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DEAD
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LA MUERTE COMO TEMA TABÚ, HISTORIA Y TANATOLOGÍA.
HECHO EN MÉXICO ABRIL, 28, 2018 #4
RICHMOND GRUPO EDITORÍAL
El peso de los cuidados que había sido compartido por vecinos y amigos, sobre todo en las clases populares y en el campo, con el transcurso de los años queda limitado a los parientes más próximos. Además en las ciudades la presencia de un enfermo grave en un piso comenzó a ocasionar más de un trastorno en la familia. Hay que añadir la tendencia de los médicos a mandar a un enfermo al hospital en cuanto hallaban indicios de gravedad. Todo ello ha contribuido a que, especialmente en las ciudades, se haya dejado de morir en casa. Pero se debe reconocer que al avanzar la tecnología de la salud y aparecer los Cuidados Intensivos, se ha posibilitado prolongar la vida a pacientes que de no ser por estos cuidados morirían. Como contrapartida, se han modificado los límites de la vida y de la muerte y de la forma de morir, ya que el agonizante no podrá estar acompañado de su familia. No hay más que presentar un dato para dejar bien patente hasta qué punto la muerte P. 8 está medicalizada: un 78% de las personas que mueren lo hace en un hospital o centro sanitario (incluyendo geriátricos y residencias de ancianos). Esta situación ha provocado una ruptura de los lazos sociales y se ha reflejado en el distanciamiento de la muerte y en la reducción de los acompañamientos. En la muestra que analizó G.Gorer en su investigación sobre las actitudes inglesas en 1663, demostró que sólo la cuarta parte había asistido a la muerte de un pariente próximo.
¿Cuántas personas hay por el mundo viviendo un duelo como parte de su vida? Muchas personas se quedan atrapadas en la tristeza y el dolor por la pérdida de un ser querido. En vez de continuar con su vida y avanzar, se quedan en el funeral eterno, en la pérdida y en el sufrimiento. La pérdida en estas personas se manifiesta entre otras formas en llanto, negación, ira, resentimiento y depresión. Así mismo otras personas en situación de duelo pasan las por distintas etapas del proceso hasta llegar a la aceptación, que consiste en volverse a conectar con el ser querido, vivo en nuestro interior, pero con la aceptación de que ya falleció y ya no está aquí.
La experiencia de una pérdida importante no sólo nos roba posesiones, capacidades o seres queridos, sino que también suele quitarnos creencias y presuposiciones que habían sido hasta ese momento los ladrillos que sustentaban nuestra filosofía de vida y que, ante esta experiencia, pareciera que ya no tenemos nada para creer. Conectándonos con lo doloroso es como empieza el camino de recuperación porque así es como se entra en este sendero, con este peso, con esta carga. Si bien, algunas personas también entran con esta creencia irremediable: la supuesta conciencia de que no lo van a soportar, porque muchas personas han sido educadas por sus mayores significativos (padres, maestros) para creer que no se soportará el dolor, que nadie ni nada puede superar la muerte de un ser querido, que podrían morir si la persona amada fallece, que la tristeza es nefasta y destructiva, que no serían capaces de aguantar ni siquiera un momento de sufrimiento extremo de una pérdida importante.
¿Qué cambios o transformaciones hizo la sociedad con el duelo a lo largo del tiempo? Antes, hace cien años, la gente se moría mucho mejor que ahora, en su casa y la muerte estaba incorporada a la vida de la familia. Desde que empezó más la tecnificación, la gente muere cada vez más en hospitales y aislada de sus seres queridos. La sociedad tiende a rechazar el sufrimiento y la muerte. Algunos mueren con todos los lujos pero solos.
¿Cuáles son los arrepentimientos que más escuchó de los pacientes que asistió? Lo que más detecto es aquellos que no dijeron lo que querían decir. Por ejemplo: un padre que no pudo expresar en palabras todo lo que quiere a su hijo. A veces un hijo quiere que su padre le diga mil veces te amo a que le deje la casa como herencia. El poder de sanación que tiene expresar lo que sentimos a los seres queridos, para los que se están muriendo y para los que se quedan acá, es clave. No tenemos que dejar nada pendiente. Hay un trabajo que realizó una enfermera australiana, Bronnie Ware, que habla de los cinco arrepentimientos más comunes de la gente antes de morir. El primero de todos es no haber hecho lo que quería hacer. Estos son los dos arrepentimientos que más escucho.