lo sucedido entre la noche del jueves 21 y la madrugada del día 22. -

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El americano tomó aire y dijo El jueves, mis amigos, mis amigas y yo fuimos a buscar a María en su casa. Serían las 11 u 11:30 de la noche. Una vez que ella subió al auto, nos fuimos al Pub. Allí estuvimos hasta las 2 de la mañana, cuando decidimos irnos. Llevamos a María a su casa. Yo la quise ayudar porque ella había tomado mucho y no se podía sostener en pié, pero ella me rechazó varias veces. La dejé sentada en la vereda junto a la puerta de la casa. Luego llevamos a las restantes chicas y me fui a dormir. Vamos a aclarar algunos puntos, dijo el actuario. Usted dice que la señorita Álvarez había tomado mucho esa noche. Si señor. Ella es de tomar mucho. Unas semanas antes la dejamos sola en el Pub porque estaba tan tomada que no nos reconocía y gritaba. Bien, usted dice que a dejó sentada junto a la puerta de su casa. ¿Por qué no golpeó para que le abrieran si ella estaba tan mal. Porque, según lo que ella me había dicho, en la casa no querían que saliera conmigo.

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Usted, señor Drew, le suministró, a la señorita Álvarez, alguna medicación para evitar la borrachera que, según usted, ella tenía - No señor, ni siquiera sé si existe alguna medicación para eso - Solo una última pregunta. ¿Usted tuve relaciones sexuales con al señorita Álvarez? En ese momento, el abogado de John Drew dijo - Mi representado no tiene por qué contestar esa pregunta que no tiene nada que ver con los hechos que se investigan. - Está bien, dijo el actuario, pueden retirarse -

Uno a uno fueron desfilando todos los involucrados. Todos repitieron lo mismo que había declarado el americano. Parecía como si se hubieran puesto de acuerdo. Finalmente, pasó a declarar el muchacho que atendía el Pub esa noche. - Señor Ramírez, usted conoce a la señorita María Álvarez - Si, señor - ¿En qué circunstancias la conoció? - Yo atiendo el Pub donde ella va frecuentemente. - ¿Va sola o acompañada? - No, siempre va con un grupo de amigas y amigos. Creo que ellos son extranjeros. - ¿Ha visto que la señorita Álvarez haya tomado demás? - Solo una vez, hace una semana, más o menos. - ¿Y qué hicieron sus amigos? - Se fueron y la dejaron sola. Ella es una buena persona y había venido con el auto de su mamá, entonces, cuando cerré el Pub, yo mismo la llevé en su auto. - Entre la noche del jueves 21 y la madrugada del viernes 22, ¿la señorita Álvarez tomó mucho? - No, esa noche no pidió bebidas alcohólicas, solo refrescos. - No vio si, en algún momento ella tomó de otro vaso. - Creo que John Drew le dio de beber un resto de cerveza que quedaba en su vaso. - ¿Hubiera sido suficiente para emborracharse lo que tomó? - No, para nada, era muy poquito - Muy bien, puede retirarse. - 184 -


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Cuando eran las 6 de la tarde, Miguel y Agustín salieron, juntos en el auto del primero, rumbo a la casa de los Álvarez. Al llegar, encontraron a toda la familia reunida. Luego de saludar a todos, Miguel esperó a poder hablar con Belén para saber que había pasado. En un momento en que los dos pudieron apartarse, después de darse un beso, Miguel preguntó - ¿Qué se supo? - Por ahora, nada seguro, pero, por lo que dijo el papá de Agustín, todas las amigotas de María apoyaron la declaración del gringo. - ¿Y el gringo dijo algo en contra de María? - Según parece, dijo que María estaba tan borracha que la dejaron sentada en la puerta de casa y se fueron. - Pero… - Si, ya se amor, todos estamos muy indignados porque esos hijos de puta se van a salir con la suya. Cuando volvían a su departamento, tanto Belén como Miguel, se mantuvieron en silencio. -

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Al llegar, Belén dijo Miguel, tengo miedo ¿De qué, mi amor? De lo que puede pasar con María Si, es cierto. No sabemos como puede reaccionar con un fallo adverso Además te diste cuenta que ella no está bien. En un momento me dijo que creía que te conocía y que eras un chico muy bueno Pobre María. Ahora, después de lo que le pasó, me da mucha lástima

Ambos cenaron sin decir palabras. Estaban realmente preocupados. Cuando iba a acostarse, sonó el teléfono de Miguel

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Hola mamá,…no, no se supo nada todavía…los abogados dijeron que, seguramente mañana…quedate tranquila, ni bien se sepa algo te llamo,…un beso Mamá te manda un beso, le dijo a Belén

Luego de cenar se fueron a acostar. Tanto Belén como Miguel sabían que el día de mañana iba a ser difícil. Todos los problemas que había pasado no presagiaban nada bueno. Se besaron, se desearon las buenas noches y se durmieron. El martes, Belén y Miguel se levantaron temprano. Ambos se bañaron y desayunaron, pero se notaba que estaban tristes, muy preocupados. Cuando salieron para sus respectivos trabajos quedaron en encontrarse en la tarde en la casa de los Álvarez. Esa tarde, cuando estaban todos los Álvarez juntos, llegaron los doctores Lago y Romero, todos los miraron ansiosos. Habló el doctor Lago. - Las noticias que tenemos no son muy alentadoras. A John Drew y a Ricardo Torres los procesaron, sin prisión, por omisión de asistencia. - Pero, cómo, dijo Ramón, no tiene explicación - En los considerandos, el juez dijo que no había pruebas suficientes para probar la tentativa de violación. Entendió que la omisión de asistencia se configuró al haberla dejado en estado de alcoholismo en la puerta de la casa y no haberla ayudado a entrar. - ¡Es inconcebible!, dijo Cecilia - Bueno, nosotros vamos a apelar la resolución del juez, pero ello va a llevar tiempo. María se puso a llorar desconsoladamente. Tanto su madre como sus hermanas la consolaban. La llevaron hacia la barbacoa así Ramón podía hablar con los abogados. Cuando llegaron Miguel y Agustín, Belén y Azucena le explicaron lo sucedido. Ambos no salían de su asombro.

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Tanto a Belén como a Azucena, se les caían las lágrimas. - No llores mi amor, le dijo Miguel a Belén - No, no estoy llorando. Es por impotencia. No puede ser. Es realmente una injusticia En ese momento Miguel se acordó de la conversación que escucho en José Ignacio. Se levantó y se fue hacia el living, donde estaban los abogados con Ramón Cuando entró, los tres lo miraron extrañados. - Perdón señores, dijo Miguel, pero en este momento acabo de acordarme de algo que, quizás, pueda ser de ayuda. Lamento no haberme acordado antes. - Si, Miguel, decinos de que se trata, dijo Ramón - Unas semanas atrás, unos compañeros de trabajo fuimos a hacer un trabajo en Garzón y, cuando fuimos a un restaurante, vimos al americano y otros hombres almorzando en José Ignacio. Como nos sentamos cerca pude escuchar la conversación, en inglés. Dijeron algo así como: “Mira todas mujeres de aquí son muy fáciles. A la segunda vez que sales ya la tienes en la cama. Parece que en este país no hay hombres, por lo menos eso fue lo que dijo Susy. ¿Y a ti cómo te ha ido con la tuya, María se llama, no? No ha pasado nada, dijo el individuo de la barba, cada vez que la quiero llevar a la cama se pone mala y no quiere nada. La voy a tener que llevar a la fuerza” -

Los abogados se miraron entre sí y le preguntaron Alguien más que estuviera contigo, preguntó el doctor Romero Si, justamente, tu hijo, le contestó Miguel Ramón, dijo el doctor Romero, ¿se anima a llamar a mi hijo? Tú no digas nada, le dijo a Miguel Si, dijo Ramón y fue a llamar a Agustín. Unos minutos más tarde, apareció Agustín Mirá Agustín, le dijo su padre, el doctor Lago te va a preguntar algo que, quizás, pueda ayudar. - 187 -


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Si, dígame, doctor Tú fuiste con Miguel a hacer una trabajo a Garzón, ¿no? Si, hace unas semanas atrás. ¿Viste a algunos extranjeros comiendo en el restaurante al que fueron ustedes? Si, recuerdo bien. En una mesa cerca de la nuestra había cuatro hombres que, visiblemente, eran extranjeros. Todos hablaban en inglés. ¿Te acordás de alguno en particular? Había uno pelado y con barba. ¿Oíste algo de lo que hablaban? Hablaban muy despectivamente de las chicas uruguayas, sobre todo el pelado. Poco menos dijeron que todas eran mujeres fáciles. ¿Y ese hombre pelado, dijo algo en particular? Agustín palideció. Quedó mirándolo a Miguel y dijo Habló de María, doctor, no lo puedo creer. ¿Es el mismo hombre? Así parece. Vamos a tener que agregar la declaración de ustedes en la apelación.

Tanto Agustín como Miguel volvieron donde estaban las chicas cabizbajos. Cecilia ya se había ido con María al dormitorio. - ¿Qué pasó?, preguntó Azucena - Cuando estuvimos en Garzón, ¿se acuerdan?, dijo Agustín, fuimos a almorzar donde estaban estos gringos comiendo y, tanto Miguel como yo, pudimos escuchar la conversación en la que mencionaron a María. - ¿Y qué dijeron?, preguntó Belén - Prácticamente que todas las chicas aquí eran unas putas, le contestó Miguel - ¡Pero que hijos de puta!, ¿y no se puede hacer nada?, preguntó Azucena - Papá y el doctor Lago van a incluir nuestra declaración en la apelación. - ¿Fue por eso que te sentiste mal, Miguel?, preguntó Belén

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Si, me hizo tanto mal que lo había apartado cas totalmente de mi cabeza y hoy, mientras hablábamos se me vino como un chispazo.

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Miguel, voy a darle un beso a mamá y a María y nos vamos, ¿si?, dijo Belén Si, mi amor.

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Unos minutos más tarde se despidieron de Azucena y Agustín y se fueron. Cuando iban en el auto, Belén le pasó el brazo por encima de los hombros de Miguel. Él la miró. - ¡Qué suerte que te tengo a ti!, dijo ella - ¡Y yo a ti, mi amor! - Te juro, Miguel, que si estuvieras tú habría hecho algún disparate. - ¿Disparate? - Si, capaz que salía a buscar a esos desgraciados y los mataba. - Ni lo pienses. Ya van a caer. La justicia demora, pero llega. Los días siguientes fueron bastante penosos. María se pasaba llorando y todos tenían miedo que hiciera una crisis emocional. Todos recordaban el diagnóstico que había hecho una vez el padre de Miguel. En esos días el doctor Bárcena llamó a Cecilia y le dijo que le llevara a María para comenzar un tratamiento. A pesar que María no quería ir, entre su madre y sus hermanas la convencieron. -

El viernes, Sandra llamó a Miguel Miguel, contame que pasó con María. Me enteré de casualidad Mirá. El viernes pasado parece que unos amigos de ella la quisieron violar. ¡No te puedo creer! ¿Y los denunciaron? Si, pero el juez no encontró pruebas suficientes para procesarlos. ¿Y?

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Ahora los abogados van a apelar el fallo, agregando otras pruebas. ¿Cómo está Belén? Me imagino que le debe haber caído muy mal. La verdad que está furiosa. Igual que tú no puede creer que haya sucedido todo esto. Le voy a contar a Pedro porque no debe saber nada ¿Cómo está la nena? Enorme. A ver cuando se vienen Belén y tú. Nos han abandonado. Si. No te digo este fin de semana porque el sábado, justamente es el cumpleaños de María, pero el próximo es seguro. Le digo a Belén que te llame. OK, mandale un beso y otro para ti. Acordate que cualquier cosa que necesiten estamos a la orden Un beso y gracias por llamar. Cuando cortó, le contó a Belén que estaba a su lado. Era Sandra preguntando por lo que le pasó a María ¿Y cómo se enteró? No tengo idea, pero tú sabés que en Carrasco se corre la voz Si, es cierto. Además las hijas de puta de las amiguitas de María lo deben haber salido a desparramar para cuidar su culito. Belén, mi amor, no me gusta que hables así. Perdoname, pero no me vas a decir que no son unas hijas de puta. Bueno, calmate. No puedo, sabés, porque pienso ¿y si me hubiera pasado a mí?

Ese fin de semana fue bastante complicado. El sábado fue el cumpleaños de María. Lo festejaron a medias, ya que el ánimo no era el mejor. Todos se reunieron en casa de los Álvarez e hicieron un festejo muy íntimo. Tanto Azucena como Belén se preocuparon de acompañar a su hermana.

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PERSIGUIENDO UN SUEÑO

Cuando ya se había hecho la noche, Azucena y Agustín salieron a dar una vuelta mientras que Belén y Miguel se fueron a su casa. El domingo, como de costumbre, Belén y Miguel, fueron de compras al supermercado. Miguel compró el diario pero no leyó ni los titulares. Cuando llegaron al departamento, se pusieron a ordenar lo que habían comprado. -

Mi amor, ¿hago algo de comer, porque no tengo ganas de salir?, dijo Belén Si. ¿Precisás ayuda? No quedate leyendo el diario que en un rato voy al living contigo

Miguel le dio una mirada a las primeras páginas del diario pero, cuando llegó a la página policial, se quedó sin poder decir palabra. Se levantó con el diario en la mano y se fue a la cocina. Belén le vio la cara de asombro - ¿Qué pasó, por Dios? - Escuchá lo que te voy a leer. “Matan a dos extranjeros: En la madrugada del sábado encontraron los cadáveres de dos extranjeros en un auto. Se trataría de un americano de nombre John Drew y un mejicano de nombre Ricardo Torres. Si bien no han trascendido mayores detalles, se supo que ninguno de los cadáveres tenía documentación, la que fue verificada más tarde. Se está detrás del móvil de dichos crímenes, aunque se supone, por como se encontraron los cuerpos, que el o los autores pueden ser travestis o prostitutas que intentaron robarles.” - Pero, ¿no son esos los que atacaron a María? - Si, mi amor. Vamos para la casa de tus padres Cuando llegaron a casa de los Álvarez se encontraron con que todos, inclusive Agustín que había llegado antes que ellos, estaban igualmente asombrados con lo sucedido. No daban crédito a la noticia. Ramón les dijo - 191 -


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Es evidente que la vida que hacían estos individuos los iba a llevar a esto. María, querida, da gracias a Dios que hoy estás aquí con nosotros.

María se abrazó a su padre y dijo Gracias a todos ustedes. Fueron ustedes los que me salvaron del infierno en que vivía. Se paró y le dio un beso a cada uno. -

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PERSIGUIENDO UN SUEÑO

EPÍLOGO

UN AÑO MÁS TARDE

María conoció al hijo de un amigo de Ramón, que tenía campos en Santa Fe, Argentina. Se casaron casi de inmediato y se fueron a vivir a Santa Fe. A Azucena le salió una beca de diseño de dos años en Inglaterra. Se casó con Agustín y Miguel le consiguió a él un empleo en una de las consultoras inglesas que ellos representaban. Belén y Miguel también se casaron y se fueron a vivir a un departamento más grande que les regaló Ramón, también en Pocitos -

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Un sábado, Cecilia la llamó a Belén y le dijo Belén, sabés que papá quiere vender la casa porque ya nos queda muy grande para estar yo sola toda la semana, mientras él está en el campo. Si, mami, ¿y qué precisás? Que vengan ustedes y revisen unas cajas que hay en el dormitorio que era tuyo y de Azucena. Supongo que debe haber cosas para tirar. Papá ha aprovechado a quemar un montón de papeles en la barbacoa. Bueno, si hacés algo rico de comer, ya vamos para allí Si, como no

Poco después, Belén y Miguel estaban en el dormitorio que había sido de las chicas, revisando papeles, fotos viejas y otras cosas. Belén bromeaba diciéndole a Miguel que no podía mirar todas las fotos porque iba a ver a aquella fea coloradita.

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De pronto, Miguel encuentra un sobre cerrado que decía: “Para Belén y Miguel” Con mucho cuidado, lo abrieron y quedaron helados con lo que vieron. Dentro del sobre estaban las identificaciones de John Drew y de Ricardo Torres en las que aún se notaban manchas de sangre. Hallaron, también una pequeña nota que decía: “A estos dos los pude liquidar. Los otros se me escaparon” -

Miguel y Belén se miraron Vamos a quemarlo. Este es un secreto que deberá quedar guardado para siempre, dijo Miguel. Si, mi amor, dijo Belén con lágrimas en los ojos, pobre Azucena como le afectó lo de María. Amor, por favor, secate las lágrimas. Nadie puede saber de esto.

Juntaron todo lo que había para quemar, se fueron a la barbacoa y quemaron todo, asegurándose que las cenizas se destruyeran totalmente

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