Primeras palabras...
Por Javier A. Sottini
A
lgunas veces el aprendizaje es doloroso. Los seres humanos nos resistimos a hacer las cosas de la manera más fácil: “Si es sencillo no sirve”, pensamos muchas veces. Recordemos lo sucedido a Naamán. Para curar su lepra había viajado muchos kilómetros y cuando Eliseo le dijo que simplemente debía sumergirse unas cuantas veces en el Jordán, le pareció poca cosa. La solución era fácil, sencilla, sin aspavientos, por eso le pareció poca cosa. Y es que Dios le gusta hacer las cosas simples, somos nosotros los que las complicamos... y eso me pasó a mí. Nadie conocía mi pesar. La prueba ya tenía varios meses y sólo esperaba que Dios me libertara de una manera “especial”. Viéndolo con la perspectiva que da el tiempo creo que deseaba que Jesús mismo descien-
da de los cielos y me dijera: “Javier sos libre”. Como ustedes se imaginarán, eso nunca pasó. Como segunda opción pretendía que el Señor me hablase por medio de un “gran siervo de Dios”, un anciano o un diácono, por lo menos. Cuando predicaba algún hermano que –según mi criterio- no tenía el nivel de santidad que yo pretendía, casi ni escuchaba. Y el tiempo insistía con esa manía de no detenerse nunca. Y mi pena se ahondaba, mi dolor no me dejaba ni de día ni de noche. Por ese entonces, había en mi iglesia un cooperador cuyo testimonio no era de lo mejor (luego le sería quitado el ministerio). Cuando subió al púlpito para predicar, recuerdo que mi pensamiento fue: “Este es más pecador que yo, hizo esto y aquello otro. Imposible que Dios lo use para libertarme”.
A pesar de mi prejuicio y descreimiento, decidí escuchar. La Palabra con la que el Señor me habló aquella noche, fue una de las más claras y directas que escuché en toda mi vida. Sólo faltaba que dijera mi nombre. A los pocos días, mi prueba había terminado. Tuve que sufrir durante meses para aprender lo que ya sabía: el Señor usa a quien quiere por amor a sus hijos. Todos somos herramientas en sus manos, herramientas diferentes, pero ninguna mejor que otra, instrumentos únicos a disposición de Dios. Si hubiese prestado atención, seguramente mi liberación hubiera sido mucho más temprana, pero compliqué las cosas. Hice difícil lo que para Él es sumamente sencillo. Algunas veces el aprendizaje es doloroso... y no porque el Señor así lo quiera.
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La Palabra Justa...
Como un grano de mostaza
Por Charles S. Price
FE ES LO QUE HIZO QUE UNA NIÑA LLEVARA PARAGUAS A UNA REUNIÓN DE ORACIÓN PARA PEDIR POR LLUVIA. LOS ADULTOS LLEVARON LENTES DE SOL.
L
a fe es una de dos cosas: o es un don de Dios, o un fruto del Espíritu. De eso no puede haber la más leve duda. Examine usted los corredores de la razón, e inevitablemente llegará a la misma respuesta. Si es verdad que la fe es “como un grano de mostaza” que contiene la dinámica que movería montañas, ¿cree usted que Dios nos confiaría un arma tan potente como esa? Tenerla de otro modo, que no sea el que Dios ha establecido, no sólo destruiría toda la administración y el sistema por el cual el cristiano puede andar en armonía y comunión con Dios, sino que pondría en las manos de personas débiles, como usted y yo, un instrumento que podría ser usado para nuestra destrucción. Con esto no quiero decir que usaríamos la fe sólo para manifestaciones físicas; sino que las reacciones espirituales demostrarían ser una maldición, y no una bendición, y los impe-
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dimentos crecerían en vez de ayudar. Más de una vez he tratado de ejercer la fe, y he luchado por obtener la respuesta que deseaba para mi oración; sólo para hallar, a la luz de los eventos sucesivos, que fue mucho mejor que la oración no fuera respondida como yo lo había deseado. Esa es la razón por la cual Dios da a cada hombre la medida de fe que necesita para andar en armonía con la voluntad divina. Más allá de ese punto, la fe no le será impartida. Para mí, esta lección es tan bella que despierta un canto de acción de gracias y alabanzas al Señor que amo y sirvo. Tal vez yo no entienda los propósitos de Dios, pero la confianza se sostiene cuando la fe no es impartida: y me siento feliz con la conciencia de que Él está obrando en mi vida para lo mejor. Debemos confiar en Él cuando no podemos ver, y reposar en Él cuando no podamos comprender. Sin embargo, no cometa-
mos el error de llamar a esa confianza “fe”. La fe obra, mueve, opera y realiza cosas según su medida y su poder. Por supuesto, a cada uno se da la fe por la cual nos llamamos hijos de Dios; y se nos da o se nos imparte la fe mediante la cual diariamente sabemos que hemos pasado de muerte a vida. La fe se pesa en la balanza de Dios, así como nosotros medimos las comodidades de la tierra. Más de una vez, nuestro bendito Señor habló acerca de una pequeña fe y de una gran fe. El mencionó la fe débil y la fe fuerte. Cuando noso¬tros necesitamos la fe como don o como fruto, nos es impartida por el Señor, a fin de que se haga la voluntad de Dios, y no la nuestra sobre la tierra, y en nosotros, así como se hace en el cielo. En mu¬chas oportunidades nuestros deseos son contra¬rios a la voluntad de Dios. Muchas veces, por nuestra ignorancia, haríamos aquello que traería tristeza en vez
de gozo. Si poseyéramos la fe para usarla en cualquier tiempo y todas las veces para producir nuestros propios deseos, se ve claramente que los resultados serían desastrosos. El propósito de ejercer algo que no poseemos, conduce al exceso en el reino de lo espiritual; y a menudo, el intento de usar la fe que no tenemos, nos extrae la poca confianza que tenemos en Dios. Permítaseme ilustrar lo que quiero dar a entender cuando hablo de la fe impartida. EL MAESTRO SABÍA Hace algunos años estaba yo realizando un culto en una iglesia presbiteriana. Una tarde el Señor nos dirigió a tener un servicio de sanidad. El sitio se llenó, y muchos se quedaron fuera y en los salientes de las ventanas, mirando hacia adentro. Entre esa multitud de personas que estaba afuera había un pequeño muchacho inválido que caminaba con la ayuda de muletas. Mi corazón sufría por ese pequeñito, pues había una mirada patética en sus ojos y mi corazón se sintió conmovido. En silencio elevé mi corazón al Señor, y le pedí que me diera fe para la sanidad de ese muchachito. Luego, a través de la plataforma, se acercó una fila de niños para que orara por ellos. La mayoría de ellos estaban acompañados por sus pa-
dres. Una niñita estaba de pie frente a mí. La madre estaba llorando. Puse mis manos sobre su cabeza y oré. No sucedió nada; pero el espíritu del culto pareció cambiar. Había una insensibilidad y una pesadumbre que caían sobre mí fuertemente. Oré de nuevo, y aquella sensación pareció aumentar. Con perplejidad miré a la madre que lloraba. Ella estaba sollozando. Al fin exclamó casi histéricamente: “¿Por qué Jesús no sana a mi niña?”. Yo la miré de cerca. Luego se despertó una sospecha en mi corazón. Precisamente en ese momento, el Señor impartió el don del discernimiento a uno de los individuos que estaba a mi lado, quien le hizo a la mujer esta pregunta: “¿Se ha metido usted alguna vez en el misticismo o en el ocultismo?”. Ella confesó que sí. Su pequeña hija no iba a la iglesia. Ella misma no había estado allí durante largos meses. Semana tras semana había estado asistiendo a sesiones espiritistas. Entonces comprendí por qué el Señor había retenido su bendición y su fe. La madre continuó clamando con agonía de alma: “El ha sanado a otros; por favor, pídale que sane a mi niñita”. Le dije: “Hermana, ¿sabe usted algo acerca de la salvación por medio de la sangre que Jesús derramó en el Calvario?”. Ella dijo que en un tiem-po había sabido algo,
pero que había venido una aflicción a su vida y, en vez de aferrarse un poco más fuertemente a la mano divina, se había apartado de Dios. En respuesta a la invitación que le hice, ella dijo que le gustaría dar su corazón a Cristo en ese mismo instante y en ese mismo lugar, y me pidió que orara por ella. Ella repitió las palabras de una oración que yo hice, y luego yo terminé con las siguientes palabras: “Confío en ti, Jesús, como mi Salvador personal, y reclamo la promesa de que la sangre de Cristo es la expiación por todos mis pecados”. Mi corazón, y el de ella, se llenaron de una ola de gloria procedente del cielo. Cuando coloqué de nuevo mi mano sobre su niñita, comprendí que sus días de inválida habían terminado. Ella saltó sobre sus pies. ¡Fue sanada! Entonces miré al pobre muchacho inválido y le extendí la mano para que tratara de subir a la plataforma a través de la ventana para orar por él. El no entró. En vez de ello, cayó por la ventana... ¡dejando afuera las muletas! ¡El también estaba sanado! El Espíritu Santo se encargó de aquel servicio de tal manera, que rara vez he visto yo nada igual. No sólo hubo gente sanada, sino que muchos fueron salvos. Por el pasillo pasó hacia adelante una que¬rida viejecita que había estado en una silla de ruedas durante años. Pero pasó saltan7
La Palabra Justa... do, gritando y alabando a Dios, así como hacía la gente cuando nuestro Salvador anduvo por las calles con los hombres. ¡Qué culto! ¡Qué tiempo para hacer que los hombres adoraran al Señor y que los ángeles se regocijaran! Ahora bien, supongamos que yo hubiera tenido fe para la sanidad de aquella niñita. Supongamos que cuando al principio coloqué mis manos sobre su cabeza, ella hubiera quedado bien. La madre de ella hubiera tomado la sanidad como una señal de que la sesión espiritista estaba en la voluntad del Señor, y desde ese momento en adelante se hubiera enmarañado más profundamente en el espiritismo, el cual no creo que sea de Dios. Así pues, cuando oré con mi falta de entendimiento, el espíritu de fe y certidumbre me fue retirado. ¡Cuán vacío me sentí! Luego, cuando la madre aceptó a Jesús como su Salvador personal, la fe me fue impartida y la obra se realizó. En vez de luchar para ser sanados, ¡qué vida más rica y más dulce, si miráramos a Jesús, “el Autor y Consumados de nuestra fe”! UNA MAÑANA FELIZ Una mañana de marzo, hace algunos años, cuando salí de mi hogar sentía el amor y la presencia de Dios en mi corazón. Iba a orar por una pobre mujer que había perdido la cordura, y que estaba confi8
“Debemos confiar en Él cuando no podemos ver, y reposar en Él cuando no podamos comprender. Sin embargo, no cometamos el error de llamar a esa confianza “fe”. La fe obra, mueve, opera y realiza cosas según su medida y su poder”
nada en una institución apartada para esa clase de enfermos. Ahora mismo puedo oír los sollozos de su marido, cuando lloraba desesperadamente a causa de la condición de su corazón. De repente, y sin ninguna advertencia, el desastre había destruido un bello hogar, con la rapidez de un rayo. Dios era su única esperanza, y ellos lo sabían. Yo deseaba orar por esa mujer y había salido con la confianza en el Señor de que Él oiría y contestaría la oración. Ella se encontraba en una condición de impotencia, ¡y en las garras de un espíritu malo! Cuando al fin llegué a su habitación, ella pronunció una blasfemia y una obscenidad con una voz que no era la suya. Esa mañana no vimos respuesta visible para nuestras oraciones; pero el pobre hombre aturdido me agarró por las solapas de mi saco y ásperamente insistió en que nos negáramos a rendirnos, y que en vez de ello, nos mantuviéramos asediando al trono de la gracia para pedir
la sanidad que sólo Jesús podía dar. En conformidad con esto, llamé a mi iglesia a orar; y llamé también a otras iglesias. Convinimos en orar durante un día entero para pedir la liberación de la pobre y sufriente mujer, y más de un guerrero de oración resolvió permanecer de rodillas hasta que la mujer fuera liberada. Como a las cuatro de esa tarde, mientras yo estaba orando cerca del altar de la iglesia, sentí que el Espíritu del Señor vino sobre mí. Con el impulso de esa unción, me puse de pie, y temblando por la emoción y la gloria de la presencia del Señor, anuncié que nuestras oraciones habían llegado a la presencia de Dios, y que la respuesta que deseábamos venía en camino. Caminé hacia el teléfono y le dije al marido de aquella mujer que creíamos que habíamos obtenido la victoria. ¡La habíamos obtenido! Al día siguiente, luego de un breve rato de oración y de ungimiento, ella se levantó, con victoria y triunfo, y regresó una vez más a su hogar para
estar con sus amantes seres queridos: su esposo y sus hijos. Yo supe cuál fue el momento en que el espíritu malo salió del cuerpo. Estuve consciente del momento en que quitó las garras de su pobre alma. Yo comprendí que la fe del Señor Jesucristo había sido dada, liberada, en ese momento de victoria. Yo mismo no pude liberar la fe del Señor; si hubiera podido, con mi limitada comprensión del propósito de Dios, ella hubiera sido sanada la pri¬mera vez que oré por ella. Pero no fue sino en el momento en que el Señor, por su omnisciencia, liberó en mí la fe que me había impartido por su amor y gracia, cuando ocurrió el milagro. El hecho de que poseamos la fe, como un grano de mostaza, siempre está sujeto, no sólo a que sea impartida por Él, sino también a su control. El otro día me dijo una mujer: — Ore por mí, por favor. Tengo toda la fe del mundo. Yo sabía lo que significaban esas palabras. Oímos
esa expresión muchísimas veces. Le respondí: — Hermana, si usted tiene tanta fe, ¿por qué está enferma? Ella me miró extrañada. Luego, después de unos momentos de reflexión, se fue a orar y pedir fe, “como un grano de mostaza”. Todas las cosas son posibles para los que creen. Pero es importante saber qué es lo que usted cree. Creer que usted, aparte de la gracia de la fe impartida, posee un poder que puede mover monta¬ñas es en realidad algo peligroso. Conozco a muchos que han tratado de realizar ese programa por su propia fuerza, y tal vez basados en su propia justicia. Pero su suerte ha sido la tristeza, y no el gozo. LA HIJA DE UN VICARIO Cuando uno cree en Jesús, bueno, ¡ésa es una cosa diferente! Cuando uno cree en su presencia y en su promesa, en su poder, en su gracia y en su fortaleza, entonces va marchando por la autopista de la victoria hacia las alturas de la
En muchas oportunidades nuestros deseos son contrarios a la voluntad de Dios. Muchas veces, por nuestra ignorancia, haríamos aquello que traería tristeza en vez de gozo. Si poseyéramos la fe para usarla en cualquier tiempo y todas las veces para producir nuestros propios deseos, se ve claramente que los resultados serían desastrosos
oración que obtiene respuesta. Cuando uno mengua, Él tiene que crecer. Cuanto menos haya del yo, más hay de Él. Cuanto más crucifixión haya de la vida propia con su espíritu de orgullo, tanto más los rayos de la resurrección de su vida impartirán poder y salud a nuestra alma y a nuestro cuerpo. Hubo un culto que jamás olvidaré. Estuvo como ayudante en la campaña un querido amigo mío. Él llevó a la reunión a uno de su vicarios, un piadoso clérigo, llamado Hobbs. Este querido hermano tenía una hija, que había sido devuelta de una de las más famosas clínicas a su hogar para que muriera allí. En lo que concierne a la ciencia, ya no había esperanza. Así que estos dos clérigos trajeron a esa mujer a la reunión cuando el dolor que tenía era tan agudo que se hallaba bajo la influencia de los calmantes. Tenía que tomarlos para poder vivir, pues el dolor y el sufrimiento eran insoportables. Ella se sentó en una gran silla acolchada y rodeada con almohadas. El campo deportivo estaba lleno, no sólo de personas, sino con la presencia del Señor. Hacia el fin del servicio, sentí que algo raro, que ahora se me ha hecho familiar, entró en mi corazón. Literalmente me derretí en su divina Presencia. Me volví hacia un pastor que estaba 9
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Mi corazón, y el de ella, se llenaron de una ola de gloria procedente del cielo. Cuando coloqué de nuevo mi mano sobre su niñita, comprendí que sus días de inválida habían terminado. Ella saltó sobre sus pies. ¡Fue sanada!
sentado cerca y le dije: “El Señor está en este lugar, y yo creo que Él va a realizar un milagro esta noche que va a sacudir la reunión con la manifestación de su poder”. Tan pronto como hube dicho estas palabras, sentí que se me impartía la fe a favor de la mujer enferma. No me detuve. Caminé hasta estar junto a mi amigo y le pedí que orara conmigo por la hija de su vicario. El me agarró la mano y dijo: “Hermano mío, yo puedo sentir la presencia de Jesús en este culto de una manera en que nunca antes en mi vida la he sentido. Siento que Él va a hacer un milagro esta noche”. ¡Y lo hizo! Sobre el pobre cuerpo fatigado y enfermo de esa muchacha, fue colocada la mano divina; y ella descansó en los Brazos Eternos. Pudimos ver la corriente de salud que volvió a sus mejillas. Ella no murió. ¡Vivió, y vive aún hoy como un testimonio viviente del poder de nuestro maravilloso Señor! Un año después, cuando de nuevo visité el mismo edificio, me paré en el mismo sitio donde el Señor 10
me había visitado aquella noche. Al estar de pie allí, recordé lo que yo había estado haciendo y lo que había sucedido en el momento en que Él me impartió la fe de la cual carecía mi propio y pobre corazón. Esa es la razón por la que digo que la fe es un don de Dios. Uno no la posee para utilizarla a voluntad, sino para el propósito para el cual la da y permite que uno la tenga. Permítaseme repetir. El nos da la fe necesaria para todas las cosas que están en conformidad con su bendita voluntad. Esa fe primero es dada, y luego crece como un fruto del Espíritu. Pero con respecto a la fe que mueve montañas, que vence las enfermedades y destruye todas las barreras con milagroso poder, aún sostengo que tal fe es posible sólo cuando es impartida, y eso cuando está en conformidad con la voluntad del Salvador. Así que, ponga usted toda su confianza en Jesús, pues su socorro sólo viene de Él. Apóyese fuertemente en el pecho del Maestro, pues sólo cuando usted está en contacto con Él puede beber de la dulzura de su pre-
sencia; y no permita que el diablo lo lleve a creer en el poder de sus propias hazañas espirituales, porque sin el Hombre del Calvario, usted no puede hacer nada. Confíe en Él cuando la fe sea retenida, y alábelo cuando le sea dada. Recuerde que Él “todo lo hace bien”. Usted y yo andaríamos desatinadamente y vagaríamos por el sendero, si no fuera por su mano que restringe y retiene, y si no fuera también por su abundante provisión para todas nuestras necesidades. Las cosas que a usted le parecen buenas hoy, pudieran estar vestidas con el manto de la tristeza mañana. Cuánto mejor es permitir que Él haga su voluntad en usted, y no que usted trate siempre de hacer lo que quiere con Él. Ese es mi mensaje. ¡Lo único que vale es Jesús! Sólo Jesús. El Cristo del Calvario, que es el Dador de toda buena dádiva y de todo don perfecto, también es el Autor y Consumador de la fe en usted. Regocíjese en el amor que no lo abandonará. Esté feliz en la presencia de un Amigo que lo conoce a usted mejor que usted mismo. ¡Y qué gozo más grande podrá haber que el de poseer aquella fe que es la fe de Dios!
ESTA NOTA FUE TOMADA Y ADAPTADA DEL LIBRO LA FE REAL EDITORIAL VIDA
Las 10 cosas que Dios no te preguntará
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Dios no te preguntará los metros cuadrados de tu casa; te preguntará a cuánta gente recibiste en ella.
Dios no te preguntará que modelo de auto usabas; te preguntará a cuánta gente llevaste en él.
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Dios no te preguntará la marca de ropa que está en tu placard; te preguntará a cuántos ayudaste a vestirse.
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Dios no te preguntará que tan alto era tu sueldo; te preguntará si lo ganabas honestamente.
5 Dios no te preguntará cuántos amigos tenías; te preguntará cuánta gente te consideraba su amigo.
Dios no te preguntará cual era tu título; te preguntará si hiciste tu trabajo utilizando tu capacidad al máximo.
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Dios no te preguntará por el color de tu piel; te preguntará por la pureza de tu interior.
9 Dios no te preguntará con cuántas personas compartiste este mensaje; simplemente te preguntará si te dio vergüenza hacerlo.
Dios no te preguntará en qué barrio vivías; te preguntará cómo tratabas a tus vecinos.
Dios no te preguntará por qué tardaste tanto en buscar la salvación; te llevará con amor a su casa en el cielo, y no a las puertas del infierno.
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La Palabra Justa...
“Cuando soy débil, entonces soy fuerte” Por José M. Martínez
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l apóstol Pablo se vio afectado por un «aguijón», esto es, una forma de sufrimiento prolongado, intenso y que limitaba su ministerio. No sabemos con exactitud qué era esta espina, aunque todo apunta a una enfermedad crónica, posiblemente relacionada con la vista. En esta nota no vamos a centrarnos en el qué del aguijón, sino en cómo lo afrontó el apóstol, en especial cómo consiguió encontrar fuerzas en medio de su situación de sufrimiento. La primera reacción de Pa-
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blo fue lógica y natural: le pide al Señor que le quite el aguijón. Ante una situación de sufrimiento es legítimo pedir que Dios lo elimine si es su voluntad. Hasta el Señor Jesús mismo pidió al Padre que «si es posible, pase esta copa de mí, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya». Pablo oró «tres veces», expresión que no hay que tomar de forma literal sino que más bien significa «numerosas veces». Sin embargo, la respuesta a esta oración ferviente y prolongada no es la liberación, sino la provisión de
lo necesario para vivir con gozo su situación de sufrimiento crónico. ¡Dios no le quita, le da! Esta idea es esencial para comprender cómo ve Dios nuestros aguijones. Para nosotros la «solución» consiste en eliminar el problema. La visión de Dios, sin embargo, es muy distinta: para Él lo más importante no es la ausencia de sufrimiento, sino su presencia en medio de este sufrimiento y los recursos que tal presencia conlleva. ¿Cuáles son estos recursos? La respuesta viene en dos frases, cada una de las cua-
les alude a sendos recursos para aceptar el aguijón: la gracia y el poder. De hecho, ambas están íntimamente relacionadas porque el poder -o fortaleza- es una consecuencia de la gracia. Observemos, ante todo, el énfasis del texto en el origen divino de ambos recursos. Lo que en español aparece como un simple adjetivo posesivo «mi», en el original, su traducción literal sería: «el poder de mí» y la «gracia de mí», buscando resaltar su procedencia. Este énfasis confirma nuestro argumento: hay unos recursos que trascienden la capacidad del ser humano, van más allá de cualquier técnica psicológica o de medidas sociales. Son los recursos que vienen de Dios y que sólo se consiguen a través de una experiencia espiritual.
crónico es un largo camino, tortuoso a veces, difícil. Pero ahora tenemos ante nuestros ojos el final del trayecto: «mi gracia», esta gracia que no es un frío concepto teológico, sino el poder de Dios operando de formas muy concretas en la persona y en sus circunstancias. La gracia nos lleva ante la majestad misma de Dios porque, como escribió Tomás de Aquino: «La gracia es, ni más ni menos, que un cierto principio de gloria en nosotros». Cabe preguntarse por qué Dios le responde a Pablo de forma tan escueta. ¿Qué pueden hacer cinco
palabras ante tantos años de lucha interior, de sufrimiento inexplicable? Parece legítimo deducir que Dios, con su rotunda brevedad, quiere enfatizar que hay un solo camino para la victoria final ante el aguijón. Podemos parafrasear la frase de Jesús a Marta y aplicarla a la gracia: «Afanado y turbado estás por el aguijón, pero una sola cosa es necesaria. Te basta mi gracia». ¿Qué significa, entonces, esta expresión «mi gracia te es suficiente»? Y, sobre todo, ¿cómo influye en la aceptación del aguijón? Tal como señalan algunos
GRACIA: «MI GRACIA TE ES SUFICIENTE» Estamos ante una de las frases más luminosas de toda la Biblia. Esta afirmación, tan breve como poderosa, ha sido fuente de consuelo a miles de creyentes afligidos por debilidades y pruebas. Ahí tenemos el meollo de la lucha contra el aguijón. Esta era la lección fundamental que Pablo necesitaba aprender. La palabra «gracia» se alza majestuosa en medio del pasaje. Estamos aquí tocando la cúspide de la montaña. El sufrimiento 13
La Palabra Justa... comentaristas, la palabra gracia aquí alude a «la ayuda del Espíritu Santo que viene como parte del favor inmerecido de Dios». Así pues, no estamos sólo ante el precioso don de Dios que un día nos salvó, sino ante el inmenso caudal de ayuda práctica que Dios nos proporciona cada día. La gracia es el conjunto de recursos sobrenaturales que vienen de Dios gratuitamente y que nos permiten luchar contra el aguijón con un poder divino. Ahí radica la diferencia esencial entre la persona creyente y la no creyente al afrontar el sufrimiento: en sus recursos. La situación de aguijón puede ser la misma, pero el creyente tiene unos medios de los que carece la persona sin una fe personal en Dios. Más adelante consideraremos estos valiosos instrumentos que la gracia contiene. ¿En qué sentido la gracia es suficiente? Pablo recibe justo lo necesario para que la aceptación sea «de buena gana» (2 Corintios 12:9) y «con gozo» (2 Corintios 12:10). No se trata de soportar el aguijón o de sobrevivir en medio de la prueba. Esta actitud no es suficiente. Mal asunto cuando aceptamos las espinas a regañadientes, sólo porque no hay más remedio. Dios no quiere esta aceptación forzada más cercana a la resignación. El nivel de suficiencia que Dios pide es mucho 14
más alto: Él no quiere hijos «gruñones», sino «más que vencedores» en expresión memorable de Pablo (Romanos 8:37). PODER: «PORQUE MI PODER SE PERFECCIONA EN LA DEBILIDAD» La segunda frase viene introducida con un «porque». Se trata de una explicación que amplia la afirmación anterior. Probablemente Pablo -hombre que ya antes había sido transformado por la gracia divina en otras facetas de su vida- no necesitaba esta aclaración, ¡pero nosotros sí! El Señor no se limita a decirle que se conforme con su gracia, como si fuera una orden. La frase no está en imperativo: «te ordeno que...». Dios no es un déspota autoritario. Cual padre que busca no sólo consolar, sino también convencer, le ofrece un argumento poderoso. La persona en lucha con su aguijón necesita explicaciones que son imprescindibles para una aceptación genuina. Por ello la exhortación va acompañada de una explicación convincente: «Mi poder se perfecciona en la debilidad». Aquí radica el secreto que nos ayuda a entender por qué la gracia de Dios nos basta. No es sorprendente que este pasaje se haya convertido en escudero inseparable y fuente de inspiración permanente para todos los que sufrimos a causa de un aguijón.
LA GRAN PARADOJA: «CUANDO SOY DÉBIL, ENTONCES SOY FUERTE» Por pura lógica, una debilidad es un obstáculo para cualquiera, una limitación. Así concebía Pablo su aguijón al principio. La lección que el apóstol debe aprender ahora es que Dios piensa exactamente al revés. No se trata sólo de que la espina no estorba al Todopoderoso, sino que precisamente es ahí -en la debilidad- donde el Señor puede manifestar su poder. Y aún es más, este poder divino se perfecciona, se hace «completo», en esta debilidad. Por ello Pablo afirma: «...por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades para que repose sobre mí el poder de Cristo» (2 Corintios 12:9). Nos ayuda a entender esta paradoja una ilustración que Jesús mismo utilizó. Él dijo de sí mismo «yo soy la
luz del mundo... la luz en las tinieblas resplandece» (Juan 8:12; Juan 1:5). La luz de Cristo puede brillar con mucha más intensidad en mis momentos de oscuridad, en la penumbra del dolor. Es en «la noche oscura del alma», que empezamos a comprender esta gran paradoja: en el túnel sombrío de mi aguijón -cuando soy débil- la luz de Cristo alcanza su máximo fulgor porque nada la enmascara. Entonces soy fuerte porque cuanto mayor es la oscuridad, tanto más brilla Su luz. En realidad, esta idea apunta a un tema trascendental que va mucho más allá del problema del aguijón. Contiene un principio vital en la relación del ser humano con su Creador. Un gran obstáculo para acercarse a Dios es sentirse fuerte, autosuficiente. Las fantasías de omnipotencia -el deseo de ser como Dioshan sido una constante en la historia de la humanidad desde que Adán y Eva fueron tentados y cayeron en este pecado de la autosuficiencia. La soberbia, una de las causas principales de nuestra rebeldía contra Dios, es un gran estorbo para la fe. ¿Por qué? Porque suele acentuarse cuando todo nos va bien en la vida, haciéndonos sentir «muy importantes». Si uno cree que es un semi-dios, entonces no hay lugar para el Dios verdadero en su corazón. Por el contrario, un sentimiento
de debilidad, ya sea físico, moral o existencial suele ser terreno abonado para la fe en Dios y para que su poder se manifieste. Por supuesto, no siempre es así. Encontramos notables ateos que sufrieron mucho, como Nietzsche, atormentado por el aguijón lacerante de una terrible enfermedad que le llevó a la locura. No obstante, detrás de la frase «yo no necesito a Dios» se escon-
y brillantes en todas las áreas del conocimiento humano que han tenido una profunda fe en Dios. Pero en otro sentido, sí, la fe es para los débiles, para los que se sienten «pobres» -primera bienaventuranzaal contemplar su pequeñez y su miseria delante de la grandeza y la santidad de Dios. Jesús mismo nos lo aclara de forma rotunda cuando dice: «Los sanos no tienen necesidad de médi-
Si uno cree que es un semidios, entonces no hay lugar para el Dios verdadero en su coraz’’’on. Por el contrario, un sentimiento de debilidad, ya sea físico, moral o existencial suele ser terreno abonado para la fe en Dios y para que su poder se manifieste
de muchas veces el pecado de la iglesia de Laodicea: la soberbia. «Tú dices, Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; pero no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo» (Apocalipsis 3:17). ¿Concluimos, entonces, que la fe es sólo para los débiles? Si entendemos por «débiles» a personas con poca capacidad intelectual, de inteligencia pobre, entonces la respuesta es claramente no. Hay ejemplos rutilantes en la Palabra de Dios y en la historia de hombres y mujeres con un intelecto privilegiado, líderes destacados
co, sino los enfermos. No he venido a llamar justos, sino pecadores al arrepentimiento» (Lucas 5:31-32). ¿Quiénes son los débiles a los que va dirigido el Evangelio? Los que comprenden que son pecadores. Este tipo de debilidad moral y existencial es el reverso del orgullo y la autosuficiencia; es la humildad que tuvo que aprender Pablo precisamente a través de la experiencia del aguijón. El propósito de su espina era prevenir la arrogancia, «para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente» (2 Corintios 12:7). ESTA NOTA FUE TOMADA DEL SITIO WEB PENSAMENTO CRISTIANO
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La Palabra Justa...
BASTA DECIR UNA GRAN VERDAD, PARA QUE TODOS SE RÍAN PENSANDO QUE ES UN CHISTE.
Lo que vale es la intenci ón
Después de o la colecta en alient la iglesia, un l e ha bla con el pa n o c individuo s e a d stor: ia pu b le m s o le D r is pe p ig ns n e, la Pa Si e dr d e, pe ro por equivo tín billete de 10 cación puse un el bole 0 pesos en la sople ana, en iones: y ñ iz a charola, en r un a m o de n c 10 u c . s lugar de ¿P u Es t a r od e t ría usted devo ca d tas ins cia? lverme la dife pel cer el. a ip leer es is e renv t s p ap esita ga e - No, hijo m ción al e, usted nec S o s te n c ío , e lo ir qu d e se da a Dios rd en quita. ya no se le f u e r t e e l s e to r n a v e a. p t a is Bu p t l en n e o, e es d . Si . pe r o ro u o c s qu t n c e por lo men do ite a u ba en el cielo un tar a su olor azul, vis gerente de s saldo de 90 pe os me reconozcan su volr c l a a a e sos a mi favo e u m Ta it q m o poco, porque o Si t che , vis r. lo que allí se b o ga d ne rojo gro, necesita a o u so p s n e toma en cuen la n s s o in e c Si te nc n a io r it ne c ta s, y su intenc na a colo ión fue dar r, mente 10 pesos. Si tom sí que haga u lo so o c la e a d u n t a d , a m e n te. cambia e no hay o n l t e ia u o inmed ien, si el pap ed, por lo q mo cult st b Aclaración Ahora ada mal en u ta a este mis is n s a y a o h n no qu e s para En momentos en que el avión que ha perdido los razone a próxima. an motores y cae en picada un pastor se levanta y la sem dice: “Ya no queda nada que hacer más que orar ra o para que vayamos al cielo”. Un pasajero entonces h a le b a H le responde: “Pues dese prisa, ¡porque vamos en regunta: p z e ju l e ara samiento p ca l vo dirección contraria!” e ti o te m n Dura ga un ien que ten hable u e lg u a q y , a h re b - Si cele oda no se cual se Los miserab que esta b pre, tras lo m e si les ra a p e ll tos. ri ca g o a a st te ahora ro p e u q z vo a Un hombre escucha un ovio. le escribe a sted es el n Dios: “Neces peradamente - Cállese, u ito deses10 0 pesos. Po r favor, Seño dame. Pone ‘El Cielo’ com r, ayúo dirección de y la echa al s el en p eo r la l bu te carta a zó n a n. m La s e misiva es ab D muy especial minuto ierta en una oficina de co iares y donde il , m a si fa s le rr eos, cuyos ca empleados de ja, lo de la ig ritativos ciden hacer un liz pare dos para Al salir a colecta. Re pesos y se la o a la fe los recién casa ij a d n n u e ún b n s en 80 en r o a c ví to an s n la a a co b p n la nota: “¡ im ha amor!”. Al dí De Dios con se aprox ado indiscreto a siguiente un enta: m o c it amigos y v o a nueva cart la sucursal: “G os. Un in uentra a su lad a llega a racias, amad fea? felicitarl o Señor, por enc almente a e m s re i pe e s e u ti ci q responder ón ia a v . Pe n o o ro n s r cr la eo e p que debes sa ue ! miserables de ber que esos parece q s mi hija la oficina po - ¿No le en, esa e bía que v stal se han qu jo co n e 20 m pe e a so s lp s” o ú edado . c n is , - ¡D erdad nto de v e si o ¡L ! el padre dre! usted era asa? ¡Soy la ma p le é u - ¿Q
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¡No se desanime!
Pastor... siempre habrá alguien que necesita su mensaje Por C. Neil Strait “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me voy y os preparo lugar, vendré otra vez y os tomaré a mí mismo, para que donde yo esté, vosotros también estéis”. Juan 14:1-3
R
ecuerdo algo que William Barclay escribió a los predicadores: “Recuerden, siempre estará presente alguien con el corazón quebrantado”. Hace un tiempo me acordé de estas palabras y me hicieron pensar. Al reflexionar en ellas, recordé que cada pastor tendrá a alguien escuchando lo que Dios le ha dado para compartir. Realmente es un pensamiento que nos anima. Muchas veces permitimos que la voz de nuestros críticos, o la apatía de algunos oyentes, destruyan nuestra motivación y preparación. Pero, pastor, ¡siempre habrá alguien que necesita oír lo que usted tiene que decir! Cuatro tipos de personas asisten a su iglesia.
Para ellas, usted es el eslabón a las Buenas Nuevas y a la esperanza. Que las necesidades de esas personas -y el apoyo de ellas- lo animen.
El primero es el tipo que mencioné: personas con corazones quebrantados, personas heridas, solitarias y cargadas de problemas. ¡Ellas lo necesitan! Necesitan lo que Dios quiere decirles a través de usted.
Un tercer tipo de personas que asisten a su iglesia son las familias nuevas, los nuevos cristianos, gente que busca respuestas a los retos y confusión de la vida. ¡Esas personas lo necesitan! Necesitan un
El segundo tipo de personas que asisten a su iglesia son las buenas y fieles. Son gente positiva, optimista, útil y que lo apoya. Ellos aman a su pastor, dan sus ofrendas, oran por la iglesia, sirven y evangelizan. Son la “sal de la tierra”. ¡Esas personas lo necesitan! Necesitan su amor y ánimo para desarrollar todo su potencial. Ellas esperan escuchar lo que Dios les dirá a través de su predicación y ministerio. Permita que el apoyo y el hambre de tales personas lo animen.
mensaje de Dios. Necesitan que el evangelio las desafíe y guíe. Permita que la búsqueda de ellas le dé ánimo para su ministerio. Que le sirva de aliento la confianza que tienen las personas en usted. Un cuarto grupo también asiste a su iglesia: los críticos, la gente que tiene influencia y los pensadores negativos. Ellos también necesitan su ministerio. Quizá estos no lo motiven tanto como los otros tres grupos, pero Dios tiene un mensaje para ellos, ¡a través de usted! Él se los ha entregado. Ministrarles, evangelizarlos y ayudarlos harán que usted se ponga de rodillas, y eso lo hará un mejor pastor. Pastor, anímese al saber que tres de cuatro grupos de personas quieren escuchar el mensaje de Dios que usted tiene que dar. Esto debe ser suficiente para mantener la cabeza en alto y el corazón dócil y abierto. Así que, pastor… ¡no se desanime! ESTA NOTA FUE TOMADA Y ADPATADA DEL LIBRO PASTOR... ¡NO SE DESANIME! CNP EDITORIAL
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La Palabra Justa...
Consejos prácticos
Las pequeñas zorras Por Pr. Jorge Ferlito
Estaba predicando y de pronto dije algo que no tenia registrado en mi mente: “Tu carácter determina tu ministerio”. Luego que lo dije pensé: “Metí la pata, ¿que dije?” Fue así que analizando esto, me di cuenta que EL CARACTER, LAS REACCIONES que tenemos, son las que harán crecer tu ministerio o lo terminarán sepultando. La Palabra dice: “No le deis lugar al diablo”. Cada vez que notés que tu carácter no se sujeta a la Palabra de Dios... ¡alerta... peligro! Aunque sean pequeñas cosas no las permitás, acercate a Dios, resistí a tu carácter, a tu carne. Esas reacciones en vez de ser una solución son parte del problema, las pequeñas zorras son las que echan a perder la viña. ¡Atrapémoslas!.
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Para meditar...
Por José Carlos Enríquez Díaz
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a siguiente nota está compuesta por textos bíblicos de meditación y consuelo, para tiempos de prueba. Son pasajes que pueden estar presididos por la palabra de Pablo: “Dad gracias en todo, porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:18). Citas que el autor nos ofrece, para que podamos dar gracias a Dios en medio de las pruebas de la vida. GOZARME EN LA PRUEBA Considerad como gozo colmado, hermanos míos, el estar rodeados de pruebas de todo género. Tened en cuenta que al pasar por el crisol de la prueba, vuestra fe produce paciencia, y la paciencia alcanzará su objetivo, de manera que, seáis perfectos y cabales, sin deficiencia alguna (Santiago 1:2). He rogado tres veces al Señor para que apartase esto de mí, y otras tantas me ha dicho: “Te basta mi gracia
ya que la fuerza se pone de manifiesto en la debilidad”. Gustosamente, pues, seguiré presumiendo de mis debilidades, para que habite en mí la fuerza de Cristo (2 Corintios 12:8-10). Así pues, quienes mediante la fe hemos sido puestos en camino de salvación, estamos en paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por la fe en Cristo hemos llegado a obtener esta situación de gracia en la que vivimos y de la que nos sentimos orgullosos, esperando participar de la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que hasta de las tribulaciones nos sentimos orgullosos, sabiendo que la tribulación produce paciencia; la paciencia produce virtud sólida, y la virtud sólida, esperanza (Romanos 5:1-5). Por tanto, hermanos míos queridos y añorados, vosotros que sois mi gozo y mi corona, manteneos firmes en el Señor, queridos. Encarecidamente ruego a Evodia y a Síntique que se pongan de acuerdo como
corresponde a creyentes. Y a ti, compañero fiel, te ruego que las ayudes, pues, se batieron conmigo por el evangelio, junto con Clemente y el resto de mis colaboradores, cuyos nombres están escritos en el libro de la vida. Estad siempre alegres en el Señor: os lo repito, estad alegres. Que todo el mundo os conozca por vuestra bondad. El Señor está cerca. Que nada os angustie; al contrario, en cualquier situación presentad vuestros deseos a Dios orando, suplicando y dando gracias. Y la paz de Dios que supera cualquier razonamiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos por medio de Cristo Jesús (Filipenses 4:1-7). RESISTIR EN LA PRUEBA Dichoso el hombre que aguanta en la prueba, porque, una vez acrisolado, recibirá la corona de la vida que el Señor prometió a los que lo aman (Santiago 1:12). Aunque él da una gracia 19
La Palabra Justa... H e ro g a S e ñ o r d o t r e s ve c es al para q e s to d u e ap e ar t a s e ha dic mí, y otras ta ho ya que : “Te basta ntas me mi gra la fue r c manif iesto e za se pone ia de n la d G u s to ebil sa presum mente, pue idad”. s , s e gu iendo de s , p ir ara qu de mis debil é e ha b id fu er z a aite d 12:8 -1 e Cristo (2 en mí la 0). Corint ios
mayor y por eso dice: Dios resiste a los soberbios, pero concede su favor a los humildes. Por tanto, someteos a Dios, pero resistid al diablo, que huirá de vosotros (Santiago 4: 6-7). Únicamente os pido que llevéis una vida digna del evangelio de Cristo. Y tanto si voy a visitaros y lo veo, como si estoy lejos y oigo lo que se dice de vosotros, permaneced firmes, unidos en un mismo Espíritu, luchando todos a una por la fe del evangelio. No os dejéis atemorizar lo más mínimo por los enemigos, pues Dios ha dispuesto que lo que para ellos es señal de perdición, para vosotros lo sea de salvación. A vosotros en efecto, se os ha concedido la gracia, no sólo de creer en Cristo, sino también de padecer por él, sosteniendo el mismo combate en el que me habéis visto empeñado y que, como sabéis continuo sosteniendo (Filipenses 1:27-30). Por tanto, también nosotros, ya que estamos rodeados de tal nube de tes20
tigos, liberémonos de todo impedimento y del pecado que continuamente nos asedia, y corramos con constancia en la carrera que se abre entre nosotros (Hebreos 12:1). APRENDER EN LA PRUEBA Vivid con sobriedad y estar alerta. El diablo, vuestro enemigo, anda como león rugiente buscando a quien devorar. Enfrentaos a él con la firmeza de la fe, sabiendo que vuestros hermanos dispersos por el mundo soportan los mismos sufrimientos. Y el Dios de toda gracia, que os ha llamado a su eterna gloria en Cristo, después de un corto sufrimiento os restablecerá, os fortalecerá, os robustecerá y os consolará. Suyo es el poder por siempre. Amén (1 Pedro 5:8-11). Y termino pidiendo que el Señor os conforte con su fuerza poderosa. Revestíos de las armas que os ofrece Dios para que podáis resistir a las asechanzas del diablo. Porque nuestra lucha no es contra adversarios de carne y hueso, sino contra los principados, contra las potestades, contra los que dominan este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal que tienen su morada en un mundo supraterreno. Por eso debéis empuñar las armas que Dios os ofrece, para que podáis resistir en los momentos adversos y superar todas las dificultades
sin perder terreno. Estad, pues, en pie, ceñida vuestra cintura con la verdad, protegidos con la coraza de la rectitud, bien calzados vuestros pies para anunciar el evangelio de la paz. Tened embrazado en todo momento el escudo de la fe con el que podáis apagar las flechas incendiarias del maligno; usa el yelmo de la salvación y la espada del espíritu, que es la palabra de Dios (Efesios 6:10-19). Por eso es necesario que atendamos más y más a las enseñanzas recibidas, no sea que nos extraviemos. Porque, si la palabra enseñada por ángeles resultó firme, y toda trasgresión y desobediencia fue justamente castigada ¿cómo escaparemos nosotros, si no aprovechamos una salvación como esta? Una salvación que inaugurada por la predicación del Señor, nos ha sido garantizada por los que la oyeron, mientras Dios apoyaba su testimonio con signos, prodigios y toda clase de milagros, y con dones del Espíritu Santo distribuidos según Su voluntad (Hebreos 2:1-4). Velad, permaneced firmes en la fe; sed hombres, sed fuertes. Cuanto hagáis hacedlo con amor (1Corintios 16: 13-14). CONFIAR EN DIOS EN LA PRUEBA Así pues, incluso los que sufren según la voluntad de
Dios deben encomendarse fuertes e irreprochables al creador, que es fiel y no como consagrados delandejar de practicar el bien (1 te de Dios nuestro Padre Pedro 4:19). (1Tesalonicences 3:12-13). No perdáis, pues, esta con- Así pues amados míos, fianza, que os proporcio- vosotros que siempre me nará una gran recompen- habéis obedecido, hacedlo sa. Pues tenéis necesidad también ahora que estoy de perseverar, para que, ausente, incluso con mayor cumpliendo la voluntad de empeño que si estuviera Dios, alcancéis la promesa presente, y esforzaos con (Hebreos 10:35). santo temor en lograr vuesLa fe es el fundamento de tra salvación. Que es Dios lo que se espera y la prueba quien, más allá de de lo que no se ve. Por ella obtuvieron nuestros antepasados la aprobación de Dios (Hebreos 11:1-2). Y que o el Dios de t Os he dicho todo esto, s ha ll o da g am rac gloria para que podáis enconen Cris ado a su et ia, e r na co r to to, de sp su trar la paz en vuestra cerá, o frimiento o ués de un s s unión conmigo. cerá y for talecerá restable , o s ro o s co n b u s te so Suyo e En el mundo encons el po lará. d A e m én ( trareis dificultades y 1 Pedr r por siemp o 5:8 -1 re. 1). tendréis que sufrir, pero tened ánimo, yo he vencido al mundo (Juan 16:33). IRREPRENSIBLE EN LA PRUEBA Por tanto, queridos, mientras esperáis estos acontecimientos, procurad vivir en paz con Dios, limpios e irreprochables ante él, considerando como salvación la paciencia de nuestro Señor (2 Pedro 3:14). ¡Que el Señor os haga crecer y sobreabundar en un amor de unos hacia otros y hacia todos, tan grande como el que nosotros sentimos por vosotros! En fin, que cuando Jesús, nuestro Señor, se manifieste junto con todos sus elegidos, os encuentre interiormente
vuestra buena disposición, realiza en vosotros el querer y el actuar. Hacedlo todo sin murmuraciones ni discusiones. Seréis así limpios e irreprochables; seréis hijos de Dios sin mancha en medio de una generación mala y perversa, entre la cual debéis brillar como lumbreras en medio del mundo, manteniendo con firmeza la palabra de vida, para que el día en que Cristo se manifieste, pueda yo enorgullecerme de no haber corrido o trabajado inútilmente. Y aunque tuviera que ofrecerme en sacrificio al servicio de vuestra fe, me
alegraría y congratularía con todos vosotros. Por lo mismo alegraos también vosotros y regocijaos conmigo (Filipenses 2: 12-18). AMAR EN LA PRUEBA Ante todo, amaos intensamente unos a otros, pues el amor alcanzará el perdón de muchos pecados. Practicar de buen grado unos a otros la hospitalidad (1 Pedro 4: 8-9). Amaos de verdad unos a otros como hermanos y rivalizad en la mutua estima. No seáis perezosos para el esfuerzo; manteneos fervientes en el Espíritu y prontos para el servicio del Señor. Vivid alegres por la esperanza, sed pacientes en la tribulación y perseverantes en la oración. Compartid las necesidades de los creyentes; practicad la hospitalidad. Bendecid a los que os persiguen; bendecid y no maldigáis. Alegraos con los que se alegran; llorad con los que lloran. Vivid en armonía unos con otros y no seáis altivos, antes bien poneos al nivel de los sencillos. Y no seáis autosuficientes. A nadie devolváis mal por mal; procurad hacer el bien ante todos los hombres. Haced lo posible en cuanto de vosotros dependa, por vivir en paz con todos. No os toméis la justicia por vuestra mano, queridos mas dejad que Dios castigue, pues dice la escritu21
La Palabra Justa... ra: “A mí me corresponde la justicia; yo daré su merecido a cada uno”. Esto es lo que dice el Señor. Por tanto, si tu enemigo tiene hambre dale de comer; si tiene sed, dale de beber. Actuando así harás que enrojezca de vergüenza. No te dejes vencer por el mal; antes bien, vence el mal a fuerza de bien (Romanos (12:10-21). Sois elegidos en Dios, pueblo suyo y objeto de su amor; revestíos, pues, de sentimientos de compasión,
Po rqu e mom e geras son la ntáneas y li qu e , a s tribu cambio lacion c au d a es l e te r n , n o s p re p a ra o rable de glo e inconme n un n su ria; a n hemo s pue s o to la e sotros que en las speran co s a s z a , no qu e s e en las ve q cosas ue no se ve n, sino n, qu les, pe e se ven so pues las n te m ro las po qu e t e r na s (2 Co e no se ven rarintios s 4: 15 -1 on 8).
de bondad, de humildad, de mansedumbre y de paciencia. Soportaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga motivos de queja contra otro. Del mismo modo que el Señor os perdonó, perdonaos también vosotros. Y por encima de todo, revestíos del amor que es el vínculo de la perfección. Que la paz de cristo reine en vuestros corazones; a ella os ha llamado Dios para formar un solo cuerpo. Y sed agradecidos (Colosenses 3:12-15). 22
SABER LA VERDAD EN LA PRUEBA Y no sólo esto, sino que hasta de las tribulaciones nos sentimos orgullosos sabiendo que la tribulación produce paciencia; la paciencia produce virtud sólida y la virtud sólida, esperanza. Una esperanza que no engaña porque, al darnos el Espíritu Santo, Dios ha derramado su amor en nuestros corazones (Romanos 5:3-5). Porque todo esto es para vuestro bien; para que la gracia, difundida abundantemente en muchos, haga crecer la acción de gracias de Dios. Por eso no desfallecemos; al contrario, aunque nuestra condición física se vaya deteriorando, nuestro ser interior se renueva de día en día. Porque momentáneas y ligeras son las tribulaciones que, a cambio, nos preparan un caudal eterno e inconmensurable de gloria; a nosotros que hemos puesto la esperanza, no en las cosas que se ven, sino en las que no se ven, pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas (2 Corintios 4: 15-18). Sabemos en efecto que aunque se desmorone esta tienda que nos sirve de morada terrenal, tenemos una casa hecha por Dios, una morada eterna en los cielos, que no ha sido construida por mano de hombres. Y por eso precisamente
suspiramos, deseando ardientemente ser revestidos de esa nuestra morada celestial, supuesto que en tal momento estemos vestidos y no desnudos. Porque los que vivimos en esta tienda corporal suspiramos angustiados, pues revestidos para que lo mortal sea absorbido por la vida. Y el que nos ha preparado para ese destino es Dios, el mismo que nos ha dado en prenda el Espíritu. Así pues, en todo momento tenemos confianza. Sabemos que, mientras habitamos en el cuerpo, estamos lejos del Señor, y caminamos a la luz de la fe y no de lo que vemos (2 Corintios 5:1-7). Esta es la razón de mis sufrimientos; pero yo no me avergüenzo, pues sé en quien he puesto mi confianza y estoy persuadido de que tiene poder para asegurar hasta el último día el encargo que me dio (2 Timoteo 1:12).
pe or la es legres p tes en la a id iv V ien s ed pac s en la ranza, verante sida e s r e p y e c n e ió n c s la tribu ar tid la . Comp tes; prac ticad n ió c ra o en los los crey decid a de s de ad. Ben decid y no d li a it p la hos en; ben los que se persigu n qu e o s raos co g le lloran. A áis. los que n o maldig c d ra otros y o n ll o ; c n uno s alegra ía n o p oneo s m r n na tes bie n a Vivid e , s seáis o altiv s . Y no no seáis sencillo s lo e d al nivel ientes. fic autosu
Por José Carlos Enríquez Díaz
Un gran ejemplo...
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s bueno observar la actitud de los pájaros ante la adversidad, pasan días y días haciendo su nido, recogiendo materiales, mucho de ellos traídos desde larguísimas distancias, y cuando esta terminado y listo para poner sus huevos, las inclemencias del tiempo, la mano del hombre o las obras de algún animal, destruye y tira por el suelo lo que con tanto esfuerzo logro. ¿Qué hace un pájaro? ¿Se lamenta? ¿Se paraliza? ¿Abandona su tarea? ¡De ninguna manera! VUELVE A EMPEZAR Una y otra vez vuelve a empezar hasta que en el nido aparecen los primeros huevos. Hay veces, que antes de que nazcan los pichones, algún animal, o una tormenta vuelve a destruir el nido, pero esta vez con su precioso contenido. Aun así el pájaro, jamás retrocede, sigue construyendo y lo que es más hermoso, jamás deja de cantar. ¿Sintió que alguna vez su vida, su trabajo, su familia, sus amigos no son lo que siempre soñó? ¿Le dieron ganas de decir… ¡BASTA!, no vale la pena el esfuerzo, esto es demasiado para mí? ¿Se canso de volver a empezar, una y otra vez, con el desgaste de la lucha diaria, de la confianza traicionada, de las metas no alcanzadas cuando estaba a punto de lograrlo? Por más que la vida lo golpee, no se entregue nunca. No se preocupe si en la batalla sufre una herida, es de esperar que algo así suceda. Junte los pedazos de su esperanza, ármela otra vez y... ¡vuelva a empezar! No importa lo que pase, vuelve a reconstruir tu nido. La vida es un desafió constante, pero vale la pena aceptarlo y sobre todo... ¡nunca dejes de cantar!
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La Palabra Justa...
rrige Quien ama, co
Por Sonia Luna
H
ebreos 12:5-8 dice: “Y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él; Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y
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no hijos”. Aquí nuestro Dios como padre nos exhorta, nos instruye como a hijos que ama y nos disciplina. Cuando eres disciplinado por tu padre, es una confirmación de que eres hijo, de que eres amado y de que tu padre se interesa y se preocupa por tu formación integral. INSTRUIR Proverbios 22:6: “Enseña al niño el camino en que debe andar, y aún cuando sea viejo no se apartará de él”.
Amar, instruir y disciplinar, tres acciones fundamentales que interactúan constantemente en una educación responsable y de acuerdo a los principios que Dios ha establecido de los padres para con sus hijos siendo nuestro Padre el mejor ejemplo de cómo educar a un hijo.
¿Cuál es ese camino? El camino del bien y no del mal, de vida y no de muerte, de salvación y no de perdición, camino de integridad, de amor y misericordia. Leemos en 1 Reyes 2:1-3 que cuando “llegaron los días en que David había de morir, ordenó a Salomón su hijo, diciendo: Yo sigo el camino de todos en la tierra; esfuérzate, y sé hombre. Guarda los preceptos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y observando sus estatutos y mandamientos, sus decretos y sus testimonios, de la
manera que está escrito en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y en todo aquello que emprendas”. La instrucción es integral y comienza como todo, en el Señor, de lo pequeño a lo grande. De las cosas pequeñas para llegar a las grandes. Además de aprender a amar a Dios, de enseñarle cánticos, sus primeras historias bíblicas, mandamientos básicos como no mentir y el respeto a la propiedad ajena, necesita aprender a través de lo que es su entorno actual el concepto de autoridad y obediencia. Es necesario que primero vaya reconociendo quienes son sus autoridades visibles, para que pueda obedecer a las que no ve. Recuerda que si tiene una imagen correcta de su padre terrenal al cual respeta, obedece y confía, entenderá más fácilmente y confiará en su Padre celestial. La enseñanza de buenos hábitos y costumbres, así como darle algunas pequeñas tareas dentro de la casa con su respectiva instrucción, ayudará a tanto a la obediencia como a crear hábitos de trabajo y responsabilidad. No debemos subvalorarlos y pensar que son muy pequeños, siempre encontraremos algo adecuado a su edad para despertar ese espíritu de servicio, trabajo y responsabilidad. La mayoría de las enseñanzas incluyen el establecimiento de normas o reglas
a cumplir, las cuales deben ser instituidas cuidadosamente, deben ser legítimas y sostenibles, deben tener sentido, y deben hacerse cumplir. También debe haber un equilibrio en el cual no haya un exceso de reglas arbitrarias establecidas por conveniencia o capricho de los padres y no para beneficio de los hijos, o por el contrario, un hogar sin reglas en donde el niño no tiene límites, crea una sensación de inseguridad y libertinaje. DISCIPLINAR Proverbios 13:24: “El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano lo corrige”. La mayoría de padres cristianos sabemos que la disciplina es parte de la educación y formación integral de nuestros hijos y que Dios nos responsabiliza por la misma, no obstante no todos los hijos ni todas las faltas cometidas
requieren el mismo tipo de disciplina. La diferencia entre castigo y disciplina, es que el castigo se aplica al acto de desobediencia que pasó, es una forma de pagar por la falta cometida. La disciplina se aplica en función del futuro con el propósito de controlar la repetición de las mismas acciones. Disciplinar no es anular el carácter de su hijo sino formarlo y encauzarlo dentro de los principios de Dios. Hebreos 12:11: “Ciertamente, ninguna disciplina, en el momento de recibirla, parece agradable, sino más bien penosa; sin embargo, después produce una cosecha de justicia y paz para quienes han sido entrenados por ella”. Disciplinar tampoco es formar juicio contra nuestros hijos diciéndoles lo que son, sino confrontándolos con lo que han hecho; si él está mintiendo y le decimos “eres un mentiroso”, lo estamos juzgando y atacando directamente, en cambio si le decimos, “lo que tú dices no es verdad”, lo estamos confrontando y dando la oportunidad de rectificar o reconocer su error. Evitemos palabras que puedan herir o marcar su vida o afectar su autoestima como “eres un tonto”, “inútil” o “no me sirves para nada”. Palabras que minimizan, insultan y humillan que definitivamente contristan al Espíritu Santo y producen daños permanentes en el alma de 25
La Palabra Justa...
nuestros hijos. Efesios 4:29 “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.” “Proverbios 19:18: “Corrige a tu hijo mientras hay esperanza, pero no desee tu alma causarle la muerte”. Es importante ser firmes y aplicar la disciplina cuando se ha quebrantado una norma previamente establecida y se ha dado la instrucción correcta. Es significativo evitar las continuas amenazas como: “si sigues haciendo eso te voy a corregir”, pero esa corrección nunca llega. Cuando no somos firmes en cumplir lo que hemos establecido, lo único que logramos es indiferencia, falta de respeto e inseguridad en 26
nuestros hijos. Los niños y los jóvenes necesitan saber que tienen límites ya que eso aunque no sea nuestra primera impresión, les da seguridad de que se los ama y que nos interesa lo que hagan con su vida. Proverbios 22:15 dice: “La necedad es parte del corazón juvenil, pero la vara de la disciplina la corrige”. No tengas recelo o temor de aplicar disciplina por el medio designado por Dios. Él ha dado lineamientos claros para que podamos cumplir los propósitos y los planes que tiene para nuestros hijos. Proverbios 23:1317 aclara: “No escatimes la disciplina del niño; aunque lo castigues con vara, no morirá. Lo castigarás con vara, y librarás su alma del Seol. Hijo mío, si tu corazón es sabio, mi corazón también se me alegrará; y se regocijarán mis entrañas cuando tus labios hablen lo que es recto. Corrige a tu hijo y te dará descanso, y dará alegría a tu alma”. AMAR Como padres tenemos muchas maneras de demos-trar el amor y hacer sentir amados a nuestros hijos. El amor en todas sus expresiones es tan necesario como la disciplina y la instrucción. Es más, es el ingrediente que las amalgama. La corrección y la instrucción hechas con amor y paciencia siempre darán un buen resultado. Proverbios 23:12 nos dice:
“Aplica tu corazón a la instrucción y tus oídos a las palabras del conocimiento”. El amor además de abrazos y besos, también se traduce en otros dos ingredientes importantísimos que son el tiempo y la buena comunicación. No podemos instruir, disciplinar ni expresar nuestro amor, sino invertimos tiempo en ello y establecemos una buena comunicación. Tiempo para abrazar, tiempo para compartir, tiempo para jugar, no dependiendo del estado de ánimo, sino como algo que se anhela y desea naturalmente. Todos como padres anhelamos hacer un buen trabajo respecto a la responsabilidad que Dios nos ha dado en cuanto a la formación de nuestros hijos y también sabemos que sólo tenemos una oportunidad para hacerlo. Busquemos ser un buen ejemplo siendo mejores cristianos, viviendo lo que predicamos, enseñamos y exigimos; amémoslos, enseñémosles, disciplinemos, dediquémosles el tiempo para escucharlos y compartir con ellos de tal manera que podamos ver como realmente están caminando en el camino que deben andar y no se han apartado de él.
ESTA NOTA FUE TOMADA DEL SITIO WEB MINISTROS www.ministros.org
Dios quiere el control sobre el 100% de nuestras vidas. El 99% no es suficiente.
E
l deseo de Dios para sus hijos es que seamos totalmente apartados para Él. “Toda olla en Jerusalén… será consagrada a Jehová de los ejércitos” (Zacarías 14:21). Dios no debe ser limitado a los domingos, a los momentos devocionales, o a las conferencias sobre una vida
cristiana más profunda. Él es el Dios de todos los días, en la cocina al igual que en el santuario, en la cancha de fútbol, así como también en el altar. De manera similar, en mi vida no puede haber áreas privadas a las cuales el Señor no tenga acceso. Si hago una separación entre mi Dios y
mi negocio, estoy cometiendo un lamentable error. No debo repetir el error de Saúl de mantener una parte de la propiedad de Dios para mí mismo (1 Samuel 15:9). La santificación debe ser total, completa, llegando incluso hasta las “ollas y sartenes” de la cocina. 27
La Palabra Justa... No puedo decir, “Señor salva mi alma, pero deja mi mente y mi corazón en paz”. No puedo ofrecerle mi espíritu, pero retener el derecho de usar mi cuerpo como yo desee. No puedo sentar a Jesús en la sala de mi vida, pero cerrarle el acceso a mi estudio, al comedor, o a mi dormitorio. Pablo oró por los creyentes de Tesalónica: “Que todo vuestro ser, tanto espíritu, como alma y cuerpo, sean guardados sin mancha” (1 Tesalonicenses 5:23). ¡Eso significa toda nuestra vida, completa y total! El escritor F. B. Meyer confesó que durante un tiempo se quedó con la llave de un área en su vida sin permitirle acceso a Dios. No fue hasta que “entregó la llave” que él experimentó
paz, y no fue hasta que esa área fuera limpiada que él disfrutó de poder. Dios quiere tener una amistad íntima conmigo. Él quiere hacer de cada área de mi vida algo asombroso tal y como hizo que fuera Betel para Jacob (Génesis 28:17). Él quiere ser el amo de mis pensamientos, así como también de mis emociones, instintos, y aun de mi subconsciente. Cuando se cumple todo eso, mi vida será radiante con su presencia abundante.
TOMANDO DEL LIBRO CELEBRANDO A DIARIO CON EL REY EDITORIAL UNILIT
Él quiere ser el amo de mis pensamientos, así como también de mis emociones, instintos, y aun de mi subconsciente. Cuando se cumple todo eso, mi vida será radiante con su presencia abundante. 28
Predique con el ejemplo...
LAS PALABRAS SUSURRAN. LOS HECHOS GRITAN. CUANDO USTED LE ENSEÑA SOBRE LA VERDAD A SUS HIJOS, ¿SUSURRA O GRITA?
R
ecibí una carta de un hombre, hace unos cuatro o cinco años. Me explicó que había ido al pueblito donde vivo, y había estado dando vueltas hasta encontrarme. Me observó mientras llevé a mis hijos a un restaurante, y me siguió un rato por el pueblo, a la farmacia, a la heladería, etc., todo sin darse a conocer. Me escribió: “Quería ver si usted vive lo que predica”. Y sépalo o no, usted también está bajo observación. Las cosas que usted hace, sea a propósito o por casualidad, comunican poderosamente sus convicciones de lo que es bueno o es malo, de la moralidad y la inmoralidad. Lamentablemente un gran porcentaje de nuestros jóvenes no puede identificar a
ningún adulto como héroe o modelo de una vida exitosa. Con razón tan pocos de los jóvenes de hoy pueden ordenar sus ideas acerca de lo bueno y de lo malo; no tienen nadie a quien seguir, nadie a quien imitar, nadie que demuestre convicciones firmes y normas elevadas del comportamiento moral. Tengo un amigo que se llama Juan; su hijo se llama Marcos. Juan es hombre de pocas palabras; su hijo también. El padre parece estar más cómodo cuando tiene las manos en los bolsillos del pantalón; igual sucede con el hijo. Juan es un mecánico habilidoso; a Marcos le fascinan los automóviles. Su padre nunca le ha explicado o enseñado estos comportamientos; pero los ha mostrado constante-
mente, aun sin pensarlo. Si usted desea transmitir valores bíblicos a sus hijos, debe ejemplificar esos valores en su propia vida. Si usted desea que su hijo, o alumno, o amigo acepte la idea de que hay normas absolutas de lo bueno y de lo malo, que algunas cosas son buenas para todas las personas, en todas las épocas, en todos los lugares, debe hacerle ver que usted mismo lo cree. No puedo pensar en nada que sea más detestable para un joven que un hipócrita. Y créame que hay muchos hipócritas. Muy pocos de nuestros jóvenes dice que sus padres frecuentemente “admiten cuando no están en lo correcto o se han equivocado”. Un estudio indica que nuestros hijos ven nuestros 27 29
La Palabra Justa... errores con bastante claridad; lo que pocas veces ven son padres tan abiertos y honestos como para admitir sus propios fracasos, buscar el perdón y seguir esforzándose por mejorar. No digo que usted tenga que vivir una vida perfecta ante su hijo, sino sencillamente una vida coherente, una vida que sea modelo, que ejemplifique las normas bíblicas. Los padres que se quejan de los niños del vecindario que pisotean su césped y sus flores, tendrían que dejar su nombre y número de teléfono en el parabrisas del auto que rayan con el carrito en el estacionamiento del supermercado. Quien enseña a niños y jóvenes a ser honestos no debe “olvidarse” de declarar cada centavo que gana en su declaración de impuestos. El pastor que predica en contra de la inmoralidad sexual debería evaluar lo que mira por televisión a la luz de esas convicciones. Por varios años tuve la oportunidad de hablar en cierta iglesia. Poco antes de una de esas visitas la iglesia había recibido a un nuevo pastor. A uno de los líderes que me fue a buscar al aeropuerto para llevarme al hotel, le pregunté: - ¿Cómo anda el nuevo pastor? El hombre suspiró. – Josh, me dijo, es maravilloso tener un pastor que quiere a su esposa. Durante casi una hora el an30
ciano habló de su pastor. Jamás mencionó un sermón, no se refirió ni una vez a la habilidad del pastor para recaudar fondos; me contó del evidente amor del hombre por su esposa. Dijo que había transformado la iglesia y su propia vida. - Quiero más que nunca a
comportamiento incoherente? ¿A qué preceptos o principios divinos me resisto o desobedezco? Hay un dicho popular que casi todos hemos oído: “Tus hechos hablan más fuerte que tus palabras”. Es un buen desafío. COMPARTIR LA VERDAD
Si usted desea que su hijo, o alumno, o amigo acepte la idea de que hay normas absolutas de lo bueno y de lo malo, que algunas cosas son bue¬nas para todas las personas, en todas las épocas, en todos los luga¬res, debe hacerle ver que usted mismo lo cree. mi propia esposa, dijo. Ese pastor estaba modelando la verdad bíblica ante su gente. ¿Cómo se determina si se está modelando la idea de que hay normas absolutas de lo bueno y de lo malo? Pregúntese: ¿Qué hay en mi vida que no quiero que los demás sepan? ¿En qué manera ha demostrado mi comportamiento mi creencia en las normas absolutas de moralidad durante esta semana? ¿En qué manera he fracasado en demostrar esa creencia? ¿Le prohíbo a mis hijos un comportamiento que me permito a mí mismo? ¿Estoy abierto a la crítica? ¿Puedo pedirle a un joven que me ayude a identificar y corregir en mi vida un
El hombre o la mujer que modela la verdad será mucho más eficaz en comunicar las normas bíblicas a la próxima generación que los que internan enseñar sin ejemplificarlas. La secuencia es importante. Dios le dijo a Moisés: “Estas palabras que yo te mando estarán en tu corazón. Las repetirás...” (Deuteronomio 6:6-7). Los mandamientos deben estar en su corazón; entonces podrá enseñárselos a sus hijos. Como hemos dicho, para poder inculcar valores bíblicos en nuestros jóvenes hace falta un compromiso continuo. No se puede esperar que sea suficiente con explicarle algo a un niño una sola vez. Hay que hablar de ello al sentarnos en casa, y al andar por el camino, y al acostarnos, y al levantarnos. Recuerdo haberle preguntado a mi hija cuando comenzó a ir a la escuela: - ¿Qué aprendiste hoy? - Nada, contestó - Debes haber aprendido algo nuevo, insistí - No, dijo ella. Sólo aprendimos cosas que ya sabíamos.
Desde entonces he aprendido que esa es la respuesta que puedo esperar a esa pregunta, ya que el proceso de enseñanza y aprendizaje involucra la repetición y el repaso. Piense en su propia experiencia. Cuando su maestra le enseñó las siguientes reglas: Las palabras graves no se acentúan si terminan con “n”, “s” o vocal, pero sí llevan acento si terminan con cualquier otra consonante. Las palabras agudas se acentúan si terminan con “n”, “s” o vocal, pelo no se acentúan si terminan con cualquier otra consonante. Todas las palabras esdrújulas llevan acento... ...su maestra no hizo a un lado la regla y dio por sentado que había enseñado la lección. Durante días y semanas le dio palabras para estudiar y había que utilizar esas palabras en oraciones al hacer su tarea en casa y luego escribirlas en el pizarrón en el aula delante de toda la clase. La enseñanza de la verdad requiere un compromiso parecido. Hay que enseñar la Prueba de la Verdad y la Evidencia de la Verdad constante y repetidamente, en toda oportunidad. Me gusta aprovechar los programas de televisión, las películas, incluso los noticieros para enseñar a mis hijos la verdad y sus consecuencias. De tanto en tanto los medios de difusión muestran las consecuencias negativas. Por ejemplo, mi
hijo y yo estábamos viendo un programa de detectives en el cual dos hombres estaban sentados en un bar; uno le mintió al otro a propósito. Debido a esa mentira fue herido, encarcelado y, finalmente, perdió a su familia. Cuando terminó el programa le pregunté a mi hija: “¿Qué podemos aprender de esto? ¿Cuáles fueron las consecuencias de haber mentido?” Entablamos una conversación productiva acerca de la Evidencia de la Verdad. He usado audiencias legislativas para discutir asuntos éticos con mis hijos. He utilizado las inscripciones en las paredes para iniciar una conversación que enseñara a mis hijos la Prueba de la Verdad. Si vamos a inculcar normas bíblicas acerca de lo bueno y de lo malo en nuestros jóvenes, debemos estar alertas a las oportunidades de comunicárselos en todo momento. LA PERSONA DE LA VERDAD Hace casi veinte siglos, un alto oficial de gobierno, capacitado en política y leyes, planteó una pregunta que sigue siendo vital. De pie en su lujoso palacio, cubierto de regias ropas, preguntó: ¿Qué es la verdad? Es irónico que en ese mismo momento comparecía ante él un prisionero que era y sigue siendo la encarnación de esa palabra: Verdad. El nombre del oficial era Poncio Pilato; el nombre del pri-
sionero era Jesús, quien dijo de sí mismo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Generalmente pensamos en la verdad como una idea abstracta. Existe en nuestra mente como un principio o una cualidad. Pero la verdad no es meramente una idea abstracta. Es una Persona, y esa Persona tiene nombre: Jesucristo. No podemos separar el principio de la verdad de la Persona que la encarna. La relación con Jesucristo es el factor integrante que hace posible que no sólo se entienda la verdad, sino que se aplique a la vida y a las relaciones, a asuntos de moralidad, ética, política y a todo tipo de cosas. La persona que ha confiado en Jesucristo no sólo ha conocido la verdad; ¡la Verdad vive en ella! A no ser que comprendamos y vivamos la verdad dentro del contexto de esta relación vital con Dios, seremos legalistas. Por eso es tan importante enseñar que la verdad reside en la persona de Dios, la misma persona que desea residir en nosotros. Jesús oró: “Y yo rogaré al Padre y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre. Este es el Espíritu de verdad...” (Juan 14:16, 17). Sin el Espíritu de verdad, el Espíritu Santo, no podemos pretender vivir una vida agradable a Dios. “Y cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad” (Juan 16:13). 31
La Palabra Justa... Necesitamos enseñarles a nuestros jóvenes que cuando confían en Cristo, el Espíritu Santo de Dios realmente entra en sus vidas (Romanos 8:9; 1 Corintios 3:16). Es el Espíritu Santo quien los hace suyos y los sella para Dios, no el hecho de seguir los mandamientos (Efesios 4:30; 2 Corintios 1:21, 22). Eso no significa que Dios no desee que sigamos sus mandamientos; sencillamente significa que la obediencia es el resultado de nuestra relación con Dios, no el motivo por ella. He utilizado los siguientes pasos para explicar y guiar a mis hijos hacia una vida llena del Espíritu. Tal vez le sea útil también a usted para guiar a sus jóvenes a dejar que el Espíritu Santo se encargue de su vida. 1. CONFESAR NUESTRO PECADO (1 Juan 1:9). El Espíritu Santo no puede llenarnos y guiarnos cuando optamos por vivir independientemente de Dios. Cuando nos damos cuenta de que estamos viviendo en contra de los mandamientos de Dios, tenemos que reconocer que nuestro propio camino está mal. Podemos pedir el perdón de Dios por nuestra desobediencia. Se requiere fe y arrepentimiento para gozar de su perdón y de su amor. Recuerde: estamos completamente perdonados porque Cristo pagó el precio definitivo por nuestro pecado, con su muerte. 32
2. CONFIAR EN QUE DIOS NOS LLENARÁ Y GUIARÁ POR MEDIO DE SU ESPÍRITU. Dios nos llama a responder a su amor permitiendo que Él sea el Señor de nuestra vida y que nos llene con su Espíritu. Estar lleno del Espíritu significa que Él está dirigiendo nuestra vida y nos da su poder para resistir la tentación, tener valor, tomar decisiones correctas y afrontar todo lo que nos pasa en la vida ¿Qué debemos hacer para ser llenos del Espíritu Santo? Primero, debemos presentar cada área de nuestra vida a Dios (Romanos 12:1, 2). Debemos pedir a Dios que nos ayude a rendir cada área de nuestra vida a Él, actividades, amigos, deseos, etc., y decirle que deseamos depender de su dirección en todas las áreas. Segundo, debemos pedirle al Espíritu Santo que nos llene. Dios nos manda que seamos llenos del Espíritu Santo (Efesios 5:18). Pedir ser llenos es un claro paso de obediencia. Tercero, debemos creer que Él nos llena cuando se lo pedimos. El Espíritu Santo es un don gratuito. Dios ha prometido responder si oramos y expresamos nuestra petición de ser llenos de Él (1 Juan 5:14, 15). 3. ANDAR EN EL ESPÍRITU. Confiar en que Dios nos llene con su Espíritu no significa que nunca volveremos a equivocarnos por falta de fe o desobediencia. Pero podemos vivir más cohe-
rentemente día tras día si aplicamos estos sencillos principios: Primero, cuando nos equivocamos, debemos confesar nuestro pecado rápidamente y volvernos a Dios. Entonces debemos pedirle que nos vuelva a llenar con su Espíritu y confiar en que Él lo hará. Segundo, debemos desarrollar nuestra fe por medio del estudio de la Palabra de Dios y de la oración (Romanos 10:17). Tercero, debemos estar preparados para el conflicto espiritual con el mundo (1 Juan 2:15-17), la carne (Gálatas 5:16-21) y Satanás (1 Pedro 5:8, 9) y responder al conflicto confiando en la obra del Espíritu de Dios en nosotros y por medio de nosotros. Lo mejor que usted puede hacer por sus hijos, alumnos, nietos o amigos es presentarles la Persona de la verdad y enseñarles a vivir en el poder del Espíritu de verdad. No podemos esperar que nuestros jóvenes siempre tomen las decisiones correctas. Pero por medio de la enseñanza diligente de la verdad, podemos ayudarles a “ser un hombre de plena madurez, hasta la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13).
ESTA NOTA FUE TOMADA Y ADAPTADA DEL LIBRO ES BUENO O ES MALO EDITORIAL MUNDO HISPANO
Mejor antes, que después...
Por Jorge A. Ovando
Lógicamente son más de cuatro las cosas que se deben pensar antes de casarse, pero queremos meditar sobre cuatro que consideramos oportunas para toda pareja que se encuentra en una etapa de decisiones serias.
S
i comparamos a la pareja que se prepara para el matrimonio con un hacendado que adquiere un campo y se dispone a trabajarlo, podemos aprovechar sabios consejos de la Palabra de Dios. El libro de Jeremías 4:3 dice: “Porque así dice Jehová a todo varón de Judá y de Jerusalén: Arad campo para vosotros y no sembréis entre espinos”. El matrimonio será un terreno nuevo, desconocido para aquellos que quieren sembrarlo con buena semilla y sin espinas de por
medio. Indudablemente, estos cosecharán felicidad y armonía. Pero, ¡ay de aquellos que lanzan sus semillas al viento y ni siquiera saben dónde dará su fruto! Estos cosecharán desaliento e infortunio. Por lo tanto es necesario, antes de lanzarse a la tarea de unirse para siempre: En primer lugar, conocer el terreno: Se debe saber perfectamente qué terreno se está pisando, si hay espinas o no, si necesita ser arado o ya está listo para la siembra, si cruza un río por el medio, o si es mon-
tañoso, si se puede caminar descalzo, o si se necesitan botas de cuero. No se puede programar nada si no se tiene un conocimiento profundo de la situación. Numerosos fracasos existen por sorpresas después de la unión definitiva, y casi siempre son los mismos argumentos: “Yo no estaba preparado para esto”. “No creía que me iba a cambiar tanto la vida”. “Es una responsabilidad muy grande”. “En realidad me defraudó”. Hemos conocido casos de personas que fueron novios durante 33
La Palabra Justa... muchos años, se casaron y a los pocos meses se separaron. Antes, de internarse en una selva desconocida para explorarla se deben verificar las herramientas de trabajo, las armas, y todo el equipo que será necesario para el éxito. El noviazgo es la etapa en la cual se deben probar al máximo los elementos que participarán de la aventura conyugal. Nada puede ser dejado al azar. Todo debe ser verificado convenientemente, teniendo en cuenta y bien definidos los parámetros éticos, morales y espirituales. Lamentablemente en esta etapa muchos se cuidan y no son auténticos tratando de asegurar una relación que tarde o temprano se mostrará tal cual es. El logro del objetivo deseado dependerá en gran porcentaje del conocimiento que se tenga del terreno en el cual la pareja trabajará. Alentamos a conocer básicamente para evitar sorpresas: Pautas de comportamiento bíblico para el matrimonio, orden bíblico tanto para el hombre como así también para la mujer, orden bíblico para los hijos, cuáles serán las tareas hogareñas. Cuál será el grado de participación por parte de padres o suegros. El lugar donde vivirán: ¿Permitirá la intimidad? Posibles eventuales, que nunca faltan, y grado de compromiso con el Señor. 34
Lamentablemente en es ta etapa muchos se cuidan y no son auténticos tratando de asegurar una relación que tarde o temprano se mostrará tal cual es. En segundo lugar; arar el terreno: Ya conocemos el terreno, ahora nos disponemos a ararlo. La pareja, en la etapa de noviazgo, es la que arará el terreno y lo dejará listo para sembrar. Si tenemos en mente esta comparación nos daremos cuenta que para arar un campo se necesitan herramientas. En tiempos bíblicos los animales encargados de arar debían ser de la misma especie. Deuteronomio 22:10 dice: “No ararás con buey y con asno”. Desobedecer esta ley significaba tres cosas: que se trataba de un pagano, pobre y falto de sabiduría. Si observamos detenidamente las características de estos dos animales nos daremos cuenta que ambos eran totalmente distintos, con diferencias bien marcadas: uno era considerada animal puro y el otro, impuro. El buey era también usado para sacrificio; el asno, no, Aunque a ambos se los utilizaba en los trabajos agrícolas el asno era considerado de menor empuje y rendimiento. Si se ponían a la par dos bueyes, ¡esto sí es ser sabio! Esto nos habla de saber
quiénes son los que van a realizar el trabajo. Si los que tienen la responsabilidad de empujar van a responder en forma pareja o tendrán características tan distintas que será imposible llegar a un acuerdo. En el caso de un buey con un asno es bien notable la diferencia. Pero ¿qué pasa cuando el “buey” se disfraza de “oveja” y después de casado se descubren los cuernos? No es en vano ningún esfuerzo que se haga para evaluar la capacidad de tiro que tenga aquel que nos acompañará por el resto de la vida. ¿Resistirá la sacudida? ¿Responderá con las exigencias? ¿Tendrá el mismo empuje? Ubicarnos al lado de alguien que no sólo no podrá seguirnos en el trabajo sino que también será un estorbo, es la tragedia más grande de la vida. No sólo buscaremos identificarnos mediante afinidad espiritual, interés de por medio o atracción sexual. Se deberá tomar en cuenta fundamentalmente el llamado de Dios. Cuando Dios elige a un hombre para servirle también elige a su compañera y viceversa. En el caso de un buey con un asno es bien notable la diferencia. Pero ¿qué pasa cuando el “buey” se disfraza de “oveja” y después de casado se descubren los cuernos?
Aquí podríamos contar numerosos testimonios, pero no lo haremos, solamente concluiremos diciendo que si estás dispuesto a arar el campo preparando el terreno para casarte, cerciórate en todo que tu pareja sea la idónea. En tercer lugar, sembrar el terreno: Podemos considerar esta etapa como la mejor. Donde ya se conoce, el terreno está totalmente arado y listo para sembrar. Deuteronomio 22:9 nos da otro sabio consejo: “No sembrarás tu viña con semillas diversas, no sea que se pierda todo, tanto la seEl respeto y la fidelidad son ingredientes básicos donde se apoya la firme estructura de un hogar cristiano. milla que sembraste como el fruto de la viña”. Era penado por la ley el sembrar en un mismo campo semillas diversas. El respeto y la fidelidad a este mandato permitían un campo fértil, donde el desarrollo de la siembra era coherente y armonioso con las ordenanzas vigentes, Esto nos habla de respeto: había algo establecido que debía respetarse hasta las últimas consecuencias y también nos habla de fidelidad. Un lineamiento de conducta había sido pactado al tomar la decisión de unirse en pareja para siempre.
El respeto y la fidelidad son ingredientes básicos donde se apoya la firme estructura de un hogar cristiano. Pero también nos habla de hipocresía, falta de sinceridad o doble personalidad dentro del matrimonio. Las “semillas diversas” son las ambigüedades, las actitudes que confunden, los dobles sentimientos, las mentiras ocultas o la falta de confianza. Tratemos de sembrar una sola clase de semilla: la del amor y tendremos la garantía de cosechar abundante felicidad. En cuarto lugar. ¿Con quién casarme? A continuación transcribo once afirmaciones que fueron publicadas en “El hogar Cristiano”, en el año 1957. 1. Cásate sólo con una persona sin la cual no puedas ser feliz. Nunca te cases por casarte. 2. Cásate con un verdadero cristiano, con una persona de la misma fe. Las diferencias religiosas crecen con el tiempo. Cásate con una persona con la cual puedas juntamente orar y alabar a Dios. 3. Cásate con una persona más o menos de la misma edad. 4. Cásate con una persona que respete tu carácter y fe: nunca con una que te tiente a pecar. 5. Cásate con una persona que ha llevado una vida decente: nunca con un borracho, jugador, o adúltero.
6. Cásate con una persona que ama la vida doméstica y que ama a los niños. 7. No te cases con una persona avara, dominadora, o egoísta; esas faltas se hacen peor con el tiempo. 8. Cásate con una persona que haga sacrificios por el bienestar de la familia, sacrificios económicos, sociales e intelectuales. 9. Cásate con una persona que practique la Regla de Oro: que ama a otros como a sí mismo. Cásate con un verdadero cristiano, con una persona de la misma fe. Las diferencias religiosas crecen con el tiempo. Cásate con una persona con la cual puedas juntamente orar y alabar a Dios 10. Cásate con una persona más o menos de la misma condición social, de la misma educación: con una persona cuyas costumbres te agradan. 11. Cásate con una persona que trate bien a los pobres y a los ignorantes, a todos los que necesitan su ayuda. ¡Cásate en el nombre de Cristo! ¡Invítalo a tu hogar! ¡Entonces tendrás una vida feliz!
ESTA NOTA FUE TOMADA Y ADAPTADA DEL LIBRO EL MEJOR REGALO PARA UN SOLTERO EDITORIAL UNILIT 35
La Palabra Justa...
UNA PIZCA DE HUMOR
Leyes Inexorables - Cuando necesites abrir una puerta con la única mano libre, la llave estará en el bolsillo opuesto. - La única vez que la puerta se cierra sola, es cuando has dejado las llaves adentro. - Cuando tengas las manos llenas de grasa, te comenzará a picar la nariz. - Cuando las cosas parecen ir mejor, es que has pasado algo por alto. - Si mantienes la calma cuando todos empiecen a perder la cabeza, sin duda es porque no has captado la gravedad del problema. - Los problemas ni se crean, ni se resuelven, solo se transforman. - Legarás corriendo al teléfono justo a tiempo para oír como cuelgan. - Si solo hay dos programas de televisión que valgan la pena de ser vistos, los dos estarán a la misma hora en diferentes canales. - Después de la larga cola en el banco, y el deseo enorme por conseguir un baño, llegara a su casa y el mismo estará ocupado. - La probabilidad de que te manches comiendo, es directamente proporcional a la necesidad de que tengas que estar limpio. - Todo cuerpo sumergido en la bañera hará sonar el teléfono. - La velocidad del viento aumenta proporcionalmente al precio del peinado. - Cuando tras años de haber guardado una cosa sin usarla decides tirarla, no pasara más de una semana que la necesites de verdad. - Siempre que llegues puntual a una cita no habrá nadie allí para comprobarlo, y si por el contrario llegas tarde, todo el mundo habrá llegado antes que tú. - No tomes tan a la tremenda la vida, al fin y al cabo no saldrás vivo de ella.
Todo el material de humor gráfico de LA PALABRA JUSTA, está tomado de LA CHAVETA CRISTIANA, de Pablo Giovanni y Dante Gebel. Editorial Peniel.
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n vista de nuestras abrumantes necesidades en esta área, quizá sea sorprendente la poca enseñanza que recibimos hoy sobre el tema del amor. No obstante, hay muchos capítulos en el Nuevo Testamento que están dedicados enteramente a dicha materia; y resulta claro, aun llevando a cabo un examen rápido de las instrucciones de Jesús a sus discípulos, que cualquier cosa que hagamos o pensemos debe estar edificada sobre un fundamento de amor: primeramente a Dios, y luego a los hermanos. Por ejemplo, en Juan 13:34, 35 leemos: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos
con los otros”. Y en Juan 15:9, dice: “Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor”. ¡Qué verdad tan asombrosa! Es precisamente porque somos amados, y porque sabemos que lo somos, que podemos amarnos unos a otros. Al amarnos los unos a los otros mostramos que somos discípulos de Jesús. Estamos ofreciendo un cuadro en miniatura del amor de Jesús por nosotros, para que el mundo pueda comprender. (Este es otro aspecto del chisme y de los celos que consumen a la iglesia cristiana. Estamos dando un reflejo muy pobre del amor que Jesús profesa a los hombres). El amor es el distintivo del verdadero cristiano; sin embargo, si pensamos que dicho amor vendrá a nuestra vida fácilmente, estarnos cometiendo un
grave error. Hay dos ideas extremas que son corrientes hoy: una, que el amor es producto de una enseñanza y una disciplina extensas; y otra, que es el resultado natural de un encuentro profundo con el Espíritu Santo. Esta segunda idea está muy extendida; y sin embargo, mientras nos hacemos cristianos maduros debemos estar preparados para atravesar “tiempos secos”. Estos son momentos valiosos, ya que nos permiten aprender por nosotros mismos que la verdad cristiana es mayor que nuestros propios sentimientos. No te dejes descarriar por el dicho tan popular de que si sientes que algo está bien, lo está. En efecto, desde hace bastantes años los discos de éxito, las películas y novelas románticas han estado diciendo que mientras dura el sen37
La Palabra Justa... timiento todo va bien; pero que tan pronto este muere es hora de seguir caminando. La fe cristiana ciertamente ofrece mucho gozo, amor y profunda satisfacción; pero obra en el sentido contrario: Haz lo bueno y los sentimientos seguirán. Aquí hay otro problema del que necesitamos estar conscientes. Algunos cristianos encuentran tan tentador el hecho de estar tan seguros de lo que está bien, que empiezan a establecer la ley. Con frecuencia es difícil ser al mismo tiempo firme y amoroso. A. W. Tozer lo expresa de esta manera: El distinguir una carga espiritual de una irritación religiosa requiere mucho cuidado y un verdadero conocimiento de nosotros mismos. A menudo, las acciones realizadas en un espíritu de irritación religiosa tienen consecuencias que sobrepasan por mucho lo que hubiéramos podido imaginar. Es más importante que mantengamos una actitud correcta hacia los otros que el que los convirtamos a nuestra manera de pensar, aun si nuestra manera de pensar es correcta. A Satanás poco le importa si nos descarriamos siguiendo una falsa doctrina o si meramente nos amargamos; de ambas formas él gana. ¿Sabes lo que quiere decir Tozer con cristianos “amargados”? Son aquellos que, 36 38
a menudo, tienen una buena comprensión de la doctrina y un análisis claro de la situación; pero a los que parecen faltarles benignidad y paz. Cualquier seguidor de la religión puede experimentar una irritación religiosa: Recuerdo una de las primeras reuniones en la que alguien se levantó bruscamente y comenzó a gritar objeciones a lo que estaba sucediendo. Cuando más tarde hablé con él parecía que le hubieran tocado su “vaca sagrada”. Es muy fácil tener razón de la manera incorrecta. El apóstol Santiago enfrentó este asunto directamente: “¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; Porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa. Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía” (Santiago 3:13-17). Igual que es fácil juzgar a otros, es fácil ser cínico. (Cinismo: Desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de algunas acciones. Insolencia, obsceni-
dad descarada). HAZ LO QUE YO DIGO, NO LO QUE YO HAGO Miramos alrededor de nosotros a nuestros hermanos cristianos y vemos con demasiada claridad cuán por debajo están de los principios que profesan; y, a menos que permanezcamos en Cristo, confiando en él, orando, adorando, leyendo su Palabra, abriéndonos a su amor, es probable que caigamos en la trampa del cinismo. Leemos el Sermón del Monte, estudiamos la enseñanza de Cristo acerca del amor, ¡y luego nos volvemos hacia nuestra iglesia local y vemos con tanta claridad la codicia disfrazada de censura, la ambición velada en miembros importantes, la forma predominante de esconder la envidia y la inseguridad! ¡Oh sí, todo eso está ahí! Resulta muy simple ver las contradicciones de la gente al hablar y burlarse de ella; olvidando que la comunicación es un arte y que no todo el mundo es un pensador perfecto con el don de expresarse a sí mismo. Cuando la gente ora, Dios mira el corazón, sin importar cuán torpes puedan ser sus oraciones. Las burlas baratas son eso: baratas. Por favor, cuídate de tener un espíritu cínico en cualquier área. No seas cínico
con ningún pretexto; ni siquiera contigo mismo. Por cada cristiano que tiene problemas con el orgullo, sospecho que hay otro cuya opinión de sí mismo es tan baja que le impide ver que Dios es más grande que sus faltas. Tozer ofrece algo de buen juicio sobre el tema: En este mundo de corrupción hay un verdadero peligro de que el cristiano serio pueda reaccionar excesivamente en su resistencia al mal, convirtiéndose en una víctima de esa arraigada enfermedad de los religiosos: el cinismo. La constante necesidad que tiene de ir en contra de la tendencia generalizada puede fácilmente hacer que se desarrolle en él una amarga costumbre de hallar faltas que le convierta en un crítico implacable de las maneras de otros hombres. Lo que hace que este espíritu cínico sea particularmente peligroso, es que el cínico, por lo general, tiene razón. Sus análisis son precisos, sus juicios correctos; y, sin embargo, a pesar de todo eso, está equivocado: terrible y patéticamente equivocado. Como cura para la amarga actitud de encontrar faltas, recomiendo que se cultive la costumbre de la acción de gracias. La acción de gracias tiene magníficos poderes curativos; y un corazón agradecido no puede ser cínico.
EL AMOR A LA MANERA DE JESÚS Una parte esencial del amor es el servicio generoso; del tipo que se preocupa, no por su propia categoría social, sino por el bienestar de otro. Jesús ofreció una vívida ilustración de este tipo de amor en la Última Cena, una ocasión en la cual cada palabra y gesto deben haber sido saboreados y memorizados por los apóstoles. Después de dar el pan y la copa, se levantó, se quitó sus prendas externas y se ciñó una toalla alrededor de la cintura. Luego, echó agua en una palangana y comenzó a lavar los pies de sus discípulos. Ese era el tipo de trabajo que realizaba normalmente un siervo o un esclavo de la familia. Lucas cuenta que en la Cena, los discípulos habían comenzado a reñir sobre cuál de ellos era el mayor; y Jesús les dijo: “Sea el mayor entre vosotros como el más joven, y el que dirige, como el que sirve” (Lucas 22:26). Así que, como un siervo fue a cada uno de los discípulos; pero cuando llegó a Simón Pedro, Simón se negó, hasta que Jesús le explicó que a menos que estuviera preparado para aceptar aquello no podría ser uno con Él. Entonces Pedro aceptó con gusto el servicio de Cristo. Yo creo que Simón Pedro se negó al principio por orgullo. Jesús estaba desafiando todas sus suposi-
ciones acerca del honor y de la posición mediante el trabajo que realizaba. Esas cosas, a los ojos de Simón, no se hacían. Sabía que tenía la clase de personalidad que otros seguirían, y esperaba con impaciencia la posición y el respeto del mundo como mano derecha de Jesús. Pero su orgullo llegaba más profundo todavía. Requiere un cierto grado de humildad consentir que otros hagan cosas por uno; y quizá, negándose a dejar que se le lavaran los pies, Pedro estaba traicionando su sentimiento de que no necesitaba a Cristo. Esta es una de las piedras de tropiezo frecuentes para aquellos que se encuentran cerca del reino: el admitir que tenemos necesidad de salvación parece un reconocimiento de fracaso; y desde luego lo es. Resulta tan fácil ser rígidamente formal y esconder nuestras necesidades del mundo. Algunas veces ofreceremos nuestra ayuda a otros; pero moriremos antes que admitir que necesitamos ayuda nosotros mismos. No obstante, lo que quiero subrayar es el tipo de servicio que Cristo nos enseña. Hoy la mayoría de las iglesias tienen el pan y la copa; pero a menos que tengamos también la toalla, es probable que nuestra adoración sea una parodia de la presencia de Jesús. Si llegamos a la mesa del Señor para hacer memoria de su 39 37
La Palabra Justa... muerte, pero no dispuestos a servirnos unos a otros, a amarnos y a procurar el bien del otro, hay algo que no marcha bien. No estoy hablando de la clase de servicio que te hace acreedor de aceptación y respeto -como el que los fariseos acostumbraban a realizar-, sino más bien del tipo del cual sólo Dios sabe y que sólo Él honra. EL AMOR PRODUCTO DE LA DISCIPLINA A medida que nos abrimos al Espíritu Santo, Él nos dará compasión e imaginación para que veamos lo que se necesita hacer. Pero nuestra obediencia a los impulsos del Espíritu Santo es un asunto de la voluntad. Puede que pienses: “¡Ajá! Sabía que esto llegaría. Aquí es donde empieza lo difícil”. En cierto modo estoy de acuerdo, hay diferentes avenidas hacia la gracia, y entre ellas se encuentran la enseñanza y la autodisciplina; pero en esto nuestra naturaleza humana juega una parte, ya que somos criaturas de hábitos. Habrás descubierto esto a tus propias expensas, si has tratado alguna vez en serio de liberarte de una determinada práctica que te avergonzaba, como los pensamientos impuros por ejemplo. Sin embargo, con el poder interior que proporciona el Espíritu Santo que mora en nosotros, es posible cultivar 38 40
actitudes de generosidad y desinterés. Las primeras veces resultará muy difícil; pero se va haciendo algo más fácil gradualmente. En un principio, cuando trates de amar a aquellos que te son desagradables, con toda seguridad fracasarás; y te verás tentado al desaliento. Luego, empezarás a ver dignidad allí donde sólo habías percibido necedad; o integridad allí donde únicamente te parecía existir falta de honradez. Del mismo modo, si te presentas temprano para poner las sillas de una reunión, al principio será difícil no insinuar que fuiste tú quien lo hizo; sin embargo, la mayoría de las veces, el “dar sin calcular el costo” llega a ser, por lo menos en algunas áreas, tu práctica corriente. El amor expresado en este servicio generoso ayudará realmente a producir la unidad entre los creyentes. Los trabajos se hacen, las personas solitarias e inadaptadas llegan a sentirse queridas, el ministro o pastor y otros líderes se encuentran seguros y apreciados. La iglesia entera se hace más generosa y más dispuesta para la alabanza y la adoración. Pablo lo expresa de la siguiente manera: “No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley” (Romanos 13:8).
EL AMOR DISFRAZADO DE LEGALISMO Por el contrario, la amargura y el legalismo dividirán rápidamente una comunidad cristiana. Personalmente, creo que el legalismo es hoy una de las mayores plagas de la iglesia: No hagas esto, o aquello; especialmente el domingo. Sospecho que más jóvenes creyentes han sido destruidos por el legalismo que por ninguna otra cosa. Desde luego, debe haber reglas y principios en la vida de la iglesia; pero si juzgamos a otros como faltos de espiritualidad porque no siguen nuestro conjunto de reglas en particular, estamos cometiendo un grave error. El amor cumple la ley. En el momento en que tratas de guardar todas las leyes del Antiguo Testamento te expones a caer en extremos. La mayoría de las sectas falsas han tomado sus normas de conducta y sus reglas -fuera de contexto- del Antiguo Testamento, sin comprender que la piedra angular debería ser el amor. Una vez que empezamos a seguir todas las leyes del Antiguo Testamento deberíamos adoptar prácticas tales como el Año del Jubileo, según la cual, aquellos de nosotros que poseemos tierras habríamos de devolvérselas a sus antiguos propietarios cuando dicho año llegara. ¡Del mismo modo bastantes de no-
sotros tendríamos que ser apedreados hasta la muerte! Deberíamos estar más bien agradecidos de que la ley del Antiguo Testamento haya de resumirse en la enseñanza neo-testamentaria acerca del amor. (Por favor, advierte que no estoy sugiriendo que se pueda descuidar el Antiguo Testamento. El Antiguo Testamento es la crónica de los tratos de Dios con su pueblo; Jesús lo citó extensamente; y tú no llegarás a una plena comprensión del Nuevo sin verlo como el cumplimiento del Antiguo). El amor es algo a largo plazo. Cuando hay nuevos cristianos en la iglesia los alimentamos y les damos nuestro cuidado y amor de forma especial; pero cuando alguien ha sido parte de la comunidad durante doce o quince años, parece que pensamos que, ya que llevan tanto tiempo caminando con el Señor, no se ofenderán tan pronto si les ignoramos o hacemos comentarios mordaces acerca de ellos; o si les exigimos cosas irrazonables. Seguramente su fe es tan fuerte que rápidamente alabarán al Señor cuando no son apreciados o sus dones pasan inadvertidos. Sin embargo, la gente no se vuelve menos vulnerable al ir haciéndose mayor; y puede incluso llegar a ser más propensa a la desesperación o la depresión. También, algunas veces necesitarás años y años de
dar amor y aceptación pacientes hasta poder realmente infundir confianza y sentido de valor personal en alguien que ha sido destruido por el rechazo o el fracaso pasados. EL AMOR DE CORINTIOS 13 Muchos de estos pensamientos se pueden encontrar en forma concentrada en 1 Corintios 13, el Monte Everest de este principio del Amor. Todos los cristianos deberían aprender este capítulo de memoria. Por favor, mantenlo abierto a tu lado mientras lees el resto de esta nota. Dicho capítulo merece mucho estudio con la ayuda de un comentario bueno y completo; pero, por el momento, considera lo siguiente: El amor es paciente. Además de constituir una parte esencial de la naturaleza completa del amor, la paciencia puede ser asimismo algo profundamente impresionante para los no cristianos. Es fácil amar durante media hora. El hogar es un área en la cual la paciencia del amor es imprescindible. Aquellas de ustedes que son madres sabrán cuánta gracia se necesita para vivir con los hijos y el esposo. (Mi esposa tiene mucha de esa gracia, ¡yo soy una persona bastante desordenada!). El amor es bondadoso. La simple bondad y benignidad se encuentran poco en nuestros días. La bondad
no consiste solamente en ir por ahí con una sonrisa tonta en la cara; sino más bien en el ejercicio de la imaginación que Dios te ha dado para ver cómo se sienten los otros e idear lo que es probable que necesiten. A menudo, la gente viene a verme después de una reunión y me preguntan qué pueden hacer para avanzar en la vida espiritual. Un método para ello es memorizar la Escritura, empaparse de la Palabra de Dios. Otro consiste en tener una comunión buena e íntima y hablar los asuntos. Dicha comunión significa, entre otras cosas: dar libremente, estar listo para pedir perdón, olvidar la justa indignación. Si surgen dificultades entre ti y otro cristiano, concentra tu mente en la supremacía del amor y de la unidad, si hay implícito un importante asunto de moralidad o de principios espirituales, el amor y la unidad son todavía más necesarios. Esta es un área de nuestra vida donde sí necesitamos un lavado de cerebro: amor, amor, amor en todo. El amor es mi meta. Yo sé que necesito otros muchos dones en mi vida cristiana; pero mi objetivo principal es el amor.
ESTA NOTA FUE TOMADA Y ADAPTADA DEL LIBRO ¡NO VUELVAS ATRÁS! EDITORIAL BETANIA 41 39
La Palabra Justa...
El perdon nos
hace
E
l evangelista Lucas ve otro tipo de relación entre el perdón y la Cruz de Cristo. No es la cruz la intermediaria del perdón sino Jesús, que en la cruz da el más emotivo ejemplo de perdón. Jesús ruega por los que le crucifican: “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lucas 23,34). En estas palabras deja Jesús una herencia de amor y perdón para que nosotros sigamos su ejemplo. Su conducta tiene carácter ejemplar. En la mentalidad de Lucas, Jesús, cabeza de nuestra fe, nos precede con su ejemplo para que nosotros le sigamos e imitemos. Esta oración nos enseña cómo podemos y debemos perdonar sin pensar nunca que las exigencias del perdón son excesivas, algo por encima de nuestras fuerzas. En la oración de Jesús está la clave del éxito en el perdón. Si oramos repitiendo estas palabras: “Padre perdónalos”, no pensaremos que estamos cumpliendo una exigencia que está por encima de las posibilidades de nuestra voluntad.
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libres
Esa oración es más bien una manera de dirigirnos al Padre y de ver en Él la verdadera motivación de nuestro perdón. Esta oración nos libera también del poder de los hombres; en efecto, ella pone distancias entre nosotros y los demás al mismo tiempo que nos hace comprender las razones de su comportamiento. Cuando algunas personas nos hieren y nos ofenden, no saben en realidad muchas veces lo que hacen. Nos hieren porque ellas mismas están heridas, porque padecen complejos de inferioridad y la única manera de hacerse notar y sentirse superiores es pinchar y molestar. En realidad son ellas las únicas perjudicadas. Pero si yo repito las palabras de Jesús en la cruz no necesito saltar por encima de mi indignación y dominarme. Para sentirme capaz de perdonar me basta con no considerar al ofensor como un enemigo sino simplemente como una persona que se siente ella misma herida. Perdonar a esa
persona no significa por mi parte un gesto de debilidad sino una manifestación de mi libertad y fortaleza. Por el contrario, si no perdono, el otro sigue ejerciendo poder sobre mí, es él quien determina mi manera de pensar y sentir. El perdón me libera de ese poder extraño porque el otro ya no es un adversario sino un individuo herido y obcecado, incapaz de obrar de otra manera. Incluso en el caso de que llegara a crucificarme no ejercería poder sobre mí. Así lo sintió Jesús en la cruz. Los hombres pudieron hacerle sentir exteriormente los efectos de su maldad pero no pudieron llegarle a lo más profundo de su interior donde él seguía orando por ellos con una oración que les hacía transparente su obcecación y su ignorancia. En los Hechos de los Apóstoles cuenta Lucas cómo los discípulos se comportaban de la misma manera que Jesús. Por ejemplo en el caso de Esteban, que muere con las mismas palabras de Jesús en los labios. Oraba mientras era apedreado.
Quienes lo posean verán a Dios
Un corazón limpio Por Marcelino Ortiz
¿Quién podrá decir: Yo he limpiado mi corazón, limpio estoy de mi pecado? Proverbios 20:9
U
na mujer es sorprendida en el lecho mismo, cometiendo adulterio. ¿La recuerdan? Moisés, el gran legislador había dado órdenes que en una situación así, las tales fueran lapidadas. La traen hasta Jesús y sin más preámbulo le dicen: “Señor, esta mujer ha sido tomada en el lecho mismo, cometiendo adulterio, y, como tú sabes, Moisés ordenó que las tales fueran apedreadas”. Jesús, mientras los escucha, escribe con su dedo en la tierra. Guarda enigmático silencio, silencio que ellos perturban con su insistencia: “¿Tú qué dices?” Por toda respuesta, Jesucristo les dice: “El que de ustedes esté sin pecado, arroje contra ella la primera piedra”. ¡Ni una palabra más! Y continúa escribiendo en tierra. Minutos más tarde levanta la cabeza y no ve a nadie más sino sólo a la acusada.
Abre su boca y le pregunta: “Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te ha condenado?” Porque “comenzando por los más viejos y hasta los más jóvenes”, todos se van porque se saben y reconocen pecadores. La Biblia dice: “Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios”. DIOS BUSCA UN JUSTO Dios viene a este mundo para ver si encuentra a un hombre justo, a un hombre que en todo tiempo haga el bien y nunca peque. Búsqueda inútil. “No hay justo, ni siquiera uno”, es la conclusión a que llega. No lo halla en ninguna parte de su mundo. ¿Por qué? Simplemente porque “no hay justo, ni siquiera uno”. La Biblia dice: “por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios”. Por eso el proverbista pregunta:
“¿Quién podrá decir: Yo he limpiado mi corazón, limpio estoy de mi pecado?” Podemos responder, sin temor a equivocarnos: ninguno. ¿A QUÉ ESTADO CONDUCE AL HOMBRE? ¿A qué situación conduce el estado del corazón del hombre? El salmista David dice: “¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo?” Y él mismo se encarga de responder, inspirado por el Espíritu Santo: “El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño. Él recibirá bendición de Jehová, y justicia del Dios de salvación” (Salmo 24:3-5). Por eso ora a Dios de esta manera: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio; y renueva un espíritu recto dentro de mí” (Salmo 51:10). Y Dios, que nos da 43
La Palabra Justa... “más abundantemente de lo que pedimos o esperamos”, le da un nuevo corazón. ¡Un corazón limpio! ¿Te lo ha dado a ti, lector querido? ¿QUÉ ES EL CORAZÓN? El corazón es la parte vital de nuestro organismo. Es la fuente de todas nuestras acciones morales. Allí se forman nuestros pensamientos. Es la raíz del árbol. Es el cimiento del edificio moral y espiritual. El estado de esta parte del cuerpo tiene repercusiones en todo el organismo. Nos conduce a la vida o a la muerte. Tan importante es el corazón que el Señor Jesucristo expresó: “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias” (Mateo 15:19). De ahí que el mismo Señor insistiera en la necesidad de tener un corazón limpio. Una de las famosas bienaventuranzas del Señor, dice así: “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios” (Mateo 5:8). DIOS OFRECE AL HOMBRE UN NUEVO CORAZÓN Ezequiel capta de Dios este importante mensaje: “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de 44
vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra” (Ezequiel 36:26-27). ¡Qué tremenda promesa de Dios! Dar al hombre un nuevo corazón, el corazón que necesita para llegar hasta su prePor toda respuesta, Jesucristo les dice: “El que de ustedes esté sin pecado, arroje contra ella la primera piedra”. ¡Ni una palabra más! Y continúa escribiendo en tierra.
sencia. La promesa de Dios tiene cumplimiento fiel cuando el Señor Jesucristo muere en la cruz del Calvario y derrama su preciosa sangre, sufriendo “el justo por nosotros los injustos, para llevamos a Dios”, a fin de dar al hombre nueva vida y nuevo corazón. PARA TENER UN CORAZÓN LIMPIO Para que el hombre pueda tener un nuevo corazón es necesario que acepte al Señor Jesucristo como su personal Salvador. Juan dice: “A todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. Un corazón nuevo y limpio,
lavado con la preciosa sangre de Jesucristo, es un corazón que mueve al hombre a vivir una vida recta. El Señor dice: “El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas” (Mateo 12:35). ¿Qué sacas de tu corazón? ¿Cosas buenas, o cosas malas? “SOBRE TODA COSA GUARDADA...” Hagamos referencia a otro gran proverbio, que también nos habla del corazón: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida” (Proverbios 4:23). Tan importante es el corazón a los ojos de Dios que nos insta a que lo guardemos “sobre toda cosa guardada”. Guardamos bien lo que es de valor para nosotros, como los documentos de identidad, de nacimiento, de matrimonio. También guardamos bien los documentos que nos acreditan como propietarios de casas, vehículos y otros objetos. Cuidamos muy bien los documentos que prueban los estudios que hemos hecho. Guardamos en cajas de seguridad nuestras joyas, dinero y valores. ¡Y hacemos bien en guardar lo que consideramos de valor para nosotros! Pero el Señor -que “sabe todas las cosas” y que no da órdenes innecesarias- dice que nuestro corazón lo he-
mos de guardar mejor que todo lo demás en la vida. En tal virtud no nos podemos dar el lujo de dejar la guarda de nuestro corazón a la deriva, sino que hemos de tomar las precauciones del caso a fin de que nuestro corazón esté en lugar seguro. “DAME, HIJO MÍO, TU CORAZÓN...” Como Dios bien sabe que el hombre es incapaz de guardar por sí mismo su corazón, y que por lo general rinde malas cuentas acerca del mismo, dice o cada persona: “Dame, hijo mío, tu corazón, y miren tus ojos por mis caminos” (Proverbios 23:26). Dios no solamente nos da nueva vida y nuevo corazón, sino que está dispuesto a guar-
darlo sin caída, si tenemos a bien entregárselo. ¿Le has dado ya tu corazón? ¿Quieres ofrecérselo ahora mismo? ¡El único lugar en el que nuestro corazón está seguro es en las manos de Dios! ¡Qué tremenda promesa de Dios! Dar al hombre un nuevo corazón, el corazón que necesita para llegar hasta su presencia El Señor Jesucristo dice: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna: y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre”
(Juan 10:27-29). ¿Verdad que hay seguridad en las manos del Señor? Nuestra vida está en sus manos y sobre las manos de Cristo están las fuertes y poderosas manos del amante Padre Celestial. ¿Habrá algún peligro para nuestro corazón? Con razón nuestro Señor exclamó en su oración pontificial: “De los que me diste ninguno de ellos se perdió...” ¡Hay plena seguridad en Él!
ESTA NOTA FUE TOMADA Y ADAPTADA DEL LIBRO VERDADES QUE CAMBIAN VIDAS EDITORIAL CARIBE
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La Palabra Justa...
Destrucción de Sodoma y Gomorra. Génesis, capítulo 19. Y siguiendo su camino Por la orden superior, Los ángeles del Señor Llegaron de tardecita Hasta la ciudad maldita Que pecaba al por mayor.
Que no vían ni al de enfrente. Y a pesar de la ceguera Siguieron los sodomitas Buscando aquellas visitas; Es que al pecan que se arraiga No hay nada que lo distraiga En esta güeya maldita.
Y justito en la tranquera Sentao al lao del camino Estaba Lot, el sobrino, Que al verlos, en el momento Pa las casas muy contento Convidó a los pelegrinos.
Y apurándolos a Lot, A sus hijas y mujer, Los largaron a correr Haciéndoles la alvertencia: “Para salvar la esistencia No se den güelta pa ver”.
Pero en cuantito llegaron Se vino al humo la indiada, Y ahí nomás pidió la entrada Pa cometer el ultraje; ¡A tanto libertinaje Llegó aquella paisanada!
Y jué entonces que del cielo Se largó a llover tupido Un aguacero encendido, Y tan grande jué la hoguera Que en toda aquella pradera No quedó un solo bandido. Pero a la mujer de Lot, “Más triste que Jueves Santo”, La apenaba el desencanto De abandonar a Sodoma, Y al llegar hasta una loma Quiso ver aquel espanto.
Y aunque Lot quiso evitarlo No pudo con tanta gente; Jué entonces que redepente Los dos varones estraños Les cayeron con un daño
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Y como siempre había sido Querendona del lugar, Se dio güelta pa mirar Aquel castigo infernal, Y en monumento de sal Se volvió por codiciar. Y aunque no fueron ni diez Los justos, como les digo, Se acordó Dios de su amigo; Y respondiendo a su ruego A Lot salvó de aquel fuego Y del tremendo castigo. Y apriendan del gaucho Abraham A pedirle al Dios del cielo Con la mesura fe y desvelo; Porque agarran de esta cuerda, No hay plegaria que se pierda Ni ruego que caiga al suelo. TOMADO DEL LIBRO AQUÍ ME PONGO A CONTAR DE ROBERTO ROMANENGHI EDITADO POR EL AMANECER
Consulta al especialista
¿Cuándo necesitamos lentes? Por Dr. Abelardo Cavatorta Oftalmólogo. Matrícula 61715 Cuando el ojo no puede refractar o dirigir los rayos de luz de manera que estos sean enfocados exactamente en la retina, llegó la hora de usar lentes. Esto sucede cuando el ojo padece un vicio de refracción. El Dr. Abelardo Cavatorta –especialista en oftalmología– nos cuenta en que consisten cada uno de ellos. – Dr. Cavatorta, ¿cuáles son las alteraciones de la visión más comunes que necesitan la utilización de lentes? – Sin dudas son los vicios de refracción: la miopía, la hipermetropía, el astigmatismo y la presbicia. – ¿Cómo sabe una persona que padece miopía? – Una persona miope ve con claridad objetos cercanos pero ve borroso los objetos lejanos. Al ser la córnea demasiado curva, o el ojo muy largo, la imagen se forma por delante de la retina. La miopía afecta entonces la visión lejana. – ¿Qué inconveniente tienen los que sufren hipermetropía? – Personas con hipermetropía tienen problemas para ver claramente objetos cercanos. Generalmente esto ocurre porque el ojo es demasiado corto; el cristalino no alcanza a enfocar los rayos sobre la retina y la imagen se forma detrás de ésta. La hipermetropía afecta tanto la visión lejana como cercana. – ¿Qué es la presbicia? – La presbicia ocurre cuando el cristalino -lente ubicado en el interior del ojo- pierde flexibilidad y por lo tanto capacidad para enfocar objetos cercanos. La presbicia es una consecuencia normal del envejecimiento ocular: ocurre generalmente después de los 40 años. La presbicia afecta la visión cercana. – ¿Y el astigmatismo? – En el astigmatismo la córnea es irregular, lo que ocasiona que los rayos de luz sean refractados o dirigidos en forma despareja. Se obtiene una imagen borrosa debido a que los rayos horizontales no son enfocados en el mismo punto que los verticales. El astigmatismo afecta la visión cercana y lejana.
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La Palabra Justa... Cambia las prioridades
l e d s re o d a st a v e d s o ct e ef s o L agotamiento sobre nuestra vida espiritual
Por Daniel E. Chevriau El agotamiento tiene un efecto destructor sobre quien lo sufre. Corrompe las perspectivas, cambia las prioridades, consume los principios y cancela los proyectos. Comprender parte de estos efectos y descubrir la forma en que Dios es el tema central de esta nota.
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n 1° Reyes 19:3 encontramos la consecuencia que tuvo para Elías perder la perspectiva correcta de las cosas, allí dice simplemente: “...se fue...” Es evidente que el agotamiento produjo un efecto devastador en Elías. Hasta ese momento su vida era ejemplo de vigor y valentía, pero al llegar al punto extremo de sus fuerzas pensó en si mismo, cambió sus prioridades y se alejó rápidamente del lugar donde corría peligro... se fue para salvar su vida. ¿Cómo podemos definir el concepto prioridades? El diccionario nos dice que es una preferencia, es decir, implica elegir algo en lugar de otra cosa. Una prioridad nos permite tener un rumbo definido. A veces los problemas se acumulan cuando no tenemos en claro que ocupa el primer lugar en nuestra lista de actividades; ir y venir sin saber qué hacer es algo que se manifiesta en quienes no se tomaron el trabajo de determinar un orden de valores para la
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vida personal y laboral. Cuando observamos la vida de Elías es evidente que el profeta sabía muy bien lo que quería hacer y la razón de su existencia. Sus prioridades estaban relacionadas con servir a Dios; ese era su deseo y motivación. Consideremos los siguientes textos para comprender esta verdad. LO PRIMERO Fue Elías a mostrarse a Acab (1º Reyes 18:2). Elías aparece sorpresivamente en la historia de Israel en los días en que gobernaba Acab. No sabemos mucho acerca de su llamado al ministerio, ni demasiado de sus orígenes, excepto que era natural de una ciudad de Galaad llamada Tisbe de la cual no se conoce casi nada. Elías apareció en un momento crítico de la historia de Israel. Al igual que un meteorito, fue como un relámpago en la negra oscuridad de la noche espiritual de Israel. Nadie podía haber manejado a Acab y
a Jezabel mejor que Elías. El tosco profeta de Tisbe se convirtió en el instrumento divino de confrontación. Lo que sí sabemos es que Elías llegó con un llamado de Dios y una misión para cumplir. Esta era su prioridad en esa etapa de su vida. En 1º Reyes 18:1 dice: “... vino palabra de Jehová a Elías en el tercer año, diciendo: Ve, muéstrate a Acab...” Aquello que movía a Elías era su relación íntima y personal con Dios lo cual generaba un deseo profundo de obedecerlo; teniendo este concepto actuaba con convicción y seguridad, pero cuando enfrentó su crisis personal ya no se desenvolvió de esta manera, sino que pensó que salvar su vida a toda costa era más importante que aquello que había sido el objeto de su motivación. Alguien dijo: “Si sientes que Dios está lejos de ti, ¿adivina quien se movió?”. Esta sencilla frase es sumamente profunda. Dios no es como nosotros, no se
condiciona por el medio ambiente o las circunstancias. Él sigue firme sentado en su trono y sus propósitos no cambian; por ese motivo cuando estamos perdiendo de vista aquello que debería estar en primer lugar en nuestra vida es hora que nos preguntemos qué nos está pasando, porque seguramente el problema es nuestro y no de Dios. Elías tensó la cuerda hasta el punto de perder de vista a quien lo sostenía, lo que nos demuestra que aún el servicio sin reflexión puede afectarnos seriamente en nuestra vida personal. Dios sigue estando en el mismo lugar, pero si estamos cansados vamos a sentir que se alejó de nosotros. Si llegamos a ese punto es hora de evaluar seriamente nuestra vida, porque lo primero siempre debe ser lo primero. LO PRECISO “...di a tu amo: Aquí está Elías...” (1° Reyes 18:8). Dentro de sus prioridades este profeta tenía la sana ambición de actuar de manera práctica y concisa. Dios era lo primero y eso definía el rumbo que deseaba tomar, pero teniendo esto en claro, no era un hombre de dar demasiadas vueltas al asunto. Acab y su esposa eran despiadados, pero tenían entre sus siervos a un hombre llamado Abdías que era temeroso de Jehová. En 1º
Reyes 18:4 leemos: “Porque cuando Jezabel destruía a los profetas de Jehová, Abdías tomó a cien profetas y los escondió de cincuenta en cincuenta en cuevas, y los sustentó con pan y agua”. Este hombre fue enviado a recorrer la tierra con la finalidad de buscar alimentos para los animales de carga y en esa circunstancia se encontró con Elías. El diálogo entre ambos es interesante y muestra la tensión que estaba sufriendo Abdías, comparada con la firmeza y seguridad del profeta. La frase: “...di a tu amo: Aquí está Elías...”, implica un sentido profundo de practicidad y convicción. Dios le había encomendado presentarse ante Acab y Elías no quería dilatar este encuentro. Cuando encontró a Abdías entendió que era su oportunidad para acelerar las cosas y dar un paso adelante para cumplir su misión. Ser práctico es una manifestación de un carácter con prioridades. Una persona convencida de lo que debe hacer trata de hacerlo sin dilaciones, eso lo ayuda a la hora de tomar decisiones y le brinda la seguridad de encontrarse bien encaminado. Es evidente que Elías estaba afectado por sus convicciones; estas le movilizaban hacia lo correcto y sus pasos eran seguros tras el cumplimiento del Plan de Dios, pero no hay duda
que algo cambió en su fuero íntimo, ya no estaba dispuesto a enfrentar su responsabilidad sino que directamente se alejaba de ella. Cuando La Biblia dice que Elías se fue nos muestra a un hombre diferente, concretamente porque no hay nada que manifieste lógica y precisión al dejar una tarea por la mitad cuando se ha recorrido un camino importante de triunfos resonantes. En nuestro caso es similar; el agotamiento nos desgasta de tal manera que ya no estamos en condiciones de hacer lo que debemos hacer (aunque sea insignificante), y perdemos el sentido práctico de la vida. Recordamos la vieja frase: “No dejes para mañana lo que debes hacer hoy”. Estar agotado significa desoír esta máxima y pospone, infinidad de asuntos sencillamente porque no tenemos deseos de enfrentarlos. Cuando llegamos a ese punto es necesario ver las luces de advertencia y tomar decisiones importantes antes que las pérdidas generadas por esta actitud sean irreparables. LO PUNTUAL “...hoy me mostraré a él...” (1° Reyes 18:15). Abdías tenía muchos conflictos en referencia al encargo que le dio Elías. No estaba dispuesto a ir a decirle a Acab que el profeta se encontraría con él porque temía que algo su49
La Palabra Justa... cediera, ese encuentro no se concretara y él pagara las consecuencias. Por ese motivo leemos: “Y le dijo Elías: Vive Jehová de los ejércitos, en cuya presencia estoy, que hoy me mostraré a él”. Cuando sabemos cuál es nuestro objetivo principal es sencillo establecer con precisión lo que debemos hacer cada día, esta era la manera de ver las cosas del profeta en aquella etapa de su vida, pero sabemos que su desánimo fue determinante para producir en él un cambio radical de enfoque. El Apóstol Pablo explicaba cual era su forma de encarar el desafío de la vida cristiana. Decía en Filipenses 3:13-14: “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”. Él sabía que la falta de definición es un impedimento a la hora de pretender hacer algo que sea significativo. Al decir “una cosa hago”, determinaba su objetivo y de esta manera se colocaba en condiciones de ir a la búsqueda de la meta establecida. Por muchos años traté de conocer cuál era la voluntad de Dios para mi vida, hasta que un día preparando una serie de estudios sobre este tema descubrí que 50
la Biblia enseña una verdad sencilla: La voluntad de Dios es que hagamos la voluntad de Dios. A partir de ese momento esta ha sido mi frase de cabecera para tratar de comunicar lo que el Señor espera de nosotros. La verdad es que Dios no espera que divaguemos eternamente tratando de entender lo que tenemos que hacer, sino que simplemente hagamos lo que sabemos que debemos hacer. Si cada día vivimos haciendo Su voluntad con el paso de los años podemos estar seguros que nunca nos alejaremos de Su plan para nuestras vidas. Alguien dijo: “La vida es lo que te sucede mientras tú estas haciendo otros planes”. Elías no se complicaba, sabía lo que debía hacer y se disponía para hacerlo; él dijo: “Hoy me mostrara a él”, pero... ¡cuanto cambió al dar la espalda a la responsabilidad y huir de ese lugar! Cuando empezamos a posponer cosas importantes es la hora de evaluar nuestra vida porque eso es evidencia que puede mostrar una necesidad desesperante de recuperación para reenfocarnos en aquello que debería ser nuestra prioridad. LO PRINCIPAL “Si Jehová es Dios, seguidle...” (1º Reyes 18:21). Finalmente Elías llegó a cumplir su misión, estaba frente al rey Acab, enfren-
tando en soledad a ochocientos cincuenta falsos profetas y siendo observado por un pueblo inmaduro y vacilante. Si podía existir un momento en la vida de Elías donde, lo aconsejable fuera transigir, ese momento había llegado, estaba solo y el panorama se presentaba demasiado oscuro. Pero fue allí donde se enfrentó a su propia fe y debió tomar primero una decisión en su corazón para confrontar con ella a todos los que quisieran escucharlo. “Si Jehová es Dios, seguidle...”. Las prioridades se sostienen retornando vez tras vez a lo esencial para afirmarlo. Eso sucedió con Elías aquel día en el Monte Carmelo. Este era un hombre consumido por Dios y dispuesto a poner su vida en Sus manos con un desafío alocado dadas las circunstancias. Su encuentro con Acab nos muestra la firmeza del profeta: “Cuando Acab vio a Elías, le dijo: ¿Eres tú el que turbas a Israel? Y él respondió: Yo no he turbado a Israel, sino tú y la casa de tu padre, dejando los mandamientos de Jehová, y siguiendo a los baales. Envía, pues, ahora y congrégame a todo Israel en el Monte Carmelo, y los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal, y los cuatrocientos profetas de Asera, que comen de la mesa de Jezabel” (1º Reyes 18: 17-19).
Un solo hombre contra ochocientos cincuenta profetas paganos, un Rey cruel y un pueblo dubitativo implicaba un desafío demasiado grande. ¿Con qué finalidad? Sencillamente demostrar que su fe estaba basada en certezas y no en especulaciones. Por ese motivo esta convocatoria multitudinaria donde Elías presentó su mensaje: “Y acercándose Elías a todo el pueblo, dijo: ¿Hasta cuando claudicareis entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios seguidle; y si Baal id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra” (10 Reyes 18:21). Elías comprendió ante el silencio del pueblo que ellos no iban a tomar una decisión trascendente si no sucedía algo importante que les mostrara una verdad capaz de sacarlos del letargo espiritual en que se encontraban. Esa fue la razón que lo llevó a realizar un asombroso desafío: “Y el Dios que respondiere por fuego, ése sea Dios” (1° Reyes 18:2324), el cual generó la primera reacción de los presentes: “Y todo el pueblo respondió: Bien dicho”. Una persona con prioridades retorna vez tras vez a aquello que le dio sus convicciones y enfrenta los problemas de la vida con la seguridad de que nada cambia en lo esencial cuando sabemos lo que debemos hacer y por qué
hacerlo. Lo que Elías estaba planteando podía ser una locura para alguien que no supiera donde se encontraba la razón de su llamado. Los falsos profetas no estuvieron a la altura de las circunstancias porque no existía el dios a quien servían. Muchas personas, como ellos, luchan contra la falta de consistencia en la vida tratando de mil maneras alcanzar un objetivo pero fracasan porque les falta lo principal, aquello que a Elías le sobraba... la seguridad de que quién lo encomendó, lo puso en buen camino. Haciendo un breve resumen podernos decir que las prioridades estaban en orden en la vida de Elías, el sabía muy bien que era: • • • •
Lo Primero Lo Preciso Lo Puntual Lo Principal
Y eso lo llevó a una victoria que no tiene comparación con cualquier logro que nos podamos imaginar, pero cuando llegó el día del peligro algo cambió y él simplemente... se fue. La Biblia nos muestra muchos casos similares, Elías no fue el único que huyó atemorizado. Esto nos enseña algo acerca de la condición humana: si a ellos les sucedió, ¿Cómo no nos puede pasar a nosotros? Observemos algunos ejemplos: • De Jonás se nos dice: “Y
Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová” (Jonás 1:3). • De David conocemos estas palabras: “Y dije: ¡Quien me diese alas como de paloma! Volaría yo y descansaría” (Salmos 55:6). •También recordamos aquella noche en Getsemaní: “Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron” (Mateo 26:56). En cada caso hubo razones por las cuales estas personas olvidaron su rol y quisieron alejarse de situaciones incomodas o atemorizantes. Pero cuando sabemos cuales son nuestras prioridades y vivimos conforme a ellas podemos decir como Nehemías, quien abundaba en convicciones: “¿Un hombre tonto yo ha de huir?” (Nehemías 6:11) Recordemos sus palabras en Nehemías 6:3: “Yo hago una gran obra, y no puedo ir”. Perder de vista nuestras prioridades significa literalmente perder el rumbo de nuestras vidas, cuando eso nos sucede estamos en zona de riesgo y es necesario hacernos un replanteo. El agotamiento generado por un mal manejo de nuestras acciones se manifiesta de esa manera, y cuando lo hace nos transforma en candidato al desastre. Seamos sabios para reconocer en la falta de prioridades la necesidad de generar cambios profundos en nuestra manera de ver la vida y encarar nuestras labores. EL AGOTAMIENTO PALABRAS DE ALIENTO PARA PERSONAS CANSADAS
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La Palabra Justa... Que los hay... los hay
El hombre controlador Dr. Thomas Whiteman Randy Petersen Los hombres controladores son difíciles de distinguir. No espere ver cadenas de oro y chalecos de cuero. A menudo, estos hombres controlan mediante su encanto. Aparentan ser personas generosas, dadivosas, buenos para escuchar. Ya sea en forma consciente o inconsciente, saben cómo lograr lo que quieren observando a los demás, así detectan las vías de acceso al control.
¿
A qué se debe que tantos hombres sientan la necesidad de controlar a otros? Una respuesta es el YO. Puede estar tan seguro de tener la razón, que no confía en que nadie más pueda controlar las cosas. Otra explicación sería el perfeccionismo. El controlador puede tener una clara visión de cómo deberían ser las cosas. Si uno expresa su visión, perfecto; pero si no lo hace, él es el indicado para decir lo que hay que hacer. También está la tradición. Durante muchas generaciones, los hombres han mantenido el control de la mayor parte de los aspectos de la vida, o al menos pensaban que lo estaban. Muchos hombres hoy siguen el ejemplo de sus padres. Para ellos, eso es lo que significa ser hombres, ser el rey del castillo. Algunos hombres controladores apelan a ciertas enseñanzas religiosas. Piensan que el mandato bíblico de que el esposo sea cabeza de la esposa le
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da un señorío absoluto sobre el hogar. Ahora bien, creo en la Biblia y sigo sus enseñanzas, pero este señorío masculino es una distorsión de lo que la Biblia realmente dice. Los antropólogos pueden aludir a la mentalidad de manada de los hombres. Es común que los hombres vean las cosas en forma jerárquica: «Yo respondo ante él y esta gente responde ante mí». Nuestro ejército, y muchas empresas dirigidas por hombres, se organizan de esa forma. En un sistema así, uno determina su valor según el grado de control que ejerce. ¿Cuántos departamentos, cuántas personas y cuántas operaciones están bajo su control? Si uno tiene una posición baja, no vale mucho. HOMBRE, CONTROLADOR Y CIEGO Los hombres controladores parecen que se han quedado estancados en estadios primarios. Solo se ven ellos y están convencidos que el
mundo gira a su alrededor. Toman todo lo que los rodea para su propio placer, para satisfacer sus necesidades. El hombre controlador está ciego a la humanidad del otro. Uno existe para su placer. ¿Cómo se maneja un controlador? Comience reforzando su propia autoestima. Un controlador se especializa en la manipulación de los demás. Puede intentar destruir su autoimagen para que necesite depender de él. La escritora Judith Segal llama a estos hombres «ejecutivos»: A menudo, cuando los ejecutivos conocen una mujer, se enamoran de su personalidad. Dicen: «Eres vivaz, decidida y bonita. Me haces sentir bien y, además, eres inteligente». Luego, a medida que avanza la relación, comienzan a criticar las mismas cualidades que al comienzo les encantaban. Esas críticas la pueden demoler: « ¿Qué estoy haciendo mal? ¡Estas cosas solían gustarle! ¿Por qué ya no le agrado?» Los ha-
lagos la fueron envolviendo, pero ahora que la tiene acorralada, la despoja. Para restaurar su autoestima, deje de creer las cosas negativas que le dice. Si siempre la está molestando, córtelo. Le conviene desarrollar o restaurar amistades externas. Los amigos la ayudarán a obtener una mejor perspectiva de su situación. Reforzarán su autoestima. Pero no pase todo el tiempo hablando de ese hombre controlador; hable de usted misma y lo que usted es. Es probable que a su marido le desagraden sus amigos; no importa. Pero para evitar malentendidos, limite sus amistades más íntimas a mujeres. Busque alguna actividad por completo suya. Haga algo que la saque físicamente de su dominio y le provea una salida emocional. Necesita demostrarse a sí misma y a su cónyuge que usted es una persona
real, incluso diferente a él. Sencillamente diga no. Si él hace alguna proposición poco razonable, niéguese. A lo mejor se enoja, pero usted puede refrenarlo. Escoja con sabiduría su punto de desafío; no juegue a la Tercera Guerra Mundial por un asunto poco importante. Sepa dónde están sus principales límites y aférrese a ellos. Hable del tema. No es probable que un hombre controlador abandone su control porque uno se lo pida, pero tal vez no tiene conciencia de lo absorbente que es. Quizás fue un modelo que aprendió en la infancia y desconozca otra forma de ser. Hable de sus sentimientos. Dígale lo que necesita de él. Pro¬póngale trabajar juntos para construir un matrimonio basado en el trabajo de equipo. Puede encontrar modelos de conducta no controladora. Elija otras parejas
que tengan una relación de respeto mutuo y haga amistad con ellas. Dígale a su cónyuge que no necesita construir su amor propio sobre la base de la dominación que ejerce sobre usted. Si está casada con un hombre controlador, debe hacer todo lo posible para vivir con él. Pero si cruza la línea, prepárese para actuar. ¿Dónde está su línea? No lo sé. La conducta de su marido puede volverse tan grave que deba alejarse de él por seguridad. Si fuera posible, busque ayuda de consejeros en cuanto a su relación. Si su esposo está dispuesto a escuchar, tal vez un consejero le dé otra perspectiva y encuentre una manera para que él deje de dominarla. ESTA NOTA FUE TOMADA Y ADAPTADA DEL LIBRO HOMBRES QUE AMAN MUY POCO EDITORIAL BETANIA
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La Palabra Justa... Parábolas de la vida moderna
¡Bendita credulidad! Por Bruce Larson
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n verano nos tomamos unas vacaciones en un lago tranquilo y muy hermoso donde se decía que la pesca era magnífica. Siempre me ha ocurrido que cuando he ido de pesca he hallado que esta ha sido estupenda la semana anterior o la época pasada, antes de mi llegada. Estábamos seis personas en una rústica cabaña a orilla del lago; mi esposa y yo, nuestros tres hijos y una amiga de nuestra hija. Cada mañana, los dos chicos y yo salíamos al lago, antes del desayuno, tratando de pescar un par de buenos peces. Pero un día temprano, mi hija y su
N o ha bía te rmina tales p do a inmen labras cuan de decir d o un so salt pe ó a gu a s del lag de las tranq z do p o uilas o, me r la ca ra y ca pasó rozanfurios yó os barca. saltos al fo dando ndo d e la
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amiga solicitaron venir conmigo en vez de los muchachos. Estuve de acuerdo, y el amanecer nos halló a las dos chicas y a mí en pleno lago, sentados en la vieja barca de fondo plano con el veterano motor fuera borda. No tuvimos mucha suerte. Al volver hacia la orilla yo estaba sentado en medio de la barca desanudando el hilo de la caña de pescar. Cristina y su amiga estaban sentadas enfrente. “Señor Larson, dijo la amiga de mi hija, lamento que no hayamos tenido hoy buena pesca para impresionar a los muchachos”. No había terminado de decir tales palabras cuando un pez inmenso saltó de las tranquilas aguas del lago, me pasó rozando por la cara y cayó dando furiosos saltos al fondo de la barca. Ustedes que están leyendo esto ¿lo creen? He contado esta anécdota a muchísima gente y los escépticos siempre han superado en número a los creyentes.
Y esto, por supuesto, fue nuestro problema: ¿Cómo hacer que lo sucedido fuese creíble? Al acercarnos al embarcadero los muchachos ya nos estaban esperando. Levanté el enorme pez y uno de los chicos dijo: “No está mal. ¿Cómo lo han pescado?”. Pueden ustedes tener la certeza de que empleamos la mayor parte de la mañana intentando convencer a los muchachos de que el pez había saltado, realmente por sí solo, al interior de la barca. En realidad, no estoy muy seguro de que se quedasen convencidos de lo que había sido realidad. PALABRA PARA EL DIA ...Llegó a la casa de María la madre de Juan, que tenía por sobrenombre Marcos, donde mu¬chos estaban juntos orando. Y tocando Pedro a la puerta del patio salió una muchacha para escuchar, llamada Rhoda, la cual como conoció la voz de Pedro de gozo no abrió el postigo, sino corriendo
Inclus o difícil para los cre yente a ce p t a se r qu e D ios pu el hecho de s ede p lo que rov p Cuánt edimos y p eer todo e n s am o má s dif os aquell os que ícil es para . el a ce t o d avía n ptar la o cr r lidad del am ealidad y la een or de to t a Dios.
adentro dio nueva de que Pedro estaba al postigo. Y ellos le dijeron: «Estás loca». Mas ella afirmaba que así era. Entonces ellos decían: «Su ángel es». Mas Pedro perseveraba en llamar, y cuando abrieron, le vieron y se espantaron. Hechos 12:12-16. ENSEÑANZA Y APLICACIÓN El pasaje anterior nos recuerda que nadie está totalmente libre del pecado de la incredulidad. ¡Incluso los apóstoles de la iglesia en sus comienzos dudaron, como lo hacemos nosotros! Cuando Pedro fue encerrado en prisión sus discípulos estuvieron tan preocupados que decidieron permanecer toda una noche en oración, reunidos, pidiendo por su seguridad y su puesta en libertad. Mientras tanto, un ángel del Señor liberó a Pedro de la cárcel y él se vino a la casa llamando a la puerta. Cuando la chica sirviente informó de que la respuesta a sus plegarias estaba a la puerta los discípulos re-
spondieron que debía estar loca. Y cuando Pedro fue finalmente admitido y apareció entre ellos, en carne y hueso, todavía se hallaban llenos de incredulidad. Incluso para los creyentes es difícil aceptar el hecho de que Dios puede proveer todo lo que pedimos y pensamos. Cuánto más difícil es para aquellos que todavía no creen el aceptar la realidad y la totalidad del amor de Dios. El decir a alguien que Dios le ama incondicionalmente, tal y como es, constituye una noticia demasiado buena para ser creída. Nadie los ha amado jamás de tal forma. ¿Por qué tendría que hacerlo Dios? Hoy tenemos todos, una doble asignación. Primero, comenzar a creer la gran verdad central de que somos amados tal y como somos, y que los milagros de todos los días y por los cuales rogamos pueden ocurrir. Nuestras oraciones pueden afectar a la vida de nuestros amigos, enemigos, colegas, la sociedad e incluso el mundo. Creamos que la paz puede venir. Creamos que los enemigos pueden reconciliarse. Pidamos a Dios por el don de la credulidad. La otra tarea para hoy es llevar el testimonio de nuestra fe, de tal manera, que las noticias demasiado buenas para ser ciertas, sean creíbles a las personas que las oyen. Seamos pacientes con los incrédulos.
Comprendamos que nadie está jamás totalmente libre del problema de la incertidumbre.
Nu e s t ra afec ta s oraciones p r amigo a la vida de ueden s , ene n u e s t ro m socied ad e in igos, colega s s, la cluso C re a m el o nir. Cr s que la paz mundo. ea p puede mos que lo uede ve s enem n r e co nciliar a Dios igos se p lidad. or el don d . Pidamos e la cr e du -
ORACIÓN Señor, el amor revelado en tu vida, muerte y resurrección y que habita en ti y nos es dado por el Espíritu Santo está más allá de mi capacidad humana de creer. Sólo puedo aceptarlo porque tú me has dotado con el don de la credulidad y la fe. Ayúdame hoy a creer que las cosas por las que ruego no son solamente una posibilidad, sino una realidad. Ayúdame a esperarlas. Y, Señor, ayúdame también a comprender a aquellos que cerca de mí encuentran dificultades en creer. Ayúdame a comunicar mi credulidad de forma que aliente a los demás a confiar más y más cada día. ESTA NOTA FUE TOMADA Y ADAPTADA DEL LIBRO PARÁBOLAS DE LA VIDA MODERNA EDITORIAL CLIE
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La Palabra Justa...
Citas para pensar...
n i s n o r e j i Lo d
e s r e n po rados colo
“El amor consuela como el resplandor del sol después de la lluvia”. William Shakespeare.
“El hombre ama poco y a menudo, la mujer mucho y raramente”. Jan Basta.
“El amor es la más noble flaqueza del espíritu”. John Dryden.
“En el amor, el que GANA una discusión, es el que se NIEGA a pelear”. Moliere.
“El amor es como el fuego, que si no se comunica se apaga”. Giovanni Papini.
“El amor sin admiración sólo es amistad”. Aurore Dupin.
“El amor y la tos no pueden ocultarse”. Anónimo. “La mayor declaración de amor es la que no se hace; el hombre que siente mucho, habla poco”. Platón. “El amor es como la fiebre: brota y aumenta contra nuestra voluntad”. Marie Henri Beyle. “Quien puede decir cuánto ama, pequeño amor siente”. Francesco Petrarca. “La edad no protege del amor. Pero el amor protege de la edad”. Jeanne Moreau.
“El amor nace del recuerdo, vive de la inteligencia y muere por olvido”. Ramón Llull. “El amor es una tontería hecha por dos”. Napoleón. “El amor tiene fácil la entrada y difícil la salida”. Lope de Vega. “Para Adán el paraíso era donde estaba Eva”. Mark Twain. “Temer al amor es temer a la vida, y los que temen a la vida ya están medio muertos”. Bertrand Russell. “El amor de los jóvenes no está en el corazón, sino en los ojos”. William Shakespeare.
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“Al amor, como a una cerámica, cuando se rompe, aunque se reconstruya, se le conocen las cicatrices”. Anónimo. “El amor es como el fuego. Ven antes el humo los que están fuera... que las llamas los que están dentro”. J. Benavente. “Mientras tengamos un par de brazos que nos rodeen, estamos salvados”. E. Rey. “Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor. Si gritas, gritarás con amor. Si perdonas, perdonarás con amor”. Anónimo.