Revista douglas

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SON TIERRA

EL de la

CERAMICA Utilitaria y Ritual

CERAMICA Artesanal y Artística

Sitios Arqueologicos Hallazgos y Replica de piezas



Cerámica Arqueologica

Desde el más modesto cacharro sin decoración, hasta la espectacular vasija con impresionantes diseños, la cerámica arqueológica, es testimonio de sociedades desaparecidas. ¿Qué podemos aprender de la cerámica mesoamericana? Un primer aspecto es tener presente que estos objetos expresan el pensamiento mágico, las concepciones religiosas y la sensibilidad artística de los pueblos mesoamericanos. Tales testimonios representan un enorme potencial para todo aquél que deseé adentrarse en el conocimiento atrapado en la estructura del barro. ¿Cómo extraer ese conocimiento, qué debemos preguntarle a la cerámica, qué historias están dispuestas a contar los testimonios en barro?

CERÁMICA PREHISPÁNICA

En América, los avances obtenidos por las sociedades en aspectos culturales, arquitectura, religión, astronomía, y otros ámbitos, permitieron establecer complejas estructuras sociales; las culturas americanas se desarrollaron paralelamente a las del viejo continente, diferenciándose por el nivel de tecnología que la civilización europea alcanzó. Cuando los europeos llegaron al continente americano en el siglo XVI, encontraron civilizaciones, imperios en expansión, sociedades estratificadas y articuladas en clases, una agricultura desarrollada, trabajos artesanales que conformaron verdaderas industrias, lo que propició el desarrollo comercial, y por consiguiente la innovación de técnicas de manufactura

En lo concerniente a este capítulo, se abordará lo que atañe a la cerámica como reflejo del desarrollo obtenido por estas sociedades, por ser parte de los principales referentes culturales de la antigua Mesoamérica La cerámica, o el barro que, tras su modelado y cocción, sufre una alteración de carácter físico-químico que se vuelve irreversible y además Usulután: Este estilo fue producido entre el 500 a. C. y el 300 tiene importantes condiciones de perdurabilid. C. Los primeros descubrimientos se realizaron a mediados dad. del siglo XX, cuando fue encontrada en grandes cantidades en Tanto en Europa como en Mesoamérica, la zona de Usulután, razón a la cual debe su nombre, pero se modelar y cocer el barro marca una transición ha descubierto que es originaria de Chalchuapa. Su caracterísdefinitiva del nomadismo al sedentarismo, y tica decoración “negativa” combina los colores crema y naranse posiciona junto a lo más íntimo de la vida ja a manera de líneas onduladas o rectolineales. cotidiana sin importar la condición social.


La cerámica evoluciona a partir de un objetivo culinario hasta convertirse en algo que proyecta la cosmogonía e historia de las sociedades. En sí misma pudo contener la intimidad del hogar y el favor de los dioses, representados en su decoración e iconografía. Las mejoras técnicas en su fabricación, fueron la respuesta a exigencias o necesidades sociales; y, alcanza unificación entre creencias, productores y consumidores quienes viven esa realidad; por tanto, esta necesidad creativa, permitió que se desarrollara una verdadera tradición en el modelado y cocción de la arcilla, logrando alcanzar grados de maestría en las diversas técnicas constructivas y decorativas, elevando su categoría a una de las artes principales de aquellas sociedades. Las representaciones de los ámbitos material, mental y espiritual se reflejan en amplia iconografía, por ejemplo: el naturalismo, de acuerdo al entorno, manifestado en imágenes de animales. Elementos simbolizados como el viento, el agua y hasta concepciones de divinidades, en dibujos, pinturas o modelados en tercera dimensión, de manera abstracta. El registro de la historia de esos pueblos, representando personajes, hechos y grandes acontecimientos de la vida en general. Copador: Fue producida entre el 600 y el 900 d. C. Su nombre proviene de la combinación de las palabras “Copán” y “El Salvador”, ya que su distribución abarca el occidente de Honduras y el centro y occidente de El Salvador. De Copador se han encontrado cuencos, vasos y frascos en sitios del centro y occidente. Los colores dominantes son el rojo, negro, naranja y amarillo sobre una base crema. En su decoración destacan figuras derivadas de glifos mayas y formas humanas conocidas como “nadadores”.

Gualpopa: Este estilo fue producido entre el 600 y el 900 d. C., y está estrechamente relacionado con el estilo Copador, con el que comparte la base crema y los colores. La diferencia radica en que el color rojo del Gualpopa no está hecho a partir de la hematita especular y los motivos decorativos son mucho más sencillos: destacan las figuras derivadas de los glifos mayas o seudoglifos.


Plomizo Tohil: Fue producida entre el 900 y el 1200 d. C. Debe su nombre al tono plomizo del color oscuro de la superficie. Las formas más comunes son vasos y cuencos cilíndricos y cónicos, así como algunas estatuillas. Es muy común la decoración en efigies de formas humanas y animales. La apariencia de acabado es vidriada y es trabajada en los colores castaño oscuro, naranja oscuro y negro. Se le relaciona con las migraciones nahuas ocurridas en este periodo.

Polícromo Nicoya: Su producción se realizó entre el 800 y el 1200 d. C. Su nombre proviene de la región arqueológica de la Gran Nicoya, que comprende los territorios de Nicaragua y Costa Rica, de donde es originaria. En nuestro país se han encontrado cuencos de base redondeada, soportes huecos, vasos cilíndricos y cónicos, a menudo con decoraciones de efigie. Los colores que presenta son rojo, negro y amarillo. Es un producto relacionado con las culturas pipiles.

Salúa: Fue producida entre el 600-900 d. C., su nombre se origina por la zona donde ha sido encontrada: El Valle de Ulúa, en Honduras, y en El Salvador en sitios como Quelepa, Tazumal y el Cerrón Grande. Los primeros reportes de esta cerámica datan de 1943, cuando Stanley Boggs la descubrió en sitios de Cuscatlán y La Unión. El término Salúa fue acuñado por Boggs en los años 60. Se caracteriza por su color anaranjado intenso, decorado con detalles en color negro, motivos zoomorfos y personajes ataviados. Su uso era ceremonial, se le ha encontrado en ofrendas pero no en contextos domésticos.


Lo que constituye territorio de la República de El Salvador, fue parte del corredor Mesoamericano, donde se produjo estilos cerámicos de importancia tales como: Batik Usuluteco o Usulután, Copador, Marihua, Polícromo Banderas, entre otros. La cerámica fue uno de los elementos de intercambio principales en el comercio; se encuentran muestras de diferentes estilos en sitios distantes de los centros de producción, lo que vuelve difícil el establecimiento de éstos. Así, estilos particulares se encuentran en diferentes regiones de Mesoamérica, con su sello característico de modelado a mano o la utilización de moldes de barro para la construcción de piezas, que luego eran engobadas y quemadas en hornos de leña abiertos, al menos en la mayoría de los casos; las piezas fabricadas en aquellas épocas alcanzan la actualidad como vestigio del origen de las sociedades actuales.

DESARROLLO DE LAS SOCIEDADES PREHISPÁNICAS EN MESOAMÉRICA Las sociedades primitivas comenzaron como grupos de caza o de recolección de frutos, su movilidad dependía de los ciclos reproductivos de los animales, según las estaciones, clima, y épocas de cosecha. Esto los condicionó a establecer campamentos a orillas de ríos o lagos. A medida aumentó el número de la población y sus grupos de caza, hubo escasez de alimentos, por lo que se vieron en la necesidad de buscar alternativas de subsistencia; se descubre la agricultura, trayendo consigo el sedentarismo, y la búsqueda de espacios que propiciaran el desarrollo de ésta. Con el establecimiento de pequeños asentamientos surgieron estados que alcanzaron importancia de acuerdo a su desarrollo tecnológico, manufacturando nuevas herramientas para el cultivo y otras actividades artesanales. La unificación y evolución de estas nuevas sociedades se debió a muchos factores: primero, a la identificación territorial, situándose en un espacio geográfico determinado, al cual llegan a considerar suyo; a medida que este sentimiento pasa de lo individual a lo colectivo, empieza a florecer la cultura espiritual que tiene que actuar como proceso unificador entre los grupos humanos En segundo lugar, esa unificación y evolución social se debió a la cosmogonía, de importancia considerable pues permitió concretar las identidades culturales, como lo indica el autor Eduardo Noguera: Dentro de su proceso evolutivo como sociedades, crear antes que cualquier otra cosa una cosmogonía que les permitiera explicarse o interpretar fenómenos naturales. Habían elementos procedentes de un entorno natural, a medida que iba siendo explorado se volvió menos hostil y más dominable. Con el paso de estas sociedades de nómadas a sedentarias, empieza una serie de movimientos de pueblos con distintas características comerciales, militares y religiosas. Esto produjo la formulación de ideas y motivos que con el paso del tiempo se desarrollaron hasta convertirse en verdaderos elementos culturales. Establecido este punto se desarrolla una identidad, la cual tiene un principio espiritual que permite al hombre sentirse parte de un grupo. Es así como empieza la etapa animista del entorno, a identificarse el hombre dentro del medio natural en el cual habitaba; por tanto, todo lo que le rodeaba se asimilaba como dominable o indominable, convirtiendo esto último en sagrado, propiciando la generación de un pensamiento colectivo. Luego, la diversidad de pensamientos del colectivo de los distintos asentamientos o grupos sociales, contribuyó a la creación de sus propias identidades culturales.



LOS MAYAS La civilización maya se inició entre el 600 y el 400 a.C. en las tierras bajas selváticas pertenecientes a los actuales territorios de Guatemala, Belice y sureste de México. Aunque se prolongó hasta la conquista española a principios del siglo XVI, alcanzó su apogeo durante el periodo clásico (200-900 d.C.). A diferencia de Teotihuacán, los mayas no crearon una estructura política unificada sino que formaron un cierto número de ciudades-estado con una cultura común. Las formas artísticas, los conocimientos científicos y la arquitectura monumental hicieron de los mayas el pueblo más civilizado en muchos aspectos del continente americano. A principios del periodo clásico (hacia el 250-300 a.C.), los mayas entraron en la etapa más elevada de su civilización. En aquella época varias ciudades-estado maya competían por gobernar las tierras bajas meridionales, y dominar sus respectivos territorios. Entre estas ciudades estaban Palenque, Piedras Negras, Yaxchilán, Altar de Sacrificios, Seibal, Dos Pilas, Tikal, Uaxactún, Altun Ha, Caracol, Quiriguá y Copán. Como otras sociedades mesoamericanas, los mayas se regían por una clase nobiliaria que acaparaba el poder político y religioso. Las ciudades más pequeñas pagaban tributos a los gobernantes que residían en los principales centros urbanos. El primero de los principales centros mayas del periodo clásico fue Tikal, enclavado en el área selvática del departamento del Petén, en el norte de Guatemala. Tikal levantó su primera estela en el 292 d.C. y durante los siguientes 200 años dominó buena parte de las tierras bajas


OLMECAS Olmeca es el nombre que recibe una cultura que se desarrolló en Mesoamérica durante el Preclásico Medio. Aunque se han encontrado indicios de su presencia en amplias zonas de esta área cultural, se considera que el área nuclear olmeca —o zona metropolitana— abarca la parte sureste del estado de Veracruz y el oeste de Tabasco. Se desconoce a ciencia cierta la filiación étnica —esto es, quiénes son los descendientes de este pueblo—, aunque hay numerosas hipótesis que han intentado resolver la incógnita de la identidad de los olmecas. En ese sentido, es necesario hacer la aclaración de que el etnónimo olmeca les fue impuesto por los arqueólogos del siglo XX, y no deben ser confundidos con los olmeca-xicalancas, que fueron un grupo que floreció en el Epiclásico en sitios del centro de México como Cacaxtla. Durante mucho tiempo se consideró que la olmeca era la cultura madre de la civilización mesoamericana e estima que los indicios más antiguos de la cultura Olmeca son de alrededor de 1200 a. C., y los más recientes son aproximadamente del año 500 a. C. La civilización Olmeca se constituyó principalmente alrededor de 3 centros ceremoniales: San Lorenzo, La Venta y Tres Zapotes, además de manifestarse en otros sitios como Laguna de los Cerros. El centro olmeca más antiguo registrado es el de San Lorenzo (1150 a. C. aprox.), situado en la cuenca del río Coatzacoalcos, en el estado de Veracruz. El inicio del florecimiento de la cultura olmeca en este sitio comenzó alrededor del año 1150 a. C., época de la que datan la mayor parte de las esculturas y elementos arquitectónicos que caracterizan a la cultura olmeca, muchos de los cuales se conservan en el sitio. San Lorenzo fue saqueado en el año 900 a. C., y las esculturas monumentales sufrieron un intento de destrucción; algunas se enterraron, y otras fueron trasladadas al centro ceremonial La Venta.


LA VENTA- OLMECAS La Venta es el centro ceremonial más grande, está trazado sobre un eje Norte-Sur. Se han encontrado un gran número de tumbas con ajuares muy ricos, con cerámica y figurillas de piedra. También se han encontrado cabezas colosales y tronos. Se cree que pudo llegar a albergar hasta a 18.000 habitantes. Sufrió una gran decadencia y fue abandonado y destruido, aunque se desconocen los motivos. El centro ceremonial de Tres Zapotes fue el último en desarrollarse. Es el más conocido porque fue el que sobrevivió hasta una época más cercana, pero la civilización olmeca que se desarrolló aquí fue una cultura ya en decadencia, no el esplendor que vivió en los centros ceremoniales anteriores. Estos centros ceremoniales tenían función de ciudades, y en ellos se construyeron edificaciones de tierra y adobe, por lo cual han perdurado pocos restos. Se construyeron montículos con templos en la parte superior, lo que se podía considerar como un precursor de las pirámides mesoamericanas. También construyeron edificaciones en torno a patios centrales, característicos de las civilizaciones posteriores en la zona. Desde el 900 a. C. existen pruebas de bruscos cambios políticos como muestra el intento de destrucción de algunas de las cabezas olmecas.

La abuelita (La Venta)


TEOTIHUACAN Teotihuacan (náhuatl: Teōtīhuacān, ‘Ciudad de los dioses’ )? es el nombre dado por los mexicas al centro urbano más poblado de Mesoamérica y el de mayor apogeo durante el periodo Clásico[1] y actualmente una zona arqueológica localizada en el valle del mismo nombre, que forma parte de la Cuenca de México. Dista unos 40 kilómetros al noreste de la Ciudad de México y forma parte de los municipios de San Juan Teotihuacan y San Martín de las Pirámides, en el noreste del estado de México. Aunque la ciudad llegó a tener una superficie de aproximadamente 21 km2, en la actualidad el conjunto de monumentos arqueológicos que se encuentra abierto a la visita del público representa aproximadamente la décima parte de la ciudad original. Llegó a contar con una población de entre 150 y 200 mil habitantes en su época de mayor esplendor. Desde el periodo mesoamericano, la ciudad de Teotihuacan fue objeto del interés de los pueblos que sucedieron a los teotihuacanos en Mesoamérica. En el Templo Mayor de México-Tenochtitlan se han descubierto numerosas reliquias de origen teotihuacano, por lo que se ha llegado a la conclusión de que entre los primeros exploradores del yacimiento arqueológico se encuentran los propios mexicas. No fue sino hasta finales del siglo XIX cuando se restauraron los monumentos más sobresalientes de la ciudad: los basamentos hoy conocidos como Pirámide del Sol y Luna, localizados en las inmediaciones de la Calzada de los Muertos, llamada así por investigadores de principios del siglo XX. Teotihuacan fue inscrita en la lista del Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1987. Es la zona arqueológica de país con mayor afluencia de turistas, por encima de sitios como Chichén-Itzá o Monte Albán. A pesar de lo que pudiera suponerse dada la gran cantidad de monumentos restaurados del sitio, las excavaciones arqueológicas en Teotihuacan continúan hasta nuestros días, y han dado como resultado un paulatino incremento en la calidad y cantidad del conocimiento que se tiene sobre esta ciudad, de la que, por cierto, se desconocen cuestiones tan importantes como su nombre original y la filiación étnica de sus fundadores. Se sabe, en cambio, que fue un sitio cosmopolita, por la presencia documentada de grupos originarios de la costa del Golfo o de los Valles Centrales de Oaxaca.


TOLTECAS A la caída de Teotihuacán varias poblaciones de la cuenca de México se fueron a otras regiones en busca de nuevas tierras. Este fue el caso de los toltecas, que llegaron a Tulancingo, donde permanecieron cuatro años, más tarde se trasladaron a un lugar que quedaba junto al río Tula. Aquí es donde alzarían la ‘Tollan Xi cocotitlán’, de la que nos hablan las fuentes históricas (en el actual municipio de Tula de Allende, en el estado de Hidalgo, México). El gentilicio deriva del náhuatl toltécatl, que originalmente designa a los nativos de los lugares llamados Tollan, pero que después, durante la época mexica, pasó a ser sinónimo de artesano o artista. La capital de la cultura tolteca: Tula La ciudad de Tula (Tollán) se encuentra sobre un promontorio que domina el río Tula y presenta buenas condiciones defensivas. Calles y calzadas ordenaban la urbe. Diferencias sociales se reflejan en el tamaño, la distribución y el material de construcción de las viviendas, desde las que se levantaban sobre un sistema de plataformas cercanas al sector monumental, hasta conjuntos de departamentos o de casas de tres habitaciones en torno a un patio central común formando una L, donde se realizaban las actividades domesticas y las rituales. Existían barrios que compartían actividades productivas y ceremonias en un templo colectivo. Su población, de hasta 60.000 habitantes, estaba diseminada en zonas periféricas y vivía de la agricultura, la extracción del basalto, la realización de utensilios de chert y el trabajo con la obsidiana. La historia de Tula (Hidalgo) se estima que duró desde el 900 al 1168 a.C. Ejerció su poder sobre pueblos menos adelantados y firmó alianzas, como en el caso de la fundación de la provincia de Tula-Jilotepec. Tula era la capital de los militaristas toltecas. Poseía una sociedad austera de guerreros más interesados por la función que por la forma, de modo que produjeron pocos objetos lujosos. A pesar de ello, su desarrollo contrastaba con el de las otras culturas del Altiplano, por lo que los mexicas, al establecerse en Tula posteriormente, pensaron que esa gente eran toltecas, o sea verdaderos artesanos. Un grupo de ellos, a la caída de Tula, salió hacia el exilio y con su señor Nauhyotzin se asentaron en Culhuacán. De allí salieron princesas y nobles que emparentaron con los mexicas. El último gobernante de Tula, llamado Huéniac, terminó sus días suicidándose, según una fuente histórica.


MIXTECOS Y ZAPOTECOS El término mixteco es actualmente una palabra nahua-azteca. Los mixtecos se llamaban ellos mismos Ñuudzahui o “Gente de la Lluvia” en su propio lenguaje. La cultura zapoteca es la expresión precolombina del pueblo zapoteco, que históricamente ha ocupado el sur de Oaxaca y en el istmo de Tehuantepec (México). En la actualidad la familia de sus lenguas consiste en más de 15 idiomas que están en peligro de desuso. En la época precolombina, los zapotecas fueron una de las civilizaciones más importantes de Mesoamérica. Evidencia arqueológica indica que su cultura data desde hace 2500 años atrás. Aproximadamente entre los siglos XV y IV a.C., tuvo lugar el primer desarrollo urbano importante de la cultura zapoteca, con centro en San José Mogote. Hacia el año 800 a.C., durante el horizonte Preclásico, los zapotecos se establecieron en los valles centrales del actual estado de Oaxaca. Así, mientras Teotihuacan florecía en el centro de México y las ciudades mayas en el sureste, Monte Albán, centro ceremonial construido en lo alto de un cerro, era la ciudad más importante de la región oaxaqueña. prehispananicas El nombre zapoteca es de origen náhuatl, y quiere decir “el pueblo del zapote”, mas ellos se denominaban así mismos “be’nezaa” que significa “el pueblo de las nubes”. Ellos dejaron evidencias arqueológicas en la antigua ciudad de Monte Albán; en forma de edificios, estadios para el juego de pelota, de tumbas magníficas y de valiosas mercancías, incluyendo la orfebrería. Monte Albán era la ciudad principal del hemisferio occidental y el centro de un estado zapoteca que dominó una gran parte de lo que ahora conocemos como el estado actual de Oaxaca. Los zapotecas desarrollaron una agricultura muy variada. Ellos cultivaron varias especies de chile, frijoles, calabaza, cacao y, el más importante de todos: el maíz que a principios del periodo clásico daba sustento a numerosas aldeas. Para tener buenas cosechas rendían culto al sol, la lluvia, la tierra y el maíz


MEXICAS O AZTECAS Los mexicas (náhuatl mēxihcah —llamados en la historiografía tradicional aztecas— fueron un pueblo indígena de filiación nahua que fundó México-Tenochtitlan y hacia el siglo XV en el periodo Posclásico tardío se convirtió en el centro de uno de los Estados más extensos que conoció Mesoamérica asentados en un islote al poniente del Lago de Texcoco hoy prácticamente desecado, sobre el que se asienta la actual Ciudad de México. Aliados con otros pueblos de la cuenca lacustre del valle de México —Tlacopan y Texcoco—, los mexicas sometieron a varios pueblos indígenas que se asentaron en el centro y sur del territorio actual de México agrupados territorialmente en altépetl. Los mexicas fueron el último pueblo mesoamericano que condensó una rica y compleja tradición religiosa, política, civilizatoria, cosmológica, astronómica, filosófica y artística aprendida y desarrollada por los pueblos de Mesoamérica a lo largo de muchos siglos. Junto con los mayas son el tema más estudiado de la historia mesoamericana dado que se conservan fuentes documentales y arqueológicas, así como numerosos testimonios hechos en su mayoría de forma posterior por sobrevivientes de la Conquista de México



Cerámica antropomórfica La cerámica muestra la sensibilidad estética de su creador y su cultura. La iconografía de la cerámica antropomórfica o zoomorfa responde a un complejo criterio de creación, ya que, además de reflejar creencias mítico-religiosas, establece un sistema de comunicación visual a través de las imágenes elaboradas. Las cerámicas antropomorfas y zoomorfas son emblemático del aspecto sagrado de la vida social en la Amazonía peruana. Algunos de los artículos en la colección de las cerámicas antropomórficas del Museo Regional-UNSM revelan una sensibilidad artística y un gran atención al detalle. El estudio antropológico de la cerámica nos permite comprender a los valores culturales del pasado y que dan forma a la vida contemporánea en San Martín. Las figurillas antropomorfas reflejan una profunda preocupación por la corporeidad de la existencia. La cerámica antropomórfica o zoomórfica esta estrechamente relacionada con la cosmovisión de sus creadores. La muestra de la cerámica antropomórfica en la colección arqueologica del Museo Regional-UNSM incluye objetos decorados y asociados a representaciones religiosas y a los tiempos míticos.



PIEZAS ZOOMORFAS El hallazgo de piezas cerámicas con representaciones de animales Muchas culturas arqueológicas de nuestro país produjeron cerámicas con diseños de animales fantásticos y criaturas sobrenaturales que han atraído por años la atención de los arqueólogos. Pero las colecciones del Museo de La Plata muestran que existe también un abundante registro de representaciones naturalistas de fauna, piezas realizadas con tal detalle que en ocasiones permiten una identificación precisa del animal. A través del análisis de un pequeño conjunto de materiales, se muestra cómo la mirada zoológica genera información novedosa para la arqueología… incluso cuando lo que se estudia son animales modelados por el hombre. MUSEO - 50 prácticas y creencias de diversa naturaleza simbólica. Entre los varios miles de piezas en guarda de la División Arqueología del Museo de La Plata se encuentra el material de la Colección Samuel Lafone Quevedo, un conjunto célebre tanto por su potencial arqueológico como por la belleza estética de sus piezas. Quien fuera el segundo director del Museo reunió la colección que hoy lleva su nombre entre mediados de 1870 y fines de la década de 1910 en sus recorridos por el noroeste argentino, analizando entonces parte del material y presentando sus resultados en publicaciones académicas y de divulgación. En el curso de los siguientes cien años muchos arqueólogos se interesaron por estudiar las materias primas, composición, decoración y proceso de producción de esas piezas así como por entender el contexto en que fueron fabricadas y utilizadas.



La urna funeraria de la cultura zapoteca en el Museo Británico.

CERAMICA FUNERARIA El arte funerario es cualquier obra de arte que forma parte o está ubicada en un repositorio de los restos de muertos. Un término general para tal repositorio es tumba, mientras que el ajuar funerario son objetos —distintos a los restos humanos primarios— que han sido colocados en su interior.1​Tales objetos pueden incluir las posesiones personales de los muertos, objetos creados especialmente para el entierro, versiones en miniaturas de objetos que se creían necesarios en el más allá. El conocimiento de muchas culturas no letradas ha provenido en gran medida de estas fuentes. El arte funerario puede tener muchas funciones culturales. Así, puede desempeñar un rol en los ritos de enterramiento, servir como un artículo para ser usado por el muerto en el más allá y para celebrar la vida y los logros del muerto, ya sea como parte de prácticas de culto a los ancestros centradas en el parentesco o como una exhibición dinástica públicamente dirigida. También puede funcionar como un recordatorio de la mortalidad de la humanidad, como una expresión de valores y roles culturales y ayudar a propiciar los espíritus de los muertos, mantener su benevolencia y prevenir la intrusión no deseada en los asuntos de los vivos.



Cerámica Ceremonial Una de las características de la historia precolombina de Mesoamérica es que, en momentos críticos de la civilización asociados con los cambios en la organización social, aparecieron cerámicas que plasmaron en sus particularidades las transformaciones culturales de las clases políticas del México antiguo. Sin importar su ubicación geográfica o su dimensión temporal muestran elementos en común, principalmente el hecho de ser manifestaciones inequívocas de fuertes cambios políticos y culturales. Dichas peculiaridades las han hecho fenómenos llamativos, pero a veces poco comprendidos. Así, para tener un acercamiento reflexivo y crítico hacia estas cerámicas, se organiza este simposio, que busca analizar el contexto social e histórico que tuvieron. Se pretende examinar varios de estos casos, respetando su dimensión temporal e incidencia regional, con una perspectiva comparativa y diacrónica que permita explicar el papel que tuvieron en la relación de las élites, entre sí y con los pueblos que las sostuvieron. Al mismo tiempo, explicar también los procesos culturales que promovieron su rápido desarrollo y caída. En ese sentido, el estudio compartido de los distintos tipos cerámicos, de sus formas, de sus vinculaciones culturales y particular iconografía, permitirá alcanzar un mejor conocimiento de estos complejos fenómenos alfareros de corta duración.

Hacha ceremonial olmeca



ELABORACION Y PRODUCCION Proceso de elaboración El proceso de elaboración comienza cuando se va a la mina a seleccionar y recoger el barro en piedra. Una vez lo seleccionamos, tenemos que quitarle todas las hierbas y piedras para poder comenzar con su elaboración. Una vez el barro esté completamente limpio, lo pasamos por los molinos añadiéndole agua en función de las piezas que queramos realizar, dado que cuanto más alta sean las piezas que vamos producir más duro debe estar el barro, sino corremos el riesgo de que no se deje trabajar. A continuación, cuando tenemos la arcilla totalmente pasada por los molinos, se pasa a la siguiente fase que es el amasado. Esta es una fase importantísima en el proceso porque ese amasado tiene que ser uniforme porque si no está bien amasado el barro y lleva bolsas de aire corremos el riesgo de que estallen en el horno las piezas.

Después, se coloca la peña de barro en el torno (en Buño a esa peña se le denomina “pelouro”) y se pasa a la realización de las piezas de forma artesanal. Conforme se vayan realizando las piezas, se van poniendo a secar de una forma gradual, ya que si el secado es muy rápido nos puede llevar a que las piezas agrieten, dado que pierden muy rápido la humedad.


Una vez tenemos suficientes piezas realizadas, procedemos a la siguiente fase que es el esmaltado y enfornado. El esmaltado debe ser con cuidado porque la pieza aún está sin cocer con lo cual se corre el riesgo de que rompa al esmaltar. Una vez esmaltado, procedemos al enfornado de las piezas. Las piezas si van esmaltadas, no pueden tocar unas con otras porque sino al cocer cuando funde el esmalte se pegan unas con otras quedando inservibles.

Para tener la pieza totalmente lista, solo nos queda cocerla. Está cocción depende mucho del tipo de pieza y de los esmaltes que se usen, por tanto la duración de esta cocción está entre las ocho y diez horas de duración y una temperatura aproximada a los 1.000 ºC. Cuando se termina de cocer la hornada hay que dejar enfriar las piezas de forma lenta, porque si se apura mucho ese enfriamiento, se corre el riesgo de que agrieten las piezas y rompan.


ANTIGUA GUATEMALA EXHIBICION DE PIEZAS ARQUEOLOGICAS ZOOMORFICAS



GALERIA DE OCARINAS PREHISPANICAS





HALLAZGOS Hallan 500 piezas de cerámica prehispánica en El Caño

Tras meses de excavación, la séptima tumba encontrada en el sitio arqueológico El Caño, en la provincia de Coclé, rindió nuevos hallazgos. Cerca de 40 cuerpos y un surtido de 500 cerámicas han vuelto a poner sobre el tapete la relevancia del moldeado de la arcilla en las culturas ancestrales del istmo. Para el arqueólogo e historiador del arte Carlos Mayo, quien junto a la arqueóloga y doctora en antropología americana, Julia Mayo, lidera esta investigación científica que la fu ndación El Caño realiza en el parque arqueológico, las cerámicas encontradas permiten entender más sobre los coclé, antiguos residentes de esa zona del distrito de Natá, en la provincia de Coclé. Mayo explica que la exploración del sepulcro, bautizado como T7, se inició en 2014 con la excavación de los primeros depósitos de ofrendas. En enero de este año, el grupo científico profundizó el trabajo escarbando unos metros más donde se encontraron nuevos hallazgos. La fosa se cerró a finales del mes de marzo, antes de que iniciara la estación lluviosa, para dar pie a una segunda fase que incluye la restauración y análisis científico de las piezas. El repertorio, empero, está compuesto por objetos de distintos usos que Carlos Mayo califica como preámbulos de la historia panameña. Centenares de vajillas de arcilla roja y cerámicas ornamentales conforman el nuevo acervo encontrado bajo la tierra, que Mayo espera que pueda contar la cronología de los yacimientos de El Caño y desvelar la historia de los que una vez fueron los guerreros de oro de Panamá.


RESTOS DE UNA SOCIEDAD SOFISTICADA Para el arqueólogo e historiador del arte Carlos Mayo, la cerámica prehispánica de El Caño tiene un valor particular, por su capacidad de contar una historia a través del tiempo. “Es un marcador cronológico muy bueno”, explica el coinvestigador del proyecto arqueológico de la fundación El Caño, quien asegura que con ella es posible conocer “la cronología relativa de los yacimientos, sin la necesidad de hacer pruebas de datación radiométrica o de carbono 14”. Son piezas que leen el tiempo, que sobresalen como testigos del estilo de vida y tecnología de una sociedad antigua, añade. En el caso de los coclé, antiguos habitantes de la llanura aluvial del río Grande, los restos encontrados hasta la fecha los definen como “una sociedad bastante sofisticada”, afirma Mayo. Los llamados “guerreros de oro” también eran grandes alfareros, continúa el arqueólogo, quien destaca sus habilidades en la policromía de vajillas y utensilios de cerámica y en la creación de tonalidades como el azul y el morado, “que difícilmente se encuentran en otras cerámicas de esa época”, señala.

ARTE Y SIMBOLOGÍA Los coclé “eran grandes virtuosos en sus decoraciones”, opina Mayo, quien destaca los motivos geométricos y zoomorfos en exaltación quizás a la biodiversidad, como parte de su simbología compleja, que tampoco deja por fuera las representaciones religiosas. En su estudio Estandarización en la cerámica prehispánica de El Caño, Panamá: especialización, productividad y consumo (2014), Mayo destaca otras características como la luminosidad, la uniformidad de las vasijas, el cromatismo y la riqueza temática y estilística, como signos evidentes de su destreza alfarera.


EL HOMBRE Y SUS PIEZAS Las investigaciones que realiza la F undación El Caño en el Parque Arqueológico El Caño, con el aval del Instituto Nacional de Cultura, han reportado hallazgos desde 2009, que en un futuro próximo ayudarán a crear un perfil sobre los antiguos habitantes de esa zona. Hay varios proyectos en camino, como la publicación próxima del libro Guerreros de oro con la Editorial del Caribe y la edición final del documental El Dorado de Panamá, con la productora española Wanda Films, que se espera finalizar para 2016. Igualmente, se tiene prevista la programación de un sistema de divulgación en la web, con información y fotografías de las piezas halladas en cada tumba. Por otro lado, la fundación contó este año con la visita de la televisora japonesa Tokyo Broadcasting System (TBS), que filmó parte del proceso de excavación para un programa educativo cuya transmisión será en el transcurso de este 2015. A la fecha, más de mil piezas de cerámica sobresalen como parte notable de la exploración que se realiza en el complejo funerario, ubicado en el distrito de Natá, que por tantos años albergó los restos de los primeros coclesanos del istmo. “Enterrar a los familiares junto con sus objetos y vajillas era costumbre tanto de humildes como de opulentes en este grupo”, agrega Mayo. El número de recipientes y su calidad varían según la estirpe de cada individuo. En su haber como arqueólogo, Mayo asegura que encontró algunas cerámicas de formas curiosas. Entre muchas, destaca un recipiente pintado con un oso perezoso, “que nunca se había reportado en Coclé”, dice. A diferencia de otras piezas, en donde destacan animales feroces, en esta vasija se representa un lado más dócil de la naturaleza, explica Mayo, quien agrega que aunque los coclé destacaron como guerreros, también hay evidencias de que tenían una faceta afable. Asimismo, otras representaciones de animales como, por ejemplo, ñeques, iguanas y peces, se reportaban como habituales de su dieta diaria o como parte de su vida cotidiana. al 323-6400.



CERAMICA MAYA El Arte de la Cerámica El arte de los mayas prehistóricos es célebre por su berlleza elegante y por sus representaciones. Un medio artístico en el que los mayas destacaron es la pintura sobre cerámica, realizada con una perfección técnica y elegancia estética sin paragón. Las complejas escenas gráficas, van acompañadas con textos jeroglificos, tratan siempre sobre temas relacionados con acontecimientos históricos de la época y con una visión religiosa del mundo sobre cuya base los mayas crearon una magnifica civilización. En el periodo clásico los objetos de cerámica se destinaron a usos diversos, se utilizaban como cuencos para comer, se intercambiaban como regalos entre la clase social alta y se depositaban en la tumba de los muertos venerados. En este medio artístico se aprecia la capacidad técnica la creatividad y estética, los intelectuales y la poesia de las imágenes creadas por los artistas mayas, cuyo dominio del arte de la alfarería aun no ha sido superado. a técnica de la cerámica con engobe En la época clasica las cerámicas policromas cocidas a baja temperatura y siguiendo la técnica del engobe, pasan por ser uno de los trabajos de alfarería más desarrollados en el mundo. Superan incluso a las celebres cerámicas de la Grecia clásica en cuanto a técnica y refinamiento. Trabajan una superficie de engobe dura y muy brillante, que sería la que hoy conocemos como terra sigillata. La técnica se basa en cortar partículas diminutas de arcilla y elaborar con ellas una pasta de barro molido muy fino, que se mezcla con agua en un tanque de decantación. Actualmente se le añaden a esta mezcla composiciones alcalinas, con lo que las partículas de arcilla se granulan y se separan, después de todo un proceso, el engobe hace que cubra la pieza desde lo opacidad absoluta, hasta la máxima transparencia, asi los alfareros mayas antes de cocer las piezas las sumergían, en una arcilla líquida que contenía hierro y alcalinos y dificilmente se podía trabajar para convertirla en masa arcillosa de grano fino. En la región maya sucede con muchas tierras arcillosas que contienen minerales de litio y esto hace que las partículas se disuelvan en lugar de flotar. Durante el proceso de cocción esas pequeñas partículas de terra argillata se distribuyen de manera homogénea por encima de la superficie de la tierra. Se forma una película escamosa y se crea una superficie dura y brillante, impune a los productos químicos e impermeable. Esta propiedad es esencial en la cerámica de uso, lo que eran propiamente las vasijas de los mayas. Otra característica de la pintura en el engobe, es que con este pigmento se pueden trazar líneas de perfil, al contrario que en el vidriado pues ni se funde, ni se corren en el proceso de cocción.


La elaboración del color Para preparar los colores se añaden distintas cantidades de óxidos a la terra sigillata. Los pigmentos que usaban los mayas en el periodo clásico, eran los óxidos de hierro especialmente el rojo y el negro, a partir de aquí se podían sacar otros colores. El proceso de cocción En la época clásica cocían la cerámica a temperaturas bajas entre 500 y 700ºC, que se podían alcanzar fácilmente con fuego al aire libre o en un agujero en la tierra. Se sabe muy poco de los hornos que usaban en la cocción de la cerámica maya y en otras sociedades de Mesoamérica, en los yacimientos no se ha encontrado ninguno. Sin embargo los recientes hallazgos de una arqueóloga estadounidense en la zona de Belica padrían ser construcciones de ese tipo. En los alrededores de la región maya sólo se ha encontrado hornos antiguos en el altiplano de México. Los alfareros usaban ladrillos de adobe para construir sus hornos, estos poco a poco se descomponían en partículas de arcilla cocida. Si los mayas hubieran utilizado ladrillos de adobe para construir sus hornos, hoy los arqueólogos no podrín identificarlos. Los mayas contemporáneos cuecen sus piezas en fogatas o en hoyos excavados en la tierra, por eso se supone que éstas eran las técnicas de cocción antiguas. En un yacimiento clásico de Yucatán, hay unos hoyos, estos podrían haber sido destinados a la cocción. Valiosos servicios de mesa Los objetos de cerámica pintados artísticamente eran utilizados por la alta sociedad como servicios de mesa, algunas escenas muestran que eran usados para banquetes de estado, también eran símbolo de ostentación cortesana, en los bordes de algunas vasijas se pintaban inscripciones jeroglificas. Entre los objetos que hacian se han encontrado jarras cilíndricas, vasos, platos hondos, éstos los usaban también como vasos. Vasijas para muertos Muchas vasijas además de ser usadas como servicios de mesa, fueron a parar a cámaras mortuorias y tumbas de la nobleza, también a algún grupo social bien situado, probablemente contenían algún alimento para las almas de los muertos, a algunas piezas se les hacia un agujero en la parte inferior, para que el espíritu se quedará libre. Presentes valiosos a principes subalternos En la época clásica también se utilizó la cerámica como “moneda social”, eran presentes que hacían entre las casas monárquicas, así contribuían a consolidar alianzas sociales y politicas, por ejemplo un soberano poderoso encargaba un magnifico vaso pintado, éste a su vez lo regalaba a otro monarca del mismo rango o inferior, luego en algunas celebraciones la pieza regalada señalaba los vinculos entre el propietario y el rey “extranjero”. El vaso de Buenavista ilustra la importancia social y política propia de las cerámicas preciosas. Esta artística pieza se encontró en la tumba de un joven noble situada en la mayor pirámide de Buenavista del Cayo, un pequeño yacimiento maya en la zona de Belice. En el texto del jeroglífico de la vasija se ve a quien va dirigida, como la fecha y la ciudad.


CERAMICA OLMECA La cerámica en la Cultura Olmeca, en el principio se considero "Monocroma", esto quiere decir solo un color y utilizaban [café,negro,roja y blanca] y con escasa decoración y solo cuerpos esféricos. Al transcurso del tiempo cambiaron los gustos de los artesanos olmecas por la "Bicromia" y usaron los colores [rojo sobre blanco,blanco sobre rojo, rojo sobre café, gris con blanco y negro con bordes blancos] y estos eran agregados las bases planas a los conocidos diseños esféricos. La elaboración a mano de figurillas, variabilidad de figuras de hachas y estatuillas de jade, jadeita o serpentina y se aprecia muchas formas diversas en las que predominan las representaciones de la divinidad "hombre-jaguar". Además se destaca que se han encontrado vasijas zoomorfas de patos, peces, jabalíes, aves, armadillos y el singular jaguar.


El arte olmeca era muy complejo y se poseen muchos objetos que aún se están investigando. Los más importantes y conocidos son las Cabezas colosales olmecas que son un ejemplo de escultura monumental y una de sus mejores representaciones artísticas.1​Se cree que pueden representar a guerreros o a jefes. Se conocen 17 ejemplares, la mayoría de ellos repartidos entre el Museo de Antropología de Xalapa y el Parque Museo La Venta. Cabeza olmeca exhibida en el museo municipal de San Andrés Tuxtla. Una característica llamativa de estas cabezas colosales es la marcada apariencia negroide, lo que ha llevado a diferentes conjeturas. Se han lanzado hipótesis, después rechazadas, que sugieren algunos contactos interoceánicos en tiempos antiguos. Las nueve primeras cabezas que se encontraron, estaban en San Lorenzo, pero se trasladaron a La Venta, donde fueron enterradas. Se cree que podrían representar cabezas de sus dioses —de ahí el enterramiento— o de jefes, que se enterraron cuando éstos murieron. Se cree que podrían tener rasgos idealizados, felinos, y de ahí ese aspecto. También se cree que son guerreros, y no dioses, por los cascos que llevan. Fueron esculpidas en basalto traído desde lejanos lugares. Pesan varias toneladas y algunas miden hasta cuatro metros de altura.


CERAMICA TEOTIHUACANA En todas las culturas, especialmente las que ya no están como las precolmbinas el estudio de las formas, los materiales y las técnicas de la manufactura cerámica han revelado la secuencia del cambio y la transformación en los hábitos de vida de los pueblos y el desarrollo material de determinado sitio, ocurrido a través del tiempo. El estudio revela, a su vez, la utilidad práctica o ritual de las vasijas, así como las relciones e influencia (por sus formas y técnicas) con otros grupos contemporáneos y la herencia legada a grupos posteriores. ceramica-de-teotihuacan En cuanto a los aspectos utilitarios o ceremoniales de la variada tipología cerámica se pueden distinguir la ubicación de sitios locales y foráneos para la extracción de barro, la procedencia de los elementos que se mezclan al mismo, la temperatura de cocción, el tamaño y la forma de las vasijas, y sobre todo comprobar los lugares a donde exportaban los productos elaborados y la procedencia de objetos de cerámica importados de otras zonas relacionadas culturalmente. Dentro de la misma área urbana se han encontrado talleres dedicados a la producción de cerámica muy cercanos a las minas donde se extraía el barro. También en algunos otros talleres se elaboraba un tipo de cerámica manufacturada con un barro muy fino, procedente de minas que se encuentran a más de 200 km hacia el este.Este tipo d cerámica (naranja delgado) se convirtió en símbolo de prestigio y elegancia entre sus poseedores, tanto en Toetihuacán como en diferentes sitios a donde se exportaba. Entre la variada producción de cerámica hay escudillas planas o trípodes que tienen desde un pequeño soporte tipo boton hasta patas huecas que representan las almenas de los templos en posición invertida. La cerámica teotihuacana se distingue por su belleza y buena manufactura desde 200 años antes de la era cristiana, especialmente por la forma, el acabado y la decoración, entre los cuales destaca la pintura (engobe) negativa, bicroma y policroma. Una de als técnicas distintivas de Teotihuacán se manifiesta en la fabricación de los braseros-urna funeraria, con su distintiva decoración de pastillaje, consiste en pequeñas placas de barro hechas en molde con figuras de plantas, animales y motivos abstracto-simbólicos que se adosaban al cuerpo básico de la urna del secado, lo cual permitía una gran producción en serie. Otra modalidad de la deocración cerámica que abunda en Teotihuacán son las vasijas recubiertas por una capa de carbonato de calcio, decorada con motivos pintados en brillantes colores, al estilo de la pintura mural, comúnmente llamada “al fresco”. Teotihuacán se distingue también por la esterilización de las figurillas antropomorfas cuyos cambios determinan el período en que fueron elaboradas. las del primer período son pequeñas figurillas sólidas y delgadas, evidentemente prognáticas y con rasgos faciales muy marcados en el barro, los cuales, con el paso del tiempo, se fueron refinando y adquiriendo tantos detalles, que ya en la fase Tlamimilolpa, se les llama figurillas-retrato. Curiosamente en los períodos antes descritos las figurillas se encuentran desnudas, sin elementos que identifiquen su sexo. En los siguientes períodos las figurillas fueron hechas en parejas de moldes; se produjeron piezas huecas utilizables como silbatos que, en contraste con las anteriores, se encuentran elegantemente vestidas y con adornos en la cabeza.






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