Uruguay, Presente y Pasado

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EDITORIAL

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RECONCILIACIÓN Y REPARACIÓN A TRAVÉS DE LA JUSTICIA TRANSICIONAL

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RESEÑA HISTÓRICA DE LA DICTADURA MILITAR

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BREVE SÍNTESIS DEL PROCESO POLÍTICO DE LA DICTADURA

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EL FINAL DE LA DICTADURA

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REPARACIONES

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LA VIOLENCIA SEXUAL Y DE GÉNERO EN LA DICTADURA

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SU IMPACTO HASTA HOY

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EL ARTE COMO RESISTENCIA: ANTES Y DESPUÉS DE LA DICTADURA

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ACTIVIDADES PARA CONMEMORAR Y SUBSANAR SOCIALMENTE LO OCURRIDO EN LA DICTADURA

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SOBRE EL EXILIO (TESTIMONIO)

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EL GRAN SILENCIO DEL URUGUAY KAFKIANO

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CONMEMORACIÓN

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Editorial Reconciliación y Reparación a través de la Justicia Transicional

El campo de la justicia transicional está lleno de grandes aportes teóricos y herramientas que permiten hacer un paso de regímenes autoritarios o dictaduras militares hacia regímenes democráticos en sociedades que han sido afectadas por masivas violaciones de derechos humanos, causadas por una guerra civil, un conflicto violento o por regímenes dictatoriales. El mecanismo utilizado en Uruguay se llama Justicia Transicional. La justicia transicional es un tipo especial de justicia que aborda diferentes medidas para atender las demandas que surgen en virtud de la existencia de conflictos, las cuales buscan resarcir los perjuicios ocasionados a las víctimas de las sociedades que han pasado por estos. En principio la justicia transicional no contó con el apoyo del Estado al principio. Esto porque en Uruguay luego de 1989, con la aprobación de la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado (Ley de Impunidad) y hasta 1996 con el surgimiento de las Marchas del Silencio (movimiento organizado por las víctimas de la violencia y sus familiares) se produjo un período de aplacamiento de la memoria y silencio. A partir de 1985, año de la recuperación democrática en Uruguay (La dictadura cívica- militar se extendió desde 1973 hasta 1985.), fueron emergiendo memorias del horror desde los espacios que se iban habilitando para ellas, pero estos espacios no fueron legitimados por el Estado que había sido terrorista para con sus habitantes. En un primer momento las memorias llegaban por medio de los informes de diferentes organizaciones de Derechos Humanos. Pocos fueron sin embargo los relatos escritos por los protagonistas directos, y menos los de las mujeres. De hecho, al recoger testimonios para elaborar un relato del período autoritario se enfatizó en las voces públicas, pertenecientes a militantes políticos y revolucionarios varones. Los expresos políticos sintieron la necesidad de hablar y reconstruir sus vivencias tras años de negación. Se constituyeron en diferentes grupos de trabajo: “Testimonios”, “Vivencias”, “Género y familia”, “Cronología, entre otros. El grupo de “Género y Memoria” fue el primero en producir algo escrito, cuando luego de tres años decidió convocar a un concurso de relatos sobre la dictadura exhortando a todas las mujeres a que brindaran su testimonio sobre lo que vivieron y sintieron durante esos años. La convocatoria se realizó bajo la consigna “Recuérdalo tú, recuérdalo a otros. Te invitamos a contar porque a ti también te pasó.”

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En Uruguay el movimiento por la justicia y reivindicación ha sido verdaderamente dirigido por los ciudadanos y sin mayor influencia política ni religiosa. Este movimiento se mantiene al día de hoy y consta de un sector que lucha en particular por denunciar la violencia sexual de la que fueron objeto las mujeres presas políticas, secuestradas y torturadas. La persistencia de las víctimas permitió que el tema ingresara a la agenda pública y se hicieran avances importantes, mediante protestas pacíficas e iniciativas en temas como la búsqueda de la verdad y la reconstrucción de la memoria. A través de diversas agrupaciones establecieron precedentes importantes para que las violaciones a los DDHH cometidas durante la dictadura no quedaran en el olvido ni en impunidad.

Protestas en Montevideo por los Desaparecidos y la Violencia de la Dictadura

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Reseña Histórica de la Dictadura Militar A partir de los años 60, en medio de un contexto de crisis económica que ponía en tela de juicio el modelo social uruguayo, surgen tensiones y conflictos sociales, tales como la polarización política y sindical generalizada, el surgimiento de los grupos guerrilleros que con el transcurso de los años se fueron radicalizando. Paralelamente a la avanzada de movimientos de izquierda aparecen en Uruguay movimientos de ultraderecha que perpetraban atentados contra dirigentes y militantes de izquierda. Como resultado de estas confrontaciones, a fines de los años 60 el Estado de Derecho se encontraba gravemente comprometido por las

medidas de seguridad adoptadas por el gobierno del presidente Jorge Pacheco Areco, quien en el marco de la lucha contra la subversión convoca a las Fuerzas Armadas (FFAA) para combatir a las guerrillas, proceso mediante el cual las garantías constitucionales se vieron constantemente limitadas y se violaron sistemáticamente los DDHH. En medio de esta conflictiva situación, las FFAA lograron ganar protagonismo político y así, poco a poco obtuvieron mayor autonomía respecto del poder político, hasta consolidarse dentro de ellas un sector golpista que dirigiría la dictadura militar.

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Breve síntesis del proceso político de la dictadura

El 27 de junio de 1973 comenzó a organizarse el aparato institucional que daría forma al gobierno de facto. De esta manera, a través del mismo decreto que disolvió el Parlamento, se creó el Consejo de Estado, cuyas atribuciones fueron: desempeñar las funciones de la Asamblea General y controlar la gestión del Poder Ejecutivo en lo referente al respeto a los derechos individuales y a las normas constitucionales y legales. A su vez debía elaborar un anteproyecto de reforma constitucional. Dicho Consejo inició sus funciones el 19 de diciembre de 1973 siendo su primer presidente el ex senador nacionalista Martin Echegoyen.

El ya mencionado decreto del 28 de noviembre de 19736 ilegalizó a los siguientes partidos o grupos políticos: Grupos de Acción Unificadora (GAU), Movimiento 26 de marzo, Movimiento Revolucionario Oriental, Partido Comunista Revolucionario (PCR), Partido Comunista del Uruguay (PCU), Partido Socialista (PS), Unión Popular y Unión de Juventudes Comunistas (UJC). A partir de ese año, el número de funcionarios militares que comenzaron a ocupar cargos en el aparato estatal fue aumentado considerablemente. Este proceso de “militarización” del Estado implicó que integrantes de las Fuerzas Armadas fueran designados como interventores de distintos Entes Autónomos y para distintos cargos dentro de la administración pública. Estas medidas se enmarcan dentro de una política de control y vigilancia de la sociedad civil comprendida dentro de la lógica de combate al enemigo interno. Se suspendió toda actividad política y democrática hasta 1982. En 1981 se aprobó el Acto Institucional Nº 11 donde se establecía una transición de tres años, y se preveía que en 1982 se realizarían elecciones internas en los partidos políticos autorizados: Partido Colorado, Partido Nacional y la Unión Cívica. Por el mismo acto se designaba un nuevo presidente. Las elecciones se llevaron a cabo el 28 de noviembre de 1982, el 60,61% de los habilitados a votar concurrieron a los comicios y resultaron ganadoras las listas opositoras a la dictadura. A partir de ese momento comenzaron a funcionar las Convenciones partidarias y se iniciaron las conversaciones con el gobierno para pautar los caminos a seguir para la salida de la dictadura. Las primeras conversaciones se llevaron a cabo entre mayo y julio de 1983 en el Parque Hotel y duraron hasta que los partidos decidieron abandonarlas por entender que era inadmisible continuar las negociaciones en tanto se mantenían las prácticas represivas.

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El final de la dictadura Hacia mediados de 1983 comenzaron los primeros apagones y caceroleos masivos como forma de expresar el repudio a la dictadura y en setiembre se realizó la “semana del estudiante” con una convocatoria altamente exitosa. En

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este marco de creciente movilización social fue creada la “Intersectorial” como espacio de coordinación entre los partidos políticos y las organizaciones sociales. El momento culmine de este proceso fue el acto del 27 de noviembre llevado a cabo en los alrededores del Obelisco de Montevideo y bajo la consigna “Por un Uruguay democrático y sin exclusiones”. En julio de 1984 se reiniciaron las conversaciones entre los partidos y los militares, pero esta vez el ausente fue el Partido Nacional. La negativa de los “blancos” se debía a la reclusión a la que era sometido Wilson Ferreira Aldunate, líder del sector más “progresista”, quien había regresado al país el 16 de junio siendo detenido de forma inmediata. De esta manera las negociaciones fueron llevadas adelante por el Partido Colorado, la Unión Cívica y la izquierda (cuyo principal dirigente, Líber Seregni, ya había sido liberado pero se encontraba proscripto).

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Como resultado de las primeras conversaciones se fueron derogando algunos de los Actos Institucionales, y se inició la liberación gradual de los presos políticos. Al mismo tiempo se anunció la desprocripción del Frente Amplio pero se mantenía ilegal al Partido Comunista. El 23 de agosto de 1984, en el Club Naval se concretó el acuerdo entre militares y políticos y se fijaron las elecciones para noviembre. En setiembre se organizó, con la participación de los partidos políticos y distintas organizaciones sociales, la Concertación Nacional Programática (CONAPRO). Este espacio tenía como objetivo lograr acuerdos y fijar criterios para el futuro gobierno democrático. El 25 de noviembre se llevaron a cabo las elecciones nacionales, muchos

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políticos continuaban proscriptos y varios miles de ciudadanos tenían vetada la posibilidad de votar. La victoria recayó en el Partido Colorado y el 1º de marzo de 1985 asumió la presidencia, el Dr. Julio María Sanguinetti. La dictadura acabó con una solución negociada y la convocatoria de unas elecciones libres que ganó el líder del Partido Colorado, Julio María Sanguinetti, quien promovió una Ley de Caducidad, una amnistía para los militares, que fue ratificada en referéndum en 1989 y en 2009, para disgusto de las organizaciones de derechos humanos. En 2009 la Suprema Corte de Justicia la declaró inconstitucional para algunos casos, aunque sigue siendo una traba para avanzar en las investigaciones de los desaparecidos.

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Reparaciones

Si bien se ha criticado que entre 1985 y 2005 las Políticas Públicas de Justicia Transicional no cumplieron con los estándares internacionales para garantizar una reparación integral

efectiva, en cuanto a los elementos básicos para la reparación integral (restitución, indemnización, rehabilitación, satisfacción y garantías de no repetición) a partir del gobierno de Tabaré Vásquez (2005-2010), perteneciente al Partido de Coalición de Izquierda del Frente Amplio, se promulga la Ley de Reparaciones 18.596 de 2009 que establece amplias garantías para las víctimas y sus familiares con el fin de contribuir a su reparación integral, allanando así el camino para lograr una adecuada transformación del conflicto.

Uruguay integró transformación del conflicto de Galtung (1998) y su teoría de las 3R (Reconstrucción, Reconciliación, Resolución)

Imágenes de la 20 Marcha del Silencio en Montevideo

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La violencia sexual y de Género en la Dictadura Su impacto hasta hoy

En Uruguay muchas mujeres han hablado y escrito de su experiencias de detención y tortura durante la dictadura militar. En principio hubo silencio por varios años. Sin embargo luego pudieron ir rompiendo la vergüenza y la culpa. Muchas de ellas hablan de que la violencia de género o sexual era más visto como un tema personal que como un crimen contra la humanidad, pero a través de las reuniones de solidaridad entre ellas y la ayuda de profesionales de las ciencias sociales que se les acercaron, fueron dándole otro sentido a lo vivido y encontraron la necesidad de sacarlo a la luz y hablar de ello para hacer justicia. Denunciar se volvió para ellas un imperativo ético-político, un deber insoslayable de justicia y una forma de reparación. Desde que hay guerras en el mundo se consideró siempre el cuerpo de la mujer como trofeo o como botín de guerra, para uso y abuso de los vencedores. Pero a partir de la masiva violencia sexual contra las mujeres en los conflictos armados de la ex Yugoslavia y de Ruanda, cuando se usaron sus cuerpos como campo de batallan y para limpieza étnica, haciéndoles hijos con la sangre del enemigo, la comunidad internacional reaccionó y tomó conciencia de la gravedad de los crímenes de violencia sexual, que fueron calificados como crímenes de lesa humanidad en los Tribunales Penales Internacionales y después en el Estatuto de Roma y en múltiples Resoluciones de las Naciones Unidas (ONU).

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Durante la dictadura militar, todas las presas políticas uruguayas sufrieron en mayor o menor grado de prácticas sexuales aberrantes y humillantes, desde la desnudez forzada y expuesta, manoseos y toqueteos, insultos y comentarios ofensivos y degradantes cuando las hacían bañar y hacer sus necesidades delante de los militares, hasta la violación con o sin penetración, con palos o con bichos, con electricidad en los genitales, por muchos y repetidas veces.

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Los varones también sufrieron violencia sexual, pero con las mujeres tuvo particularidades y efectos específicos de la inequidad de género. En ocasiones hacían que la pareja observara como violaban a su novia o esposa con el fin de humillarlo. Estas y otras iniciativas en Uruguay han culminado en políticas sociales de avanzada. El sufrimiento y el dolor de estas personas ha sido visibilizada de manera legítima a través de estos movimientos organizados de solidaridad entre las víctimas y por la actitud conciliadora de los últimos gobiernos cuando a partir del 2005 vuelve el partido de izquierda. Este año Uruguay inaugura una nueva política de género, que intenta prevenir situaciones tan lamentables como las vividas por las mujeres tanto en lo público como en lo privado. Adjunto

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El arte como resistencia: Antes y después de la dictadura Actividades para conmemorar y subsanar socialmente lo ocurrido en la dictadura

Compilación de afiches de la época

Actualmente en Montevideo se llevan a cabo actividades para recordar y conmemorar la época de la dictadura militar como presentación de poemarios, compilación de afiches antiguos (ver imágenes adjuntas) de conciertos de música popular y otros que se realizaban de manera clandestina y con mucho cuidado de que el ejército no se enterara. La música popular uruguaya acompañó cronológicamente el proceso de gestación de la dictadura uruguaya, convirtiéndose en un faro de denuncia de los abusos que al comienzo se insinuaban y luego se volvieron parte de la política del terrorismo de Estado a principios de los '70. El gobierno dictatorial no dudó en perseguir a los referentes del movimiento, al darse cuenta del alcance popular y la trascendencia que habían adquirido como focos de resistencia al autoritarismo. Cientos de autores y canciones fueron prohibidos sin embargo la gente se reunía a escucharlos. Uno de los músico censurados fue Alfredo Zitarrosa quien tuvo que exiliarse en España y México por sus tendencias de izquierda.

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Una de las canciones sobre la dictadura: VIDEO Letra: María Pilar Autor: Alfredo Zitarrosa Qué fue lo que ha sucedido, María Pilar, qué fue lo que ha sucedido con tu Julián? Los compañeros te ayudan a preguntar: ¿Adónde se lo llevaron, dónde estará? ¿Por qué jamás le pudiste hallar si le buscaste sin descansar?* Contales de aquella tarde, María Pilar, cuando al volver con tus hijos del almacén, pudiste ver que sacaban a tu Julián del fondo de la casilla empujándolo hacia un auto oscuro como el terror con que se afligía tu corazón. Tuviste miedo por tu Julián, ¡ay María Pilar!, sabías que algo le iba a pasar, ¡aay! Tan puro tu hombre, María Pilar, ¡aay! tan preocupado por los demás, mmm… Seguí contando, María Pilar, los hombres justos te ayudarán. ¡Hay hombres justos!, ya lo verás. ¿De qué es lo que acusarían a tu Julián, acaso de preocuparse por los demás? Te enorgullece pensarlo, María Pilar, si es por eso que llevaron a tu Julián. No entendieron nada, señor, verá, los que le quitaron la libertad. Él nunca empuñó otra cosa que su bondad,

y es justo lo que pedía, ¡si lo sabrás!, ¿Acaso puede decirse que no es verdad que tanto necesitaban abrigo y pan? ¡Cómo no gritarlo, María Pilar, siendo como era ese, tu Julián! Los hombres justos no sé qué harán, ¡ay, María Pilar!, pero que ayuden a tu Julián ¡aay! ¿De qué nos sirve la libertad, ¡aay! si no hay justicia, María Pilar? ¡aay!

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A través de las artes musicales, plásticas y literarias las personas expresaban y expresan actualmente sus sentimientos, tristezas, alegrías y preocupaciones. Siendo la dictadura militar algo que impactó tan fuertemente a toda la sociedad sin que hubieran espacios legítimos de expresión por estar las libertades coartadas, el arte en las casas y tabernas fue costumbre y hoy lo sigue siendo con la melancolía característica como sello de la región. Actualmente existen discos conmemorativos que recopilar canciones contra la dictadura de diversos artistas y son muy populares inclusive entre la población joven.

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Sobre el Exilio (Testimonio) El gran silencio del Uruguay kafkiano

Por Roberto Mascaró 
Intentaré esbozar un esquema de mi situación de poeta en el exilio. Creo que mi situación es y ha sido especial, porque es el caso de una escritura elaborada fuera de Uruguay y que se da a conocer en forma abierta en 1983, es decir durante mi quinto año de vida en Suecia, a la edad de 35 años. Pienso que esta situación es un poco excepcional porque nace literalmente en el exilio, ya que todos los poemas de estacionario fueron escritos en un suburbio de Estocolmo (que no es lo mismo que decir en Estocolmo). El exilio era para mí una situación nueva, peculiar, aunque es cierto que en el Uruguay de los setenta ya vivíamos un exilio interior o incilio, como lo bautizara con acierto Angel Rama. Ya habíamos recibido instrucción de parte de los que creíamos que eran nuestra propia carne y sangre, de nuestros compatriotas por entonces en el poder, en eso que fue la dictadura cívico-militar. Mi escritura en Uruguay era ya algo marginal, inseguro, inestable, secreto, tal vez, en el caso de que se hubiese publicado en forma de libro, prohibido. Aquel país de los setenta (yo no alcancé a vivir en el país en los ochenta) era la pesadilla de todos los creadores, porque

el "proyecto cultural" de la dictadura se propuso establecer un index sobre las personas, por supuesto, pero también un index -monstruoso producto de una virtual (y ojalá imposible) Academia Castrense de la Lengua- de palabras prohibidas. El index sobre las personas estaba respaldado por un tratamiento en base a torturas, violaciones, censuras, desapariciones y asesinatos legales, además de la prohibición de todos los partidos políticos y la sustitución del parlamento por un organismo títere del gobierno. El index sobre las palabras se basaba en listas (que ya pocos parecen recordar) que no se difundían en comunicados de prensa de la dictadura pero igualmente llegaba a los medios de prensa era respetado y temido por la prensa oral y escrita. 
Las violaciones a las "normas" dictatoriales fueron castigadas con una crueldad infrahumana por los representantes de la dictadura uruguaya, que a diferencia de otras dictaduras latinoamericanas no tenían nombre ni rostro visible, sino que se presentó como una gris maquinaria kafkiana que apelando a supuestos valores "patrióticos", "occidentales" y "cristianos" estableció en el país la industria de la tortura síquica y física sistemática.

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Prohibir una sola palabra, una sola grafía es siempre un atentado contra todo el (¿edificio?) de la lengua y de lo que llamamos lenguaje. La dictadura cívicomilitar -parienta cercana del fascismo europeo- se especializó en atentados de este tipo, y castigó a los transgresores con una saña especialmente característica y sólo comparable a la del período nazi en Alemania. ¿Necesito agregar que este habitat de nosotros, pretendidos pichones de poesía, era la negación absoluta de toda forma de libertad creadora? Lo más siniestro de la situación era la no existencia de una censura previa; no existían normas que prohibieran nada preciso. Nada estaba expresamente prohibido en esta vergonzosa republiqueta, caricatura del Uruguay democrático del que aún quedaban restos en la década de los 60. Pero lo que estaba permitido, eso nadie lo sabía con exactitud, ni siquiera los juristas -muchos de ellos fueron torturados y asesinados. La población entera de Uruguay estaba sometida al terror y al chantaje intelectual. Infundir la incertidumbre fue la filosofía política de la dictadura, de tal manera que el rumor -que en su manera más baja toma en Uruguay el nombre de chisme -era la única forma de informarse de lo que estaba pasando en este reino del silencio. La vida como incertidumbre cotidiana fue la receta aplicada por los dictadores a la masa despojada del arma más poderosa: la democracia, la sociedad abierta. En nombre de combatir el totalitarismo amenazante (el abominable y totalitario "comunismo") se privó a la

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gente de las libertades más mínimas, se condenó injustamente, se violaron las normas humanitarias más elementales. Con fines de "salvar la democracia" se enterró en el país todo atisbo de libertad. Recuerdo en especial la función (¿la llamaré apoética?) funesta y especialmente servil que jugó un órgano de prensa en esos tiempos oscuros: el diario El País. Quien revise con espíritu abierto e imparcial las ediciones de este matutino durante los años de la dictadura, quedará asombrado de aquella obsesiva persistencia en la infamia intelectual. Este diario cumplió a pie juntillas con el index dictatorial y glorificó el lenguaje de los bandos militares hasta el servilismo cotidiano y cantó loas a la barbarie en el poder. El País fue la cuna misma de aquel pensamiento y lenguaje fascistoides que nos atormentaban y asqueaban (creo que sobre todo a los poetas) por su palpabilidad y su evidencia, mientras que al mismo tiempo merecían nuestro más sublime desprecio. Nuestra única salvación consistía en resistir, en la certeza de que la pesadilla tendría fin. En este ámbito de infamia cotidiana de parte del gobierno de fuerza -que nosotros confundíamos fácilmente con el Estado mismo- publicamos nuestros primeros poemas y artículos. Fundamos una revista cultural que se llamó Nexo, que fue prohibida en silencio y sin comunicados oficiales y por la cual detuvieron a algunos de los redactores. Durante el interrogatorio a que fue sometido uno de los del equipo de la revista, se le preguntó insistentemente por el domicilio de un tal César Vallejo, que había publicado unos poemas 15


subversivos. A partir de este momento nos quedamos sin voz y comenzamos a pensar en el exilio como una manera de eludir la barbarie, no sólo contra nosotros, sino contra nuestras familias, casi todas comprometidas en algún grado con el movimiento de resistencia. Esta situación de apagón cultural (yo diría más bien de crisis civilizacional) nos llevó al silencio. Publicar poemas o artículos en un país como ése -yo lo hice en algunas ocasiones- tenía algo de obsceno, no porque se sintiese como un lujo inmerecido, sino porque la realidad era esencialmente apoética y toda producción intelectual se vivía como un malentendido, como una incongruencia histórica. P 
 aradójicamente, vivíamos como un acto obsceno y hasta de traición el hecho de decir la verdad en un ámbito en el que una pesadillesca mentira era la verdad oficial. Toda nuestra energía estaba dirigida a no aceptar esta Gran Mentira Nacional. Tal era la crisis de valores y el aislamiento kafkiano que vivía nuestro país.

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acto de fe mucho más extremo que el que hace un escritor "en su salsa") de un inminente silencio. En el exilio, en el vacío idiomático, cultural y social de los primeros tiempos, el silencio no lo impone la indefinida censura dictatorial, sino los interminables y mudos bosques nevados que rodean una especie de estación polar muy bien iluminada que aprendimos a llamar Suecia mucho antes de saber de qué se trataba. A esto hay que agregar que las traducciones (cuando logramos que un traductor se interesara en lo que escribíamos) no sustituyen nunca la necesidad de un poeta con su público. Y el trabajo de un escritor traducido es siempre la situación de un bicho raro. Y alrededor, como un destino repetido, otra vez el silencio.

Silencio y vacío

Nuestras únicas referencias y contactos con nuestra "profesión" de poetas eran otros exilados -ni colegas ni lectorescomo nosotros. Esta situación se complicaba debido a que en esta nowhere land nadie sabía bien quién era quién y los contactos con la fuente original estaban cortados por tiempo indefinido. Y, otra vez, como en el Uruguay de las sombras, la situación escritural era rara, hermética, difícil.

El exilio en Suecia me llevó a otro tipo de silencio: el de quien puede escribir y aun publicar lo que escribe pero se ve privado de un elemento esencial: el público "natural", el que comparte la lengua. Escribir en castellano en Suecia es una experiencia que no le deseo a nadie, porque la vida se divide entre un cuerpo (y quizá también un alma) que vive un proceso histórico y social y una escritura que uno debe rescatar (en un

Dentro de las complicaciones de ser poeta en el exilio social y lingüístico había otras: la ausencia de crítica especializada, la ausencia de maestros orientadores, la ausencia de posibilidades editoriales. Mencionaré aquí algunos de los núcleos a los que estuve vinculado personalmente, dejando claro que el movimiento fue múltiple y se desarrolló en diferentes ciudades de Suecia y por supuesto, en

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toda Europa. Es cierto que, a pesar de las dificultades, comenzaron a formarse grupos activos. A principios de los 80 se funda la editorial Nordan, que inició la aventura de introducir sistemáticamente la literatura latinoamericana en versión sueca, traducida por los mejores especialistas en actividad. Esta empresa, fundada por la vieja Comunidad del Sur uruguaya, tuvo una dimensión única: junto a la presentación de literatura de alta calidad y ya consagrada por la crítica, se dio espacio a los jóvenes creadores del exilio. Poco después, por iniciativa de Ana Valdés surge en Estocolmo, en 1980, la revista Saltomortal, que para nuestro asombro recibió el apoyo de muchos intelectuales de prestigio (latinos y nórdicos) y se comenzó a dar espacio a traducciones al castellano de la hasta entonces casi desconocida literatura sueca contemporánea. Poco después, en 1984, se funda la editorial Siesta. Ésta fue al principio fue un punto de apoyo, un programa de entrenamiento, un taller literario, un intento de establecer un núcleo dinámico que recogiera la literatura y la creación cultural que estaban desarrollando loe latinoamericanos de afuera. El silencio también habla Pero también es necesario decir que la escritura del exilio tiene sus ventajas, sus incentivos, sus privilegios. En esa cúpula silenciosa, afelpada o no, en la que uno se introduce al llegar al exilio, hay una intensificación de la soledad, que es siempre la tierra natural de todo escritor. Pienso que toda escritura es ante todo un diálogo con el silencio. Todo trabajo

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literario, y más que nada la poesía, es un ejercicio de aproximación al silencio. Y si la poesía es la escritura llevada a su mínima expresión, la escritura exiliada es un caso más extremo aún. El silencio no es solamente el silencio de la noche o el del rumor del viento en los árboles, sino también el aplastante silencio de la otra lengua que parece invalidar y neutralizar cada palabra que uno escribe. Y este silencio total es quizá uno de los incentivos más extremos para un poeta: se trata de rescatar una lengua que puede morir a cada instante y ser sepultada por la otra, la dominante. Para no mencionar el temor al ridículo al que se enfrenta todo poeta cuando asume el hecho de leer en público sus propios poemas vertidos a una lengua tan lejana como la sueca. Y cuando hablo de la lengua no hablo solamente de un instrumento, de un utensilio neutro, sino de un universo y una visión del mundo a la que aquella está inevitablemente unida. Este ejercicio de disputa con el silencio siempre al acecho -que da a la vida un sentido por cierto fantasmal- afina el oído y mantiene aceitados los mecanismos del ritmo. Esta nostalgia del castellano como rumor, código y melodía obliga a estar atento, a aprovechar la más menuda resonancia para mantener viva y en pie la patria lingüística, la patria cultural. También de este raro silencio nace el neologismo, la asociación interlingüística, el contacto con cientos de lenguas extrañas, el interés por la traducción, la repetida reflexión sobre el lenguaje, sobre la estructura de la lengua. Y también la consciencia, hasta entonces no del todo clara, de que el castellano es apenas una de las muchas lenguas de América. 17


Por otra parte, los exiliados políticos en Suecia hemos tenido una oportunidad única de ver América Latina (que en realidad yo prefiero llamar América a secas) en toda su diversidad y unidad. Viviendo en Suecia pudimos encontrarnos al fin con ese milagro de identidad que es el ser latino. Esta certeza de que América es una unidad histórica y cultural muy fuerte no podríamos haberla tenido de la misma manera viviendo en Montevideo, Sucre o Margarita. Resulta que en Suecia, el latino que desea mantener su identidad (no solamente teórica sino también sentimental y cotidiana) puede hacerlo frecuentando a chilenos, ecuatorianos, salvadoreños, bolivianos, argentinos, guatemaltecos, mejicanos, etc., además de a algunos españoles, portugueses, franceses e italianos que por una razón u otra llegan al país. Y por supuesto que también está muy cerca la cultura alemana, la inglesa y también la cultura norteamericana, que asombrosamente para mí se presentó y se presenta

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cercanísima a lo que llamo la identidad latina, con todos sus claroscuros y a la vez con su papel dominante en la cultura mundial. La práctica de mi castellano rioplatense se enriquecío (se sigue enriqueciendo) con nuevos giros, un aumento considerable de mi capacidad sinonímica y sintáctica, a la vez que comencé a lucir mi lengua como una joya en la camisa de fiesta. Como los jugadores de fútbol que Uruguay vende a Europa, los poetas exiliados se ven obligados a aprender técnicas diferentes y quizá novedosas, pero a condición de mantener viva y latente la habilidad criolla, porque es esa habilidad -basada en la lengua maternala única fuente inagotable de fabulación y ritmo y, en última instancia, el único instrumento de escritura y lectura, el entrañable recurso que nos permite destacar en el extraño y nuevo campo de juego, el único punto de partida verosímil.

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Conmemoración

Organizaciones de expresos políticos piden justicia para las víctimas y sus familiares, en medio del debate por la Ley de Caducidad

Uruguay, un país de tradición democrática, se vio envuelto en las redes del Plan Cóndor, que idearon de manera coordinada las dictaduras del Cono Sur para detener, torturar o eliminar a personas consideradas “subversivas” por sus ideas políticas. En el caso de Uruguay, la Comisión para la Paz que se creó en 2000, recogió más de 200 denuncias de desaparecidos uruguayos. “La sociedad tiene derecho a saber qué pasó con el terrorismo de Estado y quiénes son los responsables porque la impunidad provoca repetición” señaló Baldemar Taroco, vicepresidente de la organización de expresos políticos Crysol, en un foro conmemorativo celebrado en la Intendencia de Montevideo.

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* Un trabajo realizado por Paula Mora Fernández para el curso de Irenología impartido por la profesora Sharon López. La mayoría de las imagines fueron sacadas del buscador virtual de Google y los datos de revistas y periódico uruguayos online así como de Wikipedia.

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