índice
EL inagotable festín fílmico aproximación a los festivales cinematográficos
EN PORTADA: La actriz mexicana Nathalia Acevedo frente al espejo en el papel de Natalia, en la cinta Post Tenebras Lux (México, 2012), de Carlos Reygadas, ganador del premio a Mejor Director en el Festival Internacional de Cannes y cuya obra es perfecto ejemplo del cine que triunfa en los más importantes festivales cinematográficos del ámbito internacional. Producción: Mantarraya/No Dream Cinema.
FE DE ERRATAS: En el número 24, que circuló durante septiembre-octubre de 2012, precisamente en el índice, en la página 5, se acredita que la fotografía de portada petenece a la cinta “El fabuloso mundo de Luis Buñuel” (México, 2012), dirigida por Sebastián del Amo, cuando en realidad debiera decir El fantástico mundo de Juan Orol. Ofrecemos disculpas al director, así como a nuestros lectores.
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LA UTILIDAD COMO SEGURO DE VIDA De los festivales hollywoodenses a la escena mexicana Gerardo Salcedo Romero
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UN AJEDREZ COMPLEJO Anecdotario en torno a los festivales Octavio Maya Rocha
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CANNES Y ROTTERDAM: PARADIGMAS Y PARADOJAS Algunas ideas sobre los festivales Abel Muñoz Henonin
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VENTAJAS CULTURALES, SOCIALES Y ECONÓMICAS El impacto de los festivales en México Mariana Cerrilla Noriega
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EL SÍNDROME DE LA FESTIVALITIS Proliferación, crecimiento y desaparición Perla Schwartz
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SIN ESTRELLAS NI ALFOMBRAS ROJAS La creciente opción de los festivales online Eugenia Guevara
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LA RESEÑA DE ACAPULCO FUE CANCELADA TRAS EL 68 Entrevista con Mauricio Peña Fabián de la Cruz Polanco
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EL IMPULSO FÍLMICO COMO OBJETIVO COMÚN La Red Nacional de Festivales Cinematográficos Óscar Casco
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LA FISCALIZADORA DE LOS FESTIVALES Luis Alberto Scalella, Presidente de la fiapf Gabriel Giandinoto
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A LA ESPERA DE UN GRAN FESTIVAL Interrogantes, problemáticas y discontinuidad Luis Carrasco
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UN LARGO CAMINO SIN ATAJOS Los quince años del giff Sarah Hoch Delong
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DEL GLAMOUR AL ELITISMO Los festivales y los críticos Paloma Cabrera Yáñez
AÑO 5 Núm. 25 Noviembre - Diciembre 2012
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Directorio editorial
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ENSUEÑOS DE CANTERA Una muy feliz coincidencia Daniela Michel, Fundadora y Directora del ficm Sergio Raúl López
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UN FESTIVAL ÍNTIMO CON RELEVANCIA INTERNACIONAL Alejandro Ramírez, Presidente del ficm Sergio Raúl López
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PATRIMONIO DE MORELIA Y DE LA COMUNIDAD CINEMATOGRÁFICA Desde la Vicepresidencia del ficm Cuauhtémoc Cárdenas Batel
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UN PILAR IMPORTANTE El portal electrónico del Clara Sánchez
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DESDE LA FILMOTECA DE LA unam COMPARTIR Y RESGUARDAR LA MEMORIA La historia del cine en una colección Karla Calviño Carbajal
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INDUSTRIA ¿EL SEXENIO DEL CINE? La producción fílmica mexicana entre 2006 y 2012 Víctor Ugalde
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ficm
LOS FRACASOS EN TAQUILLA, EN REALIDAD, NUNCA LO FUERON Fernando de Fuentes: una década de Ánima Estudios Luis Carrasco García
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FESTIVALES UN ESPEJO DE LA REALIDAD Séptimo DocsDF Alejandro Morales
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INDUDABLEMENTE QUE ES GLAMOUR 8o Festival Internacional de Cine en Acapulco Manuel Almazán
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SÓLO LO MEJOR DEL CINE MUNDIAL 54 Muestra Internacional de Cine José Antonio Valdés Peña
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ESTRENOS UNa idea de libertad El Santos vs. la Tetona Mendoza Augusto Mendoza
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EL MEDIO NATURAL PARA SALIR DEL PAPEL Entrevista con Jis y Trino Sergio Raúl López
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EL corrupto y asfixiante ambiente de la frontera sur La vida precoz y breve de Sabina Rivas, de Luis Mandoki José Juan Reyes
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PIZARRA
Director administrativo: José Sefami Director fundador: Flavio González Mello Subdirector general: Jaime Chabaud Subdirector editorial: Sergio Raúl López Consejo editorial: Paula Astorga, Armando Casas, Fernando Eimbcke, Roberto Fiesco, Leonardo García Tsao, Everardo González, Alfredo Joskowicz, Mónica Lozano, Lorenza Manrique, José Ramón Mikelajáuregui, Elisa Miller, Beatriz Novaro, Ignacio Ortiz y Víctor Ugalde. Arte y Diseño Visual: Erick Rodríguez Serrano Corrección de estilo: Hugo Valdés Sánchez. Asistencia editorial: Paloma Cabrera Yáñez. Asistencia de diseño: Galdi González Salgado Publicidad: Hugo Wirth Distribución y difusión: Daniela Guerrero Distribución: Sergio Sánchez y Daniel Castanedo Asistencia general: María de la Paz Zamora y Verónica Cruz. Correos electrónicos: Redacción: cinetoma@gmail.com, Diseño: erosvisual1@gmail.com, Ventas: publicidad@pasodegato.com, Suscripciones: Daniela Guerrero daniela.pasodgato@gmail.com CINE-TOMA Año 5, Núm. 25, Noviembre - Diciembre 2012 Es una publicación bimestral Editada por José Sefami Misraje: Eleuterio Méndez 11, Col. Churubusco-Coyoacán, C. P. 04120, México, D. F. Teléfonos: (0155) 5601 6147, 5688 9232, 5688 8756. Editor responsable: Jaime Chabaud Magnus. No. de certificado de reserva al título: 04 - 2008 - 080418121600 - 102. ISSN: 2007-3305 No. de certificado de licitud de título: 14265. No. de certificado de contenido: 11838. Ambos otorgados por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación Distribución: PasodeGato Sepomex, pp09.1673 Distribuido por dimsa en locales cerrados. Impresa por: Editorial Innova Año de Juárez 343, Col. Granjas San Antonio, C.P. 09070 Distrito Federal Este número se terminó de imprimir en octubre de 2012 con un tiraje de 10,000 (diez mil) ejemplares. El contenido de los artículos es responsabilidad de los autores. Prohibida su reproducción total o parcial sin previa autorización.
Agradecimientos: Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, Filmoteca de la unam, Festival Internacional de Cine de Morelia, Instituto Mexicano de Cinematografía.
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Mantarraya/No Dream Cinema. La filmación de Post Tenebras Lux, de Carlos Reygadas, requirió montar el equipo de fimación en una artesa, incluido el fotógrafo Alexis Zabé, para captar una cacería en una zona lacustre. El riesgo tomado por el realizador mexicano le fue recompensado con el premio a Mejor Director en Cannes.
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EL inagotable festín fílmico aproximación a los festivales cinematográficos
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n la invención de los festivales cinematográficos alcanzan a distinguirse un par de inocultables genes en nada relacionados con la creación y el arte: uno político y el otro económico. Detrás de las alfombras rojas sobre las cuales parecen flotar las jóvenes y atractivas siluetas de los afamados protagonistas de la gran pantalla, con perfumes caros, joyas de autor y vestimentas de prestigiados diseñadores, enclavadas en sitios atractivos para el gran turismo, se encuentran dos de las motivaciones fundamentales que separan al género cinematográfico del resto de las mucho más modestas o elitistas —en términos de público masivo y de circulación internacional— expresiones artísticas: su poderosa capacidad de penetración ideológica y las inocultables fortunas económicas que es capaz de recaudar. No resulta escandaloso, por lo tanto, que el más antiguo de todos, el Festival Internacional de Cine de Venecia —la conocida Mostra que entrega anualmente el León de Oro—, nacida en 1932, haya sido prohijada desde el régimen fascista que entregó la Copa Mussolini entre 1934 y 1942, como una herramienta para validar el régimen italiano —así como los Juegos Olímpicos habían servido a la Alemania nazi— que ya cernía su amenaza expansionista y militar —a través del Eje Berlín-Roma-Tokio— sobre Europa, África y Asia. La combinación de estrenos impactantes, estrellas rutilantes y una comunidad festiva, concentrada fervientemente en cocteles, recepciones, cenas y otras galas de forzosa etiqueta, resultaba una combinación apabullante que ocupaba la atención de los medios internacionales y sirve lo mismo a los gobernantes que al empresariado. La respuesta francesa fue casi inmediata. En 1939 —como respuesta a que Jean Renoir había perdido en Venecia frente a los filmes de Leni Riefenstahl y Goffredo Alessandrini—, se buscó una ciudad balnearia tanto en las costas mediterráneas como en las atlánticas para dar respuesta al encuentro fílmico del Duce. Cannes, en la Costa Azul, fue elegida sobre Biarritz para albergar al que hoy en día es el más importante de los festivales de cine en la actualidad. Inaugurado el primero de septiembre de 1939, su primera edición duró sólo un día, interrumpida por la Segunda Guerra Mundial, al igual que su par romano. Pero una vez firmado el armisticio, su reactivación se volvió un asunto urgente en la agenda de los aliados —vencedores de la conflagración—, para demostrar con hechos culturales que la reconstrucción democrática se encontraba en plena marcha. No sólo Cannes y Venecia fueron reactivados, sino que comenzaron a surgir otros festivales, como el de Karlovy-Vary (1946), en la Checoslovaquia comunista; el de Berlín (1951), en la Alemania democrática; el de San Sebastián (1953), en la España franquista; el de Mar del Plata (1954), en la Argentina peronista, y muchos otros. México, aunque tardíamente, no fue la excepción. En 1959, el mediático expresidente Miguel Alemán, interesado en consolidar turísticamente a Acapulco, trasladó al puerto guerrerense la Reseña Mundial de los Festivales Cinema-
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tográficos iniciada un año antes y que, durante una década, fue anfitriona de las más boyantes figuras del momento. Gradualmente, las sucesivas generaciones han ido separando los intereses de los regímenes políticos en turno de los festivales cinematográficos —como ejemplo claro están los críticos y realizadores de la Nueva Ola Francesa deteniendo, literalmente, el telón de Cannes, durante el mayo del 68—, para convertirlos en receptáculos de la pluralidad cultural que también implica el cine: la producción estadounidense independiente, fuera de Hollywood; el poderoso cine de autor emergido de realizadores de voz personal e irrepetible; los filmes emergentes de los países periféricos a Europa; el establecimiento de circuitos culturales y alternativos a la cartelera comercial —cada vez más monopolizada por Hollywood—, y, claro, el pensamiento crítico en torno al hecho cinematográfico. Si bien la mayoría de los festivales han dejado de erigirse como agentes que validan los regímenes políticos, no han perdido su otro origen, el económico. Especialmente aquellos considerados puntales entre los cinco mil que se organizan anualmente en el mundo —cifra brutalmente vasta—, mantienen inconfesables vínculos con los grandes productores de cine industrial, de quienes reciben fuertes sumas a cambio de estrenar las cintas que poco después asaltarán el circuito de exhibición, como un gran escaparate acompañado de grandes fiestas, pasarelas y glamour. Hoy en día, tomados por el interés económico, los festivales incluyen en su programación al cine hollywoodense de preestreno con las ventajas que conlleva. El caso mexicano es aún más complicado. Los 87 festivales fílmicos que se organizan cada año se debaten entre la dócil imitación colonialista que encuentran en Europa y Estados Unidos los modelos a seguir —y a premiar—; la sumisión a las instituciones federales que dictan el canon de la producción mexicana legítima —ignorando al resto— y otorgan los apoyos públicos a discreción, e incluso aparecen como claro botín político de la gubernatura o presidencia municipal en turno. Lastimosamente, será difícil descubrirlos interesados en compartir la cultura fílmica al mayor público posible o involucrar a los habitantes de las ciudades en que se albergan y conformarse como una opción real —peligrosa por tanto— a las cadenas de multicinemas y su monótona cartelera. Menos aún, me temo, funcionarán como verdaderos sitios para que los cineastas trabajen vendiendo sus cintas, ofreciendo entrevistas y manteniendo encuentros con sus pares, pues, en el ambiente cortesano en el que se desarrollan, importarán más las comidas y cenas con los notables locales y nacionales, los paseos conjuntos en tren o en lanchas, la zalamería y la lectura superficial de las cintas programadas. Evidentemente, aunque se le quiera invisibilizar, es un hecho que los festivales cinematográficos producen ideas, reflexiones, propuestas y críticas. A expresarlas y compartirlas se dedica el presente número de la revista. Sergio Raúl López
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