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Una nueva etapa del camino
1. Llegamos a la última etapa de la puesta en marcha inicial de nuestro Plan de Evangelización. Tiene un nombre sugerente: nuevo ritmo. La palabra ritmo tiene resonancias en campos diversos: la música, la poesía, el baile, la salud del corazón, incluso, se puede hablar de los ritmos de la naturaleza, como la sucesión de las noches y de los días o de las estaciones. 2. El ritmo hace referencia al movimiento marcado por el ciclo regular de acontecimientos, por ejemplo, de sonidos en la música o de pasos en la danza. Si bien es cierto, la ma yoría de las músicas occidentales actuales se caracterizan por tener ritmos definidos, sin embargo, hay música, como el canto gregoriano, que no se identifica por ello. 3. Hay ritmos lentos y acelerados con los cuales nos sin tonizamos mejor, de acuerdo con nuestros estados de ánimo. El ritmo es decisivo para que una interpretación musical realizada por varios instrumentos se escuche bien. No basta con que los instrumentos estén afinados; es ne cesario que sigan los compases que marca el director y así cada uno interviene en el momento adecuado y con el tempo (velocidad) requerido. Sin embargo, cuando coloquialmente decimos que hay que ponerle ritmo a alguna cosa, queremos decir que es necesario imprimirle mayor entusiasmo y celeridad. 4. En cuanto al ritmo del corazón, este tiene que ver con la secuencia de sus latidos; si son vigorosos, entonces, se repeti rán sin mayores alteraciones, mientras que si hay debilidad o fallas serán agitados por momentos y sin regularidad. 5. A la luz de estas imágenes, entrar en la tercera y última etapa de la puesta en marcha de nuestro Plan de Evange lización significa:
Avivar la marcha evangelizadora de nuestra Iglesia, po nernos de manera más decidida y vigorosa tras los pasos
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de Jesucristo, el evangelizador por excelencia. Él fue un itinerante infatigable. Al ritmo de la voluntad del Padre y de la compasión con todos los que sufrían y eran marginados, siempre estaba en camino. Incluso, cuando se dirigía a Jerusalén, aceleró el paso para consumar su servicio en favor de la humanidad. “Endureció el rostro”, dice el Evangelio, cuando sus amigos pretendían disuadirlo de proseguir la marcha hacia su entrega definitiva (Lc. 9, 51). 6. El gran giro y el nuevo rumbo nos han puesto en el camino querido por Dios; el nuevo paradigma nos ha se ñalado los dinamismos que impulsan nuestro caminar; la experiencia vivida durante estos años nos ha ayudado a identificar los obstáculos y a enfrentarlos mejor; los pro yectos que hemos comenzado a implementar nos han permitido responder más adecuadamente a los desafíos que se nos plantean. Todo está dado para que apuremos el paso. Queremos ser más concordes con el palpitar del corazón del Señor y con la energía de su caminar. El Espíritu Santo seguirá insuflando con su aliento las velas de la nave de nuestra Iglesia arquidiocesana para que avance por el nuevo rumbo que el mismo Señor nos ha indicado, con más brío y precisión en el norte de nuestra navegación misionera. 7. El papa Francisco nos ha invitado a ser una Iglesia en salida y a adentrarnos en una nueva etapa marcada por la alegría. Al entrar en nuevo ritmo queremos ser una Iglesia en salida, acompasados por la alegría de la renovación de nuestra adhesión al Señor y por el gozo de reconocernos miembros de una misma Iglesia, con una ruta trazada y con la experiencia reconfortante de haberla comenzado a recorrer juntos. Se trata ahora de consolidar, de avanzar por la ruta discernida con más fuerza y confianza. 8. No olvidemos lo dicho por el papa Francisco: “Por con siguiente, un evangelizador no debería tener permanentemente cara de funeral. Recobremos y acrecentemos el fervor, la dulce y confortadora alegría de evangelizar, incluso cuando hay que sembrar entre lágrimas […] Y ojalá el mundo actual —que busca a veces con angustia, a veces
Al entrar en nuevo ritmo queremos ser una Iglesia en salida, acompasados por la alegría de la renovación de nuestra adhesión al Señor y por el gozo de reconocernos miembros de una misma Iglesia.
con esperanza— pueda así recibir la Buena Nueva, no a través de evangelizadores tristes y desalentados, impacientes o ansiosos, sino a través de ministros del Evangelio, cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo en sí mismos, la alegría de Cristo” 1 . 9. En segundo lugar, el nuevo ritmo hace referencia a la comunión que nos debe animar, al hecho de caminar jun tos y acompasados para ser más fieles y dar más fruto en la tarea que el Señor nos encomienda. Es necesario que en esta nueva etapa cada cual aporte con mayor generosidad lo suyo y lo haga de manera armónica con los demás. No podemos obrar de manera aislada, cada uno por su lado. El ritmo común nos ayudará a sostenernos mutuamente en la marcha, como cuando un equipo atado por cuerdas asciende a una montaña. Sin embargo, el nuevo ritmo no significa uniformidad. Como quedó consignado en el número 13 del documento de la XV Asamblea general ordinaria del episcopado “la armonía, que es un don del Espíritu Santo, no elimina las diferencias, sino que las concilia generando una riqueza sinfónica”. 10. Finalmente, como la Iglesia no existe para sí, sino al servicio del mundo y de su necesidad de salvación, el nue vo ritmo significa también sintonizarnos mejor con la ciudad para imprimirle ritmo de Reino, vibrar con sus búsquedas y aspiraciones, con sus dramas y frustraciones, con los trabajos que desde diferentes ámbitos se realizan en pro de una ciudad más justa, solidaria y cuidadosa del medio ambiente. Esta sintonía supone la capacidad de estar presentes, especialmente allí donde los ritmos de la vida de la ciudad se definen y se ponen en marcha para anunciar a Jesucristo de manera inculturada, es decir, de manera significativa para los hombres y mujeres de nuestra ciudad región y para contribuir a su construcción social. 11. La meta del nuevo ritmo aparece formulada así en el Plan E: “Los miembros del Pueblo de Dios, integrados en nuevos espacios comunitarios y en los diversos escenarios
1. EG 10.
de la sociedad plural, viven la comunión y participación, con una clara conciencia diocesana, y ejercen su compro miso evangelizador de manera inculturada y con espíritu misionero, logrando generar una nueva presencia de la Iglesia en la región capital”. Además de esta meta, quisimos también incorporar en la formulación del nuevo ritmo los resultados del balance de la segunda etapa. El nuevo ritmo quedó, entonces, definido por tres acentos que expondremos siguiendo el mismo esquema: primero, un hecho teologal; en segundo lugar, una espiritualidad que se deriva de este hecho y, finalmente, algunas orientaciones de carácter teológico-pastoral.
“Kerigma en el Bulevar ¡Tú me importas!”. Centro Comercial Bulevar Niza. Mes misionero extraordinario, 2019
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