ñe’ery
Mauricio Schvartzman
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ñe’ery
Mauricio Schvartzman
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Colección Poesía, 40
© Mauricio Schvartzman 2
Introdución
Texto simulado. La puesta en valor de los Museos Históricos es una forma de intentar volver a escribir sobre los blancos muros con las agujas del tiempo nuestros propios pasos, desde aquella primera Casa-fuerte levantada en la bahía de los Carios, los enfrentamientos comuneros, los levantamientos indígenas, las luchas por la independencia, la cruenta Guerra del 70, hasta la turbulenta reconstrucción de la posguerra. (Por Gloria Muñoz Yegros, Directora General de Patrimonio Cultural) El sencillo y austero patrimonio histórico y cultural que constituyen las construcciones se condicen con la forma de vida igualmente sencilla y despojada de sus moradores originarios, en ellas no se evidencian grandes diferencias entre los modos y usos del señor o el hacendado y la gente común o los campesinos, no obstante, puede apreciarse en el acervo que conservan algún objeto de refinado lujo, vestigios del aprecio hacia las obras artísticas y elementos que hacían al cotidiano vivir confortable. Esta característica distintiva se explica en la precisa aseveración de Rafael Eladio Velázquez: “Era la antigua clase directiva colonial, de ascendencia criolla y mestiza, que entroncaban con los conquistadores y las indias guaraníes del siglo XVI y había sido protagonista, por dos centurias, de la insurgencia comunera, en ese proceso histórico que nos singulariza en América y que se identifica con la temprana conciencia nacional. Nunca constituyó una oligarquía: era igualitaria, se hallaba permanentemente abierta al mestizo y al forastero, y en todo el Paraguay colonial no se conocieron apreciables diferencia de fortuna. El ‘sta3
tus’ de español reconocido al mestizo paraguayo, desde la conquista -vale decir- su equiparación con el criollo, se ve ratificado por una Real Cédula del 31 de diciembre de 1662.” Pero esos gruesos muros encalados de rincones umbríos, de adobe y tacuarillas han albergado una historia siempre intensa, de pasiones exacerbadas o excelsas, de glorias y miserias, de triunfos y tragedias. Una historia de pasos implacables, sin reposo ni reparo en la sangre, una historia que demanda incesante a sus protagonistas el sacrificio y es mezquina a la hora de otorgar sus glorias, descripta con certera agudeza en la pluma del escritor Juan Bautista Rivarola Matto “…Nuestra historia es triste, pero no es una triste historia. Es la historia grande de un pueblo acosado por la adversidad”. Los siete museos históricos fueron moradas de la historia, abrigo de su tumultuosa intemperie y desasosiego, desde el período colonial hasta el republicano de posguerra. El Museo Casa Oratorio Cabañas y el Museo Yegros, escenarios de las luchas comuneras y de los enfrentamientos con los Jesuitas, lo fueron igualmente en la defensa ante la invasión de Belgrano y no se salvaron de la devastación de la Guerra contra la Triple Alianza. En la distante Pilar, el museo de su antiguo Cabildo es un homenaje a una de las instituciones más preciadas e importantes de nuestra nacionalidad. El Museo Dr. Francia, en la antigua Yaguarón, pueblo de indios y de encomenderos, atestigua los matices de la actividad colonial. El Museo Casa de la Independencia, emblema de la Revolución de Mayo, tras sus puertas cerradas de apacible apariencia doméstica, encendía por 4
las noches la pólvora de la rebelión. Campamento Cerro León, baluarte del poder bélico durante la Guerra Grande y, finalmente, el Museo Bernardino Caballero, la cita obligada de los actores de la política de fin del siglo XIX y principio del XX. La revitalización de los Museos y la conciencia de nosotros mismos que despierta, es una tarea de destacada relevancia que realiza la Secretaría Nacional de Cultura a través de la Dirección General de Archivos, Bibliotecas y Museos. La puesta en valor de los Museos Históricos es una forma de intentar volver a escribir sobre los blancos muros con las agujas del tiempo nuestros propios pasos, desde aquella primera Casa-fuerte levantada en la bahía de los Carios, los enfrentamientos comuneros, los levantamientos indígenas, las luchas por la independencia, la cruenta Guerra del 70, hasta la turbulenta reconstrucción de la posguerra. (Por Gloria Muñoz Yegros, Directora General de Patrimonio Cultural) El sencillo y austero patrimonio histórico y cultural que constituyen las construcciones se condicen con la forma de vida igualmente sencilla y despojada de sus moradores originarios, en ellas no se evidencian grandes diferencias entre los modos y usos del señor o el hacendado y la gente común o los campesinos, no obstante, puede apreciarse en el acervo que conservan algún objeto de refinado lujo, vestigios del aprecio hacia las obras artísticas y elementos que hacían al cotidiano vivir confortable. Esta característica distintiva se explica en la precisa asev5
eración de Rafael Eladio Velázquez: “Era la antigua clase directiva colonial, de ascendencia criolla y mestiza, que entroncaban con los conquistadores y las indias guaraníes del siglo XVI y había sido protagonista, por dos centurias, de la insurgencia comunera, en ese proceso histórico que nos singulariza en América y que se identifica con la temprana conciencia nacional. Nunca constituyó una oligarquía: era igualitaria, se hallaba permanentemente abierta al mestizo y al forastero, y en todo el Paraguay colonial no se conocieron apreciables diferencia de fortuna. El ‘status’ de español reconocido al mestizo paraguayo, desde la conquista -vale decir- su equiparación con el criollo, se ve ratificado por una Real Cédula del 31 de diciembre de 1662.” Pero esos gruesos muros encalados de rincones umbríos, de adobe y tacuarillas han albergado una historia siempre intensa, de pasiones exacerbadas o excelsas, de glorias y miserias, de triunfos y tragedias. Una historia de pasos implacables, sin reposo ni reparo en la sangre, una historia que demanda incesante a sus protagonistas el sacrificio y es mezquina a la hora de otorgar sus glorias, descripta con certera agudeza en la pluma del escritor Juan Bautista Rivarola Matto “…Nuestra historia es triste, pero no es una triste historia. Es la historia grande de un pueblo acosado por la adversidad”. Los siete museos históricos fueron moradas de la historia, abrigo de su tumultuosa intemperie y desasosiego, desde el período colonial hasta el republicano de posguerra. El Museo Casa Oratorio Cabañas y el Museo Yegros, escenarios de las luchas comuneras y de los enfrentamientos 6
con los Jesuitas, lo fueron igualmente en la defensa ante la invasión de Belgrano y no se salvaron de la devastación de la Guerra contra la Triple Alianza. En la distante Pilar, el museo de su antiguo Cabildo es un homenaje a una de las instituciones más preciadas e importantes de nuestra nacionalidad. El Museo Dr. Francia, en la antigua Yaguarón, pueblo de indios y de encomenderos, atestigua los matices de la actividad colonial. El Museo Casa de la Independencia, emblema de la Revolución de Mayo, tras sus puertas cerradas de apacible apariencia doméstica, encendía por las noches la pólvora de la rebelión. Campamento Cerro León, baluarte del poder bélico durante la Guerra Grande y, finalmente, el Museo Bernardino Caballero, la cita obligada de los actores de la política de fin del siglo XIX y principio del XX. La revitalización de los Museos y la conciencia de nosotros mismos que despierta, es una tarea de destacada relevancia que realiza la Secretaría Nacional de Cultura a través de la Dirección General de Archivos, Bibliotecas y Museos.
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hombre
al fondo
surgiendo del nombre incluso la palabra alarga el alma y se diluye en el tiempo de ĂŠl nacido
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blanca luz blanca de origen se expande en la oscura esfera del tiempo que fluye el mundo brota
del oscuro fondo
rebrota
abre sus fuentes sus caparazones de tierra se quiebra
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gotas de agua en las quebraduras de la tierra el tiempo se desliza por las profundidades húmedas gotas de tiempo suben por mis raíces surcan los tallos más débiles delinean los ríos del follaje brotan del tiempo se desploman
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y reposa la vida entre nosotros duerme en la catástrofe del mundo en la inmensidad del corazón del hombre ya todo fluye entre nosotros entre las manos y el cosmos entre el fuego y la muerte ya todo fluye el odio y las blancas plumas de las aves salvajes la alegría y los colmillos atómicos del tigre de barro el pensamiento y la miel que derraman las abejas mi muerte innecesaria antes de haber sido mi muerte inefable porque existo y pienso ñe’ery
ñe’ery
fluye el alma se hacen las palabras
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se hacen de las quebraduras de la dura quiebra del vacĂo de la siembra del azar en el tiempo se hicieron las largas cuentas de palabras en una noche con estridencias un grillo tres grillos una multitud grillosa que gritaba el temprano olvido de no haber sido nadie en el azar de las palabras solo yo
mi propia multitud sabĂa que estaba
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s贸lo del olvido se hicieron las palabras se doblaron se tomaron se arrojaron contra los violadores de la esperanza se alzaron quedaron albas como el hierro en la fragua se enalbaron contra los culpables de olvidar al hombre que no cesa que apalabrado fluye
incesantemente
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y que en la fluida traspalabra reposa la lucha entre nosotros late en la catástrofe del mundo sube por las raíces más hondas surca los tallos más débiles libera la palabra del esclavo troza la afluente palabra las multitudes que levantaban sus puños contra el amo allí estaban
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mis poetas también estaban guardaron las palabras
y por ellas nos reconocimos en el espejo del trabajo de los hombres
las venas latientes de la soledad de Manuel Ortiz Guerrero desordenaron las palabras que tomé del árbol plantado en la tierra del hombre que sueña contra el azar de vivir soñando contra el canto contra el filo contra la ardiente cal del muro de las palabras
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en las zonas t贸rridas de la imagen desde donde parte el tiempo Rub茅n Bareiro Saguier en los lejanos campos de trigo en el presentido barlovento de los mares en las uvas torrenciales en la contracal de la carta al amigo en la libertad de liberada barda que duele en el amor
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que estalla se arrumba por la costa estalla contrasiembras
en la libertad que perduele Carlos Villagra Marsal y que se reparte en las voces de la rebeldía en las espadas de los capitanes populares en el reparto altivo tuve la memoria del tiempo del compromiso del día siguiente que habrá de señalar a los culpables de la ardiente muerte del que pelea en donde rota de estanques crece la historia
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acaso Elvio Romero de los nervios de la madera hizo la mano del santero que habrรก de tallar la cruz definitiva de John bajo el viento se repartieron mis poetas la voz de las quebraduras
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del silencio
¿qué rastro silente
cierra el puño cuando el tiempo fluye en la palabra escrita en el papel sorprendido? ¿qué rostro dolido del hombre surge desde el fondo de la luz caramelo del fuego hurtado por el amo? ¿qué brotes de sombra de mi mano se enrollan tensas de lucha en mi palabra?
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el rastro del tiempo que aquieta en mis estanques tu pelo m贸vil cuando te desarmo los brotes del espacio que nos envuelve en el encierro y el tormento y una vez la idea envuelta y otra vez m谩s la voz envuelta
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los brotes de sombra de mi recuerdo huido a salvo están en mi palabra porque solamente son mis recuerdos y la vida que se desliza la vida se desliza irremediablemente hacia la profundidad del orden de la naturaleza ahora comprendo mi muerte vertiginosamente inmóvil inútilmente ausente alejándome del punto inicial del universo ¿por qué entonces mi atrasada nostalgia?
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y por ella
comprendo la vida
en la cáscara de febrero blanca de sal encontré sus huellas y mi canto la estuvo llamando jugarse por el esclavo
se hizo universal necesario inefable
se hizo del barro de los alfareros del viento de los albañiles del agua fría que dejan correr las lavanderas de las líneas que dejan los pájaros cuando vuelven de los barcos que llevan el nombre de la mujer amada del alba de los carreteros del dolor del encierro de la herrumbre que desengaña la inmovilidad del tiempo de los muertos de las revoluciones
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del tiempo que fluye tom贸 la contienda su nombre del nombre de las prisiones que estallan del tiempo brota el desnudo el claroscuro las sensaciones la muerte irremediable del amo la libertad inefable de los que empu帽an el martillo y el arado y en el tiempo reposan mis manos y la calentura de mis delirios
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una gota de mi delirio en el agua del estanque - las ondas concéntricas se expanden - la tarde se llevó el jamón y el vino - yo me saqué los zapatos - bajo el ventilador nos miramos - al día siguiente corrió mi voz por los alambres del teléfono se delineó el horizonte con carreteras y fundiciones se extendió el océano con el sudor y la saliva y creamos la vida
en serio os digo
creamos la vida creamos la vida que nunca tuvo comienzo porque Dios estuvo en otra parte ni tendrá final porque creemos en nosotros
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del delirio salieron volando los pájaros artes de pájaros el arte de hacer volar las palabras de colgarlas del cielo de llenarlas de arena o de preguntas a la vida de nombrarme pajarero en el silencio y el movimiento en el viento y en el recuerdo que guardo del héroe en el vuelo de cristal de los pájaros del estero como una palabra que huye de mi propia muerte de mi esperanza errante en el puro hombre de mis pájaros de Neruda en mi Pablo mismo el volar errante de mis palabras
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de las figuras que dibujan los pรกjaros yo retengo las palabras que te nombran apenas oscurecidas por el sol cuando se desmayan
con tus retornos
en las sรกbanas de la sombra y las retengo para cuando llegues a los espacios de tu casa que guardan las marcas de tus pies descalzos y tomes este papel doblado en dos en cuatro en ocho partes y leas esto mismo que fue escrito para que otros guarden mi alma en sus arcones fantรกsticos que no dice nada importante y sin embargo es un poema que fluye y se derrama gota a gota sobre las ciudades que duermen y se llenan de palabras
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las ciudades que fui abandonando mientras dormĂan sobre las veredas del rĂo y de las que retuve solamente su viejo puente es el puente el que siempre permanece es uno el que pasa como el agua bajo el puente y se dobla en los remolinos se reparte en las orillas se pierde allĂĄ lejos con sus reflejos
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el viejo puente siempre queda ni el tiempo ni el ruido
que lo acuarela
que no lo despierta podrĂĄn conmover sus profundas piedras el viejo puente
es lo que queda el agua pasa quiĂŠn me espera
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quien me espere vendrĂĄ de la arena de las grandes piedras del aroma de la sal de la soledad de los mares redonda carnal salida de los huecos de la tierra entre sus rodillas hincadas sobre las lenguas del agua encontrarĂŠ al hombre que quiso ser pez espuma espejo en el mar que la desnuda bajo el viento lleno de salitre yace el hombre que la libertad inventa
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el tiempo pasa borrando
al tiempo en sus remolinos se alzan mis brazos
a la tarde cuando suenan las cinco el tiempo tiene unos ojos de canela a la noche
cuando suenan las horas los remolinos del tiempo llenan de tierra mi cuaderno vacĂo
cuando se arrima
el viento fresco de la madrugada se abren mis brazos se multiplican las distancias y me quedo sin nada
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y por una vez me siento solo solo de estar contemplando los caminos de verdes cautivos vegetales los secretos de nada contra todos solo de andar desandando mi camino con su vagabundo inefable solo de marzo cuando llovizna solo de soledad cuando llamo
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y hablo detrĂĄs de los muros me voy con el tiempo
de niebla de polvo
sobrevivo
insisto elijo formas equivalentes a lo que fue dicho lo digo libremente borrando demarcaciones llamo a los portones
golpeo
hago ruido con sus cadenas golpeo con los puĂąos te grito que me abras que me dejes entrar que me des vino y reposo que me cantes que me seques la frente con tu mano que tu cuerpo
debajo del mĂo contenga mi cansancio
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cierro los ojos y
olvido lo que da vueltas alrededor mío me instalo en las amplias habitaciones de mis deseo: me dejo arrastrar por las corrientes turbulentas de los ríos que me cruzan y apenas percibo los ruidos exteriores el ruido de las hojas el crepitar de los incendios el canto de los pájaros las voces de la gente los motores los pasos que te invaden apenas siento el aliento de lo que está fuera mío y siento crecer mis rumores interiores veo partir mis sueños correr mis criaturas
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y
sin nadie que me diga nada
ni me reproche
me acerco te tomo la cara te traigo hacia mí intento descifrar tu mirada te acerco más aún aprieto tu tibieza delineo tu boca te acerco más aún y más me acerco y en una sola sombra tu boca abierta a mi locura me cierra los ojos abiertos al olvido
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entonces
hice del vacĂo de las sombras de mis manos una figura nueva para las palabras que retornan tus hombros oscuros porque el sol los mira y el viento de las cosechas los quema tus hombros
sin nada
como la tierra como el sol como el viento
bajo el cielo bajo el viento bajo el tiempo
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entonces
puedo hacerte como un artesano hace sus criaturas
desde el silencio de los elementos recortarte hundir mi cortaplumas en las venas de la madera marcar las lĂneas profundas de tu cuerpo de costado juntarte
de la arcilla de los caminos
modelar la forma de tus pechos con el calor de mis manos entonces libres pintarte
con plumas blancas
descubrirte claroscuros tersuras pliegos cubrirte
tonalidades que se pierden
recogerte lienzos y nylons sobre los vientos fuertes de tus desnudos contemplarte
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salida de mis sue単os tu sombra solitaria se desliza por los bordes de la cama y se extiende por el piso de ladrillo de mi celda oigo tu voz
que me llega por la brisa del noreste que se mete por las rendijas de las persianas que cuidan mi sue単o
sue単o que te oculto con mi cuerpo de las luces que se filtran en la noche y de los ojos del carcelero y siento el dolor de tu encierro en las entra単as de mis palabras de mis palabras que agonizan al borde de tu cama
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y si brota de mis manos
la palabra del odio del amo brota el brillo del sable y la garganta del niño abierta irremediablemente la muerte llorada desesperadamente la mano del socio del amo sobre las empuñaduras la charretera bien cosida sobre el acrisolado honor las botas que pisan en el derrumbe de la calle la garganta del niño
más abierta ahora por el hambre por la propiedad privada el hongo atómico
la garganta ya sin niño el oficio de tirar al blanco humano al negro al patriota al poeta de Soweto a las gargantas de los niños a los indios de las estancias de los extranjeros digo
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el oficio de tirar al blanco humano
y ahora me voy rompo el violín contra el odio de los hombres y medio vencido me acuerto con la muerte mal parida de las amantes del amo comandante en jefe esta noche me voy y hago míos como mis haberes más íntimos el tormento de la electricidad y del látigo el agua terrible de mi alma ahogada
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y me seguiré yendo enfrentando al odio mis puros recuerdos cuando entonces caminante dibujaba ventanas en las alturas de las ciudades o le cantaba al Calpean Star semihundido con sus fantasmas tirando al aire caído solamente gaviotas que nadie las puede inventar el Calpean Star de mis viejos recuerdos en el tormento de la pileta de las manos que interrogan de los enormes labios que cuentan los segundos que restan a la vida oh qué fantástico Calpean Star alguien gritando tu nombre en las piletas adiós habitantes de las celdas del mundo y de cualquier melancolía ya el agua está quieta ya no está sorprendida
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adiós tristezas que ya no presienten pero ya no habrá tristezas esta noche quedará girando José Asunción en su disco su Ñemitŷ a todo volumen cubriendo los profundos gritos de los hombres que denuncian los crímenes del amo y cuando el cansancio cotidiano el simple cansancio del látigo se derrume en el vientre de la muerte y me vaya durmiendo una vieja canción judía de la que no puedo olvidarme será el silencio una vieja canción judía será el último silencio
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desde el fondo del sue帽o del hombre naciendo del simple sue帽o de la agitaci贸n y del caos naciendo el simple hombre de la muerte del amo naciendo el hondo hombre naciendo desde la blanca luz la anhelada muerte del amo creo en el movimiento y en sus resultados en lo inevitable
en la muerte y en el triunfo
en lo posible y en los buenos prop贸sitos en el odio que pasa borrando los labios del amo en la ley del desarrollo de la naturaleza y del hombre en el azar y en el pensamiento en la vida y en los puentecitos solitarios
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porque estoy hecho de vuelos de rastros de pisadas del trapo que cos铆a mi madre proletaria y mi alma s贸lo existe por la organizaci贸n de mi cuerpo creo en la materia y en las multitudes que hicieron el papel y el l谩piz con que escribo mis poemas
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y desde el oscuro silencio del sueño vendrás con tu mameluco azul de obrero derribando con tu martillo cruces y santos inútiles vendrás con los días difíciles que te cruzan con la herrería que golpea y crece con las tuercas girando en la basura y el aceite vendrás desde el viento de las alturas de los rascacielos cuando suene el despertador a las cuatro de la mañana con tu perro de cara triste vendrás cruzando el patio de todas las noches que tiene el molde de la ausencia y del hambre con el día atolondrado de tanto ruido y que no te pertenece con la noche cansada de tantos golpes y derribada de los andamios
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vendrás
vendrás
con las máquinas que incendian sus almas negras por las chimeneas con la sierra sinfín cortando tu vida siempre igual a mil revoluciones por minuto con la dura moral de tu vida con tu inconfundible delirio de hombre normal y cotidiano yo sé que vendrás a romper las cadenas del mundo estoy seguro que vendrás por eso
debo sobrevivir para defenderte
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para defenderte sobrevivo esta noche en el pozo del tormento en el brocal del calabozo tan hondo como el rastro de las vivas serpientes que rasga el lĂĄtigo esta noche
comienza roturando sus campos
este encuentro
cuando
mi amor te pienso en el encierro mano contra mano soplo de tu viento contra mis dientes viento de este encuentro siempre nuevo sobre la tierra tendida recuperada cuando te veo y me despiertas sueĂąo contra tu sueĂąo
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sudor nuestro de cada día mojando al silencio con su rectángulo y su almohada tu sudor contra mi mano y la tierra más pura de la noche en los campos yermos del amo en los que me encierra contra mis elementos de la labranza lejana aún la siembra de la palabra que aún anida
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que desnuda al infinito cuerpo de la noche el toro este viejo toro puntero con mis patas delanteras raspo la tierra me acerco al coraz贸n que golpea resoplo contra tu presencia hallada gloria de oler y embriagarme del celo ya florecido tu olor
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se escapa por las c谩scaras quebradas del mundo
tu mano contra mi viento tu sed contra mi encuentro gloria de mi soplo contra tu sueĂąo contra el calor de febrero la noche arrinconada tus pies contra las sĂĄbanas del encierro que nos enrolla contra la tierra mojada contra tu sed calmada por mis aguas contra el vacĂo colmado por nuestro enredo contra el resoplo apagado contra mi cuerpo que se ha quedado ya casi vacĂo gloria a los encierros que hemos vencido viene amaneciendo
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lejos de la celda el tiempo se cae de espaldas
se deshuesa
creo que una bandada de pájaros y que la luz naranja
se pierde
allá lejos
ya quemó sus leños
estamos tú y yo y la sombra del cielo fugado yo y el mundo que rodea al aguacero tú y la puerta de lapacho viejo y nosotros que nos vamos quedando envueltos con los cuchillos y los panes de la cena y la piel de las frutas cubriendo la tierra que se hace nocturna
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mientras degüello el día mientras espero a las primeras sombras llenas de brujerías y encuentros mientras golpeo golpeo golpeo mientras ahuyento de aquí a la muerte mientras un pesado portón que contiene a las muchedumbres se abre a las primeras sombras mientras se va a pagando el canto mientras se van apagando las heridas mientras los incendios diarios se apagan mientras un viento fresco invade a las cosas que se apagan mientras se muere sin falta el día que se muera el día
mientras duermo
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y se enciende el sueño en sus inciensos tersos y en el sueño tenso del hastío de José obrero sueño que el trotamundos será mi maestro y saldré a las calles de combate a buscarlo con mis compañeros con la hermosa sombra de los patios que nos lastima con el calor de la siesta y se nos derrame la iracundia del hambre las lanzas de los esclavos la sangre de Miguel Ángel asesinado bajo el viento el viento el viento el viento
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el tercio cruel del viento con Antonio desaparecido desaparecido
desaparecido
del siglo del corazón desaparecido de la ventana del universo claro más claro más claro Antonio desaparecido en el pecho del hombre en el vientre de la madre en la manita del hijo más pequeño cese cese cese
cese el viento cese Antonio tu viento ido
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veo pasar un muchacho con su viento de golondrina ida bajar las persianas de alegrĂa con la flor y la paloma juntando dolor contra ladrillo rompiendo los trapos de no tener nada escribiendo una protesta asumiendo el peligro de jugarse el peligro de vivir para todos la magnitud de transformar la vida para que la vida compaĂąero de esta cierta celda ya nunca mĂĄs sea peligrosa
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venimos del vientre de esta cierta celda somos del mismo origen de hombre y mujer de los balazos del silencio de la electricidad de las maderas que guardan a los pájaros del fuego que hace al tiempo del carbón que esconde la tierra del metal de la sal del almidón de la caña amarillenta y húmeda de los días que nos reclaman deudas y nostalgias somos del mismo origen de la imaginación que cubre la vieja voz de los vientos y que recorre la tierra con su cruz su estandarte su huracán y su alta lanza
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de lo hondo incierto venimos y aquiahora nos aherrojaron en los pasillos en los calabozos en las sillas de los interrogatorios nos arrojaron al hondo ahora afuera recuperarán la fuerza de la luna caída darán la bienaventuranza al guerrero que se va y unas manos populares tocarán la frente caliente de mi mujer que está pariendo frente a la sangre deformada porque ha dolido sangrar aquiahora
donde en sus cuencos nos dejaron para arrancarle a la esperanza sus vestidos con la espada desenvainada ¡pedí la palabra
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hermano!
hermano
de aquidentro
recuerda cuando el sol se estaba acogotando cuando se hundía cuando quedó en el cielo un gran manchón rojo todos los hombres dejaron de transformar la tierra todo el silencio se vino de golpe todo el cansancio el sudor del trabajo la cabeza atolondrada el apetito sin horarios la mujer que te espera los charcos los hombres habían desaparecido se fueron con los colectivos con el día de las fraguas imbatibles algunos se perdieron en la noche sin ser vistos en ninguna calle otros se sentaron a la mesa ancha del sindicato o a la mesa dura del partido y desde allí comenzaron a construir de nuevo el mundo sus madrugadas la libertad y sus cosas una bandera roja toda desplegada 59
otros hombres alcanzaron las estrellas el coronel Komarov cosmonauta quebró sus luces que se prenden se apagan se prenden en su muerte al retorno a la tierra abrió los cuartos del sueño hizo pedazos nuestros mapas viejos hundió los pequeños mundos de nuestras islas recibió del corazón planetario su esperanza redonda del metal su crepúsculo del murciélago su altura de la noche cerrada su humedad amanecida del mediodía su cuchillo de la tarde su campana de bronce de los incendios del horizonte los días que rotaron en una sola mañana el hombre habitó la estrella rompió el cielo del hombre lo dejó morir a Dios en su ignorancia desparramó el este el sur el norte el oeste lejos del viento de los pájaros del tren del océano tranquilo tan tranquilo como siempre 60
está ardiendo
contempla el confín del cosmos arde todo el tiempo el tiempo mínimo arde lo mínimo necesario para ver un rostro en las pausas de los resplandores arde el relámpago el relámpago ardido oh relámpago mío rescatado enaltecido arrancado de las historias oh fuego pequeño fuego fuego lenguas de fuego inocentes que me cerca con sus altas lenguas no ceses de arder enciende mi ruego fuego de marzo fuego de octubre fuego tizón de revoluciones no dejes de arder no ahora fuego de las mesetas de los horizontes cuando atardece quema fuego ardienta las llamaradas lenguas que el viento del fuego se agite y que el huracán del tiempo incendie las praderas 61
en el patio
desolado y triste de mi casa en la desolada casa de mis padres en el campo roturado de nuestras conversaciones en los momentos postreros del día en la ausencia de los que nos nombran en el triunfo de los pueblos que corren por nuestra sangre en nuestras carpetas rojas y azules en los dientes apretados cuando nos asalta la esperanza en el asalto a la libertad en el estampido del fusil de mis hermanos en el recuerdo de mis hijos que están lejos en el trabajo creador y en sus maravillas en los cuentos hermosos que se cuentan a los niños en los días que se espera y se aguanta en los fuegos en los incendios en las ruinas en el dolor en las victorias en las alegrías en la sombra del almendro de Hernández y en las tardes de aguacero de Vallejo hallé los nombres que anidan mis pueblos
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los compañeros en sus cuartos sellados cantan en círculos miran sin palabras
sus manos labran corazones de hueso y en la ocurrida paciencia de la artesanía carcelaria los retazos de maderas oscuras se juntan crecen desde los colgajos del cuento y de algo digo así nomás de algo ya que no creo en nada prende la forma
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la hora del ocio carcelario es una cacerola interminable de las paredes sucias
colgada
penduleando en su vuelo pesado suspendido asido de una mariposa mecánica
¿qué es aquí una hora?
¿la lengua del tiempo? ¿el ojo del minuto? ¿los viejísimos abuelos de cronos?
a veces puede ser el suceso de mirar los accidentes de mi pierna y eso transcurre transcurre transcurre por los rieles insomnes del ferrocarril de los viernes ¿por qué del ferrocarril de los viernes? quita palabra artera el destiempo de tus ideas
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tambi茅n ocurre
a veces que los pesados badajos del ocio son mi propia reflexi贸n colgada de los pantalones rotos de los fantasmas sin tiempo
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los oficios carcelarios son vagones chirriados rememunerados cualicuaficados extrañados ofidioficios de sus espectros ahí pasan tras los barrotes de sus confesos miedos El Mirador pasa con la cabeza torcida y con un solo ojo cuida diente por diente
El Preguntador pasa en diagonal y al preguntar se atraganta su boca en la quijada El Acompañador pasa de atrás siempre de atrás olfatea bajo y orina contra los postes El Llaveador pasa aleteando y olvida su sombra en el aire metálico El Mandador chorrea sus humores en el cielo oscuro de la noche y pasa volando con los murciélagos del mango El Flagelador pasa asido a los abismos y lleva colgando sus ojos del ombligo
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en el día de la visita carcelaria mi amor sonríe con permiso de la autoridad apenas su carne
la profundidad de su boca son una presencia aclimatada que se ubican pegadas a mis costillas mi pequeñísima hija me mira desde muy lejos
pues ese día yo vengo no sé de qué polvorientos países trayendo estancias interminables temporadas de vientos detenidos
mi madre llora a veces pero no hay que perder las esperanzas dice mi padre imaginariamente y al fin de todo
al fin del día como si se estuviera velando a un abuelo un beso mínimo adiós y algo queda aprisionado en el fresco olor de la mañana tan inocente
es cierto que esto ocurre con permiso de la autoridad de nueve a diez todos los martes 67
a la cocinera carcelaria le nombramos Ramacán por puro capricho Ramacán
tienen en la boca gusto a banana
cuando llega a los corredores siempre fregados los guardianes le dicen groserías y Ramacán le dice cosas también como si quisiera o como si no quisiera y se abre paso gira arrastrar los pies y su cuerpo es el pimiento que hace cantar a los deseos de los pobres infelices Oh Ramacán
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no eres nada no eres nada no eres completamente nada
quedan figuras de hombres tan palabras rasgadas adentro en los muros sellados tienen cumpleaños
pañuelos de colores y una oscuridad que se come a los ángeles
quedan figuras del tiempo y no se le cuelgan los días uno por uno rasgaron al tiempo quedan los contenidos del hombre que han venido venciendo a los pequeños mundos y a las piedras de las palabras que ya no se dicen ¿quién puede ocultar el silencio de la respiración o el cansancio de volar adentro? se cruza el mundo redoblando campanas y pateando y las horas siempre vuelven al mismo sitio llenas de espacios únicos inalcanzables iluminadas por la luz fluorescente que nunca se apaga espacio
espacio nuestro tan inagotable como la ausencia cómo lastimas
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venir llegando encontrar esperar el ruido
la distancia la distancia del cuándo la sombra de venir llegando la noticia el color el agua el giro de las cosas las cosas que vienen creciendo amontonando con sus formas sus movimientos sus espacios para tan poca cosa sus grandes espacios para estar para dejarse estar para no dejarse para atar para no sufrir por lo menos para no estar en silencio y seguir seguir yendo a dónde porque retorno porque vuelvo porque giro porque grito porque tampoco grito porque empiezo a estar dónde empiezo a estar a salir por donde nada sale dónde nada sale comienzo a decir a tomar a crecer a sentirme cómo a sentirme a sentir que algo empieza así tan sencillamente
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y de pronto soy un animal pura naturaleza gruño gimo resoplo araño la tierra y retrocedo para dar el embate final defiendo a las hembras al rebaño a la vida y a la muerte a la procreación raspo la tierra con mis patas delanteras el aire se alarga se arruga hundo la tierra araño rasgo voy a saltar miro a la muerte son puras intuiciones de animal con el cuero cortando golpeado clavado en la mitad del día en la mitad de la medianoche en la mitad de la tortura en la mitad del cansancio de la tortura en el celo en la ausencia miro de lejos me voy arrimando al látigo al garrote a las cadenas abro la boca para morder para clavar mis colmillos y vomitar mi saliva y mis odios desvestidos me van llevando hasta donde termina la vida aquí en el brocal de la pileta comienza la nada vomito y lucho por todo la procreación el rebaño la hembra soyuntoroacosadouncaballodelsurunjabalíoscuro [losanimalesdeloscuentos herido mortificado olvidado resoplo y voy a saltar los muros de las prisiones del mundo 71
aquí está el campo de batalla la muerte deberá comenzar su tarea al este al norte están las copas de triunfo al sur trago al aire he revisado vereda por vereda si están en su sitio los hierros el algodón y los animales al oeste la soledad está alineada y la inteligencia con sus ampollas y los compañeros ¡viban los compañeros! cierran los puños con sus bolsillos rotos en las primeras horas enfrente unas enormes máquinas consumen voltios brazos abortos resinas ácidos el poroto de la cena buena suerte antes de morir peleando descansa compañero con todas tus ganas de buen proletario mira como está clareando al oeste donde muere la muerte hoy habrás de pelear serás la muchedumbre dejarás tu sangre y tus hijos serás inmensamente libre y te odiarán los borrachos de whisky defiende tu corazón de hombre bueno salva tu derecho a tener una maravilla
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habrá que cruzar el campo extenso esta noche encender linternas de barcos preparar avíos secarse la frente cruzar quiere decir abandonar un punto de salida puede ser una aldea con su pueblo puede ser una habitación una cama íntima una compañera una hija cruzar esta noche puntualmente quiere decir estar llegando a un punto final
un destino puede ser un puerto con marineros borrachos y música de acordeones puede ser una mañana bien temprana una esperanza antigua un compañero que viene cruzando el alba
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te alejas de tu casa amontonando días sobre otros y regresas con tu misma figura y tus preocupaciones ¿sirve el tiempo que se mide con tus brazos? ¿sirve el tiempo de las aves que habrás de medir con tus años cubiertos de carbón y con los minutos de tu vida marcados en tarjetas de asistencia? ¿a quién sirve tu pieza con su palangana y su mesita de luz frente a la estación del ferrocarril con su paisaje de madrugadas siemprevivas y su cantito olvidado descuidadamente por algún vagabundo? ¿a quién sirven tus sueños colgados detrás de la puerta en una percha vieja? no bastarán sirenas ni salarios para doblegarte acércate a las comisas del alba y contempla el fuego que avanza mientras huyen los pájaros baila con tu música estruendosa al compás de las matrices que funden años y años enhebrados de manos y venas de acero rompe y modela y martilla tu embravecida mar de nafta y cemento y contempla tu creación y salvarás tu canto para siempre
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el viento vino por la luna y se fueron juntos para armar el panal de las abejas el Dios del jabalí puso los caminitos de barro le echó un poco de sal a los barreros y mandó a sus hijos arqueros a cazar el chancho y el ciervo la lluvia y el frió
juntaron pajas tierra bien pisada y un lugar alto para el tapyî enfrentando al viento
Ñanderuvusu pensó en las hormigas y el oso hormiguero en el aleteo de las alas y en los pájaros en el ykua y en el mandil travieso y creo el ybyguazu al mismo tiempo que a los hombres la siembra y el rozado los cuentos que rodean las fogatas del invierno la mano con la mano el hijo con la madre el arco y el cesto todos se juntaron y el tekoha floreció como el tajy y el cocotero un día llegó un jaguareté cervecero y con sus garras de lata de cerveza se comió todo el ybyguazu el tekoha el tapyî y hasta al oso hormiguero 75
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Indice hombre al fondo, blanca luz, gotas de agua, y reposa la vida entre nosotros, se hacen de las quebraduras, sólo del olvido se hicieron las palabras, y que en la fluida traspalabra, mis poetas también estaban, en las zonas tórridas de la imagen, en la libertad que perduele, acaso Elvio Romero, ¿qué rastro silente cierra el puño? el rastro del tiempo que aquieta, los brotes de sombra, y por ella comprendo la vida, del tiempo que fluye tomó la contienda su nombre, una gota de mi delirio, del delirio salieron volando los pájaros, de las figuras que dibujan los pájaros, las ciudades que fui abandonando, el viejo puente siempre queda, quien me espere, el tiempo pasa borrando al tiempo, y por una vez me siento solo, y hablo detrás de los muros, cierro los ojos y olvido lo que da vueltas, y sin nadie que me diga nada ni me reproche, entonces hice del vacío de las sombras de mis manos, entonces puedo hacerte, salida de mis sueños, y si brota de mis manos la palabra, y ahora me voy,
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y me seguiré yendo, adiós tristezas que ya no presienten, desde el fondo del sueño, porque estoy hecho de vuelos, y desde el oscuro silencio del sueño, vendrás con las máquinas que incendian sus almas negras, para defenderte sobrevivo esta noche, sudor nuestro de cada día, que desnuda al infinito cuerpo de la noche, tu mano contra mi viento, lejos de la celda, mientras degüello el día, y se enciende el sueño, el tercio cruel del viento, veo pasar un muchacho con su viento de golondrina ida, venimos del vientre de esta cierta celda, de lo hondo incierto venimos, hermano de aquiadentro, otros hombres alcanzaron las estrellas, está ardiendo, en el patio desolado y triste, los compañeros en sus cuartos sellados, la hora del ocio carcelario, también ocurre a veces, los oficios carcelarios son vagones chirriados, en el día de la visita carcelaria, a la cocinera carcelaria le nombramos, quedan figuras de hombres, venir llegando, y de pronto, aquí está el campo de batalla, habrá que cruzar el campo extenso esta noche, te alejas de tu casa amontonando días sobre otros, el viento vino por la luna,
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