El Apocalipsis Azul

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La lluvia caía sobre el mundo desolado, hace años ese sitio había sido una tierra magnífica. Ahora solo estaba poblado por islas con pequeños pueblos, y existían pocos reinos que las gobernaban. El golpe de la lluvia contra el suelo inundó los oídos humanos, ninguno de ellos había presenciado los gritos ahogados de mortales tratando de salir de sus hogares. Los únicos que sobrevivieron a la inundación no estaban en su casa, estaban cazando o cabalgando y tuvieron que nadar a las islas. El mundo dependía de ellos, el océano no descendía y todos deseaban regresar a las antiguas tierras; Anra las llamaban. Ese día, en una pequeña isla, una joven llamada Wandu estaba corriendo en las orillas. Un shallen, un pez con colmillos de tiburón y tamaño de ballena, estaba nadando cerca y ella quería cazarlo. Wandu era una cazadora de artefactos antiguos y de criaturas marinas, ella nunca había visto a un shallen y quería estudiarlo. Wandu perseguía al shallen con su lanza, su madre le había advertido que nunca lo hiciera pero ella siempre desobedecía. La joven siempre andaba buscando aventuras. El shallen detuvo repentinamente su nado y Wandu supo inmediatamente qué sucedería, ella había estudiado a todas las criaturas conocidas en el Hunito, institutos dedicados a la enseñanza de la cacería. Wandu había ingresado al Hunito cuando tenía ocho años, su madre no había querido inscribirla pero ella finalmente la convenció. La chica de cabello rojizo, como el fuego, y liso; ojos marrones y cuerpo delgado retrocedió lentamente hasta que supo que el shallen no podía alcanzarla. Esperaba que lo que el Hunito le había enseñado no fueran simples mentiras. La criatura nadó rápidamente, como un relámpago, contra la orilla y saltó. Wandu giró velozmente a la derecha y corrió, esquivando al shallen. Aparentemente, el Hunito nunca había estudiado la distancia que saltaban las criaturas. El shallen impactó contra el suelo, provocando un sonido seco. Wandu acercó suavemente su lanza contra el ombligo del shallen, incrustándola. Ella la deslizó rápidamente, cortando, y gases gástricos cayeron como si siempre hubieran formado parte de la isla. Entre todo lo que cayó se encontraba una batería, le había pertenecido a los robots que existieron antes de la inundación. La lluvia empapó la batería, dejándola


inservible. Wandu refunfuñó silenciosamente, deseaba usarla para darle más energía a su casa. Ella giró en redondo y miró el bosque que rodeaba su pueblo, Shafor. Todos los que ella conocía obedecían las órdenes del mensajero del rey Arisand, el Rey de Nirrasen. Wandu empezó a caminar a Shafor, ella caminó durante cinco minutos y vio fuego inundando su pueblo. Era la primera vez que sucedía algo así, ella corrió a su casa y pudo escuchar los gritos de sus hermanas y de su madre. Su padre no estaba dentro, o quizás él ya estaba incinerado. Los habitantes corrían con cubetas de agua y la echaban contra la casa de Wandu, ella deseaba que lograran apagarla. Pero el fuego crecía más, actuaba como si el agua fuera un acelerador. Wandu cayó sobre sus rodillas, mirando cómo ardía su casa con su familia dentro. Su padre corrió hacía ella y puso suavemente una mano en su hombro. —Cuídate, —dijo y caminó un par de pasos antes que su hija lo tomara de la muñeca. —No vayas, —pidió Wandu. Pero su padre se soltó y corrió hacia la casa en llamas. Ella se quedó ahí, sin poder hacer nada y mirando como su casa se consumía en llamas con su familia. Lágrimas brotaron de sus ojos, nadie sabía quién había causado el fuego. Pero ella se ​vengaría​.



El pueblo se había tardado un mes construyendo una casa solo para Wandu, algunos habitantes le habían dicho que pagarían sus clases del Humito hasta que se graduara. Pero solo ella sabía lo que haría, ya sabía suficiente de cacería. Ella despertaba, todas las noches, sobre su cama suave, sus sueños eran los mismos: la mirada preocupada de su padre antes de entrar a la antigua casa ardiente. Nunca llegaba a verse a sí misma con lágrimas, nunca lo deseaba. Una lágrima libre salió de su ojo derecho, ella la secó suavemente con su manga. La chica se levantó de su cama, tomó su arco y caminó a través de su casa, no quería estar ahí. Lo único que quería era salir de la maldita isla. Ella llegó a la puerta principal y la abrió, saliendo de su casa. Wandu respiro el aire fresco, cerró la puerta a sus espaldas. Los habitantes la observaron. Ella se sintió extraña, no deseaba ser el centro de atención de ellos solo por la muerte de sus padres. Era ofensivo que ellos se preocuparan por los demás después de la muerte de alguien querido. La chica notó a algunos murmurando, estaba acostumbrada a los murmullos y susurros de ella antes del incendio. Ahora sería extraño, nunca habían murmurado de ella por la muerte de sus seres queridos. Pensamientos tontos eran los que ellos tenían, debían usar su mente en algo mejor. Si su madre no hubiera muerto en el incendio y pudiera saber sus pensamientos, le diría que fuera amable con su Islorn, así llamaban a las islas de nacimiento. Wandu haría lo que fuera porque su madre estuviera ahí, extrañaba sus regaños y cariño. Ella tenía que haber muerto, no su madre. El pueblo seguía ahí, esperando que ella dijera algo. Ella no les hablaba desde el incendio, la única vez que lo hizo fue para agradecerles por la casa. Ese día no sería diferente. —¡Wandu! —gritó un chico, corriendo a través de la calle. Su melena nocturnal, su cabello, se meneaba de un lado al otro; cuando ellos nadaban, su melena rizada caía sobre sus hombros. Era claro que él necesitaba un corte de cabello. Pero lo más curioso del chico eran sus ojos, verde marino, que habían sido alegres pero ahora estaban llenos de preocupación por ella y su familia. Ella no quería que él se preocupara por ella, ese chico de un cuerpo normal y rostro amable no tenía que preocuparse de nadie, pero siempre se preocupaba por los demás.


Ella caminó silenciosamente, tenía que ir a cazar para obtener alimento. El pueblo le había regalado comida durante las primeras dos semanas después del incendio, ahora ella tenía que conseguirla por su cuenta. Esa era una razón por la que no le gustaba la dependencia: te acostumbrabas y te transformabas en alguien completamente inservible. El chico la siguió y repitió—, ¡Wandu! —Nada que él intentará la haría detenerse. Él estiró su brazo y agarró suave, gentilmente, mi muñeca. Él solía agarrarla así cuando le preocupaba, como ahora. Wandu lo miró inexpresivamente por encima de su hombro, deseando que fuera la última vez que lo miraba. —Vete, —ordenó ella, deseando que el chico cumpliera. Pero, al ver que su amigo no obedeció, repitió:—, Mosoc, vete. Mosoc la siguió, desobedeciendo su orden. Ella agradeció silenciosamente que él no platicó con ella, necesitaba silencio. Los chicos llegaron a la Puerta de Isefor; la entrada dedicada a la anciana del mismo nombre. Ella había muerto un año antes que sus padres, murió igual que sus padres: consumida por llamas escarlatas. Ante la puerta estaban dos guardias, antiguos estudiantes del Capemy; la academia dedicada a la enseñanza de la Guardia Gris. Uno de ellos volteo su mirada a Wandu, él tenía la típica armadura gris decorada con ballenas negras. Wandu caminó a través de la puerta, saliendo de Shafor. Mosoc todavía la seguía. —¿A dónde vamos? —preguntó Mosoc. Wandu simplemente lo miró y caminó entre la naturaleza, buscando una presa que cazar. Esa era su única manera de despejar su mente. Ella realmente quería silencio, lo necesitaba. Esa era la segunda regla de la Hunito: nunca cazar con ruido, siempre cazar con silencio. Mosoc no era silencioso. Wandu levantó suavemente su mano y Mosoc ralentizó su caminar, siendo más sigiloso. —Un Moneon, —susurró ella, mirando a veinte metros al Moneon; una criatura con cuerpo de león y brazos de mono. Esa sería su caza. La chica tomó una flecha y tensó la cuerda; la Hunito le había enseñado a usar arcos y lanzas, las principales armas de cacería. Ella suspiró y soltó la cuerda, la flecha salió cortando el aire. Mosoc miró como el Moneon cayó, con un golpe fuerte, contra la grama. Wandu tomó otra flecha, sin tensarla, y caminó hasta el Moneon. Ella clavó la flecha en la garganta del moneon. —Eso fue… —No tenía palabras para describir lo que había visto. —¿Asombroso? —Mosoc asintió—. Lo sé, soy asombrosa, —dijo Wandu—. Ahora regresarás y dirás que un Moneon me mató, ¿si? Ella lo miró fríamente, como si en su mirada nunca hubiera existido calidez. Mosoc le sostuvo la mirada, observando su rostro. Wandu era todo lo contrario a él, ella era mejor con las armas; Mosoc no podía ni usar una daga, todos los del Capemy se burlaban de él.


—¿Qué harás si no obedezco? —desafió el chico, caminando hacia ella, tratando de amenazarla. Pero Wandu esculpió en su rostro una mirada aterradora, Mosoc retrocedió dos pasos. —Si no obedeces, te mataré, —bromeó Wandu y el rostro de Mosoc se volvió preocupado. Repentinamente, ella empezó a reírse. —¿Era una broma? —Wandu asintió, todavía riéndose. —Tuviste que ver tu cara, —dijo entre risas. Esa era la primera vez que reía desde la muerte de sus padres. Wandu dejó de reír y levantó el cuerpo del Moneon, su almuerzo. —¿No te parecería divertida una pequeña aventura? —preguntó ella, sabía perfectamente que Mosoc no rechazaría su oferta. Además, aunque no quería admitirlo, ella necesitaba un compañero y Mosoc era la mejor opción. —Nos conocemos desde niños, conoces mi respuesta, —respondió Mosoc. Wandu dijo:—. Entonces, comencemos nuestra ​pequeña​ ​aventura.​


Las olas golpeaban la orilla de la isla. Ellos estaban sentados encima del césped, observando el océano chocando contra la pared de piedra. Ese era un acantilado para saltar, era la última vez que ellos verían ese paisaje: el reflejo del sol brillando sobre el océano cristalino, peces brillantes nadando entre corales y todo Shafor; también el bosque que rodeaba al pueblo. Wandu miró a Mosoc, sabía que él no era como los demás chicos de Shafor. Ella esperaba que ningún chico de Droning, el continente en el que vivían, fuera como él. —¿A dónde iremos? ¿A la capital; Tylend; o a otro pueblo de Nirrasend? ¿O a los otros reinos? Me gustaría conocer Mosolon. —Era curioso que Mosoc quisiera conocer Mosolon, un pueblo de Nirrasend. Wandu había escuchado que ahí vivían los humanos más rudos. Dos peces brillantes, uno negro y otro blanco, saltaron fuera del océano. Parecía que les dijeran que fueran a donde la corriente los llevara, pero Wandu tenía un plan: visitar algunas tabernas y preguntar sobre incendios en otros pueblos. Tenía que descubrir quién había asesinado a sus padres, tenía que intentar algo. El chico recostó su cabeza en el hombro de Wandu y cerró los ojos. El viento golpeó suavemente sus rostros. La chica acarició los rizos de Mosoc, nunca había sentido aquellos rizos suaves. Ella miró nuevamente el paisaje, borrándose de su mente. Ella no quería recordar nada de Shafor, excepto a su acompañante, Mosoc. —¿Listo? —preguntó ella, sin recibir respuesta. Wandu miró a Mosoc, quien tenía los ojos cerrados. Él se había dormido. La chica sonrió. Ella junto suavemente sus labios con los del Mosoc, que sabían a cereza. Mosoc siguió inconsciente, durmiendo. Wandu agradeció a los dioses, él miró nuevamente el paisaje.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Ellos estaban acostados sobre el césped, Mosoc abrió sus ojos y miró a Wandu. Ella estaba dormida, con su cabeza sobre su pecho. Él siempre había sido su almohada, pero ese día sintió algo diferente: lo mismo que sintió toda la vida, pero mucho más agradable.


Él no podía creer que comenzaría una aventura con ella, quería saber a dónde irían; física y emocionalmente. El chico acarició suavemente el cabello liso de Wandu, mirándola durante mucho tiempo.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ La pelirroja abrió suavemente sus ojos, ante ella, estaba el rostro de Mosoc, observándola. Ella sonrió suavemente, pestañeando pesadamente, siempre que se despertaba tenía un poco de sueño. —¿Dormiste como una cazadora o como una princesa? —preguntó Mosoc. La mirada de Wandu estaba somnolienta pero ella asintió levemente. —¿Cuánto estuve dormida? —No sé, cuando desperté estabas dormida. Pero fue más de una hora, —respondió el chico. Wandu se levantó repentinamente, evitando caer por el acantilado al océano. Mosoc la miró preocupadamente. Ella quería empezar su aventura ese día, pero el sol estaba ocultándose. La oscuridad gobernaría el mundo y ellos no podrían visitar otras islas, esa noche tenían que dormir en sus casas. Mosoc se levantó y le sostuvo la mirada, agarrando suavemente sus codos. —¿Qué pasa? —cuestionó Mosoc. —Teníamos que empezar la aventura hoy, Mosoc, —replicó Wandu. —La comenzaremos mañana, —sugirió el chico y vio el paisaje a través del reflejo en los ojos avellanados de Wandu. —Lo más pronto es mejor, —espetó Wandu, deseando que Mosoc cambiara de opinión. Mosoc acarició suavemente sus brazos, los brazos que él conocía desde pequeños. Él quería saber el sabor de sus labios. ¿Ella también quería? —Hay que descansar la mente, así podemos pensar a dónde ir. Wandu negó y giró en redondo, caminando hacía el bosque. Mosoc suspiró, Wandu podía ser muchas cosas pero, cuando decidía algo, no se le podía hacer cambiar de opinión. Él tenía dos caminos: regresar a Shafor y no formar parte del viaje, o seguir a Wandu. —¿Qué esperas? —espetó, en la lejanía, Wandu. Mosoc caminó, siguiéndola mientras las sombras comenzaban a reinar.


La noche invadía el mundo y el único sonido era el silencio, el silencio y el viento gélido. ¿Acaso ella había decidido mal? Ya era tarde para arrepentirse, ella tenía sus cosas listas. Ahora solo estaba esperando a Mosoc, en el puente de madera que conectaba con Perowl. La chica se arrepentía de besar a Mosoc, esperaba que él nunca lo supiera. El Puente de Brinte la llamaba al otro lado, a Perowl, como si el destino quisiera que ella fuera a Shafor. Las olas rozaban suavemente la orilla. Ella caminó hasta la cerca, apoyando sus manos sobre esta. El mar siempre la llamaba a sumergirse en sus profundidades oscuras. Ella cerró los ojos, deseando tirarse. Wandu sintió la brisa en su rostro, quería que su padre estuviera ahí. No quería ser la única de su familia en su aventura, pero así era. —¿Qué haces aquí? —preguntó amablemente una voz femenina detrás de ella. Wandu reconoció aquella voz, era la primer voz que le había hablado después de la muerte de su familia. —Nada, ¿y tú, chica? —respondió Wandu, mirando fijamente a la chica de piel blanca y cabello dorado. Ella era una chica con mirada amenazadora, al menos mantenía su mirada, una prisión de ojos violetas, hacía Wandu aún después de lo que le había sucedido a la familia de Wandu. La chica tenía sus labios rosados en una línea levemente gruesa. —Pensando en un cambio de estilo para ti, querida Wandu. —La chica iba vestida con un vestido azul de escote lagrimado. —Ni se te ocurra. —¡Vamos! Te verías mucho con un vestido anaranjado de escote cuadrado, —replicó la chica, tomando a Wandu de la muñeca. Wandu refunfuñó y se soltó de la chica, deteniéndose. —¿Qué haces? Dije que no. —¡Vamos! Solo será un pequeño cambio. La chica tomó nuevamente de la muñeca a Wandu, jalandola hacia Shafor, era lo último que Wandu quería ver. Ellas llegaron al pueblo, vivo por la música, y caminaron a la casa de la chica. Wandu estaba enojada con ella, pero sabía que no podía detenerla.


Una puerta de una tienda se abrió y Mosoc salió, mirando a las chicas. Él empezó a seguirlas, queriendo saber qué le haría la chica a Wandu. —Shata. ¡Detente! —ordenó Wandu y ellas llegaron a la casa de Shata. Ella ignoró la orden de Wandu y la obligó a entrar. Wandu miró las paredes decoradas con manchas rojas como el fuego, había algo extraño ahí. Ella lo sabía y tenía que escapar, deseaba que Shata no hubiera descubierto a Mosoc y que él supiera cómo entrar y salir sin ningún rasguño. Aunque no lo quisiera admitir, ella necesitaba su ayuda. Un sonido estruendoso repetía una y otra vez su nombre, hasta que ellas entraron en un jardín silencioso y lleno de distintas flores. Shata la guió al centro, donde se encontraba una flor con flamas azules. Era la Flotep, una flor que supuestamente sólo podía vivir bajo agua. Pero esa era diferente. —¿Eso es una… —¿Flotep? —interrumpió Shata y asintió, era imposible eso. No podía ser una Flotep. Wandu volteó su mirada a la flor y acercó lentamente su dedo al pétalo flameante, que no podía quemar fuera del agua. Alrededor de ellas aparecieron espíritus, ella miró detenidamente uno en específico, el de su padre. Ella no podía creer que él estuviera ahí. Su padre le sostuvo la mirada melancólica y flotó suavemente hacia ella, hasta que sus cuerpos quedaron a pocos centímetros. Él intentó rodear su cuerpo sólido con los brazos, pero no podía. Un par de lágrimas brotaron de los ojos de Wandu y miró por encima de su hombro a Shata, ella asintió levemente. Shata no quería herirla, quería ayudarla. —¿Cómo estás? ¿Todo está bien en el Dumet? ¿Y mis hermanas y mamá? —preguntó ella, tenía muchas preguntas. Y su padre intentó secar, sin éxito, sus lágrimas. Su padre abrió la boca, gesticulando palabras, pero ella no pudo escuchar lo que él decía. Ella quería escuchar su voz, temía olvidarla, pero tenía que recordarla. Wandu tenía que encontrar al asesino de su familia, por el futuro de otras familias de Nevend; el continente al que pertenecía Nirrasend Una daga impactó contra el suelo, causando un sonido metálico. Shata chilló fuertemente y los espíritus desaparecieron, Wandu volteó rápidamente su mirada a la daga. ¿Se suponía que impactará a Shata? Un cuerpo masculino cayó de pie sobre el pasto, era Mosoc. Él había tirado la daga, claramente por eso lo molestaban en el Capemy. Shata lo miró fríamente y suspiró como si supiera lo que él iba a hacer. Mosoc corrió hacía ella pero, antes que pudiera verlo, él ya estaba en el suelo. —¿Por qué quieres a Wandu? —preguntó él. —Muy pronto lo vas a descubrir, querido hermanito. —¿Shata y Mosoc eran hermanos? Eso era imposible, ambos eran tan distintos. Shata no tenía la melena negra y rizada de Mosoc, ella tenía un cabello dorado y liso. Sus rostros eran completamente diferentes. Wandu no demostró su sorpresa.


Wandu corrió hacía Mosoc, embistiendolo. El cuerpo masculino impactó secamente contra el suelo. —¿Por qué la embestiste? Ella solo me estaba ayudando. —Wandu sostuvo fuertemente las muñecas de Mosoc contra el suelo y puso sus rodillas encima de su torso. —Ella no es de fiar, tenemos que irnos. ¿De acuerdo? —Mosoc levantó su rodilla, impactándola contra un costado de Wandu, logrando mover levemente. Ella levantó una mano pero, antes de lo que imaginaba, ella ya estaba contra el suelo, Mosoc estaba encima de ella—. ¡Ahora! —Él se levantó y miró fríamente a Shata, salió del jardín. Wandu se levantó y miró la puerta. Shata caminó hacía ella, posando su mano sobre su hombro. Y dijo—: ¿Quieres seguir viendo a tu padre? Quédate. Wandu la ignoró, caminando hacía la puerta, hasta que llegó a ella, abriéndola. Mosoc no estaba ahí, pero ella caminó a través del callejón. La oscuridad gobernaba el mundo como si la luz hubiera muerto, Wandu sintió esa oscuridad como la misma que poseía el culpable de la muerte de sus padres. Ella siguió caminando por el callejón. —Ya era hora, —dijo Mosoc, que estaba detrás de una columna de ébano y tenía su pie apoyado contra esta. Wandu no lo había visto hasta que él dijo eso, agradeció silenciosamente haberlo encontrado. —¿Dónde estabas? —preguntó ella. —Esperándote, ¿vamos a la aventura o nos quedamos aquí? Ella miró el rostro de Mosoc y respondió—: La aventura nos espera, Mosoc. —La mirada del chico se iluminó un momento, él podía ser la luz que Wandu necesitaría en los momentos más oscuros. Ellos caminaron a través del callejón hasta el centro del pueblo, ese era el punto para ubicarse. Wandu ubicó la salida, que estaba al norte del pueblo, y empezó a caminar hacía allí. Mosoc la siguió. Wandu se detuvo repentinamente ante la salida y giró en redondo, mirando una última vez ese pueblo. Esperaba nunca tener que regresar, quería que ese fuera su adiós definitivamente. Mosoc miró por encima de su hombro las calles, Wandu sabía que él regresaría. Wandu volteó su cuerpo hacía el Puente de Brinte, sonriendo suavemente. Ella dijo—: Aquí empieza nuestra aventura, Mosoc. —Claramente ese sería el inicio de la aventura, ellos caminaron a través de la entrada, sobre el Puente de Brinte. Caminaron hacía Perowl, el asesino de sus padres no podía estar en otro reino. Él tenía que estar en una isla de Nirrasend.

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Ellos caminaban encima del Puente de Brinte, la madera húmeda estaba cerca de romperse. Quizá faltaban unos meses para cambiar algunas tablas, o los próximos que caminarán ahí podrían caerse al mar. El viento gélido acariciaba sus rostros, ellos solo miraban al frente, a Perowl. En esa isla tenía que estar el asesino de sus padres, aunque ella ahora creía que Shata los había incinerado. Las olas impactaban suavemente contra la madera, repentinamente el silencio se volvió presente. Del mar, saltó un Froco; una criatura con mandíbula de cocodrilo, patas de rana y cuerpo de león. Ella inspeccionó en su mente los conocimientos que tenía del Froco, su única debilidad era el sol. Pero el sol no aparecería hasta después de unas horas, ellos tenían que huir y ocultarse. Mosoc gritó y se abalanzó sobre el Froco, el Froco corrió saltando hacia él. —¡Mosoc! ¡No! —gritó Wandu y tomó su arco, tensando una flecha. Su mano soltó la cuerda, la flecha salió disparada a través del viento hasta un ojo del Froco, que se detuvó y miró a Wandu. Mosoc se detuvó y volteó preocupadamente su mirada a Wandu, estaba desconcertado. —¿Qué pasa? El Froco se había fijado nuevamente en Mosoc, estaba saltando hacía él, deslizó rápidamente su cola a su pie. Mosoc cayó contra la madera. Wandu tensó una cuerda, tenía que haber una forma de vencer al Froco sin el sol. Ella soltó la cuerda. La flecha salió volando hacía la boca abierta, clavándose contra la inmensa lengua. La criatura saltó al mar. Wandu corrió a Mosoc, que ya tenía el torso levantado. Ella lo inspeccionó, buscando alguna herida. El chico no tenía ninguna herida, miró a Wandu, sonrió suavemente. Él dijo—: ¡Asombroso! La chica no podía creer que a Mosoc le hubiera parecido genial, aunque él pudo morir a colmillos del Froco. —¡Wandu! —gritó detrás de ellos la voz de Shata, ellos voltearon sus miradas hacia ella. ¿Qué quería esa chica?— Espérenme, voy con ustedes. —¿Acaso ella abandonaría Shafor? Imposible Mosoc y Wandu se pusieron de pie y miraron a Shata, que llegó a ellos. —¿Es en serio? ¿Vas a abandonar Shafor con nosotros? —cuestionó Wandu. Shata asintió, Wandu miró a Mosoc, cuestionándolo. El chico asintió dubitativamente—. Entonces bienvenida. —Comencemos la aventura, —dijo Shata y giró hacía la isla de Perowl, Wandu y Mosoc la imitaron y caminaron por encima del puente. Perowl era su destino. —Esta aventura es para divertirnos, —mintió Wandu, Mosoc y Shata no podían saber el verdadero motivo. Solo ella podía. Ellos siguieron caminando, en completo silencio, hacía Perowl.


El domo oscuro estaba cerrado, cubriendo el mundo y creando la noche. Había sido creado por la Diosa de la Noche como un plan si ella desaparecía, ahora ella y otros dos dioses no existían. Ellos habían dormido toda su vida en camas cómodas, pero esa noche estaban durmiendo sobre el suelo duro. Era muy difícil dormir así, pero tenían que acostumbrarse. Los chicos estaban explorando lo profundo de sus sueños, que eran manipulados por seres superiores a ellos. Pero ellos no podían saberlo, a menos que aquellos seres se lo dijeran. Usualmente los monstruos de Perowl salían de sus escondites de noche, pero esa noche era muy diferente. Ninguno de ellos estaba afuera, un dios les había ordenado quedarse ocultos. El dios, Kyno, controlaba a todas las criaturas, marinas y terrestres. Él había notado en la pelirroja un destino extraño, un destino que no había poblado la tierra en milenios. Esperaba que la chica no…, esperaba que ella tuviera una vida alegre, confiaba en que las profecías antiguas fueran simples mentiras. Kyno miró desde su trono, construido con colmillos de animales, a los tres chicos durmiendo. Él sabía que no podía intervenir en el destino, dictado hace milenios.

~~~~~~~~~~~~~~~ Ella estaba sumergida profundamente en el Onuco, el mundo de los sueños. Sus sueños siempre habían sido tranquilos, pero esa noche era diferente. Ella estaba soñando algo oscuro. El mundo era nada más que mares y mares, invadiendo cada rincón. Ningún pájaro volaba, ningún animal terrestre estaba presente y ninguna criatura marítima nadaba. En el horizonte solo se veía la oscuridad y todo era un vacío, un apocalipsis azul. El sol estaba apagado como si alguien hubiera lanzado océanos encima, las lunas dominaban el mundo. En la lejanía, un cuerpo inmenso y verde como los campos se alzaba, estaba de espaldas. Eso era lo que tenía que haber causado la destrucción, el único ser que seguía vivo. Imposible.


La criatura giró en redondo, mirando a la chica que interrumpía su paz. Ella supo inmediatamente que ese no era su mundo, era otro mundo que la criatura había destruido. La criatura sonrió macabramente, mientras movía su mano hacía ella, cerrándola alrededor del cuerpo delgado y levantándola del mar; ella no había notado que había estado nadando. Ella miró abajo, notando el mar azul. La chica golpeó una y otra vez el puño verde, ancestral, pero la criatura la llevó a su boca. Ella no tenía cómo librarse...

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Una ciudad de esmeralda se alzaba ante un valle verde, cuatro caminos salían de la ciudad y guiaban a cuatro islas diferentes. Pertenecían al mismo reino, a Middlend; el reino que estaba en el centro de Nevend. En el centro de la ciudad se hallaba un palacio de jade, piedras verdes con hiedra cayendo como cascadas, torres potentes de vigía lo rodeaban. Aunque ese lugar era brillante, emitía un aura oscura. Un aura ancestral y siniestro, como si algo se ocultara debajo de sus bases. El castillo estaba rodeado con jardines de Jaraldes; flores con pétalos verde marino y jade brillando a la luz del sol, el último sol; de Subies; flores rojas como el sol, con polen como rubíes. Eran jardines hermosos, parecían de otro ​mundo​. Él flotaba suavemente hacía ese edificio, una fuerza extraña quería que él supiera lo que habitaba ahí. En los misterios ocultos de Worend; la capital de ese reino. El chico se acercó con más velocidad, puso sus manos al frente—. ¡No! ¡No! —gritó como si pudiera detenerse, pero su cuerpo desobedeció, siguiendo avanzando hasta que atravesó una pared como una simple ilusión. El interior era igual de hermoso que el exterior; pilares de serpentina se alzaban alrededor del pasillo, los cristales verdes brillaban, permitiendo la entrada del sol, el suelo de mármol verde estaba cubierto de una alfombra como el césped. El interior parecía un valle, era único. Mosoc caminó lentamente a través del castillo, hasta que llegó a las mazmorras; que eran diferentes a los pisos superiores. Las mazmorras tenían pilares de ébano con tallados plateados de sirenas, velas con llamas danzando lentamente, puertas de roble oscuro y mesas simples, cuadradas. El suelo era de rubíes, cubierto por una alfombra como el zafiro. Era muy hermoso como para ser una mazmorra, pero ahí se sentía algo diferente, maligno. Había un olor putrefacto, a carne podrida. En la mazmorra había una puerta diferente a las demás, era negra como la obsidiana. De ahí venía el aura oscura, llamaba al chico. Mosoc se acercó lentamente, dudando si era lo correcto. Cuando llegó a la puerta, puso la mano en el pomo y lo giró. Nada, la puerta estaba cerrada. Él intentó abrirla otra vez pero no pudo, era como si algo bloqueara la puerta.


—Nunca sabrás lo que hay detrás, —susurro una voz siniestra, macabra. El castillo tembló fuertemente y empezó a derrumbarse, Mosoc giró pero las mazmorras estaban cerradas…

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Una habitación oscura rodeaba a la chica rubia, ella no sabía dónde estaba. En el centro de la habitación había una bola brillando levemente, estaba llamándola a acercarse. Ella miró alrededor, no había nadie ahí. Ese lugar era siniestro. Una fuerza misteriosa obligó a la chica, Shata, a acercarse a la bola. Ella escuchó un susurro misterioso: —Shata, prepárate. Tú destino está muy cerca, Shata. —Era una voz oscura como si fuera la noche misma—. Shata, libérame. Detrás de ella se alzó un cuerpo desconocido, ella lo miró por encima de su hombro y…

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Los tres chicos salieron rápidamente del Onuco, era la primera vez que tenían sueños así. Era muy extraño que hubieran tenido sueños que los despertaran al mismo tiempo. Shata no había visto al cuerpo que apareció detrás de ella, esperaba que en próximos sueños ella pudiera verlo. Mosoc pensó en la puerta de su sueño, una puerta que él quería abrir y descubrir que había detrás. Tenía que descubrir que ocultaba. Wandu se preguntaba que significaba su sueño misterioso, ella tenía que descubrir quién era la criatura verde. —¿Por qué se despertaron? —preguntó Mosoc mientras miraba el bosque a su alrededor, un bosque muy natural y único. Era diferente, como cualquier bosque en las últimas islas de Nevend. —Un mal sueño, —respondieron las chicas al unísono. El silencio los invadió nuevamente y ellos regresaron al Onuco, a sus mundos de sueños. Ellos esperaban que no tuvieran el mismo sueño que habían poseído, debía que ser así. Ellos querían tener un buen sueño.


La luz del sol despertó a Wandu, pero Mosoc y Shata siguieron dormidos. La cazadora se levantó y miró el bosque natural a su alrededor, ella había tenido un buen sueño. Ella caminó hacía el bosque, adentrándose lentamente. Tenía que encontrar una criatura a la que cazar para cocinar, para tener un desayuno preparado para ella y sus compañeros.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Los ojos verde marinos se abrieron suavemente, eran la segunda señal del despertar. Los ojos miraron a su alrededor, buscando a Wandu, pero ella no estaba ahí. El chico se puso de pie, explorando con sus ojos verde marinos los alrededores. Él buscó por todo el lugar a Wandu, pero ella simplemente no estaba. Mosoc temía que una criatura la hubiera atacado mientras dormían, tenía que encontrarla. Su hermana seguía dormida, él se acercó a ella y le movió suavemente su hombro—. Shata, Wandu no está, —dijo preocupadamente Mosoc. Su hermana siguió durmiendo, él la movió nuevamente—. Shata, ¿me escuchaste? ¡Wandu no está! —repitió él, Shata se acomodó nuevamente. —No te preocupes, seguro fue a cazar, —la chica respondió entre murmullos. Ella tal vez tenía razón, pero él no perdería a Wandu ni aunque ella fuera a cazar el desayuno o el almuerzo o la cena. Mosoc ignoró a su hermana y salió corriendo hacía el bosque, buscando a Wandu y adentrándose en el bosque, inofensivo durante el día pero peligroso durante las noches.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Los labios rosados se abrieron suavemente, la chica abrió sus ojos violetas y respiró el aire fresco. Ella finalmente se despertó. La chica miró a su alrededor, buscando a Wandu y a su hermano. Pero ellos no estaban ahí, era imposible que Wandu siguiera cazando. La chica miró el bosque a su alrededor, sus compañeros debían estar ahí. Ella no quería pensar que una criatura hubiera atacado a Wandu y a su hermano, no podía.


Shata miró una Redack; una flor roja con pétalos en forma de espadas y espinas. Ella caminó hasta ella, la cortó cuidadosamente del tallo, sabía que las espinas eran letales. Ella tomó una hoja lo suficientemente grande como para ponerla alrededor de las espinas, guardo la Redack en su bolsillo. La chica salió corriendo hacía el bosque, adentrándose velozmente en la naturaleza profunda y misteriosa de Perowl. Sus compañeros debían de estar ahí dentro, tenían que estar. Ella quería encontrarlos.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ La cuerda estaba tensa, en una rama había un Gonila; una criatura con cuerpo de gorila y alas de águila. Ella estaba preparada para cazar a la criatura, que era el desayuno. Ella esperó un momento más, aunque podía cazarlo desde ahí ella quería cazarlo a una menor distancia. El Gonila desplegó sus alas y voló hacia otra rama, una que estaba mucho más cerca. Esa era la posición perfecta. La criatura abrió su pico y silbó, llamando a más Gonilas. Segundos después, las ramas del árbol se llenaron de Gonilas. Eran más que suficientes. La chica soltó la cuerda, tomó rápidamente otra flecha y volvió a tensar; todo en un proceso rápido. Otro tiro y otro, tres Gonilas cayeron al suelo mientras que los demás huyeron. Tres eran suficientes. Wandu caminó hasta los tres cuerpos y los recogió de las patas, inspeccionándolos, notando que estaban en perfectas condiciones. Ella escuchó algo acercándose velozmente, no sabía que era pero cada segundo aumentaba la velocidad hasta que llegó a su límite. Ella sacó una flecha, tensando la cuerda y esperando a la criatura desconocida, incluso para el Hunito. Pero lo que salió del bosque no era una criatura, era un chico, era su compañero. —¿Mosoc? —cuestionó ella, era extraño que el chico no se hubiera quedado donde ellos habían dormido. Mosoc se detuvo al ver a Wandu y suspiró aliviadamente. —Te estuve buscando, ¿sabes? ¿Don… —El chico miró a los Gonilas—, ¿eso qué es? —preguntó Mosoc, señalando con la barbilla a los Gonilas. Wandu miró a los Gonilas que tenía en las manos—. ¿Te refieres a esto? —La chica acercó los Gonilas a Mosoc, agitandolos de un lado para el otro como un columpio—. Son Gonilas. —Mosoc pestañeó desconcertadamente, era claro que él necesitaba aprender un poco de animales—. Los Gonilas son criaturas con cuerpo de gorila, alas de águila, boca de cocodrilo y patas de loro. Cuando se enfadan, vuelan directamente a los o…, —Ya entendí, no es necesaria una explicación tan completa, —interrumpió Mosoc, mirando de nuevo a los Gonilas—, será mejor que regresemos, Shata debe que estar esperándonos. Wandu asintió y dijo:—. Cuando lleguemos, necesitó que prendas una fogata.


Eso fue lo último de la conversación antes de que los chicos empezaran a caminar hacia donde ellos habían dormido, esperando que ahí estuviera Shata.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ La chica había estado buscando a sus compañeros durante horas, sin éxito. Ellos tenían que estar cerca, no podían haberla abandonado. Ella caminaba lentamente a través del bosque hasta que escucho algo moverse cerca, pero no era un sonido humano. Ella metió su mano en su bolsillo, tocando la hoja que protegía las espinas de la Redack, y quedó paralizada como si eso evitará que ella fuera encontrada, su respiración se aceleró. La criatura estaba demasiado cerca pero dejó de moverse, el silencio invadió el bosque como si el sonido hubiera sido una simple ilusión. Shata suspiró levemente, manteniendo su mano en su bolsillo. Ella tenía que seguir buscando a sus compañeros. Ella miró los alrededores, intentando descifrar dónde estaba. Pero no pudo, los árboles eran iguales a los de donde ella y sus compañeros habían dormido. Un rugido a sus espaldas la petrificó en seco, Shata giró en redondo nerviosamente, miró a la criatura que estaba ahí. Un cuerpo peludo y oscuro como las sombras se alzaba frente a ella, su rostro estaba escamoso y parecía un cocodrilo. Sus patas eran fuertes, rudas y tenían garras de marfil gris; era una criatura poderosa. Shata intentó deslizar su mano con la Redack hacía afuera del bolsillo, pero no tuvo éxito. La criatura se paró en dos patas y rugió; era el rugido de un rey. Ella respiraba pesadamente, deseando que la bestia no la atacara. Pero la criatura seguía ahí, con su mirada fija en ella. La bestia rugió nuevamente, se puso en cuatro patas, después corrió rápidamente hacía la chica, preparada para atacar, y…,

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Ellos habían caminado en silencio durante demasiado tiempo hasta que llegaron a donde habían dormido, había esperado que Shata siguiera ahí, pero ella ya no estaba ahí. Ella se había ido. Mosoc quedó quieto como una piedra, él nunca creía que su hermana sería capaz de irse. Wandu caminó alrededor de donde ellos habían dormido, buscando sin éxito a Shata. Ella fijó su vista en el bosque. —Ella fue a buscarnos, — Wandu susurro lo suficientemente alto. El chico recuperó su movilidad y caminó hasta Wandu, mirando detenidamente el bosque y dejando una línea recta, preocupada, en sus labios. La chica volteó su mirada al rostro de Mosoc, notando su preocupación.


Mosoc abrió los labios, diciendo:—. Tenemos que ir a buscarla. —Él salió corriendo hacía el bosque, adentrándose en su profundidad. Wandu intentó agarrar su muñeca, pero él ya estaba en el bosque—. ¡Mosoc! ¡No! —gritó ella y salió corriendo detrás de él.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ El chico corría a través del bosque, pensando solamente en su hermano, que podía necesitar ayuda o quizás se había perdido. Él tenía que encontrarla, aunque no le agradaba pero Shata era su hermana, la única familia que podía entenderlo. Su corazón latía velozmente, lo único que él deseaba era encontrar a su hermana. Él tenía que encontrarla, mantenerla a salvo aunque ella era mejor con las armas que él. El bosque a su alrededor se sentía como un lugar de paz, pero él sabía que la paz era peligrosa. Él corrió y corrió, sin preocuparse si Wandu venía detrás de él. Lo único que le importaba era su hermana. El viento tibio golpeaba su rostro, esperaba estar cerca. Tenía que estar cerca. —¡Shata! No recibió respuesta, él debía que seguir buscando. Wandu lo alcanzó y lo tomó de los hombros, deteniendolo. —Mosoc, —dijo ella como una orden—. Mosoc, escúchame. No vas a lograr nada corriendo por donde sea, te ayudaré a encontrarla, ¿de acuerdo? —Mosoc asintió—. Debemos volver al campamento, desde ahí la buscaremos. Wandu caminó de regreso al campamento, Mosoc la siguió y notó que ella lo miraba por encima de su hombro, asegurándose que él la siguiera.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Su nombre. Ella escuchó a su hermano gritando su nombre, sabía que él la estaba buscando. La bestia se detuvo a medio camino, también escuchando el grito. Shata se puso de pie rápidamente, intentando evitar que la bestia la viera. Ahora ella tenía que correr, esconderse. Shata miró rápidamente los alrededores, hasta que sus pies reaccionaron y corrió hacia un árbol. Ella tenía que escalar por el tronco hasta una rama, era la única manera de estar a salvo. Pero ella no sabía cómo escalar, aunque sus padres le habían sugerido ser de la Clitan; la academia para escaladores; ella nunca había aceptado. En ese momento se arrepentía. La bestia la miró, olfateando el aire, y rugió, corriendo hacía ese árbol. La chica salió corriendo lo más rápido que pudo, tenía que huir de la bestia, pero su pie tropezó con una raíz que salía de la tierra. Era la raíz de un Verbol, un árbol con


hojas en forma de calaveras y con propiedades venenosas. Ella miró la raíz y la cortó, quizá podía ayudarle pero ya era muy tarde. La bestia estaba demasiado cerca. —¡MOSOC! —rugió ella, esperando que su hermano pudiera escucharla. Pero ella no recibió respuesta, de nadie ni de nada más que la bestia. En su interior se oscureció suavemente una emoción: la esperanza.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Ella miraba el suelo, buscando las huellas de Shata. Wandu tenía que localizar a la hermana de Mosoc, por la ayuda que le había brindado. Wandu encontró las huellas, que guiaban hasta el interior del bosque. Shata estaba perdida dentro de la naturaleza, ella y Mosoc debían que encontrarla rápidamente. Wandu no quería que muriera como sucedió con sus padres, ella quería que la familia de Mosoc se mantuviera viva. La chica escuchó el rugido de Shata y salió corriendo, hasta que llegó a un pequeño claro del bosque. Ante Shata se alzaba un Bemut, una criatura con su debilidad en la boca. Mosoc llegó detrás de ella y miró a su hermana ahí, indefensa contra la bestia. Wandu sostuvo con suavidad su muñeca, evitando que él saliera corriendo hacia ella y que el Bemut lo atacara. Ella preparó una flecha junto a su arco, la bestia estaba demasiado cerca de Shata. Ella tenía un disparo para derribar al Bemut, solo uno. La cazadora sintió el viento contra su rostro, calculando la dirección y velocidad. Ella tenía que encontrar una posición para que la flecha fuera muy rápido e impactara en su objetivo, la encontró rápidamente. Ella suspiró levemente y… La flecha impactó contra la lengua de la bestia, que se detuvo en seco y rugió dolorosamente. El Bemut salió corriendo al bosque, escapando de la arquera y su puntería. Shata volteó inseguramente su mirada hacia atrás de ella, mirando a Wandu y a Mosoc. —¿Qué rayos era eso? —ordenó, con un tono molesto, Shata mientras se levantaba y giraba en redondo, viendo a los chicos Wandu caminó hacía la chica, la miró de arriba abajo, después caminó detrás de ella y la miró de abajo arriba. —Eso era un Bemut, pudo haberte matado. Deberías que agradecer a los dioses que no tienes heridas, —respondió Wandu. Mosoc se acercó a ellas y abrazó fuertemente a su hermana, como si ese hubiera sido su reencuentro después de una guerra. —¿Por qué demonios tardaron tanto? —Era otra orden. Mosoc abrió los labios, diciendo: —Porque teníamos que… —No sabíamos que estabas en peligro, Shata, —interrumpió Wandu a Mosoc.


Shata abrió detrás de ella, en su mirada había un miedo a que el Bemut regresará. —Será mejor que regresemos al campamento, o habré cazado tres Gonilas para nada. —Wandu giró en redondo, caminando de regreso al campamento. Shata y Mosoc la siguieron.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Ellos tenían la carne de los Gonilas entre las manos, mordiéndole y sintiendo un sabor similar a pollo frito. Wandu los había cocinado. Shata miraba detenidamente a Mosoc y a la chica, como si desconfiara de ellos. Ella permitió que Wandu notara esa mirada mientras el fuego crepitaba suavemente. —¿Qué sucede? —preguntó Wandu. Shata desvió su mirada al bosque, ignorando su pregunta. Pero Mosoc las miró fijamente, sin saber lo que sucedía. —Creí que esa bestia me iba a matar, —Shata mintió, esculpiendo en su rostro una mirada seria y honesta. Ella no quería que Mosoc y Wandu descubrieran la mentira. —Pero estás a salvo ahora, —dijo Mosoc. Shata sabía que él tenía razón, con Wandu ella estaba protegida de bestias. Pero solo con Mosoc no podía estar a salvo, nunca, a menos que hubiera alguien más con ellos. Wandu terminó de comer a su Gonila mientras que Mosoc y Shata seguían comiendo. Shata quería saborear al Gonila, comerlo lentamente. Quizás pronto tendría hambre y no tendrían comida. —¿Cuánto falta para que lleguemos al pueblo, Wandu? —preguntó Shata, guardando su mano izquierda; la que no sostenía al Gonila; en su bolsillo, donde estaba la Redack. Ella quería usar sus espinas para que Wandu y Mosoc dijeran la verdad sobre porque habían tardado en llegar hasta ella, en cazar al Bemut. Shata terminó de comer la carne de Gonila y miró a Wandu, que dijo: —Creo que estamos muy cerca. Ella no necesitaba creencias, ella necesitaba hechos. Shata mantuvo su mirada en Wandu mientras preguntaba: —¿Nunca has ido a Perowl? —Wandu meneó la cabeza, respuesta suficiente—. ¿Cómo sabemos si vamos en el camino correcto? Wandu miró a su alrededor como si estuviera buscando una respuesta, ella observó detenidamente el bosque y dijo: —La naturaleza nos indicará nuestro camino. Cuando este bosque cambie y veamos el mar, vamos a saber que estamos cerca del pueblo. —Esa era una respuesta honesta, verdadera. Mosoc terminó de comer a su Gonila mientras escuchaba la conversación de las chicas, Shata sabía que él no interferiría a menos que se le pidiera su opinión. Shata miró la última flama de fuego que vivía, observaba como se apagaba hasta que no quedó nada más que cenizas.


—¿Por qué nunca supe que ustedes dos eran hermanos? —preguntó de la nada Wandu, como si exigiera respuestas. Shata miró el rostro palidecido de Mosoc, que la miraba pidiéndole en silencio que respondiera. Shata suspiró y dijo: —Nuestro padre conoció primero a Molyra, la madre de Mosoc. Ellos se casaron, al año nació Mosoc, pero ella no sabía que nuestro padre, un mes después, conocería a mi madre. Dos años después que Mosoc nació, yo nací de esa otra mujer. Y nuestro padre se mantenía visitando ambas casas, cuidando a sus dos hijos. Mosoc y yo nos conocimos sin saber que éramos hermanos hasta que murió Molyra, cuando Mosoc tenía diez años. A partir de ese momento, nuestro padre se casó con mi madre y nos fuimos a su casa y… —Al principio, no nos agradábamos pero, por nuestro padre, aprendimos a convivir, —interrumpió Mosoc. Y mi padre decidió ocultar que éramos hermanos, por eso nunca viste a Shata cuando ibas a mi casa con tus padres. Por eso nunca supiste que nosotros éramos hermanos. Shata mantuvo su mirada sobre Wandu y preguntó: —¿Tú tienes algún secreto que nosotros debamos saber? Shata miró de reojo a Mosoc, que tenía en su rostro una leve sonrisa. Ella había hecho esa pregunta solo por él, estaba ayudando un poco a su hermano. —Ninguno, —dijo Wandu. Shata le creyó y se levantó, mirando los alrededores. La chica miró a Wandu, que le sonreía con suavidad a Mosoc. Shata extendió su mano a Mosoc, quien la agarró y se levantó. Cuando ella volteó de nuevo su mirada a Wandu, ella ya estaba de pie. Wandu empezó a caminar al frente, Shata y Mosoc la siguieron. Shata confiaba en que ella supiera el camino. Shata quería alejarse todo lo que pudiera de Shafor, nunca le había agradado ese lugar al que había fingido llamar hogar. Ella había sufrido en esa isla, por eso estaba en esa aventura. Ella quería llegar al pueblo de Perowl, ver si sería su nuevo hogar. Ellos siguieron caminando dentro del bosque hacía el pueblo de Perowl.


Ellos habían caminado durante horas y horas hasta que finalmente salieron del bosque, encontrando un pueblo. Era un poco más grande que un pueblo normal, estaba rodeado por el bosque. Los edificios se alzaba majestuosamente como si sus estructuras de madera aguantarán todo el peso, sin ayuda de otras estructuras. Las casas tenían ventanas abiertas. En el centro del pueblo se levantaba un edificio de roble oscuro, el único edificio más grande que los demás. Alrededor se hallaban distintas tiendas, era como si ese fuera un mercado. Wandu supo que en el edificio del centro vivía el Lord de Perowl. —Bienvenidos a Perowl, queridos compañeros, ahora disfruten este pueblo, —dijo Wandu mientras caminaba a la entrada. Mosoc y Shata la siguieron. Ellos llegaron a la entrada del pueblo, Wandu sabía que sus compañeros querían salir corriendo a las tiendas. Ella tomó dos pedazos de piel de Bemut, giró en redondo y entregó una a cada uno. —Tomen y vendan esto, tendrán dinero para comprar lo que quieran. Mosoc y Shata extendieron sus manos hacía la piel, dudando si aceptarla. Wandu les asintió como si estuviera diciéndoles que era inofensiva, Mosoc tomó su pedazo y levantó la vista a Wandu. —Gracias, Wandu. —El chico caminó hacía el interior del pueblo, perdiéndose entre las calles. Wandu miró a Shata, que seguía indecisa. Pero Wandu tomó su mentón y lo levantó, sus ojos se encontraran con la mirada depredadora de Wandu. Shata intentó apartar la mirada, pero Wandu sostenía con la fuerza necesaria. —Chica, vas a escuchar con mucha atención, ¿de acuerdo? —Shata asintió—. Tú sola supiste cómo retener al Bemut hasta que nosotros llegáramos, eres una mujer fuerte y capaz de hacer lo que quieras. Debes estar orgullosa de ti, —Una lágrima resbaló por la mejilla de Shata como un río—, ganaste la batalla, ahora ve a festejar. Wandu secó la lágrima de Shata, que aceptó la piel y caminó al pueblo. La cazadora sonrió mientras sacaba un último pedazo de piel, esperaba poder venderla por un poco de información. Ella necesitaba saber quien o que había matado a sus padres.


Wandu miró una última vez el arco de la entrada antes de caminar debajo de está, entrando finalmente en Perowl.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ El chico caminaba entre las calles, deslizándose entre los perowlinianos. Escuchaba cada conversación, sabía que Perowl no era el pueblo en el que quería vivir toda su vida. Él caminó hasta que llegó al centro del pueblo, donde se detuvo ante el cristal de una tienda de armas. Después de lo que había sucedido en el bosque, él quería una espada para defender a su hermana ante posibles amenazas. Quería protegerla ante todo peligro. Mosoc recordaba el momento en el que él y su hermana se volvieron muy unidos; un día que Belarya, la madre de Shata, lo había golpeado solo por ser hijo de otra mujer. El chico suspiró, caminando hacía la puerta de la tienda; una puerta de hierro. Cuando él entró, sonaron unas campanas en la puerta y un empleado, o el dueño, caminó hacía él. —¿En que le ayudó, joven? Mosoc miró algunas de las espadas que habían ahí; buscando una que fuera apropiada para él. Una espada que le perteneciera y que él perteneciera a la espada. —¿Qué espada puedo comprar con esto? —Él puso la piel de Bemut sobre el recibidor mientras el otro chico; un chico de cabello dorado y rostro amable, con pecas; inspeccionaba la piel. —¿Cómo lo consiguió? —Lo cazó una amiga. —Es buena piel, por este pedazo le puedo dar quinientos diamantes. Mosoc no podía creer lo que acababa de oír, pero miró fijamente la piel oscura—. ¿Que espada puedo comprar con eso? El chico caminó hasta una puerta, que abrió. Mosoc vio detrás de esta decenas y decenas de espadas mientras el chico buscaba una, hasta que la encontró y regresó al recibidor. Él puso la espada sobre el recibidor. La hoja brillaba intensamente, parecía ligera y fácil de manejar. En el centro de la empuñadura había un pequeño rubí incrustado, alrededor tenía esculpido pequeñas flamas. Mosoc tomó la espada y la observó fijamente, el dueño lo miró con un brillo en los ojos. —¿Qué espera? Haga algo, —ordenó. Mosoc blandió suavemente la espada, si era lo que parecía. Él siguió realizando movimientos básicos, nunca había aprendido movimientos avanzados. —¿Y? ¿La compra? —Mosoc asintió, dejando la piel de Bemut sobre el recibidor. El dueño tomó la piel y sonrió levemente—. Disfrute la espada, es la mejor de


Perowl. —El vendedor le dió doscientos diamantes a Mosoc, la espada costaba trescientos. Mosoc no sabía porque él le había vendido la mejor espada de Perowl, pero giró en redondo y caminó hacía la puerta. Él puso la mano en la manija, abriendo la puerta. Las campanas sonaron nuevamente, pero él se detuvo en el marco. —Muchas gracias, —dijo Mosoc mientras salía de la tienda de armas y empezaba a caminar entre las calles de Perowl.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ La chica de cabello dorado recorría cada calle, estaba buscando algo que la ayudará. No quería volver a estar en peligro contra alguna bestia como el Bemut. Ella caminó, observando cada tienda. No encontraba una que tuviera lo que buscaba, se quedó caminando en el centro. Shata miraba a su alrededor, observando con detenimiento a los habitantes. Todos eran simples desconocidos; pero ellos se saludaban como solían saludarla los habitantes de Shafor. Ella se sentó en una banca, después miró el edificio que estaba en el centro, la mansión del Lord de Perowl. —¿Puedo sentarme, señorita? —preguntó una anciana de cabello canoso y mirada amable. Shata asintió y ella se sentó a su lado. Shata no podía creer que una desconocida quisiera sentarse junto a ella. —Usted es hermosa, podría lograr que todos se inclinen ante usted, —dijo la anciana. La chica volteó su mirada a la anciana y sonrió suavemente. —¿En serio cree lo que me dice? —La anciana asintió—. Pero, ¿quién quisiera inclinarse ante mí? ¿Ante una chica que no es líder? Shata se levantó, pero la anciana fuertemente tomó su muñeca. —Yo me inclinaría, pero si nadie se inclina ante usted, oblígalos. —Shata escuchó atentamente y se alejó de la anciana, no le agradaba lo que la anciana había dicho. Shata caminó hasta una pequeña tienda de vestidos, en la cual entró. No le agradaba la idea de viajar solo con una vestimenta: una camisa roja, un pantalón negro y una chaqueta verde oscuro. Una chica de cabello plateado como la luz de la luna y ojos grises como el hierro caminó hasta ella, con una sonrisa en los labios. —¿En qué le ayudó, señorita? — ¿Acaso todos los habitantes de Perowl eran tan amables? Shata quería conocer a un habitante que no fuera amable. Ella miró los colores vivos de la tienda, eran demasiados pero el que más sobresalía era los tonos de rojos.


—¿Cuánto me da por esto? —Shata sacó el pedazo de piel de Bemut y se lo mostró a la chica. La chica tomó el pedazo de piel de Bemut y lo inspeccionó, sus ojos se abrieron de sorpresa. —¿Cómo lo obtuvo? —Una amiga, cazadora, la obtu…, —Le doy quinientos diamantes. Shata extendió su mano mientras la chica sacaba una bolsa llena de diamantes y se la entregó. —Muchas gracias. —¿Va a comprar algo? —Shata meneó la cabeza y abrió la puerta detrás de ella, saliendo de la tienda. Ella no quería comprar hasta tener suficientes diamantes como para comprar algo único, algo que Perowl no tenía. Se perdió en la multitud.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Ella no había visto demasiado de Perowl, creía que ese pueblo no tenía lo que quería comprar: un arco mucho mejor que el que tenía y flechas de hierro, ya no quería tener flechas de madera. Wandu observaba fijamente a cada habitante como si fuera una leona rodeando a su presa, buscaba identificar a los ladrones y asesinos. Se mantendría lejos de ellos, evitando que robaran su piel de Bemut. La chica encontró una tienda de arcos y entró, mirando las paredes cubiertas de arcos. Todos los arcos eran de madera, no estaba el arco que quería. Ella tendría que visitar otro pueblo para comprarlo, deseaba el arco de ircos: un arco de hierro capaz de disparar tres flechas juntas. —¿Una chica cazadora? ¿O es una arquera? —preguntó una voz grave. Wandu miró por encima de su hombro al chico que le había hablado; era un chico de cabello negro, cortado, con mirada feroz, encerrada en unos ojos de miel, y una sonrisa burlona. —Es muy poco común que aquí entren chicas, espero que usted no sea como las pocas que entran aquí para ver a mi hermano. —El chico dio un paso al frente, encerrando suavemente a su presa. Wandu no era ninguna presa, era una leona; ella caminó a la derecha hasta el recibidor de la tienda. —¿Quién eres? —preguntó el chico; Wandu levantó su dedo índice. Una orden para que no hiciera preguntas. —Primero dime quien eres, ¿no se supone que los vendedores preguntan primero el nombre de sus clientes? —El chico asintió—. ¿Quién eres, chico? —preguntó nuevamente Wandu.


El chico caminó un paso lento al frente, mirando curiosamente a la chica. Shata sabía que él estaba intrigado. —Dime quien eres y te diré quien soy, —ordenó Wandu mientras miraba al chico acercándose. —Soy Arunt Borey, ahora dime quien eres. —Wandu, ahora regresa a vender arcos a los cazadores y arqueros. —La sonrisa de Arunt se extendió sobre todo su rostro como si le agradara la actitud de Wandu. La chica deslizó sus dedos por cada arco, descubriendo la madera con la que habían sido construidos. —¿Su mejor arco es de pino? —Wandu miró a Arunt, que asintió—. ¿Por qué solo tienen arcos de madera aquí? —¿De dónde es usted? —Wandu caminó hacía él, mirando detenidamente su chaqueta de cuero y camisa negra; la ropa de un cazador novato. Wandu miró burlonamente a Arunt y giró en redondo, caminando hacía la puerta. —Aquí no tenemos minas de hierro. —Wandu ya lo sabía, quería saber si Arunt era honesto o era como los demás vendedores. —Fue un gusto conocerlo, Arunt, —dijo ella mientras abría la puerta, saliendo de la tienda. Ella cerró la tienda detrás de ella, Arunt caminó hasta la puerta y Wandu giró en redondo, caminando hacia atrás mientras lo veía. Después ella se perdió dentro de Perowl.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Ellos se reunieron en el centro de Perowl, sentados en una banca mientras miraban la mansión del Lord. Ya sabían lo que había comprado Mosoc, el único de los tres que había comprado algo. —Me agrada más este pueblo que el nuestro, —dijo Mosoc. A Wandu nunca le agrado Shafor, solo se había quedado ahí por sus padres y hermanas. Pero ahora era libre, aunque su mente estaba inundada bajo un solo pensamiento. El pueblo ahora era un caos: algunos gritaban mientras otros corrían con cubetas llenas de agua. Era como si…, como si una casa se estuviera incendiando. Wandu se levantó y salió corriendo hacía donde iban los que tenían cubetas de agua. —¡Wandu! —gritó Mosoc, pero ella ya estaba perdida entre la multitud.


Una casa ardía en llamas escarlata, Wandu esperaba que una familia no estuviera dentro. Ella corría hacía la casa, deteniéndose enfrente del edificio de madera. El fuego aún no era tan intenso como el de su casa. Ella llegó al frente de la casa, donde vio a algunas personas afuera de la casa. Ella caminó hacía ellos y preguntó: —¿Hay alguien más adentro? —Las personas asintieron. Mosoc llegó al lado de Wandu, detrás de él estaba Shata. Wandu giró en redondo hacia la casa, no queria que otras familias sufrieran lo que ella sufrió. Ella miró a sus compañeros, que menearon la cabeza. Ella no pudo salvar a su familia, solo se había quedado de rodillas. Ella no quería quedarse de brazos cruzados, tenía que salvar a la familia. —No te atrevas, —dijo Mosoc. Wandu lo ignoró y salió corriendo hacía la casa en llamas, aunque Mosoc intentó agarrarla. Ella corría y corría hacía la casa, perdiéndose dentro del humo. Sabía que era lo correcto.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Ella entró en la casa en llamas, buscando con la mirada a cualquier miembro de la familia que vivía ahí. No podía salir de la casa sin nadie, quería proteger a toda la familia. Una nube de humo inundó su visión, la cegó. Una parte de su camisa cubría su boca y nariz, evitando que el humo entrará a su sistema respiratorio. Necesitaba guardar oxígeno, no quería morir ahí. El suelo de la casa estaba cubierto por una alfombra con soles bordados en las orillas; las puertas tenían un brillo rojo, causado por flamas detrás de estas; las paredes también eran rojas pero un poco más oscuras y el techo era anaranjado. Ella sentía que estar en ese pasillo era como caminar en el sol. Necesitaba encontrar a la familia, que no conocía. Debía encontrarla. Ella siguió caminando, escuchando atentamente. —¿Hay alguien aquí? —preguntó gritando, tenía que recibir una respuesta. Debía que encontrar a la familia. No recibió respuesta alguna.


En su pecho sintió algo indescriptible, no quería que la familia estuviera muerta. Tenía que encontrarla viva, tenía que llevarla fuera de la casa. Wandu golpeó cada puerta mientras caminaba, debía que recibir respuesta de una. Golpeó y golpeó hasta que, detrás de una puerta, escuchó sollozos, los sollozos de un niño pequeño, que debía tener cinco años o menos. —Niño, tranquilo. Te voy a sacar de ahí, lo prometo, —dijo, esperando que el niño obedeciera y se calmará. Ella puso su mano en la manija, pero estaba ardiendo y la removió rápidamente. En su rostro hubo un leve gesto de dolor. Su corazón latía rápidamente, buscó algo con lo que tocar la manija sin lastimarse. No había nada que me ayudara. —Chico, ¿puedes intentar abrir la puerta? —La única respuesta fueron los sollozos—, chico, ¿puedes escucharme? —Siguió mirando alrededor, buscando sin éxito con que sacarlo. Wandu tocó su cuello, sintiendo su chaqueta de cuero. Ella se había olvidado que tenía una chaqueta de cuero encima de su camisa, se la quite y cubrió su muñeca. Su mano se posó sobre la manija, la chaqueta recibía el calor sin herirla. Ella giró la manija, empujando la puerta para abrirla. Pero la puerta no se abría, detrás de ella había algo bloqueando o tenía llave. Wandu tenía que abrir la cerradura con algo pequeño. Ella revisó en los bolsillos de su pantalón y sacó una ganzúa, que insertó en el pequeño agujero de la manija y giró; buscando cómo quitarle llave. Su pulso estaba acelerado, estaba preocupada por la familia. Los sollozos fueron ahogados con toses leves, ella tenía que apresurarse. Tenía que salvar a la familia atrapada dentro de la casa, ella tenía que salvarlos. Unos guantes la tomaron de los hombros y la levantaron del suelo, alejándose de la puerta mientras que un bombero intentaba abrir la puerta. —¡SÁLVALOS! —rugió Wandu, extendiendo la mano hacía el bombero que se quedó. Ella vio al bombero hasta que terminó como un punto rojo, diminuto. El bombero que la cargaba caminó velozmente hasta que llegaron fuera del edificio, donde escuchó gritos. El bombero la colocó junto a los demás habitantes, donde estaban Mosoc y Shata, donde veía el fuego arder con mucha intensidad. —No te atrevas a volver a entrar, los bomberos los salvaran, —dijo Mosoc. Wandu deseaba que el bombero saliera con toda la familia Ella esperó minuto tras minuto, segundo tras segundo, pero el bombero no salía. Su vista estaba fija en el edificio, hasta que…, Hasta que el edificio se derrumbó, ella salió corriendo hacía él. —¡NO! —rugió mientras algunos bomberos corrieron hacia ella y la taclearon, sosteniendo con fuerza mis muñecas y piernas. El niño…, yo debía que morir y no el niño.


—Tranquila, chica, todo estará bien, —dijo un bombero mientras una unos médicos llegaban Los médicos los tomaron a todos y los llevaron con sanadores.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Ella estaba en una cama de la enfermería, abrió sus ojos marrones y miró al curador, que estaba buscando un tónico. —¿Qué hago aquí? —preguntó ella. El curador giró en redondo, dejando de buscar el tónico, y caminó hasta una silla de madera, al lado de Wandu. Él se sentó, tocando suavemente su frente. Su mano era cálida y amable como si hubiera sido entrenado en el Meluver; la academia de sanadores y médicos. Sus ojos grises, amables, dijeron la respuesta que Wandu buscaba. Ella estaba ahí porque los médicos la llevaron, pensando que tendría heridas. —Esto va a doler un poco, —dijo él y tocó el hombro de Wandu, que gimió dolorosamente—. Tiene algunas quemaduras de primer grado, si la hubieran sacado más tarde serían de segundo grado. El sanador se levantó, caminó hasta la puerta y la abrió. Detrás de ella estaba un médico parado contra el marco. El sanador le dijo algo y el médico se fue, el sanador giró y cerró la puerta detrás de él. Él caminó de regreso a su silla y puso de nuevo su mano sobre la frente, Wandu sabía que él estaba verificando si tenía fiebre. —No tienes fiebre, te curaré las quemaduras y puedes irte, —dijo el sanador. Ella lo miró fijamente mientras él caminaba hasta una mesa, tomó unas vendas y caminó de regreso a Wandu. Golpearon la puerta una vez, dos veces, tres veces y el sanador se levantó, caminando hacia ella. Él abrió la puerta, detrás estaba el médico con una cubeta llena de agua fría. El sanador recibió la cubeta y cerró la puerta detrás de él, caminando de regreso a su silla. El sanador tenía una toalla sobre la cama, la tomó y la sumergió en el agua; después la colocó sobre las quemaduras que había encontrado antes que Wandu despertara. —No se mueva, la toalla debe permanecer ahí durante diez minutos o cuando el dolor sea menor, ¿de acuerdo? —Wandu asintió, ella nunca había recibido educación sobre qué hacer con quemaduras—. Le pondré vendas después, y las quemaduras no deben exponerse al sol, —ordenó el sanador. La puerta de la habitación se abrió y entró un hombre que parecía tener treinta años; su mirada era seria y sus ojos eran violetas, su rostro era el de un lord y su cabello era negro. Era el Lord de Perowl. El lord miró al sanador, que se retiró de la habitación. Él caminó hasta la silla que había ocupado el sanador y miró detenidamente a Wandu.


—Buenos días, señorita. Es la primera vez que la veo, ¿cuál es su nombre? —dijo amablemente el lord, pero Wandu sabía porqué estaba ahí. El Lord de Perowl estaba interrogando a los testigos del incendio, buscando a quién podía haberlo causado. Silencio incómodo hubo entre ellos, el lord estaba esperando el nombre de la chica. Wandu lo miró con cuidado, buscando alguna debilidad en su nueva presa. Tenía que saber sus debilidades para salir libre. —Soy Wandu Tremp, y si nunca me ha visto aquí es porque no presta atención, —dijo Wandu, pero el lord río suave, gentilmente—. ¿Quién es usted? Ella estaba jugando el mismo juego de amabilidad que todos los que habían visto en Perowl jugaban, podía fingir ser una habitante del pueblo. Ella intentaba engañar al lord. El lord desvío la mirada a la toalla húmeda, que cubría los hombros de Wandu. —Soy Lokar Worut, Lord de Perowl, y en Perowl nadie es capaz de entrar a casas en llamas. Usted no es de Perowl, ¿de dónde es usted? —La mirada de Lokar se desvió a los vendajes que estaban sobre la cama, él sonrió. Wandu volteó su mirada a la puerta, deseando que el sanador entrará. Pero el sanador no entró. —Soy de Shafor, —respondió Wandu. Lokar asintió, un brillo inundó su mirada. Shata no creía que él supiera de su casa, pero él preguntó: —¿Usted es a quien quemaron la casa y a su familia? —Si Lokar lo sabía, toda Nirrasend ya debía saberlo. Wandu asintió—. ¿Y qué hace usted aquí, en Perowl? —¿Usted qué cree que hago aquí? —¿Incendiar casas y entrar como si fuera una heroína? ¿Lo que no logró con su familia? —Era una amenaza, la amenaza que Wandu estaba esperando. Ella sonrió suavemente. —¿Cree que yo, una chica de Shafor a la que le quemaron su familia, quemaría otra familia? —El lord asintió—. Yo no quemé a esa familia, yo ando buscando al causante del incendio. Lokar miró la puerta que se abrió, detrás de ella estaba un guardia. Wandu sonrió levemente. —Lady Tremp, queda bajo arresto. Usted es sospechosa de incendio, se le acusará pronto. —Wandu sabía que eso sucedería, aún así su rostro mostró una sonrisita alegre. El guardia entró, tomó los vendajes y los puso alrededor de los hombros de Wandu; después se la llevó de la casa.


El guardia y Wandu entraron en la mansión del lord. La mansión era hermosa, vasijas con búhos esculpidos decoraban unas escaleras de madera oscura y una alfombra gris cubría el suelo. El guardia la guió hasta unas escaleras, que descendían hacía la oscuridad. Ellos caminaron hasta llegar a una puerta de hierro, que abrió el guardia. Wandu entró primero y el guardia la llevó hasta una celda, registro a Wandu; buscando más ganzúas, sin encontrar; y cerró la puerta de la celda. —Después le traeremos la cena, —dijo y cerró la puerta detrás de él. Ella era una leona, tenía que luchar por librarse de esa mazmorra. Ella tenía que salir libre, busco dentro de la celda algo con lo que abrir la puerta. Unas risas se escuchaban arriba, no sabía de qué se reían. Ella se quedó ahí, buscando una manera para salir de la celda, pero no encontró salida. Ella debía salir.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ El chico caminaba a través de las calles de Perowl, buscaba a Wandu pero no la encontraba. Cuando él había salido del sanatorio, Wandu ya no estaba ahí. Él miró una tienda de arcos y entró, suponiendo que Wandu estaría ahí. Pero ella no estaba, un vendedor lo miró detenidamente. —¿En qué le ayudó? —preguntó el chico. —Estoy buscando a mi amiga; pelirroja, delgada y es cazadora. —En la mirada del vendedor hubo un leve brillo, como si…, —¿Su nombre es Wandu? —Mosoc asintió—. Ella estuvo aquí en la mañana, pero ahora no se donde esta, —dijo el vendedor—. ¿Usted quién es? Mosoc miró al vendedor, ignorando la pregunta. Él miró los arcos y la seriedad inundó su rostro. —¿Quién es usted? —repitió el vendedor. —Soy Mosoc Faoh, —respondió el chico—. ¿Y usted quién es? —Arunt Borey, ¿de dónde es usted? Mosoc supo de inmediato que Wandu no le había dicho que era de Shafor. Él caminó hacia la puerta, pero Arunt ya estaba frente a él, bloqueándole el camino. El chico giró su mirada hacia los arcos, no faltaba ni uno. Wandu no había comprado ni un arco.


—Somos de Shafor. Arunt sonrió burlonamente mientras apoyaba su peso contra la puerta, evitando que alguien los interrumpiera. Mosoc caminó nuevamente hacia la puerta, ignorando a Arunt. Él quería salir de la tienda, debía seguir buscando a Wandu. —Sucede algo, no sabe dónde está Wandu y creyó que estaría aquí. —Mosoc no creía que Arunt supiera eso, pero él asintió. —Hubo un incendio, Wandu entró para intentar salvar a la familia. Pero no lo…, —Lord Worut, el Lord de Perowl, ordenó que la encerrarán en las mazmorras, —interrumpió Arunt, alejándose de la puerta—. Puede retirarse. Mosoc empezó a caminar hacía la puerta, mirando a Arunt con desconfianza. Él posó la mano en la manija y…, —¿Quién es tu amiguito, hermano? —preguntó una voz detrás de una puerta, que estaba detrás del recibidor. Mosoc miró por encima del hombro al chico; su cabello era negro y liso como el de Arunt, su sonrisa era pícara. Los ojos de Arunt eran los de un oso, los del otro chico eran los de un león. Y esos ojos eran plateados como el hierro. Arunt caminó hasta el recibidor, poniendo sus manos sobre este. Mosoc se quedó quieto ante la puerta, mirando lo que podía suceder entre los hermanos. —Nyol, él no es mi amigo. Solo estaba viendo arcos, ya se va, —respondió Arunt, viendo por encima de su hombro a Mosoc. Mosoc giró en redondo, abriendo la puerta de la tienda. Él salió y caminó a través de las calles, buscando a Shata. Tenía que contarle lo que sabía.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Ella ya estaba afuera del sanatorio, estaba buscando a su hermano y a Wandu. No había nada interesante en el pueblo, pero escuchó música hermosa viniendo de un local. La chica caminó hasta el local, entrando y sentándose en una mesa vacía. La música parecía diferente, Shata quería bailar como si no existiera final. Y la melodía revivía en su corazón un sentimiento que había estado enterrado durante años, el sentimiento que ella enterró cuando su vida en Shafor cambió. Ella se levantó, caminando hasta una pequeña pista de baile del local. Shata empezó a bailar mientras los demás la miraban. Después de unos minutos, la música terminó y ella miró a Mosoc buscándola. Shata salió del local, caminando hasta su hermano. —¡Mosoc! —Su hermano giró en redondo, mirando a su hermana—. ¿Dónde está Wandu? —Ven, sentémonos, —respondió Mosoc. Ellos caminaron hasta el local del que había salido Shata, sentándose. Mosoc le contó todo a su hermana.


~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ La puerta de la mazmorra se abrió y un guardia entró, tenía un plato de sopa fría y pan tieso en la mano derecha, en la izquierda tenía una copa de un líquido rojo, parecía jugo de manzana. Él caminó hasta la celda, dejando el plato y el vaso en el suelo, a una distancia para que ella lo alcanzara. Ella miró al guardia, que estaba sorprendido. Ella sabía que era porque no había escapado, miró el plato y caminó hasta este. —Come, —ordenó el guardia mientras buscaba una silla, hasta que la encontró. Él se sentó, mirándola comer. Después de la orden, la puerta se abrió, detrás estaba otro guardia que miraba a la chica. —Ya puede irse, señorita, —dijo el guardia mientras el otro se levantaba, tomando las llaves, y abrió la puerta de la celda. —¿Quién me liberó? —preguntó ella. El guardia la miró detenidamente, después dijo: —Arunt Borey.


La chica no creía lo que escuchaba, un desconocido había ido a la mansión del Lord de Perowl solo para liberarla. Era imposible. El guardia señaló con el mentón a la puerta, empezó a caminar hasta que llegó al primer piso; Wandu lo había seguido. Ahí estaba Arunt, con un codo sobre un jarrón y con los pies cruzados, esperándola. Wandu seguía sin creer que él hubiera ido a liberarla. —¿Qué hace usted aquí? —preguntó la chica, caminando hasta un extremo de la habitación, donde apoyó su peso contra un pilar. Arunt empezó a caminar hacía ella, otra vez era el juego de un león y su presa. Wandu caminó alrededor de la habitación, convirtiendo a Arunt en la presa. —Vine a liberarla, Wandu, —respondió Arunt, intentando convertir de nuevo a Wandu en su presa. Pero Arunt se detuvo, levantando la vista hasta las escaleras que guiaban al segundo piso, y se inclinó ante el Lord de Perowl. Wandu no lo notó hasta que él estuvo detrás de ella. —Lord Worut, —dijo ella, sin inclinarse ante él—. ¿Cómo está usted? Lokar, desde el cuarto escalón, la miró ferozmente como si le ordenara inclinarse ante él, pero ella no se inclinó. Arunt miró fijamente a Wandu, sus miradas se encontraron un momento. Él formaba con los labios: ​inclínate,​ ​o no habrá servido de nada que yo te liberará.​ Wandu no se inclinó, sabía que la encerrarían de nuevo tarde o temprano. —Señorita Tremp, estoy bien. ¿Y usted? ¿Me informaría porque no se ha inclinado? — Era otra trampa, ella lo sabía. Wandu subió un escalón, jugando a la presa con Lokar. —¿Por qué debería que inclinarme cuando estoy muy bien? —Ella miró la sonrisa que se formó en el rostro de Lokar—. ¿Qué hizo el tiempo que…, —Disculpe a mi amiga, es nueva aquí, —mintió Arunt, Lokar volteó su mirada hacía él. El lord bajó otro escalón, quedando a uno de Wandu. —Pueden retirarse, y enséñele a su amiga algunos modales, si es que se quedará aquí, —ordenó Lokar mientras giraba en redondo, subiendo los escalones.


Wandu quería subir pero Lokar ya la tenía agarrada del hombro, guiándola hasta afuera de la mansión.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Ella caminaba entre las calles de Perowl, a su lado estaba Arunt, que se había negado a dejarla buscar a sus amigos sola. Ellos miraron un local tras otro sin encontrar a Mosoc y a Shata, —¿Por qué me liberó, Arunt? —preguntó la chica mientras seguían caminando. Arunt volteó su mirada hacia ella, sonriendo gentilmente. —Sabía que usted era inocente, siempre he ayudado a los inocentes, —respondió Arunt. Ellos caminaron durante minutos hasta que Wandu, finalmente, encontró a sus compañeros dentro de un local, sentados tranquilamente. Wandu caminó hasta el local, entrando en este. Detrás de ella iba Arunt, ambos llegaron hasta la mesa de Mosoc y de Shata, que tenían la sorpresa dibujada en sus ojos al ver a Wandu. Ella se sentó a la izquierda de Mosoc, dejando una silla libre entre ella y Shata. Pero Arunt se quedó de pie, mirando todo. Wandu miró la hoja de papel que sus compañeros tenían, era un plan para liberarla de las mazmorras. —¿De qué me perdí? —preguntó ella mientras Mosoc y Shata le mostraban el plan—. ¿Solo de eso? —Ellos asintieron. La chica apoyó su espalda contra el respaldo mientras que Mosoc la miraba fijamente, después volteó su mirada hacía Arunt. —¿Cómo la liberó? —le preguntó Mosoc a Arunt, que lo miró detenidamente. —Digamos que el Lord siempre ha confiado en mí, libera a quienes creo inocentes, —respondió Arunt. Wandu miró a Arunt, buscando alguna señal de mentira, alguna señal de que le hubiera pagado, pero en su rostro solo estaba la honestidad. —¿Por qué no me dijiste que podías hacer eso, chico? —Esperen un momento, ¿ustedes dos ya se conocen? ¿Cómo? —preguntó Wandu, señalando con la barbilla a Mosoc y a Arunt, que seguía de pie. Ambos chicos asintieron, Wandu seguía sin saber cómo. —Siéntese, por favor, —le dijo Shata a Arunt, que obedeció. Mosoc y Arunt contaron la historia de cómo se conocieron.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ —¿Pensaste que podía estar en su tienda de arcos? —preguntó Wandu, entendiendo la historia. Mosoc asintió—. ¿Conociste a su hermano? —Mosoc asintió nuevamente. Wandu miro a Shata y, por su expresión, supo que Mosoc tampoco le había contado la historia,


—Y Arunt me liberó por ti, aparentemente. —Ella miró a Arunt, que la miraba detenidamente con sus ojos de oso. Wandu estaba atando los últimos cabos sueltos, Arunt le había mentido. Pero él la había liberado, ella sabía que Arunt había hecho lo correcto en liberar a una inocente. —¿Tienen donde pasar la noche? —preguntó de repente Arunt. —Buscaremos un hotel, —respondió Wandu, pero Arunt meneó la cabeza. —Los hoteles aquí no son buenos, ¿por qué no se quedan en mi casa? —Los compañeros de Wandu asintieron, pero Wandu…, Wandu lo pensó hasta que asintió. Ellos se levantaron y caminaron fuera del local, siendo guiados por Arunt hasta su casa.


Ellos estaban en la casa de Arunt, sentados alrededor de una mesa de madera, sobre ella había platos llenos de comida: ensalada, cordero asado y sopa de papa; también había una botella con jugo anaranjado. Afuera la noche inundaba el mundo Arunt y ellos eran los únicos que estaban ahí. Wandu se estiró, agarrando cordero con su tenedor y llevándolo hasta su plato de porcelana. Arunt la miró fijamente, ella sabía que intentaba descifrar qué tipo de humano era. —¿Qué hacen aquí? —preguntó Arunt. La pregunta golpeó a Mosoc, que lo miró curiosamente, pero Wandu volteó una mirada seria a Arunt. Era extraño que un cazador nunca supiera el verdadero motivo de sus presas. Wandu miró a Arunt, descifrando sus motivos. —Queríamos dejar Shafor, —respondió Wandu. Una puerta se abrió en un pasillo, Arunt caminó hasta el pasillo. Wandu solo escuchó murmullos, parecía que Arunt estuviera discutiendo con alguien. Cuando los murmullos se acabaron, en el comedor entró un chico; dos años mayor que Arunt. Él se parecía demasiado a Arunt, las únicas diferencias eran los ojos plateados y su mirada mucho más feroz, la mirada de un león. Arunt regresó al comedor, mirando al chico. —El es Nyol, mi hermano, —dijo Mosoc, viendo el rostro de su hermano y sentándose—. Nyol, ellos son Wandu. —Arunt señaló con la barbilla a la chica—, Mosoc. —miró al chico—, y…, —Shata, Shata Faoh, —respondió Shata. Nyol caminó alrededor de la mesa, mirando ferozmente a cada uno, descifrando los misterios que eran ellos. Después de un tiempo, él se sentó al lado de su hermano, que lo miró como si fuera una presa. Shata reconoció la mirada, la mirada de un hermano enojado con otro hermano. Shata estiró su brazo, tomando el plato con la ensalada y sirviéndose un poco sobre su plato, quizás ella conocía las propiedades de algunas hojas que había usado Arunt. —¿Qué me cuentas de ellos? —preguntó Nyol, pero Arunt volteó su mirada a Wandu, sentada a su izquierda.


—¿Qué fue lo último que cazó? —Wandu miró suavemente a Arunt, mientras que Nyol volteaba su mirada hacía Shata y comenzaba una conversación con ella. —Un Bemut, —respondió Wandu—. ¿Y qué fue lo último que usted cazó? Wandu tomó su tenedor y cuchillo, empezando a cortar al cordero hasta que quedaron pedazos pequeños. Ella tomó un pedazo y lo llevó a su boca, saboreándolo. Estaba demasiado rico, nunca había probado al cordero, pero era mucho mejor que la carne de cualquier criatura que ella hubiera cazado. —Un Corot, —dijo Arunt mientras miraba la carne—. Lo que usted está comiendo es lo último que caze. —Wandu no creía que la carne no era de cordero, sabía a cordero. Mosoc miró a Arunt, sonriendo levemente. —¿Y cuál ha sido la caza más difícil que usted ha tenido? Wandu miró a Mosoc con un gesto como si esa pregunta fuera de mala educación, pero Arunt dijo: —Lo más difícil que he cazado ha sido un Buneron, —Mosoc lo miró desconcertado, Wandu sabía que solo los cazadores conocían a todas las criaturas—. Un Buneron es una criatura mortal como un tiburón, aunque tiene el tamaño de un conejo y…, —¿Es en serio? ¡No puedo creerlo! ¿Fue difícil cazarlo? —Wandu estaba mirando a Arunt, que río suavemente y asintió—. Cuente todo. Arunt miró a Wandu y empezó a contarle la historia de su cacería.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ —Convencí a mi hermano para que se quedarán, —dijo Arunt mientras caminaba por el pasillo de su casa—, los guiaré a sus habitaciones. Si se van mañana, temprano, no se preocupen por las camas, nosotros las haremos. —Ellos llegaron hasta tres puertas, al final de un pasillo. Wandu y sus compañeros asintieron, mirando las puertas. —Muchas gracias, —dijo Wandu. —Wandu, su habitación es la de la izquierda; Shata, la suya es la de la derecha; Mosoc, la suya es esta, —dijo Arunt, señalando la puerta detrás de él. Él abrió las tres puertas, una por una—. Les presento sus habitaciones, cada una tiene un baño personal. Pueden darse un baño caliente, si lo desean. —Arunt empezó a caminar, abandonando el pasillo. Shata giró, mirando a Arunt y preguntando: —¿Dónde dormirá usted y su hermano? Arunt se detuvo, mirándolos por encima de su hombro y sonriendo. —Nosotros tenemos nuestras habitaciones, —respondió Arunt, caminando de nuevo y perdiéndose entre los pasillos. Wandu se quedó en el marco de su puerta mientras Shata entraba a su habitación, pero Mosoc no entró en la suya. Él se quedó en la puerta, mirando a Wandu.


El silencio los invadió hasta que Mosoc decidió girar, pero Wandu agarró suavemente su muñeca. Él la miró a los ojos mientras sonreía. —Quédate un rato, —dijo Wandu. Mosoc apoyó su cuerpo contra el marco de la puerta, mirando el rostro de Wandu. —Me quedaré contigo, Wandu. —Mosoc puso su mano en el hombro de la chica. Wandu caminó hasta Mosoc y lo abrazó, abrazó a su amigo de toda la vida, al único que había estado ahí sin importar lo que sucediera. Mosoc rodeó con el brazo derecho la cintura de Wandu mientras apoyaba su cabeza sobre su hombro. —Prométeme algo, ¿si? —Mosoc asintió—. Nunca dejarás de ser mi amigo, sin importar lo que suceda. —Yo siempre seré tu amigo, Wandu. Ellos terminaron el abrazó. Wandu regresó hasta el marco de su puerta, donde miró a Mosoc. —Ven, —dijo Wandu mientras entraba a su habitación, Mosoc la siguió. La habitación era linda, las paredes eran azul marino, el suelo y el techo eran amarillos. Había una ventana, con marco verde, desde la cual se podía ver la mansión del Lord de Perowl. En el centro estaba una pequeña mesa con un plato lleno de frutas, una botella de jugo de uva, dos copas y dos sillas alrededor. En un extremo había una puerta blanca, el baño; en otro extremo estaba el armario, que ella no usaría; y en otro estaba la cama. La cama era de madera, tenía arcos y gotas de agua esculpidos; las almohadas eran cafés. Ellos caminaron hasta las sillas y se sentaron, mirándose. Wandu tomó y destapó la botella, después tomó una copa y sirvió jugo. La copa se la extendió a Mosoc, que la agarró. Ella agarró la otra copa y se sirvió jugo de uva, después extendió su copa hacia Mosoc, hacía su compañero. —Seamos felices por los genios del futuro, que cumplen sus deseos. Mosoc extendió y chocó su copa contra la de Wandu. —Y por los deseos por cumplirse, que van a cambiar el mundo, —dijo Mosoc, bebiendo un poco de jugo de uva.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Wandu y Mosoc habían estado hablando hasta pasada la medianoche, contando las aventuras del último mes y riéndose. Mosoc ya había regresado a su habitación, dejando a Wandu sola. La chica se desvistió y abrió el armario, que estaba lleno de ropa. Ella no creía lo que veía, tomó una camisa verde, que se puso. La camisa le quedaba perfectamente. Ella tomó un pantalón negro, que también le quedó a la perfección. Toda la ropa que había era para ella.


Wandu miró hacía un espacio arriba de la ropa, ahí había una pequeña mochila gris. Ella la sacó, empezando a guardar ropa y frutas hasta que nada más cabía. Ella caminó hasta la cama, acostándose, y cerró los ojos. Los minutos pasaron y Wandu ya estaba sumergida en el Onuco.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ La chica estaba bajo el mar, tenía cola de pez y nadaba como si todo fuera felicidad. Ella reía alrededor de los peces, tritones y sirenas. Era imposible que algo malo sucediera ahí. Pero el sueño cambió en un segundo, una sombra grande cubría el mar. Las criaturas gritaron en su mente, pidiéndole ayuda, pero ella no podía hacer nada. Ayúdalos, Wandu. Una voz, la voz de un rey, dijo en su mente como si ella fuera la última salvación. Ella nadó dentro del vacío, buscando luz, pero la sombra gobernaba todo. ¿Dónde estaba? Ayúdalos y te ayudaremos​. ¿En que podía ayudarla una voz que solo estaba en su mente? Wandu nadó, tomando un arco que estaba en su espalda, preparó una flecha y disparó al vacío. La sombra desapareció, alrededor de ella habían…,

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ La cazadora se despertó rápidamente, corriendo hacia el baño y vomitando dentro del inodoro. Ella tenía que olvidar lo que había visto: un mundo seco, sin vida, gobernado solo por monstruos y demonios ancestrales. Wandu volvió a vomitar dentro del inodoro. Ella se quedó ahí vomitando hasta que no hubo nada más que vomitar. Lo que ella había soñado era algo terrible, pero era solo un sueño. Ella volvió a vomitar, aunque ahora solo era agua. Ahora si no tenía nada que vomitar. Wandu levantó la palanca del inodoro, el vómito se fue. Ella regresó a su cama y se durmió.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Mosoc estaba otra vez en el sueño del castillo esmeralda, estaba frente a la puerta, antes de que el castillo se derrumbara, pero esta vez escuchó gritos desde el otro lado de la puerta negra, los gritos de Wandu y de Shata. Él intentaba abrir una y otra vez la puerta, pero seguía con llave. La sobrevivencia de ellas dependía de él, tenía que salvarlas. Nunca las salvarás, ellas morirán​.


Una voz dijo en su mente, Mosoc giró pero ya no estaba en la mazmorra. Ahora él estaba en un claro de un bosque, la luz iluminaba el centro, donde estaba una piedra brillante de colores rojos, parecía fuego. Alrededor habían distintos árboles, parecían vivir bajo un calor que surgía de la piedra. Mosoc caminó hasta la piedra, pero una voz en su mente lo detuvo. Sufrirás si la tocas. Detrás de los árboles salieron criaturas de fuego, que parecían creadas por la piedra. Eran únicas y alegres, vivían ocultas de los cazadores. Toca la piedra, es tu destino. Dijo una voz amable, diferente a la anterior, en su mente. El chico siguió caminando hacía la piedra, los animales se acercaron a él y se inclinaron ante él, lo reconocieron como alguien importante. Pero él era un simple soldado, sin experiencia, de Shafor.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ La chica estaba de nuevo en la habitación oscura, había una razón para que ella estuviera ahí. —Bienvenida de nuevo, Shata, —dijo la voz misteriosa. Shata se acercó a la bola brillante, que todavía la llamaba. Nada malo podía suceder ahí. Ella tocó la bola, sintiendo un poder que fluía por su brazo. Las sombras la rodearon como si ella fuera su dueña, su reina. Los ojos de Shata se volvieron negros, vacíos, como si ahí nunca hubiera existido humanidad. Ella retiró su mano, todo volvió a la normalidad. —Lo sentiste, ¿verdad? El poder que te daría si me liberas. Shata meneó la cabeza, no quería liberar ese poder misterioso, desconocido. —¿Y si no quiero liberarte? —Entonces el mundo será destruido y nada podrá salvarlo, tú eres su salvadora. La decisión queda en tus manos, tú dictas tú futuro, —dijo la voz. —¿Algo le sucederá a Wandu y a Mosoc? —Si me liberas, tus amigos estarán bien y te agradecerán. —El rostro de Shata estaba cubierto por una máscara preocupada—. ¿Crees que te miento? Déjame mostrarte los dos futuros. La habitación oscura cambió a un mundo vacío, sin vida. Ahí solo había silencio y un desierto inmenso, infinito. —Esto sucederá si no me liberas, Shata, —dijo la voz. Shata miraba todo, sin creer lo que la voz le mostraba. —Pero, si me liberas, esto sucederá, —dijo la voz mientras flora y fauna inundaba lentamente el planeta—. Todos viviremos felices, eso es lo que yo quiero para el mundo. —No te liberaré, —dijo Shata. El mundo de vida regresó a la habitación de sombras. —Tienes nueve meses para pensarlo, tú forjas el destino.


Sobre la mesa había huevos que olían como si hubieran sido recién cocinados, tocino de pavo y jugo de naranja servido en platos. Ellos estaban sentados alrededor, saboreando la comida. Nyol no estaba, pero el rostro de Arunt estaba más tranquilo. —¿Dónde está su hermano, Arunt? —preguntó Wandu, mientras tomaba un pedazo de huevo y se lo metía en la boca, sabía mucho mejor que los huevos que su madre había cocinado. Arunt terminó su pedazo de tocino, como si no tuviera tiempo, y miró a los chicos, después les sonrió. —Mi hermano hoy se encarga de la tienda, yo cazó la cena, —respondió Arunt, clavando su tenedor en un trozo de tocino suave—. Es trabajo en equipo: un día yo me encargo de la tienda y el caza, al otro día es al revés. Ustedes deberían que intentarlo. Wandu empezó a reír suavemente, sabía que Shata quizás entendía porque. —¿En serio cree que serviría con nosotros? Yo soy la cazadora, —dijo Wandu—, el método, créeme, no funcio…, —¿Cómo que no serviría? Usted caza, Shata cocina y Mosoc enciende un fuego. Así de fácil, ¿no? —interrumpió Arunt. Mosoc tomó su vaso, llevándolo a sus labios y bebiendo un poco del jugo natural, que parecía como si le hubieran echado un poco de menta. —Podría servir, veremos si funciona, ¿verdad, chicos? —Mosoc casi escupió, pero asintió al igual que Shata. —¿A dónde van a ir? —preguntó Arunt. Wandu miró a sus compañeros, preguntándoles con la mirada. Pero ninguno de ellos dijo nada, hasta que Wandu decidió y respondió: —Iremos a Tylend, Arunt. —¿En serio irán a la capital? —Ellos asintieron mientras Arunt partía un pedazo del huevo blanco—. He escuchado algunos rumores, pero tengan cuidado. No sé que encontrarán ahí, espero que sea la ciudad que nos describen. Wandu lo miró curiosamente, no entendía lo que Arunt decía. —¿Qué ha escuchado? —preguntó Shata. —Nada importante, Shata, —respondió Arunt mientras llevaba el pedazo de huevo a su boca y lo comía.


Después de unos minutos, ellos terminaron sus desayunos y se levantaron de la mesa, empezando a caminar hacía la puerta. —Les deseo suerte, —dijo Arunt.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Ellos estaban en una salida de Perowl, mirando una vez más el pueblo. Solo habían estado ahí un día, pero les había agradado. Wandu volteó su mirada hacia el bosque que se extendía ante ella, a través estaba el camino para llegar hasta Tylend. Ella miró a Mosoc, con su espada enfundada, y a Wandu, con una bolsa de diamantes. —Será mejor que empecemos ahora, o no saldremos de aquí antes que oscurezca, —dijo Wandu mientras empezaba a caminar hacía la naturaleza del bosque. Mosoc y Shata la siguieron, pero Mosoc miró una vez más el pueblo detrás de él. Ellos caminaron y caminaron hasta que se perdieron en las profundidades del bosque. —Sigamos nuestra pequeña aventura, —dijo Mosoc.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Los chicos habían cruzado el bosque, sin encontrar criaturas que los atacarán. Ahora ellos caminaban encima del puente que guiaba hasta la isla de Tylend. El mar golpeaba suavemente contra las piedras debajo de ellos. —No puedo creer que visitemos Tylend, —dijo Mosoc. Ellos siguieron caminando encima del puente, en silencio, hasta que llegaron al otro lado. Había una puerta de hierro bloqueando el acceso a Tylend, un guardia la protegía. Él caminó hasta ellos. —¿Quiénes son? ¿Por qué quieren pasar? —preguntó el guardia, revisando con la mirada a los chicos. —Yo soy Wandu, él es Mosoc y ella es Shata, —respondió Wandu. El guardia miró una y otra vez a Wandu hasta que él regresó a su puesto, pero dijo: —Solo tendrán una oportunidad para pasar, no la desaprovechen. El guardia abrió la puerta de hierro. Los chicos empezaron a caminar a través de la puerta, tocando la tierra de Tylend. Pero el guardia salió de su puesto y bloqueó el camino de los chicos, mirándolos seriamente. —¿Quién dijo que podían pasar? Es una oportunidad, de descifrar esta adivinanza, —dijo el guardia. Wandu miró a Mosoc y a Shata, que asintieron. Finalmente, Wandu preguntó:


—¿Cuál es la adivinanza? —Dientes de leche nacen y reviven. El cielo es su cuerpo. La soledad de un lobo crean. La nieve es su estómago. El océano comida será, —dijo el guardia suavemente—. Tienen tres minutos para discutir la respuesta. Wandu tomó a Mosoc y a Shata del brazo, llevándolos hasta un área donde el guardia no pudiera escuchar. —Analicemos cada detalle, ¿si? —Los chicos asintieron—. ​Dientes de leche nacen y renacen​, ¿se les ocurre algo? —Mosoc y Shata menearon la cabeza. —La que sabe de animales eres tú, —dijo Shata, frotando su barbilla con su índice y pulgar. Wandu pensó en las criaturas que perdían dientes una y otra vez, hasta que dijo: —Hay decenas de criaturas con dientes de leche, —dijo Wandu. —Pasemos a la siguiente parte: ​El cielo es su cuerpo​, —dijo Mosoc mientras miraba a Wandu—. Debe ser un pájaro. —Sus compañeras asintieron. Wandu miró a Mosoc, que pensaba en la tercera línea de la adivinanza. —​La soledad de un lobo crea​, —repitió Shata la tercera línea. Mosoc miró a Wandu como si le dijera que ella era un lobo solitario. Él la miró hasta que dijo: —Me recuerda un poco a ti, Wandu, ¿por qué querías venir a esta aventura sin tu amigo? Wandu miró ferozmente a Mosoc, pero ella respondió: —Necesitaba un tiempo sola, ¿por qué quisiste acompañarme? El chico sonrió levemente. —Siempre has sido mi amiga, Wandu. Te acompañaría a don…, —¿Por qué aceptaste que te acompañará, Wandu? —interrumpió Shata. El corazón de Wandu se aceleró en un instante, ella quería decirle la verdad a Mosoc pero sus labios no hicieron más que decir: —Necesitaba alguien que me ayudara. —Ella miró a sus compañeros—. Sigamos con la adivinanza, ¿de acuerdo? —​La nieve es su estómago​, —dijo Shata—. Los guardias de Shafor usaban armaduras blancas cubiertas de gris en las orillas. Wandu miró a Mosoc, que vestía una camisa blanca y una chaqueta gris. —¿No será una referencia a ti? —preguntó Wandu, mirando fijamente la camisa blanca. Shata también miró a Mosoc como si también entendiera. —¿Por qué miran mi camisa? —dijo Mosoc, cerrando su chaqueta para que ya no miraran su camisa. —Puede ser una pista, —dijo Shata. Wandu miró a Shata, sonriendo. —La última línea es: ​el océano comida será​, —recitó Wandu. Mosoc y Shata la miraron como si supiera la respuesta. —Solo hay un pájaro con esas cualidades, creo que es un pelícano de miel, ¿están de acuerdo? —Sus compañeros asintieron.


Ellos caminaron de regreso hasta donde estaba el guardia, que los miraba detenidamente, y sonrió. —¿Ya tienen la respuesta? —Wandu asintió—. ¿Cuál es? —Un pelícano de miel, —respondió Wandu. El guardia meneó la cabeza, manteniendo la seriedad en su rostro. —La respuesta correcta era: tiburón tigre, por haber fallado se les prohibirá la entrada y serán llevados a las mazmorras de Perowl por un mes, —dijo el guardia. Los rostros de Mosoc y de Shata palidecieron, pero el de Wandu se quedó petrificado, observando al guardia. En un instante, el guardia estaba riendo como si todo hubiera sido una broma. —¿En serio se la creyeron? —preguntó él entre carcajadas—. Por supuesto que pueden pasar. Wandu miró ferozmente al guardia, pero Mosoc la observó como si le dijera que no se le ocurriera hacer lo que tenía pensado. Ellos caminaron hasta estar suficientemente lejos del guardia. —¿Cómo se le ocurrió esa broma? —espetó Wandu. —Tranquila, Wandu, no sabemos porque lo hizo pero esperemos que haya tenido una buena razón, —dijo Mosoc, tratando de calmarla. —Que ni se le ocurra volver a aparecer frente a mí. —Ella siguió caminando, pero Mosoc la agarró de un hombro. —Ya llegará un día en el que le harás una broma peor, ahora tranquilízate y sigamos caminando. Ellos siguieron caminando a través del bosque de Tylend.


Ellos habían caminado toda la mañana y se habían detenido para beber un poco de agua, que encontraron en un pequeño río. Wandu miró al cielo, ubicando el sol. Eran las tres y media. —¿Cuánto durará este viaje? —preguntó Shata mientras tomaba un poco de agua fresca con las manos y la llevaba a sus labios. La cazadora los había desviado un poco del camino para buscar agua, aunque al principio Mosoc y Shata se habían negado pero ahora agradecían con su mirada. —No se, pero será mejor que durmamos aquí, muy pronto se hará de noche y tenemos que cazar, —dijo Wandu, escuchando atentamente lo que sucedía a su alrededor. Sus compañeros asintieron. —Mosoc, acompáñame. Tú buscarás leños mientras yo cazo. Shata, espéranos aquí, ¿de acuerdo? —Shata asintió. Wandu giró en redondo, mirando el bosque a su alrededor, y empezó a caminar hacia la naturaleza. Ella a veces miraba encima de su hombro, asegurándose que Mosoc la siguiera. Ellos caminaron dentro del bosque mientras Mosoc recogía leños gruesos, secos. Wandu tenía su arco preparado para disparar, apuntaba cuando escuchaba algo. Mosoc miró a Wandu cuando soltó la cuerda del arco, la flecha salió volando, cortando el aire, hasta que impactó contra un venado. Ella corrió hasta el venado, levantándolo del suelo. Después miró a Mosoc, que ya tenía suficientes leños entre los brazos. —Esos están bien, ahora regresemos, —dijo Wandu, caminando hasta Mosoc. —¡Wandu! —dijo el chico mientras Wandu se detenía—. ¿Sigues molesta por la broma del guardia? —La chica lo miró por encima de su hombro y asintió leve, ferozmente. Mosoc caminó hasta ella, viéndola como siempre la había visto; cómo su amiga de toda la vida—. Te apoyaré en lo que decidas hacer con él, la próxima vez que lo veamos. La chica miró a Mosoc y sonrió. —Lo sé, Mosoc, lo sé, —dijo Wandu. Mosoc caminó hasta su lado, viendo al venado.


—Parece que hoy comeremos mejor que la otra noche, —dijo Mosoc mientras empezaba a caminar en dirección hacía donde habían dejado a Shata. Wandu lo siguió en silencio.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Un fuego crepitaba suavemente mientras Shata cocinaba a la cabra. Wandu le había enseñado como prender ese fuego, era una lección que debían saber todos los cazadores del Hunito. La chica estaba sentada sobre el césped verde, mirando como Shata cocinaba. Ella tiraba algunas flores, convertidas en polvo, sobre la cabra. Wandu no sabía porque, pero creía que le daría mejor sabor. Ella miró a Mosoc, que miraba a su hermana cocinando. Él también tenía curiosidad por las plantas. Shata tiró un polvo rojo, como el fuego, con puntos amarillos sobre la carne. —¿Qué le estará echando? —le preguntó, en susurros, Wandu a Mosoc. Él meneó la cabeza —No lo sé pero esperemos que tenga buen sabor, —respondió Mosoc. La chica tiró otro polvo, un polvo blanco como la nieve, y tomó un pedazo de carne, probándola. Su rostro fue suficiente, ella había terminado de cocinar. Shata giró en redondo, mirando a Wandu y a Mosoc. —El venado está preparado, chicos, —dijo Shata mientras tomaba un pedazo de carne. Wandu se levantó, caminando hasta la carne de venado y tomando un pedazo. Mosoc la siguió, imitando sus acciones. Después ellos regresaron hacia donde estaban sentados. El olor del venado era delicioso, parecía como si fuera un jardín lleno de flores. Su apariencia no era de carne de venado, era cómo si fuera un chocolate. Cuando Wandu se lo llevó a la boca y lo mordió, el sabor era como si Shata le hubieran echado albóndigas con salsa. Era el mejor venado que Wandu hubiera probado en su vida. —Shata, ¿dónde aprendiste a cocinar así? El venado está delicioso, —comentó Wandu. —En la Colora, —respondió Shata. La Colora era el colegio para floristas. Shata sabía todo de flores, de todo tipo de flor—. Nos enseñan las flores con las que podemos cocinar. —Shata se había ido a buscar las flores mientras Wandu cazaba, ¿en que pensaba Shata? Wandu miró a Mosoc cuando él dijo: —¿Buscaste las flores o las tenías guardadas? —Las busqué, —respondió Shata—. No me fui muy lejos, no se preocupen. Wandu meneaba la cabeza, esperando que Shata entendiera su error. —¿Recuerdas lo que te paso con el Bemut? —Shata asintió—. Pudo pasar lo mismo o algo peor, Shata. Si quieres buscar flores, la próxima vez nos dices y nos acompañas, ¿de acuerdo?


—No era mi intención que se preocuparán, —dijo Shata. —Nos preocupamos por ti, —dijo Wandu. —Tú eres mi hermana, obvio que me preocupo por ti. Aunque no lo demuestre, me preocupo todo el tiempo, —dijo Mosoc. Wandu no creía lo que escuchaba, ella creía que Mosoc no se preocupaba por Shata. —Tengo todo el derecho de buscar flores, ¿no? —espetó Shata. —Si lo tienes, pero nosotros nos preocupamos por tu seguridad, —dijo Wandu. —Yo no quiero que se preocupen por mí, si no quieren preocuparse entonces enséñame, Wandu, a defenderme, —espetó Shata. Wandu la miró a los ojos. Después de un tiempo, ella dijo: —Te entrenaré. Mañana, a primera hora, va a comenzar tu entrenamiento. —Muchas gracias, Wandu. —Esas fueron las últimas palabras de la noche. Ellos se quedaron ahí, terminando de comer. Después se fueron a dormir.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Ella caminaba entre la naturaleza, Shata la seguía. Wandu se detuvó en un instante, girando en redondo y mirando a la chica. —Primera lección: construir tu propio arco, —dijo Wandu, levantando el índice. Ella miró el bosque a su alrededor—. Busca madera para tu arco, el hilo lo puedes conseguir de flores. —Wandu miró una presa en la lejanía—. Recuerda, lo importante en un arco no es la decoración, es el peso y la cuerda. La madera debe ser liviana para ti, la cuerda se debe tensar cuando la jales. Shata asintió como si entendiera todo. Wandu la miró buscando madera mientras ambas caminaban, ella tensaba su cuerda cuando escuchaba algo lejos y apuntaba. La chica soltó su flecha, que impactó contra un conejo, después tomó otra y disparó rápidamente. La flecha impactó contra un segundo conejo, repitió y la flecha impactó contra el tercero. Wandu miró por encima de su hombro a Shata, que veía sorprendida a los conejos. Wandu corrió hasta los conejos, levantándolos desde las patas. Ella regresó hasta Shata, que tenía madera en forma de arco en una mano. Wandu extendió su mano hasta la madera, que Shata le pasó. —Madera de roble, interesante. ¿Estás segura que la quieres para tu arco? —Shata asintió. Ella sabía las cualidades del roble, Wandu lo había visto en su rostro—. Ahora solo falta la cuerda, busca flores para fabricarla. Wandu se quedó ahí, mirando a Shata buscar las flores. Después de un tiempo, ella tenía un racimo de distintas flores en su mano libre. La cazadora miró impresionada todas las flores que Shata había recogido, eran de todos los colores. —¿Estás segura que puedes fabricar hilo con todas esas flores? —Shata asintió. —Estudie en el Colora, ¿recuerdas? Wandu asintió, miró el sol y después a Shata.


—Será mejor que regresemos con Mosoc, estará preguntándose dónde estamos, —dijo Wandu. —¿Te gusta Mosoc? —preguntó en un instante Shata, mirando directamente a los ojos a Wandu. —¿Qué? Nunca, él es solo mi mejor amigo, sólo eso. —El rostro de Shata era señal suficiente de que no le creía. —Te gusta, puedo ayudarte si quieres. —El corazón de Wandu latía rápidamente. —Mosoc no me gusta, ahora vayamos con Mosoc, ¿de acuerdo? Ellas caminaron en silencio hasta donde estaba Mosoc, que ya tenía el fuego prendido del desayuno encendido. Ellos desayunaron a los conejos y continuaron su camino hacía el pueblo Tylend, hacía la capital de Nirrasend.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Ellos caminaban por el bosque. Wandu escuchaba cada ruido, mantenía su arco preparado para atacar, pero nada los atacó. La chica miró sobre su hombro a Mosoc y a Shata, asegurándose que la siguieran. Ellos estaban en silencio. Un ruido lejano la detuvo. Ella levantó la mano, deteniendo a sus compañeros, y escuchó atentamente el ruido. Algo se acercaba, era algo pesado, sus pasos retumbaban con un eco. Wandu apuntó hacía el ruido, que estaba cada vez más cerca, y soltó la flecha, que impactó contra un cuerpo escamoso de jade. La criatura que se alzaba ante ellos era desconocida incluso para Wandu: su cuerpo era poderoso, casi impenetrable; su mirada era feroz, encerraba ojos rojos como la lava; su pelaje era rojizo como un fuego ardiente y sus garras estaban filosas como si fueran dagas. —¿Qué es eso? —preguntó Mosoc, con su espada desenfundada y preparado para atacar. —No lo sé, —respondió Wandu, apuntando todavía hacía la criatura. Shata sacó su arco y tomó una de las flechas de Wandu, apuntó hacía la criatura. Pero Wandu vio que la criatura estaba mirando una flor que salía del bolsillo de Shata. —¡La flor! —gritó Wandu, mirando la flor—. ¡Shata, saca la flor! —¿Cuál flor? —preguntó Shata. Wandu señaló con la barbilla su bolsillo—. ¿Esta flor? —Shata sacó la flor del bolsillo y notó que la criatura se distraía con ella—. ¿La quieres, criaturita? —La bestia asintió como si fuera un perro domado—. Entonces ve por ella. —Shata tiró la flor hacía el bosque. La criatura salió corriendo tras la flor roja, perdiéndose en el bosque. Wandu bajo el arco, guardando su flecha en su carcaj. Shata miró a Wandu, después a Mosoc.


—Pudiste dispararle, ¿por qué no lo hiciste? —Shata miró a Wandu. —No conozco a la criatura, no se cuales son sus debilidades, —respondió Wandu. —Ahora sabemos una de sus debilidades, las flores, —dijo Mosoc, aún con su espada en su mano. —Tenemos que recoger flores, por si otro de esos vuelve a aparecer, —dijo Shata. Wandu y Mosoc asintieron. —Mosoc recogerá flores, tú las guardas y yo apunto cuando escuche algo, —dijo Wandu. Sus compañeros asintieron, siguiendo su camino hacía el pueblo de Tylend y asegurándose de no encontrarse con otras criaturas.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ La noche había caído sobre el mundo, ellos ya estaban cenando. Wandu había cazado otro venado, que Shata había cocinado con flores que recogió mientras Wandu cazaba, y Mosoc había recogido la leña para el fuego. Shata y Wandu estaban sentadas contra el tronco de un árbol, mirando todo a su alrededor. —Segunda lección: siempre está atenta a los alrededores, —dijo Wandu, levantando dos dedos de una mano libre. Shata la miró sin comprender hasta que entendió que esa era otra lección de defensa. —¿Quieres que esté atenta a ver como te gusta Mosoc? —bromeó Shata. —¿Qué? —Wandu alzó una ceja, su rostro se cubrió con una máscara de curiosidad—. No, Mosoc no me gusta, para na…, —Tu mirada dice lo opuesto, Wandu. Yo te enseñaré a conseguir novio, ¿si? —No, gracias, —dijo Wandu, mirando a Mosoc, que estaba terminando su pedazo de venado. —Primer lección: el estilo atrae a los hombres, no vas a atraer a nadie si todo el tiempo estas vestida como cazadora, —dijo Shata, después mordió un poco de carne de venado. —Pero yo soy una cazadora, Shata, esta soy yo, ¿si? —Shata meneó la cabeza, terminando de masticar su pedazo de carne. Wandu se llevó su pedazo a los, masticando suavemente. —Escúchame, Wandu. ¿Quieres tener novio? —Wandu asintió—. Entonces cambia tu estilo y lo lograrás. —Pero no cambiaré mi estilo para gustarle a alguien, quiero que alguien me quiera por quien soy, no por una máscara, —espeto Wandu. Ella se levantó y caminó hasta Mosoc, dejando a Shata sola. Mosoc miró a Wandu, sonriéndole suavemente. —¿Cómo está la carne? —preguntó Wandu, sentándose a su lado.


—Esta mejor de lo que creía, considerando que Shata la cocinó, —respondió Mosoc—. ¿De qué estaban hablando ustedes dos? —De nada, solo cosas de chicas. —Wandu miró a Shata, que le sonreía como si le dijera que intentará lograr que Mosoc fuera su novio. —¿Solo cosas de chicas? ¿Acaso ustedes dos estaban hablando de chicos? —Wandu asintió—. ¿Y quién te gusta? —Wandu miró a Mosoc, pero él dijo—: No me lo digas, ¿te gustó Arunt? —¿Qué? No, para nada, —espetó Wandu—. A mi no me gusta nadie, ¿si? —Wandu, a todos nos gusta alguien, incluso a la persona más fría le gusta alguien, ¿de acuerdo? —Wandu asintió. —¿Y a ti quien te gusta? —preguntó Wandu, mirando al chico. —Aún no he conocido a alguien que me guste, Wandu, pero la voy a conocer algún día, —respondió Mosoc. Los latidos de Wandu se aceleraron, pero ella se quedó ahí, sin decir nada. —Entonces, ¿aún no conoces quien te gusta? —preguntó Mosoc. Wandu asintió—. Ya lo conocerás, estoy seguro que será él indicado para ti. —Algún día. —Ella miró a Mosoc a los ojos—. Pero ahora somos felices por los genios del futuro, que cumplen sus deseos —Wandu extendió su carne de venado hacía Mosoc. —Y por los deseos por cumplirse, que van a cambiar el mundo. —Mosoc extendió su pedazo de carne hacía Wandu. Después de esas palabras, ellos se fueron a dormir, tenían que descansar para continuar su viaje hasta Tylend.

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