Los dioses del agua

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Los dioses del agua.


Los dioses del agua


Presentación Los dioses del agua aborda la relación que los humanos han establecido con el agua, a través de la reinterpretación de mitos de distintas culturas del mundo. Se trata de un proyecto educativo que busca acercar a los niños colombianos, de forma lúdica y divertida, al tema del agua y su importancia en nuestra vida cotidiana. El principal interés de este proyecto es brindar a profesores y padres de familia materiales de fácil acceso, que pueden ser compartidos a través de diferentes plataformas y que no requieren de muchas herramientas tecnológicas ni de banda ancha. El objetivo es que los niños en lugares apartados del país o que no cuentan con computadores y acceso a internet, puedan escuchar y utilizar estos contenidos a través de los celulares de sus padres. Así mismo, los profesores pueden monitorear sus actividades también a través de sus celulares (por ejemplo durante la pandemia, cuando los niños no pueden ir a la escuela y deben aprender en línea) o pueden utilizar el material escrito para hacer actividades en clase.


Colectivo Aluvial Equipo de producción: Guión: Juan Diego Arias Edición y corrección de estilo: Luisa Cano, Lina Duarte y Natalia Torres Voz: Karen Agudelo Sonidista: Daniel Bonet Ilustraciones: María Camila Ramírez Enlace del proyecto: https://aluvial.bandcamp.com/


Ă?ndice OcĂŠano

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Moni Mekhala

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Nyami Nyami

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Los pasos de los frailejones

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Océano Basado en un mito griego Hace mucho, mucho, pero mucho tiempo, el agua, el charco, el mar que separa por un lado a Colombia de Europa y, por el otro, a Colombia de Japón era un dios. El dios Océano, o titán, porque así llamaron a los primeros dioses. Era hijo de Gea, que era la tierra, y de Urano, que era el cielo. Cuando el mundo era un caos, antes del big bang, la tierra, Gea, se desparramaba como un aceite por todo el espacio porque no había qué la contuviera, entonces le dijo a Urano, el cielo, que fuera sus paredes y ella pudiera quedarse quieta. Ahí, en ese momento, cuando Urano contuvo a Gea engendraron al dios Océano. Por eso, cuando uno va al mar y mira al fondo uno no sabe dónde termina el mar y dónde comienza el cielo y uno mira a la playa y tampoco entiende cuándo la tierra se convirtió en agua. Océano tuvo muchos hermanos, pero el menor era el más difícil de manejar. Como era el más pequeño necesitaba más atención. Era Cronos, dios de la cosecha, hijo del cielo y de la tierra y hermano del mar. Cronos estaba muy bravo con su papá, porque no dejaba que sus hijos miraran el cielo y 3.


los tenía a todos metidos dentro de la tierra. Por eso Gea le dijo a Cronos que le ayudara a tumbar a su papá, a Urano, que era el rey de los dioses. Cronos estuvo de acuerdo, se enfrentó con él y con su guadaña... le cortó el pipí. Cuando Urano se vio derrotado, le dijo a su hijo que sus descendientes iban a hacerle lo mismo a él. Y Cronos se volvió el rey de los dioses. Pero se volvió un mal rey, porque se la pasaba paranoico pensando todo el día en quién lo iba a destronar y a los hijos que tenía se los comía. Pero al final fue verdad. Uno de sus hijos, Zeus, el dios del trueno, se escapó, organizó a los hermanos que quedaban vivos y a otros dioses para pelear contra Cronos. Pelearon los dioses jóvenes liderados por Zeus y los dioses viejos liderados por Cronos. Y ganaron los jóvenes, que cogieron a los dioses viejos y los metieron en una prisión en el fondo, fondo de la tierra. ¿Y Océano? Fue de los pocos dioses viejos que no peleó. Por eso es de los pocos dioses viejos que quedan en el universo. Nunca peleó y por eso también el mar es sinónimo de paz. Uno mira el mar y se siente en paz. Océano, como no fue a la guerra, pudo tener hijos. Pero no se conformó con uno o dos, ¡dicen que tuvo tres mil! Los tuvo con una de sus hermanas, otra de las que no fue a la guerra: Tetis, la diosa del agua dulce. Entre Océano, el mar, el agua salada, y Tetis, el agua dulce, tuvieron como hijos a todos los 4.

ríos, arroyos, manantiales, estanques, lagos... todo charco, fluyente, pedazo de agua, etcétera. Por eso, también, cada fuente de agua tiene vida. No son ahí un reguero de agua nada más, sino que son hijos e hijas de dioses, es decir, dioses también y por eso tienen nombres. Les dicen oceánides o ninfas. Y como son dioses, ninfas, seres con vida, a veces los ríos o las cataratas son suaves y calmados y otras son fuertes y violentos. Una vez, pero esto es un secreto, una ninfa que era un río se enamoró de un hombre y el hombre también se enamoró de ella. El hombre se llamaba Dafnis. Su mamá lo había abandonado en una montaña. Allí lo encontraron unos pastores que decidieron cuidarlo y formarlo como pastor. Un día, se acercó con su rebaño al único río de la montaña y vio a una ninfa, la ninfa de ese río, Nomia, desnuda. Ella salió corriendo, indignada de que un simple humano la hubiera visto así. Pero Dafnis había quedado enamorado, entonces salió detrás de ella, la alcanzó y le dijo: “Te amo y quiero estar contigo”. La ninfa le dijo que estaba loco, ella era una ninfa, él un humano. Y se fue. Pero Dafnis siguió y siguió persiguiéndola hasta que, bueno, Nomia aceptó, pero, eso sí, le puso una condición: no podía estar con otra mujer, sino lo volvía ciego. Él estaba tranquilo, así de enamorado estaba de Nomia. Lo que no sabía es que una princesa, otra simple humana, era rival de Nomia, la ninfa. Esta princesa tenía entre su reino la montaña en la que vivían 5.


Dafnis y Nomia y envidiaba tanto a la ninfa que quería secar su río. Quería acabar con el agua de la montaña. Sus consejeros le decían que era mala idea, pues secar el río era acabar con la montaña. Pero cuando ella se paraba en su castillo y veía a la ninfa acostada en el río dándole de beber a los animales no podía controlar su odio. No podía creer que alguien fuera más importante que ella. “Si se seca el río, quedo yo”, les dijo a sus consejeros, “Y si estoy yo, haré lo mismo que hace el río”.

dónde cree que toda esta montaña saca su vida sino es de este río también? ¿Qué necesita el árbol para crecer? Agua. ¿Qué necesita el pasto para vivir? Agua también. Y yo soy el agua, la vida de esta montaña, ¿y usted prefirió estar con una princesa que quería secar el río que con Nomia que es la vida?” “Me ofrecieron dos monedas de oro”, alcanzó a contestarle Dafnis, con el poco aliento que le quedaba. “¿Prefirió dos monedas de oro a todo un río? ¡Es que es ciego!”.

Por eso decidió a engañar a Dafnis. Lo invitó un día a su castillo, pero Dafnis, desconfiado, le dijo que no, que claro que no, que por qué iba a ir al castillo. Entonces ella le ofreció dos monedas de oro. ¿Y uno cómo le dice que no a dos monedas de oro? Dafnis fue. La princesa le dio comer y beber hasta que lo emborrachó y estando así le fue infiel a Nomia.

Y Océano cumplió el castigo. Desde ese día, a Dafnis solo le sirvieron los ojos para llorar. Se alejó de su rebaño. Andaba solo pero, como estaba ciego, no podía andar mucho. Andaba y lloraba... y lloraba tanto, que sus amigos pastores se apiadaron y le regalaron una flauta, con la excusa de que la música alegra los corazones. Él no sabía tocar, pero al no tener nada más que hacer aprendió todos los sonidos que le podía sacar al instrumento. Tocaba la flauta y cantaba. Pero como era tan hondo su dolor, solo podía tocar música triste. Nunca, ningún hombre, había tocado música triste. El primero fue Dafnis. Por eso dicen que el mar no vale ni todo el oro del mundo: pues cualquiera va a estar triste si se aleja del mar.

Cuando Dafnis se dio cuenta de su error corrió a ver a Nomia. Pero ya la princesa le había contado... Dafnis le pidió perdón, se arrodilló frente a ella, pero Nomia es una diosa, hija de Océano y Tetis, y ni siquiera le habló. La ninfa habló con Océano, su padre y él no tuvo piedad. Con su voz grave de dios viejo le dijo a Dafnis: “Cuando su rebaño, de donde saca comida, leche y lana para vender, tiene sed, ¿a dónde lo lleva?” “A este, su río, el Nomia”, le respondió Dafnis. “Y cuando usted, Dafnis, tiene sed, ¿a dónde viene si no es también a este que es mi río? ¿Ve otra fuente de agua?”. Dafnis le tuvo que decir que no. “¿Entonces...”, le volvió a decir el dios antiguo, “...de 6.

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Actividad 1: Invéntate un dios Invéntate un dios del agua como los que aparecen en esta historia y otros tres personajes que lo acompañen. Estos últimos pueden ser otros dioses, humanos, animales, o lo que tú quieras.

Actividades Ahora es tu turno. Como actividad final queremos que tú escribas tu propio mito sobre el agua. Sabemos que esto puede ser difícil, entonces al final de cada episodio encontrarás una breve actividad que te servirá como guía para ir construyendo poco a poco tu propia historia. Solo tienes que seguir las instrucciones y ponerte manos a la obra.

Te damos algunas pistas que te pueden ayudar a pensar en tus personajes: ¿Cómo se llaman? ¿Qué poderes tiene el dios? ¿Dónde viven? ¿Cómo es su personalidad? ¿Qué les gusta hacer? Después de decidir esto, dibuja a los personajes o escribe un párrafo corto sobre cada uno de ellos. También puedes hacer una combinación de dibujo y escritura si lo prefieres.

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Moni Mekhala Basado en un mio camboyano A mí sí que me gusta mucho saber historias. Y una de las cosas que siempre quise saber es por qué hay meses que llueve, llueve y llueve y uno se pregunta: ¿por qué llueve tanto? Uno quiere ir a jugar, llueve. Uno sale del colegio y toca ir a coger el bus, llueve. Uno quiere irse a la casa de los primos, llueve. Pero, claro, cuando uno quiere que crezca lo sembrado, ahí sí no cae ni una gota del cielo. La gente dice que hay lugares donde nunca llueve. Yo no creo. Y otros dicen que hay lugares donde llueve todo el tiempo. Y, peor, que hay lugares donde llueve tres meses seguidos y ya, no vuelve a llover hasta que pase la Navidad y la Semana Santa. ¡Increíble! Pero yo tampoco creo, aquí llueve como dos semanas seguidas, luego dos semanas nada y a veces un día sí, un día no... Pero, ¿por qué llueve? Eso era lo que yo quería saber y me dijeron que dizque llueve porque hay unos micos peleándose en el cielo. No son micos de verdad, son dioses, pero como los pintan parecen micos. Y es que vienen de Asia, y uno siempre piensa: “Uy, no, qué lejos Asia, la India y Tailandia”, pero eso es aquí no más y les voy a enseñar el truco para verlo así: es que 11.


cuando uno coge el mapa del mundo le sale América, Europa arriba y abajo África y después Asia y Oceanía. Ahí Asia se ve lejísimos, como cruzar todo el mundo. Pero como la Tierra es redonda, no más hay que mirarla pa’ el otro lado: América aquí y a la izquierda, de una, Asia, ¡es decir al lado! Bueno sin tener en cuenta ese mar. ¿Y de dónde viene la lluvia? De los micos que no son micos, sino dioses que vienen de Asia. Dicen que un día el dios de los dioses, Lok Ta, decidió volverse profesor de danza. Fue y les dijo a los otros dioses: “Desde mañana comenzamos las clases”. Y los estudiantes, otros dioses, se fascinaron porque ¡cuándo más iban a recibir clases de Lok Ta! ¡Y de danza! Es que los dioses también bailan, ahí donde los ven. Pero, claro, no todos los dioses podían pasar, porque al menos tenían que saber algo de cómo mover los brazos y las caderas. Sobre todo, Lok Ta estaba muy preocupado porque casi ningún dios sabía mover el cuello. Tenían ese cuello rígido de andar tan estresados arreglando tantos errores de los hombres, que contaminaban aquí, que dañaban acá, que se matan porque sí. El caso: al final Lok Ta escogió como estudiantes a Moni Mekhala, la diosa de los mares, a Vorachhu, el dios de la tierra, y a Ream Eyso, el dios de la tormenta. Que no sabían si llamarlo dios o demonio, porque el mar y la tierra son muy bonitos, pero las tormentas... uno ve una tormenta y no dice “Gracias, Dios mío”, sino “¿Cuál fue el diablo que la trajo?” 12.

La verdad es que Moni Mekhala, Vorachhu y Ream Eyso bailaban muy bien. Lok Ta les decía: muevan la cadera a la derecha y movían la cadera a la derecha. Párense de cabeza. ¡Se paraban de cabeza! ¡Lleven el ritmo con el dedo meñique! Y lo llevaban. Pero bailaban tan bien, que Lok Ta se empezó a aburrir, ¿para qué iba a enseñarles tantas vainas si ya sabían todo? Y los dioses, como son dioses, se empezaron a aburrir también. Eran solo tres y no podían armar parejas, y todos estaban: “Papá dios, ¿quién es el mejor de los tres?” Y dele con la cantaleta hasta que Lok Ta les dijo: “Les tengo un reto”. Les mostró una bola de cristal muy, muy poderosa, tan poderosa que la sacó y del brillo que tenía los dioses casi se quedaron ciegos: “El que gane”, dijo Lok Ta, “se la lleva”. Y a cada uno le dio un frasco del mismo tamaño y les pidió que lo llenaran del rocío de la mañana. Era una tarea muy difícil, porque los dioses odian madrugar. Y el rocío es súper difícil de coger, porque eso toca bien tempranito levantarse y aprovechar lo que hay porque con las primeras luces fuertes del sol, paf, se esfuma todo ese rocío. Pero los dioses qué duda iban a tener. Cogieron su frasco y a madrugar se dijo. Vorachhu y Ream Eyso querían coger ventaja y se fueron a dormir al bosque. Apenas les sonó la alarma, cogieron los árboles y los sacudieron como limpiando una escoba. Por supuesto llenaron su frasco. Así que felices se fueron volando a donde Lok Ta, pero Moni Meckhala ya estaba ahí 13.


con el frasco lleno de rocío también. Los dioses la vieron ahí tan campante que no se aguantaron y: “A ver, ¿usted cómo hizo para recogerlo tan rápido?” Y Moni Mekhala les explicó que, en vez de ir a recoger el rocío, se levantó bien temprano y en una pradera extendió su pañuelo y esperó a que se llenara todo. Cuando se llenó, lo escurrió en su frasco. En vez de todo el trabajo de Vorachhu y Ream Eyso, ella entendió que el rocío, el agua, siempre está ahí, no hay que ir a buscarla, el mundo entero está hecho de agua. Y es que ella es la diosa del mar, obvio. Como a Lok Ta le gustaban las respuestas sencillas, la ganadora fue Moni Mekhala y se llevó la bola de cristal. Pero como Lok Ta también es un dios justo, no podía dejar sin recompensa a Vorachhu y a Ream Eyso, entonces a Vorachhu le entregó una daga mágica y a Ream Eyso un hacha de diamantes. Y para ser sinceros, los regalos eran muy bonitos, pero eran como la medalla de plata y bronce, no eran la bola de cristal. Eso lo sintió sobre todo Ream Eyso, que no le pareció justo que lo compararan con la diosa del mar, si él era la tormenta que apenas con un soplido la ponía a saltar. Entonces fue donde Vorachhu y le propuso que, entre los dos, le robaran la bola a Moni Mekhala. Pero Voracchu era noble y le dijo que no. Ream Eyso se puso más bravo, lo llevó a un abismo y lo tiró. Mató a Voracchu, a la tierra, y se fue detrás de Moni Mekhala. Ella se escondió en el océano Pacífico, cerca de 14.

la isla de Gorgona, por el Chocó, y Ream Eyso mandó todas las tormentas para allá. Moni Mekhala se iba al fondo del mar y Ream Eyso con su mano la sacaba de allá. Moni Mekhala entonces se hundía más, pero la mano de Ream Eyso iba también más allá. Moni Mekhala no aguantó mucho porque Ream Eyso movía el mar a su antojo, lo abría, lo levantaba, lo hacía bajar. Ella se dio cuenta de que el mar no era suficiente y se fue al cielo. Pero Ream Eyso se fue detrás de ella. Moni Mekhala corría y Ream Eyso iba detrás... y corrieron, y corrieron... pero Moni Mekhala no pudo más, el mar no sabe correr, la tormenta sí. Así que apenas la tuvo de frente sacó su hacha. Moni Mekhala reaccionó rápido, lanzó al aire la bola de cristal y de ella salieron uno rayos tan fuertes que dejaron ciego a Ream Eyso. Él, furioso, le pegó con su hacha a esos rayos y entre el golpe del hacha, los rayos y las nubes empezaron a sonar truenos. Y como Moni Mekhala vio en la tierra a su amigo, Vorachhu, muerto, dejó que cayeran de su cuerpo unas gotas de agua: la lluvia. Mientras Ream Eyso seguía peleando solo contra los rayos y las nubes y Moni Mekhala corría tranquila por el aire, Voracchu no solo revivió sino que creció: ahora era un dios dorado, con cultivos de maíz, arroz y plátano listos para recoger. Moni Mekhala vio que eso era bueno y le preguntó a Lok Ta si debía seguir correteando por el cielo con Ream Eyso, a lo que Lok Ta le que contestó que sí: “Cada vez que veas a Vorachhu débil y seco, sube 15.


al cielo con tu bola de cristal. Es necesario que algo entretenga a los hombres y dejen de contaminar, destruir y matar. Si cada tanto haces llover, cada tanto los hombres podrán cosechar su comida y así se van a dar cuenta de que todo lo que necesitan, la Tierra lo da”.

Actividad 2: Define un cuerpo de agua

Y así Moni Mekhala cumplió, y cada vez que ve a su amigo Vorachhu como pálido y seco, pues va y llama a Ream Eyso y le dice: “A que no me quitas la bolita”, y se va pa’l cielo a hacerlo tronar y ella a hacer llover. Así la lluvia es un poquito de mar que nos cae cada cierto tiempo para darnos de comer.

Piensa en los cuerpos de agua que conozcas o hayas oído mencionar. Por ejemplo, una laguna, un río o, incluso, el mar. Alternativamente, puedes escoger alguna forma del agua, por ejemplo, la lluvia o el granizo. Define algunas características y cualidades para esta agua: ¿Es calmada y apacible? O, ¿es más bien furiosa e impaciente? Además, decide si va a ser un cuerpo de agua benevolente o malvado: ¿Le gusta ayudar a los humanos? O, ¿prefiere que lo dejen tranquilo? Cuando hayas definido las características y la personalidad de este cuerpo de agua, dibújalo y grábate hablando como esta agua. ¿Cómo hablaría este río, este mar, etc. si pudiera?, ¿cómo es su voz?, ¿qué diría? Haz una grabación corta en tu celular y guárdala para más adelante. También, como sabes, puedes combinar dibujos y escritura.

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Nyami Nyami Basado en un mito zambiano y zimbabuense Suena como a cuando a uno le gusta algo de comer y dice: “Ñami, ñami”. Así es el nombre del dios Nyami Nyami, como si uno se comiera una empanada y luego dijera “Ñami, ñami, qué rica empanada”. Yo creo que le pusieron así porque, mi profesora me contó, la gente que conocía al dios Nyami Nyami se comía la carne de su panzota y luego decía eso mismo: “Nyami Nyami, qué rica carne la de la panza de dios”. ¿Se imaginan? La gente se reunía en una mesa grandísima y ponían ahí en esa mesa a ese dios, y comenzaban a escarbarle la panza con cuchillos y tenedores, pero ese dios era tan fuerte que parecía era que le estuvieran haciendo cosquillas. Y en esa mesa, Nyami Nyami se reía y se reía y se reía, y todos los que se comían pedazos de carne de la panza también se reían mucho y, además, cada vez que le quitaba un pedazo de carne, le volvía a crecer más panza, y nunca se quedaba sin carne. El dios Nyami Nyami era muy enorme. Ese dios nació dentro de una tribu llamada Tonga, y mi profesora me dijo que era tan enorme, que en China, y en Bulgaria, y en Brasil, y en Colombia, y en Cuba, y en Estados Unidos, y 18.

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en Corea del Norte, y en todos los países se alcanzaba a ver al dios Nyami Nyami por lo grande que era. El dios Nyami Nyami era… era como un pescado, pero con la cabeza de serpiente, y además podía hablar y reírse, pues dentro del cuello tenía cuerdas vocales muy gigantes y cuando hablaba, se le podía escuchar en todas partes del mundo. Entonces, todas las personas del mundo sabían que Nyami Nyami era muy poderoso, y había unas personas de otro país, que habían llegado a donde Nyami Nyami porque habían escuchado que era muy poderoso y querían aprovecharse de ese poder. Cuando llegaron a donde los Tonga, esos que querían aprovecharse de Nyami Nyami se quemaron por la luz del sol, y la piel se les brotó, y les comenzaron a salir granos rojos en toda la piel. El dios Nyami Nyami era tan grandote, que no tenía una casa, porque si la casa hubiera sido de dos pisos, por ejemplo, no hubiera podido vivir ahí ni siquiera, sino que se le hubiera salido la cabeza de serpiente por el techo. Además, como era un pez, tampoco podía vivir acá en la tierra, con nosotros, porque o sino se hubiera ahogado, pero al revés. Entonces, cuando el dios Nyami Nyami estaba buscando en internet un lugar para vivir, encontró que podía mudarse al río, y se emocionó mucho, y se fue a vivir al río, porque además no le iban a cobrar arriendo ni servicios, porque en esa época la gente era como más buena, y todo el mundo compartía la comida, y el agua, y la luz, y el gas. Entonces, el dios Nyami 20.

Nyami se fue a vivir al río, y lo único que le dijeron era que de vez en cuando subiera a la tierra, y que la gente de pronto podía comer de la carne de su panza, que por favor, que a veces no había comida. Y así fue. Se sintió tan bien Nyami Nyami viviendo en el río, que se casó con una muchacha, y vivían muy bien en el río, e invitaban a sus amigos a hacer fiestas y comidas, y cada vez que la gente que vivía por ahí al lado del río sentía que no había mucha comida, llamaban a Nyami Nyami y le decían: “Aló, aló, sí, ¿cómo va todo? Es para ver si nos puedes hacer un favor, y vienes y podemos comer de la carne de tu panza, porque no hay nada de comida acá fuera del río”: Y Nyami Nyami les decía: “Aló, ¿con quién hablo? Ah, sí, claro, yo ya voy para allá, en unos veinte minuticos estoy por allá” Y entonces, la gente comía de la panza de Nyami Nyami, y todos se reían y luego hacían siesta: se acostaban todos alrededor de Nyami Nyami y se ponían a dormir durante varios días. Mientras tanto, la gente esa que había venido de otro país, y que quería aprovecharse del poder Nyami Nyami, y que tenía la piel llena de granos rojos, había dicho que dizque iban a poner una represa, y todo el mundo en el país de Nyami Nyami y también Nyami Nyami se preguntaron que eso qué era. Y buscaron en Internet y se enteraron de que era que querían poner un muro gigante de cemento en medio del río, para trabar el agua, y aprovechar esa agua para hacer energía, y que la tribu de Tonga pudiera 21.


prender el microondas y pudieran comer. Los más viejos e inteligentes de los Tonga les preguntaron a los que querían construir la represa que para qué iban a usar microondas si no tenían comida. Pero no los escucharon. Un día, la esposa de Nyami Nyami se había ido a nadar sola al otro lado del río, porque estaba haciendo muy buen día, y quería ir allá a estar sola a broncearse y de pronto a leer un libro y a jugar en el agua. Cuando la esposa de Nyami Nyami estaba nadando y jugando, los que iban a construir la represa, llegaron con su piel llena de ronchas rojas, y de pronto, PUM, pusieron la famosa represa, un muro grandísimo de concreto, y separaron a Nyami Nyami de su esposa. Nyami Nyami vio el muro y se puso muy triste, pues ahí mismo supo que lo habían separado de su esposa para siempre, y que nunca la iba a poder ver más. Luego, se puso muy silencioso, y luego se puso muy bravo, y empezó a gritar y a mover las aletas de un lado al otro. Eran tan poderosos sus gritos que el agua se empezó a mover muchísimo. Tanto, que el río se salió de donde estaba, y el agua llenó todo, todo, todo: casas, supermercados, parques de diversiones, centros comerciales, y también, los bosques, las selvas y las montañas. Todo el mundo, tanto sus amigos como las personas de otro país tuvieron que correr.

era tan fuerte, que quería vengarse de sus enemigos por haber hecho esa cosa tan fea y tan mala. Luego de eso, Nyami Nyami llamó a sus amigos y les dijo: “¿Aló? Oigan, es que no voy a poder seguir por acá porque estoy muy triste”, y se fue a vivir una montaña porque estaba muy triste sin su esposa. Desde eso, no lo han vuelto a ver, y la gente de por allá, los Tonga, tienen mucha hambre. En la tribu de los Tonga los niños dicen que en las noches, dentro del suelo, se escuchan los grandes pasos y los gritos de Nyami Nyami, y a veces es tanto el estruendo que hay temblores e inundaciones, el recordatorio de la tristeza y la ira de Nyami Nyami, el de la panza enorme.

Además, muchas de las personas que venían de otra tribu y que construyeron el muro ese enorme se ahogaron y se murieron, porque Nyami Nyami 22.

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Actividad 3: Escoge un tiempo y lugar Ahora es el momento de decidir dónde y cuándo va a suceder tu historia. Acá puedes escoger lo que quieras: el lugar puede ser tu ciudad o una ciudad diferente, puede ser otro país o un lugar muy lejano. Incluso, puede ser otro planeta o, si quieres, puede ser un lugar inventado por ti. Además, decide cuándo va a suceder la historia y cuánto va a durar. ¿La historia sucede hoy en día? O, ¿hace mucho tiempo? ¿Sucede hace cien o mil años? Y, además, decide cuánto tiempo dura la acción de tu historia: ¿Algunas horas? ¿Unos días? ¿Algunos años? Haz este lugar a modo de collage con recortes de revistas, periódicos o cualquier material que tengas en la casa. Puedes complementar el collage con dibujos o escribiendo.

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Ay, así mismito pasó, te cuento, que yo vi todo lo que voy a contar con mis propios ojos, y fue algo que pasó fuera del municipio de Túquerres, cerca de la boca del volcán Azufral. Mi cabeza quedó tan resorprendida que desde ese momento no he podido pensar en nada más que en lo que vi: ni en Evaristo, ni en Ximena, ni en tareas, ni en ají, ni en PlayStation, ni en absolutamente nada he podido pensar desde ese momento hasta ahora.

Me imaginé que estaba tan perdido, que me iba a tocar vivir allá, en esas lejanías, en medio del monte. Que me podría volver un loquito, que se la pasara arrancando frutas y matas del monte y comiendo esas frutas y esas matas del monte, y que todos mis compañeros del colegio dijeran: “¿Qué se habrá hecho este que venía a clase y que siempre parecía como bien distraído, el que siempre se la pasaba mirando por la ventana?”. Y luego de muchos años, otros niños que fueran a mi mismo colegio, y que fueran mucho más pequeños que yo, dijeran: “Ay, ¿pero vos si has escuchado del loquito ese que vive en el monte y que no habla con nadie? A veces se le aparece a la gente y la espanta” y que estuvieran hablando de mi persona.

Ese día, salí a caminar después del colegio, a darme una vuelta por el pueblo. No quería irme a la casa porque por todos lados había mucha hambre. En las noticias de cuando ya es de noche mostraban era a puros niños con hambre pues no había agua en ningún lugar, y no se podía cultivar, y no se podía sacar de la tierra ni maíz, ni papa, ni ají, ni nada de nada. Y en mi casa, pues, tampoco había ni siquiera para hacer una taza de tinto.

Pensé todo esto y más cosas pensé, cuando estuve caminando por allá en el monte, pero no tengo ganas de contar más. No pensé ni en mi mamá, ni en Juanita, ni en Feliciano, ni en locro, ni en mi cuarto, ni en el fútbol, ni en nadita de esto pensé, pues. Solo pensé en que los siguientes años iba a estar allá en el monte, viviendo solo y sin hablar con nadie, hasta que se me olvidaran todas las palabras, incluso, la palabra “chucha”.

Así iba caminando, y ya sin darme cuenta se me hizo de noche, y sentí un frío que me hizo sentir como puritica garrotera, y pude ver que ya ni estaba en el pueblo, sino que estaba por allá en medio del monte, la verdad es que yo no sé dónde, y la verdad es que ni me acordaba de cómo había llegado hasta ahí.

Y en esto estaba pensando, cuando de nuevo volví a estar pendiente de toditico lo que estaba alrededor mío, y me di de cuenta de que había estado caminando durante horas. Estaba ya yo agotado de tanto caminar, y sentía mucho dolor en las pantorillas y en los muslos. Además, me di de cuenta

Los pasos de los frailejones

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de que más allá de donde yo estaba había una laguna muy requetebonita, pues esta laguna estaba iluminada con un color que yo nunca había visto. Lo único que se me hacía medio conocido era que vi hacia arriba, y de pronto ahí estaba la boca del volcán Azufral, que era muy enorme. Pero al contrario de siempre, estaba bien rojota y mucho más grande de lo que yo me recordaba. El color de esa laguna era muy parecido al color que cogen los súper sayayines cuando se transforman en súper sayayines, como si tuvieran un bombillo dentro del estómago y les brillara todito el cuerpo. El agua de la laguna esta parecía llena de energía: en la mismitica agua parecía que se hubieran juntado el rosado, el azul, el verde, el blanco, el transparente y muchos otros colores. Todos estaban revueltos, como en el huevo revuelto, como si fueran el cielo a eso de las seis de la tarde, y el agua brillaba. En medio de la noche, esto era lo único que se veía: una luz que salía del agua y que parecía como si fuera que yo estuviera soñando.

ra pasando. Primero aparecieron como parte de esta luz. Tenían esas gentes ese tono rosado y blanco del agua de la que habían salido y brillaban, y iluminaban lo que estaba alrededor. Entonces, me acerqué a la laguna, a ver qué eran estos seres. Caminé muy lentamente, pues sentí mucho miedo de que estos seres fueran a hacerme algún daño. Pero, no te creas, estaban como dormidos, como sonámbulos, y caminaban y caminaban así, como dormidos. Estos seres iban era como hipnotizados, caminando por el monte. Supe entonces por qué era que caminaban así: eran frailejones enormes con piernas gordas, que iban andando por todo el páramo. Les podías ver todos los detalles: los pelitos que les salen de las hojas, por todos lados, y las hojas se movían muy lento con el aire de la madrugada. Y viendo a esas gentes, se me quitó el miedo porque me dio fue risa. Cuando caminaban, se iban de un lado al otro. Derecha. Izquierda. Derecha. Izquierda. Y parecía que se fueran a caer, pues caminaban de manera muy torpe, y al final nada que se caían.

Me quedé embobado viendo esa laguna, que estaba en medio de estas alturas, en algún punto que ya no sé ni dónde es, en el volcán Azufral.

Decidí hablarles: “Buenas, vecinos. ¿Qué se les ofrece por aquí?”.

Así estaba, bien embobado, cuando de pronto de la luz de la laguna empezaron a salir unas gentes muy extrañas, caminando como si nada estuvie

Pero estas criaturas parecía que no pudieran hablar. Además, me di cuenta de que no tenían ni boca. Solo eran puriticas hojas peludas brillantes y dos

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piernas tan gruesas que parecían troncos o que parecían de alguien muy gordo, hinchado. Además, eran como el doble de altos que mi mamá. Eran muy enormes. Luego, todo, todo el monte estaba lleno de frailejones que caminaban hechos de luz rosada. A donde quiera que yo mirara había estas criaturas extrañas, caminando por todos lados. Incluso, a veces se encontraba un frailejón caminante con otro frailejón caminante, y no tenían más remedio que chocarse, pues tampoco tenían ojos, como tú o como yo. Lo que pasó después me pareció incluso más increíble. Como estos frailejones siempre estaban a punto de caerse de un lado al otro, regaban en el piso de ese líquido brillante rosado. La luz rosada se iba desperdigando por todo el suelo del páramo. Cuando caía al suelo, el líquido iba formando charcos de luz por donde quiera que mis ojos miraran.

Acerqué el dedito meñique a una de las lagunas y lo metí en esta agua rosada. Sentí mucho frío en el dedo. Un frío que ustedes no se podrían imaginar. Salí corriendo de ahí y de vez en cuando volteaba a mirar atrás, y veía que todo el páramo ya estaba lleno de agua rosada, y que encima de ella caminaban frailejones caminantes. Ya todo el páramo estaba lleno de ellos. Salí corriendo y cuando llegué al pueblo ya había salido el sol otra vez. Mi mamá había estado despierta toda la noche. Le di un abrazo y le conté todo lo que había pasado. Y le dije a mi mamá que ese día mejor al colegio no iba, y luego de comerme todo el almuerzo, vimos las noticias con mi mamá, y vimos que como que la sequía esa que había en todo el país, como que ya se había solucionado, y le había llegado agua a puritico todo el mundo.

Estos charcos parecía que fueran creciendo, como si estuvieran vivos, y luego, varios charcos del líquido rosado iban juntándose. Muchos charcos se juntaron y formaron unas lagunas enormes por todo lo que yo veía del páramo. De pronto, vi que esas lagunas se iban aproximando a donde yo estaba, y que iba a quedar yo en medio de una de estas lagunas y me volvió a dar como miedo. De esas lagunas salían ríos, y seguro que iban esos ríos hasta Tumaco y más allá. 30.

31.


Actividad 4: Crea un conflicto o problema Todas las historias necesitan algún tipo de conflicto para que la acción se desarrolle. Este es el momento de que escojas el tuyo. Por ejemplo: ¿Se pelean el dios y los hombres por el agua? O, como en la historia de Nyami Nyami, ¿los hombres con sus acciones destruyen el agua? ¿Hay celos y envidia? O, ¿peleas para saber quién es más poderoso? Lo que sea que decidas, lo más importante es que al final encuentres una forma en la que este conflicto se puede resolver. Luego de pensar estas ideas, escríbelas o dibújalas. También tenemos un nuevo reto para ti: ¿qué tal si grabas un video?

Final Si has seguido todos los pasos, podrás ver que ya tienes tu propia historia en las manos. Puedes unir todos los pasos para contar tu historia y hacer los arreglos o cambios que creas que son necesarios. Así, puedes escribir tu historia a modo de mito, puedes contarla solo con dibujos, mezclar ambas posibilidades a modo de cómic o, si prefieres, ¿por qué no grabar tu historia como has oído las nuestras y compartirla con tus amigos y tu familia?

Usando cosas que tengas en tu casa y la ayuda de algún familiar o amigo graba un video en el que muestres cómo se resuelve el conflicto o una parte de este. Piensa en cómo se resolvería este conflicto: ¿con una pelea celestial? ¿Con un regaño universal? ¿Con un compromiso de cambiar? Luego de escribirlo o dibujarlo, grábate resolviéndolo. El video no debe ser de más de tres minutos. 32.

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