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Realzan importancia de La Pochota, ceiba ubicada en la plaza central de Chiapa de Corzo
—Es declarado como árbol de valor histórico; la Unidad Azcapotzalco intervendrá el sitio en unos meses
—La contaminación ambiental hace que urbes como la nuestra sean más afectadas por la Covid 19, apuntó el doctor Saúl Alcántara Onofre
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POR JUAN MANUEL TIRADO JUÁREZ
Es una idea integral que recuperará la imagen urbana de la plaza y del paisaje
Hace unas semanas fructificó una iniciativa que desde hace tiempo se ha impulsado en el estado de Chiapas, orientada a darle el valor que se merecen a diversos árboles del poblado de Chiapa de Corzo, entre ellos, el ubicado en la plaza central, conocido por los lugareños como La Pochota, una frondosa ceiba que, desde hace cerca de 450 años –apuntan expertos–, da esplendor al lugar.
El Comité Colectivo Ciudadano para la Salvaguarda de las Expresiones Originarias, encabezado por el señor Roger Eli Díaz Guillén, se puso en contacto con el doctor Saúl Alcántara Onofre, coordinador del posgrado en Diseño, Planificación y Conservación de Paisajes y Jardines ( DPCPJ), de la División de Ciencias y Artes para el Diseño, para buscar la manera de que las autoridades del lugar y el cabildo se sumaran al proyecto para que los frondosos árboles sean protegidos por medio de una declaratoria de árboles históricos y urbanos que “forman parte de patrimonio cultural y natural” del sitio, lo cual finalmente se concretó.
En la firma de la declaratoria estuvieron presentes el alcalde, licenciado Jorge Humberto Molina Gómez, los integrantes del Cabildo, el señor Díaz Guillén y, por parte de la Unidad Azcapotzalco, el doctor Abelardo Mariña Flores, quien acudió en representación del doctor Óscar Lozano Carrillo, rector del plantel, y el propio doctor Alcántara Onofre, entre otros.
En plática con este medio informativo, Alcántara Onofre –también presidente del capítulo mexicano del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios, ICOMOS México–, resaltó la importancia de la calificación que se le dio a La Pochota, pues desde hace muchos años, debido a los cambios en las legislaciones, ningún árbol había obtenido una declaratoria de tal valía. La UAM tuvo una “decisiva participación” para emprender esa acción, que ha sido “una de las iniciativas más importantes del país”.
Sobre los pasos a seguir, el especialista adelantó que las autoridades de Chiapa de Corzo se encargarán de conseguir los recursos para echar a andar el proyecto de la UAM sobre “recalificación ambiental y monumental”, es decir, se rehabilitará la plaza, que tiene una superficie aproximada de dos hectáreas y media. Se piensa retirar el concreto y colocar piedra cantera, que permitirá que el agua se filtre al subsuelo. También se retirará el barandal que rodea a La Pochota y en su lugar se colocarán un cerco vegetal, integrado con al frondoso espécimen.
En la actualidad, el árbol –aledaño a una “bellísima fuente del siglo XVI”, también de valor histórico– tiene algunos descuidos en sus raíces, por lo que se plantea sanearlas y colocar nutrientes al suelo para así darle una calidad de vida que le garantice agua suficiente y buenas condiciones para que perviva por lo menos cien años más, consideró el especialista. Es una idea integral que recuperará la imagen urbana de la plaza y del paisaje; no obstante, contempla también otros árboles del lugar como La Pochotita, otra ceiba de más de un siglo de existencia.
La expectativa es que, hacia el otoño siguiente, una vez que las autoridades cuenten con los recursos, el equipo de la Unidad Azcapotzalco (integrado por el profesor Alcántara y la maestra Teresa Ocejo, ambos de la División de CyAD, y el maestro José Castro López, de Sociología, con el apoyo de alumnos de la Especialización del posgrado en DPCPJ), echen a andar el proyecto a principios del próximo año y así concluir las obras en menos de medio año.
La iniciativa ha sido bien recibida tanto en Chiapas como en Oaxaca, pues autoridades de Comitán y de San Cristóbal de las Casas, en el primer estado, como de Santa María del Tule,
en la segunda entidad, se han mostrado interesadas en que la UAM desarrolle proyectos para realzar y salvaguardar sitios y árboles como el legendario Árbol del Tule –que tiene una antigüedad de más de dos mil años–, para el cual se piensa realizar gestiones para que éste sea incluido, quizás en el 2021, en la Lista del Patrimonio Mundial.
COVID-19 golpea más a urbes contaminadas
Apasionado y conocedor de los árboles, de la cultura y de las tradiciones mexicanas, el doctor Alcántara Onofre destacó que en las culturas prehispánicas los árboles jugaban un papel muy especial, no solamente proporcionando agua, sombra, frescura, o filtrando el aire y amortiguando los ruidos, sino que eran considerados sagrados, pues “sostenían al mundo”. En los códices que explicaban la cosmogonía de nuestros ancestros, se puede observar a la ceiba, el guayacán, el cacao y el mezquite, acompañados por aves cósmicas que también tenían gran significado.
Y en la actualidad, en medio de la pandemia y de los estragos ocasionados por la COVID-19, resaltó aún más la importancia de la vegetación y de los árboles en ciudades como la nuestra. El investigador refirió que estudios recientes, realizados por la Universidad Martín Luther de Halle-Wittenberg, en Alemania, “indican que los altos niveles de contaminación en el aire han contribuido a que casi el 80 por ciento” de los decesos ocasionados por esa enfermedad, se deben a la debilidad de los seres humanos provocada por los contaminantes que se encuentran en el ambiente, en ese caso, del bióxido de nitrógeno (NO2).
Los estudios realizados en Italia, Francia y Alemania detectaron grandes cantidades de NO2 que –presumiblemente– podrían haber contribuido a la gran cantidad de contagios. Respecto a lo que ocurre en la Ciudad de México, continuó, es un indicativo que en las alcaldías donde se han registrado mayor número de transmisiones del Coronavirus (como son Iztapalapa y Gustavo A. Madero), se encuentra la mayor concentración del NO2, a lo que se suman los contaminantes emitidos por los camiones de carga, el transporte público y los provenientes de las plantas termoeléctricas y de
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la refinería de Tula, que arrojan al aire grandes cantidades de ese compuesto letal.
Para el arquitecto paisajista es un error gubernamental no inclinarse por las energías renovables y seguir apostando por el petróleo y las plantas termoeléctricas y las refinerías, pues los “golpes al cuerpo humano” ocasionados por las sustancias contaminantes, dan pie a destacar más los estragos como los causados por la actual pandemia, la cual, como se sabe, golpea con mayor dureza a las personas con diabetes, hipertensión o con enfermedades cardiovasculares, entre otros grupos de riesgo.
“Si tuviéramos un medio ambiente sano” los seres humanos también lo estaríamos, pero con un “medio ambiente enfermo”, somos más “susceptibles a las epidemias”. Para cambiar la situación y buscar vías alternativas, se debe de apuntar al rediseño de “la urbe con otra visión”: planificada, pero no de la misma manera como se ha hecho, sino con alternativas en donde la vegetación juegue un papel primordial, que ésta sea endémica y nativa.
Es muy difícil pero no imposible, y para ello las autoridades federales y locales tendrían que jugar un rol decisivo, alejado de lo que hasta ahora han impulsado. Por ejemplo, para que las urbes dejen de ser enormes planchas de concreto y pavimento, contaminadas y dañinas para la salud, generadoras de calor, bastaría con echar a andar una estrategia basada en “la plantación de árboles nativos y endémicos” en los lugares públicos, que vaya desde la periferia hacia el centro de la ciudad.
Los terrenos en donde se ubicaría el nuevo aeropuerto, en Texcoco, serían un buen ejemplo de lo que se debería de hacer; sin embargo, deploró, se piensa hacer un gran parque, plantar vegetación exógena, que se echa a perder rápido pues no es adecuada para la zona.
Para concluir la charla, el doctor Saúl Alcántara reiteró que es urgente que se exponga de forma adecuada la situación para mejorar el ambiente en esta megalópolis, plantar una vegetación idónea que atraiga a las abejas, las cuales son benéficas para la vida humana; apostar por las energías renovables, dejar fuera las termoeléctricas y las refinerías y regular el transporte de carga y el público. “Hay posibilidades de rescatar a la capital”, pero falta voluntad para emprender una planificación integral “para mejorar su calidad ambiental”, rubricó.