G. R. S. Mead – Apolonio de Tyana
II LAS ASOCIACIONES Y COMUNIDADES RELIGIOSAS DEL PRIMER SIGLO En el dominio de la religión es completamente cierto que los cultos del Estado y las instituciones nacionales estaban en el Imperio, sin excepción, en una situación lamentable, y se ha dicho ya que Apolonio consagró mucho tiempo a revivir y purificar unas y otras. En verdad, su esfuerzo influyó durante una gran época, en general, sobre las instituciones religiosas del Estado, donde todo era superficial; pues no hallándose la vida religiosa en el país, en la proporción debida de los cultos oficiales y de las instituciones antiguas, no producían una verdadera satisfacción de sus necesidades religiosas, y señaladamente el pueblo se aficionaba a los cultos privados, ansioso de sumergirse bajo la ola del entusiasmo religioso que venía hacia él cada vez más poderosa desde el Oriente. Es indudable que en esa fermentación hubo mucho exceso, según el decoro de nuestras presentes nociones religiosas, y también muchísimos abusos; pero al mismo tiempo en muchos de ellos hallaban la debida satisfacción para sus emociones religiosas, y si exceptuamos aquellos cultos que fueron claramente viciosos, tendremos ante nosotros una multitud de círculos que, en último término, presentaba un fenómeno parecido a esos entusiasmos que en nuestros propios días testificase con frecuencia entre algunas sectas como los shakers o ranters y en el general restablecimiento de esas agrupaciones de analfabetos. De ningún modo, sin embargo, se ha de pensar que los cultos privados y los actos de las asociaciones religiosas fueran todos de esa naturaleza o se limasen a los de esa clase; muy lejos de ello. Las asociaciones religiosas, hermandades y clubs ― thiasi, erani, y orgeones ― fueron de toda clase y condición. Las hubo asimismo de socorros, de entierros, y para comer, como en cierto modo las típicas de nuestros días: sociedades masónicas, filantrópicas y otras por el estilo. Estas asociaciones religiosas no fueron privadas en el sentido de que no las mantuviese el Estado, sino en el de que la mayor parte de ellas eran privadas porque fueron secretas, y por esta razón es tan difícil historiarlas. 18