3 minute read

ELECTRONICA & ROLL - RESISTENCIA

Next Article
SINGLES

SINGLES

Resistencia

Apenas 30 días para que nalicemos un 2020 en el que no vemos el momento de dejarlo atrás. El año en el que todo cambió y que ha supuesto una abrupta ruptura de nuestros hábitos diarios y durante el n de semana. Ni qué decir tiene el efecto devastador que ha supuesto en el ámbito de la escena electrónica a prácticamente todos los niveles. Un parón de diez meses en la gran mayoría de clubs que, a pesar de un pequeñísimo oasis que supuso julio en algunos lugares y ciertas reconversiones de salas con nuevos protocolos que arrebatan todo sentido de la cultura de club; ha dejado herida de muerte el tejido de una industria que se marchita a pasos agigantados con cierres de salas míticas y traspasos de negocios ya en marcha. Sin trabajo ni movimiento no hay ingresos. Y las ayudas llegan tarde y mal, cuando llegan.

Adaptación, reconversión y supervivencia son los parámetros en los que siempre hemos orbitado los que nos dedicamos a esto pero ahora en unos niveles tan extremos que lanzar la toalla a la lona posiblemente sea lo más sensato. Y precisamente es lo que más estamos viendo en un país en el que las autoridades y ciertas asociaciones todavía mantienen un debate, ya superado en otros países europeos incluso por vida judicial, sobre qué es cultura y su distinción de ocio nocturno.

En un contexto en el que no podemos bailar libremente por las circunstancias que todos conocemos, nos queda redescubrir el pasado. Gracias a libros editados este año como Balearic: Historia oral de la cultura de club en Ibiza (Contra Ediciones) de Luis Costa y Christian Len y El trueno que sigue al rayo (La Fonoteca) de Pedro José Mariblanca Corrales tenemos una excelente documentación de dónde venimos pero, a pesar de que la música no se va a parar, no sabemos hacia donde vamos con esta incertidumbre tan as xiante.

Queremos dar carpetazo a un año con la esperanza de un futuro mejor en un 2021 que entre anuncios de nuevas vacunas se nos permita retomar nuestra añorada normalidad clubbing y festivalera lo antes posible. Que se reactive todo donde los dj’s vuelvan a las cabinas, el público a la pista, los técnicos solucionen problemas, los bookers, agencias de management y promotores vuelvan a su mercadeo y negociaciones, los medios puedan pedir su publicidad y pagar a sus colaboradores mientras no paran recibir notas de prensa y propuestas de PR’s en las que han invertido artistas y festivales. Que la rueda vuelva girar.

Sin embargo, hay que ser realistas y volver a una situación como 2019 será un proceso lento, algunas voces indican que eso llegará en 2024, porque no hay que descartar que también nos encontremos en una galopante crisis económica. Quizá con todo hecho cenizas, se pueda volver a construir para sentar unas nuevas bases que cimienten una escena más justa y equitativa con todos los agentes implicados en ella; o, lo más probable, se vuelvan a cometer los mismos errores que llevan a una indefensión en la que solo los más fuertes (y listos) aguanten el chaparrón cuando vuelvan a venir mal dadas.

Lo que seguramente se van a regenerar son las inquietudes artísticas y la música como vía de escape como en todo periodo de crisis. Y eso nos va a plantear un nuevo paradigma. Si aspiramos a que la vieja normalidad llegue en un plazo de casi 5 años, signi ca que prácticamente vamos a perder una generación (o dos) que no va a mamar la música de baile dentro de una experiencia de cultura de club en todo su esplendor. En ese sentido puede ser interesante los nuevos caminos que la electrónica va a recorrer, porque quizá esa “generación perdida” sea quien nos aporte un aire fresco a estilos clásicos o que creen nuevos discursos con mezclas imposibles para hacernos estallar la cabeza. Y aquí sí es donde uno debe poner su esperanza. El futuro es indescifrable y eso es lo que, a pesar de todo lo mal que lo estamos pasando, le hace fascinante y por el que merece la pena que continuemos resistiendo en el nuevo año que llega. Aunque la gran mayoría desgraciadamente ya nos hayamos reconvertido en otra cosa.

This article is from: