Guatemala ocho siglos de la Red de Localidades Urbanas

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Guatemala ocho siglos de la red de localidades urbanas

Ensayos sobre la configuración histórica de la red urbana, del siglo XII al XXI Por Carlos Ayala R., con cartografía de Favio Hernández Soto

Dirección de investigación de la Facultad de Arquitectura Universidad de San Carlos de Guatemala, nacional y autónoma


Universidad de San Carlos de Guatemala Facultad de Arquitectura Dirección de Investigación

Decano Facultad de Arquitectura Arq. Carlos Enrique Valladares Directora de DIFA Msc. Cecilia Santisteban Autores Arq y Urb. Carlos Ayala Rosales Arq. Favio Hernández Soto Diseño y diagramación Isabel Corado © De los textos: Sus autores © De las imágenes: Sus autores Todos los derechos reservados Imprime: CTP Publicitaria Impreso en Guatemala Ciudad de Guatemala, 2014


Dirección de investigación de la Facultad de Arquitectura Universidad de San Carlos de Guatemala

DIFA - USAC

Guatemala ocho siglos de la red de localidades urbanas

Ensayos sobre la configuración histórica de la red urbana, del siglo XII al XXI

Por Carlos Ayala R., con cartografía de Favio Hernández Soto

Ciudad de Guatemala, 2014


Presentación Es para el Sistema de Investigación de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de San Carlos, un gusto entregar esta publicación que trata sobre el proceso histórico de configuración de la red de localidades urbanas de Guatemala. Es una investigación pionera por tratar de identificar de forma condensada, las claves de tan importante proceso histórico en sus distintas etapas, con una visión de largo plazo. La valiosa colección de mapas y de gráficas que ilustran esta investigación, en su mayor parte inéditos, muestran claramente el comportamiento espacial histórico del uso del territorio y de la urbanización del país. Con esta publicación deseamos contribuir al conocimiento y reflexión sobre el porqué de la forma y contenido de la red urbana, desde sus orígenes, etapas históricas y periodo contemporáneo, tanto de las condicionantes geográficas como de las determinantes sociales, para tratar de comprender de mejor manera, el actual y futuro proceso de urbanización de la sociedad guatemalteca, como parte de la ineludible formación de una adecuada conciencia histórica. Agradezco el esfuerzo realizado por el arquitecto y urbanista Carlos Ayala Rosales en la coordinación del presente estudio, así también al arquitecto Favio Hernández por la cartografía realizada y a los distintos auxiliares de investigación que apoyaron con el manejo de muchas bases de datos que sustentan la presente investigación.

“Id y enseñad a todos”

Arq. Carlos Enrique Valladares Cerezo Decano de la Facultad de Arquitectura, Universidad de San Carlos de Guatemala, nacional y autónoma


Contenidos

Introducción ……………………………………………………………………………..………………………………………………………...

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Capítulo 1. Las condicionantes del medio físico natural …………………………………………………………………………................

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Capítulo 2. La configuración histórica de la red urbana ……………………………………………………………………………..............

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2.1. Los centros urbanos de los Estados mayas tardíos de las Tierras altas, del siglo XII al XVI ...

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2.2. Las capitales de los Corregimientos y Alcaldías mayores del dominio colonial hispánico, del siglo XVI al XIX ……………………………………………………………………………..………………………………….

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2.3. Las localidades urbanas de la agro-exportación oligárquica, del siglo XIX a mediados del XX ……………………………………………………………………………..……………………………………………………..

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Capítulo 3. El contexto regional: el proceso de urbanización en Guatemala y Centroamérica …………..……………..

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Capitulo 4. Las determinantes sociales y económicas del proceso de urbanizació ………………………………….……………..

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4.1 De un país de 3 a 32 millones de habitantes en alrededor de un siglo ………………………………..

53

4.2. De un país de campesinos rurales a uno de trabajadores urbanos ………………………………........

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4.3. La urbanización de la pobreza ……………………………………..…………………………………………………….....

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4.4. La transición de un país de economía rural a uno de economía urbana ……………………...........

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4.5. El arreglo territorial del proceso de urbanización ......…………..……………….………………………………

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Capítulo 5. El proceso de urbanización y la reconfiguración de la Red urbana, Las derivaciones de la economía de subsistencia y la diversificación de la exportación …...................

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5.1. El trasvase de la población rural hacia las localidades urbanas ......…………………………….............

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5.2. El reforzamiento del arreglo territorial de la red urbana ………………………………...........................

73

5.3. El reescalonamiento de los rangos tamaño de lugares urbanos ……………………………...................

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5.4. El doble comportamiento de los subsistemas urbanos de las regiones ...………………………..........

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Bibliografía consultada …………………………………………………………………………….............………………………………

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Introducción El proceso de urbanización que esta experimentando el país, ha sido poco estudiado, a pesar de constituir todo un cambio de alcances históricos; nada menos que la conversión de un país secularmente rural a uno urbano y en pocas décadas. El presente estudio pretende coadyuvar al conocimiento de este proceso de urbanización, aunque sólo con unas aproximaciones o ensayos sobre la situación de la Red urbana y su configuración histórica. El proceso de urbanización posee como parte de su expresión territorial un conjunto de localidades urbanas con sus respectivas regiones de influencia y que interactúan permanentemente entre si. Conjunto de lugares urbanos, áreas y relaciones inter-urbanas, que suele denominarse generalmente como Red urbana; o bien, como Sistema de ciudades, cuando se hace mayor énfasis en las interacciones urbanas y menos en las actividades de las localidades. Así son conceptos descriptivos de Red urbana: el patrón de asentamiento o arreglo territorial del conjunto de localidades urbanas de un país, que puede tender hacia una forma concentrada o dispersa, una jerarquía primada o equilibrada, o que puede densificarse y a la vez extenderse, puede variar también a través de los diferentes rangos-tamaño de sus localidades urbanas, además, las regiones interiores de un país generalmente poseen sub-redes urbanas, entre otros. Varias de estas caracterizaciones encuentran en el presente texto una descripción y explicación, aplicada al caso concreto de Guatemala; además, nos proponemos explicar la Red urbana a partir del contexto histórico social y las condicionantes del medio físico-natural, lo que implica una visión de larga duración, propia de la Historia social. A parte de estas cuestiones, el presente estudio se propone responder varias interrogantes singulares del caso guatemalteco, a saber: A inicios del siglo XXI, el panorama urbano del país está dominado por una única ciudad, con varios millones de habitantes; una aglomeración conformada en muy pocas décadas y que ha

reconfigurando la región central del país en una Región urbana. Aunque ahí coexisten varios bolsones de prosperidad junto a los grandes cinturones de depauperación, a áreas urbanas antiguas en decadencia con nuevas periferias de alta calidad ambiental, etc. El resto de la red urbana, es aún un conjunto de pequeñas ciudades con bajos niveles de prosperidad económica, donde la más poblada no sobrepasa los 200 mil habitantes. Entonces, qué factores impulsan la alta concentración de este proceso urbano, a la primacía urbana, al sostén de una sola gran aglomeración metropolitana pero dualizada? La mayor parte de las localidades de la red urbana del país, se encuentran emplazadas sobre las altiplanicies de la cordillera volcánica, la que corre tierra adentro y paralela a la costa del Pacífico y eso ha sido así desde hace varios siglos. Por el contrario, las planicies costeras, tanto la del Pacifico como la del Atlántico, fueron ocupadas significativamente con localidades urbanas hasta fines del siglo XIX e inicios del XX, luego las Verapaces, el Petén y la Franja transversal del norte. Entonces, por qué la red urbana posee diferencias notables entre las regiones del país, es decir, mayor densidad y alta tasa de urbanización en la región central, luego en la occidental y la sur, y por qué es poco densa la red y lenta la urbanización entre las demás regiones del país? La sociedad guatemalteca, hasta mediados del siglo XX, inició el proceso de urbanización con fuerza, alentado a nivel internacional por el auge económico de la segunda posguerra, a nivel local por el desarrollo de la economía de agroexportación, un crecimiento demográfico alto y el inicio de un proceso de industrialización en relación con la puesta en marcha del Mercado común centroamericano. Aunque estas oportunidades no alcanzan a toda la población, pero ejercen atracción y algunas posibilidades, de ahí en parte la urbanización de la pobreza rural. Aún así, el país posee la tasa de urbanización más baja de la región latinoamericana, lo que da pie a indagar la siguiente cuestión, porqué la urbanización del


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país es tardía y lenta, y con gran población aún en condiciones de pobreza y extrema pobreza? A inicios del siglo XXI, el proceso de urbanización en el país finalmente ha llegado a la etapa de transición de una sociedad rural hacia una urbana, esto es que la población mayoritaria esta dejando de ser rural y esta pasando a ser urbana; sin embargo, no involucra en igual condición a todos los lugares urbanos, entonces qué tipo de localidades urbanas son las que concentran esta etapa del proceso de urbanización? Lo que esta implicando, entre otros, un crecimiento sostenido de esas ciudades del país y todo un desafío para la administración pública y para la sociedad en general, en términos de la ordenación territorial, el control de la especulación sobre el valor del suelo, la realización de urbanizaciones de interés social y de equipamiento publico, de estrategias de generación de actividad económica y empleo urbano, entre otros. Entonces, el presente estudio ofrece una aproximación a la conformación histórica de la red urbana de Guatemala, con mayor énfasis en el proceso de urbanización, es decir de mediados del siglo XX hasta los años recientes. Así como los antecedentes históricos, que para nuestro entendimiento se remontan a la etapa de los Estados mayas tardíos, del siglo XII al XVI, luego la etapa del dominio colonial-hispánico del siglo XVI a inicios del XIX, de la agro-exportación oligárquico liberal de mediados del XIX a mediados del XX, además, como las mismas características físiconaturales del territorio han incidido en el arreglo territorial de la Red urbana del país a lo largo de dichos siglos. La presente publicación fue realizada principalmente a partir de las cifras de los últimos seis censos de población de Guatemala, es decir, del censo de 1950, 1964, 1973, 1981, 1994 y 2002, así como a los censos antiguos: 1880, 1893, 1921 y 1940. Como es sabido la calidad de dichos censos es variable, por lo que se aplicó a cada uno la cifra de omisión censal correspondiente, además los criterios de diferenciación de lo urbano y lo rural no son homogéneos, por lo que se empleo los datos de la población económicamente activa (PEA) por preferencia locacional entre lo urbano y lo rural, aunque solo para los más recientes datos censales. Pero si están tomadas en cuenta las conurbaciones de aquellas ciudades que presentan dicho fenómeno en el país, para aproximar en lo posible las cifras a la realidad urbana. Además, el estudio está basado en una consulta a bibliografía de naturaleza histórica

del país, pero con carácter sintetizador y con énfasis en las estructuras e impactos territoriales de las actividades económicas, políticas, culturales, etc. Para facilitar la visualización de los comportamientos territoriales de la red urbana, a través de los distintos períodos históricos, así como para ubicar territorialmente y comprender mejor los factores o situaciones incidentes en dichas configuraciones, se elaboró un sin número de mapas temáticos, así como de gráficas y cuadros a partir de datos geo-referenciados, que contienen información de situaciones clave para el proceso de urbanización y la configuración de su red urbana; la mayoría por primera vez realizadas sobre estas cuestiones en el país. Deseo agradecer al arquitecto Favio Hernández Soto por su trabajo en la realización de la cartografía del presente estudio; así mismo, a los auxiliares de investigación del Centro de investigaciones CIFA que participaron en la difícil y delicada tarea de búsqueda, captura y procesamiento de información en distintos semestres, en particular a Gerardo Arévalo, Milton Chávez, Isabel Cifuentes, María Teresa Escamilla y Ángela Orellana, hoy ya todos profesionales.

Carlos Ayala Rosales Ciudad de Guatemala, noviembre de 2013


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Capítulo 1.

Las condicionantes del medio físico natural En un territorio la forma del relieve natural, plano o escabroso, la presencia y magnitud de los cuerpos de agua superficial, como los ríos o los lagos, el afloramiento de los recursos minerales, los niveles de fertilidad de los suelos, entre otros, son todas situaciones del medio físico natural que pueden facilitar, inducir, dificultar o imposibilitar la vida de las sociedades humanas. De ahí que las características del medio físico natural se constituyan a su vez en condicionantes permanentes en la distribución y crecimiento de las localidades urbanas. Aunque las posibilidades tecnológicas recientes, han modificado o relativizado la incidencia de varios de los condicionamientos físico-naturales, pero no todos los grupos sociales tienen acceso a las tecnologías capaces de mitigar las limitantes que puede representarle algunos aspectos del medio. En el caso del territorio guatemalteco un gran condicionante del medio físico natural sobre los asentamientos humanos ha sido la contrastante diversidad, principalmente entre las planicies costeras tropicales y calurosas en relación con la región del altiplano de bosque nuboso y de clima templado.1 Esta dualidad del relieve del territorio y sus zonas de vida natural, han sido una condicionante importante en la configuración de la red urbana del país. Particularmente en la región de las grandes elevaciones que ascienden de oriente a poniente, la cordillera volcánica y el sistema montañoso central, la primera que va en Guatemala del volcán Tacana en la frontera

John Henderson, (1992). “El mundo maya”, en: Historia general de Centroamérica. Madrid, Sociedad estatal Quinto centenario / FLACSO. pp. 61-133. 2 Robert M. Carmack, (1992a). “Centroamérica aborigen en su contexto histórico y geográfico”, en: Historia general de Centroamérica, tomo I. Madrid, Sociedad estatal quinto centenario / FLACSO. pp. 23-24. 1

con México hasta el volcán Chingo cercano a la frontera con El Salvador, la otra que va de los Cuchumatanes hasta la sierra del Espíritu Santo. De ahí una región de altiplanicies y elevaciones que se constituye entre ambas cordilleras, conocida como de las Tierras altas de Guatemala.2 Y dada la fertilidad de sus altiplanicies, su clima templado y afloramientos de minerales en relación a las fallas tectónicas, ha sido históricamente la gran área de emplazamiento de la mayoría de población y por ende de la red urbana del país, al menos desde el posclásico tardío maya, es decir desde el siglo XII, hasta la vida contemporánea, en los inicios del actual siglo XXI. Se ha considerado que la porción de la cadena lineal volcánica mesoamericana que atraviesa el actual territorio del Estado de Guatemala, contiene alrededor de 324 focos eruptivos, los que se formaron como resultado de la colisión de la placa del Coco con el bloque Chortí. Aunque el área con la mayor actividad volcánica está justamente en el centro de esta jurisdicción estatal, entre los departamentos de Sacatepéquez y Escuintla, dada la actividad de los volcanes de Fuego y de Pacaya, que han tenido erupciones frecuentes en los últimos 500 años.3 Y es justamente en este lugar, la región central del país, por donde se expande la gran aglomeración metropolitana de la ciudad de Guatemala, en la actualidad cuenta con una población de alrededor de los 4 millones de habitantes, y que podría alcanzar a fines del siglo XX, cerca de los ocho millones.4 Lo que representa una vulnerabilidad que debería ser encarada,

Jorge Luján Muñoz, et, al. Atlas histórico de Guatemala. Ciudad de Guatemala, Academia de geografía e historia, 2011. pp. 11-13. 4 Carlos Ayala R., (2011). “La Región metropolitana central de Guatemala RMCG”, en: AVANCE revista del Centro de investigaciones de la Facultad de Arquitectura, CIFA. Guatemala, Facultad de Arquitectura, USAC. pp. 31-43. 3


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entre otros, con el ordenamiento territorial, planes de contingencia, etc. Además, las relativamente pequeñas y fértiles altiplanicies adyacentes a los conos volcánicos, han sido sitios importantes de vida social humana, desde los pueblos aborígenes hasta la actualidad, ya que contienen a los más importantes centros urbanos de la historia del país, como las altiplanicies de las ciudades de Quetzaltenango, de Chimaltenango, de Guatemala, de Jalapa, de Chiquimula, entre otras. Mientras que la cadena montañosa central, al centro norte del país, que es la más antigua geológicamente hablando, posee menor número de mesetas y de pequeña dimensión, como las de Huehuetenango, Sacapulas o Polochic.5 Por lo que la ubicación misma de las altiplanicies, ha sido condición para el emplazamiento y crecimiento de buena parte de las principales ciudades del país, a lo largo de los siglos. Las tierras bajas del norte de Guatemala, donde se sitúan las planicies del Petén y de la Franja transversal del norte, son parte de un área natural mucho mayor, que viene desde la llanura costera de Veracruz en México y llega hasta la franja costera ya estrecha de las costas del atlántico de Guatemala y Honduras. También afirma R. Carmack, que ha sido cubierta por una densa selva con algunas interrupciones de áreas de sabanas, como la del sur del Petén cubierta de zacate y pinos. Geológicamente se caracteriza por los terrenos calizos, muy abruptos. En general estas tierras bajas son de clima cálido y de lluvia densa y algunas de sus áreas son cortadas por los ríos que descienden de las tierras altas, como el caudaloso Usumacinta.6 Las planicies del Petén, tuvieron una fuerte presencia humana a nivel de ciudades-estados, durante el preclásico y el clásicos mayas, sin embargo, sufrieron finalmente un colapso civilizatorio en el siglo IX; al parecer provocado por la destrucción de los ecosistemas y las sublevaciones populares ante la precariedad y el dominio absoluto. Entonces, la presencia humana significativa estuvo ausente por más de mil años en las planicies del norte del país, es hasta en el siglo XX, que nuevamente es colonizada masivamente, ahora por el campesinado pobre de las Tierras altas y por las industrias extractivas. Donde emerge entonces un subsistema de pequeñas localidades

Robert M. Carmack, (1992a). Op cit…, pp. 23-24. Ibid…, p. 25. 7 Ibid…, pp. 28-29. 5

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urbanas, teniendo como nodo principal a la ciudad de Flores y su conurbación sobre San Benito y Santa Elena, en la porción sur del lago Petén Itzá. Las tierras bajas del Pacífico de Guatemala, son una porción de un área mesoamericana que inicia en el istmo de Tehuantepec en el sur de México y llega hasta la península de Nicoya al sur de Costa Rica. Esta área natural está formada por llanuras, colinas y laderas volcánicas; en Guatemala a las zonas de piedemonte se lo conoce como bocacosta y a la llanura como costa. Están atravesadas por ríos relativamente cortos y de corrientes rápidas que fluyen de las altiplanicies y bajan entre las faldas de los volcanes y montañas. Además señala R. Carmack, que son calurosas, con una vegetación natural semejante a la del bosque tropical húmedo. Poseen suelos generalmente fértiles por la deposición volcánica de miles de años sobre la bocacosta y además por el suelo de aluvión en la costa.7 Por lo que han sido desde fines del siglo XIX y el XX, con la introducción de la agroexportación, explotadas intensivamente por los cafetaleros y luego por los empresarios del azúcar, algodón, palma africana, entre otras. Lo que ha dado pie a un crecimiento urbano de sus antiguas localidades urbanas, en relación con el ferrocarril y luego la carretera transpacífico, nos referimos a las ciudades de Coatepeque, Retalhuleu, Mazatenango, Cotzumalguapa, Escuintla, Chiquimulilla, entre otras. Justamente la forma de corredor de estas Tierras bajas en la parte sur de Mesoamérica, las ha hecho históricamente una importante ruta de paso, un corredor de comercio e intercambio entre los pueblos aborígenes y como vemos aún para las sociedades contemporáneas. Cabe mencionar, que las localidades de los diversos grupos que pertenecen a la sociedad guatemalteca, son en su mayor parte vulnerables a las erupciones volcánicas y particularmente a los sismos fuertes. Dada la convergencia de tres placas tectónicas en el territorio, la de Cocos, la del Caribe y la de Norteamérica. Además porque la mayoría de las localidades urbanas o mas pobladas se emplazan en las Tierras altas y en las Tierras bajas del Pacífico, justo entre las dos grandes fallas geológicas y a la precariedad de muchos de los locales de habitación, por la pobreza de la economía


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y la falta de programas de gobierno que mitiguen los efectos de los sismos. El terremoto de 1976, con 9 grados de la escala de Mercalli, originado por la falla del Motagua y cerca de Gualán, afecto principalmente a la región central del país, cobro cerca de 22 mil vidas y dejo sin vivienda a alrededor de un millón de personas. Entre otras particularidades del medio físico-natural a considerar para el estudio de la red urbana del país, están las dificultades y posibilidades de accesibilidad entre las distintas porciones del territorio. Debido principalmente al relieve natural, compuesto por numerosas planicies, cadenas montañosas, volcanes, al curso de los ríos y sus cuencas, que atraviesan el territorio del país. Transversalmente, como la cordillera volcánica o las montañas de los Cuchumatanes, el valle del Motagua, y, longitudinalmente como el amplio curso del río Usumacinta, Samalá, etc. Características del relieve, que dada las limitaciones tecnológicas de transportes hasta hace pocas décadas, con caminos de terracería, limitaban la integración a la economía colonial y neocolonial de muchas regiones y micro-regiones del país, así como el dominio político del Estado central sobre las comunidades remotas, como los ixiles, lacandones, entre otros. Pero a la vez, posibilito la permanencia de muchas identidades culturales aborígenes que han llegado hasta el presente, con modos de vida ancestrales, aunque limitados a la subsistencia alimentaria entre paisajes agrícolas, es decir, como mundos rurales alejadas de la modernización mercantil de las ciudades. Los cursos de las aguas superficiales, en particular los ríos más caudalosos, han constituido una barrera, y a la vez, un cauce para la configuración de la red urbana del país; lo primero, durante los períodos de los Estados mayas y el régimen hispano-colonial y lo segundo para la economía moderna agro-exportadora. Ya que en algunos casos los ríos representaban barreras naturales omnipresentes, por lo mismo constituyéndose en los límites de las regiones y estados, como el cauce del rio Motagua que se torno en la frontera entre los estados quiche y cakchiquel durante el postclásico tardío maya, y entre los corregimientos central y de las verapaces en el mundo colonial hispánico. Por el contrario, eran vías de la navegación comercial como el

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Jorge Luján Muñoz, (2011). Atlas histórico de Guatemala. Op. cit…, pp. 34-35.

propio Motagua para los mayas tardíos, luego, sus cuencas que se extienden lineal y extendidamente, se aprovecharon en el siglo XX para tender la vía férrea y luego las carreteras nacionales, que articularían el territorio nacional en beneficio de las elites de la ciudad capital, como la carretera a la Mesilla, que va a la par del río Selegua, o bien, la carretera al Atlántico que va paralela al río Motagua; la que en los últimos años, se ha constituido en un locus industrial, dada su ubicación entre el gran mercado del Área metropolitana y el puerto de la costa atlántica. Así también, la diversidad de zonas de vida natural del territorio continua condicionando la presencia de actividad humana en varias áreas. Algunas con condiciones limitadas para la vida humana, como la zona semiárida de la porción media del valle del Motagua, o las zonas frías y escarpadas de cimas montañosas, que hasta la fecha permanecen casi inhóspitas. Por el contrario, las planicies costeras, las áreas de bocacosta o las altiplanicies, todas con tierras muy fértiles y algunas además cerca de las fallas tectónicas, fuente de minerales preciosos, como la plata y el níquel. Así la presencia de diversos recursos y posibilidades que brindan los medios naturales, hasta la fecha explican en parte los niveles de presencia humana y sus grados de prosperidad económica; como la cuenca del lago de Atitlán que fue objeto de conflictos de expansión territorial a nivel de enfrentamientos armados entre los estados quiche, cakchiquel y tzutujil en el periodo posclásico tardío, o bien, la altiplanicie de la actual Quetzaltenango que a la hora de la conquista española se encontraba en disputa entre los mames y quiches, y actualmente, es el sitio por donde se extiende la segunda aglomeración urbana más poblada del país, cercana al cuarto de millón de habitantes y núcleo vertebrador del altiplano occidental. Otra situación de importancia para la comprensión de la Red urbana del país, es el estudio de las regiones, que en buena parte tienen sus límites en los accidentes geográficos, particularmente en el altiplano que se caracteriza por una mayor variedad de paisajes y recursos naturales, donde las poblaciones se asentaron en valles separados por cadenas montañosas y


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volcánicas, lo que se tradujo en una gran variedad cultural y lingüística.8 Aun durante los tres siglos del régimen colonial hispánico y aún en el siglo XIX, a pesar de la existencia de un Estado extenso, predomino en el territorio una economía de regiones autosuficientes, dada la limitada red de caminos que articulaba muy débilmente el país, y que sólo hacía accesible el contacto periódico o frecuente al interior de las mismas regiones. Lo que posibilito el auge de las ciudades regionales como Quetzaltenango en el Occidente, Chiquimula en el oriente o Cobán al norte en las Verapaces, que a pesar de la reciente y fuerte dinámica urbana de la aglomeración metropolitana de la Ciudad de Guatemala sobre todo el territorio, todavía en la actualidad mantienen importancia poblacional y económica, como las ciudades secundarias o medias de la red urbana del país. Debido a que aún articulan a parte de sus regiones y a cierta distancia que las separa de la región central, pese

a la red de carreteras nacionales, que ha reducido significativamente el tiempo de recorrido entre las regiones del país. Entonces el medio físico natural ha venido condicionando históricamente la configuración de la Red urbana del país, ante todo con la presencia de planicies en las Tierras altas, dada su fertilidad y extensión, han sido el lugar de privilegiado de localización de centros urbanos y que varios de ellos han llegado a constituirse entre las principales aglomeraciones urbanas del país. Así también, las características del medio físico que representan barreras naturales entre las altiplanicies, como las cadenas montañosas, las elevaciones volcánica o bien las cuencas de los ríos y lagos, han contribuido a mantener la dinámica de las principales ciudades del interior del país, a pesar, de la fuerza de crecimiento del Área metropolitana de la Ciudad de Guatemala, a partir de la segunda mitad del siglo XX.


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Capítulo 2.

La configuración histórica de la Red Urbana En este capítulo se aborda aunque brevemente, lo que consideramos como las tres grandes etapas históricas de la red urbana del país y que son anteriores al proceso de urbanización contemporáneo o etapa actual; deseamos más adelante poder estudiar y tratar este tema con mayor detenimiento. La primera etapa aborda las redes urbanas de los Estados mayas tardíos de la Tierras altas de Guatemala, que datan del siglo XII y que son el horizonte originario o más antiguo a la red urbana de la Guatemala contemporánea; la segunda etapa trata de cómo

muchas de estas localidades mayas del postclásico tardío fueron refundadas por los conquistadores y colonizadores españoles en el siglo XVI como parte de la administración de su nuevo dominio y que permanecieron a lo largo de los casi tres siglos de sociedad colonial; finalmente, la tercera etapa, como desde mediados del siglo XIX, con la Independencia la economía agro-exportadora se consolida y reutiliza parte de la red urbana preexistente para su desarrollo, re-jerarquizando la red urbana del país hasta mediados del siglo XX.

2.1. Los centros urbanos de los Estados mayas tardíos de las Tierras altas, del siglo XII al XVI. Al parecer, el patrón existente de asentamiento aborigen o prehispánico al momento de la conquista europea, hace casi cinco siglos, ha permanecido y ha sido determinante en la sucesiva configuración de la red urbana del istmo centroamericano y especialmente del actual territorio del Estado de Guatemala. En este apartado del documento se ofrece una aproximación general al conocimiento de dicho patrón de asentamiento antiguo a partir del estudio de algunas publicaciones clave, para poder constatar tan interesante permanencia histórica en la ocupación territorial urbana del país. Se estima que en Las tierras altas de Guatemala, vivían alrededor de 2 millones de personas en los años de la llegada de los conquistadores españoles. Sin embargo, no se había alcanzado una unidad económica y política entre los pueblos aborígenes, ya que prevalecieron los pequeños Estados y las unidades políticas periféricas, estas últimas casi en condiciones de autarquía o de auto subsistencia, como los pipiles y chortis, por lo tanto es posible considerar que las posibilidades de existencia de una red urbana se limitaba al interior de las unidades políticas mayores.1

Además, la red de asentamientos se caracterizaba por ser un conjunto de regiones en condiciones autárquicas, es decir, sin mayores intercambios comerciales y de otro tipo con sus vecinos, particularmente las sociedades periféricas que se encontraban en un nivel de subsistencia. Por lo que la red urbana era sumamente fragmentada por microrregiones que giraban en torno al centro poblado central de los grupos sociales con cierta unidad política o estatal. Los intercambios mercantiles entre entidades políticas al parecer se reducían a objetos de lujo para las elites, como las piezas de jade, las pepitas de cacao, varios objetos metálicos, etc. Los maya-quiches fueron el Estado más poderoso de las tierras altas de Guatemala, y mantenían una ofensiva militar para imponer tributos a los estados vecinos y rivales como los cachiqueles, zutuhiles, etc., y también sobre las unidades políticas periféricas como los mames, los pocomames y no mayas como los pipiles, estos últimos se encontraban y estaban asentados en la porción oriental de la planicie costera del Pacífico. Siendo entonces la ciudad de Cumarcaj, como

Robert M. Carmack, (1992b). “Perspectivas sobre la historia antigua de Centroamérica”, en: Historia general

de Centroamérica, tomo I. Madrid, Sociedad estatal quinto centenario / FLACSO. pp. 290-91.

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principal centro urbano del Estado dominante, el de los maya-quiches, la localidad urbana a donde confluían buena parte de los flujos de personas y tributos de toda esta región de Los altos de Centroamérica, por cierto también la mas poblada. La red de asentamientos poblados mayas del postclásico tardío, que se ubicaba en parte sobre el actual territorio de Guatemala, se encontraba asentada mayoritariamente entre la cordillera volcánica y la cadena montañosa norte, es decir, en el área conocida como las Tierras altas. La mayor parte de esta red urbana aborigen, se asentaba en estas altiplanicies ya que contaban con climas templados, eran muy boscosas, con tierras muy fértiles e irrigadas naturalmente por ríos, enmarcadas por esplendidos paisajes

Juan Antonio Valdez y Zoila Rodríguez Girón, 1999. “Panorama preclásico, clásico y postclásico”, en: Historia general de Guatemala, tomo I. Guatemala, Asociación de

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naturales y con yacimientos de valiosos minerales para los Estados aborígenes, como los jades o las obsidianas. Además, por la situación de guerra entre estos pueblos ancestrales, devenía la necesidad de emplazamientos en sitios defensivos, como las cimas de colinas para emplazar sus ciudadelas-fortaleza. Fue a partir del siglo XII, cuando comienzan a consolidarse dichos estados mayas, período conocido por los historiadores de los pueblos aborígenes mesoamericanos, como Postclásico tardío. A diferencia de las áreas costeras del Pacifico, que eran planicies selváticas, calurosas y por lo mismo poco pobladas por los aborígenes del postclásico tardío, aunque a las mismas se acudía frecuentemente desde los asentamientos de las Tierras altas para la obtención de sal, pesca,

amigos del país / Fundación para la cultura y el desarrollo. p. 158.


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cacao, entre otros bienes.2 Ahí se encontraban los grupos pipiles, menos numerosos, desarrollados materialmente y en comunidades separadas, con quienes sostenían enfrentamientos y que habitaban toda la planicie costera sur, desde Escuintla en la actual Guatemala hasta los lagos de Nicaragua. Los enfrentamientos bélicos entre los Estados aborígenes tardíos por cuestiones de dominio poblacional y por el control territorial de ciertos recursos, motivaba la concentración de la población rural alrededor de los centros urbanos principales. Los que se emplazaban en sitios defensivos, como las cimas de colinas, y las ciudades mas importantes eran fortificadas con muros, empalizadas o fosos, o bien, eran situadas sobre mesetas estrechas rodeadas de barrancas.3 Cada señorío importante poseía un centro urbano consolidado, una especie de ciudad capital; así los quiches tenían como centro principal a Cumarcaj, los mames a Zaculeu, los cachiqueles de occidente a Iximché y los de oriente a Jilotepeque Viejo, los pocomames a Chinautla viejo, entre otros. Se estima entre 10 a 20 mil el número de habitantes de estos centros urbanos principales. Aunque la mayor parte de las poblaciones de estos Estados y unidades políticas no vivían dentro de dichos complejos urbanos sino en sus proximidades y en forma de aldeas agrícolas, con prácticas agrícolas intensivas y con sistemas de riego por gravedad.4 Ya que las ciudadelas era más el lugar del poder político y económico,

Ibid ..., p. 158. John Henderson, (1992). “El mundo maya”, en: Historia general de Centroamérica. Madrid, Sociedad estatal Quinto centenario / FLACSO. p. 62.

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de residencia aristocrática, del intercambio comercial, para los rituales religiosos centrales y poseían una arquitectura monumental, aunque no tan espectacular, como las de las ciudades de los estados mayas de las etapas del pre-clásico y clásico del Petén. La conquista española comandada por Pedro de Alvarado, justamente tuvo como ruta de avance estratégica el sometimiento o ataque militar secuencial sobre estas ciudadelas-capitales, y con ello, la toma gradual del control de las poblaciones y territorios de estos estados y organizaciones políticas. Lo que comenzó con el sitio e incendio de la mayor ciudad, con cerca de 15 mil habitantes, la capital quiché de Cumarcaj en marzo de 1524, en abril logro la ocupación de Iximché capital de los kaqchiqueles donde Alvarado fundo la Ciudad de Guatemala,5 la cual luego tuvo que reubicar al producirse la sublevación indígena, ante la explotación cruel de los conquistadores en su afán por el oro. Siempre en 1524, aconteció también la conquista de la capital de los zutuhiles el sitio de Chutnamit; luego en 1525, el ataque y dominio de Zaculeu capital de los mames y de Jilotepeque Viejo ciudadela principal de los kaqchiqueles de oriente, entre otras. Además como forma de demostrar la supremacía y el sometimiento obligado, varias de estas capitales, fueron destruidas y su población fue reasentada y concentrada generalmente en las cercanías, pero ya como pueblos coloniales; como sucedió con Cumarcaj y la fundación de Santa Cruz del Quiché.

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Robert M. Carmack, 1992b …… Op cit., 312.


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2.2. Las capitales de los Corregimientos y las Alcaldías mayores del dominio colonial hispánico, del siglo XVI al XIX Luego de la conquista militar española, una de las políticas mas importantes que se implemento, para asegurar el dominio y concentrar sus beneficios, fue la denominada reducción de los indios a pueblos,6 esto fue, la concentración de la población aborigen que vivía secularmente de forma dispersa en aldeas agrícolas en las cercanías de las ciudadelas, en un solo poblado, el que se ubico generalmente en las cercanías del antiguo centro nativo. Por ejemplo, San Martín Jilotepeque se localizó a pocos kilómetros de la antigua ciudadela de Jilotepeque Viejo, así también, Tecpán Guatemala de la antigua Iximché, Huehuetenango de la antigua Zaculeu, y así existen muchos otros casos.7 Esto a lo mejor para reutilizar las tierras agrícolas preexistentes y ganadas a los bosques, o bien, para continuar utilizando las antiguas rutas comerciales, reaprovechar los viejos caminos de terracería, etc. Además, se conoce de varios casos, en que las ruinas de las ciudadelas mayas abandonadas, sirvieron de fuente de suministro de materiales constructivos para las edificaciones de los nuevos poblados, en particular para los siempre imponentes templos católicos. Esta política de consolidación del dominio, mediante la concentración de la población en pueblos, tenía evidentemente como objetivo lograr el control efectivo sobre cientos de comunidades aborígenes de distintas etnias y otrora estados políticos, para efectos del cobro de impuestos para la corona, para lograr el trabajo forzado de indios para las encomiendas de españoles y las dependencias de las ordenes religiosas, además, para la evangelización de las almas de los nativos considerados paganos por los nuevos grupos de poder.8 Consiguientemente, los conquistadores y luego los funcionarios coloniales, no crearon una nueva red de localidades o centros poblados, sino, solo concentraron a la población nativa a muy corta distancia de su antiguo centro administrativo

y para cumplir funciones similares, como el lugar para el mercado, el de pago de tributos, la realización de los rituales religiosos, entre otros. Por lo que se puede asegurar, la existencia de una continuidad o reutilización de los lugares y sitios poblados de los estados mayas del postclásico por el régimen colonial hispánico. Por supuesto, existieron excepciones, como la fundación de villas de ladinos, pero la mayor parte de los poblados coloniales, son una refundación de los asentamientos mayas del postclásico. De hecho hasta la misma Ciudad de Guatemala, fue fundada por el propio conquistador Pedro de Alvarado, en la capital de los cakchiqueles, la ciudad de Iximché; aunque como señalamos, al poco tiempo tuvo que ser reasentada, debido a las tensiones por los niveles de explotación impuestos por los conquistadores, y finalmente en 1527, se establece con un trazado formal en damero, sobre una pequeña planicie de las faldas del volcán de Agua.

Severo Martínez Peláez, (1970). La Patria del Criollo, ensayo de interpretación de la realidad colonial guatemalteca. Guatemala, USAC Editorial universitaria. 7 Tanto en el Tomo I de la Historia general de Guatemala, como en el Diccionario geográfico nacional, pueden encontrarse noticias de esta índole.

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Estos poblados resultado de la política de la concentración de la población aborigen, fueron realizados en términos muy prácticos, a partir de una traza en damero o cuadricula, donde se asignaban las parcelas o lotes entre los indígenas y luego se levantaban los ranchos como lugares de habitación.9 El cuadrado central del damero era reservado para una plaza, cuyo flanco oriente por cuestiones simbólicas, generalmente se destinaba para el templo católico, que llego a ser monumental y a sus pies el cementerio, y en otro flanco de la plaza, se erigía la alcaldía, generalmente bajo control de herederos de la nobleza indígena, que a cambio de ciertas prebendas se sumaron al nuevo aparato de dominación. En las afueras del poblado se estipulo la existencia de las Tierras comunales de indios, es decir, extensiones de tierra para el cultivo, y sus bosques, para el aprovisionamiento de leña o madera para utensilios, con ello asegurar la sobrevivencia de los nativos como fuerza

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Severo Martínez Peláez, Op cit. Estuardo Hernández Cordero, (1999). El sincretismo espacial, el tejido urbano del centro histórico de Quetzaltenango. Ciudad de Guatemala, DIGI CIFA USAC.


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de trabajo gratuita y proveedora de enseres e impuestos, en aquellas difíciles condiciones de vida y de trabajo, y además, vistos como almas que debían ser rescatadas como parte de la misión ecuménica de los hombres de la iglesia. Aunque para la administración colonial de toda esta constelación de Pueblos de indios, al menos en el actual territorio de Guatemala, se crearon varias regiones administrativo-políticas, conocidas como Alcaldías mayores y Corregimientos. Para cuyos límites indudablemente se observaron las grandes barreras naturales, como la línea volcánica que divide la costa del pacifico del altiplano, o el cauce del rio Motagua y la sierra de las Minas, que limitaban la región oriental semi-seca de las Verapaces, etc. Por lo que dicha regionalización para fines administrativo políticos, se acercaba a las grandes regiones naturales del territorio y sus mejores condiciones de accesibilidad interior. Así el Corregimiento de Chiquimula de la Sierra comprendía buena parte de la región oriental actual del país, el Corregimiento de Quetzaltenango la porción meridional del altiplano occidental, la Alcaldía de las Verapaces del cauce del río Motagua hacia el norte, etc. Además para cada una de estas alcaldías mayores y corregimientos, se designo a alguna localidad, para pasar a ser la capitalidad o centro administrativo de la misma, es decir, un lugar poblado central, para sede del señor alcalde mayor o del corregidor y su aparato administrativo, para sitio base de la curia eclesiástica y las casas de las órdenes religiosas, para la concentración y almacenamiento de granos, para la entrega y resguardo de los tributos, además, para el asiento de las tropas militares, particularmente importantes para enfrentar los constantes motines de indios, debidos generalmente a las exacciones económicas de las autoridades y hacendados coloniales, La mayor parte de estas localidades centrales para la administración colonial, como Quetzaltenango, Cobán, Chiquimula, eran como la mayor parte de Pueblos de indios, reasentamientos de antiguas localidades aborígenes. Pero nunca fueron las ciudades centrales de los otrora estados mayas tardíos, sino lugares de menor orden, aunque que si contaban con una ubicación estratégica desde el punto de vista productivo, como lugares enclavados en altiplanicies extensas, altamente fértiles y pobladas. Así para buena parte del altiplano occidental se designo a la localidad del Espíritu Santo de Quetzaltenango como sede del Corregimiento de Quetzaltenango y por supuesto situada en una amplia y rica planicie e irrigada

por el rio Samalá y sus afluentes, al poblado de Chiquimula de la Sierra para la región oriental de la gobernación de Guatemala, también situada en una fértil planicie, además con buena conexión con otros valles cercanos por donde se extendía su jurisdicción como corregimiento; de igual manera Cobán para la alcaldía de las Verapaces, a Escuintla para la una alcaldía con jurisdicción sobre la porción central y oriental de la planicie costera sur, entre otras. Es decir, a la hora de establecer las nuevas ciudades de importancia del interior de la gobernación de Guatemala, se partió de criterios productivistas, como la accesibilidad, la fertilidad de los suelos, la concentración de población, etc. A diferencia de las capitales de los estados mayas tardíos del altiplano, donde prevaleció el criterio defensivo, aunque siempre emplazadas a corta distancia de las altiplanicies. Por lo que si bien durante el régimen colonial se continuo con el sistema de lugares poblados aborígenes, pero para fines de la administración política se establecieron nuevas jurisdicciones a partir de criterios de accesibilidad y además se re-jerarquizaron las localidades urbanas por cuestiones de productividad y centralidad. Relegados quedaron los límites de los Estados mayas tardíos y sus capitales, que si bien fueron refundadas en pueblos, como Tecpán Guatemala o Santiago Atitlán, con la población de las ciudades de Iximché y Chutnamit, pero que quedaron desjerarquizados en el nuevo orden social, Debido a la precariedad de los caminos coloniales que eran todos de terracería, al carácter de la nueva economía orientada mayoritariamente al mercado interno con bienes de consumo primario y la inmensa mayoría de la población, en condiciones de subsistencia, además del brusco descenso de los habitantes, por las enfermedades europeas, prevaleció entonces cierta autarquía económica en las regiones. Es decir, cada región que en buena parte correspondía a las jurisdicciones de las Alcaldías mayores y Corregimientos, era en buena medida autosuficientes, ya que las posibilidades de intercambio eran limitadas por las cordilleras, la precariedad de los caminos, etc. De hecho, el viaje en carruaje de la Ciudad de Guatemala a la Ciudad de Quetzaltenango, duraba varios días, lo que limitaba seriamente el intercambio interregional. Esta cuasi autarquía económica de las regiones del interior durante el régimen colonial, hizo que las capitales regionales o sedes de las Alcaldías mayores y Corregimientos, pasaran a ser centros urbanos de importancia económica y política


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de cada región administrativa-política, y que las posibilidades de influencia comercial de la Ciudad de Guatemala, fueran limitadas, además de la generalizada pobreza. Por lo que la red urbana de la antigua gobernación colonial de Guatemala, se caracterizaba por varias pequeñas ciudades principales en relación a las regiones interiores, donde la ciudad de Santiago de Guatemala, no era

un centro comercial, productivo y de concentración poblacional tan grande como lo llegaría a ser a partir del siglo XX. Y donde la población de dicha gobernación era en realidad rural en su inmensa mayoritaria, además de las grandes extensiones de territorio deshabitadas y propiedad de la Corona, de ahí su denominación de tierras realengas, por el simple derecho de conquista.

2.3. Las localidades urbanas de la agro-exportación oligárquica, del siglo XIX a mediados del XX A las pocas décadas de la Independencia del imperio hispánico, se inició el período del régimen Liberal oligárquico en Guatemala, que abarco las últimas décadas del siglo XIX y casi toda la primera mitad del XX; de hecho se da por sentado, que este régimen se inicio con el triunfo del levantamiento armado de 1871, y finalmente fue en parte desmantelado por la revolución que inicio con la gesta cívico-militar del 20 de Octubre de 1944. Desde mediados del siglo XIX se inicia en el país y con cierto ímpetu la producción y exportación de grano de café para el mercado europeo y estadounidense. Lo que se constituyó en una de las más importantes fuentes de enriquecimiento para los grupos de grandes productores en el campo y las casas de comercio en la ciudad. Ya para 1870 se exportaron 6 millones de kilos de café y había pasado a constituirse como el principal producto de exportación, ya que alcanzó el 50% de las exportaciones del país y ya para 1880 el 90%, consolidando todo un monocultivo en la agroexportación.10 Sin embargo, el crecimiento de la producción de los cafetaleros se veía limitada por la falta de un sistema de crédito, limitaciones de acceso a abundante mano de obra estacionaria para los períodos de corte, a más tierras para poder expandir las áreas del cultivo, infraestructura para su comercialización, entre otras.11 En junio de 1871, triunfa un levantamiento armado orquestado por los productores cafetaleros del occidente del país en componenda con ciertos ricos comerciantes de la ciudad capital, que se hace del poder del Estado e instaura en la práctica una 10

Mario Samper K., (1993). “Café, trabajo y sociedad en Centroamérica (1870-1930): una historia común y divergente”, en: Historia general de Centroamérica, Tomo IV. Madrid, Sociedad estatal quinto centenario/FLACSO. p. 19 y 27.

dictadura liberal y cafetalera. Debido a que sus principales acciones de gobierno se orientaron al despojo de tierras comunales de indígenas y ladinos, también de las tierras de la iglesia, para poder pasar a conformar las grandes unidades de producción agroexportadora o fincas cafetaleras, además por la reinstauración de la práctica colonial de trabajo forzado en apoyo a la producción cafetalera. Por cierto, ambas políticas han tenido un impacto significativo en el empobrecimiento de la población campesina e indígena del país, desde entonces hasta nuestros días.12 Entre las regiones con mejores condiciones para la producción de café, estaba sobre todo la llamada bocacosta, una franja de territorio que corre paralela a la planicie del Pacifico, a la altura de las faldas de los volcanes y montañas. Caracterizada por los bosques nubosos, el calor, la alta humedad por la lluvia constante, etc. Otra región importante de producción del café, con similares características del medio físico natural fue la de las verapaces, pero bajo control de inmigrantes alemanes. De ahí que ciudades en relación directa con estas áreas de caficultora se vieron re-dinamizadas, como Quetzaltenango, La Antigua, Cobán, entre otras. La modernización de las vías de comercialización, se centro en la introducción de las líneas ferroviarias y caminos carreteros, de los muelles marítimos y la conexión con líneas navieras o vapores. Iniciándose así la articulación o integración de la economía interna, al menos con las zonas cafetaleras, los lugares de comercialización y de administración.13 Lo que Fernando González Davison, (1987). El régimen liberal en Guatemala: 1871-1944. Ciudad de Guatemala, editorial universitaria. 12 Banco Mundial, (2004). La pobreza en Guatemala. Washington, D. C. 13 Mario Samper K., op cit. p.45 y ss. 11


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implico el resquebrajamiento de cierta autarquía económica que privaba entre las regiones internas del país, heredadas del período colonial, que estuvo alentada por la precariedad de las comunicaciones y de los transportes. Ya que durante los casi tres siglos de régimen colonial, más el siglo XIX y parte del XX, el sistema de transporte del país se caracterizaba por los caminos, para mulas de carga e indígenas con mecapal, y en menor medida, las vías para carretas de bueyes y carruajes de pasajeros tirados por equinos, transitables principalmente en verano, es decir, caros y de tiempo prolongado, particularmente hacia o de los lugares más apartados, montañosos y húmedos, como los poblados mames de las montañas de San Marcos o kekchíes de las verapaces. Aunque durante el régimen liberal oligárquico, si bien se realiza una modernización del sistema de transportes 14

Mario Samper K. (1993). “Café, trabajo y sociedad en Centroamérica … Op cit…, pp. 45-51.

con la introducción de las líneas ferroviarias y la construcción de caminos carreteros, que vinieron a abaratar los costos y acortar los tiempos de transporte, pero los mismos se orientaron a conectar las zonas cafetaleras y bananeras con los puertos de exportación en el Pacífico y el Caribe y con las zonas urbanas principales, particularmente con la Ciudad de Guatemala y el ferrocarril transístmico. Es decir, las nuevas vías de transporte no se orientaron para dar acceso a las áreas de productoras para el consumo interno, como el trigo, maíz, frijol o ganado, ni a mitigar los grandes desequilibrios territoriales, debido a que no llegaron a las zonas con población marginada de los beneficios de la economía, como a la región ixil, mam, chortí, o bien, a las nuevas áreas de colonización espontanea del campesinado pobre, entre otras.14


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Así la línea ferroviaria de las Verapaces fue construida por los caficultores alemanes para facilitar la exportación del grano de café, que eran los mayores propietarios de tierras de dicha región. Entro en funcionamiento en 1898, partía de Pancajché en el centro de las verapaces y llegaba hasta el puerto fluvial de Panzos sobre el río Polochic, luego por vía fluvial y lacustre, es decir, atravesando en embarcaciones el lago de Izabal y luego el río Dulce, los sacos de café eran llevados al puerto de Livingston, donde eran transportados por los barcos alemanes hacia el puerto de Hamburgo.15 Aunque la región con mayor producción de café del país, para los años treinta era la bocacosta suroccidental, con los departamentos de San Marcos, Quetzaltenango y Suchitepéquez.16 Además, en los altiplanos de San Marcos y Quetzaltenango se

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Jorge Luján Muñoz, edit. (2011). Atlas histórico de Guatemala. Ciudad de Guatemala, Academia de geografía e historia de Guatemala. pp. 248-50.

producía la mayor parte de trigo, importante para el consumo interno, casi con dos mil toneladas anuales. La capital comercial de esta enriquecida región había sido desde los siglos de la colonia, la ciudad de Quetzaltenango, de ahí su sostenida prosperidad económica y tamaño poblacional al menos entre fines del siglo XIX e inicios del XX. Sin embargo, la conexión ferroviaria de esta ciudad con la red de ferrocarriles, se logro tardíamente; de hecho fue el último tramo realizado. Ya que fue hasta 1930, cuando entro en funcionamiento el tramo ferroviario entre las ciudades de Quetzaltenango y de San Felipe en Retalhuleu que conectaba con toda la red ferroviaria nacional, con un tren eléctrico, conocido como el Ferrocarril de Los Altos, construido por una firma alemana. Pero duro muy poco tiempo en funcionamiento, ya que debido a una serie de deslaves y derrumbes, el

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Atlas histórico de Guatemala, p. 265.


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gobierno del Gral. Ubico en 1933 decidió abandonar dicho tramo ferroviario, argumentando motivos deficitarios.17 Con la introducción de la caficultura en áreas que ya eran de explotación agropecuaria se redinamizan los centros urbanos ahí pre-existentes, principalmente los atravesados por las líneas ferroviarias y las vialidades o carreteras de terracerías, como en el suroccidente del país, los centros poblados de Coatepeque, Retalhuleu y Mazatenango, mientras que en la región de las verapaces, se centra en el poblado de Cobán.18 A finales del siglo XIX inicia también la plantación bananera, que luego se constituiría en todo un enclave económico, fue también una importante actividad de acumulación de gran capital en este período histórico y se estableció en tierras vírgenes o públicas, inicialmente en forma de colonización agrícola, en las tierras planas, fértiles y lluviosas de la costa Atlántica en relación con el curso del rio Motagua, con pequeños y medianos productores locales. Aunque en 1901 la empresa norteamericana United fruit company (UFCO) pasaría a controlar la producción local, luego se conoce del desarrollo de plantaciones de banano en la costa del Pacífico, en la década de 1930. Áreas en aquel entonces localizadas a gran distancia de las ciudades capitales, es decir, alejadas de los centros de decisión política. El aislamiento geográfico de las zonas bananeras determino en mucho el haberse constituido en un enclave sin mayor relación con la economía del país. Aunque la ampliación del capital norteamericano sobre las plantaciones bananeras y luego sobre el transporte ferroviario y los muelles marítimos del país, dio pie a una fuente de injerencia norteamericana en la vida política nacional.19 Las plantaciones bananeras como nuevas tierras de colonización y alejadas o aisladas del resto del territorio, dio pie a nuevos centros de población, para el abasto y el acopio, la administración y el asentamiento de trabajadores, como Morales en Izabal y la Nueva Concepción y Tiquisate en Escuintla. La política de puertas abiertas al capital y a la inmigración extranjera, por los gobiernos liberal-

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Atlas histórico de Guatemala, p. 250. Mario Samper K. (1993). “Café, trabajo y sociedad en Centroamérica … Op cit…, p. 55.

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oligárquicos, atrajo a varias colonias de europeos. Como habíamos indicado a los alemanes, que además de introducir tecnología, trajeron capital, lo que los hizo en las primeras décadas del siglo XX, producir la tercera parte del café del país. Se asentaron principalmente en la región de las verapaces y en menor medida en la bocacosta sur. Luego pasaron a controlar la financiación a los caficultores, nada menos que la fase más lucrativa de la actividad cafetalera, al igual que la exportación que se realizaba por empresas comerciales radicadas en la ciudad capital. Con la introducción y consolidación de la agro-exportación, a fines del siglo XIX, la antigua capital colonial, la Nueva Guatemala, fortaleció su situación como principal asentamiento de la elite del país y sede de las mayores casas comerciales y financieras de exportación, lo que dio pie a que se establecieran áreas de comercios y servicios en las calles centrales y se extendiera el área urbana en varios suburbios residenciales con inmigrantes europeos y los emergentes cafetaleros. Lo que represento además, empleo para un sin numero de trabajadores de servicios y comercios, alentado a las corriente migratorias del interior del país y que también tuvieron como destino a otras ciudades ya en la provincia, principalmente a Quetzaltenango, siempre ligadas a los productos de exportación y en menor medida a los centros poblados de la producción de alimentos del creciente mercado interno. La ciudad capital conoce también la entrada en operaciones de las primeras fábricas aunque de bienes de consumo primario y a pesar de la competencia de manufacturas importadas de los países europeos y de Norteamérica, con el desarrollo de una industria liviana de bienes de consumo: de fósforos, cigarrillos, gaseosas, cerveza, licores, telas, ropa, calzado, etc. Simultáneamente acontece el debilitamiento de la fabricación artesanal e industria local de textiles por la política liberal de libre importación, que era mayoritariamente de telas e indumentaria producida en Europa y los Estados Unidos. Es decir, con la introducción de la agro-exportación oligárquica en el país, a fines del siglo XIX, se genero un auge mercantil y fabril que re-dinamizo la vida comercial y en parte el empleo en la ciudad

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Mario Posas, (1993). “La plantación bananera en Centroamérica (1870-1929)”, en: Historia general de Centroamérica, Tomo IV. Madrid, Sociedad estatal quinto centenario/FLACSO. p. 112.


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de Guatemala, dejando atrás los siglos de vida tradicional, a manos de un halito de productividad y comercialización. Otro factor en el reposicionamiento de la ciudad de Guatemala en la estructura territorial del país, fue la modernización de los modos de transporte, con la introducción de las líneas ferroviarias y los caminos carreteros, debido a su arreglo territorial, la mayoría parten radialmente de la ciudad capital hacia las regiones del interior del país, además, estuvo la construcción del tren interoceánico que conecto a la ciudad capital con los dos principales puertos en la costa del Pacifico y del Atlántico, y de ahí con las líneas navieras hacia Europa y los Estados Unidos. El crecimiento de las actividades económicas en la ciudad capital y además del fortalecimiento del poder político oligárquico ahí asentado, como señalamos, se debió a la nueva cantidad y concentración de riqueza y a la ampliación del aparato estatal, además, por el acortamiento de los tiempos y costos de viaje gracias a las líneas ferroviarias y caminos carreteros, lo que implico la ampliación sustantiva del área de influencia territorial de la capital, mejoras sustantivas en la conexión con el mercado exterior y facilidades de desplazamiento de población. Lo que se tradujo en un crecimiento poblacional en la capital, la base para el establecimiento de las primeras actividades fabriles o la consolidación de un corredor comercial y de servicios en la avenida central de

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Mario Samper K. (1993). “Café, trabajo y sociedad en Centroamérica … Op cit…,. p. 56

la ciudad. Además estuvo la ampliación del poder administrativo político de las nuevas elites de la ciudad capital hacia buena parte del interior de todo el territorio nacional. Entonces, durante los casi tres cuartos de siglo del régimen liberal oligárquico en el país, se consolido un sistema agroexportador, que en términos territoriales de la red urbana rejerarquizo parte de la red pre-existente o hispanocolonial, aquella que quedo ligada a las nuevas áreas de cultivo, como las ciudades de Quetzaltenango y San Marcos, Cobán o Escuintla, aunque fortaleció sobretodo el rol de la Ciudad de Guatemala, como centro mayor, por los nuevos modos de transporte y comunicación, la integración económica con las áreas cafetaleras, etc. En mucha menor medida, genero nuevas localidades urbanas, las más importantes de estas las portuarias como el Puerto de San José en el Pacífico o el Puerto Barrios en el Atlántico, además de las localidades urbanas de los enclaves bananeros, como Tiquisate. Consiguientemente, varias de las principales ciudades del país de la etapa colonial continuaron siendo asientos del poder, pero ya no por su posición en la administración colonial hispánica, sino por su rol en la inserción de la economía local al sistema económico mundial, vía la agroexportación oligárquica, consiguientemente dualizadas o con altos niveles de exclusión o marginación económica entre la población urbana y al interior de todo el país.20


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Los primeros censos de la historia del país, se realizaron en 1880, 1893, 1921 y 1940, es decir, bajo las dictaduras liberal-oligárquicas. Los mismos han sido objeto de críticas fundadas sobre la calidad técnica de su realización y su manipulación política, aunque se han planteado cifras de omisión censal, para cada uno de estos.

Sin embargo, consideramos que si bien las cifras no pueden ser precisas, si pueden indicar una tendencia en cuanto al tamaño de las localidades urbanas; además, dada la concentración de población y su importancia económica, las ciudades pudieron haber contado con un mejor levantamiento censal.

Según se desprende de los antiguos censos de población del país, el proceso de urbanización arrancaría en la década de los veinte, con un crecimiento sostenido aunque lento de población urbana; además, las dos principales ciudades del país continuaron siendo Guatemala y Quetzaltenango. No así las ciudades secundarias,

que a partir de los años veinte pasaron de las localidades tradicionales y mayoritariamente indígenas como Santiago Atitlán, Momostenango o San Cristóbal Totonicapan a las localidades urbanas ligadas a la agro-exportación y accesadas por las nuevas vías ferroviarias, como Puerto Barrios, Zacapa o Mazatenango.

Las 10 localidades urbanas más pobladas de Guatemala, para años indicados. Elaboración PEUT CIFA a partir de datos censales.


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A través de los cuatro mapas temáticos, se observa que a fines del siglo XIX la red urbana del país, se densifica dentro de la región central, la occidental y la costa sur, en relación con las áreas de mayor producción cafetalera y la consiguiente mejora de las condiciones de movilidad debido a la introducción de las líneas ferroviarias y rutas carreteras. Pero a inicios del siglo XX, además de continuar esa densificación, se observa la expansión de la red urbana hacia las regiones

del oriente y las verapaces, principalmente. Esto último en relación con las grandes plantaciones bananeras en la parte baja del valle del Motagua y la prolongación de la red ferroviaria hacia el puerto del Atlántico, a El Salvador y el tramo de las Verapaces. Es decir, las nuevas actividades económicas y los nuevos modos de transporte, impulsaron un nuevo nivel de crecimiento en las antiguas centralidades urbanas de dichas regiones del interior del país.

En el segundo cuarto del siglo XX, las localidades urbanas con más alta tasa de crecimiento de población fueron las ligadas al sur occidente del país, cuya bocacosta era la región cafetalera mas importante, con tasas superiores al 5 por ciento anual, como: Retalhuleu, Coatepeque, Mazatenango y Escuintla. En un segundo grupo por su tasa de crecimiento anual, esta la región central con la Ciudad de Guatemala y la localidad de

Amatitlán. Por el contrario las localidades urbanas, con unas tasas de crecimiento baja o estancada, y muy por debajo del promedio nacional, es decir, con procesos de emigración, son principalmente las localidades del altiplano occidental dentro de las áreas campesinas e indígenas de subsistencia, como Tolimán, Atitlán y Sololá, las inmediaciones del valle de Panchoy, con Ciudad Vieja o Alotenango, entre otras.


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Al incluir los datos censales de 1950, el primer censo considerado técnicamente correcto en la historia censal del país, observamos que las ciudades del interior del país ligadas a la agroexportación, siguen manteniendo los más altos niveles de concentración de población, como Puerto Barrios, Mazatenango y Escuintla, luego

aparecen un grupo de ciudades reposicionadas, como La Antigua, debido a los inicios de su condición como ciudad turística, además, están varias cabeceras departamentales, que al parecer con la Revolución de 1944, vieron fortalecido su rol como centros de servicios públicos y de apoyo a la producción regional.


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Del censo de 1893 al de 1950, el número de localidades del país con más de 2 mil habitantes, que para nuestro estudio consideramos como urbanas, casi se duplico, al pasar de 55 a 95. Las gráficas no incluyen a la Ciudad de Guatemala, que dado su tamaño poblacional dificultaría apreciar este comportamiento de la red urbana. Pero hasta casi mediados del siglo XX, como lo es 1940, la gran mayoría de las localidades urbanas son menores a 5 mil habitantes, es decir, son pequeñas localidades

generalmente cabeceras de municipios rurales. Luego aparecen localidades urbanas ya en un rango inmediato superior, de 5 a 10 mil habitantes, con la única excepción de la Ciudad de Quetzaltenango y para 1950 se le suman sólo tres más. Entonces, hasta mediados del siglo XX, la red urbana del país, se integraba mayoritariamente por pequeñas localidades urbanas, en calidad de centralidades de áreas rurales. Esto implica un proceso de urbanización por la parte baja de la red urbana.


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Simultáneamente tenemos que la Ciudad de Guatemala, para esos mismos años, crece seis veces de tamaño poblacional; de casi 50 mil habitantes en 1893, a casi 300 mil habitantes en 1950. En tanto que la segunda ciudad del país, la ciudad de Quetzaltenango, sólo duplica su tamaño poblacional de 15 a 30 mil habitantes. Es decir, el proceso de urbanización del país durante la primera mitad del siglo XX, se caracteriza también por el desarrollo de una primacía urbana; esto es, una única ciudad grande dentro de una red de pequeñas localidades urbanas.

Otra forma de observar esta primacía, es en la parte superior de la red urbana del país, como son las cinco ciudades más pobladas. Donde se observa una concentración de población hacia la localidad urbana mayor, la Ciudad de Guatemala, que en 1893 concentraba el 60% de esta población urbana y para 1950 se eleva al 80%. Como señalamos, el arreglo territorial de las vías férreas y carreteras que partían de la capital hacia el interior del país, la nueva concentración económica y de poder político, las dimensiones del territorio, contribuyeron a la generación de la primacía urbana.

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Capítulo 3.

El proceso de urbanización en Guatemala y Centroamérica, una aproximación demográfica general En este capítulo se aborda la situación del proceso de urbanización del país en relación con los demás países del istmo centroamericano, que es la región

inmediata en que se inscribe Guatemala; lo que permitirá comprender otros aspectos del proceso de urbanización de la sociedad guatemalteca.

La población de los países de Centroamérica, incluyendo a Panamá no así a Belice, según el CELADE (Centro latinoamericano y caribeño de demografía), llegaba en 1950 a cerca de los 10 millones de habitantes y alcanzará un máximo de alrededor de 71 millones en el 2075. Es decir, un crecimiento, en tan sólo doce décadas, de siete veces la población del istmo. En la actualidad (cerca

del 2015), dicho Centro estima en 46 millones la población, lo que implica, que en las próximas décadas están por venir 25 millones más de habitantes en la región. Este acelerado crecimiento poblacional se debe a la modernización social y económica que arranco a mediados del siglo XX, aunque al considerar a cada uno de los países en cuestión sobresalen diferencias significativas.


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De los seis países del istmo ha venido siendo Guatemala el país más poblado de entre todos, contando en 1950 con 3.1 millones de habitantes, mientras que los demás países para ese mismo año contaban cada uno, solo entre 1 y 2 millones de habitantes. Ahora bien, para el 2075, la población de Guatemala alcanzará los 31.5 millones de habitantes, mientras que los demás países del istmo estarán entre los 5 a 8 millones de habitantes, con excepción de El Salvador que sobrepasará los 12 millones de habitantes. En la actualidad, ya cercanos al 2015, la población de Guatemala se estima en 16.1 millones de habitantes y el resto del istmo con 29.9 millones, es decir, actualmente la población guatemalteca

constituye la tercera parte de toda la población del istmo centroamericano. Guatemala ha venido siendo el país más poblado debido, en parte, a que desde los últimos siglos del periodo prehispánico ya era el territorio más poblado de habitantes aborígenes de la región, con cerca de 2 millones de habitantes. Lo que valió a la hora de localizar la nueva sede del poder español, la ciudad de Santiago como sede de la Capitanía; la actual Antigua. Además, están los altos niveles de pobreza o de exclusión social de la Guatemala del siglo XIX y XX, por el régimen de tipo oligárquico y de precariedad del sistema público escolar, entre otros, lo que ha contribuido a una tasa de crecimiento poblacional alta.


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La tasa intercensal de crecimiento de la población de 1950 a 2100, es decir, una especie de ritmo de crecimiento medido anualmente, en este caso para los países centroamericanos, revela que es Guatemala el país con la tasa más alta de todo el istmo, desde mediados del siglo XX hasta fines del siglo XXI. En el período intercensal actual, es decir, de 2000 a 2025, Guatemala poseería el 3 por ciento anual de crecimiento, mientras que la mayoría de países del istmo estaría alrededor del 1.8 por ciento

y El Salvador con la tasa más baja de solo el 0.6 por ciento anual. Según las proyecciones de población del CELADE realizadas en 2012, al final del siglo XXI, habría un leve retroceso en la población de los países del istmo, ya que poseerán tasas negativas de crecimiento debido al envejecimiento poblacional y la reducción de la tasa de fecundidad, con la sola excepción de Guatemala, que seguirá manteniendo aún una tasa positiva de crecimiento, aunque menor que la actual.


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Debido a las diferentes tasas de crecimiento poblacional entre las sociedades del istmo, países como Costa Rica y El Salvador disminuirán su participación o peso relativo dentro de la población de la región, ya que Costa Rica en 1950 contaba con el 10% de la población de Centroamérica y para el 2,100 sólo tendrá el 7%, de similar manera, El Salvador tenía el 22% para 1950 y en el 2,100 se espera que solo cuente con el 10% de la población regional. Por el contrario Honduras y Guatemala son los dos países que verán crecer su proporción de población, que pasaran del 15 al 17% y del 31

al 46%, respectivamente; es decir, Guatemala estará cerca de contener a la mitad de la población del Centroamérica a fines del siglo XXI. Como señalábamos la exclusión social de los beneficios del crecimiento económico, las deficiencias del sistema educativo publico, entre otros, han venido ocasionando las altas tasas de natalidad en el país, y por ende, una población más numerosa, lo que a su vez complejizará el desafío de superar la pobreza y la extrema pobreza, por la creciente magnitud de la población en condiciones de subdesarrollo social.


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Como mencionamos, Centroamérica verá septuplicar su población entre 1950 a 2075, un crecimiento poblacional nunca antes visto en su historia, al pasar de 10 millones en 1950 hasta alcanzar más de los 70 millones de habitantes en el 2075, aunque luego se espera un leve decrecimiento poblacional, debido al envejecimiento paulatino de la población, pero ya a fines del siglo XXI. Sin embargo, como señalábamos, dicho crecimiento poblacional no estará homogéneamente distribuido entre los países de la región, por el contrario, habrá países como Costa Rica y El Salvador que contendrán un menor porcentaje de toda esta población, al reducirse

su peso o participación porcentual de habitantes. Mientras que Guatemala, pasará de contar con la tercera parte a casi la mitad de la totalidad de este crecimiento poblacional, reforzando su situación como el país más poblado del istmo centroamericano, con cerca de 32 millones de habitantes. Actualmente Guatemala posee cerca de 16 millones de habitantes y sin embargo, en las próximas décadas aún verá duplicar su población total. Lo que implicará serios desafíos y de distintos tipos, ambientales, de empleo, servicios públicos de educación, salud, etc. Aunque un manejo adecuado de políticas de población, entre ellas la de planificación familiar, podrían disminuir en parte el crecimiento que se pronostica al momento.


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Otra situación heterogenia entre los países del istmo, proviene de las diferentes extensiones de sus territorios. Mientras El Salvador posee 21 mil kilómetros cuadrados, Guatemala abarca casi los 109 mil y Nicaragua tiene más de 130 mil; es decir, más de cinco y seis veces de extensión territorial que la de El Salvador, respectivamente. Pero al considerar el tamaño de su población, sucede que Nicaragua posee el 26% del territorio centroamericano pero

solo concentra el 15% de la población, en tanto que Guatemala, concentra el 30% de población, en la actualidad, o bien, El Salvador y Nicaragua poseen cerca del 15% de la población para el 2015, pero con seis veces de diferencia de territorio. Por lo que la relación crecimiento poblacional y extensión territorial, es decir, el incremento de la densidad de población es una cuestión de importancia.


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La densidad de población para 1950, era en cada uno de los países centroamericanos, menor a 30 habitantes por kilometro cuadrado; con excepción de El Salvador que ya alcanzaba los 100. Pero de mantenerse las tendencias recientes de crecimiento poblacional, la mayoría de países alcanzará alrededor de 100 hab/Km2, en el 2050,

con excepción de El Salvador y Guatemala, que estarán en 250 y 350, respectivamente. Además, la tasa anual más alta de densificación la tendría Guatemala y Honduras. Lo que elevaría a la porción septentrional de la región, a los llamados países del Triangulo norte, como la sub-región más densamente poblada del istmo.


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El Índice de Desarrollo humano (IDH) es un indicador elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) que considera los ingresos de las personas por país y en general las condiciones de vida. Consta de tres grandes tenas: la esperanza de vida, el nivel de estudios alcanzado y el Producto interno bruto (PIB); es decir, la distribución del ingreso dividido entre todos los habitantes del país. El índice tiene un rango entre 000 y 1, el PNUD clasifica a los países en tres grandes grupos: los países con Alto desarrollo Humano tienen un IDH mayor de 0,80;

con Mediano desarrollo humano, entre 0,50 y 0,80; y los países con Bajo desarrollo humano con un IDH menor de 0,50. Actualmente todos los países centroamericanos se ubican en el mediano desarrollo humano, aunque poseen diferentes niveles. Mientras que Panamá y Costa Rica se acercan en el 2012 al nivel de alto desarrollo, Nicaragua y Guatemala, tan solo hace doce años han salido del nivel de bajo desarrollo humano. Estas diferencias hacen ver dos niveles de desarrollo al interior de los países de la región, entre los paises septentrionales y los meridionales.


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En los años recientes el porcentaje de pobreza continúa manteniéndose muy alto en Honduras y Guatemala, con más de la mitad de su población en esa penosa condición económica, mientras que Costa Rica y Panamá poseen ya solo alrededor de la cuarta parte de su población. Al parecer los altos

niveles de pobreza poseen cierta relación con los grados de distribución muy desigual del ingreso, ya que son también Guatemala y Honduras, los países centroamericanos con más injusta distribución de la riqueza entre las clases sociales, según cifras de la UNESCO.

El PIB per cápita (en US$ a precios actuales) es el producto interno bruto dividido entre la población total de un país a mitad del año. El PIB es la suma del valor agregado bruto de todos los productores residentes en la economía más todos

los impuesto a los productos, menos todo subsidio no incluido en el valor de los productos. Se calcula sin hacer deducciones por depreciación de bienes manufacturados o por agotamiento y degradación de recursos naturales.


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Según datos del Banco Mundial, el PIB per cápita de la población de los países de Centroamérica en los últimos años se ha caracterizado por una dualización. Por una parte, los países con mejor ingreso, donde han estado Costa Rica y Panamá, es decir, la subregión más meridional, casi con el doble de ingreso respecto al resto de países del istmo, y por otra parte, la región septentrional con los menores ingresos, sobretodo Nicaragua y Honduras, seguidos de Guatemala y El Salvador. Esta dualidad territorial, ha permanecido así al menos durante los últimos 20 años, lo que implica una diferenciación intrarregional muy marcada en términos de condiciones de vida. La economía costarricense se ha beneficiado de su calidad de paraíso turístico y de empresas de alta tecnología digital, mientras que la panameña por la presencia del Canal que la ha convertido en un centro comercial y financiero de importancia internacional. Mientras que el resto de países se caracteriza por una fuerte presencia de la economía campesina de subsistencia, la agro-ex-

portación y la industria de bienes de consumo primario, es decir, entre actividades de subsistencia y de bajo valor agregado. La gradual disminución de la población rural en todos los países centroamericanos, en las décadas recientes, también ha tenido diferentes velocidades en cada uno de ellos, o bien, por subregiones interiores. Así, Honduras, Guatemala y El Salvador, para mediados del siglo XX, tenían los más altos porcentajes de población rural, con el 71, 65 y 62 por ciento, respectivamente. Por el contrario, Panamá y Nicaragua, poseían ya casi el 50 por ciento de población urbana. Nuevamente los países de la subregión centroamericana, conocida como el Triangulo norte, se diferencian de los países más meridionales, esta vez por su alta tasa de ruralidad, lo que implica mayor actividad agrícola, en relación a las actividades propiamente urbanas como las de industrias, finanzas o servicios a la producción.


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Según proyecciones del CELADE realizadas en el 2012, de mantenerse las tendencias recientes, la población rural en los países centroamericanos para mediados del siglo XXI, es decir, dentro de tres décadas aproximadamente, habrá disminuido considerablemente, bajará alrededor del 30 al 20 por ciento de la población total. El caso más

sorprendente sería el de Guatemala, que pasaría a contar con la menor tasa de ruralidad del istmo, todo lo contrario del siglo anterior. Con ello la diferencia entre los países centroamericanos septentrionales de los meridionales por tasa de ruralidad, se desvanecería, pasando a ser las diferencias por calidad de vida y empleo urbanos.


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En valores absolutos, la población rural del istmo pasaría de 10.8 millones en 1970 a 17.5 millones para el año 2050; es decir, un crecimiento lento a lo

largo de ocho décadas. Y la mitad de dicha población rural se localizaría en Honduras y Guatemala.

El último cambio de siglo, representó para la región centroamericana, el punto de inflexión de la población rural a urbana. Ya que en 1970 y 1990, la mayor parte de la población era aún rural, con el 62 y 56 por ciento, respectivamente, pero ya para el año 2010, la población rural había dejado de ser mayoritaria, con sólo el 41 por ciento del total. Y el CELADE proyecta para mediados del siglo XXI, que la población rural contendrá a sólo uno de cada cuatro centroamericanos. Esta transición de una región rural a urbana, es de alcance histórico, porque milenariamente los países

centroamericanos han sido de población rural, en su mayor parte campesinos que habitaban en caseríos, aldeas y pequeños poblados, pero a partir del siglo XXI, se forma una nueva realidad, es el de una región de ciudades. Lo que implica que ha habido una reconversión de la economía de la región, seguramente la actividad comercial, de servicios e industrial han crecido, aunque no siempre de manera formal, ya que la urbanización de la pobreza rural, al no haber, un crecimiento económico formal sustantivo, se traduce en empleo precario de comercios y servicios en las urbes.


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La transición de Centroamérica de una región rural a urbana, que contaba en 1970 con 6.7 millones de personas en áreas urbanas de un total de 17.6 millones, y que alcanzará en el 2050, casi 50 millones de habitantes que vivirán y trabajaran en ciudades, de un total de 66.5 millones de habitantes. Es decir, la población urbana en ocho décadas se septuplicaría, mientras que la población total solo

se triplicaría, por lo que en ese mismo período de años habrá 40 millones de personas más en las localidades urbanas del istmo. Lo que representará un crecimiento de las áreas urbanas y unas huellas ecológicas de gran envergadura. En la actualidad, se estima que la población del istmo es de alrededor de 43 millones de habitantes, de los cuales 25 millones radican en alguna localidad urbana.

Ahora bien, a nivel de cada uno de los países; la población urbana en Guatemala para 1970 era de 1.9 millones de habitantes, para el 2010 se estima en 8.2 millones, mientras que para el 2050 alcanzará los 21.6 millones; es decir, aún falta un crecimiento de la población urbana de 2.5 veces. Lo que en cifras absolutas representa más de 12 millones de personas más en las localidades urbanas guatemaltecas, en las tres próximas décadas. Mientras que en los demás países del

istmo, la población urbana pasará de un rango de 2.5 – 4 millones en la actualidad, a 4 - 8 millones en el año 2050. Por lo que sería Guatemala el país que tendría mayores retos en materia de crecimiento de las ciudades, además, de ser el país mas rezagado en el índice de desarrollo humano, por lo que la precariedad laboral y habitacional urbanas podría pasar a ser el problema central en la mejora de las condiciones de vida de la población.


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Entonces Guatemala sería el país del istmo con el mayor porcentaje de población urbana, superando a Costa Rica y a Panamá, según las proyecciones del CELADE; y de mantenerse las tendencias recientes, con el 78.5 para el 2050. Cabe agregar, que Guatemala tenía el nivel de urbanización más bajo, con sólo el 33 por ciento para 1980. Esta rápida urbanización de la población guatemalteca, está en relación con las grandes corrientes migratorias internas hacia las ciudades por la crisis de la economía campesina, a las expectativas de mejoras de vida, a la expansión de la agro-exportación y al

proceso de industrialización del país, como locus productivo centroamericano, en parte por poseer el mercado interno mayor, debido a su cuantiosa población en relación con el resto de países del istmo. Los demás países mantendrían sus posiciones en cuanto a nivel de urbanización, como Costa Rica y Panamá entre los países con mayor porcentaje de población urbana, para el 2050 cercanos al 80 por ciento. Mientras que Honduras y El Salvador, se mantendrían como los países con menor tasa de urbanización, alrededor del 65 por ciento, también para mediados del presente siglo.


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Una característica sobresaliente del proceso de urbanización en los países de Centroamérica es el alto nivel de concentración económica en la ciudad principal, que se ha constituido en una aglomeración metropolitana, que concentra un alto porcentaje de la población total del país. Esta situación tiende a ser más fuerte en los países con menor extensión territorial, como Costa Rica, Panamá o El Salvador. Así desde 1950, la ciudad capital de Costa Rica, San José concentraba el 35 por ciento de la población de dicho país, seguido por la Ciudad de Panamá con cerca del 30 por ciento. Para la década de los años ochenta, que son los

últimos datos disponibles al respecto, son estas dos mismas ciudades las que poseen la más alta tasa de concentración de población de sus respectivos países, con el 45 y el 37 por ciento. Mientras que los países territorialmente más extensos, independiente de su densidad de población, se han mantenido con las menores tasas de concentración de población de sus ciudades capitales, como la Ciudad de Guatemala con el 15% para 1970 y el 22 por ciento para 1990, además esta Managua con el 25% de población del país con la mayor extensión territorial del istmo.


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En cuanto a cifras absolutas, es la Ciudad de Guatemala la aglomeración metropolitana más poblada del istmo, con más de 2 millones de habitantes para el año 2000, mientras que las demás áreas metropolitanas, una por cada país, tienen una población de alrededor del millón de habitantes, para ese mismo año. Es decir, el área metropolitana de la Ciudad de Guatemala, cuenta con el doble de población que el promedio de las aglomeraciones metropolitanas de los demás países del istmo. Aunque cabe mencionar, que debido a las fronteras difusas de las aglomeraciones metropolitanas no es muy fácil establecer sus límites territoriales y por ende el número de habitantes que contienen. Lo que se hace más difícil, en el contexto de aglomeraciones metropolitanas

asentadas y altiplanicies rodeadas de colinas y surcadas por barrancas, ya que tienden a motivar más el crecimiento urbano difuso, discontinuo, fragmentado, etc.; como es el caso de la mayor parte de las metrópolis de los países del istmo. El caso de Honduras, es muy particular o excepcional en el contexto de los países centroamericanos, ya que es el único país que no posee una red urbana primada o con una única aglomeración metropolitana, sino posee dos ciudades importantes, es decir, es bipolar. Ya que en las tierras altas de Honduras es la ciudad capital Tegucigalpa la ciudad principal con 900 mil habitantes, mientras que en las tierras costeras del occidente del país, es la ciudad de San Pedro Sula un área metropolitana emergente, con cerca de 540 mil habitantes también para el año 2,000.


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El proceso de urbanización en Centroamérica ha venido siendo en su conjunto, acelerado y muy concentrado en las aglomeraciones metropolitanas de cada país, podría hablarse mas que de un proceso de urbanización a lo mejor de un proceso de metropolización. Sin embargo, es Guatemala el que posee ciertas particularidades, como el país con menor índice de desarrollo humano, mayor desigualdad social, con la población más numerosa y el proceso de des-ruralización o de urbanización más intenso, ya que de mantenerse las tendencias recientes, pasaría del 33 al 45 por ciento del total de población del istmo y con la tasa más alta de

urbanización para el 2050, con casi el 80 por ciento. Aunque la concentración de población de su área metropolitana, a pesar de ser la más poblada, casi el doble de tamaño que las demás metrópolis centroamericanas, solo mantendrá una concentración del 25% de la población total de su país, a diferencia de las aglomeraciones metropolitanas de San José Costa Rica o la Ciudad de Panamá que rozan el 50 por ciento de concentración de la población. Sin embargo, en cifras absolutas, la población de la aglomeración metropolitana de la Ciudad de Guatemala, podría llegar a los siete millones de habitantes.


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Capítulo 4.

Las determinantes sociales y económicas del proceso de urbanización 4.1. De un país de 3 a 32 millones de habitantes en solo un siglo Se ha considerado que alrededor del año 1950, inicio en la sociedad guatemalteca el proceso de transición demográfica; es decir, un crecimiento sostenido de la población del país, que según proyecciones demográficas del INE (Instituto nacional de estadística), se estabilizará más o menos en el año 2060 y que dejará un poco más de 30 millones de habitantes.1 Este crecimiento poblacional sin precedentes, se debe generalmente a las mejoras en las condiciones de salud, de alimentación, de educación, entre otras condiciones propias o características del siglo XX. Lo que se traduce en Guatemala en una disminución de la mortalidad infantil de 140 a alrededor de solo 8 niños por mil nacidos, de 1950 al 2050, y también en una prolongación de la expectativa de vida, de 42 a 78 años de edad en el mismo periodo.2 Aunque el proceso de transición demográfica es de alcance mundial, primeramente aconteció en los países desarrollados, entre mediados del siglo XIX y mediados del siglo XX, como los países europeos occidentales y los Estados Unidos, debido a las mejores condiciones de la salud pública y de productividad.3 Al momento esta transición en los países desarrollados se encuentra en la etapa final, por lo que el crecimiento poblacional ha concluido, de hecho hay cierta reducción y parte significativa de la población se encuentra en la etapa del enve Instituto Nacional de Estadística, (2004). Proyecciones de población con base el XI censo de población y VI de habitación 2002, periodo 2000-2020. Ciudad de Guatemala, Instituto nacional de Estadística. 2 Ibid …., 3 Wilbur Zelinsky (1999). “La teoría de la transición demográfica”, en: Demografía... Ciudad de México, Instituto Mora. 1

jecimiento, de ahí la importancia de la inmigración joven de los países del sur. Mientras que la transición demográfica acontece tardíamente en los países subdesarrollados, en especial en países con graves rezagos sociales como Guatemala, por ello la población mayoritaria aún es la niñez y la juventud.4 Esta mayoría de población joven en un país, muchos la entienden como un “Bono demográfico”, es decir, países con fuerza laboral mayoritaria en la etapa de edad productiva y con capacidad de sostener a la aun minoritaria población adulta mayor y la decreciente población infantil. Según la CELADE (Centro latinoamericano y caribeño de demografía) la población en 1950, en todo el país, era de 3.15 millones de habitantes y al concluir este proceso de transición demográfica en el año 2085, la población se estabilizará en cerca de 31.8 millones de habitantes.5 Lo que implica diez veces más población de la que el país habitualmente había contado décadas atrás. En la actualidad, a inicios de la segunda década del siglo XXI, el país ha alcanzado los 15 millones de habitantes, consiguientemente en las próximas décadas esta aún por venir el doble de población. Y debido al proceso de urbanización que también acontece en el país, la mayor parte de esta nueva población radicará en las áreas urbanas principales. Esta transición demográfica es un proceso que esta teniendo implicaciones muy fuertes y de distinto orden en la vida económica, política, ambiental del país. Solo para mencionar algunos, la 4

5

Jorge Arias de Blois, (1997). “Demografía”, en: Historia general de Guatemala, Tomo VI. Ciudad de Guatemala, Asociación de amigos del país / Fundación para la cultura y el desarrollo. CELADE (2012). Guatemala, estimaciones y proyecciones de la población a largo plazo, 1950-2100. Santiago de Chile, CELADE / División de población de la CEPAL.


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expansión de la frontera agrícola sobre los últimos confines de bosques de montaña y en las selvas del Petén, la contaminación de la mayor parte de los cuerpos de agua superficial y subterránea, el crecimiento caótico de los tejidos urbanos de todas las ciudades del país, o bien, ante la poca capacidad de generación de empleo de las principales actividades económicas del país se ha disparado el sub-empleo, el trabajo precario, entre otras muchos situaciones. Este proceso de transición demográfica no es algo difícil de manejar si se contará con una adecuada política pública de población, en especial de control de la natalidad, de educación sexual, de formación para la vida, así pudiera entonces disminuirse la magnitud de la población en el futuro próximo y a la vez se pudiera contribuir a alcanzar calidad de vida.

4.2. De un país de campecinos rurales a uno de trabajadores urbanos Durante muchos siglos la vida económica o material de la inmensa mayoría de la población del país ha girado en torno a la actividad agrícola. Desde la aparición de la especia humana sedentaria por estos territorios, actualmente comprendidos dentro del Estado de Guatemala, hace cinco mil años aproximadamente hasta el tiempo reciente el siglo XX, la vida campesina ha sido la forma mayoritaria de vida de la población. Durante los distintos períodos de centurias de los pueblos originarios, mayoritariamente mayas, luego la colonización hispana desde inicios del siglo XVI hasta inicios del XIX, finalmente, el régimen de agro-exportación oligárquico desde fines del siglo XIX, la vida rural y en condiciones vulnerables ha sido el ámbito de vida del grueso de la población, generalmente en aldeas o pequeños poblados rurales en medio de las áreas de cultivo para el auto consumo o subsistencia familiar y los excedentes para el tributo, la comercialización, etc. Pero desde finales del siglo XX, y más firmemente a inicios del siglo XXI, esta situación secular o mejor dicho milenaria finalmente ha comenzó a modificarse. La población rural inicio desde mediados del siglo XX, grandes corrientes migratorias hacia las ciudades principales del país, en especial hacia el área metropolitana de la Ciudad de Guatemala, en búsqueda de superar la depauperación o precarización que viene apoderando de la vida en el campo y las expectativas de mejoras en la 6

UNESCO / OIM (Organización Internacional para las migraciones), (2010). Encuesta sobre remesas 2010,

ciudad. El deterioro en las condiciones de vida de los campesinos del país, tiene su evidencia más dramática con la desnutrición infantil, y más ampliamente con las hambrunas, especialmente en las regiones más vulnerables, como el llamado Corredor seco, que va del norte de Jutiapa, pasa por Chiquimula, Zacapa, El Progreso, Baja Verapaz hasta alcanzar la parte sur del Quiche. Varias situaciones están generando este abandono del campo y de las pequeñas localidades, principalmente la crisis de la economía de subsistencia campesina, debido a la fragmentación de las tierras con cada nueva generación de la familia, a la alta tasa de la natalidad que todavía es de seis niños por mujer a inicios del siglo XXI, el desconocimiento de mejores prácticas agrícolas, el agotamiento de la fertilidad de los suelos, la falta de centros de acopio de proximidad para la comercialización de los excedentes de la economía de autoconsumo, entre otras. Otra causa importante en el deterioro de vida del mundo campesino guatemalteco ha sido la falta de políticas gubernamentales para mejorar la economía campesina, como mitigar la erosión de los suelos, mejorar las vías de comercialización de pequeños y medianos productores, la ausencia de programas de asistencia financiera y técnica, la carencia de proyectos de regadío, etc., todo lo que afecta las posibilidades productivas de los campesinos. Lo que sumado al encarecimiento del precio del suelo rural, con el crecimiento absoluto de la población rural y la expansión de los territorios de las grandes industrias agroexportadoras, como la caña de azúcar sobre la costa sur o la palma africana sobre la franja transversal del norte, y que la ampliación de la frontera agrícola está llegando a los últimos y vulnerables territorios disponibles, las de las selvas del Peten. Todo ello ha venido a limitar seriamente las posibilidades de sobrevivencia para el mundo campesino del país, de ahí el éxodo creciente hacia las ciudades, ya sea dentro del país o recientemente fuera del mismo. Ya que a partir de los años noventa las corrientes migratorias o expulsión de población rural empobrecida van hacia los países vecinos del norte, sobre todo a las grandes ciudades de los Estados Unidos como Los Ángeles o Nueva York. Se estima que la población emigrante guatemalteca radicada en dicho país al 2010, estaba cerca de los 1.4 millones de habitantes y la gran mayoría de forma ilegal y ocupada en empleos de baja calidad.6 Finalmente, otra nueva y seria amenaza ha protección de la niñez y adolescencia. Ciudad de Guatemala, 2011.


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comenzado a afectar las posibilidades de vida del mundo campesino guatemalteco y que va a fortalecerse, de no implementarse una política nacional de mitigación, es el fenómeno del Cambio climático. Ya que la alternancia entre años de sequía con años de lluvias intensas, la elevación de la temperatura y la expansión de las áreas de desertificación, incremento de las inundaciones, deslaves, entre otros impactos asociados con el cambio climático, representará en varias regiones del país, desafíos muy fuertes o insalvables para la agricultura de subsistencia familiar.7

4.3. La urbanización de la pobreza Como señalábamos la dirección que han tenido las corrientes migratorias internas del país, son fundamentalmente de las regiones de pobreza rural hacia las ciudades principales, a las regiones agro-exportadoras y los últimos bolsones de expansión de la frontera agrícola; es decir, hacia los lugares que representan alguna opción de mejora de las condiciones de sobrevivencia. Las limitaciones económicas y expectativas de vida en la ciudad, son lo que motiva fundamentalmente a muchas personas y familias del campo a abandonar sus tradicionales lugares de vida y formas de producción, lo cual no deja de representar un cambio traumático en la vida de muchos de ellos, al suscitar sentimientos de desarraigo, de desintegración familiar, comunitaria, entre otras consecuencias. Aunque también al atractivo de la ciudad, con oportunidades diversas de vida, de mejores condiciones de instrucción, con sus imágenes de modernidad, de consumo y de sofisticación, no deja de operar como gran atractivo a la hora de abandonar el lugar de origen, especialmente para los más influenciados por la cultura del consumismo. Sin embargo, las posibilidades de mejora sustancial de vida en los lugares de destino de las corrientes migratorias internas, no son muy esperanzadoras, debido a que en estas prevalece el empleo precario, el trabajo informal y el subempleo, tanto en las fincas dedicadas a los cultivos de agroexportación como en las industrias y comercios del área metropolitana y de las ciudades medias. Ya que en las regiones de producción agroexportadora, como la Costa sur, la mayoría de cultivos son estacionarios, es decir, prevalecen las contrataciones laborales temporales o no 7

URL-IARNA, (2009). Perfil ambiental de Guatemala, 20082009: las señales ambientales críticas y su relación con el desarrollo. Ciudad de Guatemala, URL IARNA.

permanentes, dependiendo de los periodos de siembra y cosecha del azúcar, el café, etc. Además, que el salario mínimo en el campo, no cubre las necesidades básicas de manutención familiar, y que en muchas fincas u otro tipo de unidades productivas, simplemente no se paga el monto del salario mínimo oficialmente establecido y además no existe la afiliación al seguro social. También en las ciudades, ya sea de servicios turísticos como La Antigua, Panajachel o Chichicastenango, también prevalece el salario mínimo, que como indicábamos no cubre el mínimum vital de una familia, al igual que las actividades comerciales, de servicios e industriales, que se concentran en el Área metropolitana. En ello la gran cantidad de población necesitada de empleo y con bajo nivel de escolaridad, coadyuva a que el empresariado no se vea impelido a mejorar el salario en el campo y en las ciudades, y en las empresas transnacionales de baja productividad, como las maquilas de prendas de vestir, tienden a relocalizarse fácilmente hacia aquellos países con mano de obra abundante, poco calificada y barata. A lo que habría que agregar que la generación de empleo formal es muy limitada en las actuales actividades económicas de importancia del país, ya que solo se generan alrededor de 10 mil puestos de trabajos formales por año, mientras que la población que llega a la edad de trabajo, se estima en alrededor de 150 mil por año, es decir, la creación anual de puestos de trabajo no cubre ni el 10 por ciento de las necesidades o demanda de trabajo formal, estable y con salario mínimo. Una de las principales actividades económicas es la producción industrial de bienes de consumo primario, es decir, las fabricas de pan, pastas, bebidas, licores, envases, ropa, etc., que mantiene 200 mil puestos de trabajo, pero se estima que la población en edad de trabajo en el país, en el 2002, sobrepasa los 3.5 millones de trabajadores. Entonces tenemos que la actividad que genera mayores ingresos, la gran industria, solo ocupa al seis por ciento de la fuerza laboral. Por lo que la economía informal y el subempleo son en realidad las principales alternativas de trabajo en las áreas urbanas, que son los comercios al menudeo y de servicios personales.8 Nos referimos a oportunidades de sobrevivencia urbana en pequeñas unidades de producción como pequeñas herrerías, tortillerías, panaderías, o bien, en pequeños puestos de comercio como las ventas en mercados, tiendas de barrio, así también en la 8

PNUD, Guatemala, (2008). Guatemala: ¿una economía al servicio del desarrollo humano?. Ciudad de Guatemala, PNUD.


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prestación de servicios personales, como en las modestas estéticas, cafés internet, o en el peor de los casos, ocupados en el comercio ambulante. Sin embargo, a pesar de la difícil situación del trabajo en las ciudades, ello representa al parecer, una mejora en las condiciones de vida, en comparación con la situación de la pobreza extrema o de miseria que sea apoderado de muchas áreas rurales. Ya que para la década de los años setenta, el ochenta por ciento de las familias rurales del país eran auto-suficientes alimentariamente, pero en los años recientes, esa relación se ha invertido, ahora solo un 20% de las familias campesinas poseen autosuficiencia alimentaria, por lo tanto, casi un millón de familias rurales ya no pueden procurarse sus propios alimentos, como tradicionalmente lo habían hecho. Si bien, en los países desarrollados, el proceso de urbanización de la población conllevo mejores oportunidades de trabajo y condiciones de vida, en los países subdesarrollados el proceso de urbanización no ha conllevado una mejora sustancial de las condiciones de vida de los trabajadores. Por eso se tiene la noción de estar ante un proceso de urbanización de la pobreza rural, esto es, el abandono de la vida campesina pobre por formas de sobrevivencia en las ciudades, lo que no representa una mejora sustancial.9 Ante el panorama de la falta de empleo digno y adecuadamente reenumerado que afecta al país, se hace indispensable una nueva política económica, que logre principalmente la diversificación de la económica hacia nuevas actividades productivas, particularmente agro-exportadoras, industriales y de turismo generadoras de empleo de calidad.10

4.4. La transición de un país de economía rural a uno de economía urbana A fines del siglo XIX, se inicio en Guatemala la economía agroexportadora, con el cultivo y la comercialización del café destinado al rico mercado europeo y norteamericano. Lo que genero ingresos nunca antes conocidos en la economía local, aunque lamentablemente sus beneficios se quedaban en pocas manos, principalmente entre los nuevos terratenientes, los comerciantes exportadores y los financistas alemanes, y paralelamente se introdujo Mike Davies, (2007). Planeta de ciudades miseria. Madrid, Foca ediciones. 10 Seminario: Acelerando el crecimiento de Guatemala. Ciudad de Guatemala, enero 2013. Organizado por SEGEPLAN, BM lac y The Growth Dialogue. www.segeplan.gob.gt/2.0/index.php?option=com_ content&view=article&id=1169 9

el trabajo coactivo o semi-gratuito de indígenas y mestizos pobres.11 Estas nuevas elites tenían como lugar de administración y residencia principalmente a la ciudad de Guatemala y en menor medida a la ciudad de Quetzaltenango. Además que la agroexportación cafetalera amplio sustancialmente el mercado laboral urbano, con los empleados de las empresas de comercialización del grano, de financiación, y además en la administración pública. Otra fuente importante de nuevo empleo fue la prestación de servicios y bienes para las nuevas elites. Todo lo que dio pie a una incipiente capacidad de consumo local, que abrió la posibilidad para las primeras fábricas en el país, como la del cemento, de bebidas, cigarrillos, fósforos, textiles, etc.,12 y también posibilito la generación de un núcleo urbana central de comercios y servicios, que se desplego principalmente en la antigua calle real, la actual sexta avenida de la zona central. Pero sería hasta mediados del siglo XX, que el proceso de industrialización arranca con propiedad en el país. Debido a un ciclo de crecimiento económico mundial que implico una demanda creciente para los productos de agro-exportación, además, de su diversificación, con el inicio de los cultivos a gran escala del algodón y de la caña de azúcar en la costa sur. Casi paralelamente en el tiempo, la industrialización tendría un impulso aun mas fuerte con la creación del Mercado común centroamericano en 1961, es decir, una política de libre comercio de bienes producidos al interior de la región. Por lo que se establecieron industrias de neumáticos, de cereales, de vidrios, entre otras, en la ciudad de Guatemala y que tenían como destino el mercado local y el de los demás países del istmo. Ya en la década de los noventa, el crecimiento vertiginoso de las remesas de centroamericanos en las ciudades de los Estados Unidos, expandió aun más la capacidad de consumo de la región, lo que se constituyo en otro impulso mas para la generación de actividad y empleo industrial del Área metropolitana de Guatemala. A lo que habría que sumar el arribo de la industria de maquila, particularmente de confección de prendas de vestir, debido a la Iniciativa de la cuenca del Caribe, impulsada a fines de los años ochenta por parte del gobierno norteamericano, la que en el 2006 Gonzales Davison, Fernando. (1986). Guatemala 15001970: reflexiones sobre su desarrollo histórico. Ciudad de Guatemala, Editorial universitaria, USAC. 12 René Poitevin Dardon, (1977). El proceso de industrialización en Guatemala. San José de Costa Rica, EDUCA. 11


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se reconvertiría en el Tratado de libre comercio entre Centroamérica y la potencia del norte. Con lo cual el empleo industrial en el país subió a alrededor de 200 mil puestos de trabajo directo y que indirectamente beneficia a no menos de medio millón de personas. 13 Por otra parte, el aparato de la administración publica del país, generalmente ha emplazado la mayor parte de sus puestos de trabajo en el área metropolitana y en las ciudades principales del interior. En años recientes se estimo en 280 mil el total de empleados públicos, aunque de ellos 200 mil se desempeñan en el Ministerio de Educación y la mayor parte de los centros escolares se sitúan en las cabeceras municipales. Por lo que el despliegue territorial de la administración publica ha contribuido a la consolidación de la urbanización de la economía del país. Pero son sin duda las actividades de comercio y de prestación de servicios las que han pasado a constituir las mayores generadoras de ocupación laboral en Guatemala, aunque en buena parte constituidos por el empleo informal y precario. Estos son los grandes modos de sobrevivencia en las ciudades, de las miles de personas que trabajan en empleos informales y con baja calificación laboral. El último censo reporto casi 600 mil ocupados en actividades comerciales en todo el país, y el número de ocupados en servicios, ascendía a otros 600 mil puestos de trabajo. Ambos sectores de la economía no sólo concentran a la mayor parte de los ocupados laboralmente sino también posee la tasa más alta de crecimiento inter-censal. La alta concentración de la riqueza prevaleciente en el país, tiene como expresión territorial un núcleo o nicho emplazado en el área metropolitana de alto consumo, de servicios y bienes de lujo. Cabe mencionar que el trabajo ligado al comercio y servicios de bienes en actividades ilegales está ocupando a número creciente de personas en el país, debido a la consolidación de las redes criminales estimuladas por el trasiego de drogas hacia el gran mercado norteamericano, además, de la comercialización local de drogas debido al preocupante aumento del consumo interno y otras actividades asociadas como la comercialización de armas, la trata de personas, etc.14 Un estudio del Banco Mundial estima que la actividad económica

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Banco de Guatemala, (2000). Directorio nacional de empresas y sus locales. Ciudad de Guatemala, Banco de Guatemala.

sumergida del país pueda representar el ocho por ciento de la economía total, mientras que la GFI (Glogal financial integrity) afirma que es alrededor de Q. 8,000 millones, el dinero que se lava o blanquea anualmente en Guatemala y que buena parte de dicha actividad ilícita se realiza a través de la compra de bienes inmuebles, de automóviles de lujo y de joyas de gran valor, además de inversiones hoteleras, etc., actividades generalmente emplazadas en las áreas urbanas centrales. Por lo que las actividades agrícolas que tradicionalmente ocupaban a la mayor parte de la población y que se emplazan en áreas rurales, han dejado su puesto, a las actividades comerciales, de servicios e incipiente industria, que tienen como ámbito principal de su actividad a las áreas urbanas. Lo que implica otra transición de alcances históricos en el país, de prácticas agrícolas en el campo a establecimientos de comercios y servicios en centralidades y corredores urbanos.

4.5. El arreglo territorial del proceso de urbanización El proceso de urbanización del país, tiene un arreglo territorial particular, es decir, un modo de acomodarse o de comportarse sobre el territorio nacional, y este se caracteriza por al menos dos tipos de configuración. Por un lado, utilizando o reforzando la red urbana pre-existente pero otorgando distintas jerarquizaciones o importancia a los lugares urbanos, y por otro lado, generando nuevas localidades urbanas aunque de baja o mediana jerarquía, generalmente como densificación de alguna sub-red urbana regional y siempre ligada a las principales actividades económicas. Así tenemos que la reutilización de la red urbana pre-existente, se ha dado pero con distintas presiones o bien marginaciones de las localidades urbanas antiguas, algunas con muy alta concentración de crecimiento como la Ciudad de Guatemala hasta convertirla en un Área metropolitana, debido a la aglomeración de actividad industrial, del aparato estatal, etc. Además a las antiguas capitales provinciales, como La Antigua o Escuintla, se han visto impactadas, una debido a los servicios turísticos y la otra como centro de apoyo de las actividades agro14

Una publicación del PNUD Guatemala: La economía no observada: una aproximación al caso de Guatemala 20072008, estima que las actividades económicas asociadas al narcotráfico en 2006 generaron U$900 millones, cerca de 7,000 millones de quetzales.


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exportadoras, al igual que Cotzumalguapa centro logístico de la producción azucarera, o en los años sesenta y setenta, Retalhuleu para la ahora extinta producción algodonera. Por el contrario, otras localidades urbanas antiguas han pasado a cierta marginación espacial y económica, como Jalapa o Salamá, debido a que son centros urbanos pertenecientes a regiones de pobreza rural, además, alejados de las arterias vertebrales de la red vial del país y a una distancia no tan lejana de la influencia del Área metropolitana, entre 100 a 150 kilómetros.

Y por otro lado, el proceso de urbanización ha generado nuevas localidades urbanas aunque menores y solo en las regiones más relacionadas con las fuentes de acumulación del gran capital, como los puertos que se han constituido en importantes aglomeraciones urbanas, tanto de ciertas industrias procesadoras de materias traídas en embarques, como de actividades comerciales y de servicios para los trabajadores portuarios, de transporte, aduanales, de almacenaje, etc.

La esperanza de vida al nacer en el país se espera que llegue a duplicar la de 1950, que era sólo de 40 años y que en el 2050 se acerque a los 80 años, situación paralela, es el descenso de la tasa de mortalidad infantil, que en 1950 era de casi 140

niños fallecidos por cada mil, mientras que en el 2050 se espera baje a solo 8 niños. Estas mejoras se deben fundamentalmente a la presencia de los medicamentos, vacunas, etc., que antes eran casi desconocidos, particularmente en el interior del país.


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El descenso en la natalidad infantil, de 7 niños por mujer en edad fértil en 1950 a menos de 2 niños para el 2050, se atribuye principalmente a la planificación familiar, educación sexual de la población, entre otros. Aún así, la actual tasa de natalidad del país, que es de 4 niños por mujer, al parecer, es la más alta de todo el continente, y que implica un promedio de 350 mil bebes por año y un millón más de habitantes a cada tres años, al menos para los años recientes; lo cual implica un alto crecimiento absoluto de población.


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Debido a las condiciones climáticas de la zona semiárida del oriente del país y a la tala, esta a pasado a conocerse como Corredor seco. Esta región particular posee condiciones no tan propicias para la producción agrícola tradicional y que se han acentuado con el mal manejo de los recursos naturales y recientemente con el Cambio climático, lo que ha incidido en niveles

altos de pobreza y emigración principalmente campesina, por lo mismo es una de las áreas del país con bajo nivel de urbanización. Con excepción de las actividades económicas de gran capital recientemente emplazadas contiguo a la carretera inter-oceánica en el llamado Valle del Motagua y varias localidades cercanas que han visto el arribo de contingentes de población laboral industrial.


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Las áreas del país que son las mayores expulsoras de población, porcentualmente hablando, son las del oriente, asociada con el corredor seco y la falta de regadíos, la de los altos de San Marcos y Huehuetenango, con un accidentado relieve orográfico lo que incide en mayor erosión

y la ausencia de vías de transporte para la comercialización de productos, al igual que el área de las verapaces, que también posee población mayoritariamente indígena, alta concentración de la propiedad de la tierra y un accidentado relieve.


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La variación de las pirámides de población del país en cuatro cortes temporales, a lo largo del siglo de transición demográfica, ilustración construida por los especialistas del INE. Se puede observar la transformación de la estructura etaria de la población del país, de una población mayoritariamente infantil en 1950 a una población mayoritariamente adulta para el 2050. Lo que

implicará un nuevo tipo de demandas de servicios y ocupación, tanto de salud, educación como laborales o de empleo; y demuestra además la pronta existencia del denominado Bono demográfico, es decir, que el porcentaje mayor de la población estará en la edad productiva, consiguientemente la población dependiente, los menores y los adultos mayores sería minoritaria.


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La edad promedio de la población, se ha mantenido en los 18 años, desde mediados del siglo XX hasta la actualidad, pero a partir del 2020 la edad promedio se incrementará sostenidamente, hasta alcanzar los 48 años de edad para fines del siglo XXI. Lo que implicará mayor demanda de puestos de trabajo y de servicios públicos, ante lo cual se requiera de una política de crecimiento económico adecuada, de lo contrario, la pobreza y la desigualdad podrán incrementarse, poniendo a prueba la estabilidad social.

Obsérvese el crecimiento en diez veces de la población del país en un poco más de un siglo, de 1950 a 2080; según estimaciones del CELADE de la CEPAL. Es el proceso de transición demográfica que corre paralelo al proceso de urbanización del país, es decir, junto al crecimiento de población está el de su concentración en las ciudades principales, como nuevas áreas de trabajo y de vida en unas cuantas décadas. Lo que implicará toda una política de Estado para poder ordenar el gran crecimiento de las áreas urbanas, así como alcanzar la mejora de las condiciones de vida y de trabajo.


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Los más recientes censos de población y habitación, efectuados en 1994 y 2002, revelan una variación significativa de las ramas de actividad de la PEA (Población económicamente activa). Con un alto crecimiento de los ocupados laboralmente en actividades urbanas respecto al débil crecimiento de la ocupación agrícola, ya que las actividades comerciales, de servicios y la industria, generalmente con preferencia de localización urbana, contaron con 600 mil

ocupados más, respecto los 150 mil nuevos ocupados de la agricultura. La actividad económica que entre 1994 y 2002 contó con la más alta tasa anual de crecimiento de ocupados laboralmente, fue la de comercio, seguido de las ramas de servicios, aunque justamente estas dos actividades son las que más cuentan con trabajo de tipo precario en las áreas urbanas, es decir, como formas de sobrevivencia en las ciudades del país.


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Obsérvese como los ocupados laboralmente en la industria, la manufactura y la construcción, que son a la vez las actividades que otorgan salarios un tanto arriba del promedio nacional, se localizan casi exclusivamente en las aglomeraciones urbanas más importantes del país, como la región metropolitana y sus principales ejes de expansión: la ruta interoceánica, además en el Valle de

Quetzaltenango. Esta localización dentro de las aglomeraciones urbanas mayores de las actividades económicas del denominado sector secundario de la economía, refuerza a su vez, el proceso de urbanización concentrado, que caracteriza a la red urbana del país, dado el nivel de ingresos y la amplia relación con otras actividades económicas de apoyo.


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Los municipios que cuentan con mayor peso relativo de ocupados laboralmente en actividades comerciales y de servicios personales, que son las actividades urbanas con la más alta tasa de crecimiento, corresponden también a las principales aglomeraciones urbanas del país, además del AMCG y la aglomeración urbana de

Quetzaltenango-Totonicapan, están las principales localidades urbanas del sur-occidente, del centro del Petén, en el oriente en las ciudades de Chiquimula, Zacapa, entre otras. Esta concentración de las actividades terciarias, también refuerzan el rol de polos de actividad económica y de asentamiento de población de las principales áreas urbanas del país.


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Las principales aglomeraciones urbanas del país, son al menos cuatro. La región central dominada por la expansión constante del Área metropolitana de la Ciudad de Guatemala en relación con las carreteras interoceánica y la panamericana; aunque con mayor intensidad por la carretera al Pacífico. En el valle de Quetzaltenango-Totonicapán con la conurbación que ejerce el crecimiento de la Ciudad de Quetzaltenango como capital regional del occidente, la segunda región más poblada

del país. La aglomeración de ciudades del suroccidente del país, teniendo a Mazatenango como la ciudad mayor. La cuenca del lago de Atitlán, que se ha constituido en una dinámica región de servicios turísticos. También podría hablarse de aglomeraciones urbana menores en el valle de la ciudad de Huehuetenango y el área central del Petén como conurbación de las localidades urbanas de Flores, San Benito y Santa Elena.


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Capítulo 5.

El proceso de urbanización y la reconfiguración de la Red urbana Las derivaciones de la economía de la subsistencia y la diversificación de la exportación

5.1. El trasvase de la población rural hacia las localidades urbanas El crecimiento de la población urbana en el país se torno constante desde los inicios mismos del proceso de urbanización; inicio que se sitúa generalmente en la década de los años cincuentas. A lo largo de más de medio siglo, a tenido la tasa de urbanización dos períodos de crecimiento un tanto más acelerado, en la década de los cincuentas y sesentas, y luego, en la década de los noventas. Ambos periodos de aceleración de la urbanización están en relación con las etapas de mayor

crecimiento económico del país. La primera, con el ciclo económico mundial de los años 50 y que llego hasta inicios de los 70, sumado a la apertura del Mercado común centroamericano, desde inicios de los años 60. Y el segundo periodo, hay que agregar la parte más cruenta del conflicto armado interno, que implico el desplazamiento forzado de miles de personas del interior del país hacia las áreas urbanas, luego, el inicio de la apertura democrática de la vida política del país y un mayor apoyo y apertura internacional, y con los acuerdos de paz en la región, la reactivación del sistema de integración económica centroamericano.


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Este segundo periodo de mayor crecimiento de la población urbana, se hace notorio en el último período inter-censal, es decir, el de 1994 a 2002. Al punto que el porcentaje de población urbana está alcanzando a la mitad de la población total del país. Según cifras del censo 2002, la población urbana alcanzaba ya al 45% de los habitantes del país, lo que constituye más de 5.5 millones, mientras que el porcentaje de población rural había descendido al 55%. Todo ello en un país históricamente rural y agrario, que como comentábamos, constituye un cambio histórico significativo. Ya que desde el horizonte histórico de los pueblos aborígenes, luego la dominación hispano-colonial y la agroexportación oligárquico cafetalera, la población mayoritaria del país, ha estado vinculada a la agricultura y como forma de asentamiento a las aldeas, los caseríos, los parajes, etc. Pero con el último cambio de siglo, la mayoría de la población del país, está pasando a residir y trabajar en localidades urbanas. Muy probablemente sea en algún momento a lo largo de la segunda década del siglo XXI, que el país pasará a ser urbano, es decir, más de la mitad de su población vivirá en localidades consideradas urbanas. Las tasas inter-censales o de crecimiento de la población urbana y rural del país, revelan más

claramente las tendencias de la gran relocalización territorial de la población, que se ha estado dando en las últimas décadas. Por una parte, está el ritmo de crecimiento de la población urbana, que venia perdiendo impulso desde la década de los cincuentas, de 4 bajo a 3 puntos anuales, pero en la década de los ochentas experimentó un alza, hasta situarse en los 5 puntos. Por el contrario la tasa de variación de la población rural del país se situaba cerca de los 2 puntos y, en la última década baja a solo 1 punto de crecimiento anual. Tanto la tasa de población urbana como la rural, están muy por encima o por debajo respectivamente de la tasa de crecimiento de la población total del país, que para los últimos años es del 2.7% anual. Ello implica que existe expulsión de población de las áreas rurales a favor de o en dirección hacia los lugares urbanos, desde mediados del siglo XX, fenomeno que se acelero con el último cambio de siglo. La población urbana del país se encuentra en ciertas regiones, y desde los inicios mismos del proceso de urbanización, esto implica que la urbanización no ha abarcado a todas las regiones del país con igual intensidad. Ya que las regiones con mayor predominio urbano han venido siendo: en primer lugar, la región central con la Ciudad de Guatemala, luego la conurbación del valle de


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Quetzaltenango y el grupo de localidades urbanas de la cuenca del Lago de Atitlán, ambas en el altiplano occidental.

En las últimas décadas, es decir, entre finales del siglo XX e inicios del siglo XXI, los municipios con mayoría de población urbana, se han extendido a otras regiones del interior del país, como la costa sur y la subregión entre las ciudades de Zacapa y

Chiquimula como área central del oriente del país. Mientras que en la región central tradicionalmente urbana, el nivel de urbanización ha sobrepasado el 80%, como el caso de la región central, con muchos municipios plenamente urbanos en los departamentos de Guatemala, Sacatepéquez, en el norte de Escuintla, el poniente de Chimaltenango y en el oriente de El Progreso y Santa Rosa, es decir, la expansión fragmentada del área metropolitana por toda la región central.


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En el gran desplazamiento de población del interior del país, las regiones que han atraído o recibido a la mayor parte de la migración interna son las áreas con las mayores aglomeraciones urbanas. Por el contrario, las regiones con mayor expulsión de población son tradicionalmente de población campesina en condiciones de sobrevivencia y marginalidad económica y territorial. En otra palabras, la crisis de la economía campesina esta nutriendo las corrientes internas de migración hacia las áreas urbanas mayores, en primer lugar

la región metropolitana de la Ciudad de Guatemala, luego, las ciudades pequeñas y medias de la Costa sur ligadas a la agroindustria exportadora, también en el Valle de la ciudad de Quetzaltenango como capital regional del occidente y prestadora de servicios e intercambio de bienes de consumo primario, además, la cuenca del lado de Atitlán ligada al florecimiento de los servicios turísticos y finalmente, el centro del Petén, relacionada con la expansión de la producción agropecuaria, forestal, servicios turísticos, entre otras.


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El peso demográfico del área metropolitana dentro de la población total del país, ha sido a lo largo del proceso de urbanización, de un crecimiento constante o ininterrumpido. A inicios del mismo, es decir, a mediados del siglo XX, el peso relativo de la Ciudad de Guatemala era solo del 10% de la población total del país, mientras que para el último censo, el del 2002, llega casi al 20%. Es decir, en medio siglo ha pasado el AMCG ha concentrar la quinta parte o más de la totalidad de la población del país. Empero una situación diferente se observa, al comparar el peso relativo de la AMCG sólo dentro

de la población urbana del país. Ya que para 1950 absorbía el 40%, para 1981 llega al 53% y de ahí comienza a descender para situarse nuevamente en el 43% a inicios del siglo XXI, marcando una tendencia de declinación paulatina. Este último hecho es un indicio de una probable recomposición de la población urbana dentro de la red urbana o de ciudades del país. Lo cual nos lleva a considerar entonces el tema de los rangos tamaño de ciudad para conocer esta desconcentración del proceso de urbanización, que parece ser caracteriza a la etapa más reciente de la red urbana.


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Aunque, las cifras de la AMCG no toman en cuenta, la nueva realidad urbana de la ciudad capital, esta es, la conversión de la Ciudad de Guatemala de una área metropolitana a una región metropolitana (RMCG). Considerada así la ciudad capital, puede concentrar a más de la cuarta parte de la población del país, alrededor del 27% de los guatemaltecos. Con una extensión territorial que abarca a la región central del país y que ha absorbido la dinámica económica de ciudades medias y próximas como La Antigua, Chimaltenango y Escuintla, y a ciudades menores como Sanarate, Barberena, entre otras. Por lo que, la Ciudad de Guatemala considerada como Región metropolitana, lejos de perder peso relativo o poder de concentración respecto al total de la población del país, lo mantiene, o a lo mejor, lo sigue incrementando.

5.2. El reforzamiento del arreglo territorial de la red urbana A lo largo del proceso de urbanización del país, la red urbana se ha caracterizado por ciertos desequilibrios territoriales; esto es, la existencia de

algunas regiones ya estructuradas territorialmente por aglomeraciones urbanas, y por el contrario, otras regiones del país permanecen muy rurales, pobres y cuentan solo con algún pequeño lugar central de comercios y servicios. Donde se encuentran las tradicionales regiones de sobrevivencia campesina, que solo cuentan con pequeños lugares centrales de servicios y bienes básicos como las regiones de los Cuchumatanes, de las verapaces, entre otras. Estas fuertes diferencias interregionales en el país, se han afianzado con el arreglo territorial dado a las carreteras nacionales, que han devenido en un factor que refuerza el crecimiento urbano de las localidades por las que atraviesa y relaciona, generalmente lugares urbanos con grupos sociales y actividades económicas de importancia nacional, en relación con el paso o la proximidad a las carreteras nacionales, como la del Atlántico o la transversal a la planicie del Pacífico. Mientras que la lejanía de un lugar poblado de la red de carreteras, implica cierta marginación espacial, por sobrecostos de transporte, de acceso a servicios, etc., por tanto, menor crecimiento y presencia de lugares urbanos. Lo que habría que agregar en varios casos, el encontrarse en un medio con un relieve natural accidentado.


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La red urbana del país, observada a través de las últimas dos décadas o la etapa reciente e intensa del proceso de urbanización, ha reforzado las tendencias históricas, es decir, se mantienen como mayores aglomeraciones urbanas la región central, y aunque en mucho menor escala, la altiplanicie altense. Empero nuevas dinámicas económicas han despertado nuevas aglomeraciones urbanas, aunque también de menor escala, como la densificación de las localidades urbanas del suroccidente del país, la sub-red urbana la de la cuenca del lago de Atitlán y la conurbación del eje La Antigua Guatemala-Chimaltenango, donde la red urbana se ha densificado aún más, llenándose muchos de los intersticios vacios, o bien, produciéndose conurbaciones entre localidades próximas. Estas últimas regiones, poseen una actividad económica emergente desde la década de los setentas, como la agroindustria azucarera, el turismo internacional de masas, más reciente,

la maquila de prendas de vestir y la horticultura de exportación, además, del gran fenómeno de las remesas que impacta a muchas regiones del altiplano del país, con una mayor y sostenida demanda de bienes y servicios. Aunque en general, según los datos trabajados a partir del censo del 2002, se revela una densificación de la red urbana en casi todas las regiones del país. Aun en las regiones extremadamente pobres y rurales, donde la red urbana había venido siendo tradicionalmente poco densa y débil en tamaño. Esto se observa con mayor magnitud dentro de las regiones de los Cuchumatanes y de las verapaces, donde se ha ampliado o ha aparecido por primera vez varias localidades urbanas. Estas regiones han sido históricamente aisladas espacialmente, por cierto, con mayoría de población indígena y los mayores índices de pobreza y extrema pobreza o miseria. La red urbana también se ha desarrollado en la región del Petén, seguramente en relación con


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la expansión de la frontera agrícola hacia las selvas del norte por campesinos pobres inmigrantes y otras actividades económicas, como la extracción petrolera o la actividad turística a los sitios arqueológicos y ecosistemas naturales. Aunque esta expansión de la red urbana, es en muchos casos a nivel de pequeños centros urbanos, otrora centros poblados rurales donde seguramente se ha venido fortaleciendo el rol de los modestos centros de comercio básico y de servicios públicos. Respecto a los lugares urbanos con las más altas tasas de crecimiento poblacional del país, en el último período inter-censal 1994-2002, estos se encuentran en la porción meridional del altiplano occidental, es decir, en la parte de la red urbana que está dentro de los departamentos de Sololá, Totonicapán, Quetzaltenango y San Marcos. Sitios donde las actividades turísticas, la horticultura y ciertas actividades ilícitas han introducido un auge económico a dichas regiones, pero sobretodo,

esta la recepción de remesas enviadas por los emigrantes guatemaltecos en las grandes ciudades de los Estados Unidos. Otra región, con alto crecimiento urbano es la aglomeración urbana de la costa suroccidental, relacionada con la agro-exportación. Hay además varios lugares urbanos aislados con alta tasa de crecimiento poblacional, en otras regiones del país, como la porción oriente de las verapaces, concretamente en el valle del Polochic, seguramente en relación con la incipiente producción azucarera, además están los lugares urbanos relacionados con el paso por las fronteras, como en el poniente de Huehuetenango, el oriente de Jutiapa, etc. Mientras que las regiones con más bajo crecimiento de población urbana se encuentran la del oriente, la de las verapaces, una porción de los Cuchumatanes; que pertenecen al gran arco de pobreza crítica. Además, un moderado crecimiento posee la urbanización en la región central del país.


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Los datos censales de la población económicamente activa (PEA) del país, según el censo más reciente (2002), por lugar de habitación y por grandes sectores de actividad económica revelan, como era de esperarse, que las áreas del país con mayor nivel de urbanización son a la vez las de mayor concentración de laborantes en las actividades comerciales y de servicios, y también de la actividad industrial, ya sea manufacturera, artesanal y de la construcción. Consiguientemente,

las áreas del país menos urbanizadas corresponden a las regiones especializadas en actividades económicas del sector primario, es decir, donde predomina el trabajo en agricultura de subsistencia ante todo, y en menor medida, la caza, la pesca, las ganaderías y las minerías; como la región de las verapaces, la Franja transversal del norte, los Cuchumatanes que van del norte de San Marcos y la parte meridional de Huehuetenango y el Quiché, entre otras.

Los ocupados laboralmente en la construcción, en el comercio y en la prestación de servicios, tienen un comportamiento territorial un tanto descentralizado pero solo en las áreas con cierta urbanización, por el contrario, los ocupados en las actividades de la industria y de la dirección de empresas, tienen un comportamiento territorial concentrado en las principales aglomeraciones urbanas del país, ante todo en la región central. Aunque, es el sector cuaternario, que comprende

a la actividad financiera y otras de servicios a la producción, como agencias de publicidad, aseguradoras, contadurías, etc., que se concentran casi exclusivamente, en el núcleo de la región central del país, la centralidad de la Ciudad de Guatemala, como locus de dirección de la actividad económica; a diferencia de las actividades de los sectores secundario y terciario, que presentan ciertos grados de descentralización territorial.


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Respecto a la distribución territorial de la calificación laboral entre los municipios de Guatemala, queda en evidencia que la alta calificación laboral tiene un ámbito territorial de alta concentración en el Área Metropolitana de la Ciudad de Guatemala y en menor medida en otras aglomeraciones urbanas de importancia en el interior del país, como la de la altiplanicie altense. Mientras que la mediana calificación laboral es propia de los municipios del interior del país con menos urbanización o periféricos respecto a la red urbana más densa, como el oriente, las verapaces, la franja transversal del norte o el Petén. En tanto que la baja calificación laboral se encuentra en las regiones con los municipios más urbanizados, como la región central, la planicie altense o las ciudades de la costa sur. Por su parte la PEA sin ninguna calificación es propia de los municipios con baja urbanización o rurales, es decir, alejados de la actividad económica mayor, tanto secundaria como terciaria del país. Esta distribución territorial

puede entenderse como una división espacial del trabajo, donde la alta dirección esta emplazada en la aglomeración urbana central, y en el otro extremo, la ausencia de calificación laboral en las áreas rurales, económicamente periféricas o marginales; además están los centros intermedios como polos de dirección y servicios de sus respectivas regiones.

5.3. El reescalonamiento de los rangostamaño de los lugares urbanos Al comparar los datos de las localidades urbanas de 1994 y 2002, es decir, de los dos últimos censos, por cantidad de localidades y de habitantes, se evidencia que no solo ha crecido el número de localidades urbanas del país, sino sobre todo el tamaño poblacional pero solo de las localidades mayores a los 10 mil habitantes. Es decir, hay un proceso de reconcentración de población en el rango alto de la red urbana: las ciudades subregionales y regionales.


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A inicios del proceso de urbanización del país, alrededor de 1940-50, los lugares urbanos de la parte inferior de la red, es decir, los de 2 a 5 mil habitantes, se localizaban en su mayoría en la

región del altiplano meridional y en la planicie de la costa sur. Para los años setentas se originan en otras regiones o en varias direcciones.


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Ya a inicios del siglo XXI, los datos procesados del censo 2002, muestran que para ese entonces las localidades urbanas pequeñas son menos numerosas y solo se han generado en las regiones más remotas del país, caracterizadas por sus dificultades de acceso, por el relieve natural accidentado y por ser predominantemente indígenas y económicamente precarias, como las Verapaces, los Cuchumatanes de Huehuetenango

y de Quiche, además de las montañas de la Sierra Madre de San Marcos. Es decir, el proceso de expansión de la parte inferior de la red urbana, con el aparecimiento de pequeños centros urbanos de servicios de áreas rurales, se asemeja a un proceso centrifugo, de las regiones centrales hacia las periféricas, conforme avanza la frontera agrícola, la expansión de la red vial, entre otros factores.

El crecimiento de la población por niveles o rangos-tamaño de las localidades urbanas, en cifras absolutas entre 1994 y 2002, revela que el crecimiento más intenso se concentra en las ciudades mayores a los 10 mil habitantes; es decir, en las ciudades de influencia regional y departamental. Por el contrario los lugares urbanos de menor tamaño, de influencia generalmente municipal y rural, entre los dos mil y cinco mil habitantes, ha habido muy poco crecimiento poblacional.

Ello implica que la red urbana del país no crece al mismo ritmo en todos los distintos rangos tamaño de ciudades, ya que posee al menos dos velocidades. Una alta tasa de crecimiento poblacional entre las ciudades de mayor tamaño, y otra velocidad baja o estancada, que priva entre las localidades urbanas de pequeño tamaño. Es más, a lo largo del proceso de urbanización del país, se observa un reescalonamiento de la red urbana. Dada la perdida sostenida de la importancia poblacional de las ciudades pequeñas o menores de


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diez mil habitantes, del 45 al 20% de 1950 al 2002 en relación al porcentaje de población urbana total del país; por el contrario, las ciudades medias o capitales regionales han venido concentrando y de forma sostenida una parte significativa de la población urbana del país, concentrando del 13 al 43% de la población urbana, de 1950 a 2002. Por su parte la ciudad mayor de la red, es decir

la AMCG, alcanzó en la década de los ochentas el 52% de la población urbana y para el 2002 ya solo concentraba el 43%. Es decir, en las últimas décadas del proceso de urbanización, si bien ha habido una concentración de la población urbana en la parte superior de la red, pero es con cierta desconcentración a favor de las ciudades regionales o medias.

En las proyecciones de población para la primera década del siglo XXI, tomando como hipótesis base la continuidad de las tendencias recientes, se aprecia que la suma del crecimiento de las ciudades medias alcanzará al peso de la AMCG. Es decir, la totalidad de las ciudades medias del país, así como el AMCG, contarán cada quien con la tercera parte de la población urbana. Por lo que los niveles superiores

de la red urbana guatemalteca, contarán con dos de cada tres habitantes de los lugares urbanos del país. Esto fortalece la posibilidad de un proceso de urbanización cada vez más concentrado en las ciudades mayores del país, aunque ya no solo en la AMCG, como sucedió en las primeras décadas del proceso de urbanización.


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Respecto a la relación entre la concentración de población en lugares urbanos y los niveles de pobreza y extrema pobreza, esta tiende a ser inversa. Es decir, tanto la pobreza general como la extrema están más asociadas a los municipios con los niveles más altos de ruralidad y no tanto con los municipios con mayor porcentaje de población urbana. Es decir, el mundo campesino

de subsistencia del interior del país, en caseríos, aldeas y pequeños poblados, es donde la pobreza y la pobreza extrema son aún más avasallantes, comparada con la pobreza de las localidades urbanas. Por ello la urbanización de la pobreza rural, no implica una solución a la pobreza pero si al menos en un nivel menos avasallante.


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Pero al observar a nivel de las regiones del país, la relación nivel de urbanización con los grados de pobreza y miseria, la situación varía. Ya que las sub-redes urbanas del altiplano occidental y oriental se encuentran dentro de municipios con niveles significativos de pobreza general aunque no de pobreza extrema. Mientras que otras regiones con importantes lugares urbanos y con los niveles de urbanización superiores del país, como la Región central, la del Peten, a lo largo de la ruta del Atlántico, los niveles de pobreza son menores al promedio nacional. Lo que sí es común a todas las regiones del país, es que la pobreza extrema en sus grados más duros, no ha dado pie a lugares urbanos de considerable peso demográfico, como en las subregiones de los Cuchumatanes y en general todo el altiplano septentrional, además en parte del altiplano oriental y del occidental. Ya que ahí predominan los lugares urbanos pequeños, probablemente como centros de servicios y comercio de áreas rurales de campesinos en condiciones de subsistencia y baja densidad poblacional, además, son lugares urbanos

recientes o resultado de las últimas décadas de expansión de la red urbana. Las regiones con mayor desigualdad social en el país son principalmente el departamento de Guatemala, copado por la AMCG en la región central, muchos municipios del sur occidente, de todo el oriente, de las verapaces y del centro del Petén. Muchas de estas regiones poseen a la vez, las mayores aglomeraciones urbanas del país, pero hay algunas regiones también con alta tasa de urbanización pero con bajo nivel de desigualdad social, como la altiplanicie altenze, la porción central de la costa sur o la altiplanicie de Huehuetenango. Pero la mayor parte de las aglomeraciones urbanas del país se encuentran dentro de los municipios con alto nivel de desigualdad, por lo que si existe cierta relación entre desigualdad y urbanización a nivel de municipios del país. Es decir, la población en condiciones de pobreza y de riqueza, tienden a coexistir sobretodo en las áreas urbanas. Aunque que esto último, será más visible con un nivel mas desagregado de la información, como pueden ser las áreas homogéneas al interior de las ciudades.


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5.4. El doble comportamiento de los subsistemas urbanos de las regiones La urbanización en el país no se ha extendido con la misma velocidad hacia todas las regiones del territorio, por lo contrario, las diferencias de ritmo son significativas. Así se cuenta una alta tasa de urbanización en la región central, con el 81% de su población en localidades urbanas, por el contrario,

la región de las verapaces posee una tasa muy baja de urbanización, con solo el 22%. Mientras que en las regiones del altiplano occidental, oriental y del Petén poseen solo un 30% de su población en localidades urbanas. Por su parte, la región agroexportadora de la costa y bocacosta del Pacífico alcanza la población urbanizada la tasa más alta después de la región central con el 40% de la población habitando en localidades urbanas.


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En consecuencia, con la única excepción de la región central, el resto de regiones del país, son para el 2002, aún predominantemente de población rural. Aunque de mantenerse el ritmo de crecimiento de la población urbana de la última década del siglo XX, la costa sur, se mantendrá como la segunda región con población mayoritariamente urbana del país. Aquí, la actividad agroexportadora viene desplazando a la población campesina y demanda o despierta mayor actividad económica de las modestas ciudades de la costa, en actividades de servicios financieros, de hospedaje, de comercio de agro-químicos, de herramientas, reparación de maquinaria y equipo, etc. Aunque la región con el ritmo o la velocidad más alta de urbanización es la del Occidente seguida del Peten, de mantenerse dicho ritmo, en pocos años alcanzarían también la condición de regiones urbanizadas.


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Al interior de cada región del país varia la subred urbana respectiva, ya que existen regiones con fuerte primacía urbana como la de Petén con la ciudad de Flores como localidad urbana predominante, la de las verapaces con la ciudad de Cobán y la región central con la AMCG. Por el contrario, existe al menos una región con cierto equilibrio en su red urbana, como el caso del altiplano occidental; o bien, sin una ciudad central como la región del oriente, repartida entre tres

ciudades equidistantes, Chiquimula, Puerto Barrios y Zacapa, de igual manera la región suroccidental, con tres ciudades sin mayor diferencia: Coatepeque, Retalhuleu y Mazatenango. Es decir, la estructura de la red urbana del país al interior de cada una de las regiones es heterogénea, seguramente por razones históricas, aunque existe la tendencia en la mayoría de estas de la primacía urbana, como ocurre a nivel nacional o con toda la red urbana del país.


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Las localidades urbanas más pobladas de cada sub-red urbano-regional del país para el 2002. Fuente: elaboración propia a partir de datos censales.

Como indicamos, según los ritmos o tasas de crecimiento de la población urbana para las distintas regiones del país, por períodos inter-censales, acontece que la región del altiplano occidental presenta, en el último período 1994-2002, la tasa de crecimiento más alta de todas las regiones, cercana al 10 por ciento anual. En un segundo rango se encuentran: la región del Petén, seguida de la región costa sur y del oriente. Y en un tercer nivel de velocidad o tasa de crecimiento pueden situarse: la región de las verapaces y la región central, que poseen un ritmo de crecimiento entre el 3 y 4 por ciento. Es decir, mientras que en la región más urbanizada del país, la tasa de crecimiento ha venido desacelerándose, en otras regiones, el proceso de

urbanización se ha vigorizado sustancialmente, aunque con una población en datos absolutos mucho menor. De mantenerse dichas tendencias, en muy pocos lustros tendremos más regiones en el país, con mayoría de población urbana. Especial mención merece el caso de la región del occidente, mayoritariamente indígena. Al parecer cada vez más el proceso de urbanización involucra a la población indígena, especialmente de la porción meridional del altiplano occidental, que a la vez, posee los lugares urbanos mayores de la región y que pertenece a la ruta clásica del turismo internacional: la altiplanicie de Quetzaltenango, la cuenca del lago de Atitlán, entre otras aglomeraciones urbanas de mediana escala del país.


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En datos absolutos o cifras concretas, según estimaciones propias sobre el crecimiento de la población urbana, para la primera década del siglo XXI, la región central del país sobrepasará los tres millones de habitantes, le seguirá el conjunto de lugares urbanos de la región del altiplano occidental con cerca de 2.5 millones de habitantes y en tercer lugar la región de la costa sur con cerca de 1.5 millones de personas. Las otras tres regiones del país, en su conjunto apenas sobrepasaran el millón de habitantes en localidades urbanas. Esto implica

que alrededor de 7 millones de habitantes urbanos se concentrarán entre el altiplano central, occidental y la costa sur, constituyendo una zona económica de gran importancia. Ello a la vez, fortalece a las carreteras nacionales del altiplano y de la costa sur, como ejes mayores de crecimiento económico; las que parten de la región metropolitana, donde se han constituido en corredores de comercios y servicios de importancia y que estructuran y a la vez conducen o halan el crecimiento físico extensivo, de dicha aglomeración urbana.

Guatemala es el país con el mayor porcentaje de población indígena del continente y donde el reciente proceso de urbanización, ha comenzado a extenderse dentro de las áreas donde secularmente la población indígena ha sido y es predominante. Ya que durante

las primeras décadas del proceso de urbanización, las áreas con mayor población aborigen del país se sustrajeron de este incipiente proceso, por que dichas regiones reportaban tasas muy moderadas de urbanización y la red urbana del país para 1950 tenía


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muy poca extensión, solo existía fundamentalmente para la región central y la parte meridional del altiplano occidental. Pero en la más reciente etapa del proceso de urbanización, a partir de la década de los noventas, esa situación ha variado, ya que la red urbana se ha extendido y densificado dentro de las regiones con mayoría de población indígena. Especialmente los lugares poblados cercanos a las ciudades principales o cabeceras departamentales del altiplano occidental y con proximidad a la carretera interamericana; constituyendo toda una aglomeración o subred urbana, en un proceso de crecimiento y de densificación sostenido. Casi lo contrario, acontece con las localidades indígenas más septentrionales o en relación con la denominada Franja transversal del norte, que tienen una débil accesibilidad, una mayor distancia entre ellas y por un tamaño poblacional modesto; seguramente cumplen todavía un rol de lugar central de bienes y servicios de microregiones rurales, o como, sedes de la administración y los servicios públicos. Además, el proceso de transculturación de la población indígena ha implicado que en las últimas cinco décadas, en varios municipios la población indígena haya dejado de ser significativa, principalmente en el oriente y suroccidente del país. Lo cual no tiene relación con altas tasas de urbanización de la poblacion, ya que hay municipios con perdida de poblacion indigena pero que permanecen con altas tasas de ruralidad.

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Como hemos señalado, además de la región central del país, las ciudades medias de la red urbana, están siendo protagonistas importantes y recientes del proceso de urbanización. Según estimaciones propias, construidas a partir de la tasa inter-censal 1994-2002, durante la primera década del nuevo siglo, la Ciudad de Quetzaltenango y sus conurbaciones podría alcanzar el cuarto de millón de habitantes, mientras que Chimaltenango, Escuintla, La Antigua y Huehuetenango, cada una con sus respectivos municipios conurbados, bien

podrían sobrepasar los cien mil habitantes, cada una. Este tamaño de ciudades en el interior es algo novedoso para el país, ya que tradicionalmente la única ciudad de cierta envergadura solo se conocía para el caso de la Ciudad de Guatemala. Aunque este rápido crecimiento de las ciudades mayores del país implica un desafío para la planificación urbana y la ordenación territorial, así como para las políticas públicas de creación de emprendimientos y de empleos de calidad.

Al observar, la composición de la PEA según el censo 2002 para los municipios que contienen a las ciudades mayores de la red urbana, la mayoría poseen especializaciones laborales en comercios, servicios y particularmente en la industria, ya sea manufacturera o artesanal, como Quetzaltenango, Chimaltenango o Escuintla. Mientras que en

las ciudades medias con menor población, la especialización laboral en la actividad agrícola se torna de mayor peso, que coexiste principalmente con las actividades terciarias y en mucho menor medida con la ocupación en industria, que desaparece como actividad importante; son los casos de ciudades como Jalapa, Cobán o Coatepeque.


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Al considerar la composición de la PEA por posición o calificación laboral en los municipios de las ciudades intermedias y de la AMCG para 2002, se puede concluir que las dos principales aglomeraciones urbanas del país, como son la región metropolitana en la región central y la ciudad de Quetzaltenango y su conurbación en la altiplanicie altense, poseen el mayor porcentaje de personas laboralmente con alta y mediana calificación respecto al conjunto de ciudades del país, en su calidad de centralidades de dirección, pero también cuentan con una numerosa población de trabajadores sólo con estudios escolares a nivel de primaria, es decir, con baja calificación, al igual que las localidades urbanas de importancia, lo cual representa un desafío para la consecución de la prosperidad económica en la vida urbana del país. Mientras que las ciudades con mayor porcentaje de población laboral sin ninguna calificación,

virtualmente trabajadores analfabetas, se encuentran en la costa sur en Cotzumalguapa o Coatepeque, en el oriente del país con Jalapa con más de la mitad de su población laboral sin ningún estudio, la región de las verapaces con Cobán y la ciudad de Flores en el Petén; es decir, se encuentran más en las regiones mas ligadas a la producción agrícola, tanto de agro-exportación como de campesinos en condición de subsistencia. Nuevamente los datos respaldan la noción de un patrón espacial o arreglo territorial de la División espacial del trabajo del país, de tipo centroperiferia. Donde la AMCG como centro de dirección y de alto nivel de trabajo, y conforme nos alejamos de la misma nos adentramos en los territorios de producción agrícola, de bajo ingreso y sin mayor calificación laboral, especialmente en los territorios campesinos de subsistencia.

La composición etaria de la población de los municipios con las principales ciudades del país, evidencia que el estrato de población más numeroso son los mayores de edad, es decir, los que sobrepasan los 18 años hasta llegar s los 65 años, lo que implica jóvenes y adultos. Pero este estrato de población mayoritario esta seguido muy de cerca por la población adolescente e infantil, con un 40% del total de esta población urbana. La población adulta mayor, es decir, lo mayores a los 65 años, representa sólo alrededor del 5% de la población. Por lo que las necesidades de la población de las principales ciudades del país estarían entre el empleo urbano

y la educación de calidad, además de la salud y particularmente la vivienda en suelo urbanizado y accesible. La única ciudad que muestra un comportamiento en su composición etaria muy alejado de la tendencia general del país es La Antigua Guatemala, ya que posee solo un 20% de menores de edad, mientras que los mayores de edad constituyen casi el 80% de su población; seguramente es la inmigración de fuerza laboral atraída por la dinámica turística la que hace bajar el porcentaje de menores, además, del fenómeno de segunda residencia de familias de alto ingreso locales y de extranjeros ricos.


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En general, el panorama de la composición etaria de la población de las ciudades del país, evidencia una proporción equivalente entre la población en edad laboral respecto a la población en edad de formación, aunque la tendencia al envejecimiento muy probablemente se fortalezca en las próximas décadas, es decir, la población en condición de dependencia se hará significativa. Además, que la calidad de la ocupación laboral en general es

precaria, ya que la mayor parte esta en ocupación informal y que la mayoría de la población joven e infantil no está recibiendo la preparación necesaria, debido a la crisis del sistema educativo nacional y la necesidad de trabajar a muy corta edad para contribuir al magro presupuesto familiar, dado las condiciones de pobreza imperantes en todo el país, aunque con mayor magnitud en las ciudades y las áreas más periféricas.


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Entonces, el proceso de urbanización en Guatemala, no ha creado una red urbana enteramente nueva, sino solo ha reforzado la red de pequeñas aglomeraciones históricamente preexistentes; como la de la región central y la del altiplano altense, aunque constituyéndolas, ya a inicios del siglo XXI, en regiones de aglomeraciones urbanas. En especial la región central del país, donde se formó un área metropolitana (AMCG), ahora transitando hacia una región metropolitana (RMCG). Además, el proceso de urbanización de Guatemala ha contado con diferentes velocidades o tasas de crecimiento, a lo largo de sus seis o siete décadas de desarrollo, muy acelerado en la década de los cincuentas y sesentas y nuevamente a partir de la década de los noventas. Estos dos períodos de incremento de la tasa de urbanización, tienen relación directa con las coyunturas económicas internacionales favorables y la situación política interna, y a nivel regional, primeramente con la constitución y posteriormente con la revitalización del Mercado común centroamericano. La urbanización del país ha venido siendo muy concentrada, prueba de ello es la aguda primacía de la red urbana, con la AMCG como única ciudad grande, a lo largo de todo el siglo XX y a inicios del XXI cerca de 20 veces más grande que la segunda ciudad del país. Sin embargo, en las últimas cifras censales, se manifiesta cierta desaceleración de la tasa de crecimiento de la RMCG, junto con las pequeñas localidades urbanas micro-regionales, mientras que se conoce de un crecimiento sustantivo de las ciudades regionales o ciudades medias. Pero en números absolutos la región metropolitana, concentra aún entre la cuarta y la tercera parte de la población total. Lo que es equivalente a todo el conjunto de la población de las ciudades medias y regionales del país. Por ejemplo, toda la zona conurbada por la ciudad de Quetzaltenango, que alcanza a varios municipios de Totonicapán y que es la segunda aglomeración urbana del país, actualmente con cifras optimistas, apenas roza los 250 mil habitantes, es 20 veces menor que la RMCG. Es decir, el proceso de debilitamiento de la primacía urbana, es aún incipiente. Además, de todas las regiones del país, sólo la región central alcanza el 80% de tasa de población urbana, mientras que las demás poseen todavía un predominio de población rural. Sin embargo, las tasas inter-censales de crecimiento poblacional urbano del último periodo inter-censal, revelan que la población urbana en algunas regiones del interior, al menos la costa sur y la parte meridional del altiplano occidental, pueden llegar en la segunda

década del nuevo siglo, a constituirse en regiones con mayoría de población urbana. Convirtiéndose así toda la porción central, sur y occidental del país, en un territorio urbanizado con más de 5 millones de habitantes, soportada o contenida dentro de una red urbana muy densa. Las sub-redes urbanas al interior de cada una de las regiones del país poseen ciertas particularidades. Aunque la mayoría presenta también una primacía urbana, como las regiones de las verapaces, del Petén y la región central, por el contrario la red urbana del altiplano occidental es un tanto equilibrada, ya que la distancia de concentración poblacional entre Quetzaltenango y el siguiente nivel de ciudades con Huehuetenango o San Marcos, es menos del doble y con equidistancias. Un caso aparte es el de la región Oriente con sus pequeñas ciudades principales de semejante tamaño y distantes, pareciera funcionar más que una región como varias micro-regiones, cada una con su ciudad central, en Jalapa, Chiquimula y Puerto Barrios. Además está la sub-red urbana del sur-occidente del país, ciertamente aglomerada y sin un claro predominio de ciudad alguna, entre Mazatenango, Retalhuleu y Coatepeque. Los lugares urbanos más pequeños de la red urbana del país, han pasado a ser menos numerosos y territorialmente muy periféricos, son los centros de servicios y mercado de micro-regiones rurales, con dos a cinco mil habitantes. Solo tienden a perdurar en las regiones menos densas del país y con mayor pobreza, como la región de las verapaces o el oriente, además poseen una tasa de crecimiento debajo del promedio urbano nacional y varias expulsan población. A diferencia de las ciudades secundarias o medias de la red urbana, estas se localizan en las regiones más densamente pobladas, como la región central, la de la costa sur y la del altiplano occidental, como las ciudades de la cuenca del lago de Atitlán, de la planicie de La Antigua-Chimaltenango, de Totonicapán-Quetzaltenango, etc. En estas últimas regiones, se conocen las tasas de crecimiento urbano más altas del país; es decir, donde el proceso de urbanización se ha intensificado. En la región central del país, además de la envergadura de la AMCG con sus tres millones de habitantes para los presentes años, existe además una proximidad o distancia cercana con tres ciudades medias y otras localidades urbanas menores, con una buena conectividad a través de una red de autopistas construida en las últimas décadas. Todo ello está posibilitando mayores niveles de interacción al interior de esta sub red urbana de la región central del país, al extremo que puede afirmarse


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la formación de una ciudad red, conocida en la literatura especializada como región metropolitana. La que en su conjunto bien puede estar alcanzando los 4 millones de habitantes y que esta copando a toda la región central y que denominamos con sus siglas como RMCG. Constituyendo la región central en una región enteramente urbana, con una tasa de urbanización de alrededor del 80%. Esta región metropolitana, se caracteriza por la alta concentración industrial y de servicios de alto nivel del país, especialmente financieros, así mismo, con el mayor número de laborantes de alta calificación y cuadros de dirección, tanto de entidades

privadas como públicas. Y dado el valor agregado de su producción, al parecer, genera alrededor del 60% del PIB del país. Pero lamentablemente coexiste, con altos niveles de precariedad e informalidad laboral, como parte de las estrategias de sobrevivencia de cientos de miles de ciudadanos, sin posibilidades dentro del actual tipo de economía agro-industrial, de ahí la imperiosa necesidad de diversificar y ampliar los horizontes de la economía guatemalteca, para que mas ciudadanos puedan acceder a una condición de vida material digna y de vigorosas políticas públicas para encausar el crecimiento urbano dentro de la sostenibilidad y la belleza.

Carlos AYALA R., (2011). “La Región metropolitana central de Guatemala RMCG”, en: AVANCE revista del Centro

de investigaciones de la Facultad de Arquitectura, CIFA. Guatemala, Facultad de Arquitectura, USAC. pp. 31-43.

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