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Teodosio Magnoni expone «Habitus-habitare» en el Palacio Quintanar de Segovia

La exposición «Habitus-habitare» abrió al público en Palacio Quintar, con el apoyo del Instituto Italiano de Cultura. Un proyecto site-specific concebido por el propio artista, el escultor Teodosio Magnoni, con el comisario Pedro Medina. La exposición, compuesta por 57 piezas, se pudo visitar hasta el 27 de marzo y reivindicaba el singular lenguaje del artista como una oportunidad única para dialogar con Palacio Quintanar, en Segovia

El escultor italiano Teodosio Magnoni, recientemente fallecido está considerado como una de las figuras esenciales en el panorama internacional de escultura y cuenta con más de 50 exposiciones individuales realizadas en distintos museos y galerías del circuito internacional.

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En «Habitus-habitare» las 57 piezas que formaron la muestra «habitan» la fisonomía renacentista del palacio con el rigor y la esencialidad de unas obras que enseñan a trabajar con el espacio desde el interior de estas, de tal modo que propicia una reflexión sorprendente sobre lo que significa habitar un lugar.

«Habitus-habitare» acompañaba al visitante a través del universo creativo de Teodosio Magnani gracias a una serie de ambientes, distribuidos en la planta baja del Palacio Quintanar, incluidos el patio y el jardín, que permiten contemplar su evolución personal, comprendida en el concepto de «habitar» desarrollado por el artista.

CONTENIDO DE LA MUESTRA

«Habitus-habitare» recibía al visitante con una pieza clave, M-Misterio (1962) , en la que plasma perfectamente la transición de la pintura a obras con volumen, construyendo una sutil y misteriosa profundidad en lo que parece inicialmente la superficie del cuadro. Desde ahí comenzaba una honda reflexión sobre la escultura y su relación con el espacio, o más bien, a «trabajar» con el espacio.

La obra de Magnoni teóricamente se apoya en la reflexión de Heidegger sobre la escultura como «lugar», que el artista asume para ir proponiendo diversas maneras de entender la «espacialidad del cuerpo». Esta premisas le conducirán en las siguientes décadas a ensayar distintas maneras de intervenir el espacio público y a numerosas variantes escultóricas que crecen alrededor del «vacío», concebido este último como un componente fundamental de la forma.

Asimismo, la exposición dio buena prueba de esta vía experimental a través de varias piezas donde su búsqueda de esencialidad y purismo geométrico construyen una amplia gala de escenarios, desde la tensión con lo bidimensional y sugestivas instalaciones a las grandes esculturas monumentales realizadas desde 1992, que tienen como obra más significativa la «Torre dei colori che cambiano» (2002), en el Aeropuerto de Fiumicino (Roma). En todas ellas se pueden apreciar magistrales contrastes: cromáticos, entre claro y oscuro, vacío y lleno, dinamismo y estatismo, que logran atrevidos equilibrios entre formas y reflexión de la luz.

La muestra dedicaba las dos salas finales a profundizar en el proceso creativo de Teodosio Magnoni, por medio de la proyección de un vídeo y especialmente gracias a la elocuente serie de maquetas y dibujos preparatorios de sus esculturas.

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