PAISAJES Diego Morcillo Calderón
ESPACIO CULTURAL RUFINO MENDOZA 3 - 25 SEPTIEMBRE
Espacio Cultural Rufino Mendoza
PAISAJES. La cuna de todo. | Texto de Jesús Ricca Molins Una larga y profunda pincelada verde descubre sinuosamente ruinas a lo lejos, ocultas y escondidas a ojos del espectador, pero presentes en una realidad particular; la presencia desnuda e insólita de un inmenso bloque de vecinos a altas horas de la madrugada, silencioso, taciturno, pero a la vez bañado de intensos reflejos naranjas y azules, accesibles solo para los escasos vecinos que deambulan por el edificio; o la atenta y anónima mirada de un corcel que camina tranquilo por una dehesa que desborda una paleta de frescos y ácidos verdes, intensos azules e infinitos colores terrosos. Todos existen bajo la mirada del pintor, capturados e inmortalizados en una realidad personal que surge de cada pincelada, con la máxima de reducir hasta la saciedad lo innecesario del cuadro, formalizando así un lugar, una escena, un vacío dedicado al espectador. Así se concibe el paisaje tras los ojos del artista Diego Morcillo (Don Benito, 1999) cuando conversa sobre la técnica pictórica que tanto ama. Teoría que toma sentido completo al comprender su ideal particular del paisaje y todos los elementos que se enfrentan durante el instante de creación. Es en el devenir de este tiempo cuando el escenario se construye: se despojan los detalles, se simplifica la mirada y se abstraen las formas, se suaviza la visión de la realidad y se genera una nueva, particular y única. Mientras sucede ese proceso creativo el joven hacedor se siente libre al jugar con el azar y lo accidental, motivos que le inspiran sustancialmente. Ambos conceptos intervienen de manera fructífera y se divierten a la par a la hora de capturar un instante, teniendo como resultado una obra diferente a la preconcebida en el imaginario del artista, primando el lenguaje a la representación pictórica. El escritor chino François Cheng defendía la teoría estética de que «en la pintura paisajista, el artista tiene que cultivar el arte de no mostrarlo todo, con objeto de mantener el aliento vivo y el misterio intacto». Con este pensamiento, Cheng proponía eliminar las distracciones visuales del escenario, dando protagonismo a la realidad divisada por el artista, aportando una importancia directa al lenguaje sin caer en abundantes especificaciones. La pintura de Morcillo bebe directamente de estos ideales estéticos y se filtra en dos vertientes denostadas: su técnica e imaginario. En lo referente a la técnica, Morcillo hace alarde de un conocimiento soberbio y claro de los principios académicos de la práctica pictórica. Maneja con fresca intuición la paleta cromática que le atrae, le seduce y le motiva, fruto de su estancia por diversos lugares de la geografía española, espacios que han marcado su trayectoria vital y que han formalizado en él el amor por una intensa gama de naranjas, verdes, grises y características tonalidades terrosas. Estos colores, presentes en la mayoría de sus producciones, se entremezclan con la devoción constante hacia la luz, elemento omnipresente, necesario y primordial en cada pintura que brota de la paleta de Diego Morcillo. Concibe cada obra como una pieza distinta a la anterior, conversa con ella y toma decisiones que quedan justificadas durante el transcurso de su creación. Actúa, en clave de abstracción, a la hora de fragmentar cada pincelada que ejecuta, rehuyendo de la figuración clásica y
Espacio Cultural Rufino Mendoza
académica, y progresando hacia un reconocido, firme y sólido estilo personal. Dentro del imaginario de Diego Morcillo, salen a la palestra ensoñaciones personales del artista: paisajes imaginarios nacidos del inconsciente y del error que cobran vida tras pinceladas anchas y texturas caóticas que parten de sus verdes y cálidos pinceles. Escenarios imposibles, satíricos y risueños, monotipos ideados para que el artífice y el espectador transiten juntos ante ellos, confirmando las palabras del filósofo Gastón Bachelard al defender que «antes de ser un espectáculo consciente, todo paisaje es una experiencia onírica. Sólo se miran con pasión estética los paisajes que hemos visto primero en sueños». De igual modo, Morcillo se vale del panorama rural, urbano y convencional, el espacio como tiempo detenido y como punto de partida para llevar a cabo su producción visual. Éste se hace maleable y se deforma a su antojo, suscitando nuevas ideas acerca de la veracidad de lo que engendra, confluyendo en su realización un vaivén constante de emociones y sensaciones cromáticas y pictóricas, marcadas por un non finito particular y recurrente. Es, a través de sus paradójicos bocetos, sus visiones oníricas e irreales, sus fragmentos urbanos, solitarios pero característicos por su densa presencia, o sus escenarios frondosos y vivos, carentes de humanidad y abundantes en variaciones cromáticas, íntimos y únicos, donde Diego Morcillo se consolida como un paisajista ejemplar. Es bajo su mirada ante la que el público encuentra un universo paralelo de sentimentalismo pictórico distintivo y joven, lugares donde el espectador goza a la par que queda embelesado por una brillantez artística y prometedora surgida de la sencillez visual. Paisajes donde el artista vierte de sí una totalidad constante, donde el embrujo y la poesía tienen cabida, donde la ficción reta a la realidad y pierde, dando la victoria al pintor extremeño. Esta muestra es ejemplo de aprendizaje, conocimiento, talento y arte. En ella se cita, en su mayor expresión el paisaje, que según palabras del artista, es la cuna de todo.
Espacio Cultural Rufino Mendoza
Espacio Cultural Rufino Mendoza
BOCETO PARA “SANTA JUSTA“ Óleo sobre papel 21 x 29,7 cm
Espacio Cultural Rufino Mendoza
SANTA JUSTA Óleo sobre tabla 100 x 150 cm
Espacio Cultural Rufino Mendoza
Espacio Cultural Rufino Mendoza
BOCETOS I y II PARA “BARRO Y CIENO“ Óleo sobre papel 23 x 10 cm / 29,7 x 21 cm
Espacio Cultural Rufino Mendoza
BARRO Y CIENO Óleo sobre tabla 100 x 60 cm
Espacio Cultural Rufino Mendoza
Espacio Cultural Rufino Mendoza
BOCETO PARA “NOCHE CALLADA“ Óleo sobre papel 21 x 29,7 cm
Espacio Cultural Rufino Mendoza
NOCHE CALLADA Acrílico, transfer y óleo sobre tabla 60 x 70 cm
Espacio Cultural Rufino Mendoza
Espacio Cultural Rufino Mendoza
LOS MIRONES Monotipo sobre papel Hahnemühle 50 x 60 cm
Espacio Cultural Rufino Mendoza
Espacio Cultural Rufino Mendoza
LA PLAYA Monotipo sobre papel Hahnemühle 50 x 60 cm
Espacio Cultural Rufino Mendoza
LA HUIDA Monotipo sobre papel Hahnemühle 50 x 60 cm
Espacio Cultural Rufino Mendoza
LA CASA ENCENDIDA Monotipo sobre papel Hahnemühle 50 x 60 cm
Espacio Cultural Rufino Mendoza
PAISAJE APILADO Monotipo sobre papel Hahnemühle 50 x 60 cm
Espacio Cultural Rufino Mendoza
Espacio Cultural Rufino Mendoza
UN CABALLO EN LA DEHESA Monotipo sobre papel Hahnemühle 50 x 60 cm
Espacio Cultural Rufino Mendoza
EL HOGAR QUE NOS PERTENECE Monotipo sobre papel Hahnemühle 50 x 60 cm
Espacio Cultural Rufino Mendoza
Espacio Cultural Rufino Mendoza
MUJER DESNUDA Monotipo sobre papel Hahnemühle 50 x 60 cm
Espacio Cultural Rufino Mendoza
Espacio Cultural Rufino Mendoza
NINGÚN CAMINO ES RECTO Monotipo sobre papel Hahnemühle 20 x 30 cm
Espacio Cultural Rufino Mendoza
Espacio Cultural Rufino Mendoza
LOS CAMPOS NO SON VERDES Monotipo sobre papel Hahnemühle 20 x 30 cm
Espacio Cultural Rufino Mendoza
CAE EL SOL SOBRE EL ARROZAL Monotipo sobre papel Hahnemühle 20 x 30 cm
Espacio Cultural Rufino Mendoza
TIERRA SECA Monotipo sobre papel Hahnemühle 20 x 30 cm
Espacio Cultural Rufino Mendoza
RUINAS EN EL HORIZONTE Monotipo sobre papel Hahnemühle 20 x 30 cm
Espacio Cultural Rufino Mendoza
“DOS CIPRESES”, “DECONSTRUCCIÓN“ y “CASA EN VILLACORTA“ Óleo sobre tabla 27 x 22 cm / 28 X 20 cm / 28 x 20 cm
Espacio Cultural Rufino Mendoza
“TEMPLO“, “EDIFCIO” y “TORRE SEVILLA“ Óleo sobre papel 23 x 10 cm (todos)
Espacio Cultural Rufino Mendoza
SIERRA SUBBÉTICA DESDE EL RECREO DE CASTILLA Óleo sobre lienzo 22 x 27 cm
Espacio Cultural Rufino Mendoza
BOCETO PARA “ESCOMBROS DEL CAÑUELO“ Óleo sobre papel 14 x 10 cm
Espacio Cultural Rufino Mendoza
ESCOMBROS DEL CAÑUELO Óleo sobre lienzo 27 x 22 cm
Espacio Cultural Rufino Mendoza
SIERRA SUBBÉTICA DESDE EL BALCÓN DEL ADARVE Óleo sobre lienzo 43 x 50 cm