Socialismo en la América Latina

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Socialismo en la América Latina:

Cuba y Venezuela (Entender la dialéctica de la historia es comprender la concreta concatenación de sus momentos)

Por Carlos Romeo Introducción Más tarde o más temprano, todos salimos del escenario de la vida. Es la cosa más corriente y general que existe. Pero algunos, no muchos, dejan un legado que concierne a muchos, a todo un pueblo y raras veces a toda la humanidad. Y en la posterioridad quienes se sienten herederos tratan de recoger y mantener ese legado que consideran que les pertenece. Próximamente se cumplirá el 60 aniversario del Asalto al Cuartel Moncada y el 54 del triunfo de la Revolución Cubana. Y los protagonistas de esos hechos, convertidos en la epopeya revolucionaria de Cuba, han desaparecido algunos y envejecido los otros. Si me pidieran que caracterizara esa epopeya me atrevería a decir que queda definida por dos características esenciales. Primeramente, por la que a mi juicio ha definido el actuar de Fidel Castro, hacer posible lo que se consideraba imposible, y por una frase de Raúl Castro, ¨Si se puede¨. Quizás eso de proponerse metas aparentemente imposibles en esos momentos se debe a que Fidel, como dijo alguien, es capaz de viajar al futuro, regresar y contárnoslo. Y eso de que si se puede, expresa la certeza de que los objetivos propuesto por Fidel son posible. No se trata de un acto de fe sino de la reiteración de experiencias inconcebibles: estar seguro del triunfo militar de la guerrilla reducida a 12 hombres con siete fusiles después del desastre militar de Alegría de Pio; resistir en la Sierra Maestra y derrotar una ofensiva militar de unos 10.000 efectivos con solo


300 guerrilleros, que la Cuba Socialista exista a solo 90 millas de los EE.UU después de que 11 de sus Presidentes han tratado de destruirla, son experiencias de como Fidel logró lo aparentemente imposible. Me lo dijo una vez y hace ya mucho tiempo el entonces capitán del Ejército Rebelde Lester Rodríguez, cuando al preguntarle por qué seguían a Fidel sin vacilar ante cualquier orden que diera, me dijo que como lo habían seguido en tantas aparentemente imposibles de lograr, ya lo seguían sencillamente por estar acostumbrados a participar en hacer posible lo imposible. Dijo el sociólogo Erich From que la libertad tiene dos momentos, el de la libertad de, que lleva al de la libertad para. En Cuba ya han pasado 54 años del momento de la libertad de, pero todos los días se nos presenta el problema de la libertad para, que se renueva incesantemente por que el mundo cambia incesantemente. Bien lo sabemos quienes vivimos la época de un mundo bipolar cuando existía la URSS y el socialismo en media Europa, y que continuamos viviendo en otra etapa de la historia en que predomina aún el intento hegemónico de los EE.UU. con la complicidad y docilidad de Europa, o sea del capitalismo internacional sin patrias ni banderas, coordinado por entidades ¨ad hoc¨ tales como el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el FMI y el Banco Mundial, que manipulan las instancias políticas de los países capitalistas. ¿Cómo asegurar el rumbo futuro a seguir por países que han hecho una Revolución cuando ya no esté quienes fueron sus inspiradores y líderes? Por que quienes los sucederán no vivieron ni experimentaron los acontecimientos que ellos mismos crearon. Situación inevitable en Cuba por el inexorable paso del tiempo y eventualmente inevitable en Venezuela, Dios no lo quiera, según sea el desarrollo de la enfermedad que aqueja a Hugo Chávez, su dirigente indiscutido. En Cuba, como asegurar que la ¨personalidad¨ de su pueblo, dueño de sus principales medios de producción, se exprese tanto en la dirección política como en la conducción y control de su economía que, como sabemos condiciona inevitablemente lo político, para que se cumplan sus propósitos posibles, con la esperanza de que tal como el siglo XIX nos dio a José Martí, el XX a Fidel, el XXI nos proporcione a otro cubano de esa estatura capaz de encarnar la personalidad de su pueblo. En Venezuela,


como definir y dejar como programa a realizar por sus eventuales sucesores el pensamiento de Chávez. En América Latina, como mantener la senda de la unidad política lograda en la CELAC, de la integración económica y de la colaboración entre las naciones en que prime la solidaridad humana sobre lo mercantil como es el propósito del ALBA. Todo ello, la herencia de cubanos, venezolanos y latinoamericanos, ojala pudiera quedar claramente escrita en los correspondientes ¨testamentos¨ de quienes la transmiten. Los procesos revolucionarios son reversibles como nos lo ha mostrado la historia y desgraciadamente hay dirigentes políticos dispuestos a cambiar ¨su herencia por un plato de lentejas¨, plato bien entendido que para ellos y para quienes realmente pasaron a representar. Pero, esa idea de valorar un testamento para proseguir en un rumbo ya recorrido, ¿no será el deseo de mantener una realidad social ya superada por la historia toda vez que ya estamos en pleno siglo XXI y negarse a emprender con audacia nuevos caminos? Quienes puedan pensar de esa manera no consideran que solamente exista una sola alternativa. O se cae en el campo gravitacional del capitalismo monopólico y globalizador o se es capaz de resistir esa tentación que no es más que un espejismo que oculta un sistema en que el 99% de los hombres existen para trabajar para un 1%, como tan claramente lo están expresando hoy en día los jóvenes de Nueva York, reiterando lo que ya Marx demostró hace siglo y medio.


I.‐ Nuestra experiencia cubana 1.‐ ¿Como se llegó al socialismo en Cuba? En un cuento infantil, un niño que se adentra en un bosque desconocido va dejando un rastro de migas de pan para no perderse y poder regresar a su casa, pero en el intertanto los pájaros se comen esas migas y el niño se queda sin el rastro necesario para regresar a casa. Tal pareciera ser el caso del camino recorrido por la Revolución Cubana entre el presente y la decisión de establecer el socialismo en ese país. Se enseña en las escuelas del país que el socialismo fue establecido en Cuba como resultado de la decisión preconcebida de organizar ese régimen social de producción, con lo cual se asemeja el caso cubano al de la Unión Soviética cuando los bolcheviques lideraron a obreros y soldados rusos a la toma del palacio de Invierno en Petrogrado o al de la República Popular China como culminación de más de 20 años de lucha armada. Pero Fidel Castro nunca habló públicamente de socialismo hasta el 16 de Abril de 1961 y la Revolución Cubana ya tenía a esa fecha 9 años de haberse iniciado. Un acontecimiento revolucionario como es la toma del poder político en un país tiene antecedentes que lo explican, paso necesario y anterior a los efectos de comprender el por qué se llegó posteriormente al cambio del régimen social de producción. Y esa explicación pareciera ser fundamental a la hora de examinar críticamente en la actualidad el resultado logrado por la Revolución Cubana. Solamente soy testigo de lo que alcancé a observar en Cuba a partir del 20 de Marzo de 1959, fecha de mi arribo al país como avanzada de un grupo de apoyo al Ministro de Economía Regino Boti enviado por la CEPAL. MI primera lectura en Cuba con el fin de entender el proceso político en el cual me introducía fue ¨La historia me absolverᨠde Fidel Castro. Luego


vinieron los relatos del Che sobre la epopeya de la Sierra y los de los combatientes de la clandestinidad. Una vez leí que si bien las palabras pueden transmitirse a la velocidad de la luz por las ondas radiales, a veces hacen falta años para que una idea traspase 4 milímetros de cráneo, que es precisamente lo que me ocurrió al pensar en los orígenes del socialismo en Cuba a pesar de haber participado en el proceso. En este caso concreto que me atañe fueron necesarios décadas de trabajo en el proceso del establecimiento y desarrollo del socialismo en Cuba así como de estudio del pensamiento de Marx y Engels, para llegar a entender el porqué y el como del establecimiento del socialismo y poder contestarme preguntas necesarias para hacer una crítica de lo que se implementó, a los efectos de enmendar el rumbo seguido hasta aquí para asegurar, digámoslo de manera simple y llana, que se mantenga todo lo bueno logrado por la Revolución durante 54 años y asegurar la continuidad del socialismo cubano y a la cubana, cuestión trascendente por que el tiempo pasa y los fundadores del proceso revolucionario mas temprano que tarde deberán dejar el escenario político. Todo empezó en 1952 cuando un puñado de jóvenes liderados por Fidel Castro decidieron, amparándose en la Constitución de 1940, derrocar por las armas a la dictadura de Fulgencio Batista, a raíz del golpe de estado perpetrado por ese personaje el 10 de Marzo de ese año. Esa decisión, que se llevó a cabo en Santiago de Cuba el 26 de Julio de 1953 tras meses de preparación en secreto, el secreto mejor guardado en la historia de Cuba según Pedro Miret, uno de sus integrantes, que marcó una ruptura total con la forma de hacer política en la Cuba republicana y en la América Latina, en donde era un apotegma eso de que una ¨revolución¨ era posible con el ejército, sin el ejército, pero jamás contra el ejército. Primera originalidad en la práctica política cubana republicana. Tumbar a Batista, pero ¿para qué? Bien lo sabía su líder a quien seguían los demás conspiradores. ¡Pero no lo sabía el pueblo de Cuba ¨por que en silencio tuvo que ser¨ hasta entonces, como se los había enseñado José Martí. Hubo que esperar el juicio a los


sobrevivientes del ataque frustrado al Cuartel Moncada para conocer el programa político de esos jóvenes de la Generación del Centenario hecho público por el propio Fidel Castro durante su defensa: ¨En el sumario de esta causa han de constar las cinco leyes revolucionarias que serian proclamadas inmediatamente después de tomar el cuartel Moncada y divulgadas por radio a la nación. Es posible que el coronel Chaviano haya destruido con toda intención esos documentos, pero si él los destruyó, yo los conservo en la memoria.¨ ¨La primera ley revolucionaria devolvía al pueblo la soberanía y proclamaba la Constitución de 1940 como la verdadera ley suprema del Estado, en tanto el pueblo decidiese modificarla o cambiarla, y a los efectos de su implantación y castigo ejemplar a todos los que la habían traicionado, no existiendo órgano de elección para llevarla a cabo, el movimiento revolucionario, como encarnación momentánea de esa soberanía, única fuente de poder legítimo, asumía todas las facultades que le son inherentes a ella, excepto la de modificar la propia Constitución: facultad de legislar, facultad de ejecutar y facultad de juzgar.¨ ¨Esta actitud no podía ser más diáfana y despojada de chocherías y charlatanismo estériles: un gobierno aclamado por la masa de combatientes, recibiría todas las atribuciones necesarias para proceder a la implantación efectiva de la voluntad popular y de la verdadera justicia. A partir de ese instante el Poder Judicial, que se ha colocado desde el 10 de Marzo frente a la Constitución y fuera de la Constitución, recesaría como tal poder y se procedería a su inmediata y total depuración antes de asumir nuevamente las facultades que le concede la Ley Suprema de la República. Sin estas medidas previas, la vuelta a la legalidad, poniendo su custodia en manos que claudicaron deshonrosamente, sería una estafa, un engaño y una traición más.¨ ¨ La segunda ley revolucionaria concedía la propiedad inembargable e intransferible de la tierra a todos los colonos, subcolonos, arrendatarios, aparceros y precaristas que ocupase parcelas de cinco o menos caballerías de tierra, indemnizando el Estado a sus anteriores propietarios


a base de la renta que devengarían por dichas parcelas en un promedio de diez años.¨ ¨La tercera ley revolucionaria otorgaba a los obreros y empleados el derecho de participar del treinta porciento de las utilidades de todas las grandes empresas industriales, mercantiles y mineras, incluyendo centrales azucareros. Se exceptuaban las empresas meramente agrícolas en consideración a otras leyes de orden agrario que debían implantarse.¨ ¨ La cuarta ley revolucionaria concedía a todos los colonos el derecho a participar del cincuenta y cinco por ciento del rendimiento de la caña y cuota mínima de cuarenta mil arrobas a todos los pequeños colonos que llevasen tres años o más de establecidos.¨ ¨La quinta ley revolucionaria ordenaba la confiscación de todos los bienes a todos los malversadores de todos los gobiernos y a sus causahabientes y herederos en cuanto a bienes percibidos por testamento o abintestato de procedencia mal habida, mediante tribunales especiales con facultades plenas de acceso a todas las fuentes de investigación, de intervenir a tales efectos las compañías anónimas inscriptas en el país o que operen en él donde puedan ocultarse bienes malversados y de solicitar a los gobiernos extranjeros extradición de personas y embargo de bienes. La mitad de los bienes recobrados pasarían a engrosar las cajas de los retiros obreros y la otra mitad a los hospitales, asilos y casas de beneficencia.¨ ¨ Se declaraba además que la política cubana en América seria de estrecha solidaridad con los pueblos democráticos del continente y que los perseguidos políticos por las sangrientas tiranías que oprimen a naciones hermanas encontrarían en la Patria de Martí, no como hoy persecución, hambre y traición, sino asilo generoso, hermandad y pan. Cuba debía ser baluarte de libertad y no eslabón vergonzoso de despotismo.¨ ¨ Estas leyes serían proclamadas en el acto y a ellas seguirían, una vez terminada la contienda y previo estudio minucioso de su contenido y alcance, otra serie de leyes y medidas también fundamentales como la Reforma Agraria, la Reforma Integral de la Enseñanza y la


Nacionalización del Trust Eléctrico y el Trust Telefónico, devolución al pueblo del exceso ilegal que han estado cobrando en sus tarifas y pago al fisco de todas las cantidades que han burlado a la Hacienda Pública.¨ ……¨El problema de la tierra, el problema de la industria, el problema de la vivienda, el problema del desempleo, el problema de la educación y el problema de la salud del pueblo, he ahí concretados los seis puntos a cuya solución se hubiera encaminado resueltamente nuestros esfuerzos, junto con la conquista de las libertades públicas y la democracia política.¨…. Tras dos años de cárcel y tres de lucha armada, el 1 de Enero de 1959 estos jóvenes ¨moncadistas¨, más los que se integraron a la lucha en las montañas y ciudades de Cuba, habían derrotado militarmente a las fuerzas represivas de la dictadura batistiana que ascendían a unos 80.000 hombres entre ejército, marina de guerra, aviación y la policía, y como dijo Eric From, una vez alcanzada la ¨libertad de¨ emprendieron la larga marcha de ¨la libertad para¨. Era lo que nunca se había visto en Cuba desde la época de los mambises que en el siglo XIX lucharon contra el ejército español por la independencia de Cuba, una nueva generación de cubanos volvía a hacer política con las armas y no solamente con palabras. Decía Lenin que a los políticos no había que mirarles solamente las bocas sino que también las manos. Y ¡oh estupor! Estos jóvenes empezaron a llevar a cabo exactamente el programa de su movimiento político, el mismo programa preparado para el eventual triunfo de la insurrección que trataron de desencadenar el 26 de Julio de 1953. ¡Eran creíbles! Segunda originalidad en la política de Cuba: políticos que cumplen lo que habían prometido hacer, por muy utópicas que parecieran esas promesas. Pero cumplir el programa del Moncada requería el apoyo popular para llevarlo a cabo y ello exigía explicar el por qué debían hacerse cambios inauditos que rompían implacablemente el esquema de ideas en que el pueblo cubano había vivido. Fidel lo expresó una vez al decir que habían sido ¨casados con la mentira¨ y por tanto nunca dio un paso de avance en


la ejecución del Programa del Moncada sin que el pueblo lo hubiera comprendido y decidido apoyarlo. Tercera originalidad en la política cubana: explicación al pueblo de lo que se va a hacer, aunque pareciera irrelevante hacerlo cuando ese paso era en su beneficio. Todo ello sin usar etiquetas ideológicas sino que con los conceptos de justicia, equidad, honradez, ética, solidaridad y sobre todo respeto por todos los cubanos y cubanas. ¿Y que tiene todo esto que ver con la economía cubana? Sencillamente que la ejecución del programa del Moncada en su conjunto resultó incompatible con la estructura económica y social de la Cuba prerrevolucionaria y con la racionalidad de su sistema económico. Pero ahora el poder político y militar estaba totalmente en manos de los revolucionarios que se alzaron en armas, organizados en el Movimiento 26 de Julio de Fidel Castro, el principal, y en el Directorio Revolucionario 13 de Marzo, fuerzas a las cuales se integró el Partido Socialista Popular, comunista, aunque no participó significativamente en la lucha armada. Tanto el Parlamento así como los Partidos Políticos colaboradores de la dictadura de Batista fueron disueltos de inmediato al triunfar la Revolución. Más bien habría que decir que desaparecieron por suicidio político de sus integrantes. Y expresión de esta nueva realidad contradictoria fue la corta duración de menos de dos meses del primer Gobierno Revolucionario conformado por antiguos políticos que no habían colaborado con la dictadura batistiana y del cual se excluyó Fidel Castro. La realidad política se impuso y el líder de la Revolución debió asumir el cargo de Primer Ministro el 24 de Febrero de 1959, conformando un nuevo Gobierno presidido aún por Manuel Urrutia, un antiguo personaje del pasado. Todo el poder político estaba concentrado en el Consejo de Ministros que legislaba mediante Decretos con Fuerza de Ley. Desde ese momento empieza la ejecución del programa económico del Moncada: ‐ El 3 de Marzo se dispone la intervención de la llamada Compañía Cubana de Teléfonos , empresa norteamericana


‐ El 6 de Marzo se dicta la ley por la cual se rebajan en un 50% los alquileres de las viviendas ‐ El 20 de Marzo se aprobó la rebaja del precio de los medicamentos ‐ El 21 de Abril se declararon de uso público todas las playas del país ‐ El 17 de Mayo se dictó la primera ley de reforma agraria que acabó con el latifundismo y se crea el Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) al margen del aparato estatal vigente ‐ El 20 de agosto fueron rebajadas las tarifas eléctricas y del gas ‐ A la par, se inicia una política de construcción de hospitales, escuelas, tiendas del pueblo y balnearios populares Dicho de otra manera, en una primera etapa durante la cual no se tocó al aparato productivo, salvo en la agricultura a raíz de la Reforma Agraria del 17 de Mayo de 1959, no solamente se mejoró el ingreso real del pueblo sino que también la asignación de los recursos públicos cambió radicalmente de destino pero con una creciente diferencia entre lo que se quería hacer por haber sido prometido y lo que se podía hacer bajo la institucionalidad heredada. Pero también con el Gobierno de Fidel Castro comienza la lucha política en contra de las fuerzas de la burguesía comercial, industrial y agrícola que se expresaba por una parte a través de los medios de prensa y hasta en el mismo seno del Gobierno Revolucionario y por la otra, a través de integrantes del propio movimiento revolucionario que trataban de limitar los cambios que se querían realizar a lo que ellos consideraban ¨racional y conveniente¨ para el país, sin caer en ¨extremismos¨ cuya calificación comenzaba a ser definida como ¨comunistas¨. Obviamente el Gobierno norteamericano, con los republicanos Eisenhower de Presidente y Nixon de Vicepresidente, no era ajeno a lo que estaba sucediendo en Cuba, y ya en Mayo de 1959 consideran a Fidel Castro como un gobernante latinoamericano incontrolable, iniciando una política de presiones ¨in crescendo¨ para desestabilizar al Gobierno Cubano, que provoca también respuestas ¨in crescendo¨ del Gobierno


Revolucionario con el apoyo de la inmensa mayoría de la población que reaccionan ante las agresiones externas a una política que comparten y han hecho suya. ¿Qué estaba sucediendo? Que el Gobierno Norteamericano no aceptaba la realización del Programa del Moncada por sus consecuencias en Cuba en donde habían fuertes intereses económicos norteamericanos, y por el ejemplo a toda Latinoamérica de que ¨si se puede¨. Así murió la idea de ¨revolución democrática burguesa¨ tan en boga entre los Partidos Comunistas del continente en aquella época, como un objetivo alcanzable en los países de la región, ficción de una posible alianza política del tipo ¨frente popular¨ de los años 30 del siglo XX. Cuba estaba demostrando que un programa de profundas reformas populares era imposible de llevarse a cabo dentro del marco de la organización política burguesa y que además, no era tolerable para el Gobierno Norteamericano. Recuérdese lo dicho por John Foster Dulles, el Secretario de Estado de la época, que ¨los Estados Unidos no tienen amigos, sino que intereses¨. Los cubanos llegaron al socialismo sin proponérselo Ya en 1960, a raíz del intercambio de ¨golpes¨ entre el Gobierno Norteamericano y el Gobierno Revolucionario, Cuba había perdido su cuota de azúcar a precio preferencial destinada al mercado norteamericano y su Gobierno había prohibido el transporte a Cuba de petróleo y sus derivados. La respuesta cubana fue la nacionalización de todas las propiedades norteamericanas en Cuba, bancos, minas, industrias, refinerías de petróleo, entidades comerciales. A la par, la burguesía cubana se exiló en masa en los Estados Unidos abandonando sus propiedades con la idea de recuperarlas al regresar detrás de un ejército norteamericano enviado para volver a poner en ¨orden democrático¨ al país, propiedades que son también intervenidas y estatizadas por el Gobierno Revolucionario. A finales de ese año los medios de producción más importantes del país y la mayor parte de la tierra agrícola están en manos del Gobierno Revolucionario. Y en materia de armas para la defensa contra una agresión norteamericana, ante la negativa de su venta por los EE.UU. y el Reino Unido, estas son adquiridas en la Unión Soviética y en otros países socialistas. El petróleo llega de la


URSS en sus barcos, país que además adquiere 4 millones de toneladas de azúcar cubana, sustituyendo así a la cuota azucarera antes destinada a los EE.UU. Los eventos desencadenados a consecuencia de la ejecución del Programa del Moncada habían llevado a Cuba a una situación inimaginable en 1953, superando necesaria e inevitablemente con creces los objetivos definidos en aquel entonces. El poder revolucionario dominaba prácticamente toda la economía, con la salvedad del sector campesino privado y el comercio al detalle. ¿Cuándo los acontecimientos acontecidos y una proyección del futuro llevaron a la Dirección de la Revolución a plantearse el socialismo como objetivo necesario e inevitable? Pareciera que dos tendencias confluyeron para llegar a esa conclusión, en adición a la política de hostigamiento del Gobierno de los EE.UU. desde un inicio. Por una parte, la necesidad de contar con el apoyo político y económico del entonces campo socialista, necesario para poder resistir la agresión norteamericana. Por la otra, el convencimiento logrado por la práctica de gobierno hasta entonces, de que únicamente un Estado que controle a los medios fundamentales de producción podía cumplir cabalmente el Programa del Moncada, programa apoyado por la inmensa mayoría de la población cubana. ¿Cuándo se llegó a esa conclusión? Es el momento en que debo incluir en estos razonamientos un acontecimiento del cual fui testigo presencial. Un día de Diciembre de 1959, cuando ya el Che era Presidente del Banco Nacional de Cuba a la par que Jefe del Departamento de Industrialización del INRA, Che llegó a la oficina en la que trabajaban sus cuatro asesores chilenos, yo entre ellos, se sentó en una silla y nos dijo ¨Caballeros, tengo plena confianza en ustedes. Vamos hacia al socialismo a todo galope¨. Conociendo su lealtad y disciplina hacia Fidel Castro, Che nunca nos habría dicho eso si no fuera ya una decisión tomada por Fidel, quien esperó hasta el 16 de Abril de 1961, víspera de la invasión por Playa Girón, para revelar públicamente que para cumplir el Programa del Moncada los cubanos habían ya construido las bases del socialismo en su patria.


No hubo un plan preconcebido sino que el socialismo fue el resultado inevitable del cumplimiento de un programa cuya racionalidad implícita era la producción y la distribución de bienes para la totalidad de la población, racionalidad económica incompatible con la del sistema capitalista. El programa del Moncada era irrealizable en el contexto de una Cuba con una democracia burguesa y una economía capitalista y dependiente. Consultando la excelente historia de Cuba redactada por Hugh Thomas por la cantidad de informaciones que contiene, no así por su interpretación de lo que aconteció durante 1959 y 1960, por que en el intento de explicación que el autor se da sobre como la Revolución Cubana llegó al socialismo se pierde en conjeturas sobre las circunstancias políticas acontecidas derivadas de la política del Gobierno de los EE.UU. , de las contradicciones internas que surgieron dentro del Movimiento 26 de Julio y del Directorio 13 de Marzo, y de la política de colaboración seguida por el Partido Socialista Popular (comunista), sin darle la importancia debida a una intervención del Che al respecto durante el Primer Congreso de la Juventud Latinoamericana en Agosto de 1960, y cito ¨ Si me preguntaran si nuestra Revolución es Comunista, la definiría como Marxista. Nuestra Revolución ha descubierto por sus métodos el camino que Marx nos señaló¨. Relacionando lo que Che le dijo a sus asesores chilenos en Diciembre de 1959 y su intervención en Agosto de 1960, se puede decir que ya al finalizar el primer año de Gobierno Revolucionario, en un período de unos 12 meses de Gobierno los principales dirigentes de la Revolución, Fidel, Raúl y Che , habían comprendido que esta Revolución inevitablemente rompía los estrechos marcos constitucionales de 1940 si de verdad, y esa era la voluntad política que encarnaban, se quería no solamente cumplir el Programa del Moncada sino que todo lo demás que de su ejecución se derivaba. Valga al respecto otra anécdota vivida por mí en Julio de 1959 durante la primera reunión nacional de los 28 Jefes de Zona de Desarrollo Agropecuario en que el INRA había dividido al país para aplicar la reforma Agraria, durante la cual se le expuso a Fidel un método fotográfico aéreo para definir los límites de los latifundios expropiados para llevar a cabo las indemnizaciones que esa ley establecía. Fidel, después de examinar el


método propuesto, que no lo impresionó lo más mínimo, le dijo a esos Jefes de Zona y al personal del INRA que los acompañaba ¨Nosotros vamos a tumbar todas las cercas de este país, vamos a hacer lo que tenemos que hacer y después legislaremos al respecto¨. Difícil para un historiador, por excelente que este sea, comprender que en un proceso de transformaciones realmente revolucionario en el cual no participó, ¨se hace camino al andar¨ como dice el poema. ¿Pero quien sabía de socialismo en Cuba en aquella época? Los viejos comunistas del Partido Socialista Popular creían saber, aunque sus conocimientos no pasaban de haber viajado a los países socialistas de Europa y de haber leído algún manual soviético sobre economía socialista. Pero el problema práctico estaba planteado: ¿como se administra y se dirige una economía socialista? Y la única respuesta posible era pedirle a quienes ya lo practicaban que enseñaran a los cubanos como se hacía. Durante 1961 llegaron a Cuba especialista checoslovaco en la materia, checoslovaco y no soviéticos por que los primeros representaban al socialismo ¨light¨ y los segundos habían sido durante mucho tiempo ¨los malos¨ de la propaganda anticomunista. Y así, desde la recientemente creada Junta Central de Planificación pasando por los Ministerios hasta llegar a las empresas, los asesores checoslovacos transmitieron la manera de organizar y de planificar una economía socialista, que era la que ellos habían aprendido a su vez de los soviéticos. No era de esperar que hubiera críticas criollas al sistema organizativo y operativo propuesta. ¿Criticas basadas en que experiencia? La cuestión era simplemente tomarlo o dejarlo y la decisión política de tomarlo ya había sido acordada. Desde el punto de vista de la organización de la economía el principio era muy simple: lo que pertenece a todo el pueblo queda en manos del Estado que lo representa y lo administra en su nombre, para lo cual el aparato de Gobierno deviene también un aparato administrativo con una burocracia destinada a la administración de las propiedades estatales a todos los niveles. Tal como en el feudalismo no había siervo sin señor, en el socialismo real no había empresa ni fábrica ni comercio sin Ministerio del


cual dependiera. Toda actividad en el ámbito de lo estatal estaba bajo el mando de un Ministerio o de un Instituto, eufemismo que quería decir lo mismo que Ministerio desde este punto de vista. Toda vez que ya no era el mercado el que se encargaba de generar las informaciones conducentes a definir qué y como producir los miles y miles de productos necesarios y en que cantidades, se establecía el método de la planificación del accionar de toda la economía y de todas las empresas en un período futuro inmediato, el siguiente años, y durante los próximos cinco años. Así fue que se prepararon en 1961 los planes para el siguiente año 1962 y el perspectivo para el período 1962‐1965. El método de trabajo consistía en la preparación de Cifras Directivas para cada Ministerio que emanaban de la Junta Central de Planificación y que estos debían desglosar por empresas a los efectos de que remontaran desde ese nivel inferior las contraproposiciones en materia de cuanto y como hacerlo. Finalmente bajaban nuevamente cifras desde la Junta Central de Planificación con las cantidades a lograr por cada Ministerio pero ya esta cifras constituían EL PLAN que, una vez aprobado por el Gobierno, devenía una Ley de obligatorio cumplimiento. Si los planes individuales a nivel de empresas no se cumplían ello entrañaba que las que dependían de ellas tampoco pudieran cumplir el suyo. Básicamente, este ¨modelo¨ como se dice hoy en día, ha permanecido vigente hasta el día de hoy. El genuino y particular proceso revolucionario cubano fue encasillado en una organización y en un método de dirección y de trabajo importados desde el mundo de lo que hoy se conoce como el socialismo real europeo que hizo implosión y desapareció. ¿Por qué el socialismo cubano no hizo implosión? ¡Buena pregunta! Todo el mundo, salvo los cubanos, lo esperaba cuando cayó el muro de Berlín. Se escribieron libros y artículos pronosticando el fin de la Revolución Cubana a corto plazo. ¿No será que la explicación radica en que los cubanos llegaron al socialismo sin habérselo propuesto


conscientemente con un abrumador apoyo popular a las medidas que los condujeron a ese estadio y de cuyo logro esos millones de participantes se consideraban corresponsables? Nadie los obligó, nadie se los impuso, todos lo aprobaron y todos se beneficiaron de ello y los que estuvieron en contra se marcharon voluntariamente al exilio. Porque durante la Revolución Cubana la distancia que separaba a sus dirigentes del pueblo que los seguía era muy corta y como dijo el Che, los dirigentes podían sentir su aliento y hasta ser empujados por quienes los seguían. Después del derrumbe de la Unión Soviética y de las llamadas Democracias Populares europeas, a los cubanos les tocó vivir la etapa más dura de su Revolución. El PIB llegó a caer en un 40%, se cerraron fábricas por falta de materias primas y de repuestos, se llegó a pasar hambre, pero la causa no era de los cubanos ni de sus dirigentes. Durante treinta años organizaron su economía y su política exterior en colaboración con unos países que para todo efecto práctico dejaron súbitamente de existir como aliados y proveedores. Añádase a ello el recrudecimiento del bloqueo financiero y económico de los EE.UU. reforzado en 1995 con la ley Helms‐ Burton en un intento de darle el tiro de gracia a la Revolución Cubana. Pero los defectos de diseño del socialismo a la soviética que ellos habían copiado, atenuados durante tres décadas por una favorable relación de precios en el intercambio comercial con la Europa socialista y los créditos blandos que obtenían de esas fuentes, se revelaron abruptamente, mostrando todas sus consecuencias, principalmente la ineficiencia del sistema para el mejor empleo de las fuerzas productivas. No obstante, ese no era el momento de dedicarse a la crítica sino que el momento de resistir, y los cubanos resistieron y superaron poco a poco esa catastrófica coyuntura económica. Les tomó veinte años hasta que el Gobierno consideró que estaban lo suficientemente fuertes como para examinar críticamente su organización económica socialista. Tal ha sido la historia a nuestro entender y no las fábulas sobre un tenebroso aparato represivo que oprimió a todo ese pueblo durante dos décadas. Que el susodicho aparato existe es verdad, pero ningún aparato puede amordazar y reprimir a 11 millones de cubanos que, recuérdese, son quienes hicieron su propia revolución.


3.‐ El Pensamiento crítico cubano sobre la implantación del socialismo en Cuba. Hasta los hombres de gran talento necesitan pasar por experiencias propias para llegar a conocer procesos en los que no solamente participan sino que además son gestores. Fidel Castro reconoció públicamente que uno de sus errores fue creer que había quienes sabían de socialismo. El mismo Che necesitó pasar por la práctica de Ministro de Industrias y de dirigente político para tener sus propias ideas sobre socialismo. Recuerdo cuando a finales de 1960 después de un largo viaje por los entonces países socialistas en donde adquirió a crédito como representante del Gobierno Revolucionario varios cientos de millones de dólares en plantas industriales completas y equipamiento industrial, le pregunté a su llegada a Cuba quien estaba a cargo del control de todos esos contratos y me respondió ¨no te preocupes que esa gente a quienes les hemos comprado cuidan mejor que nosotros nuestros intereses¨. Tres años después Che ya estaba en pleno proceso de elaboración teórica de una crítica del socialismo real. En efecto, había descartado esa imagen romántica de los comunistas en el poder como los legendarios dirigentes bolcheviques del principio de la Revolución Soviética que vivían y morían para hacer revolución. Hombre idealista en el sentido de hombre con ideas creativas, Che centró su crítica en la relación que a su juicio existía entre el carácter de las relaciones entre los trabajadores organizados en empresas estatales, la mayoría así como las más importantes del país, cumpliendo una función social, o sea elaborado productos para otros ya sea como insumos o como productos de consumo, y la conciencia de esos trabajadores en tanto que hombres trabajando para la sociedad a la par que para obtener un ingreso personal. La relación de producción socialista debía ir implantando en los trabajadores una conciencia de la significación social del trabajo a los efectos de ir conformando lo que Che llamó ¨el hombre nuevo¨. Un intento de perpetuar la acción colectiva que tanto en la guerra revolucionaria como en la actividad civil de resistencia a la agresión norteamericana, se había logrado en las conquistas revolucionarias. Y en efecto, era en los momentos de mayor peligro para la Patria que mejor y más intensamente trabajaban los hombres. La cuestión era como mantener y hacer permanente ese espíritu. A nuestro


juicio Che estaba descubriendo la enajenación de los trabajadores socialistas en una organización administrativa semejante a la existente en el capitalismo en la cual los trabajadores no participaban en la problemática de sus empresas dirigidas por una burocracia estatal, con lo cual solo les quedaba su problemática individual al obtener un salario por su trabajo y nada más. El rol de la ley del valor y el rol de la mercancía en el socialismo motivaron una interesante y fructífera polémica pública por parte de Che, del Ministro de Comercio Exterior Comandante Alberto Mora, de Carlos Rafael Rodríguez Presidente del INRA y del economista francés Charles Betelheim, consultor del Gobierno Cubano. De una parte, Che sostenía que el intercambio de productos dentro del sector estatal de la economía no revestía un carácter mercantil toda vez que era un intercambio realizado entre empresas del mismo propietario, el Estado, y solo adquirían ese carácter al venderse al exterior y a las personas. Para Fidel, dedicado a la agricultura además de a sus otras obligaciones como Primer Ministro, las acciones de la burocracia estatal en la prosecución de sus planes eran demasiado lentas para resolver problemas tanto sociales como productivos que él consideraba prioritarios, lo que lo obligaba a desarrollar ¨planes especiales¨ con la adecuada logística y disponibilidad de medios que él calculaba personalmente, al margen del plan económico nacional, con lo cual se producía una dicotomía no siempre congruente en la actividad económica nacional. Me contaron que Regino Boti, Ministro encargado de la Junta Central de Planificación, con ese agudo sentido del humor que tenía, les decía a sus colaboradores que el verdadero plan de la economía nacional eran los Planes Especiales de Fidel, y que el resto era simplemente un complemento. Por nuestra parte, sentíamos y constatábamos que en lo táctico el método de la planificación burocrática sustituía de mala manera al mercado en la automaticidad y la fiabilidad con que se transmitían las informaciones entre empresa y entre estas y la población consumidora, a los efectos de definir qué, como y cuanto debía producirse. No obstante, por lo menos a mí, se me escapaba la función de transmisor de informaciones económicas que cumple la mercancía en el proceso de intercambio entre productores


y consumidores, problema que dicho sea de paso Che consideraba resuelto por la tecnología que objetivamente permitía incorporarlas en el plan de cada empresa. Buscábamos un elemento que en la economía socialista contuviera almacenado en su interior el ¨código genético¨ del sistema, tal como Marx lo encontró en la mercancía. No lo encontré. Gracias al Profesor hispano‐soviético Anastasio Mancilla, de la Universidad Lomonosov, pudimos estudiar seriamente la teoría económica de Marx en un seminario organizado por él para los que en aquel entonces fungíamos como profesores de economía en la Universidad de La Habana, seminario que Che le pidió que también organizara en el Ministerio de Industrias en el cual participó desde el principio al fin, siendo según declaró Mancilla después el mejor alumno que había tenido en su carrera. Fue precisamente el estudio sistemático de la teoría de Marx sobre el sistema capitalista, lo que nos permitió concebir que en el comercio internacional entre países desarrollados y los subdesarrollados se produjera un intercambio no equivalente de valores en detrimento de estos últimos, fenómeno que bautizamos como ¨intercambio desigual¨ y que dicho fenómeno objetivo propio del capitalismo, no tenía razón de ser en el intercambio de mercancías entre países socialistas desarrollado y subdesarrollados. Esta concepción teórica devino un argumento constante para Fidel al referirse al comercio internacional en el mundo capitalista, y en lo que se refiere al comercio de Cuba con los países socialistas de Europa, llevó a una relación de intercambio más favorable para Cuba, que si bien fue aceptada por ellos nunca lo atribuyeron a un carácter propio de la economía socialista sino que a un factor puramente político. Fue la época en que circulaban y eran muy leídas las revistas ¨Nuestra Industria¨, ¨Comercio Exterior¨, ¨Cuba Socialista¨, y ¨Pensamiento Crítico¨, del Ministerio de Industrias, del Ministerio de Comercio Exterior, del Partidos Unido de la Revolución Socialista, del Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana respectivamente, cuando los Ministros exponían públicamente sus ideas sobre el desenvolvimiento del socialismo en Cuba.


Tal era la apertura intelectual de la época que yo mismo escribí un artículo alertando sobre la posibilidad de que en el socialismo surgiera una nueva clase, la de la burocracia estatal, ya que no era necesaria la propiedad de los medios de producción para su control toda vez que bastaba su poder de gestión otorgada por leyes y resoluciones ministeriales, para que se manifestara el domino de estos hombres sobre los demás, con el inevitable surgimiento de una ideología correspondiente. Ese artículo fue publicado en ¨Pensamiento Crítico¨ pero bajo el nombre de Homero Fuentes, supongo yo para que no fuera asociado con el dirigente político del cual era su asesor. Pero más que la problemática de la construcción del socialismo a 90 millas de los Estados Unidos era prioritaria y hasta oficial, la del como llevar a cabo el proceso revolucionario en Latinoamérica. Cuba ofrecía su experiencia y su solidaridad a los movimientos de liberación nacional del continente. Su expresión teórica se sistematizó en el libro ¨Revolución en la Revolución¨ que escribió en Cuba el joven francés Regis Debray y que se daba de narices con las concepciones revolucionarias para la región del Partido Comunista de la Unión Soviética y consecuentemente también con la de los Partidos Comunistas Latinoamericanos. 1967 fue el año de la Conferencia Tricontinental que reunió en La Habana a los dirigentes revolucionarios del Tercer Mundo y también el del cónclave de la Organización Latinoamericana de Solidaridad, restringida a los movimientos revolucionarios de Latinoamérica. Esta expresión de un pensamiento propio cubano diferente del ¨oficial¨ que emanaba desde Moscú, despertó el entusiasmo de los intelectuales de izquierda de Europa y de Latinoamérica que se reunieron en 1968 en el denominado Congreso Cultural de La Habana. Pero, flor de un día, bastó con que Cuba, lamentándolo y con vergüenza como lo explicó Fidel, aceptara la intervención soviética en Checoslovaquia en 1968 para que esa solidaridad con Cuba desapareciera súbitamente. Intelectuales de cátedra y de conversatorios y sin haber tenido una verdadera práctica revolucionaria, no podían entender que en la lucha a muerte entre el imperialismo y el socialismo no había cabida para terceras posiciones.


Pero, a mi juicio, ese evento unido a la muerte del Che en Bolivia y el fracaso de ese intento de organizar un virtual centro de preparación de líderes revolucionarios dispuestos a emprender la lucha armada en sus países de origen, también marcó el fin de esas discusiones sobre como hacer el socialismo a la cubana y como hacer la Revolución Latinoamericana. Características del socialismo Cubano actual Hasta 1990 el socialismo a la soviética, especialmente después del reordenamiento administrativo acaecido en 1975, momento en que el diseño de sistema económico socialista cubano y la organización del Estado se adecuaron aún más al ¨modelo soviético¨, reordenamiento diseñado por cuadros preparados en la Unión Soviética y a la soviética, el pueblo cubano disfrutó masiva e igualitariamente de un nivel de vida relativamente alto para un país latinoamericano gracias a la relación de precios logrados en las relaciones comerciales con los países socialistas de Europa y las líneas de créditos blandos que estos concedieron a Cuba. El campo socialista europeo estaba dispuesto a pagar por mantener el socialismo en América y a solo 90 millas de los Estados Unidos. Pero a comienzo de 1991 y casi simultáneamente, el socialismo despareció en Europa en todos los países que lo practicaban. Tal parecía efectivamente que era el fin de la historia y que solo quedaba vigente en el mundo el capitalismo globalizante ¨for ever¨. Para Cuba que había integrado su economía a ese mundo desaparecido, fue lo más parecido a un pintor que sobre una escalera está pintando un muro y que de repente desaparezca el muro. Bajo el lema de RESISTIR que lanzó Fidel el país debió ajustarse casi de un día para otro a esas nuevas condiciones creadas por una reducción del 80% de su comercio con los otrora países socialistas europeos, lo que a su vez provocó como ya se dijo, una reducción del orden del 40% de su PIB. Más aún, sus exportaciones que se les vendía a precios superiores a los vigentes en el mercado capitalista pasaron ahora a ser cotizados a precios sustancialmente más bajos en ese mercado.


Las ineficiencias del sistema económico socialista cubano salieron a flote. Para superar las exiguas disponibilidades de divisas convertibles de que ahora disponía el país se eligió como línea principal desarrollar la venta de servicios turísticos a los mercados emisores externos. Pero para compensar la ausencia de sentido empresarial en los cuadros de la burocracia estatal hubo que entregar la administración de los viejos y nuevos hoteles que se construyeron a empresa hoteleras internacionales. La cultura empresarial que descansa en el principio de que administrar un patrimonio es para hacerlo aumentar de valor y para lo cual siempre hay que asumir decisiones que comportan riesgo, había sido sustituida durante una práctica de treinta años por el principio de cumplir el plan asignado por la burocracia estatal por encima y al margen de los resultados financieros correspondientes. El país logró salir del marasmo inicial y comenzar a lograr modestos índices de recuperación económica, pero incompatibles y por debajo de los posibles habida cuenta de la elevada disponibilidad de personal técnico y científico bien preparado que ni la burocracia estatal ni los empresarios socialistas sabían como utilizar adecuadamente. No obstante, y hay que decirlo, ese exceso relativo de profesionales bien preparados, particularmente en el campo de la salud, permitió una creciente exportación de servicios técnicos que rápidamente devino de gran importancia para la captación de divisas para el país. El periodo especial como se denominó a esos años, marcó el fin del sueño igualitario de Fidel para su pueblo desde el momento en que en 1995 se autorizó la tenencia de divisas extranjeras por la población a los efectos de poder adquirir libremente productos nacionales e importados vendidos en dólares norteamericanos en cadenas de tiendas preparadas con ese fin, pero con un impuesto a la venta del 100% que se les aplicó para que quienes tuvieran recursos en divisas también pagaran para que otros que no los tenían llegaran a tenerlos a través del abastecimiento racionado pero igualitario que todos los ciudadanos recibían. Fueron años de recrudecimiento del control centralizado de la economía por la burocracia estatal bajo el principio de que cuanto menos hay más hay que controlar el uso de lo escasos recursos disponibles. No era el


tiempo de plantearse un examen crítico del socialismo burocrático a la soviética que era precisamente lo que había que salvar en Cuba en esos momentos, al identificar socialismo con dicha organización social y con ese sistema. No fue hasta finales del año 2010 que el Partido Comunista Cubano, con una gran valentía política, hizo oficialmente público que cincuenta años después de una profunda reforma agraria ( en dos etapas) que limitó finalmente la tenencia de tierra agrícola a 27 hectáreas, entregó gratuitamente tierras a 130.000 campesinos y organizó el resto de la superficie bajo la forma de empresas agropecuarias estatales, debió reconocer su fracaso al comunicar que el 42% de las tierras ahora estatales no estaban cultivadas y que por tanto serían entregadas en usufructúo a personas dispuestas a trabajarlas. Cuarenta y dos años después de haber estatizado todos los servicios a la población en adición a todas las industrias, el transporte, los bancos y comercios y haber prohibido la contratación de fuerza de trabajo por entidades particulares no estatales, el PCC hubo de reconocer que sobraba un millón de trabajadores en el sector estatal de la economía y que deberían ser gradualmente despedidos para pasar a engrosar el área ¨no estatal¨ que comprendería hasta 181 actividades privadas diferentes, sector en el cual se autorizaba ahora la contratación de la fuerza de trabajo por entidades y personas del área privada de la economía. El Partido Comunista de Cuba llamó a todo el pueblo a leer, discutir y enmendar, todo un conjunto de lineamientos destinados a corregir los defectos del sistema económico vigente en Cuba, y después de recoger las opiniones procedió a llamar a un Congreso del Partido para su discusión. El resultado fueron 311 lineamientos correctivos que abarcan a todas las actividades económicas. Pero a nuestro juicio lo destacable es como el Partido caracterizó al sistema económico socialista: ¨El sistema económico que prevalecerá en nuestro país continuará basándose en la propiedad socialista de todo el pueblo sobre los medios fundamentales de producción, donde deberá regir el principio de distribución socialista “de cada cual según su capacidad a cada cual según su trabajo”.


¨ La política económica en la nueva etapa se corresponderá con el principio de que sólo el socialismo es capaz de vencer las dificultades y preservar las conquistas de la Revolución, y que en la actualización del modelo económico primará la planificación y no el mercado. La planificación centralizada de la economía y el control sistemático que el Estado, el Gobierno y sus instituciones deben ejercer, serán garantía del funcionamiento eficiente de los sistemas.¨ ¨Estos principios deben ser armonizados con más independencia de las empresas estatales y con el desarrollo de formas de gestión no estatal en la producción y los servicios, para lograr una mayor liberación de las fuerzas productivas, incrementar los niveles de producción y elevar el nivel de vida de la población.¨ ¨En este contexto, será necesario fomentar la cultura económica de toda la población y adquiere particular importancia lograr la preparación requerida de los cuadros, así como la necesidad de preservar la ética, lo que junto al sentido del deber y a la sensibilidad revolucionaria, deberán ser determinantes en su comportamiento cotidiano.¨ ¨En la política económica que se propone está presente que el socialismo significa igualdad de derechos e igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos, no igualitarismo.¨ ¨El trabajo es a la vez un derecho y un deber, motivo de realización personal para cada ciudadano, y deberá ser remunerado conforme a su cantidad y calidad.¨ En el documento se destacan dos características fundamentales del socialismo, la propiedad socialista de los medios de producción fundamentales por todo el pueblo, en concreto propiedad estatal, y la planificación centralizada de la economía que primará sobre el mercado, con lo cual dicho sea de paso, se reconoce la necesidad de la solución valor en la economía cubana y por tanto la contradicción correspondiente entre mercado y plan, contradicción a resolver con inteligencia a los efectos de aprovecharse de ambas soluciones para la asignación de los recursos.. Pero no se define como los propietarios de esos medios de producción fundamentales ejercerán la administración de lo suyo salvo


por la frase ¨La planificación centralizada de la economía y el control sistemático que el Estado, el Gobierno y sus instituciones deben ejercer, serán garantía del funcionamiento eficiente de los sistemas.¨ Porque aquí hay dos problemas distintos y diferentes: definir la forma que asume la propiedad de todo el pueblo y definir como todo el pueblo administrará sus propiedades. El primer problema está definido mediante la propiedad socialista en el entendido de que el Estado representa a todo el pueblo. Pero el segundo problema no lo está y se da por sentado, aunque no se lo especifica, que el Estado también administra las propiedades de todo el pueblo. Por tanto surge la pregunta de cual es el rol que juega el pueblo en la administración de sus propiedades. La respuesta es obvia, ninguno. El Estado es el representante de los 11.300.000 propietarios y de hecho administra las propiedades de los representados con lo cual los propietarios que trabajan en las empresas llamadas estatales son a su vez administrados en su trabajo por funcionarios contratados por el Estado para ese propósito, y por tanto no juegan ningún rol determinante ni en la dirección ni en el control de la gestión que esos funcionarios llevan a cabo con las propiedades de todo el pueblo. Por consiguiente, de las definiciones contenidas en el documento se deduce que la relación social de producción socialista se expresa mediante la propiedad socialista de todo el pueblo de los principales medios de producción que se manifiesta por la forma jurídica de propiedad estatal, y por la administración de dichos medios de producción por funcionarios del estado. En dicha definición los trabajadores de esos medios de producción únicamente desempeñan el rol de trabajadores asalariados contratados por los funcionarios del Estado que ejercen la administración y los mandan. Las conclusiones lógicas de lo dicho son las siguientes: ‐ Los trabajadores no ejercen ningún rol en la administración de sus centros de trabajo ‐ Los trabajadores, codueños de su centro de trabajo por que son parte del pueblo, no tienen ningún control directo sobre el resultado de la gestión administrativa de los administradores estatales ‐ Los administradores estatales son controlados en su gestión por la pirámide de funcionarios estatales que ejercen la administración de los centros de trabajo: Ministros, Viceministros, Directores, Jefes de


Sección, administradores de empresa, administrador de unidades productivas. ‐ los Ministros son controlados por el Consejo de Estado. ‐ El Consejo de Estado finalmente es controlado por la Asamblea Nacional del Poder Popular. La solución democrática en lo político y por tanto también en lo que se refiere al control de la utilización de los medios de producción de todo el pueblo, es el momento en que el pueblo elige a sus representantes en la Asamblea Nacional del Poder Popular. Lo menos que se puede decir de esta solución es que el control por el pueblo del manejo de sus propios medios de producción, es muy indirecto. Recordemos que esta organización de la economía socialista fue copiada de la existente en la otrora Unión Soviética y considerando lo que pasó en ese país hay que aprender de esa experiencia y sacar lecciones de ella. Cuando se privatizaron las empresas rusas se cometió el mayor robo de la historia sin que sus trabajadores fueran capaces de oponer resistencia alguna. Décadas durante las cuales el Estado fungió como propietario y administrador de la economía estatal soviética logró una total alienación de los trabajadores con respecto a la marcha y el control de sus propias empresas. Cuando a raíz del derrumbe de la Unión Soviética como estructura socialista se implementó una política explícita para regresar al capitalismo, la privatización de las empresas estatales se llevó a cabo en la superestructura gubernamental sin que sus trabajadores intervinieran para nada. De ser simples trabajadores alienados en empresas estatales pasaron a serlo ahora en empresas privadas. Nadie defendió a la relación social de producción vigente por que ya era la de un capitalismo de estado manejado por administradores incompetentes. Los obreros y campesinos rusos que habían sido los agentes constructores de la nueva organización social y del nuevo sistema económico que una vez consideramos como el futuro al que aspiraba Cuba, fueron relegados en ese país a la categoría de simple mercancía fuerza de trabajo aunque la fraseología oficial dijera otra cosa, de lo cual se dio cuenta tempranamente el Che.


II.‐ Crítica de la organización socialista ¨real¨ europea ¿Quiénes se equivocaron? ¿Marx y Engels o los bolcheviques? ¿Fue la teoría o la inadecuada aplicación de una correcta teoría a la práctica revolucionaria la razón de que el socialismo soviético hiciera implosión con todas sus consecuencias? Porque de lo que no hay duda alguna es que, según Lenin, su dirigente, la Revolución de Octubre en Rusia se basó en las conclusiones teóricas de la teoría de la historia y de la explicación del sistema económico capitalista, frutos del pensamiento de Marx y de Engels. Y el socialismo soviético, como se llamó a este nuevo régimen de producción y de organización política y social, duró 73 años hasta que hizo implosión y desapareció en ese país para regresar al capitalismo, que recién estaba surgiendo en 1917, con lo cual arrastró hacía el mismo resultado a las llamadas Democracias Populares de Europa. La desaparición del socialismo real en Europa, del ¨socialismo desarrollado¨ cómo lo catalogábamos en aquel entonces y hacia el cual mirábamos desde Cuba cuando existía como ¨nuestro futuro¨ y del cual copiamos la organización y el sistema operativo, ha provocado sin duda una enorme confusión entre los políticos y economistas marxistas, para no decir decepción con respecto a su eficiencia como solución social superior a la capitalista. No me cabe duda de que también ha provocado enfoques ¨pragmáticos¨ al estilo de lo dicho por Deng XiaoPing de ¨No importa el color del gato. Lo que importa es que cace ratones¨, cita que se suele invocar sin considerar que quien controla al gato en la República Popular China es el Partido Comunista Chino A nuestro entender, y sin perjuicio del golpe recibido a nuestros sueños, se nos olvida que ¨errar es humano¨ y si hasta la naturaleza se ha equivocado varias veces, como lo están demostrando los avances en paleontología, para llegar a crear el homo sapiens, ¿por qué ese mismo homo sapiens debe ser infalible a la hora de crear por primera vez un nuevo tipo de organización social y económica? Porque la experiencia soviética fue el primer intento de los hombres para terminar con las


transformaciones espontaneas que ocurrieron en la historia humana y conformar conscientemente su realidad social y su futuro. Marx y Engels nos dejaron una teoría de la historia según la cual los diferentes sistema que ha conocido la humanidad fueron momentos de la dialéctica de la historia y que el sistema capitalista en cuyos albores vivieron no era más que uno de ellos en cuyo interior, como había sucedido antes, existía el germen de una sociedad superior, más justa y humana que las anteriores. Más aún, al explicar el funcionamiento de su economía llegaron a la conclusión de que el inevitable proceso de polarización de la riqueza y de la pobreza en una minoría cada vez relativamente más exigua y una mayoría cada vez más numerosa, provocaría que estos últimos acabaran con ese sistema mediante un proceso revolucionario en sus respectivos países. Lenin aplicó ese esquema teórico al mundo en su conjunto, al comprobar que la relación capitalista de producción en su fase imperialista se expandía a nivel mundial, lo que ha sucedido inexorablemente, llevando esta polarización de riqueza y de pobreza a escala planetaria. ¿Qué falló? ¿Las concepciones teóricas de Marx y Engels o los bolcheviques rusos a la hora de construir su versión del socialismo? Así y todo el socialismo soviético duró 73 años. La URSS y las llamadas Democracias Populares de Europa ya no existen desde hace más de 20 años, pero si continúan existiendo la República Popular China, la República Socialista de Vietnam, la República Socialista Democrática de Corea y la Revolución Cubana con ya más de medio siglo de existencia, todas ellas edificadas sobre la base de las teorías marxistas. Por consiguiente se puede afirmar que es posible organizar al sistema económico y lo que de ello se desprende, sin propietarios privados de los medios de producción y de los recursos naturales, vale decir sin capitalistas. Esto es un hecho históricamente demostrado, al margen del problema de la mayor o menor eficiencia del nuevo sistema que es realmente el problema a dilucidar. Fallaron los soviéticos en su intento, no se equivocaron Marx y Engels. Organizaron mal el socialismo con, a mi juicio, una falla congénita, la ausencia de una real democracia económica, excluyendo a los


trabajadores del manejo de sus propios medios de producción y en cambio entregaron su administración y gestión a una burocracia estatal, con lo cual mantuvieron vigente la alienación de los trabajadores propia del capitalismo, sino en cuanto a la apropiación de la plusvalía generada, la mantuvieron en lo que se refiere a la participación de los trabajadores en la gestión de las empresas en las que laboraban. Nunca consideramos que dicho sistema se creo al inicio del siglo XX en un país que vivió hasta finales del siglo XIX bajo el régimen legal de la servidumbre feudal y que con la excepción de un naciente y minoritario capitalismo, era aún un virtual feudalismo con siglos de existencia, lo cual inevitablemente estaba aún arraigado en la cultura de su pueblo. Rusia saltó del feudalismo a un nuevo sistema creado por los bolcheviques en el cual se mantuvo el principio de que no hay siervo sin señor y que se dirige bajo el principio del ordeno y mando. A los que antiguamente mandaban los sustituyeron los nuevos burócratas del nuevo estado revolucionario. No obstante, en el terreno de lo militar si fueron capaces de desarrollar esa industria y las crecientemente sofisticadas armas al nivel de los países capitalista más industrializados. ¿Por qué en ese campo de la economía y no en el destinado a satisfacer las necesidades de su población? A nuestro juicio por dos razones fundamentales. En primer lugar, el imperativo de la defensa obligó a introducir con urgencia en la industria militar los logros científicos y tecnológicos. Por qué hubo una competencia vital entre occidente y oriente a los efectos de asegurar un adecuado nivel de defensa ante la permanente agresión de occidente. El principio era que debían lograr producir y superar con réplicas adecuadas a las armas de occidente. Y en esa competencia si fueron eficientes pero con sus propias limitaciones. Recuerdo el festival aeronáutico de Paris en Le Bourget de 1990. En esa exhibición pude comparar la maqueta del sofisticado módulo de la futura estación espacial permanente preparada por los norteamericanos, con la réplica de la estación espacial soviética que pese a la tosquedad de sus terminaciones, llevaba ya años en el espacio exterior de la Tierra. En segundo lugar, entregada la administración y la planificación de la economía destinada a satisfacer las necesidades del pueblo soviético a


una burocracia estatal, se instauro una virtual dictadura de la producción que las empresas debían cumplir para lograr las metas de los planes que dicha burocracia les asignaba. La corriente de las informaciones necesarias en economía para saber qué y cómo producir no venía de los consumidores sino que bajaba desde las alturas de la burocracia. No hablemos de la desintegración de la URSS, cuando cada república integrante decidió salirse de esa unión sin que se manifestara lucha alguna por mantener la Unión. Digamos nuevamente que los trabajadores no defendieron sus propias empresas cuando fueron ¨privatizadas¨, para no decir robadas, porque no reaccionaron como representantes de sus verdaderos dueños, el pueblo soviético y ellos en particular. Ese modelo soviético implantado en Cuba durante los primeros años de los sesenta del pasado siglo permitió los grandes logros de esta Revolución, con el apoyo soviético claro está, por que tiene el poder de concentrar recursos y esfuerzos de todo el país en función de logros sociales históricos. Pero al desaparecer la URSS se revelaron las ineficiencias del modelo copiado. En ese momento de lo que se trataba era de resistir el golpe y Cuba resistió. Pero llegó la hora de mejorar el sistema económico y de eso se trata, de plantearse el problema sin tapujos yendo hasta sus raíces para ¨cambiar todo lo que debe ser cambiado¨ como dijo Fidel y para ello hay que regresar a la teoría que nos dejaron Marx y Engels y no a una práctica que fracasó ni a las opiniones de personeros que nunca vivieron la experiencia de construir el socialismo, y empezar de nuevo el diseño del socialismo del siglo XXI. Ya lo dijo también Fidel, que uno de sus errores fue creer que había quienes sabían de socialismo. Para llegar a ese objetivo, corregir el sistema vigente en Cuba pero mediante un análisis que parta de los clásicos del marxismo utilizando el método de análisis que nos legaron, hay que remontarse hasta una definición de lo que llamamos economía para no perder el rumbo. Diseño de un sistema económico particular, el del socialismo del siglo XXI en Cuba


¿A qué viene hoy en día esta larga explicación? Se origina por una posible confusión a la hora de conformar un programa de estudio de la economía en un país que como Cuba se enfrenta precisamente a un momento de cambio necesario de la organización y operatividad de su sistema económico basado en la propiedad estatal de sus principales medios de producción. El sistema vigente en Cuba, fruto de una auténtica revolución transformadora, copiado hace ya medio siglo del vigente en la URSS en aquellos tiempos, que se consideraba por aquel entonces como la realidad de una economía socialista, está en crisis y hay que rediseñarlo porque no solamente el modelo real copiado, la URSS, hizo implosión y desapareció, sino que la propia realidad cubana exige una sustancial corrección, esta vez sin modelo alguno que copiar, porque además la realidad actual del mundo es muy diferente a la de los años sesenta del pasado siglo A mi juicio, el referido ¨nuevo modelo¨ de gestión económica, como se denomina hoy en día a la organización y al sistema operativo de la economía, debería arrancar de lo que constituye el carácter fundamental de la estructura y del sistema económico que se quiere modificar, vale decir de las características de la relación social de producción dominante en dicha estructura, la propiedad de los medios fundamentales de producción en Cuba por todo el pueblo trabajador. ¿Por qué? Porque según lo que Marx nos explicó en El Capital, en ella radica la racionalidad que permea a todo el sistema. Y hasta ahí llegó Marx. Eliminados los burgueses, que es lo mismo que decir la propiedad privada sobre los medios de producción, quienes lo han logrado, los proletarios, los desposeídos que no tenían otra alternativa que trabajar para ellos, deben resolver el nuevo problema que se han buscado , inventando ellos mismos una organización económica de nuevo tipo que, para empezar, ya no operará como sistema con la racionalidad de producir únicamente lo que proporciona ganancia al capital individual y a todo el capital social. Este problema, y así nos lo enseña la historia reciente, debe ser resuelto en cada país por las fuerzas revolucionarias que han llevado esa Revolución a la victoria. Valga esta conclusión también para Venezuela.


Cincuenta años atrás, y yo estaba presente, creímos que socialismo era La Unión Soviética y las entonces denominadas democracias populares de Europa y dada nuestra ignorancia al respecto, copiamos con la ayuda de los entonces compañeros checoslovacos tanto la organización institucional como el sistema planificado de funcionamiento de esos países. Con razón Fidel dijo hace poco, y lo repito, que uno de sus grandes errores fue creer que había quienes sabían de socialismo. Lo mismo digo yo y me apunto en el error. Han pasado 50 años de experiencia económica, el mundo en el cual nació la Revolución Cubana ya no existe, nuestros entonces hermanos socialistas de Europa desaparecieron. Seamos consecuentes y replanteémonos el problema de rediseñar nuestro socialismo cubano. Hagamos abstracción por el momento de otras relaciones sociales de producción vigentes hoy y posiblemente mañana en Cuba, tales como la producción artesanal, la cooperativa, la mixta entre capital extranjero y el Estado, e incluso la privada con empleo de fuerza de trabajo contratada, lo cual no es un supuesto exagerado dada la prominencia del área estatal en el país. Pero en este análisis teórico se considera por tanto que todas las empresas estatales son de propiedad del conjunto de todos los cubanos. Empecemos recordando lo que hace ya 50 años Fidel nos dijo al respecto, que la propiedad estatal en Cuba era la del pueblo sociedad anónima, explicando que todos los cubanos eran copropietarios a partes iguales de todas las empresas y activos que pasaban a ser propiedad estatal. La solución jurídica elegida para consagrar esta realidad fue por razones políticas prácticas precisamente la propiedad estatal. Una vez expropiadas las empresas, sus anteriores propietarios ya no eran necesarios: ‐ Ni para actuar como tenientes y administradores de los medios de producción existentes ‐ Ni para decidir qué producir y para quien producir en Cuba ‐ Ni para contratar a su conveniencia la fuerza de trabajo de los entonces proletarios cubanos


Su función como clase social había terminado. Por consiguiente esta problemática triple debía ser resuelta ahora de otra manera, a la manera socialista que es la que hay que definir.

1.‐El Estado como propietario ¿es inevitablemente también administrador de las empresas estatizadas? Estamos en presencia de dos funciones que de ninguna manera deben ser confundidas en el sentido de que una, la propiedad implica inevitablemente la administración de todo lo apropiado. Veamos que nos dijo Marx al respecto cuando trató el tema de las empresas por acciones. Nos dijo que apareció el capitalista de dinero que si bien lo invierte en una parte de la propiedad de una empresa, no actúa como administrador, si no que como simple capitalista de dinero, como copropietario. Aparecen los administradores de la empresa, simples funcionarios contratados por los propietarios a través de la Junta de Accionistas, quienes son elegidos por estos últimos y pasan a ser sus representantes para contratar a los administradores y para vigilar y controlar su gestión que finalmente se expresa objetivamente en los balances de resultado periódicos de la empresa. La separación de la propiedad y de la administración de lo apropiado se resuelve mediante tres instancias: ‐ La de los propietarios de la empresa, que son muchos ‐ La de la Junta Directiva de cada empresa que los representa ‐ La de los administradores elegidos y supervisados en su gestión por los representantes de los accionistas. Veamos si esta solución inventada en el capitalismo por los celosos propietarios de las empresas es viable en una sociedad socialista. En ella se mantiene lo fundamental, la propiedad de cada una y de todas las empresas estatizadas por sus accionistas, el pueblo cubano en su totalidad. Pero surge una doble dificultad práctica. Por una parte los ¨accionistas ¨ son más de 11 millones y cada uno con intereses en cada una de las empresas estatales. Por otra parte se trata de muchas


empresas, miles de ellas, repartidas en 110.000 kilómetros cuadrados con tecnologías y problemáticas administrativas diferentes, no necesariamente del conocimiento de todos los accionistas. Estas dificultades exigen una solución que no puede ser otra que la delegación de poderes de los accionistas propietarios. ¿Pero en quiénes? He aquí un problema cuya solución es trascendente .!He aquí el dilema! Hay dos soluciones posibles. Una, la vigente , por la cual los accionistas delegan sus poderes en quienes dirigen el Estado, los cuales a su vez delegan en funcionarios estatales que pasan a constituir la llamada burocracia estatal organizada en una pirámide conformada por Ministerios con sus Viceministerios, Direcciones, Departamentos, Delegaciones Provinciales, Administraciones de empresas y administraciones de unidades. Si esta fuera la única solución posible lo único que se podría hacer sería tratar de agilizar y mejorar su gestión y su control que como se ha visto en nuestro caso, está lejos de ser eficiente. Pero hay otra solución posible mediante la cual los accionistas, el pueblo propietario, delegan sus poderes en el colectivo de trabajadores de cada empresa quienes conocen mejor que nadie las características y los problemas de la empresa en la cual trabajan, con lo cual, al fin, se acabaría con la enajenación del trabajador de la problemática de su empresa. Los trabajadores de la empresa, a su vez delegados de todos sus propietarios, el pueblo cubano en su conjunto, eligen en una asamblea a los integrantes de la Junta Directiva quienes a su vez asumen la responsabilidad de contratar a los integrantes de la administración de la empresa y de controlar sistemáticamente su gestión por los resultados logrados que se expresan en su contabilidad. Los trabajadores asumen su responsabilidad y responden únicamente ante el Estado, jurídicamente propietario de la empresa en representación de todo el pueblo cubano. Por consiguiente esta expresión de poder de decisión de los trabajadores está totalmente desvinculada de la organización sindical correspondiente cuya función de ninguna manera tendrá que ver con la administración de la empresa. En otras palabras, es totalmente ajena al sindicato. ¿No será precisamente esta posibilidad de que toda ciudadana y ciudadano trabajador tenga voz y voto en la conducción de la empresa en


la cual labora, la fundamentación de una verdadera democracia económica que nunca tuvo el fenecido socialismo real?

2.‐La remuneración de los trabajadores en la empresa socialista En el capitalismo el salario es el precio que los capitalistas pagan por la fuerza de trabajo adquirida y el trabajador queda a merced de las características del capital que por su naturaleza es ¨despótico y autoritario¨. El trabajador cumple con sus funciones como un simple elemento en la organización del trabajo al interior de la empresa y para nada interviene en su problemática administrativa. El trabajo asalariado conlleva la enajenación del trabajador con respecto al manejo de la empresa por la administración contratada para ello por los capitalistas. El trabajador cumple con su trabajo concreto y recibe a cambio un salario, y punto! Que la actividad de la empresa sea más o menos exitosa no le concierne ni se le pide su opinión al respecto. En el socialismo, al ser el trabajador representante de los dueños de la empresa, de toda la población, deberá conscientemente asumir la doble responsabilidad de la empresa: su éxito individual y su responsabilidad social toda vez que produce para otros. Por consiguiente pasa a ser un elemento activo y responsable de la marcha de su empresa y sobre esa base habrá que aplicarle la fórmula general de la distribución socialista del producto por la cual a cada uno según su capacidad y a cada cual según su trabajo. Imaginémonos un escenario diferente del actual en el cual, definido ya por el Gobierno el margen que del valor de su producción la empresa deberá aportar al presupuesto nacional para financiar el consumo social y las inversiones estatales, quedará disponible, después de haberse pagado los medios de producción utilizados, un monto cuyos destinos solo pueden ser el fondo de remuneraciones a repartir entre los trabajadores y un excedente destinado a invertir en las instalaciones con la finalidad de aumentar productividad y producción en el futuro, lo que se expresará en un mayor nivel del excedente para remuneraciones, para la inversión y para tributar al Estado.


En este escenario las remuneraciones de los trabajadores de una empresa quedaran determinadas por la eficiencia con que opere dicha empresa, no por un Ministerio ni por la Dirección de la Empresa, si no que objetivamente por sus logros en el período. Malos resultados, menores ingresos, robos, menores ingresos, mala utilización de los equipos y de las materias primas, menores ingresos, exceso de vehículos y de consumo de combustible, menores ingresos. El mencionado escenario solo sería posible si la masa de los trabajadores de la empresa participa activamente en el control de la marcha de la empresa, en el control de sus resultados a través de los balances mensuales, y tuvieran la potestad de despedir a sus funcionarios administrativos a consecuencia de los malos resultados logrados a través de la Junta Directiva por ellos nombrada y a los mismos miembros de dicha junta de ser ello necesario. La contabilidad es objetiva, el nivel de las remuneraciones recibidas por los trabajadores también, la situación financiera de la empresa se aprecia en sus balances mensuales y en los estados de cuenta bancarios, en la magnitud de sus cuentas por cobrar y de las cuentas por pagar. Una observación necesaria. En la economía también rige la ley del desarrollo desigual en virtud de lo cual hay empresas de alta tecnología muy productivas como las hay de bajo nivel tecnológico, con lo cual los niveles de productividad y por tanto del excedente disponible para remuneraciones e inversiones será desigual. Una instancia nacional, Gubernamental, deberá actuar para ¨nivelar¨ hasta donde sea conveniente y justo, los niveles de las remuneraciones de los trabajadores en toda la economía bajo el principio de que los medios de producción estatales del país son propiedad de todo el pueblo por igual. Pero la base de la nivelación será lo logrado en cada empresa bajo la supervisión de sus trabajadores.

3.‐La planificación a nivel de la empresa socialista Nadie conoce mejor que la administración de una empresa cuanto podrá producir y vender el próximo año, a que costo, que requiere comprar para ello, y a que clientes vender sus productos. En efecto, la empresa recibe


las informaciones que le brinda la retroalimentación de sus esfuerzos por vender a sus clientes, vale decir las informaciones sobre el resultado de sus esfuerzos productivos y comerciales, desde lo que siempre se ha denominado el mercado. Y digamos de inmediato que mercado no implica necesariamente capitalismo toda vez que si bien es una condición necesaria para ello, no es suficiente. Cuando se habla de ¨economía de mercado ¨de lo que se está hablando es de una economía dirigida por la obtención de ganancia: se produce nada más que lo que da ganancia. Lo que puede ser socialmente necesario y muy necesario, no se produce a menos de que origine ganancias que atraigan al capital. Decir simplemente mercado es decir mercancías y es decir valor y su expresión material que es el dinero. Si se emplea el dinero es que se reconoce que actúa el valor y ello implica cálculos para, de una u otra manera, formar precios. Porque nadie hasta ahora ha logrado que el intercambio de productos en virtud de la división social del trabajo se pueda realizar sin que dichos productos devengan mercancías, salvo en culturas ancestrales con un bajo nivel de desarrollo de sus fuerzas productivas que de ninguna manera es el caso de Cuba. En cada formación económica‐social con un cierto nivel de desarrollo ha regido esta solución social encontrada espontáneamente por el hombre y en cada una de ellas la mercancía se adecuó a la racionalidad de la relación de producción dominante. La mercancía en su valoración expresó la relación esclavista como después a la feudal y seguidamente a la capitalista, y de la misma manera, en la determinación de su valor deberá necesariamente expresarse la racionalidad del sistema socialista en el cual ya no se produce para valorar el capital si no que se produce para satisfacer las necesidades del pueblo con los recursos disponibles. La independencia económica y administrativa de la empresa no es de ninguna manera incompatible con la planificación nacional que es inherente al dominio en la sociedad de la relación de producción basada en la propiedad estatal de los medios fundamentales con que cuenta el país, aunque si es inevitablemente contradictoria debido al doble carácter de su producción, que por una parte constituye una problemática individual y por otra social, ya que trabaja para el conjunto de la sociedad. Por ello no necesariamente debe coincidir el plan propuesto por la


empresa con las líneas generales y en casos hasta particulares, del plan económico nacional. Pero el plan económico nacional debe ser conformado por la suma de los planes individuales propuestos por las empresas, los cuales deben ser compatibilizados entre ellos y con las líneas generales que el Gobierno traza para la sociedad en su conjunto, lo que le permite concentrar toda la potencia económica de la sociedad hacia objetivos trascendentes como lo han sido los logros históricos más importantes de la Revolución. Como sabemos, en Cuba la restricción principal radica en la capacidad para importar del país, la cual si debe estar controlada por el Gobierno mediante el procedimiento de conceder licencias previas de importación a las empresas que dispongan de los recursos financieros para ello y particularmente para las que logren exportar. Las empresas deben operar individualmente y de manera autónoma sobre la base de cuatro condiciones fundamentales que hoy por hoy no poseen: ‐ Decidir qué y cómo producir y a quien vender ‐ Manejar independientemente sus recursos financieros y responder por ello ‐ Tener facultad de importar materias primas y repuestos para sus instalaciones cuando no los encuentren en el mercado nacional ( la empresa no puede parar su actividad por falta de medios para ello) ‐ Remunerar a sus trabajadores lo mejor posible según sean sus resultados económicos y la legislación vigente Para quienes consideren estas condiciones expresión de un liberalismo obrerista quisiera recordarles que durante medio siglo se lo han pasado glorificando a la clase obrera, la clase dirigente de la sociedad en alianza con el campesinado, pero sin atreverse a entregarles el dominio de sus propios medios de producción. Es cierto, como ya dijimos, que esa práctica por la cual el dominio de las cosas se puso en manos de una burocracia estatal caracterizó al llamado socialismo real que hizo implosión y es también cierto que la hicimos nuestra cuando se realizó en Cuba la rápida transición del capitalismo al socialismo. Pero ya han pasado


casi 50 años con su correspondiente experiencia concreta, también fuente de conocimiento, y ha llegado la hora de elaborar nuestro propio modelo, como se le llama ahora, el del socialismo del siglo XXI.

4.‐La dirección principal de la política económica Crecer económicamente para un país, aumentar la producción para satisfacer las crecientes necesidades de su población, implica elevar cada vez más la dotación de medios de producción. Pero es sabido que para elevar el producto en una unidad hace falta aumentar en más de esa cantidad la disponibilidad de medios de producción para ello. Los economistas dicen que la relación entre los medios de producción y la producción que con ellos se logra, el llamado coeficiente entre medios de producción y el producto, es mayor que la unidad. Si la economía en cuestión tiene una alta dependencia de las importaciones para funcionar, como es y siempre ha sido el caso de la cubana, no solamente de equipos sino que también de materias primas y de repuestos, el crecimiento de sus importaciones debe hacerlo más rápidamente que el producto, lo que conlleva que su variable fundamental sea el valor de sus exportaciones para poder con ellas pagar sus importaciones. El crédito internacional no es más que un anticipo a pagar en el futuro con sus intereses, con mayores exportaciones. La dirección estratégica principal del desarrollo económico cubano es el fomento prioritario de sus exportaciones. En ese sentido Cuba es como Japón, para el cual su principal recurso productivo son los japoneses. Lo importan prácticamente todo para elaborarlo y exportar sus productos resultantes a todo el mundo. Cuba tiene una población de alto nivel educativo y un enorme contingente de profesionales capaces de dominar cualquier tecnología que les toque asimilar y que está francamente desaprovechado. Solo les faltan esas tecnologías modernas y capacidad empresarial. En esa dirección debería dirigirse una política de inversiones nacionales y extranjeras en el país toda vez que este no cuenta con suficientes recursos financieros externos para ello.

5.‐Centralización versus descentralización


¿Cuál es la situación actual en materia de dirección y control de lo que acontece en las empresas estatales del país? En una analogía con las fuerzas armadas, es como si soldados bien entrenados y dispuestos, estuvieran mal organizados en contingentes al mando de oficiales incompetentes. Cualquier plan de acción de un estado mayor en este caso está condenado al fracaso, independientemente del rigor lógico con que haya sido hecho, porque las órdenes pertinentes no podrán ser cumplidas y ejecutadas como fueron pensadas por sus creadores. Tratar entonces de imponerlas por la fuerza vía “ucase” no será más que la ilusión de una burocracia impotente toda vez que la cuestión no es querer o no querer ejecutarlas si no que poder o no poder llevarlas a cabo. Es necesario aclarar que la competencia o incompetencia del oficial en la analogía militar o del director de empresa en la economía, no es una cuestión subjetiva. Hasta el más dispuesto y capaz de actuar al mando de un contingente o de una empresa desorganizada, no podrá cumplir las órdenes o las directivas que reciba, por la sencilla razón de su falta de capacidad para resolver el problema organizativo y de suministros que confronta. Como dijo hace años en una entrevista un director de cooperativa de La Habana (la única rentable en la provincia en esa ocasión) “una cosa es dirigir y otra es administrar”! Al parecer la cuestión fundamental está en la creencia por parte del o de los “estados mayores”, que en el mundo en el que ellos necesariamente se desenvuelven, el de las ideas y el de los números, los planes que desarrollan y las medidas que disponen para ello, deberán comportarse según la aplicación rigurosa de la lógica. Y si las condiciones objetivas para su realización son inadecuadas, “peor para las condiciones objetivas”. Se llega así a una concepción platónica de la realidad en la cual ésta es para ellos la ¨esencia espiritual de las cosas materiales¨, inaprensibles por los sentidos. El camino a seguir para llegar es otro, el de la práctica inmersa en la realidad material y objetiva, y de la misma manera en que un ejército se basa en la preparación no solamente de sus soldados si no que en la


preparación de los módulos operativos, escuadra, pelotón, batallón, brigada, división, y en oficiales aptos para esos mandos, en la economía hay que llegar a la base, a la empresa y a sus directores. Pero la analogía entre lo militar y la economía llega hasta aquí. En lo militar la ley suprema es cumplir la orden recibida sin discusión. Pero en la economía ninguna empresa puede cumplir una orden o un plan por si sola debido a su dependencia objetiva de otras empresas. En este mundo real todas son más o menos interdependientes y para que una de ellas cumpla sus objetivos todas las demás de las cuales depende deberán también hacerlo. Y no es cuestión de que cada empresa esté bien organizada y dirigida autónomamente sino que exista la debida intercomunicación constante entre ellas para que así logren compatibilizar sus acciones. Y la intercomunicación fue resuelta hace mucho tiempo mediante las relaciones contractuales entre ellas a la hora de intercambiar sus productos de acuerdo a sus necesidades, por la solución social valor que implica usar el dinero como su medida y ese espacio comunicativo llamado mercado, como fuente de información necesaria para regular su actividad productiva, lo cual no niega la planificación como ya fue explicado.

6.‐La contabilidad, condición necesaria. De la misma manera que en la guerra hay que estar bien informado, en la economía empresarial rige la misma necesidad. Y en este caso la información se obtiene mediante un sistema que se llama contabilidad. La contabilidad, que no es otra cosa que un sistema coherente de registro de todas las informaciones emanadas del quehacer de la empresa que tienen que ver con su patrimonio, no tiene sustituto para revelar la real situación de la empresa: que posee y que debe; que valor ha producido en un período y cuanto ha costado; que resultado ha tenido en el período, pérdida o ganancia, y de que magnitud. Sin contabilidad la empresa “vuela a ciegas” y prácticamente sin instrumentos de dirección y de control. Decide irresponsablemente por “dirigismo” pero sin conocer su verdadero estado ni su potencial y sin poder evaluar las consecuencias de sus decisiones. Más aún, ni siquiera


puede saber lo que posee y lo que debe, y por tanto cuál es su valor real. Y mucho menos hacer planes y programas realistas de una acción futura. Cualquier intento de organizar adecuadamente una empresa para dirigirla y para su auto control empieza por lograr una buena contabilización de su actividad. Sin este requisito indispensable, todo intento de controlarla mediante soluciones “parche” o “policíacas”, está condenada al fracaso. La conclusión lógica de lo dicho hasta aquí es que para el conjunto de las empresas del país la solución es casuística, en el sentido de la necesidad inevitable de atacar a cada una de ellas por separado para dotarla de una contabilidad adecuada y sobre esa base, establecer un método de gestión “descentralizado‐centralizado” a través de la aplicación de la técnica del Presupuesto Programa o un instrumento equivalente. Hoy en día la existencia de programas computarizados de gestión empresarial ayuda enormemente a resolver el problema planteado. En efecto, el programa es en sí un sistema de contabilización que especifica los lugares o posiciones en donde debe captarse la información primaria (y fidedigna) necesaria para nutrir al sistema de cuentas que conforma al programa y que además, garantiza la coherencia del registro de las informaciones. Y en Cuba hoy en día (a diferencia de los primeros tiempos en Industrialización del INRA y en el Ministerio de Industrias después) no solamente hay contadores sino que además hay programadores, operadores de computadoras, computadoras y programas de contabilidad. Hay que saber cosechar los frutos de la propia Revolución! ¿Qué vamos a hacer con ese enorme contingente de estudiantes de la UCI que cerró el desfile el pasado 1º de Mayo? Son unos cuantos miles y sus estudios abarcan contabilidad y administración de empresas. Así, debidamente organizada, la empresa y la unidad productiva estarán en condiciones de liberarse de la esquizofrenia económica sin que por ello el Estado pierda su control. Volvamos al tema central con que iniciamos la exposición de estas ideas. De la misma manera como la naturaleza desarrolla a su ritmo la vida en este planeta mediante diferentes variantes, siguiendo una lógica probabilística que todavía no entendemos completamente, su máxima


expresión, al menos en este planeta que habitamos, el homo sapiens, trata también de organizar su vida social conscientemente desde hace menos de cien años. Ha tenido fracasos pero también aciertos aún en evolución, que descansan todos ellos en las mismas teorías de la historia y de la organización social que nos dejaron Marx y Engels. Y es la práctica el único criterio final de la verdad. Hace ya más de medio siglo en el Departamento de Estudios Económicos del Banco Central de Chile en donde trabajaba, analizábamos la evolución de la industria norteamericana y en particular la automovilística de ese país, para poder predecir el comportamiento futuro del precio del cobre en el mercado mundial. Hoy, para ello se analizan las tendencias al crecimiento de la economía de la República Popular China. IV.‐ Hacia una teoría económica del socialismo en el siglo XXI ¿Hay un solo modelo del socialismo o esta idea devino un dogma? Como ya dijimos la historia ha demostrado la falacia de esta idea. No obstante queda pendiente un problema: ¿Hay una sola teoría o un planteamiento teórico propio para cada experiencia socialista individual? Y aunque este sea el caso ¿es posible concebir un esquema teórico general para el diseño de cada socialismo particular? Para explorar esta idea hace falta a nuestro juicio regresar al modelo más general de la economía que nos dejó Marx en su Introducción a la Contribución a la Crítica de la Economía Política: producción

distribución

cambio


necesidades

consumo

De lo que se trata es de cómo desarrollarlo hasta convertirlo en un modelo socialista general del siglo XXI. Las cinco categorías interrelacionada y ordenadas en una determinada secuencia, toda vez que cada una de ellas implica la siguiente, conforman el modelo más general de toda problemática concreta válido para toda formación social y económica desde la existencia de la división social del trabajo. Veamos entonces los tres pilares o condiciones de todo socialismo, que conducen a una nueva racionalidad económica dominante i) propiedad de los principales medios de producción por todo el pueblo coexistiendo con otras relaciones sociales de producción como son la cooperativa, la artesanal y hasta la privada ii) dirección planificada de la economía para satisfacer las necesidades de todo el pueblo, tanto las necesidades individuales como las sociales o colectivas, aprovechando el circuito informativo de la compra‐venta de mercancías iii) participación de todo el pueblo en la administración de la economía El nuevo modelo debe garantizar la Democracia política y la democracia económica.


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