Segundo Domingo de Cuaresma Observa la naturaleza, mira como se trasforma al iniciar la Primavera
A veces nos preguntamos: ¿Por qué renovarnos? En nuestra vida, al igual que la naturaleza, en cuaresma. La Cuaresma, es un tiempo para renovarse. También, nosotros necesitamos de un proceso de renovación, muchas veces doloroso, pero que merece la pena y que dará a nuestra vida una especial energía e intensidad, a la vez que permitirá realizar altos vuelos. Veamos como puede ser posible. ¿Qué cosas tengo que hacer para cambiar? ¿Cómo hacer esta segunda semana para sentirnos transformados, transfigurados por este amor de Dios, que descubrimos en su Palabra? Es importante tener en cuenta que el Padre Dios nos pide en este texto: Que escuchemos a Jesús. Hoy vamos hacer una lista diferente: Leer un trozo de la Palabra de Dios, Ir a Misa en Familia. Confesarme, Visita la iglesia. Por un día no veré T.V. Rezar antes de las comidas y antes de dormir. Dar la bendición cuando los hijos salgan de casa. El jueves por la tarde en el Templo se expone el Santísimo. El viernes ir al Templo y rezar el Vía Crucis. Diócesis de Querétaro. Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús Templo de Santa Clara Ediciones “Verbum Vobiscum” 2013
24 de febrero de 2013
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 28b-36 En aquel tiempo, Jesús se hizo acompañar de Pedro, Juan y Santiago y subió a un monte para hacer oración. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se hicieron blancas y relampagueantes. De pronto aparecieron conversando con él dos personajes, rodeados de esplendor: eran Moisés y Elías. Y Hablaban de la muerte que le esperaba en Jerusalén. Pedro y sus compañeros estaban rendidos de sueño; pero, despertándose, vieron la gloria de Jesús y de los que estaban con él. Cuando estos se retiraban. Pedro le dijo a Jesús: — “Maestro, sería bueno que nos quedáramos aquí y que hiciéramos tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. Sin saber lo que decía. No había terminado de hablar, cuando se formó una nube que los cubrió; y ellos, al verse envueltos por la nube, se llenaron de miedo. De la nube salió una voz que decía: — “Este es mi Hijo, el escogido, escúchenlo”. Cuando cesó la voz, se quedó Jesús solo. Los discípulos guardaron silencio y, por el momento no contaron a nadie nada de lo que habían visto. Palabra del Señor Entender: Hacemos un rato de silencio, para que la Palabra de Dios pueda anidar en nuestros corazones… Lee otra vez el pasaje del evangelio. ¿Qué necesitas aclarar en este trozo bíblico? ¿Qué pasó con Jesús en el monte? Ante la experiencia espiritual que tuvieron Jesús y sus discípulos, ¿cómo reacciona Pedro? Y Jesús, ¿qué hace? ¿Cuál es el mensaje central, que descubres en el relato de la Transfiguración del Señor? Por cierto Jesús era un hombre muy espiritual, pero no espiritualista. No se quedó en las nubes. Siempre baja a la realidad. ¿Qué podemos hacer para que nuestra iglesia aterrice? ¿Cómo poner el práctica la invitación de Dios Padre de escuchar a Jesús?
Comentario del texto: Transfigurados para servir. En el episodio de la Transfiguración de Jesús, el Padre confirma su misión presentándolo como su Hijo querido e invitando a escucharlo. Por un instante, los tres apóstoles alcanzan a vislumbrar el misterio trascendente de Jesús. Por un instante, se abre el cielo, y se nos recuerda la gloria de la primera alianza en el Sinaí (Éx 24, 9-18). Pero aquí Moisés, junto con el profeta Elías, está simplemente acompañando a Jesús, el Hijo querido. Ellos sólo están representando al Antiguo Testamento, que da paso al misterio del Mesías, la gloria del que viene a cumplir las expectativas del pueblo de la primera Alianza. Los apóstoles quieren prolongar esa maravillosa experiencia, pero deben bajar de la montaña y caminar con Jesús hacia la pasión, porque lo más importante todavía no ha sucedido. Seguramente, a partir de esa experiencia, mirarán a Jesús con otros ojos, y percibirán que, detrás de la sencillez de su humanidad terrena, se esconde la majestuosidad de la gloria, la hermosura radiante que ellos por un instante alcanzaron a vislumbrar. Cuando tenemos una experiencia maravillosa en la cima del monte, nos cuesta bajar a la fiebre de la ciudad. Pero allí, en medio de las preocupaciones y tensiones de la vida cotidiana, nos basta recordar que existe la paz de la cima de los montes. Esa paz existe aunque ahora nosotros estemos inmersos en las preocupaciones y angustias de la vida cotidiana. Nosotros muchas veces tenemos experiencias maravillosas de encuentro con el Señor, y quisiéramos prolongarlas, pero él nos llama a bajar de esa montaña para hacer un camino de servicio y de entrega generosa. También es cierto que muchas veces, en medio de las pruebas, el solo recuerdo de esas hermosas experiencias de belleza y de amor nos da fuerzas para seguir adelante. Es importante tener en cuenta que el Padre Dios nos pide en este texto que escuchemos a Jesús. Jesús, que nos ha revelado la verdad, necesita un oído atento, un corazón abierto para escucharlo.
Voz de nuestros obispos. Tomado de la Exhortación Pastoral del Episcopado Mexicano sobre la misión de la Iglesia en la construcción de la paz, para la vida digna del pueblo de México “Que en Cristo Nuestra Paz México tenga Vida Digna” del 15 de febrero de 2010.
145. Cristo es el modelo perfecto de cómo se vive la vida; Él mismo es la vida divina que se nos comunica. Él es la medida, el hombre verdadero, la medida del verdadero humanismo. Por ello estamos convencidos que la transformación interior de la persona humana, en su progresiva conformación con Cristo, es el punto de partida esencial de una renovación real de sus relaciones con las demás personas... Se llega a ser discípulo por el encuentro personal con el Señor Jesús, que nos revela plenamente el misterio de Dios. 151. Los fieles laicos, incorporados a Cristo por el bautismo, son hombres y mujeres de la Iglesia en el corazón del mundo y, al mismo tiempo, hombres y mujeres del mundo en el corazón de la Iglesia. Su misión propia y específica es contribuir a la transformación de las realidades y la creación de estructuras justas según los criterios del Evangelio. 153. La Eucaristía, fuente y cumbre de la vida eclesial y proyecto de solidaridad para toda la humanidad, actualiza en todos los discípulos misioneros de Jesucristo la vocación y misión de ser artífices de paz. En efecto, quien participa en la Eucaristía de manera activa, consciente y responsable, «aprende de ella a ser promotor de comunión, de paz y de solidaridad en todas las circunstancias de la vida.» En medio de las situaciones de violencia los cristianos somos interpelados «a vivir la Eucaristía como una gran escuela de paz, donde se forman hombres y mujeres que, en los diversos ámbitos de responsabilidad de la vida social, cultural y política, sean artesanos de diálogo y comunión.»