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FORMACIÓN BÍBLICA

Por: Pbro. Juan Bautista Alzate Arias Párroco San Juan Pablo II, Marinilla

Desde los primeros tiempos de la Iglesia resultó evidente que el evangelio de Juan es diferente de los otros tres, que guardan coincidencias y pueden ser estudiados en conjunto, por eso son llamados ‘sinópticos’.

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En cuanto al contenido se pueden indicar algunos particulares: en los sinópticos, Jesús discute con sus adversarios por cuestiones referentes a la ley, en cambio, en Juan, las discusiones tienen como objeto a Jesús mismo. Un tema significativo en Mateo, Lucas y Marcos, y casi ausente en Juan es el Reino. A propósito de la enseñanza, una forma característica en los sinópticos es la parábola, ausente en el cuarto evangelio; por su parte, los discursos, sencillos y cotidianos de los tres primeros evangelios, resultan poéticos y elaborados en Juan.

El esquema cronológico y topográfico también es diferente. En los sinópticos la vida pública de Jesús se desarrolla en un solo año, en Juan se conoce que va a Jerusalén a tres pascuas distintas; asimismo, el centro primordial de la actividad de Jesús en Marcos, Mateo y Lucas es la Galilea, mientras que en Juan la actividad ministerial se desarrolla fundamentalmente en Jerusalén, por eso, tampoco ha de extrañar que haya más referencias litúrgicas.

Sin embargo, mal haríamos en considerar al cuarto evangelio como algo extremadamente distinto de los otros evangelios. Más que hablar de diferencias como eje de su relación se podría hablar de exclusividad. Y es así como encontramos en este evangelio un lenguaje que, si bien es teológicamente bastante rico, es sencillo en su formulación y casi pobre en sus formas. Pero sin un dato que ha hecho del evangelio de san Juan algo exclusivo, es su modo de mostrar a Jesús, que ha inducido a otro primado, esta vez negativo: una vez que los especialistas comenzaron a evidenciar la importancia de Marcos como fuente de Mateo y de Lucas, se presumió que habría poco material en Juan sobre la vida de Jesús, lo que provocó que a dicho evangelio se le considerara como algo ‘espiritual’, y una reflexión religiosa, semifilosófica, helenista y, tal vez, gnóstica sobre lo que una vez fue la historia de Jesús. Sin embargo, los estudios han avanzado, y se ha llegado a la consideración de que ni Marcos es tan ‘puro’, pues también responde a un interés teológico ni Juan tan transformado, pues es heredero de tradiciones que circularon y como tal tienen valor.

En breve, Juan no es el único evangelio teológico, ni los sinópticos los únicos herederos de tradiciones reales previas. En consecuencia, se ha dado un mayor aprecio por el evangelio de Juan como documento cristiano que refleja acontecimientos reales de la vida de Jesús y la posterior experiencia de una comunidad cristiana que derivaba su cristianismo de narrar y escribir aquella biografía con tradiciones y materiales propios.

Queridos novios, después de haber revisado un poco la estructura de la celebración del matrimonio, quiero invitarlos a que reflexionemos acerca de los fines de este sacramento. Esos fines a los que han sido llamados y se comprometen al unir sus vidas.

El catecismo nos dice en su numeral 2363 que en la unión de los esposos se realiza el doble fin del matrimonio: el bien de los esposos y la trasmisión de la vida, en este fragmento encontramos entonces descritos los dos fines primordiales de la unión sacramental del matrimonio: Unidad y procreación.

Padre ¿y eso de la unidad cómo podemos interpretarlo?, ¿tene- mos que dejar de ser nosotros mismos para convertirnos en el otro?

No hijos, cuando hablamos de unidad nos referimos a la igualdad en la dignidad personal que debemos reconocer en el hombre y la mujer en su mutuo y pleno amor (CEC 1645) en el que se aceptan y se reciben uno a otro, en medio de sus particularidades como hombre y mujer, como lo indicaría el catecismo en su numeral 1643, una unidad profunda en la que hay un solo corazón y una sola alma, -en términos de la unión que realizan-, la cual exige la indisolubilidad “lo que Dios ha unido” (Mt. 19,6) y la fidelidad “No lo separe el hombre” (Mt. 19,6), de la donación reciproca definitiva “Dejará el hombre a su padre y a su madre”(Mt. 19,5) y se abre a la fecundidad “Serán los dos una sola carne” (Mt. 19,6).

Esta unión incondicional de dos vidas (CEC. 1605) de mis particularidades y las tuyas, mi personalidad y la tuya, mi historia y la tuya está llamada de forma constante al amor mutuo y fecundo (CEC. 1604), este amor mutuo que nos recuerda la necesidad de la reciprocidad del amor y los afectos humanos “yo doy, tú das” y la fecundidad interpretada como el papel de co-participes en la obra creadora de Dios, en la que hombre y mujer ayudamos a la generación de la vida humana.

Pero esta fecundidad debe ser entendida en su mayor profundidad; no basta solo con pensar en la participación del desarrollo corporal de los hijos, la fecundidad implica la educación (CIC 1055) y el acompañamiento a estos en todos los momentos de su ciclo vital, comprendiendo que nuestras palabras y testimonio de vida pueden edificar y ser fecundos en la vida de nuestros hijos, pero también pueden convertirse en impedimentos, faltas de testimonio e incluso destructores de sus proyectos de vida.

Quisiera queridos novios detenerme en este aspecto de la procreación como don y regalo de Dios al hombre. El salmista tiene una hermosa expresión sobre los hijos “la herencia que da el Señor son los hijos, recompensa el fruto de las entrañas” (Salmo 127,3). Esta herencia, que son los hijos no solo implica recibirla con amor y apertura, implica un acompañamiento decidido y total, no solo son esposos, al recibir los hijos viven el mutuo compromiso de ser padres, en sus manos se encuentra la formación integral de los hijos, es por ello que nos indica la Gaudium et spes Procreación y educación de los hijos (GS. 50) que les hace una invitación concreta como padres "instruye al niño en el camino que debe caminar, e incluso cuando envejezca, no se desviará de él" (Proverbios 22, 6)

• ¿Cómo fortalecer la unidad en nuestro matrimonio?

• ¿Sabemos diferenciar entre el rol que tenemos como esposos y el que tenemos como padres?

• ¿Cuáles han sido nuestras mayores diferencias y dificultades al momento de educar a los hijos?

La Iglesia, siempre atenta a las acciones simbólicas realizadas por cada una de las tres Personas Divinas, no deja pasar el más mínimo detalle. Uno de los elementos más curiosos de la liturgia es el aire, que en la forma ordinaria del rito romano sólo se realiza en una sola ceremonia: para la consagración del crisma el Jueves Santo. En efecto, el gesto realizado en esta ceremonia evoca el soplo del Espíritu que vivifica, consagra y santifica.

El testimonio bíblico

Son numerosos los textos bíblicos que hablan sobre el soplo o el aliento de Dios; sin embargo, son fundamentalmente tres los soplos – que podríamos llamar clásicos – y en los que la liturgia se inspira para justificar sus gestos rituales:

1. El del Creador, para dar vida al primer hombre (Gen 2,7).

2. El de Jesús resucitado, para infundir el Espíritu Santo a los apóstoles (Jn 20, 22).

3. El del Espíritu Santo en el día de Pentecostés, como ráfaga de viento impetuoso, para manifestar su presencia en medio de la Iglesia (Hch 2,1-4).

Las demás referencias bíblicas, podríamos decir, terminan siendo resonancia de estos tres soplos clásicos.

El testimonio de la liturgia cristiana y su sentido espiri tual

La liturgia quiso conservar como un tesoro este gesto particular del hálito, realizado por cada una de las Personas Divinas, para transmitir vida, consagrar y santificar. Antes de la reforma litúrgica llevada a cabo por el Concilio Vaticano II el “soplo misterioso” se usaba en tres ocasiones:

1. En la consagración del Crisma, soplando tres veces sobre la boca del ánfora que contiene el aceite perfumado.

2. En la consagración del agua bautismal durante la solemne Vigilia Pascual y la Vigilia de Pentecostés, soplando sobre ella tres veces.

3. En los ritos complementarios del bautismo, soplando tres veces sobre el rostro del neófito.

En los dos primeros gestos se significa la infusión de la gracia del Espíritu Santo sobre el crisma y sobre el agua bautismal, para que la transmitan y den con ella vida al alma de los que la reciben. El tercer gesto quiere increpar a Satanás para que desaloje aquella alma y ceda su lugar al Espíritu Santo, quien es Señor y dador de vida.

De estos tres gestos litúrgicos, según las actuales disposiciones litúrgicas, se conserva sólo el soplo sobre el crisma.

- Junio -

El primer anuncio es la columna vertebral de todo cristiano y especialmente en la construcción de una pequeña comunidad SINE, pasamos de reconocer a Jesús como “mi Señor y mi salvador”, a verlo como “nuestro Dios”; es Jesús quien ha pasado por la vida y la ha hecho nueva, la ha restaurado porque cada uno de los que han vivido el retiro fundamental le han abierto el corazón al Señor para que el haga nuevas todas las cosas, alejando de cada uno, aquello que lo ata al mundo de lo superficial para vivir en el amor inagotable del padre. “No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos” (Jn 15,13).

Este grupo de amigos que ha caminado por casi tres meses o un poco mas en casa de reunión se dispone para iniciar la construcción de una pequeña comunidad en la etapa de Koinonia, “este es un proceso que permite construir la comunidad, prepara la integración de los evangelizadores a la comunidad, les exhorta y acompaña para que sean discípulos y apóstoles” (ABC Sine).

“En Koinonia se busca que permanezcan y perseveren en Cristo que es la vid”. Estas dos palabras son de suma importancia en esta nueva etapa en la formación de la pequeña comunidad. Permanecer es lo que más cuesta, ya que vivimos en una sociedad de transeúntes donde todo pasa, los seres humanos le tienen miedo a la constancia, por ello el itinerario nos pide permanecer. Casi siempre todos tienen la buena voluntad de permanecer, pero no perseveran; un sin número de situaciones que están a nuestro alrededor nos desaniman en el camino de la evangelización, parece ser que hoy más que nunca cuesta perseverar.

Estas serán pues, las consignan que acompañan a la pequeña comunidad, donde cada uno de los hermanos es un integrante vital, que oxigena y da vida en el caminar comunitario.

En el permanecer y el perseverar, de igual manera cada uno se debe identificar con los medios de crecimiento espiritual para que sean discípulos “por la práctica de la oración, la Palabra, la Eucaristía, la Cruz todo esto para formar una pequeña comunidad” (ABC Sine). Cada uno de estos medios de crecimiento no llegan de una forma innata a los miembros de la comunidad, sino que, a medida que avanza el itinerario se van formando y adquiriendo en la personalidad cristiana de cada uno.

Para reflexionar:

¿Qué medios poner para poder permanecer y perseverar en una comunidad?

JUEVES 1

Ordenación Presbiteral - Cocatedral San Nicolás el Magno, Rionegro

VIERNES 2

Curso de formación para Ministros del Canto

DOMINGO 4

Retiro espiritual para la vida consagrada

LUNES 5

5-9 Catequesis prematrimonial virtual

5-9 Quinta tanda de retiros espirituales para el clero

JUEVES 8

Evaluación y finalización I Semestre de AFPM

VIERNES 9

Día de San Efrén diácono, recepción de ministerios

· Retiro diocesano de pastoral de la salud

SÁBADO 10

Encuentro de formación de animadores y asesores de infancia

Ordenación Presbiteral - Parroquia San Rafael Arcángel, San Rafael

LUNES 12

12-16 Sexta tanda de retiros espirituales para el clero

MARTES 13

Dedicación de la Catedral Nuestra Señora de Chiquinquirá

VIERNES 16

16-17 Encuentro de seminaristas diocesanos

Jornada mundial de oración por la santificación de los sacerdotes

Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús

DOMINGO 18

Día del Padre

Creación Parroquia El Sagrado Corazón de Jesús, vereda La Meseta, El Peñol

DOMINGO 24

24-25 Retiro espiritual para estudiantes de los grados 10° - 11° y aspirantes al seminario mayor

Una de las etapas de la formación inicial de los candidatos al ministerio sacerdotal es la etapa de Sintesis Vocacional, que se realiza una vez terminen los estudios en el seminario y son enviados a una parroquia a conformar un equipo sacerdotal para vivir esta experiencia.

Es un tiempo propicio para consolidar el proceso de maduración del candidato, y a la vez, para que pueda hacer una sana transición entre la vida del Seminario y su inserción definitiva en el presbiterio diocesano. Después de haber vivido esta etapa, estos diáconos serán ordenados Presbíteros.

Julián Alfonso Rojas García

Alejandro Alzate García

Oscar Eduardo Múnera Benjumea

Julián Henao Ospina

Cocatedral San Nicolás el Magno, Rionegro

Junio 1 de 2023

10:00 a.m.

Juan Pablo Castañeda Castro

Daniel Fernando López Ramírez

Wilson Arley Giraldo Aristizabal

Parroquia San Rafael Arcángel, San Rafael

Junio 10 de 2023

10:00 a.m.

Edilson Rodrigo Galíndez Muñoz

Stiven Andrés García Cardenas

Janes Esteban Fonseca Bahos

Duver Alexis Orozco García

Damos gracias a Dios porque sigue llamando obreros para su viña, por estos hermanos nuestros que le han dado un sí al Señor, sigamos acompañando con nuestra oración para que puedan vivir un ministerio fiel y fecundo.

Solemnidad de la Santísima Trinidad

Primera Lectura: del libro del Éxodo 34, 4b-6. 8-9

Salmo 3: “A ti gloria y alabanza por los siglos”

Segunda Lectura: del apóstol san Pablo a los Corintios 13, 11-13

Evangelio: del santo evangelio según san Juan 3, 16-18

Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en Él no perezca, sino que tenga vida eterna.

Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.

En la conversación con Nicodemo, el Fariseo, Jesús de Nazaret revela la acción de Dios, de la Trinidad, en la vida de los creyentes. Muchos fariseos judíos en tiempos de Jesús esperaban un mesías juez capaz de sembrar en el mundo un “juicio divino”. Pero Jesús dice: No. Dios en el Nuevo Testamento no es un juez, sino un padre que comunica vida y ofrece a la humanidad la plenitud de la vida, así como se manifiesta y revela en el Hijo Único: Jesús de Nazaret, Dios y hombre verdadero.

Dios Padre siempre ama al mundo y tiene una manera de hacerlo: dar la vida hasta el último aliento. Así ama Dios al mundo: entrega a su Hijo para comunicar vida a todos. El Dios Abba no es pesimista, ni rechaza a la humanidad por su falta de compromiso, al contrario, es un Dios Padre enamorado de los seres humanos. Y está tan enamorado de la creación que “da a su propio Hijo, el único, para que quien crea en él tenga vida”.

Creer en el Hijo significa creer en el modelo de humanidad que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo presentan en esta historia. Creer no es la adhesión a una doctrina, sino la adhesión a una persona. La filiación de Jesús -ser el Hijo de Dios- consiste en revelar, manifestar a Dios Padre, en él, en su condición humana, pero también, como Hijo del Hombre revela, manifiesta, al ser humano en su condición divina.

En Jesús está el modelo o el referente de la humanidad. Y a quienes se adhieren a este modelo de humanidad, Jesús les regala la oportunidad de crecer y madurar su existencia, y la posibilidad de la realización plena de su vida; alcanzan una capacidad de amar que no se deja condicionar por nada, ni por nadie: “que nadie se pierda, sino que todos tengan vida eterna”.

Los fariseos pensaban en la vida eterna como una recompensa que debía obtenerse en el futuro, por el buen comportamiento en la vida presente; para Jesús, sin embargo, es una condición en el presente. La vida es llamada “eterna” no tanto por su duración indefinida, sino por su cualidad indestructible. La vida eterna para Jesús no es la promesa de una vida para el futuro, sino la plena posibilidad en el presente.

Quien vive revelando en sus acciones y decisiones cotidianas un amor semejante al de Dios Padre y su Hijo por nosotros, amor total, servicial, solidario, que se da sin esperar nada a cambio, más efectivo que afectivo, sin condiciones y sin límites, tiene ya una vida de una calidad tal que se llama “vida eterna, nada ni nadie le impide amar y servir sin esperar una recompensa. Ni siquiera la muerte puede impedir esta donación total, como Jesús en la cruz. El evangelio invita a lograr en cada jornada acciones de luz para entrar en plena sintonía y en comunión con el Dios Trinidad -Padre, Hijo, Espíritu Santo- que es luz y amor.

Para la reflexión:

1. ¿Cómo es mi relación con Dios Padre, Hijo, Espíritu Santo?

2. ¿Qué significa para mí, que Dios es Trinidad?

3. ¿Fomento la comunión y la transmisión de vida y optimismo a las personas con quienes comparto mi existencia cada jornada?

Corpus Christi

Primera Lectura: del libro del Deuteronomio 8, 2-3. 14b-16a Salmo 147: “Glorifica al Señor, Jerusalén”

Segunda Lectura: de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 10, 16-17 Evangelio: del santo Evangelio según san Juan 6, 51-58

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo».

Disputaban los judíos entre sí: «Cómo puede este darnos a comer su carne?».

Entonces Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.

Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».

Jesús se presenta como una nueva y definitiva realidad, para el beneficio de la entera humanidad: “Yo soy el pan, el pan vivo, el pan bajado del cielo. Si alguien come de este pan vivirá para siempre, y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo” (Jn 6,51). El don de Dios para la humanidad, el verdadero pan del cielo que comunica vida, capaz de superar la muerte, pasa por la carne de Jesús, a su humanidad, y el evangelista subraya este hecho con el término “carne” (en griego, sarx), que identifica al ser humano en su fragilidad.

No hay manifestaciones divinas que no se expresen en la carne, porque solo en la humanidad del ser humano Dios se hace visible, así como lo afirma Jesús a su discípulo Felipe: “Quien me ve, ve al Padre” (Jn 14,9). La fuerza de Dios se manifiesta en la fragilidad del ser humano (2Cor 12,9-10), pero un Dios manifiesto en la fragilidad de la carne se opone por completo a la imagen de un Dios omnipotente, divinidad común en la religión, el Dios distante e inaccesible (1Tim 6,16), hacia el cual el hombre debe elevarse, liberado del peso de su condición humana.

Mientras el Señor se hace carne para encontrarse con los seres humanos, ellos quieren separarse de la carne para acercarse al Señor. Y en esa dirección nunca se van a encontrar, porque en cuanto más abandonan las personas su carne, más se alejan del Dios hecho carne en Jesús su Hijo. Aquello que para los judíos era un escándalo intolerable, que el Dios Altísimo se manifestara en la carne, que pudiese ser visto y tocado, con Jesús se transforma en la realidad cotidiana para los creyentes: “Aquel que era desde el principio, aquel que nosotros oímos, vimos con nuestros ojos, aquel que contemplamos y nuestras manos tocaron, es el Verbo de la vida…” (1Jn 1,1-2).

Jesús pide exactamente beber su sangre como condición para tener la vida “Si no beben mi sangre, no tendrán vida en ustedes” (Jn 6,53). Comer la carne y beber la sangre de Jesús, le permite a todo ser humano realizar en sí mismo la filiación divina. Jesús insiste en el alimento y la bebida, porque en la nueva realidad por él inaugurada, la relación con el Padre no se realiza gracias a la observancia de reglas externas al ser humano (La Ley), sino por la profunda asimilación de la vida divina presente en Jesús (el Espíritu). El ser humano no es absorbido por Dios, sino que el Padre se comunica a él y le infunde su misma capacidad de amar.

Para Jesús, el pan bajado del cielo no es el maná, pues este no puede dar vida y, de hecho, no llevó a quienes lo habían comido a la tierra prometida. El éxodo de Jesús, realizado por la profunda y creciente asimilación de su persona, está, por el contrario, destinado a realizarse a plenitud: “Quien mastica este pan vivirá para siempre” (Jn 6,58).

Para la reflexión:

1. ¿Cuál es el significado para mí y para mí comunidad de esta solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo?

2. ¿Qué acciones concretas de mi vida muestran mi compromiso de ser pan partido y vida desgastada -es decir, Eucaristía- para los demás?

XI Domingo del Tiempo Ordinario

Primera Lectura: del libro del Éxodo 19, 2-6a Salmo 99: “Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.”

Segunda Lectura: de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5, 6 11 Evangelio: del santo evangelio según san Mateo 9, 36-10, 8

En aquel tiempo, al ver Jesús a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: - «La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies.» Y llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia. Estos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo, el publicano; Santiago el Alfeo, y Tadeo; Simón el Celote, y Judas Iscariote, el que lo entregó. A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: - «No vayáis a tierra de gentiles, ni entréis en las ciudades de Samaria, sino id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis.»

El texto de Mateo 9,36-10,8 es usado con frecuencia en las jornadas vocacionales, en particular, para orar por los ministros ordenados, por los religiosos y religiosas. Pero la invitación de Jesús es para todo ser humano que vive su experiencia de Dios. Jesús de Nazaret ve a las gentes como ovejas sin pastor. Esta frase inicial “como ovejas sin pastor”, trae a la memoria un texto de la Biblia hebrea. En el libro de los Números 21,17, Moisés debe buscar un sustituto y lo encuentra en Josué: “Esta bien elegir un hombre valioso, para que el pueblo no sea como una grey sin pastor”. Moisés busca hombres idóneos para cuidar al pueblo.

Pero en tiempo de Jesús estos liderazgos religiosos son un fiasco total, ellos no solo abandonan y descuidan a las gentes, sino que abusan con su poder, explotan y esquilman a los peregrinos y hasta usan amenazas para aumentar su poder y prestigio. Jesús se hace cargo de su pueblo perdido y cansado, y con las actitudes de compasión comunica su fuerza vital a ellos, su Espíritu para liberarlos de esta realidad opresora.

Es la situación dramática del pueblo, sin guía ni orientador, se consumen las pocas fuerzas que quedan. Un pueblo cansado y sin corazón, en esas condiciones arriesga perderse, Jesús interviene “es movido a compasión”. No es un sentimiento con quien está mal, sino la total solidaridad efectiva ante las necesidades de las personas.

Jesús obra la misericordia de su Abba; actúa ante una situación de necesidad, no permanece neutral e impasible. Frente a la realidad dramática de las gentes hará todo contra las causas de esa situación. Hay dos realidades: la situación dramática del pueblo que vaga sin guía ni orientación, sin un punto de referencia preciso, mientras pierde poco a poco sus fuerzas. De otro lado, Jesús constata la amplitud de la misión. La mies es abundante, pero faltan personas disponibles para colaborar con el dueño de la mies para llevar el trabajo a buen término.

Jesús les pide a los discípulos estar disponibles para servir al Señor de la mies, ser operarios y colaboradores, para comunicar plenitud de vida a todos. El pueblo no tiene pastor y quienes pretenden ese título -los jefes religiosos judíos-, hasta ahora son ladrones y sacrifican al pueblo para favorecer sus intereses.

Además, los líderes buscan apoderarse de la mies, se presentan como los dueños de la cosecha y no se consideran trabajadores de la viña del Señor, sino, por el contrario, los amos. Jesús les recuerda a los discípulos que nadie más es dueño de la mies, solo Dios, El Señor. Y los discípulos son todos trabajadores, colaboradores del Reino al cual llegan como invitados. Si la comunidad olvida su rol de trabajo y servicio, de colaboración solidaria, entonces, bloquea el testimonio de Jesús y del Reino. El proyecto de nueva familia y de comunidad solidaria pierde su horizonte.

Para la reflexión:

1. ¿Qué compromiso me pide el Señor en mi vida de fe?

2. ¿En mi oración dejo el protagonismo a la acción de Dos?

Domingo

XII Domingo del Tiempo Ordinario

Primera Lectura: del libro de Jeremías 20, 10-13 Salmo 68: “Señor, que me escuche tu gran bondad” Segunda Lectura: de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5, 12-15 Evangelio: del santo Evangelio según san Mateo 10, 26-33

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay encubierto, que no llegue a descubrirse; ni nada hay escondido, que no llegue a saberse. Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a la luz, y lo que os digo al oído, pregonadlo desde la azotea. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No; temed al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la “gehenna”. ¿No se venden un par de gorriones por un céntimo? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo: valéis más vosotros que muchos gorriones. A quien se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre que está en los cielos».

De acuerdo con las palabras Jesús, ser testigos del Evangelio, tiene riesgos: ser rechazados por las gentes, la incomprensión, presionados a decir solo cuanto los jefes o líderes quieren oír. El anuncio no es color de rosa, o sin espinas. El testimonio debe ser íntegro, incluso cuando genera incomodidad o malestar por su exigencia.

Jesús envió a los discípulos a ser testigos de buenas noticias (Evangelio) y les advierte que encontrarán una oposición mortal, al menos, desde tres ámbitos donde se ejerce y es fundamental el poder: en la religión, donde el poder se ejerce en nombre de Dios; el estado, donde el poder es ejercido por los gobernantes, en nombre del rey, el presidente, el emperador; y la familia donde el padre, entre los judíos, tiene poder absoluto.

Pero Jesús, invita a no tener miedo porque Dios está siempre de parte de los pobres, de los débiles, de quienes anuncian y defienden la vida, incluso delante de quienes buscan eliminarla. Tres veces Jesús dice: no tengan miedo. No teman. El número tres indica una acción com- pleta en el tiempo (pasado-presente-futuro). La primera vez, Jesús dice: “no tengan miedo de ellos, porque no hay nada oculto que no sea revelado, ni nada escondido que no llegue a conocerse”. El poder, mal ejercido cubre y esconde.

Los jefes religiosos, por su parte, amparados en su prestigio infunden miedo a las personas y familias. Jesús, por segunda ocasión, invita a no temerles. El testimonio del Evangelio revela el verdadero rostro del Abba. Y desenmascara las intrigas y las tramas de los dirigentes religiosos.

Jesús invita a no temer a las tinieblas, ni a la oscuridad. Debemos ser testigos en la luz, en pleno día, y lo que se escucha al oído gritarlo desde las terrazas y azoteas. Buscar los puntos más altos de los pueblos y aldeas para ser testigos de Jesús: hay un padre compasivo que extiende su amor a todos y nadie debe sentirse excluido. Que todas las personas puedan escuchar este anuncio alegre y experimentarlo. Las persecuciones desencadenadas por ser testigos no callan a los discípulos, al contrario, los hacen más valientes.

La última invitación es a reconocer a Jesús, es decir, ser reconocidos como discípulos de Jesús de Nazaret porque tomamos decisiones idénticas a él. Jesús ya dijo: ustedes son luz del mundo. Es la actitud del discípulo cuando hace visible la acogida de Jesús, de su palabra y de sus acciones a favor de los demás. El único distintivo del discípulo es un amor que se hace servicio. Los comportamientos revelan al discípulo de Jesús como tal. Debemos renunciar a nuestro pasado injusto, para no terminar como Pedro negando a Jesús. Pedro negó de manera completa a Jesús -tres veces-. Renunciar o renegar de sí mismo, no significa frustrar la propia existencia, sino realizarla a plenitud.

Para la reflexión:

1. ¿He compartido riesgos con otros testigos de Jesús en los procesos de evangelización? ¿Cuáles?

2. ¿Sigo firme en mi fe y ayudo a otras personas a fortalecer su propia vivencia de fe?

Aunque la ciudad es escenario de las nuevas tendencias de pensamiento, y surgimiento de ideologías con marcada tendencia elitista, las expresiones populares de base, como en ejercicio de resistencia y preservación, ha logrado subsistir, a pesar del aislamiento en que se ve sometido por la dominación e injusticia, que le llevan a la pobreza.

Entre esas expresiones populares, las manifestaciones religiosas logran que en la ciudad los grupos barriales o las afinidades territoriales de colonias, se mantengan, gracias, entre otros factores, a la religiosidad popular. Es ella como una mística que permea las relaciones humanas, familiares y sociales dentro del pueblo. Es como un patrimonio valiosos que el pueblo aprecia, cuando todo lo han perdido o se les ha negado.

Afirma Aparecida 259: “Las formas de la piedad católica popular han brotado de la encarnación de la fe cristiana en distintas culturas populares. La piedad popular es la forma peculiar de vivir la fe de la mayoría de los católicos en una determinada modalidad cultural. Ella constituye una “viva experiencia espiritual”, una “verdadera experiencia teologal”, convertida en una “fuerza activamente evangelizadora” (Puebla, 396), en la ciudad.

Llegar a “tocar” la ciudad, como primera experiencia para la pastoral urbana, requiere acercarse a la piedad popular con la mirada del Buen Pastor que no busca juzgar sino amar (cf. E.G. 125). No se trata de analizarla desde fuera sino desde dentro, lo cual implica observarla, tocarla, escucharla, sentirla; en una palabra, involucrarse con el pueblo en sus manifestaciones espirituales, místicas, de fe y religión, no como el observador crítico sino como el pastor camínate.

La tentación de mirar con desprecio o indiferencia al pueblo creyente en sus expresiones de fe tradicional, hace olvidar que lo que el teólogo expresa en conceptos, el pueblo lo expresa en símbolos y signos, habi tualmente más profundos, dada la elementalidad básica de su fe, sin atajos. Además, el pueblo integra el signo con la celebración y la fiesta, lo que no siempre sucede con el teólogo, más amigo de los concep tos que de la fe que los sustenta.

La Pastoral Urbana, para ser íntegra e integradora, deberá atender con respeto y creatividad los sentimientos populares, sin considerarlos insuficientes para impulsar acciones misioneras; en contraste con la sobrevaloración de espiritualidades de reciente surgimiento, como si fueran éstas de mejor o mayor relevancia. En verdad, estas realidades deben ser evangelizadas en una acción pastoral innovadora, pero sin olvidar aquellas, pues contienen una tradición que debemos valorar y agradecer.

1. ¿Cuál es la expresión de Religiosidad Popular más relevante en tu pa rroquia o comunidad?

2. Señala dos fortalezas y dos riesgos de tu comunidad, respecto de la Religiosidad Popular

Por: Pbro. Héctor Efrén Ramírez Montes Delegado para la Pastoral Misionera

El vaticano II afirma claramente que el fin especifico de la actividad misionera es la proclamación de Jesucristo y la formación de la comunidad de creyentes. “La Iglesia es por su propia naturaleza misionera” (AG, 2). La Iglesia en misión es siempre un instrumento para la construcción del reino.

Dios, en efecto, nos ha dado la fe para unirnos a Él, compartiéndola con los demás. Las palabras del apóstol San Pablo “Ay de mí si no anuncio el Evangelio” (1 Cor 9,16), son las que movilizan y despierta en el misionero el deseo de un mayor compromiso en el campo de la evangelización.

Si la iglesia es misionera, todo bautizado es misionero por excelencia. Algunos por su ministerio sacerdotal o por sus votos de consagración, viven experiencias puntuales de ir a otros lugares a colaborar en la evangelización y a ello se le conoce como experiencias misioneras.

La misión no es ir a ocupar los lugares que otros no quieren asumir, o ir a pasar dificultades (que las pueden haber); sino que ir a misión, implica tener la convicción de que el aporte y ayuda pastoral que se puedan dar, son una cooperación con las iglesias hermanas, donde también hace falta una ayuda más eficaz. También es ir con la certeza que Dios obra a través del misionero, para seguir transmitiendo a todos la Buena Nueva de su salvación.

Estos dos gestos, deben acompañar toda acción misionera: curar de la desidia, de la falta de esperanza, de la falta de fe a tantos hermanos que carecen de todo ello; y comunicar el convencimiento de que, a pesar de las fallas cometidas, Dios sigue apostando por la persona y da una nueva oportunidad de reconciliación y perdón.

Hay que tener en cuenta, que como todos estamos llamados a ser misioneros; esto no es cosa de unos pocos, o de solo los sacerdotes o religiosas; sino que este deseo de comunicar el Anuncio, se da en quienes han experimentado la “cercanía de Dios en Jesús, esta cercanía de Dios que es Jesús”.

Para reflexionar:

¿Cómo bautizado, te sientes llamado a la misión?

¿Cómo podrías ser misionero en tu lugar de trabajo, de estudio, de apostolado?

¿Has tenido experiencias de misión en otros lugares? ¿Cuáles son las mayores dificultades? Y ¿cuáles las fortalezas y aprendizajes?

Todo ser humano está llamado a una vocación particular, a expresar sus más nobles sentimientos a través de diversas manifestaciones que tiene como finalidad el agradar a Dios y tener como fin en la vida humana la felicidad, siendo así, la vocación es un proyecto divino, pero profundamente humano (GS 11). Es pues importante destacar la misión que cumplen las estructuras visibles en atraer, cautivar y despertar sentimientos en los hombres, asimismo como los diferentes agentes de pastoral que hacen de la Iglesia no solo una estructura visible sino un movimiento vivo de evangelización.

Valdría la pena destacar la obra que realiza el ambiente parroquial en el fomento y cultivo de las vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa, la profunda inquietud que causan en las personas de corta edad la intensidad de la actividad apostólica de los agentes de pastoral, el misterioso encuentro con la vida de los sacerdotes que inquietan a todos quienes los ven en la celebración de los sacramentos, en la liturgia donde se ve reflejada y trasparentada la verdad de la belleza de Dios y en otros tantos escenarios de la vida parroquial, donde la misión de la Iglesia se hace visible en las estructuras y personas.

Es preciso afirmar que el seguimiento y el despertar vocacional se da también por contacto con el minis- tro sacerdote: su vida, labor, actividad y todo el misterio que encierra su vida sacerdotal se convierten en espacios de testimonio de evangelización y pastoral vocacional . Es por esto, que hoy es apremiante para todos los sacerdotes y consagrados hacer visible la acción evangelizadora que muestra y refleja el afán de buscar a Dios, de anunciar a los hombres la alegre noticia de la salvación, que muestra la felicidad y libertad que hace de los hijos de Dios hombres de entrega y vocación.

Que nuestras parroquias e instituciones se conviertan cada vez más en lugares propicios para que nazcan y florezcan las vocaciones, que la actividad de los agentes de pastoral sea cada vez más fecunda y abnegada y que todos los bautizados nos comprometamos a irradiar la alegría que da el encuentro con Cristo, para que se dé también en los ambientes parroquiales el afán y deseo de niños y jóvenes por seguir este proyecto de Iglesia, que es la vocación a la cual Dios llamó en otro tiempo, pero que hoy también lo sigue haciendo en el contexto de las comunidades, donde Él mismo se muestra como un proyecto personal de salvación y que su seguimiento se nos muestra como proyecto de Iglesia en el que todos debemos estar comprometidos.

¿Se muestra atractiva la vida sacerdotal para niños y jóvenes?

¿Cómo hacer atractivo este proyecto de Iglesia?

¿Cuál es el ambiente o escenario parroquial que más fomenta el cultivo de las vocaciones sacerdotales y religiosas?

Nadie escoge el compromiso de una vocación para llegar a ser infeliz y desdichado. Cuando asumimos el estilo de vida de una vocación determinada, tenemos la voluntad decidida de alcanzar poco a poco la realización de nuestros ideales, los cuales apuntan siempre al bienestar personal, familiar y social.

Es imprescindible buscar el bienestar en cada estilo de vida, siendo capaces cada vez más, de equilibrar las responsabilidades y el trabajo con el crecimiento personal y una buena experiencia existencial.

En redes sociales abundan imágenes con reflexiones directas que apuntan esta idea de manera punzante… algunas dicen:

“La vida es muy corta como para tener el trabajo equivocado”.

“Nuestro tiempo en esta tierra es demasiado pasajero como para compartirlo con las personas equivocadas”.

“Es tonto e insensato quien dedica los días de su vida a hacer lo que no le gusta”.

Podemos encontrar también en la palabra de Dios expresiones realistas que dan cuenta de algo similar:

“¡El hombre! Como la hierba son sus días, como la flor del campo, así florece; pasa por él un soplo, y ya no existe, ni el lugar donde estuvo vuelve a conocerle”. (Salmo 103, 15 - 16)

“El hombre es semejante a un soplo, sus días, como sombra que pasa”. (Salmo 144, 4)

“El hombre, nacido de mujer, corto de días y harto de tormentos”. (Job 14, 1)

Es sano y noble comprender con realismo las circunstancias de la existencia, sin olvidar el gozo y el disfrute de esta increíble experiencia de estar vivos. También es sano afirmar que el objetivo de la respuesta vocacional no tendría por qué ser diferente.

Comprendemos que el llamado de Dios a la vida de especial consagración tiene como finalidades fundamentales la glorificación del creador y nuestra realización como seres humanos. No acogemos este llamado de Dios para resignarnos a un estilo de vida que poco a poco nos va mermando la experiencia existencial y mucho menos para hastiarnos de la vida, hasta el punto de lamentarnos por aquello que escogimos.

¿Esto sucede? ¡Claro!

Y es tema de reflexión necesaria.

No está bien que los vocacionados, hombres y mujeres en los seminarios y en comunidades religiosas, poco a poco vayan perdiendo la alegría de esta opción, agobiados y lastimados por un estilo de vida que les atrapa en medio de la vorágine de sus miles de condiciones y compromisos.

No está bien que los ya consagrados, sacerdotes, religiosos y laicos comprometidos, sufran el rigor de circunstancias que, por alguna razón, no velan por el bienestar del estilo de vida vocacional.

Dirán muchos que la vocación se basa en la entrega y el sacrificio y no tanto en el disfrute y la satisfacción, cuando en realidad todas las anteriores son condiciones innegociables.

Pero ante el reducido espacio de esta página y el deseo de profundizar más en esto, preguntémonos por ahora…

¿Crees que la vocación, vida consagrada, vida matrimonial, soltería, entran en contradicción con el disfrute de la misma vida?

¿Qué está generando los altos índices de insatisfacción y frustración en las diferentes opciones vocacionales?

¿Disfrutas y vives con alegría tu vocación personal?

La Doctrina Social de la Iglesia (DSI) es la carta de navegación y el fundamento de la labor que adelanta la Pastoral Social Diocesana. En sus principios de solidaridad, subsidiariedad, bien común y dignidad de la persona humana se apoyan las delegaciones de Acción Caritativa y Misericordia, Vida, Justicia y Paz y Promoción Humana, respectivamente. Es por lo anterior, que estos pilares se constituyan en la formación general de nuestros agentes de pastoral social.

Haciendo mención al año del Matrimonio y la Familia en la diócesis, es conveniente revisar cómo se están poniendo en práctica estos principios en nuestros hogares, si se tiene en cuenta que La Doctrina Social de la Iglesia (DSI), considera a la familia como “primera sociedad natural, titular de derechos propios y originarios. Es el centro de la vida social y el lugar primario de relaciones interpersonales, la célula primera y vital de la sociedad”, pero ¿qué está ocurriendo actualmente? parece que ya no importa el cuidado y la lucha por conservar la integridad, el amor y la unidad de la familia, vivimos en un constante agite por “el desarrollo” y en actitud de “mantenernos a la vanguardia” en tecnología y elementos suntuosos y otras tantas cosas que nos distraen de lo realmente importante como lo es, el amor, la comprensión, la tolerancia, el respeto por el otro, la caridad y la lucha por la justicia social.

Por: Daniel Zayas Macías Facilitador

Con el Bien Común, se busca que todos los miembros de la familia se unan en búsqueda de dar cumplimiento a un mismo objetivo. Desde el derecho canónico existen unas propiedades y unos fines del matrimonio: la unidad, la indisolubilidad, el bien del cónyuge y la procreación y educación de los hijos, pero ¿cuántos matrimonios fracasan por no tener esto claro y se desfigura el sacramento como un mero acto social?

La Subsidiaridad y la solidaridad, aplican desde el apoyo a los más vulnerables; es ponerse en actitud de servicio dentro del hogar con aquel miembro que presenta más dificultad para salir adelante por sí solo.

Finalmente, sobre la Dignidad de la Persona Humana, hablamos de reconocer al otro independientemente de la situación en la que se encuentre, es decir, todos tenemos la misma dignidad como hijos de Dios.

Para llevar a reflexionar en torno a nuestro papel como familia, es de suma importancia preguntarnos:

¿Cómo estoy poniendo en práctica al interior de mi familia los principios de bien común, de subsidiaridad y solidaridad que la DSI enseña?

Como familia, ¿de qué manera hemos puesto al servicio de otros estos principios la DSI?

“Existen muchas causas por las cuales estoy dispuesto a morir, pero ninguna por la cual esté dispuesto a matar”

Por: Sandra Lucía Espinal Mag. en Educación con énfasis en DDHH

Con las muertes violentas de jóvenes hinchas del futbol en Antioquia y las múltiples agresiones a nivel nacional, se develan una serie de miedos que agobian a los ciudadanos y los limitan en el uso de sus libertades, con lo cual se deteriora el concepto de seguridad y los lazos de solidaridad que caracterizan la vida en comunidad. Algunos datos superficiales y rápidos bosquejan un panorama, no como radiografía completa pero sí muestra algunos indicadores con los que se compone un escenario que resulta aterrador y exacerba los miedos pasando por no poder movilizarse libremente, participar de ciertos espacios, hasta portar una camiseta de uno u otro color.

“Medicina Legal reveló que, entre enero y marzo de 2023, en el país se han registrado 4.067 muertes violentas, de las cuales 2.231 corresponden a homicidios, 1.354 a muertes en accidentes de tránsito y 482 a suicidios” (Idroba, 2023). Así mismo “(…) reveló que en tres meses del año se han registrado 27.651 casos de violencia en todo el país, de los cuales 13.993 corresponden a violencia interpersonal, 6.663 a violencia de pareja, 3.773 presunto delito sexual y 3.262 a casos de violencia intrafamiliar” (Idroba, 2023).

En cada una de las publicaciones que se conocen acerca de muertes violentas, se evidencia la nula capacidad de relacionarse en las discrepancias, con el que piensa diferente, con quien no comparte gustos e ideas. En este horizonte se hace urgente preguntarse por la influencia de los sentidos socialmente compartidos, el papel de los medios de comunicación y las redes sociales, que exacerban los odios y las salidas violentas para dirimir los conflictos.

Los miedos actuales tienen el sello de la modernidad que atravesamos como sociedad, es decir, una modernidad líquida, flexible, voluble, en la que los modelos y estructuras sociales no tienen la pretensión de permanencia y de estabilidad sino de rapidez, de ciclos cortos y de volatilidad (Milcía des, 2013). La sociedad actual cada vez más mediática, brinda datos e informaciones constantes incremen tando sensaciones, reacciones, senti mientos de inseguridad y los instintos reaccionarios ante cualquier manifes tación en el que con fundamento o no, se sienta la amenaza.

Cada vez más, se apela al uso de la violencia y su justificación para utilizarla como respuesta a cualquier tipo de situación, la validación colecti va como mecanismo de protección para enfrentarse a las posibles amena zas que trae consigo el extraño, el diferente, el que no piensa igual, lleva a convertir la comunidad en campos de batalla donde la palabra, el diálogo, la conciliación pierde sentido, una sociedad temerosa es la que no anali za las causas, se deja llevar por las apariencias y poco por las realidades. De tal manera, es necesario ir mas allá de lo que vemos y escuchamos, inda gar más sobre lo que sucede, pregun tarse por las causas, consecuencias y situaciones, buscando en el dialogo la herramienta perfecta para poner en el centro la vida, su cuidado, protección y respeto, en todo momento.

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