DRAMAZINE DRAMAZINE
Andrea Genovart Mireia Alarcon Julia Bidon - Chanal
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4 la corona no se toca
eL PAĂ?S
coser y cantar
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24 28
si no lo veo no lo creo
tonto el Ăşltimo
In memoriam
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lalacorona corona NO seNO toca
se toca
No tenía sentido que a todos aquellos republicanos, independentistas, pro referéndum, antitransicionistas, nietos de los rojos, hijos de pujolistas y fieles a Llamazares, amantes de los personajes travestis de Almodóvar y coleccionistas de caganers insurrectos les diera por celebrar aquel día. Aunque compraban el roscón de reyes en el Mercadona como quien se toma a broma la cosa, como si celebrar los festivos con el brazo de gitano de la pastelería del barrio fuera de gente casposa que había hecho la confirmación y no tuviese nada que ver con haberse dejado toda la pasta en drogas por Nochevieja, como hacen esos padres progres con eso de “una vez al año no hace daño”. La verdad es que no, que a esas alturas una comida familiar por seguirle el rollo a nuestro calendario cristiano no tenía ningún tipo de sentido. Menos aún cuando sentarse en la mesa consiste, básicamente, en fingir alegría por tus hijos cuando, en el fondo, estás jodido porque al día siguiente vuelves al trabajo y no podrás evadirte con tu cerveza, aceitunas y fútbol. Aunque bastaría que todo fuese eso. Los niños de hoy en día no quieren que les montes el Playmobil. Los niños de hoy en día quieren que les expliques por qué esos tres hombres de capa árabe millonaria, cualquiera les haya regalado esas gafas de realidad virtual de bazar, atraviesan el mundo en tiempo
récord con unos camellos a los que maltratan. Porque de no estar explotados, esos animales, no habría razón para sobre todo, no olvidarse, antes de acostarse, dejarles litros de agua para que recuperen fuerzas. Que los niños de hoy en día ya no admiran a los guaperas de camisa abierta de Operación Triunfo, joder. Ahora admiran a Greta Thunberg y odian a sus padres porque les preparan un bocadillos de jamón york que es 60% de fécula de patata. La verdad es que resulta difícil de explicar a los niños hijos de padres izquierdosos con licenciatura en la UPF por qué Los Reyes Magos son tres machos. Aunque uno es negro, y negro bien. No negro amarronado, negro sudamericano, pues el café con leche siempre te hace dudar de si realmente lo que te gusta es el café o la leche. Baltasar es negro, (para) que no quepa duda. El gesto de redención de Baltasar es claro y directo, de primero de básica. Pero es cierto que en los Reyes Magos, aunque pudiesen utilizar un injusto masculino genérico, no hay mujeres. Y una buena salida para reeducar a todos esos niños en la magia, y de paso adaptar la Biblia a un mundo más sostenible, sería decirles que “en el fondo” Gaspar es trans - operado en un país de clase - y que el pobre Melchor sufre toda la presión de ser el líder y, por lo tanto, es un puto hete-
rito sin empatía alguna que acaba con un sí o ke, de los que si tuviera Whatsapp dejaría en visto a todos los niños indígenas del África que le escribiesen preguntando por sus regalos. Lo hijos de todos esos padres, casados por lo civil y amantes del vermut casero, podrían aceptar todo eso, pues hoy en día pasar de tener vagina a pene sigue siendo cosa de magia. De magia verdadera y de la buena. Y también de mucho dinero, claro. Pero seguramente esos niños que se han sentado a engullir, como tú, ese trozo de levadura industrial en Día De Reyes, son niños con opinión propia, crítica y una voluntad de expresión desarrollada de una forma exageradamente prematura; y ya se han dado cuenta, entonces, que el día de Reyes toca…. (tarararararararara...[redoble de tambores)]: RECIBIR REGALOS, y que los regalos son regalos por su factor sorpresa y ese factor sorpresa se esconde y se presenta con PAPEL. Y si no podemos entender un regalo sin papel, piensan, quizá el primer mundo tendría que renunciar a los regalos. Porque está claro que en nuestra sociedad solo entendemos este acto de generosidad desde su materialidad y no desde los afectos que se impregnan en una manualidad de YouTube DYI. ¿Cual es la conclusión que podemos sacar de todo esto? Siempre la misma. El padre es el verdadero enemigo. El padre es el culpable de que su hijo sea
un futuro neoliberal narcisista que se comprará una nueva camisa para aquella cita que quizá le lleva a perder la virginidad. El padre le educa mal, haciéndole esperar ser feliz en cada uno de sus cumpleaños y soñando con un trabajo bien remunerado, condenándole así a una adolescencia de mierda en la que tendrá que luchar contra un entorno que no entiende que le flipe el latín, además de no ligar con nadie cuando va a los botellones con una cantimplora reutilizable Quechua llena de calimocho del Mercadona, el mismo donde cada año se compra en su casa el roscón de reyes. Siempre de dos chocolates, no sea que se ofenda y volvamos a entrar en susceptibilidades. La cosa es que el Día de Reyes no tenía sentido, y todos lo sabíamos, pero lo seguíamos celebrando porque habíamos sustituido el sentido por otra cosa. Ya no importaba que un niño pobre y bastardo de repente recibiera oro, incienso y mirra. Ahora importa hacernos selfies con filtro Valencia y subirlos a todas-las-redes-posibles con los hashtags #felizdíadereyes #losamo #happyfamily, etiquetando por supuesto a tu pareja, que no tendrá ningún tipo de reparo en que lo hagas si es que no tienes algo que esconder, como sería el caso que tuviese alguna pretendiente cibernética a la que le interesa seguirle el cuento
y dejar en un plano ambiguo la cantidad de espacio real que ocupa tu mujer. Lo importante es que en la foto todos salgáis riendo a carcajada limpia porque sois una familia de cuatro y hacéis malabares para entrar en la cámara del móvil - aaai..., quines coses tu…! - y darse cuenta que sí, que merece la pena follar cada diez semanas, si al final lo que te llevas a la cama es el orgullo y satisfacción de que eres un buen padre. Como no vas a tener líbido si cuidar de tu familia y educarla en el estadio de la confianza y la comunicación, respetando siempre ese espacio de independencia e intimidad, es algo exhaustivo. Otro puto trabajo que debería estar pagado. Pero todo se hace por amor, porque necesitamos futuros ciudadanos ejemplares y de buen corazón. Como lo serán tus hijos de seis y nueve años, que sonríen y se ponen guapos para la foto que ellos no verán porque no van a tener un smartphone hasta los 14, que Internet está lleno de pederastas. Pero son tus hijos, los quieres, y los quieres tanto y te desvives tanto para hacer de ellos Hombres y Mujeres De Un Lugar Llamado Mundo, que es normal que te mediques por la ansiedad. Ansiedad por ser demasiado responsable y no llegar a todo, no porque de repente ya no quieran Los Regalos de Reyes por venir de hombres heteronormativos que nos inducen a solo contemplar el valor material de las cosas.
Esa ansiedad tampoco tiene que ver con que el otro día te diste cuenta que lo más interesante que te había pasado desde que había nacido tu primer hijo era que hubiese caído una lluvia londinense de camino hacia la escuela y de repente, oh dios, tropezaras con una mujer con la vista limitada por su paraguas verde botella, y perdón perdón, ¿estás bien?, y os mirarais y os enamorarais y os dierais cuenta que queríais follar pero después entendisteis que vuestros hijos eran compañeros de clase y que sería un marrón que la verdad a los 40 ya no compensa así que es mejor quitar tensiones saliendo cada dos días a correr. Lo importante, en el Día de Reyes, y el resto de días del año, es poder hacer el check en la lista de 50 THINGS TO DO BEFORE DIE, que escuches Manel y pienses “no me acaba de gustar su música però quanta raó tenen”, que envíes una foto en el grupo de whatsapp de tu familia política y que tu suegra piense que qué bien ha elegido su hija. Que a la mañana siguiente, día 7 de enero, cuando veas a tu jefe que sabes que cobra 100.000 anuales y que encima se permite entrar a las 11, y te pregunte qué tal, le puedas contar que pasaste el día de reyes EN FAMILIA, sabiendo que ÉL NO TIENE porque su mujer le dejó por trabajar demasiado, es decir, por cerrar reuniones de negocios en bares de copas entre semana. Eso era lo que
todos nos llevábamos, y que nadie nos podía quitar. Del mismo modo que tampoco nos podían quitar la otra cara de la moneda, no la que pones cara, si no la cruz, la cruz de Jesús, que resucita y que por lo tanto no se va y es in eternum. Aquella en la que odias a tu hijo y te maldices a ti por haberlo dejado nacer, y que te reconoces cuando ves que le ha vuelto a tocar la haba, y eso solo puede significar una burla cósmica y biológica porque los dos sabéis que él nunca pagará y tú no le dejarás que pague porque (1) es sangre de tu sangre y (2) no tiene dinero y si tuviera se lo habría gastado y si lo tuviera y (todavía) no se lo hubiera gastado, te diría que ya lo ha hecho. Así que sí, ser padre es ser una haba simbólica todo el rato. Fea y pequeña en comparación con todo. Sin poder de autoridad (por eso siempre es mejor dejar que los hijos hablen desde ellos mismos, aceptando lo que son pero pidiéndoles el compromiso de que den lo mejor de sí). Ser padre es ser una haba, descubres, cuando te toca la corona del roscón de cartón medio disuelto por la grasa, porque tienes a tu hijo llorando porque quiere que le dejes y jugar con ella, mientras ves por el rabillo de ojo a tu mujer amenazandote con la mirada para que le hagas caso que si no te vas a quedar sin la última siesta de las vacaciones; entonces sabes que te toca quitarte la corona de la
cabeza - no, no me he manchado de nata, son las canas de papá que ya está mayorcito - y le das y él la agarra rápido y se la coloca de cualquier manera, y empieza a chillarte que ahora él es el rey de la casa y que te destierra (ya lo había hecho) y FLASSSS te golpea porque sí con su espada imaginaria en tu estómago lleno de pollo relleno. Y luego tu hijo de valores asamblearios se pasa toda la tarde apuñalando a enemigos imaginarios - QUE SON MOLINOS OSTI - por el chute de azúcar de ese trozo de roscón, y tu asistes otro día más a su autoproclamación en un César que se cansa de dar muerte a los gladiadores y acaba rendido al sofá con el trozo de cartón dorado por el suelo, roto a pedazos. Ojalá se autodestruyera él con tanta facilidad, vuelves a pensar, pero sabes que no va a pasar y que en el fondo tampoco está tan bien que pase pues sería abocar a tu pareja al suicidio como madre-de-todos-los-desamparados y renunciar - esta vez sin esperanza - a un posible encuentro sexual en vuestro aniversario de casados. No tenía sentido celebrar el Día de Reyes, no, de la misma manera que todos sabíamos que no hay cosa más utópica que la destrucción de una corona. Porque una corona no está hecha de materiales valiosos, está hecha de sangre. Y tu hijo tiene el 99% de su madre, y eso lo convierte en el más poderoso del reino, en un pa-
lacio que mantienes con la hipoteca de cada mes. Pero en el fondo, todos salivábamos con la idea de ser reyes empotradores y teníamos envidia de nuestros hijos porque con o sin corona de cartón ese día 6 de enero y hasta que se independizaran a los 30 serían los únicos reyes de la casa. Con el mayor derecho afectivo sobre tu amada. Pero ese deseo fascista y vanidoso, de lo que llevó al caso Millet y al 3%, ya era tema aparte; de eso se encargaban los psicólogos de consulta privada y antiguos fanáticos del Psicoanálisis los martes a eso de las 19 de la tarde. ·
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El 7 de enero salía en todas las portadas que CataluÑÑÑÑÑÑÑÑÑa era LA COMUNIDAD AUTÓNOMA del ESTADO ESPAÑOL donde se habían vendido más roscones de REYES. Seguida de ANDALUCÍA. Para muchos fue un triunfo a nivel nacional y motivo de burla, pues los catalanes estaban tan cegados encarnando el rol de padres de escuela Montessori haciendo fotos con la Polaroid que no se daban cuenta que, cuando sonreían sistemáticamente con esa corona de cartón puesta sobre sus cabezas, estaban haciendo propaganda para el Régimen. Espanya ens roba! Espanya ens roba! Sí, pero el corazón, y no os habéis ni enterado del flechazo. Seguro que Torra también se había
hecho una foto con ella, aunque le hubiese tocado la figurita del rey a su sobrino, que esa misma mañana había desenvuelto los regalos empaquetados con lazos amarillos y pegatinas de esteladas. Mientras sonaba, de fondo el vinilo de Serrat heredado de tu padre; con Mediterráneo, claro. Felipe VI desayunaba al día siguiente en la Zarzuela. Medio minuto después de haber decidido que ese día, como tantos otros, conectaría con los españoles a través de las páginas de La Razón, le avisaron que al otro lado del teléfono estaba su padre. “Felipe, hijo, cómo estás, ¿qué me escuchas…?; Ay espera, que no te oigo bien hijo. Espera... ahooora, ahora sí” “Escucha hijo, dime, qué, qué tal os fueron los Reyes…(...), sí, Leonor sí, ay sí, qué bien la chiquilla, qué lista, qué guapa es la jodía…(...); Sí..., oye, cúchame, ¿has visto el periódico?” “Pues justamente iba a empezarlo a leerlo ahora, papá, ¿por qué? ” “Nada, hijo, lo de los catalanes otra vez, qué va a ser; no sé si lo has visto en portada ya, hijo, lo de los roscones, que ahora se ve que este año les ha dado por comerlos a toneladas… Tú te crees” “No entiendo, papá, ¿pe-peroo… eso es bueno..., ¿no?” “No, hijo, no, por el amor de Dios… como va a ser eso bueno. Ecúchame hijo... ¿Tú sabes Corinna...? (...) Sí, eso mismo, sí... Pues mira, Corinna, que tiene uno de móviles de esos
inteligentes que ahora hacen de todo, ya sabes, juegos y mensajes y bueno eso que tú sabes mejor que yo, en fin, qué te va a contar tu padre…; pue eso, que Corinna me ha dicho que ayer tuvo mirando y tal cual y que todos los catalanes estaban por allí las redes. Que mucha gente de allí salía con la corona en la cabeza y riéndose. Fíjate tú. Riendo y con el lazo ese feo amarillo también, esos que se ponen en la chaquetilla para ir a trabajar o comprar el pan, porque claro, como los reparten gratis por la calle, cualquiera va y les dice que no. En fin, lo de siempre hijo, ya sabes. Pero se ve que como fotos muy de cerca, como haciendo ver que se lo pasan bien así, eso que se nota que te burlas, con la boca muy abierta y con la corona torcida, claro. Y Corinna me dijo que había muchas, y con la familia y todo. Con los niños. Si es que… No tienen verguenza, hijo, ninguna vergüenza. Tú te crees, con los chiquillo ahí, y los catalanes metiéndole esas ideas incluso en su día, después de estar toda la noche nerviosos y escribiendo la carta de los juguetes y todo y nah, ellos ahí, riéndose de España..., que se hacen un hartón de pedirnos la guillotina y ya ves, luego bien que nos necesitan para sus gracietas con los móviles esos. En fin. Si es que… qué poco respeto, la verdad… ¿Estás ahí, hijo? ¿Me escuchas?” “Sí, sí” “Esto no son los valores con los que yo te he educado, hijo, esto
no son lo valore de España. Y tú eso lo sabes bien. Corinna me ha dicho que no es pa tanto, que al final que mira, que sei millones compren roscones pue eso que se lleva la economía española. Pero yo qué sé hijo, ya tú sabes que eso a mí no me gusta. Con todo lo que tuvo que sufrir tu abuelo para que ahora vengan estos papanatas y… en fin” “No sé, papá, no sé qué decirte… Pero quizá lo mismo estamos exagerando un poco. Tú piensa que hoy en día los que tenemos esos móviles hacemos fotos y escribimos sin pensarlo, en menos de hacer hervir el agua, te lo prometo papá. Lo que te quiero decir es que no sé si han pensado todo eso, que seguro que lo han hecho sin pensar…” “Mira hijo, hazme caso, ostias, que sabe más el diablo por viejo que por diablo… Que a mí estos no me engañan, que a los catalanes los conocemos de hace mucho y no es la primera ni la segunda. Y que va a haber más, pues seguro. A ver hijo, escucha…, que tú sabes tan bien como yo que son los hijos de los mismos que pedían la corona de mi padre hace sesenta años, que parecía que solo pegaban carteles y mira, por patas tuvimos que salir a Grecia cual correcaminos. Muertos estaríamos ya si fuera por ellos, muertos.” “Ya… ” “Mira hijo, atiende, y mira que me sabe mal decírtelo, de verdad te lo digo, pero ahora tú estás al frente, te enteras, tú estás al frente y todo eso no puedes
permitirlo, Felipe, hijo, que se te descarrila España, hijo, que se te descarrila..., que hasta lo piensa también Corinna aunque no ella me lo diga, que yo la conozco y se lo noto. Échale un poco de freno venga hijo, hazme caso, haz caso a tu padre que él sí sabe, que son muchos años ya y muchos tiempos complicados…; endereza, Felipe, endereza… Tú lo que tienes que hacer es poner endereza”. “Sí, padre, sí, sí creeme que yo ya lo hago” “No, Felipe, no, por el amor de Dios y por el de tu madre también, no lo haces, que te digo yo que no lo haces, y eso lo ve todo el mundo, hijo, que con el referéndum tardaste en salir tres días y yo con el 23F que también fue golpista tardé horas, hijo, horas; así que no, no le vendas motos a tu padre que ya está de vuelta, hombre haz el favor. (...) Mira ecucha, que tú no tienes por qué avergonzarte, yo sé que eres joven y yo siempre tendré cuarenta años por delante, pero escucha a tu padre, tienes que hacerme caso, no pasa nada, que pa eso está la familia, pa sacarte de los apuros, como también estuve en su día por tu hermana Cristina, bien que lo sabéis todos. Lo que te decía hijo, es que me hagas caso y que confíes en mí, que yo sé cómo se tienen que hacer las cosas y lo que necesitan los Borbones. Mira, yo sé que de aquí nada científicos de Estados Unidos van a lanzar un mini virus a China que provocará
fiebre y esas cosas. Nada serio, un virus muy pequeño, ya sabes, pruebas de estas que hacen para que estemos preparados por si un día a estos chinos se les cruza y empiezan también a apuntar con misiles como Corea o les da por chantajearnos con el coltán o vete tú a saber, si es que nunca sabes por dónde te pueden salir. La cosa es que de China dicen que irá a Europa, pero solo un poquillo eh, nada serio, asomar la cabeza y ya. Unos días, como mucho un mes. Yo sé que puedo hablar con ellos, tengo buen trato con quién hay que tenerlo, hijo, puedo decirles que se queden un poquito más por aquí España. Bueno, digo España pero por supuesto que es Cataluña, que es lo que nos interesa, vamos, que si no ya me dices pa qué todo esto. El virus este vendría de China, pasaría por Grecia, luego Italia… toda esa zona del este. Y nada, llegaría a Barcelona, como su cabalgata, que les gusta eso que lleguen al puerto... A ver, quizá sí que salpicaría un poco a Madrid, pero de eso tú no te preocupes que aquí estaremos avisados de sobras. Y mira, los alrededores… qué quieres que te diga, que ancha es Castilla, y que dudo que coja a más de diez ramaderos. Pero bueno, que con todo esto, en el fondo, de pasar pasar no pasaría nada. Ya sabes, un susto. Si es que lo que los catalanes necesitan es un principio de realidad, leches, algo que les saque tanta
tontería de la cabeza, ostias, y que se centren de una vez en lo importante, que es España, la nación, su gente..., todo lo que hacemos por ellos, hijo, que es que nos dejamos la piel. Y ya te digo yo que no será en vano, si hombre… Un susto, hijo, y así como todas las ovejitas cuando tienen miedo, que van en manada hacia su pastor. Sí hijo, si, su pastor somos nosotros, su tradición, joder, que hemos estado años construyéndola, saliendo en cada cena de Navidad, aguantando el frío de cada desfile... Y ahora para que venga el tío Paco con sus rebajas a decir que si la palabra democracia es una farsa y no sé qué de discursos manipulados… venga por Dios. Que no me quiten el sueño esas sanguijuelas, eh que ya estoy mayor para estas historias..., esto ya a estas edades sí que no, hijo, esto a estas edades no”. “Sí, papá, si es que tienes razón”. El primer caso de COVID-19 en España tuvo lugar el día 1 de febrero de 2020 en La Gomera, por un alemán que estaba allí con el objetivo de cascarse unas vacaciones buenas, bonitas y baratas. Toda una estrategia de planificación que jugaba al despiste de los ofendiditos catalanes, para que se dejaran de sentir, por una vez en su vida, en el epicentro del mundo. Para que dejaran de sentir que son especialitos. Que no, señores del pa amb tomàquet, que
no todo es un apaño de las altas esferas manipulando el caso Alcàsser; que la prensa no tiene detrás ningún ejército de periodistas para que escriban retorcidamente y echen pestes contra vosotros, perroflautas que quemáis containers mientras bailáis a su alrededor una sardana. Dejad de lloriquear y de quejaros de que la justicia se empeña en tomársela a su manera; hay una Constitución detrás, a la que se acata y se la respeta. Y a callar. Así que dejad de buscar cosquillas todo el día, y olvidaros de que tendríais la autonomía más rica si no fueseis una nación reprimida. No fue casual que Cataluña, debido a su narcisismo y su incapacidad de gestionar situaciones críticas, como bien es sabido, el 25 de marzo superó en número de infectados del Coronavirus a la castiza Madrid. Exactamente, con unos 1.939 infectados. Ni Puigdemont con videollamada, ni Valtonyc haciendo un rap por YouTube ni el 1700noséqué les pudo, ya no salvar, sino ser mejores que el resto. O menos peores. Porque a ver quién era el listo que tirado en el suelo de Urgencias no aceptaba un refuerzo de camillas con la bandera de España cosida en sus sábanas, a ver. A ver quién rechazaba, solo en una habitación, esa comida de hospital que consistía en cocido madrileño con morcilla de Burgos; o quién se atrevía a negar la atención del único
médico disponible en planta, ese jovenzuelo amante de los toros de Zamora. A ver quién tenía huevos eh, a ver. Que a fin de cuentas, eso de los lazos amarillos era una moda, como en su día fueron los piercings en la lengua. Ganas de significarse con algo sucio, de comuna, que no tiene nada que ver con la persona. Como una de esas calcomanías que venían con los Bollycao y que solo se pegaban a la piel con el kilo de saliva de un niño, y con un montón de infecciones por cierto. Pero a diferencia de todo ese imaginario de ukelele y llibertat presos polítics, España no se borra, España no es de pega; no pasa de moda, y en los libros de texto siempre se han mantenido nuestro ejército y nuestra monarquía, joder. Y no le hacen falta souvenirs; los imanes de flamenca solo los compran los turistas, no los de aquí. España es un sentimiento que se lleva dentro. Tan adentro que, cuando se te mete el virus en el cuerpo, es la única capaz de luchar contra él. Que sí, que el virus es todo pantomima, pero lo único cierto es que España solo España puede darles su medicina. Y no es que los catalanes la quieran, es que la necesitan. Y contra ese sentimiento de desesperación por un Padre Salvador, uno no puede luchar. Se llame Francisco Frasco, Jose María Aznar o José - Luis Almeida; como tu familia, que no la puedes elegir ni actuar como si no estuviese ahí. Pero ellos
venga a aplaudir cada día en los balcones, ¡venga!, creyendo que se solidarizan con la sanidad que consiguieron por la tozudería de su autonomía. Todos esos catalanes siguen aplaudiendo con su pin feo, que no se quitan ni para dormir, cuando en el fondo están aplaudiendo a la tierra de Lola Flores y a la de Fernando Alonso; a la que les ha dado mundiales y concentraciones papistas. La que tiene más Reservas de la Biosfera por la UNESCO del mundo. La historia de CataluÑÑÑÑÑÑa siempre ha dependido de nuestra capacidad para superar los grandes desafíos, y hoy la burla a nuestra España por su parte es uno de ellos. Pero como bien hemos aprendido los españoles, con el Prestige, con la Crisi del 2007, con el apoyo a la Guerra de Irak, con ETA... más vale prevenir que curar. Tenemos el don de la estrategia y del cálculo la larga. Y por eso mismo, nuestra pauta seguirá siendo la misma: si a los catalanes, o a los vascos, o a los gallegos, o a los raritos de las lenguas, se les cruza un cable y les da por ir por libre, el deber del rey es recordárselo. Que su corona debe ser bajo cualquier circunstancia respetada, y esa es y será la única guerra por la que va a salir a luchar
España.
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Si no puedes sacar la pata a la calle, ÂĄsaca la pata en tu cocina! (No tienes excusa, sabemos que has ahorrado!)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y
el vicepresidente como resultado de pacto de investidura, Pablo Iglesias, han anunciado esta tarde de día 30 de abril que mañana 1 de mayo se levanta el estado de alarma como respuesta a la emergencia sanitaria provocada por el COVID-19. Sánchez ha explicado que, pese a los rumores de los últimos días, no había avanzado la noticia “porque las españolas y los españoles merecíamos una sorpresa que les haga recuperar la fe en que los milagros existen”.
les que eso conlleva. Por eso, este día 1 de Mayo del 2020 queremos celebrarlo saliendo a la calle, de anunciar el estado de alarma, y en un día en que España solamente ha registrado 1 persona muerta, el menor número de víctimas desde que empezó la fase de confinamiento selectivo. Con este último caso, en España han perdido la vida un total de 66.666 personas, mientras que 60 millones se han infectado, teniendo en cuenta que existe un 20% de personas ilegales no censadas. Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Emergencias Sanitarias, ha recordado que “la batalla está ganada pero no hay que bajar la guardia”, por lo que el gobierno recomienda no ir a restaurantes asiáticos, especialmente los de gastronomía china, y no quedar con más de tres personas
la corona NO
Sánchez ha explicado que el hecho de que mañana viernes, día 1 de mayo, sea el Día del Trabajador, no es impedimento para volver a reactivar nuestro sistema laboral. “Para nuestra cultura este día siempre ha sido un día festivo, pero hoy nuestra prioridad es atender las necesidades de cada uno, que se encuentran alejados de sus rutinas laborales y con las cargas emociona-
se toca
extranjeras conocidas en Tinder hasta entrado el otoño. Después de su comparecencia de 45 minutos, el presidente ha abierto una ronda de preguntas donde ha atendido un máximo de tres. El líder del Partido Socialista ha explicado que su mujer y la mujer de su vicepresidente, Irene Montero, se encuentran en perfecto estado, y con la ilusión de reincorporarse en sus puestos de trabajo y luchar contra la crisis a la que se enfrenta nuestro país. Ha confirmado también que, de momento, y hasta nuevo aviso, quedan prohibidos todas las muestras de afecto corporales, con independencia del grado de consanguinidad. Respecto al material sanitario comprado a China por el valor de 432 millones de euros y que ha resultado ser ineficaz para detección y cura del Coronavirus, Pedro Sánchez ha anunciado que el Estado reutilizará los 550 millones de mascarillas, 5,5 millones
de test y 950 equipos de respiración asistida y hará bolsas de supermercado sostenibles para el medioambiente. Ante la urgencia recuperar la normalidad laboral y económica, el presidente
ha ordenado suspender todas las manifestaciones organizadas en motivo del Día del Trabajador, la
mayoría de ellas protagonizadas por fuerzas sindicales. En consecuencia, y por tal de cumplir con el orden establecido y garantizar un Estado de derecho, donde todas las españolas y todos los españoles pueden sentirse cuidados y priorizados por el mismo, Pedro Sánchez ha decidido no retirar las tropas militares hasta el lunes de la semana que viene.
COSER Y CANTAR
si no lo veo
No lo creo
Todo el mundo publica en TW, IG y FB que esto del confina miento está engordando, bebiendo, haciendo deporte y cocinando muchas recetas. Todo el mundo envía en sus grupos de Whatsapp vídeos de gente en los balcones haciendo de dj para el vecindario, las actualizaciones de las nuevas medidas del gobierno y audios del colega de un amigo tuyo que es camillero en un hospital de Ciudad Real y explica cómo se está viviendo la situación desde dentro. Todo el mundo ¿vive? en confinamiento y todos estamos viviendo el confinamiento de los otros en tiempo “real”. En nuestras casas, llenamos el día de cosas productivas o de nuestra caricatura más vaga para al final del día tener algo que ser contado. Stories con challenges y retos, vídeos en time lapse haciendo pesas con garrafas llenas de agua y tuits sarcásticos sobre la encerrona: toda la diversión y entretenimiento tiene su razón de ser en el mundo exterior, que ya no son las calles desiertas sino toda esa gente, colegas o cibernéticamente conocida, que pulula en Internet. Sea cual sea la vía para esta expresión en el es-
pacio digital, virtual, simulacro o no - eso ya es otro debate - nos llega, desde un tono literal-dramático, cómico-sarcástico o crítico, el mismo trasfondo: nunca jamás se hubiesen pensado que un confinamiento sería así. Así como aburridos, sin hacer nada, como si estuvieran solamente en casa y sin nada más. Que racionalmente eso es el confinamiento, vale, pero hay un punto de descuadre en nosotros. Porque un reclutamiento no necesariamente niega el hedonismo, ni nos convierte en personas con horarios de monje. Nunca hubiésemos pensado que ante una pandemia mundial, alejados de nuestros seres queridos, a la mayoría nos diera por convertirnos en personas salidas del proyecto hombre obsesionadas con hacer ejercicio físico y tener buena alimentación, adultos que cultivan su espíritu crítico leyendo las columnas que escriben intelectuales de nuestro país en la versión gratuita del periódico digital. Nunca hubiésemos pensado que todos los jóvenes estarían proclamando, en masa y a los cuatro vientos, el amor hacia sus padres; que toda la sociedad, cuando sale a aplaudir a las ocho de la tarde a todos los sanitarios, demuestra unos valores solida-
rios incluso por aquellos que votan a VOX. Aunque también cabe tener en cuenta, y ya nos hemos encargado todos de hacer hilos de Twitter hablando sobre ello, que héroes nacionales también son lxs cajerxs del supermercado y los repartidores de Amazon. Nos hemos transformado en aquel buen ciudadano que explicará a las futuras generaciones que sobrevivió al confinamiento de España con una resiliencia increíble para su edad. De repente, todos pasaremos a ser como nuestros abuelos, los que admiramos cuando le preguntamos cómo llevaban eso de estar escondido durante la guerra civil y nos contestaba “como podíamos, hijo, como podíamos”. Que cuando publicamos en estos días una foto o compartimos una noticia, lo vemos y pensamos “somos el yerno perfecto, Pedro Sánchez antes del COVID-19”, lo sabe uno mismo. Y no solo uno mismo, sino todo el mundo. Porque nos hemos encargado de que todo el mundo lo sepa; ya que, si no, no tendría sentido que estuviésemos haciendo todas esas cosas para uno mismo y sin representación alguna. Y sabemos que comparten nuestro agrado, porque es tanta nuestra necesidad de reconocimiento que no se nos ocu-
rre pensar que nos han dado like o comentado por puro aburrimiento durante tres semanas de confinamiento; las interacciones son lo que son: están intensamente maravillados por nuestro look casero y estupefactos por nuestros entrenos diarios. Así pues, comprobamos que el afecto construido a través del tejido de las redes sociales esconde, en su núcleo, el pragmatismo codependiente de las últimas décadas: no es suficiente con que algo sea útil para ti, también debe serlo para el resto. La colectividad en tiempos de COVID-19 se instala en un malestar compartido pero que es sobrellevado de la mejor forma posible. Aunque esa mejor forma posible, hoy en día, tiene que ver con que las horas pasen de una forma anestesiada, y no en que el tiempo sea divertido, de calidad o digno de ser recordado. El confinamiento ha sacado lo mejor de nosotros, y en el fondo queríamos que sacara lo malo. No la malicia del hijodeputa, sino ese lado pillo. La travesura. Tapamos esa mezcla de decepción y desilusión con un tono de racionalidad adulta. Pero está ahí, existe, y estaba en nuestras cabezas desde mucho antes de todo esto
aunque nunca nos hubiésemos parado a pensar. Como hemos dicho antes, nuestro imaginario no contemplaba vivir una pandemia mundial así. Y no solo no lo imaginábamos así, sino que además proyectábamos otra cosa. Que sabíamos que podía pasar, que era factible, que era verdad. En Los Serrano, los desayunos de las 08:30 eran como un parque de atracciones: esperas impacientes en la mesa para que Lucía, la mejor madrastra, les sirviera tostadas y zumo de naranja natural recién exprimido a los nueve habitantes de la casa; discusiones porque uno decía que después de la escuela se iba a casa de no sé quién, y se saltaba el castigo; risas y críticas por un chiste arriesgado de buena mañana; besos furtivos y robados en la despensa, para despedirte de tu marido, que se va al bar a cortar durante todo el día una pata de jamón ibérico 5J; un par de lágrimas después de haber pasado una noche de insomnio por un desamor mal gestionado; silencios que hablan por sí solos cuando no quieres decirle a tu hermano-mejor amigo aquello que necesita saber pero que sabes que le hará daño. Vaya, Emociones A Tutiplén.
Comprobaste que eso no solo pasaba en las mejores familias. En Big Bang Theory daba igual que en el grupo de amigos hubiese listos y tontos, de ciencias y letras: siempre, siempre, aprendían un nuevo teorema científico de Sheldon; aunque les importara una mierda lo que decía, era tan gracioso y estúpido a la vez que conseguía que escucharas cada una de sus salidas. Con Rajesh, el chico indio y sospechoso de ser homosexual, aprendías a empatizar con la confrontación en la que vive el ser humano entre la ética religiosa y el deseo; y con Howard, el judío alérgico al cacahuete, reconocías a tus amigos como potenciales psicoanalistas capaces de hacer matar a tu niño interior esclavo de su amor eterno filial y dependiente hacia la madre. Todas esas lecciones de vida, statements que tardas tiempo en interiorizar, se producen alrededor del mismo sofá de color café descafeinado y pocho, rescatado de cualquier recogida de muebles del barrio. Aunque es cierto que la idea de precariedad es relativa. Si vemos Friends, estrenada en 1994, con las circunstancias de hoy, nos damos cuenta de que eran unos putos burgueses. Y que se lo montaron muy bien, de
una forma que ahora, en 2020 es imposible. Básicamente porque según esta serie solo bastaba con ser camarera para pagarte un piso en Manhattan; y hoy en España, con tu sueldo de trabajo cualificado, no tienes ni para un saco de dormir. Rachel, Monica y Phoebe vivían en un piso; y Joey, Chandler y Ross en otro. Moraleja: cuando te vayas a un piso, conoced - porque sí, acepta que no te vas a independizar solo - a tus vecinos. Preferiblemente a los de enfrente, para que éstos se conviertan en tus nuevos (folla)amigos y podáis disfrutar de una casa el doble de grande. Siempre habrá un mínimo de dos y un máximo de seis personas en uno u otro piso: una medida moderada para que nunca te sientas solo pero que tampoco roces el agobio. De Friends no nos habíamos quedado con las ganas con tener un piso en Manhattan y somos más de medianas en la terraza de un bar chino que de café humeante en el Central Perk. Ni del resto de series americanas querer vivir con latin lovers, superdotados o amigas que siempre las pillas sacando del horno un bizcocho. Solamente pides un poco de su diversión, como también te la da tener un
portero como Emilio de Aquí No Hay Quien Viva, o incluso a tres abuelas por vecinas, si cuando te las encuentras por la escalera ya te hacen sentir en el plató de Sálvame Deluxe. Porque el edificio de Aquí No Hay Quién Viva - o de La Que Se Avecina, da igual - sí que es una comunidad. Cuando hay una reunión de vecinos, todos los vecinos van a la reunión. Y no se hace en la escalera, como en la mayoría de nuestros edificios: se hace en casa del presidente, la gente se sienta en sillas y se trae piscolabis. La gente tiene interés en compartir puntos de vista y llegar a un consenso, cuesten las horas que cuesten; en cambio, nosotros nos limitamos a bajar al rellano y a cansarnos las piernas estando de pie, abriendo paso a los jóvenes de piso alquilado que vienen cargados del super. AQNHQV demuestra que todo es cosa de actitud, y que la convivencia interesante y dinámica no solamente pasan en el barrio de Tribeca o con compañeros de piso estudiantes de cine. El edificio de la calle Desengaño era tan solo era un bloque antiguo de tres pisos, con un total de seis viviendas y una portería. No porque no te puedan pasar cosas del primer mundo, es decir, que te paguen
un sueldo de redactora o escritora como en Sexo En NY o Girls, tienes que estar aburrido: no hay mayor cháchara que la que se da en el videoclub. Incluso cuando España recoge la ficción para quitarse la culpabilidad de su lavada de manos con la memoria histórica, la convivencia es mejor. Como es el caso de la serie que ha creado temas de conversación entre nietos, padres y abuelos: Cuéntame Cómo Pasó. Que las mujeres en el franquismo no podían llevar minifalda lo sabemos por Inés, no por los libros de texto de selectividad. En estos días de confinamiento, ojalá vivir cada rueda de prensa en directo de Fernando Simón con la emoción y expectación de toda la familia Alcántara. Nosotros somos incapaces de sentirnos en un momento tan importante, tan decisivo, tan significante. Y si no era suficiente el morbillo que daba mirar por el balcón para ver qué se estaba cociendo ahí afuera, con los militares vigilando, en la casa de Antonio y Merche todos tenían una personalidad desbordante. La hija mayor es la única mujer conocida hasta la fecha capaz de sacar a un cura de su oficio y tener un hijo con
él; el hermano mediano, Toni, es un abogado-progre-bohemio-izquierdoso-quefumatabacodeliar y Carlitos es dj de la Movida Madrileña. Y por si fuera poco, todos los días sin excepción se come comida de la abuela, porque la abuela vive con ellos; obviamente, tus padres son la mejor historia de amor que has podido conocer nunca y hasta que la muerte los separe, por lo que Sonrisas y Lágrimas siempre te será superficial. Incluso en lo más local y austero, hay intensidad concentrada. Como las pastillas de caldo AVECREM. ¿Por qué nosotros no podemos nada de eso en nuestro confinamiento? O alguna de esas cosas. Toda esa gente con la que hemos crecido se ha pasado más tiempo en sus casas en uno de sus años que nosotros en todo nuestro tiempo de vida. Nuestros compañeros de piso no son personas obsesionadas con descubrir algo remoto, y de lo que nos hacen testigos; sospechas que tu pareja prefiere tener sexo con un cactus antes que contigo, y ya no sabemos si tenemos padres o abuelos porque ambos son igual de sordos y se piensan que todavía estamos en la época del
Messenger. No nos rodea gente de broma fácil, inteligente y sutil; alguien con quien aprendas en cada conversación sobre un nuevo dato desconocido pero importante para romper el hielo cuando te encuentres en un grupo de desconocidos; un enamorado de la vida con el que si le dices que te aburres organiza un partido de pin pon con sartenes y la mesa de la cocina. Parece ser que todos ellos, que no existen, pero conviven en tu cabeza, sí lo tienen. Y sin esforzarse: sencillamente, no lo han buscado, se lo han encontrado. No como tú, que lo deseas con todo tu alma atrapada en cuatro paredes sin que le pase algo que, de verdad, merezca ser contado. Todos sabemos crear contenido, pero la suerte está en que te lo den hecho. ¿Por qué no nos pasa nada de eso? ¿Qué hay de diferente en tus compañeros de piso cuando te los encuentras en el salón? ¿Por qué, en la cena, tu madre no le tira una broma picante y sutil a tu padre? Ni siquiera tenemos un silencio de esos que cabe controlar para no explotar en alud de reproches: solemos no escuchar y pasar de todo. Hoy en día, el aburrimiento y atractivo de nuestro confinamiento mantiene una relación inversa-
mente proporcional con nuestra representación en nuestras redes sociales. Trabajamos solamente su envoltorio y, de este modo, nos convertimos en grandes productores y consumidores de publicidad que no parece publicidad. Y no nos damos cuenta que, cuando publicamos sobre nosotros, hacemos todo lo contrario a lo que queremos encarnar, que es todas estas series que nos marcaron por una representación costumbrista y desidealizada. Lo que nos enganchaba de ver a cinco personas era que siempre estaban hablando sobre su realidad más inmediata, que la mayoría de las veces era una mierda. Con risas o lloros, todos nos enterábamos de lo que sentían, lo solos que estaban, y las calabazas que estaba acumulando. Luego nos hacían gracia porque hacían el ridículo, celebrando un triunfo que más tarde era un fracaso. Y pasara lo que pasase, nunca intentaban reconducir la situación con el único de fin generar una nueva imagen de sí mismos para los otros. El relato que atravesaba todas esas propuestas de hace como mínimo, dos décadas, era eso: oralidad, despliegue, sucesos que uno contaba haciendo retumbar en las paredes de su casa y que
después se tenía que volver a tragar por su efecto boomerang: es lo que hay. No existía la exigencia de que cualquier imperfección, antes de ser expuesto, pase por un proceso de transformación: en un nuevo cuerpo escultórico, en un monólogo críptico en un hilo de twitter, un cambio de estado civil en Facebook. Buscabas Friends, no followers. En consecuencia, los circuitos de experiencias primarias e inmediatas in situ, han desaparecido. Hoy somos incapaces de estar solamente donde estamos. En cambio, cuando Rachel tenía uno de esos días de mierda - esto es, cada día - e iba a Mónica a llorarle, Mónica se la escuchaba a la vez que se la miraba. De frente, los ojos, a la cara. Cuando en Aquí No Hay Quien Viva Mauri y Fernando discutían, se iban cada uno a una punta de la casa y a los diez segundos se encontraban en el salón para seguir discutiendo. Todo el mundo sabía de la novela en proyecto de Lena Dunham, alias Hannah, y de las discusiones con el raro de su ¿novio? Adam. Seguramente porque cuando pasaban todas esas cosas, pasaban delante de gente que se la miraba a los ojos. Y no por obediencia del
guión, ni porque representan a otro tipo de seres extremadamente sensibles y melodramáticos a tu lado, con la capacidad de reaccionar de una ameba. Todas esas situaciones tenían otro punto de partida, o sencillamente no topaban con nuestro obstáculo recurrente. En ninguna de estas series, que muestran la simpatía espontánea y mundana de hombres y mujeres en colectividad, había un smartphone de por medio. Y ya no en la escena de alguien que chatea a la vez que le hablas a su cabellera, si no como extensión de la mano de los personajes, controlado en la mesa reposapiés o cargándose en el brazo del sofá. Por contra, nuestra pantalla luminosa sí que aparece en las nuevas series de Netflix, esas que se dedican a retratar a adolescentes que se refugian en su habitación a suplir sus carencias emocionales y sociales mediante la construcción de su alter ego en las redes sociales. En Friends, AQNHQV, Girls o The Big Bang Theory no hay móviles de por medio, mucho menos “inteligentes”, interrumpiendo una situación comunicativa o, directamente, negando su posibilidad - obviamente, en Cuéntame Cómo Pasó estos cacharros de mil euros todavía no ha-
bían llegado, pero aún así se percibió cómo empezar a comer delante del televisor cambió las costumbres familiares. Seguramente por esa carencia tecnológica, o más bien, de adicción, la conversación era fluida o, como mínimo, podía serlo; el otro se concentraba en una única situación comunicativa, y de un modo menos disperso y con menos estímulos, hecho que le permitía con mayor probabilidad alguna de esas ocurrencias cómicas con la que tanto nos reíamos. Por la misma regla de tres, seguramente se enrollaban entre ellos un miércoles a las siete de la tarde y no solamente un sábado de borrachera a las cuatro de la mañana.
El problema de estar hiperconectados no es que nos enganche tener que contar lo que vivimos dentro de nuestras casas. El problema es que el sentido de todo lo que hacemos en nuestras casas es poderlo mostrar en redes. ¿De qué sirve currarnos durante tres horas un bizcocho mazo de cuqui si no podemos enseñar a nuestros amigos que hemos tenido una tarde de cocinitas hogareñas? ¿Por qué matarse a hacer abdominales
cada día si luego la gente te puede cuestionar su veracidad porque no te has dedicado a hacerlo público diariamente en tus stories? También esa representación es falsamente terapéutica: subes una foto de tu confinamiento, con tu pareja, mirando una serie y tirados en el sofá… es entonces cuando la imagen, descontextualizada y bonita, te hace tomar la distancia necesaria y valorar lo que enseñas que tienes. Que quizás eres víctima de un ERTE, sí, pero al menos tienes alguien que te cuida y puedes presumir de ello. Y, precisamente porque puedes, debes aprovecharlo, y que de paso te vea tu ex y se joda de que estés bien. Compartir, el share, no se trata de construir una relación mutua o enriquecernos sobre las opiniones del otro; consiste en estar conectados para que el otro reciba unilateralmente cómo estamos, qué bien lo pasamos. Y si dejamos entrever que estamos mal, que demuestre que realmente es un amigo y nos abra conversación por alguna de las treinta apps y nos pregunte qué nos pasa. Compartir es que se sepa que estás ahí. Compartir causando impacto, que se mide en reacciones de likes o comentarios. Y ese impacto no se consigue
expresando nuestro enfado polĂtico o una canciĂłn que nos chifla. Para tener impacto, es necesario humanizar nuestro contenido: firmarlo poniendo nuestra cara, enseĂąando nuestra casa, grabando a nuestro perro; ese es el verdadero impacto, el verdadero sentido de compartir: exhibirse para parecer posible en un nuevo mundo simulado.
tonto tonto
el Ăşltimo
MARC GIME Que qué me parece el Coronavirus. Pues una triunfada. Me viene bien. Mi vida por lo general es una mierda, odio ir al curro, a mis compañeros y a mi jefa. Tengo que tragarme un bus y un tren, un total de salir hora y media antes de casa. Siempre me llevo un bocadillo de queso o de lo que sea porque con mi sueldo de mileurista no me da para comerme el menú con la jefa. Os preguntaréis que porque no me hago Tupper. Porque no me sale de los huevos. Llego reventado después de 9 horas de curro más la hora y media extra pertinente así que lo único que me apetece es jugar un rato a la Play o hacerme una paja. Tampoco me gusta hacer deporte, siempre que lo intento acabo volviendo a casa con la moral por los suelos, eso si corro
por el parque, porque si voy al Gimnasio, vuelvo con la moral por los suelos y una empalmada de cojones. Mi madre es una turra. Mis amigos son los del Call of Dutty, así que no noto mucha diferencia en esto de la vida social. ¿Lo del ERTE? Yo que sé. No lo pillo mucho, pero mi jefa dice que es lo mejor que se podía hacer. Mi jefa está bien buena aunque le va mucho la coca. Lo estará pasando regular. En definitiva, que qué me parece el Coronavirus? Pues una puta pasada. A ver quién me saca de casa cuando todo esto acabe. ¿Sabéis? Voy a escribir un libro: Cómo sobreponerse a
la vuelta a la Vida o Una cuarentena sin Orfidal.
Marc Jiménez, 28 años.
¿QUIÉN MIERDAS D Relaxing cup of café con leche in Plaza Mayor En Madrid estará permitido todo lo que no esté prohibido Un liberal se define no tanto por lo que se defiende sino por lo que defiende. Es una forma de ser Estoy muy a gusto y muy tranquilo porque tenemos un Rey bastante republicano ¿Por qué voy a condenar el franquismo si representaba a la mayoría de la sociedad? El dinero público no es de nadie Hemos trabajado mucho para saquear nuestro país Mi generación prefiere follar España es una gran nación y los españoles muy españoles y mucho españoles ¡Y si se ponen tontos, se les pega un cañonazo y punto!
DIJO QUÉ MIERDA? Cristina Cifuentes Jaime Mayor Oreja Manuel Fraga Iribarne Ana Botella Pablo Iglesias Mariano Rajoy Esperanza Aguirre María Dolores de Cospedal José Luis Rodríguez Zapatero Carmen Calvo
CORONAVIRUS 2019, Wuhan - Around The World Sóc el Coroni, ja sóc aquí.
Nyi nyi nyi nyi nyi!!! f
Saltant per les muntanyes i travessant les valls, per fi ja ha arribat i amb tots vol estar: el Coroni ja es aqui, per fer-nos
divertir!!!
Lil Guiu
Amigos del Nuevo Orden: no os engañéis más por mucho que os hagáis llamar Animal Racional. Vuestra avaricia rompió el saco y por eso os hago lavar las manos: agua y jabón todo el día, será vuestra redención. si os añadís mascarilla.
Asumid que no tenéis control de vuestra voluntad. Os doy tiempo y en vez de aprovecharlo solo dormís y engordáis. Yo no soy el enemigo. Yo solo he venido a que os deis cuenta que vuestras parejas son setas y vuestras casas pocilgas. Yo no soy una peste. Sois vosotros un abocador de mierda y ahora tenéis que olerla. (Netflix debería subir sus tarifas)
DRAMAZINE DRAMAZINE SOMOS (de momento)
- Andrea Genovart: Texto · Edición · Maquetación || @infinitaespiral - Júlia Bidón - Chanal: Concepto y arte · Dibujo pág. 15 || @jujubcgf & jujubcg.tumbl.com - Mireia Alarcón: Sección “Tonto el último” || @mirypiruleta >> Invitado especial: - Lil Guiu: Viñeta pág. 59 || @lilguiu_ pawn
@dramazine_
@dramazine_
@d
@dramazine
dramazine_
Desde el confinamiento que empezo en MARZO - hasta mediados de ABRIL del 2o2o A dia de hoy seguimos confinados. Si Pedro Sanchez acierta por primera vez en sus previsiones, saldremos a la calle el 11 de mayo. @dramazine_
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