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“María se levantó y se fue de prisa…” Lucas 1:39

POR: PADRE BRADY WILLIAMS SOLT

Nuestra comunidad religiosa tuvo recientemente una asamblea internacional, lo cual ocurre cada cinco años. Ello nos da la oportunidad de tratar las necesidades más apremiantes de nuestra comunidad y tomar decisiones importantes a nivel mundial, que afectan tanto a nuestros miembros como a aquellos a quienes servimos. Después de solo dos días de reuniones, un amigo me envió un mensaje de texto: “¿Ya resolviste todos los problemas del mundo?” A lo que respondí: “Somos más como los Ents (seres entumidos) del Señor de los Anillos: “¡No nos apresuremos!”. Después de todo, cuando están en juego decisiones importantes, uno no puede tomarlo a la ligera, pues andamos en aguas demasiado densas donde resulta incomodo moverse.

Vivimos en un mundo acelerado, donde tendemos a actuar a velocidades frenéticas. Yendo de aquí para allá, tratando de terminar esto o aquello, apenas hay tiempo para detenerse a pensar. Culturalmente, es probable que veamos ese ajetreo, como una fuente de orgullo. “Si estoy ocupado, significa que soy importante”, y todos queremos ser necesarios. En última instancia, podría llevarnos a priorizar muchas cosas y descuidar nuestra vida espiritual.

Curiosamente, el Papa Francisco eligió como tema para la Jornada Mundial de la Juventud 2023 en Lisboa, Portugal: “María se levantó y se fue de prisa…” (Lucas 1,39). En particular, el Santo Padre deseaba inspirar a los jóvenes a “levantarse” de cualquier pereza espiritual, y a ir de prisa, pero con alegría y audacia, a anunciar el Evangelio como lo hizo María.

Cuando pienso en María, la palabra “prisa” no es lo primero que suele venir a mi mente, sino más bien su parte contemplativa: “Pero María guardaba todas esas palabras, ponderándolas en su corazón” (Lucas 2,19). Quiero decir, ¿por qué tendría tanta prisa? Nuestro Santo Padre aclara esta respuesta aparentemente atípica de María, durante su discurso en la Vigilia de la JMJ (Jornada Mundial de la Juventud) en Lisboa:

“Podríamos preguntar, ¿por qué María salió y se apresuró a visitar a su prima? Ciertamente, María acababa de enterarse de que Isabel estaba embarazada, pero ella también; entonces, ¿por qué ir si nadie se lo había pedido? María hace algo que no se le pidió y que no tenía que hacer. María va porque amó, y “el que ama vuela, corre y se alegra” (La Imitación de Cristo, III, 5). Eso es lo que nos hace el amor”.

La prisa de María es diferente a la rapidez que nos exigimos para hacer las cosas. Es una respuesta de amor, una necesidad de compartir lo que “El Poderoso ha obrado… en mí” (Lucas 1,49) y de ayudar a su prima en su necesidad. El Santo Padre continúa diciendo: “En lugar de pensar en sí misma, [María] piensa en el otro. ¿Por qué? Porque la alegría es misionera, la alegría no es de una sola persona; es para compartir algo con los demás.”

María se fue a toda prisa. La palabra “prisa”, de hecho, aparece solo otras dos veces en el Evangelio de Lucas: cuando los pastores van a ver al Rey recién nacido: “…y fueron de prisa y encontraron a María…” (2,16) y cuando Zaqueo responde a la invitación de Jesús a cenar: “…Y este descendió rápidamente y lo recibió con alegría” (19,6). Los tres eventos implican una especie de alegría misionera, un salir apresuradamente como respuesta a un llamado divino. De manera similar, las otras veces que se indica una respuesta tan “apresurada” en los Evangelios es cuando Jesús llama a la gente a seguirlo, y ellos responden “inmediatamente”.

Entonces, ¿qué tiene este tipo de “prisa” que lo distingue de la carrera de ratas de nuestra típica vida diaria? Nace de una iniciativa divina, de una necesidad de responder o de compartir desde la plenitud que nos ha sido dada. Al igual que para Nuestra Madre Santísima, es una respuesta de amor que lleva consigo una alegría que se puede llamar “misionera” porque tiene la irresistible cualidad de necesitar ser regalada. Que también nosotros nos levantemos, como María, y vayamos con prisa a compartir la alegría del Evangelio.

El Hno. Brady Williams, SOLT es el Director del Centro de Retiros de Nuestra Señora de Corpus Christi y Siervo Novicio de la Sociedad de Nuestra Señora de la Trinidad.

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