Moneda hispano fenicia

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Las ciudades Fenicio-Púnicas en el Mediterráneo Occidental

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racias a los testimonios arqueológicos y de las fuentes escritas conocemos la existencia de decenas de ciudades fundadas por fenicios y cartagineses del Líbano al África noroccidental, pasando por Chipre, Malta, Sicilia, Cerdeña, Baleares y la Península Ibérica. Sin embargo la investigación del fenómeno urbano en el mundo fenicio-púnico ha sido muy desigual y, sobre todo, ha pasado a un segundo plano ocultado por otras aspectos como el comercial, tradicionalmente puesto de relieve y tal vez sobrevalorado. En los últimos dos decenios la investigación histórica y arqueológica ha avanzado notablemente en el conocimiento de estas ciudades. Abarcarlas todas a un tiempo es tarea compleja, pero proponer un estado de la cuestión de la investigación en las ciudades fenicio-púnicas es una tarea necesaria que hemos abordado desde el Centro de Estudios Fenicios y Púnicos como reflejo de las líneas de investigación actualmente en curso. En el presente volumen nuestro propósito es el de ofrecer una primera aproximación al fenómeno urbano fenicio-púnico en el Mediterráneo y en particular en la Península Ibérica centrándonos sobre todo en el periodo que se abre, tras el Periodo Colonial de los siglos IXVII a.C., entre los siglos VI y III a.C., en el cual las antiguas colonias tirias se reorganizaron en ciudades-estado. Un periodo que podríamos denominar sin riesgo a equivocarnos Periodo Urbano de la presencia fenicia en el Extremo Occidente. El concepto de ciudad que preside esta aportación colectiva va más allá de las manifestaciones materiales de lo urbano, tales como calles, espacios urbanos o edificios públicos, sino que se refiere más a un concepto social y económico que abarca la ciudad y su territorio y los aspectos productivos contenidos en aquellos.

Las ciudades fenicio‒púnicas en el Mediterráneo Occidental José Luis López Castro Editor

José L. López Castro Centro de Estudios Fenicios y Púnicos

editorial universidad de a l m er í a

(Editor) Centro de Estudios Fenicios y Púnicos

editorial universidad de a lm e r í a


Edita: Editorial Universidad de Almería Centro de Estudios Fenicios Púnicos maquetación:

Ana Santos Payán Impresión: Publidisa

© De los textos: sus autores © De las ilustraciones: sus autores I.S.B.N.: 978-84-8540-862-0


ÍNDICE PRESENTACIÓN [11-16] I

LA CIUDAD ORIENTAL/ARCAICA

Fenicia. De las ciudades-estado independientes a la lucha por la autonomía [19-42] JUAN ANTONIO BELMONTE El urbanismo fenicio de época arcaica y su impacto en las sociedades autóctonas [43-68] CARLOS GONZÁLEZ WAGNER Rasgos arquitectónicos y urbanísticos de La Fonteta [69-82] ALFREDO GONZÁLEZ PRATS II

LAS CIUDADES EN EL MEDITERRÁNEO CENTRAL

Punic Carthage: Two decades of archaeological investigations [85-104] ROALD F. DOCTER, FETHI CHELBI, BOUTHEINA MARAONI TELMINI, HANS GEORG NIEMEYER, ALAIN DE WULF Urbanistica e topografia delle città fenicie di Sardegna: il caso di Nora [105-142] MASSIMO BOTTO Mozia: dalla “casa dei capitelli” alla “casa dei mosaici” [143-154] GIGLIOLA SAVIO III

LAS CIUDADES DEL EXTREMO OCCIDENTE

Abdera y Baria. Dos ciudades fenicias en el extremo sureste de la Península Ibérica [157-186] JOSÉ LUIS LÓPEZ CASTRO LAS VILLAS AGRÍCOLAS P ÚNICO-TURDETANAS DE LA CAM P IÑA GADITANA (CÁDIZ-ESP AÑA) [187-208] PEDRO A. CARRETERO POBLETE Territorio y urbanismo fenicio-púnico en la bahía de Málaga. siglos VIII-V a.C [209-232] JOSÉ SUÁREZ, Mª DEL MAR ESCALANTE, Mª ISABEL CISNEROS, JOSÉ MAYORGA, LUIS EFRÉN FERNÁNDEZ La presencia fenicia entre los ríos Guadalhorce y Guadiaro: su evolución e implantación territorial [233-256] JUAN ANTONIO MARTÍN RUIZ Novedades arqueológicas en los asentamientos feniciopúnicos del Cerro del Prado y Carteia [257-280] JUAN JOSÉ BLÁNQUEZ PÉREZ El territorio de la ciudad bástulo-púnica de Baesippo [281-314 EDUARDO FERRER ALBELDA


Saladeros y alfares en Gadir. La perspectiva productiva de las ciudades fenicio-púnicas del Extremo Occidente [315-268] DARIO BERNAL, ANTONIO M. SÁEZ Apuntes sobre el urbanismo de Lixus (Larache, Marruecos) [369-382 CARMEN ARANEGUI Sistemas defensivos en la toponimia fenicia de la costa Atlántica Ibérica y Norteafricana [383-404] FERNANDO LÓPEZ PARDO, ALFREDO MEDEROS Y LUIS A. RUIZ CABRERO Sobre el uso de la moneda en las ciudades fenicio-púnicas de la Península Ibérica [405-438] BARTOLOMÉ MORA SERRANO IV

LA PROYECCIÓN EN EL MUNDO IBERO

Nuevas evidencias en Huelva desde finales del siglo VI a.C. ¿Crisis, reactivación, o simplemente continuidad? [441-458] FRANCISCO GÓMEZ TOSCANOS Os fenícios e a urbanização no Extremo Ocidente: o caso de Castro Marim [459-482] ANA M. ARRUDA, VERA FREITAS, CARLOS FILIPE OLIVEIRA

BIBLIOGRAFÍA [483-544] FIGURAS [535-586]


Sobre el uso de la moneda en las ciudades fenicio-púnicas de la Península Ibérica Bartolomé Mora Serrano



Resumen: La amonedación de origen y tradición fenicio-púnica de la Península Ibérica y Baleares resulta, como ya vieron muy bien ilustres representantes de la “arqueología numismática”, un testimonio singular y a veces único de la identidad cultural de estas poblaciones hispanas, especialmente en el largo período que se inicia tras la derrota cartaginesa en la Segunda Guerra Púnica. Aspectos tan diversos, pero complementarios en su estudio, como el número y cuantía de sus emisiones, los sistemas de peso utilizados o los cambios en sus iconografías e inscripciones monetarias, se analizan en las líneas que siguen atendiendo al indudable carácter cívico de unas acuñaciones que se desarrollan en un marco político y económico en gran medida mediatizado por la hegemonía bárquida primero y, sobre todo, por la posterior actuación de Roma en Hispania. Palabras clave: Numismática fenicio-púnica; Iberia, Hispania, política monetaria. Abstract The currency of Phoenician-Punic tradition of Spain is one of the main examples of the cultural identity of these populations. This work insists on its civic character that justifies the election of iconographies and inscriptions, but also its modest contribution to the economy of these populations. Most of these coinings they should be analyzed in the context of the action of Carthage and Rome in Hispania. Key words: Punic coins; Iberia, Hispania, monetary policy.

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Una reciente visión de conjunto sobre estas amonedaciones en aavv, Numismática hispano-púnica. Estado actual de la investigación. vii Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica, Ibiza, 1993; C. Alfaro Asins, “Las emisiones feno-púnicas”, en C. Alfaro Asins et al., Historia monetaria de Hispania antigua, Madrid, 1997, págs. 50115; M.P. García-Bellido & C. Blázquez, Diccionario de cecas y pueblos hispánicos, con una Introducción a la Numismática antigua de la Península Ibérica, Madrid, 2001, citado dic en las referencias a cecas concretas, junto con los imprescindibles corpora monetarios de L. Villaronga, Corpus Nummum Hispaniae ante Augusti Aetatem, Madrid, 1994 (= cnh) y A. Burnett, M. Amandry & P.P.Ripollès, Roman Provincial Coinage, i. From the Death of Caesar to the Death of Vitellius (44 BC to AD 69), London-Paris, 1992 (reed. 1999) y Suppl. 1998 (= rpc); y G.K. Jenkins, Sylloge Nummorum Graecorum: The Royal Collection of coins and medalls. Danish National Museum. Spain-Gaul, Munksgaard-Copenhague, 1979 (= sngCop). A los que deben añadirse los dedicados a la serie hispano-púnica del Museo Arqueológico Nacional, Cf. C. Alfaro Asins, Sylloge Nummorum Graecorum España. vol. i, Hispania. Ciudades Feno-púnicas. Parte 1: Gadir y Ebusus, Madrid, 1994 y Parte 2: Acuñaciones cartagineses en Iberia y emisiones ciudadanas (continuación), Madrid, 2004.   Recientemente, A. Domínguez Monedero, “Monedas e identidad étnico-cultural de las ciudades de la Bética”, en Mª. P. García-Bellido & L. Callegarin (Coords.), Los cartagineses y la monetización del Mediterráneo occidental, Madrid 2000, págs. 59-74; E. Ferrer, “Suplemento al mapa paleoetnológico de la Península Ibérica: los púnicos en Iberia”, rsf, 21,1, 1998, págs. 37-39 y J.L. López Castro, “La identidad étnica de los fenicios occidentales”, en G. Cruz Andreotti & B. Mora Serrano, Identidades étnicas Identidades políticas en el mundo prerromano hispano, Kronion. Estudios de la Antigüedad, Málaga, 2004, págs. 147-167.

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Tanto las acuñaciones de los antiguos y prestigiosos asentamientos fenicios de Ebusus yGadir, como las más recientes y por lo general modestas emisiones de otras ciudades como Malaka, Seks, Abdera, Olontigi e Ituci y, por su puesto, las todavía en muchos aspectos enigmáticas acuñaciones tradicionalmente conocidas como libiofenicias , nos ofrecen valiosos testimonios de diferentes aspectos relacionados con la vida religiosa, actividades económicas e incluso con la organización política de unas poblaciones herederas de la antigua colonización fenicia de estos territorios del extremo occidente mediterráneo. Su marcada personalidad cultural encontró, precisamente en la moneda, a través de sus iconografías, de su sistema metrológico y, cómo no, de su escritura fenicia en sus diferentes variantes paleográficas, uno de sus principales vehículos de expresión . El indiscutible interés histórico y arqueológico además, claro está, del propiamente numismático de estas monedas corre parejo a los numerosos inconvenientes que plantea su estudio, ya sea en la valoración que cabe hacer de sus aspectos formales y técnicos, especialmente en sus iconografías, como en la endémica escasez de hallazgos monetarios en contexto arqueológico bien conocido que dificulta tanto la imprescindible y todavía en muchos casos problemática datación, como el conocimiento del papel desempeñado en la circulación monetaria de las ciudades y zonas de influencia responsables de sus respectivas emisiones. Así, a la difícil constatación de hallazgos monetarios en muchas de las ciudades emisoras, condicionada tanto por la problemática de la arqueología urbana como por la particular realidad arqueológica de estas localidades – los casos de Gadir, Bailo o Malaca son ilustrativos


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en este sentido -, hay que añadir los inconvenientes que plantea la particularidad del fenómeno monetario en general y su particular aplicación a las amonedaciones hispano-púnicas. El fuerte apego a sus tradiciones orientales que dejan entrever algunos aspectos de las amonedaciones fenicio-púnicas de la Península Ibérica, contrasta sin embargo con el uso frecuente de un lenguaje monetario griego o, mejor para el caso hispano, greco-helenístico que debemos ser capaces de interpretar, a pesar de la escasez de datos historiográficos y arqueológicos que disponemos sobre estas amonedaciones que, con algunas excepciones capitalizadas por las cecas de Gadir y Ebusus, coinciden con la presencia romana en Hispania. La adopción de iconografías tomadas de la moneda romana como es el caso de la proa que muestran en su reverso algunos bronces de Seks (cnh 23-24; dic 11-12) o la temprana adopción por parte de algunas ciudades de la escritura latina para sus leyendas monetarias, tanto bilingües como exclusivamente latinas, como vemos en Bailo (cnh 2; dic 1) o Ituci (cnh 1, 9; dic 1,8) entre otras ha condicionado, al igual que la siempre difícil identificación de su sistema de pesos, la interpretación global de estas amonedaciones, a medio camino entre la constatación de una temprana e intensa romanización y la perduración de las tradiciones fenicias en la Hispania romana. Qué duda cabe, que la conquista romana de Iberia supone el inicio de un largo proceso de transformaciones en las poblaciones hispanas, incluidas las de origen fenicio-púnico, que culmina con su integración en las estructuras políticas, económicas y por último culturales de Roma ; un proceso que no es homogéneo ni sincrónico como nos muestra, entre otros testimonios, pero de un modo ciertamente particular la evolución de la moneda hispano-púnica.

Aunque no se cuenta con estudios de conjunto sobre la circulación monetaria de la Ulterior-Baetica como el modélico llevado a cabo en la Tarraconense mediterránea por P.P. Ripollès, La circulación monetaria en la Tarraconense mediterránea, Valencia, 1982, si bien son de gran interés los comentarios y datos recopilados en el estudio de la circulación monetaria de Belo. Cf. F. Chaves & J.-C. Richard, “Les monnaies préimpériales (fin iiie siècle av. j.-c. – 27 av. j.-c.)”, en J.P. Bost et al., Les monnaies. Belo iv, Madrid, 1987, págs. 15-35 y el estudio de P. P. Ripollès, “Circulación monetaria en Hispania durante el período republicano y el inicio de la dinastía Julio-Claudia”, viii Congreso Nacional de Numismática, Madrid, 1994, págs. 115-148. Deben señalarse también los estudios sobre cecas, yacimientos relevantes o recolilaciones de hallazgos como los realizados por C. Alfaro sobre moneda púnica.   Aunque su relación con los tipos del bronce romano es evidente, ello no impide mantener una lectura en clave púnica para los mismos; si bien no deja de ser llamativo su inserción en un programa iconográfico dominado, en lo que a la acuñación de las unidades de mayor peso se refiere, por la iconografía de Melqart y sus principales atributos: atunes y delfines. B. Mora Serrano, “Las fuentes…, pág. 159; “La iconografía…”, pág. 60.   Cf. en especial J.L. López Castro, Hispania Poena. Los fenicios en la Hispania romana, Barcelona, 1995, págs. 98 ss.; “Las ciudades fenicias occidentales”, en J. Jiménez Salvador & A. Ribera i Lacomba (eds.), Valentia y las primeras ciudades romanas de Hispania, Valencia, 2002, págs. 90-92.

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Los diferentes motivos que han podido intervenir en la puesta en funcionamiento de las cecas hispanas han sido analizados por F. Beltrán Lloris, “Sobre la función de la moneda ibérica e hispano-romana, en Estudios en homenaje al Dr. Antonio Beltrán Martínez, Zaragoza, 1986, págs. 889-914; F. Chaves Tristán “Moneda y ciudad en el sur de la Península Ibérica”, L’Africa romana x, Sassari, 1994, págs. 1305-1318 y M.P. García-Bellido, “Los ámbitos de uso y la función de la moneda en la Hispania republicana”, Actas del iii Congreso Histórico-Arqueológico Hispano-Italiano, Madrid, 1998, págs. 177-207. Para el marco general de la amonedación antigua, cf., recientemente, F. Callata ÿ, “Sur les origines de la monnaie stricto sensu (nomisma)”, Revue Numismatique, 2001, págs. 83-93.   Una visión de conjunto en C. Alfaro Asins, “Epigrafía monetal púnica y neopúnica en Hispania. Ensayo de síntesis”, Ermanno A. Arslan Dicata, i (Glaux, 7), Milán, 1991, págs. 109-150 y García-Bellido & Blázquez, Diccionario…, págs. 46-47 ss. con la inclusión de nuevas leyendas y propuestas de lectura como es ejemplo Sacili, pág. 329.

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Estas peculiaridades no pueden hacer olvidar sin embargo la necesaria inserción de estas amonedaciones en el contexto monetario hispano, a la hora de buscar los motivos que promueven la puesta en marcha de un taller monetario y el uso que de estas monedas hace la ciudad que las acuña en el marco, por muy modesto que éste sea, de las finanzas ciudadanas y, por supuesto, en el contexto cultural y también político en el que se inscriben . Son estos aspectos más estrechamente relacionados con el carácter público y oficial de la moneda, los que centrarán nuestros comentarios, por encima de aquellos otros más vinculados a su uso en el ámbito privado. Priorizar cualquiera de estos elementos en las acuñaciones hispano-púnicas es tarea difícil, aún en los casos en los que contamos con un mayor acopio de datos que, lamentablemente, son los menos. Sin embargo, parece oportuno llamar la atención sobre un interesante testimonio como sin duda es el que proporciona uno de los cuños de reverso de la amonedación de Seks (cnh 13; dic 19) (Lám. 1) que, por conocido, no deja de ser un claro ejemplo del ámbito público en el que se desenvuelven estas y otras amonedaciones.Así, siguiendo el exitoso modelo gaditano, dos túnidos enmarcan la leyenda mp cl sks en grafía neopúnica e inserta, en este caso, en una cartela en la que son bien visibles sendos puntos en cada uno de sus lados menores, simulando su hipotético anclaje. De un modo singular se ve reforzada aquí la condición de documento oficial y también en este caso público del que lógicamente participa la moneda hispano-púnica y, particularmente, sus inscripciones , que rememorando expresiones decimonónicas podríamos calificar de monumentales. Pero resulta oportuno, haciendo uso del criterio cronológico, centrar nuestros comentarios en las primeras amonedaciones fenicio-púnicas de la Península Ibérica y Baleares: Ebusus y Gadir, cuya datación entre la segunda mitad del siglo iv y el 300 a.C., nos sitúa en los primeros momentos de la amonedación hispana, caracterizada por las más tempranas acuñaciones de plata de Emporion, Rhode y Arse en las costas del noreste


y levante helenizado, a las que se suman algo más tarde las de las citadas ciudades feniciopúnicas, con la interesante novedad de acuñar moneda de bronce . Estas primeras emisiones de Ebusus y Gadir deben considerarse como uno de los testimonios más evidentes de la importancia adquirida por las poleis fenicio-púnicas hispanas, surgidas al igual que aquellas otras de Malaka, Seks o Baria, de la transformación de antiguos enclaves coloniales entre finales del siglo vii a.C. y a lo largo de la centuria siguiente. Si ya desde estos momentos el registro arqueológico nos habla de la construcción de murallas, de la aparición de necrópolis ciudadanas o de la reorientación económica y comercial de estos enclaves , la posterior documentación numismática contribuye a precisar algunos de estos fenómenos como la estrecha relación de estos centros fenicio-púnicos hispanos con el Mediterráneo central, o la consolidación de los panteones locales, que en el caso gaditano coincide con el viejo santuario empórico dedicado a Melqart10. No faltan tampoco indicios en estas primeras amonedaciones, así como en las ya más tardías de finales del siglo iii a.C., que permiten abordar temas recurrentes en la historiografía peninsular como es la cuestionada implicación de Cartago en el ámbito político, comercial e incluso monetario de estas ciudades fenicio-púnicas con anterioridad al 237 a.C11. Sin duda la importancia de Cartago como potencia comercial en el Mediterráneo central debió tener una temprana proyección hacia los vecinos territorios hispanos con los que mantenía antiguas y estrechas relaciones que se intensifican durante los siglos v y iv

Cf. M. Campo, “Moneda griega y púnica de Hispania: las primeras emisiones”, ix Congreso Nacional de Numismática, Elche, 1994, págs. 82-84, P.P. Ripollès, “La monetización del mundo ibérico”, iii Reunió sobre economia en el Món Ibèric (Saguntum, Extra iii), Valencia, págs. 329-344; García-Bellido & Blázquez, Diccionario…, págs. 21-25. Una problemática atribución de moneda de plata a Gadir en el siglo v ó iv a.C. es defendida por M.P. García-Bellido “Los primeros testimonios metrológicos y monetales de fenicios y griegos en el sur peninsular”, aespa, 75 (185-186), 2002, págs. 104-106. Por otro lado, la acuñación de dos emisiones de bronce en Rhode, en parte reacuñadas sobre moneda púnica de Cerdeña, puntualiza el perfil metalográfico hispano-griego monopolizado por la plata. Cf., M. Campo, “Nuevos datos sobre la moneda en la colonia de Rhode”, xiii Congreso Internacional de Numismática, i, Madrid, 2005, págs. 323329.   Cf. López Castro, “Las ciudades…”, págs. 81-90; J.L. López Castro & B. Mora Serrano, “Malaka y las ciudades fenicias en el occidente mediterráneo. Siglos vi a.C. - i d.C.”, Mainake, xxiv, 2002, págs. 181-205. 10   R. Olmos, “El Hércules gaditano en la geografía mítica del Extremo Occidente”, en R. Rolle, K Schmidt (eds.), Archäologische Studien in Kontaktzonen der antiken Welt, Gottingen, 1998, págs. 517-524; M.C. Marín Ceballos, “Les contacts entre Phéniciens et Grecs dans le territoire de Gadir et leur formulation religieuse: Histoire et mythe”, en S. Ribicini et al., (coords.), La questione delle influenze vicino-orientali sulla religione greca, Roma, 2001, págs. 315-331. 11   Reavivado con la reciente publicación de los hallazgos de El Gandul, cf., R. Pliego, “Sobre el reclutamiento de mercenarios turdetanos: El campamento cartaginés de El Gandul (Alcalá de Guadaira, Sevilla)”, Habis 34, 2003, págs. 39-56. Los problemas de esta presencia cartaginesa en conexión con el mercenariado son analizados con detalle por A.C. Fariselli, i mercenari di Cartagine, Roma, 2002, págs. 129 ss. y 203-226 para la documentación numismática.

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a.C.12, por lo que no resultaría extraño reconocer la influencia de la gran metrópoli norteafricana en las primeras emisiones de Ebusus y Gadir13. Diferentes cuestiones permiten, no obstante, matizar estas influencias. Así, debe insistirse en el hecho de que sólo las dos ciudades hispano-púnicas acuñen moneda propia en el occidente mediterráneo a diferencia de los territorios norteafricanos, cuya directa inserción en la política administrativa de Cartago contribuiría a explicar la ausencia en estos momentos de acuñaciones ciudadanas, como podría ilustrar especialmente el caso de Utica14. Por otro lado, los tipos monetarios de estas primeras monedas de bronce hispano-púnicas encuentran sus principales referentes en el ambiente greco-púnico del Mediterráneo central; destino o importante escala de las relaciones comerciales de estas y otras ciudades hispanas que en estos mismos momentos inician o ven reforzadas sus amonedaciones como sucede en las ya citadas de Emporion, Rhode y Arse15. La elección de las iconografías monetarias en Gadir y Ebusus se apartan de un modo significativo de las de Cartago y expresan con claridad su propia identidad ciudadana, haciendo uso para ello de un particular lenguaje monetario influenciado por la iconografía greco-helenística, pero que no resulta ajeno a las viejas corrientes orientales16. Esto se aprecia con claridad en la moneda ebusitana al adoptar la popular imagen de Bes como tipo distintivo de sus emisiones y posible alusión al nombre de la ciudad, en combinación con la representación de un toro embistiendo, cuyos mejores paralelos se encuentran en los bronces siracusanos17. Su posible alusión a la principal divinidad del panteón fenicio,   J.L. López Castro, “Las ciudades fenicias occidentales y Cartago (c. 650-348 a.C.), en A. Tavares (ed.), Os Púnicos no extremo occidente, Lisboa, 2001, págs. 65-68. La discutida hegemonía cartaginesa respecto a Gadir parece en cualquier caso más evidente a partir del siglo iv a.C.; L.I. Manfredi, La politica…, págs. 471-477. 13   Postura defendida por J. Alexandropoulos, “La influence de Carthage sur les monnayages phenicopuniques d’Espagne, mcv, xxiii, 1987, págs. 16-20; Les monnaies de l’Afrique Antique 400 av.J.-C. – 40 ap. j.-c., Toulouse, 2002, págs. 52-54, y aceptada por otros autores, cf., P.P. Ripollès, Circulación…, pág. 122. 14   Cf. L.I., Manfredi, La politica amministrativa di Cartagine in Africa, Roma, 2003, págs. 422-425; J. Alexandropoulos, Les monnaies…, págs. 125-129, manteniendo la discusión sobre la datación previa o posterior al 146 a.C. de estos bronces (sgnCop. 428-430), de discutida atribución, por otra parte. 15   Como ponen de manifiesto los modelos monetarios de esta última ceca, cf., M.M. Llorens & P.P. Ripollès, “Las imágenes”, en P.P. Ripollès & M.M. Llorens, Arse-Saguntum. Historia monetaria de la ciudad y su territorio, Sagunto, 2002, págs. 65-120. 16   B. Mora Serrano, “Las fuentes de la iconografía monetal fenicio-púnica”, en M.P. García-bellido & L. Callegarin (Coords.), Los cartagineses…págs. 157-168; sobre los presupuestos teóricos para el análisis de estas iconografías, cf. M.P. García-Bellido, “La moneda, libro en imágenes de la ciudad”, en R. Olmos (ed.), La sociedad ibérica a través de la imagen, Madrid, 1992, págs. 237-249 y García-Bellido & Blázquez, Diccionario…, págs. 55-62. Con las precauciones que sobre su interpretación religiosa apunta M.C. Marín Ceballos, “En torno a las fuentes para el estudio de la religión fenicia en la Península Ibérica”, Ex Oriente Lux: Las religiones orientales antiguas en la Península Ibérica, E. Ferrer Albelda (ed.), Sevilla, 2002, págs. 21-22. 17   M. Campo, Las monedas de Ebusus, Barcelona, 1976, págs. 25-26. [413]

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Baal Hammon18, contrasta con la ausencia de representaciones de Tanit, a pesar de su conocida importancia en la religión ibicenca19. La moneda de Gadir nos ofrece, desde un primer momento, una indiscutible identificación con Melqart. Tampoco aquí encontramos alusiones directas a Baal Hammon o Astarté, cuya importancia en los cultos gaditanos nos es bien conocida tanto por las fuentes literarias como por la documentación arqueológica20. La iconografía helenizada con la que se muestra al dios gaditano y la inclusión de los túnidos y delfines como tipos habituales en sus reversos encuentra también sus más cercanos paralelos en la moneda greco-púnica de Sicilia21. Pero tanto su articulación en las sucesivas emisiones de la ciudad como la inclusión de nuevas iconografías como la de Helios (-Shamash) de frente insisten en su especial significación en el contexto político, económico y desde luego religioso de la ciudad, al mismo tiempo que aluden a un espacio mítico-geográfico, el del extremo occidente fenicio-púnico22, y al papel hegemónico desempeñado en estos territorios por el santuario de Melqart, administrado por la aristocracia gaditana. El posible papel desempeñado por el Heracleion en las primeras acuñaciones de Gadir, en el que encaja la reciente interpretación como “óbolos votivos” 23 dada a estos divisores anepigráficos (cnh 8; dic 1) podría verse reforzado gracias a hallazgos   Defendida en diferentes trabajos por M.P. García-Bellido, “Leyendas e imágenes púnicas en las monedas libiofenices”, Veleia, 2-3, 1985-1986, págs. 509-510. Sobre su encuadre en otras amonedaciones púnicas cf., E. Acquaro, “Il tipo del toro nelle monete puniche di Sardegna e la politica Barcide in occidente”, rsf, 2, 1, (1974), págs. 105-107. la lectura oriental de este tipo iconográfico es abordada recientemente por G. del Olmo Lete, “De Baala Yahweh”, en Toros. Imatge i culte a la Mediterrànea antiga, Barcelona, 2002, págs 198203. 19   Con el importante santuario de Es Cuieram, cf., M.E. Aubet, El Santuario de Es Cuieram, Ibiza, 1982.; M.C. Marín Ceballos, “Ibiza, encrucijada mediterránea. El panteón cartaginés”, Actes du 3e Congrès Internacional d’Etudes de Cultures de la Mediterranée Occidentales, Jerba, 1981, págs. 103-121. En lo que a la moneda ebusitana se refiere, sólo contamos con la inclusión de diferentes signos como la rosácea, la flor de loto y la cornucopia que junto al signo de Tanit aluden, aunque de modo indirecto, a esta importante divinidad. Cf. M. Campo, Las monedas…, págs. 26-27. 20   E. Ferrer Albelda, “Topografía sagrada del Extremo Occidente: santuarios, templos y lugares de culto de la Iberia púnica”, en Ex Oriente Lux…págs. 195-198. 21   Aunque asumiendo una importante reelaboración propia. Cf. C. Alfaro Asins, Las monedas de Gadir/ Gades, Madrid, 1988, págs. 35-38; “Observaciones sobre producción y circulación del numerario de Gadir”, iv ciefp, Cádiz, i, 2000, pp. 427. 22   D. Plácido, “La Península Ibérica: arqueología e imagen mítica”, AEspA, 75, 2002, págs. 123-126. De la que también participan diferentes iconografías, de carácter solar, en la amonedación hispano-púnica y norteafricana, B. Mora Serrano, “Las fuentes…”, pág. 164; “Notas sobre representaciones solares en la numismática púnica”, V Congresso Internazionale di Studi Fenici e Punici, Palermo, iii, 2005, págs. 1351-1358. 23   En general, cf. M.C. Marín Ceballos, “Reflexiones en torno al papel económico-político del templo fenicio”, Homenaje a J.M. Blázquez, ii, Madrid, 1994, págs. 361-362; L. I. Mandredi, “Melqart e il tonno”, Studi di egittologia e di antichità puniche, 1, 1987, págs. 67-83; F. Chaves &, e. García Vargas, “Reflexiones en torno al área comercial de Gades: Estudio numismático y económico”, Homenaje al Dr. Michel Ponsich (Gerión), Madrid, 1991, págs. 157-159. Por último cabe destacar la reciente interpretación votiva de los bronces anepígrafos gaditanos en García-Bellido & Blázquez, Diccionario…, pág. 146.

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ello hay que añadir la circulación eminentemente local de estas monedas que pronto serán utilizadas también en los pequeños intercambios cotidianos y, probablemente, en el más cómodo uso de la moneda foránea de mayor valor, de oro y plata, pero también de bronce, que procedente de diversos puntos del Mediterráneo se integraba paulatinamente en la circulación monetaria de estas ciudades hispano-púnicas. Un posible testimonio indirecto de la llegada de moneda griega y sobre todo púnica de cecas sicilianas y sardas a estos territorios nos lo proporcionan los hallazgos aislados o procedentes de tesoros concentrados en valle medio del Guadalquivir, como el recientemente publicado de El Gandul, si bien la problemática datación de este tipo de hallazgos no descarta la llegada de una parte de este numerario durante la Segunda

En un contexto arqueológico ritualizado como amablemente nos indica A. Arévalo, “Sobre la presencia de moneda en los talleres alfareros de San Fernando (Cádiz)”, Figlinae Baeticae. Talleres alfareros y producciones cerámicas en la Bética romana (ss. ii a. C. - vii d.C.), ii, b.a.r., int. ser., 1266, Oxford, 2004 (en prensa). 25   C. Alfaro, “Uso no monetal de algunas monedas púnicas de la Península Ibérica”, rin, xcv, 1993, págs. 261-276; “La moneda en las ciudades fenopúnicas”, Moneda i vida urbana, Barcelona, 2001, págs. 46-47. 26   C. Alfaro, Las monedas…, 122-123; “Observaciones…”, págs.. 429-430. 27   En especial, cf. F. Chaves &, e. García Vargas, “Reflexiones…”, págs. 159-160, 168. Las diferentes interpretaciones sobre el control y distribución comercial de la producción salazonera gaditana en época prerromana en J.L. López Castro, “La producción fenicia occidental de salazón de pescado”, II Congresso Peninsular de Historia Antigua, Coimbra, 1993, págs. 353-362 y. E. García Vargas & E. Ferrer, “Las salazones de pescado de la Gadir púnica: estructuras de producción”, Laverna, Vol. 12. 2001, págs. 21-41. 24

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recientes, en este caso mejor datados, como los producidos en los alfares de Torre Alta24. Tendríamos aquí un interesante y muy temprano indicio del uso religioso y votivo de la moneda, ligado como bien se sabe a su propio origen, y al que no es resulta ajeno la moneda hispano-púnica y especialmente la gaditana25, pero que debe considerarse compatible con la lectura político-religiosa y económica que se desprende de sus tipos, de los valores acuñados – mitad, cuarto y octavo - y de su ajuste metrológico. A pesar de la ausencia de hallazgos de estas primeras emisiones de Gadir con contexto arqueológico temprano en la ciudad antigua, su presencia en los alfares de Torre Alta, en la factoría de Las Redes, así como en los cercanos poblados de Las Cumbres y Castillo de Doña Blanca26 refuerzan el uso cívico de esta moneda, sin duda ligado a la vida económica y financiera de la ciudad hispano-púnica, que sólo un mejor conocimiento de la historia y arqueología de estos asentamientos permitirá precisar, pero que debe ponerse en relación, en el caso de estos pequeños divisores de bronce, con modestos pagos y servicios vinculados a las principales actividades de estas ciudades como fueron la pesca y fabricación de salazones de pescado, además del trabajo en las salinas y la fabricación de envases cerámicos para su comercialización27. A todo


Guerra Púnica28; momento clave en la historia monetaria hispana y de particular trascendencia también para las amonedaciones de Gadir y Ebusus que se traduce, entre otras cuestiones, en la acuñación de moneda de plata. Aunque con algunos matices29, es mayoritaria la vinculación de estas emisiones a la guerra entre Roma y Cartago, si bien su tradicional interpretación como contribución a los gastos militares del bando cartaginés30 ha sido recientemente puesta en duda, recordando su escasa importancia en términos cualitativos en comparación con la enorme cantidad de moneda de plata acuñada por los Bárquidas en Iberia, e insistiendo pues en una motivación más relacionada con las finanzas de estas ciudades hispano-púnicas31. La plata acuñada en estos momentos por Ebusus y Gadir presenta interesantes puntos en común, aunque al mismo tiempo acentúan las diferencias que desde el punto de vista formal y técnico se reconocen ya desde sus primeras emisiones de bronce, tanto en su metalografía como en la muy superior calidad estilística y técnica de los cuños gaditanos, que bien podrían ponerse en relación con la larga tradición orfebre de la ciudad32. Es muy significativo que las dos cecas trasladen a la nueva moneda de plata los viejos diseños de la de bronce, pero si la plata ebusitana mantiene su anepigrafismo, las autoridades   Cf. Pliego, “Sobre el reclutamiento…”. La recopilación de hallazgos monetarios griegos y púnicos ha sido abordada recientemente por A. Arévalo, “La moneda griega foránea en la Península Ibérica”, x Congreso Nacional de Numismática, Madrid, 2002, págs. 1-15 y C. Alfaro, “La moneda púnica foránea en la Península Ibérica y su entorno”, x Congreso Nacional de Numismática, Madrid, 2002, págs. 17-64 y pág. 21 sobre el problema de las emisiones antiguas. 29   Se discute la atribución a los primeros momentos de la amonedación de Ebusus de una emisión de plata. Cf., García-Bellido & Blázquez, Diccionario…, págs. 113-114. También se ha planteado una data anterior al 237 a.C. para la plata de Gadir, Chaves Tristán & García Vargas, “Reflexiones…”, pág. 164. 30   Defendida por diferentes autores, especialmente L. Villaronga, “Necesidades financieras de la Península Ibérica durante la Segunda Guerra Púnica y los primeros levantamientos de los iberos”, Nummus, 2 serie, iv-vi, 1981-1983, págs. 119-153; “Economía monetaria en la Península Ibérica ante la presencia cartaginesa y durante la segunda guerra púnica”, Aula Orientalis, 4, 1986, págs. 159-162. 31   C. Alfaro, “Observaciones…”, pág. 427, aunque en ningún caso desvinculada del ambiente bélico en el que se inscriben. Cf., M. P. García-Bellido, “El proceso de monetización en el Levante y Sur peninsular durante la Segunda Guerra Púnica”, en J. Untermann & F. Villar (eds.), Lengua y Cultura en la Hispania Prerromana. Actas del v Coloquio sobre lenguas y culturas prerromanas de la Península Ibérica, Salamanca, 1993, pág. 325; es evidente que tanto su aspecto externo como sus pesos y metalografía mantienen sensibles diferencias con la plata hispano-cartaginesa. Cf., sobre este último aspecto, G. Sejas del Piñal, “Consideraciones sobre la política monetaria bárquida a partir del análisis de sus monedas de plata”, rsf, 21, 1993, págs. 126-127; Fariselli, I mercenari…, págs. 215 ss. Además la dispersión de hallazgos, más localizada en el caso gaditano, y el diferente volumen de acuñación de plata de ambas cecas, según las estimaciones de L. Villaronga, “La masa monetaria acuñada en la Península Ibérica antes de Augusto”, en M.P. García-Bellido & R. M. Sobral Centeno, La moneda hispánica. Ciudad y Territorio (Anejos de aespa, xiv), Madrid, 1995, págs. 9-10 y “Economía…”, pág. 160-162 y tabla ii con 37 cuños de dracma para Ebusus por 15 para Gadir, insinúan un diferente comportamiento de cada una de estas ciudades respecto a Cartago. 32   Cf., A. Perea, “La orfebrería púnica de Cádiz”, Aula Orientalis, 3, 1-2, 1985, págs. 295-322. Sin descartar la intervención directa de grabadores foráneos, púnicos o griegos como se ha propuesto para la moneda gaditana, Alfaro, “Observaciones…”, pág. 427.

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No menos interés tiene el análisis metrológico de estas monedas pues a la tradicional relación de la moneda de bronce hispano-púnica con el patrón de 8-9 gr. seguido por emisiones suritálicas y sicilianas, y muy cercano al de las púnicas de Sicilia y Cerdeña acuñadas entre la segunda mitad del siglo iv a.C. y las primeras décadas de la centuria siguiente37, se añaden ahora nuevas interpretaciones basadas en el posible uso de un patrón fenicio:

Con independencia de los problemas de lectura que plantean las fórmulas administrativas que acompañan al topónimo. Cf. C. Alfaro, Las monedas…, 52-56; Ibid., “Epigrafía…”, págs. 112, 115-116; L.I. Manfredi, Monete puniche. Repertorio epigrafico e numismatico delle leggende puniche, Roma, 1995, págs. 130-132. 34   De hecho la incorporación en estos momentos de la clava al tipo de Melqart puede considerarse una concesión a la iconografía monetaria bárquida, no exenta quizá de connotaciones políticas. Cf. Alfaro, Las monedas ..., págs. 36-37, 170 ss.; F. Chaves & M.C. Marín Ceballos, “L’influence phénico-punique sur l’iconographie des frappes locales de la Péninsule Ibérique”, Numismatique et histoire économique phéniciennes et puniques (Studia Phoenicia ix), Louvain-La-Neuve, 1992, pág.174.. 35   M. J. Fuentes Estañol, Corpus de las inscripciones fenicias, púnicas y neopúnicas de España, Barcelona, 1986, pág. 14, n. 04.03. 36   Manfredi, Monete …, págs. 114, 119 ss.; Politica..., págs. 471-477; García-Bellido & Blázquez, Diccionario..., págs. 46-47. 37   Siguiendo los pioneros estudios de J.c.Richard & L. Villaronga, “Recherches sur les étalons monétaires en Espagne et en Gaule du sud antérieurement a l’epoque d’Auguste”, mcv, ix, 1973, págs. 119-120127-128; siendo su principal exponente el bronce acuñado por los Bárquidas, L. Villaronga, Las monedas hispanocartaginesas, Barcelona, págs. 101-106. 33

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gaditanas introducen ahora, coincidiendo con la dominación cartaginesa de estos territorios surhispanos un nuevo elemento: su leyenda monetaria – mhlm/’gdr y mp c l/’gdr- incluida ahora también en el bronce, que contribuye a la definitiva fijación de su tipología y resulta además la más clara afirmación de su identidad ciudadana33. Por más que en el terreno político ésta debió ser más ficticia que real34 es innegable su trascendencia, tanto si comparamos la escasez de este tipo de leyendas monetarias, especialmente en el ámbito político-administrativo directamente relacionado con Cartago, como si atendemos a la valiosa información que en este caso nos proporcionan acerca de las instituciones ciudadanas de la ciudad fenicia y su relación con la acuñación de moneda; aspectos que vienen a ampliar la puntuales y al mismo tiempo valiosas referencias de Tito Livio (xxviii, 37, 2) o, en el terreno epigráfico, la inscripción que porta un anillo gaditano, datado en el siglo ii a.C., en el que se hace una mención explícita al “pueblo de Gadir”35 (Lám. 2a y b). Es significativo recordar en este sentido, que los más antiguos precedentes de esta “fórmula de acuñación ciudadana” nos lo proporciona la rica amonedación fenicio-púnica de Sicilia, concretamente la de Panormo-sys (s b cl sys), luego retomada por Gadir y difundida, en sus diferentes variantes, entre diferentes cecas hispano-púnicas y de la Mauritania oriental como elocuente afirmación también de su “autonomía” ciudadana36.


el shekel de 9,40 gr. como base del sistema metrológico hispano-fenicio y turdetano38 del que también participaría la plata acuñada en Gadir y Ebusus, cuyo peso más alto acuñado de 4,70 gr., equivalente a medio shekel, coincide con el de las dracmas de Emporion y Rhode, y contribuye desde el punto de vista numismático a la discusión sobre los intrincados intereses económicos y circuitos comerciales de griegos y fenicios en la Península Ibérica a partir de los siglos vi y v a.C.39. En todo caso debe insistirse en que la acuñación de nominales de peso reducido en las dos ciudades hispano-púnicas apunta, sobre todo, a una función y uso de éstos estrechamente relacionada con los intereses financieros y económicos de estas ciudades, como especialmente cabe reconocer en el caso de Gadir, que llegará a poner en circulación divisores de peso tan reducido como los 0,34 gr. de la primera emisión, identificados con los agora de las fuentes literarias, y relacionados también con algunos de los divisores anónimos procedentes de hallazgos casuales o tesoros hispanos40. El creciente uso de tales monedas, sin duda complementario de las piezas de mayor valor y en su mayor parte de origen cartaginés, debió contribuir a la puesta en funcionamiento de nuevos talleres monetarios concentrados en los principales centros fenicio-púnicos del sur y sudeste peninsular como son Malaka, Seks y Baria, a los que habría que añadir las problemáticas amonedaciones de clara influencia cartaginesa y africana en sus tipos –combinación de cabeza masculina y jinete o caballo en ocasiones con palma detrás-41, a cuya probable localización en el interior bético apuntan antiguas y nuevas lecturas de iconografías y epígrafes púnicos42.   Que se relaciona directamente con los ponderales de Chancho Roano. Cf. M.P. García-Bellido, “Roma y los sistemas monetarios provinciales. Monedas romanas acuñadas en Hispania en la segunda guerra púnica”, Zephyrus, liii-liv, 200-2001, págs. 554-58; M.P. García-Bellido & C. Blázquez, Diccionario…, págs. 83-86. 39   Interpretación apoyada tanto por la documentación arqueológica como por la numismática. Cf., P. Cabrera Bonet, “Cádiz y Ampurias: relaciones económicas y de intercambio. Siglos v y iv a.C.”, iv Congreso Internacional de Estudios Fenicios y Púnicos, Cádiz, I, 2000, págs. 313-317; A. M. Niveau & J. I. Vallejo, “Evolución y estructura del comercio gaditano en época púnica. Un avance a partir de la documentación arqueológica. i (ss. vi-iv a.C.), en P. Fernández Uriel et al., (eds.), Intercambio y Comercio Preclásico en el Mediterráneo. Actas del i Coloquio del cefyp, Madrid, 1998, págs. 313-338; M. P. García-Bellido, “Las relaciones económicas entre Massalia, Emporion y Gades a través de las monedas”, Iberos y griegos: Lecturas desde la diversidad (Huelva Arqueológica) xiii, 2, 1994, págs. 117-149. 40   M.P. García-Bellido, “El ´gora, el shekel y su relación con las monedas de bronce: Gades y otras cecas hispano-púnicas”, Acta Numismàtica, 21-23, 1993, págs. 167-183.; García-Bellido & Blázquez, Diccionario…, pág. 86. 41   Sobre la riqueza interpretativa de este tipo en la numismática hispana, cf., recientemente, A. Arévalo, “La moneda hispánica del jinete ibérico: estado de la cuestión”, en F. Quesada Sanz & M. Zamora Merchán (eds.), El caballo en la antigua Iberia, Madrid, 2003, págs. 63-74. 42   Tema ya debatido en la literatura numismática española del siglo xix, especialmente por Antonio Delgado y Manuel Rodríguez de Berlanga, cf., B. Mora Serrano, “La interpretación de la iconografía de la moneda hispana en la investigación numismática española del siglo xix”, xii International Numismatic Congress, I, Berlín, 2000, págs. 131-136; Alfaro, “Epigrafía…”, págs. 137-143, y en el que destacan las posteriores aportaciones de Solá Solé. Una visión actualizada en García-Bellido & Blázquez, Diccionario…, págs. 60-62, 208-210.

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M.P. García-Bellido, “La relación económica entre la minería y la moneda púnica de Iberia”, en Los cartagineses…, págs. 135-136, quien no obstante recalca su mayor dependencia respecto a la metrópoli africana. 44   J.L. López Castro, “El inicio de la acuñación de moneda en la ciudad de Seks”, Acta Numismàtica, 16, 1986, págs. 65-72; C. Alfaro, “Observaciones sobre las monedas de Seks según el man”, Almuñecar: Arqueología e Historia, Granada, 1986, págs. 75-78, B. Mora Serrano, “Metrología y sistemas monetarios en la península ibérica (ss. v a.C. - i d.C.), xii Congreso Nacional de Numismática, 2004, en prensa. 45   M. Campo & B. Mora, “Aspectos de la política monetaria de Malaca durante la Segunda Guerra Púnica”, en La moneda hispánica... págs. 110. 46   Pero matizado por la más que probable elección del valor sexto como el menor de los nominales emitidos en lugar del octavo de la unidad que mantiene la ceca gaditana. Campo & Mora, Las monedas…, págs. 125-127; Campo & Mora, “Aspectos…”, pág. 108. No obstante su mala calidad técnica y el frecuente uso de cospeles recortados dificulta su correcta interpretación metrológica. 43

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Centrando nuestros comentarios en los talleres costeros, por la mayor información que se dispone sobre la historia y arqueología de estos enclaves y en general sobre el conjunto de sus amonedaciones, en su mayoría continuadas en época romana, tanto sus tipologías como sus pesos y política de nominales ponen de manifiesto, dentro de su indudable carácter púnico, la diversidad de intereses y relaciones de estos centros. Resulta así evidente la dependencia de la amonedación de Baria respecto a la hispano-cartaginesa, como se desprende de la adopción de algunos tipos como la palmera y el ureus, de la falta de inscripciones toponímicas o de la puesta en circulación de monedas de elevado peso – c. 20 gr. - junto a mitades o cuartos de la unidad43. Un comportamiento monetario alejado del modelo gaditano que cabe reconocer, aunque sólo en parte, en las primeras acuñaciones de Seks44. Así, junto a la emisión de duplos, además de mitades y cuartos de la unidad, hay que añadir la representación de un Melqart desnudo y con clava, de clara influencia cartaginesa, que sin embargo se combina con unos reversos en este caso inspirados en la moneda de Gadir como son los dos atunes enmarcando el topónimo de la ciudad en grafía púnica sks (chn 2-3 ; dic 1-2); influencia gaditana todavía más acusada en unos escasos pero interesantes divisores, posiblemente cuartos de la unidad, que incorporan la leontea a la efigie del dios fenicio y que añaden, junto a la clava tendida de su reverso y en dos líneas, la leyenda mp`l /sks en caracteres púnicos (cnh 3; dic 3). La diversidad de estas tempranas emisiones hispano-púnicas resulta todavía más evidente en la amonedación de Malaka. Junto a la probable, pero todavía insegura atribución a la ceca de un divisor de plata emparentado tipológicamente con los bronces malacitanos (cnh 77.4; dic 166.9)45, sólo la exclusiva acuñación de pequeños divisores la acerca al modelo monetario de Gadir46, pues la originalidad de sus tipos, caracterizados por la tipología egiptizante de los anversos y las estrellas de los reversos y, sobre todo, la ausencia de toda inscripción monetaria (cnh 1-4;dic 1-5) contrasta con el temprano uso de este recurso en las amonedaciones púnicas del sur, en gran medida influenciadas por


los tipos gaditanos; no así en el sudeste como se ha visto en Baria, más dependiente del modelo Bárquida de la cercana Carthago Nova47. A las escasas pero no por ello menos interesantes referencias sobre el hallazgo en Málaga o su territorio de moneda cartaginesa de bronce y plata, e incluso de un divisor áureo48 hay que añadir los hallazgos monetarios procedentes de recientes excavaciones en el casco urbano antiguo, valioso testimonio de la circulación monetaria prerromana de la ciudad. Asociadas a unas estructuras de habitación, pero inscritas en una potente muralla amortizada en los primeros momentos de la conquista romana, han aparecido hasta ahora casi medio centenar de monedas49, todas de bronce (Lám.3) , que con la excepción de dos atribuidos a Ebusus y otros dos hispano-cartagineses con cabeza de caballo en reverso (cnh 38; dic 33) (Lám.4) pertenecen a la primera emisión malacitana (Lám. 5) y ponen de manifiesto su importante peso en la circulación monetaria de la ciudad, al igual que en otros enclaves urbanos como ya conocíamos en el caso de Toscanos-Cerro del Mar 50. Pero en una circulación monetaria marcadamente local, sólo corregida por la lógica y en este caso temprana difusión costera de las monedas de Ebusus, Gadir e incluso Malaka, como ponen de manifiesto los hallazgos de Ampurias, Cabezo Lucero y sobre todo La Algaida 51, debe llamarse

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la atención sobre la destacada presencia de divisores malacitanos en diferentes puntos de la antigua ruta, explotada ya por la factoría fenicia del Cerro del Villar y luego por el enclave que lo sucede, que aprovechando primero el cauce del Gadalhorce y luego también el del Guadalmedina conducía, a través de la Depresión de Antequera, a las campiñas cordobesa y sevillana, así como al distrito minero castulonense; territorios de gran importancia estratégica para los Bárquidas como demuestran los

Tampoco Ebusus hace constar su topónimo hasta un momento muy avanzado, cf., Campo, Las monedas, págs. 45-48. 48   Recopilados por C. Alfaro, “La ceca de Gadir y las acuñaciones hispano-cartaginesas”, Numismática hispano-púnica…, pág. 48; ibid., “La moneda púnica foránea…”, págs. 30-31; Campo & Mora Serrano, “Aspectos…”, pág. 106 n. 8-9. 49   B. Mora Serrano, “La moneda en la ciudad de Malaca (siglos iii a.c-vi d.C.), Moneda i vida urbana (v Curs d’Història monetària d’Hispània), Barcelona, 2001, págs. 125-126. Debo el estudio de estos materiales a la amabilidad de los miembros del Taller de Investigaciones Arqueológicas (Málaga). Una reciente puesta al día en B. Mora Serrano, “Numismática y Arqueología en la Málaga Antigua”, Mainake, xxvii, 2005, págs. 230-233. 50   Campo & Mora, Las monedas…, págs. 167, 176; Mora Serrano, “La circulación…, pág. 423. 51   M. Campo, “Las producciones púnicas y la monetización en el nordeste y levante peninsulares”, en Los Cartagineses…, págs. 96-98; Alfaro, “La ceca…”, págs. 39, 43; C. Aranegui et al., La nécropole ibérique de Cabezo Lucero (Alicante), Madrid, 1993, pág. 183; M.D. López de la Orden, F.J. Blanco Jiménez, “Las monedas de la Algaida (Sanlúcar de Barrameda, Cádiz)”, iv Congreso Internacional de Estudios Fenicios y Púnicos, i, Cádiz, 2000, pp. 487-508. 47

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campamentos militares allí localizados y en los que no son extraños los divisores de Malaka52. Los motivos que condujeron a las autoridades de Malaka a poner en circulación una cantidad importante de divisores de bronce – como se deduce de la variedad de tipos y la frecuencia de hallazgos53 – no debieron ser muy diferentes a los ya señalados para los otros centros hispano-púnicos, especialmente aquellos de marcada vocación marinera e industrial, como sin duda fue el que ahora nos ocupa54. Pero junto al pago de pequeños servicios relacionados con las finanzas locales, parece oportuno insistir en el caso malacitano en el posible papel desempeñado por las tropas cartaginesas acuarteladas en ésta y otras ciudades hispano-púnicas como incentivo para el uso de estos pequeños bronces55 que como demuestran antiguos y recientes hallazgos era complementario de la moneda de mayor valor, de oro, plata o también de bronce, que llegaba a este importante enclave portuario. La creciente pero desigual demanda de numerario en las ciudades hispano-púnicas, reconocible tanto en los volúmenes de emisión como en la política de nominales adoptada, se amplía en el caso de Gadir a prácticas monetarias más complejas como son las reacuñaciones y el contramarcado. Dejando a un lado el uso de moneda gaditana como soporte de otras acuñaciones hispanas, ya de época romana republicana como Seks o Iliberri, condicionadas por la amplia circulación de estas series más recientes de la ceca, en numerosas ocasiones también contramarcadas56, sobresale su extendido uso en casi todas las emisiones prerromanas de la ciudad, especialmente en las series

iii

y

iv

de la clasificación de Alfaro.

Precisamente esta es la procedencia de muchos de los bronces cuya atribución a Malaka se confirma en la década de los años setenta del pasado siglo. Cf. L. Villaronga, “Diez años de novedades en la numismática hispano-cartaginesa 1973-1983”, rsf, xi, suppl., 1983, págs. 60, 63; Campo & Mora, Las monedas…, págs. 170, 173; F. Chaves, “Los hallazgos numismáticos y el desarrollo de la segunda guerra púnica en el sur de la Península Ibérica”, Latomus, xlix, 3, (1990), págs. 621-622; el interés estratégico de esta ruta ha sido señalado por R. Corzo, “La segunda guerra púnica en la Bética”, Habis, 6, 1975, págs. 214-216, 218, fig. 2. 53   En este sentido es muy baja la identificación de 4 cuños de anverso propuesta en su día por L. Villaronga, “Assaig-balanç…”, pág. 23, como corrobora la aparición de nuevos tipos en colecciones y hallazgos arqueológicos. Cf., G. González, Las monedas de la Málaga fenicia, Málaga, págs. 137-164. B. Mora Serrano, “Nuevos aportaciones a la fase inicial de la ceca de Malaka. Las excavaciones de los jardines de Ibn Gabirol (Málaga)”, vi th Internacional Congress of phoenician and Punic Studies, Lisboa, 2005, en prensa. 54   Herencia directa del activo poblado fenicio del Cerro del Villar, pero potenciado a partir de finales del vii y durante el vi a.C. con la consolidación de Malaka como uno de los principales centros políticos y económicos del sudeste. Cf. López Castro & Mora Serrano, “Malaka …”, págs. 181-194. 55   En un proceso similar, aunque lógicamente de menor alcance, al apuntado para la acuñación de divisores de plata en el sur y levante hispano, Cf. García-Bellido, “El proceso…”, p. 336; Chaves, “Los hallazgos…”, pág. 622; J.L. López Castro, “Las acuñaciones fenicias hispanas: aspectos históricos y económicos”, en La moneda hispánica…, págs. 99-100. 56   Alfaro, Las monedas…, págs. 63-72; L.I. Manfredi, “Riconiazioni nella monetazione punica di Spagna”, Homenaje a José María Blázquez, ii, Madrid, 1994, págs. 309-318. La visión de conjunto en la amonedación hispana antigua en P.P. RipollèS, “Una aproximación a las reacuñaciones en la península ibérica durante la Antigüedad”, La moneda hispánica…, págs. 290-291. [421]

sobre el uso de la moneda en las ciudades fenicio-púnicas de la península ibérica

52


Mas que una desmonetización de emisiones propias, tal práctica podría relacionarse mejor con la necesidad de numerario nuevo en cuya distribución la ciudad obtendría beneficios fiscales57; sin duda modestos, pero suficientes para justificar esta actividad. Tan compleja como interesante es también la asociación propuesta entre la contramarca en forma de roseta o estrella de seis puntas documentada en numerosas monedas pertenecientes a la serie iv de Alfaro (Lám. 6) con el similar motivo estampado en ánforas salsarias del alfar de Torre Alta, en una producción datada entre los siglos iii-ii a.C.58 (Lám. 7). De ser acertada esta relación estaríamos ante una de las más claras relaciones entre la moneda gaditana y la importante actividad salazonera y alfarera de la ciudad fenicia59, planteando asimismo la existencia en el entorno costero gaditano de ambientes monetarios particulares como los que se vinculan a las explotaciones mineras y agrarias, ya en época republicana60, y en los que también participan otras amonedaciones hispano-púnicas, como luego veremos. La necesidad de numerario en estas zonas industriales pudo aconsejar el contramarcado de moneda para garantizar su disponibilidad en el marco de circuitos monetarios cerrados, o en todo caso muy especializados, en los que cabría añadir también la presencia de plomos con tipos monetales gaditanos de problemática interpretación61(lám. 8 y 9), y quizá también otros de indudable tipología púnica como los que combinan un delfín – ampliamente utilizado en la amonedación gaditana - con el conocido “signo” de Tanit que, a pesar de su frecuente aparición en los más variados soportes, fue uno de

Como propone en general P.P. Ripollès, “Una aproximación…”, págs. 290-294 y admite C. Alfaro, “Observaciones…”, pág. 428. 58   Alfaro, Las monedas…, págs. 65-66, 72 n.1; Ibid., “La moneda…”, págs. 37-38, fig. 5; sobre los hornos y sus estampillas, cf., G. de Frutos Reyes & A. Muñoz Vicente, “Hornos púnicos de Torre Alta (San Fernando, Cádiz)”, en Arqueología en el entorno del Bajo Guadiana, Huelva, 1994, págs. 393-414, fig. 4, y en especial la reciente revisión de A. M. Sáez Romero, Epigrafía anfórica de Gadir (siglos III-II a.n.e.), caetaria, 2004-2005, págs 63-81, esp. 73-7. 59   No se descartan otras explicaciones como la que apunta a reforzar la legalidad de estas monedas quizá puesta en duda por deficiente técnica y estilo. Cf. Alfaro, “Observaciones…”, pág. 428-429 En todo caso, estas contramarcas monetarias se suman al problema del control de la producción y comercialización de los salazones gaditanos, así como de las actividades directamente relacionadas como la fabricación de envases en los que las amonedaciones ciudadanas han podido jugar un temprano papel, sin duda potenciado a lo largo de los siglos ii-i a.C. 60   Tema especialmente estudiado por M.P. García-Bellido, “Nuevos documentos sobre minería y agricultura romanas en Hispania”, AEspA, 153-154, 59, 1986, págs. 13-46; “Los ámbitos…”, págs. 192-197; A. Arévalo, “La moneda hispánica en relación con la explotación minera y agrícola”, Moneda i administració del territori. (iv curs d’historia monetaria d’Hispania), Barcelona, 2000, págs. 37-55. 61   Considerados como téseras, cf. C. Alfaro, Las monedas…, 130-131, n. 4-5; A. Casariego et al., Catálogo de los plomos monetiformes de la Hispania antigua, Madrid, 1987, págs. 115-116, cat. 10; García-Bellido & Blázquez, Diccionario…, pág. 147.

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los utilizados para estampar las ánforas fabricadas en Torre Alta, junto con el ya citado de la roseta62 (lám. 10). Muy poco puede apuntarse sobre estas u otras prácticas monetarias en el resto de las amonedaciones hispano-púnicas, al menos hasta la nueva etapa que se inicia con la conquista romana de estos territorios, que condiciona la continuación de algunas amonedaciones ciudadanas y la apertura de nuevos talleres monetarios. Viejas y nuevas acuñaciones que ponen de manifiesto el complejo proceso de integración política, económica y sobre todo cultural de estas poblaciones en las estructuras romanas, cuya interpretación no ha permanecido ajena a la discusión sobre el fenómeno de la romanización de la Península Ibérica y a su particular incidencia en la Ulterior-Baetica63. La impresión general que ofrecen tanto las iconografías de las cecas hispano-púnicas como muchas de sus leyendas e incluso su metrología, al menos durante todo el siglo ii a.C., apunta a un uso consciente de la moneda por parte de las autoridades ciudadanas como vehículo de afirmación de su identidad cultural, e incluso de una autonomía política lógicamente matizada por su más que probable condición de ciuitates stipendiariae, con la conocida excepción de Gadir y el caso problemático de Malaca64. El mejor ejemplo de ello lo encontramos, nuevamente, en las monedas de

62   de Frutos Reyes & Muñoz Vicente, “Hornos…”, págs. 403-409 y fig. 4; Casariego et al., Catálogo…, pág. 17 n.4 del catálogo. Es interesante la indicación de las alas mediante sendos trazos inclinados que documentan estos plomos. Por su escasez destaca la aparición de este motivo en divisores de plata relacionados con la Segunda Guerra Púnica, cf., García-Bellido & Blázquez, Diccionario…, pág. 165 n. 1, cuyo mejor paralelo lo encontramos en la numismática norteafricana, cf. Manfredi, Repertorio…, pág. 323 n. 13-16. Resulta muy sugerente la propuesta de C. Alfaro, “Observaciones…”, pág. 429, de atribuir a Gadir las monedas tradicionalmente asignadas a Asido y por último a Hasta (García-Bellido & Blázquez, Diccionario..., pág. 156) en relación con los intereses gaditanos en la zona. 63   Como ponen de manifiesto los trabajos de J. B. Tsirkin, “The Phoenician Civilisation in Roman Spain”, Gerión 3, 1985, pp. 245-270; S. J. Keay, “La romanización en el Sur y el Levante de España hasta la época de Augusto”, en J.M. Blázquez & y J. Alvar (eds.), La Romanización en Occidente, Madrid, 1996, págs. 147177. Una crítica a los planteamientos tradicionales en K. Hopkins, “La romanización: asimilación, cambio y resistencia”, en La Romanización… pág. 5-43 y, en especial, J.L. López Castro, “Las ciudades de fundación fenicia en el sur de Hispania: integración y pervivencias durante el Alto Imperio”, en C. González Román & A. Padilla Arroba (eds.), Estudios sobre las ciudades de la Bética, Granada, 2002, págs. 241-262; M. Bendala Galán, “El influjo cartaginés en el interior de Andalucía”, Cartago, Gadir, Ebusus y la influencia púnica en los territorios hispanos, viii Jornadas de Arqueología Fenicio-Púnica, Ibiza, 1994, págs. 59-74. La visión de conjunto sobre la evolución de estas amonedaciones en C. Alfaro, “Las emisiones…”, págs. 86-112. 64   Cf. J.L. López Castro, “El foedus de Gadir del 206 a.C.: una revisión”, Florentia Iliberritana, 2, 1991, págs. 269-280; para Malaca cf., López Castro & Mora Serrano, “Malaka…”, págs. 207-210, B. Mora, “La iconografía...”, págs. 59-61.

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Gadir-Gades, ceca en la que no ha resultado fácil identificar la primera emisión de cronología ya romana, debido a la inmovilización de sus tipos, ya fijados en la última emisión prerromana de la ciudad, y sobre todo de sus leyendas que no sólo conservan la antigua formula de acuñación ciudadana -mp`l ó p`lt /’gdr ó hgdr, en dos líneas-


sino que mantienen de un modo particularmente conservador la grafía púnica (cnh 35 ; dic 37). Un uso arcaizante de la epigrafía monetal de la ceca65 que contrasta con el ya generalizado de la escritura neopúnica en el resto de las amonedaciones hispano-púnicas de cronología republicana66. Ello coincide con un espectacular incremento de la producción monetaria de la ceca, desde ahora siempre moneda de bronce como en el resto de las amonedaciones de la Ulterior, que acuña en forma de unidades y tres divisores con valor mitad, cuarto y octavo, distribuidas regularmente a lo largo de los siglos ii y buena parte del i a.C67. La circulación monetaria en Gadir y su entorno evidencia, a pesar de la escasez de hallazgos y de las peculiaridades que presentan los mayoritarios procedentes de necrópolis, la importancia del numerario local en lo que al uso de la moneda de bronce se refiere68; valioso complemento de la de mayor valor, en este caso del denario romano y uno de los principales ejemplos del papel de las acuñaciones ciudadanas en relación con la producción de bienes y la comercialización de mercancías, que en el caso gaditano y en el de muchos otros enclaves costeros hay que relacionar, aunque no exclusivamente, con los salazones y salsas de pescado69. Se dibuja aquí un perfil monetario único para la antigua ciudad fenicia, como ponen de manifiesto los restantes talleres hispano-púnicos en lo que respecta a la elección de sus tipos y leyendas, así como al volumen y ritmo de acuñación, ciertamente desigual. La atención a todos estos factores, recopilados en el gráfico y tablas que se incluyen como   Cf., Alfaro, Las monedas…, págs. 53-56; ibid., “Epigrafía…”, págs. 115-116. El contraste paleográfico es evidente en la documentación conservada, si bien debe insistirse en su carácter privado y doméstico. Cf., M.J. Fuentes Estañol, Corpus de las inscripciones fenicias, púnicas y neopúnicas de España, Barcelona, 1986, destacando los de Cartagena, Málaga, etc. Estudiados por Sanmartín y Sznycer. Pero a esta extensión de las formas cursivas tampoco escapa la epigrafía monetal gaditana como vemos en algunas leyendas “anómalas”, cf., Alfaro, Las monedas…, págs. 56-57, 62. 66   Con las excepciones de Ituci y Olontigi y algunas de las inciertas de insegura datación, García-Bellido & Blázquez, Diccionario…, págs. 217-217, 298-299; Alfaro, “Epigrafía…”, págs. 124-126. Resulta interesante el uso de la epigrafía púnica en la citada amonedación de Utica, pues aquí también se da cita el reconocimiento de su antigua fundación fenicia y, en este caso, su clara oposición a Cartago. Cf. Manfredi, La politica..., pág. 424, aunque manteniendo las dudas sobre la atribución de estas monedas. 67   Alfaro, Las monedas.., págs. 81 ss.; Ibid., “La ceca…”, pág. 37. Según las estimaciones de Villaronga, “Assaig-balanç…”, pág. 23-26, son 552 los cuños identificados para los siglos ii-i a.C., muy por encima del resto de cecas hispano-púnicas, que la equiparan a los principales talleres de la Ulterior. 68   Cf., F. Blanco Jiménez, “Las monedas de la necrópolis romana de Cádiz en época imperial”, i Congreso Internacional El Estrecho de Gibraltar, i, Madrid, 1988, págs. 1033-1045; y la completa relación de hallazgos en la ciudad de Cádiz y su entorno de Alfaro, “La ceca…”, págs. 39, 43-46. 69   La implicación de la moneda en estas y otras actividades es, no obstante, valorada de modo diferente. Cf., F. Chaves Tristán & E. García Vargas, “Reflexiones en torno al área comercial de Gades: Estudio numismático y económico”, en Homenaje al Dr. Michel Ponsich (Gerión), Madrid, 1991, págs. 168; Chaves Tristán ¿La monetización..., págs. 119-125; J.L. López Castro, “Las acuñaciones fenicias hispanas: aspectos históricos y económicos”, en La moneda hispánica…, págs. 100-104; Hispania…, págs. 126 ss. Un completo análisis de las salazones hispanas en L. Lagóstena Barrios, La producción de salsas y conservas de pescado en la Hispania romana (ii a.c. –vi d.c.), Barcelona, 2001, págs. 98 ss. para las factorías y alfares gaditanos.

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; dic 7/7), esta última incluye en su variada iconografía la representación de sendos altares como explícita, pero al mismo tiempo inusual, referencia a los cultos de Melqart, a los que no obstante aluden también los tipos de Lixus (cnh 1-3 ; dic 1-3)72. También la epigrafía monetaria viene a reforzar, gracias a sus interesantes contrastes, este agrupamiento de los talleres monetarios hispano-púnicos, pues el mantenimiento de

70   La visión territorial desde los puntos de vista cultural, económico, religioso y político de las cecas hispano-púnicas ha sido analizada por diferentes autores, Cf., R. Corzo, “Comunicaciones y áreas de influencia de las cecas de Hispania Ulterior”, en La moneda hispánica…, págs. 81-90, y especialmente M.P. García-Bellido, “Moneda y territorio: la realidad y su imagen”, aespa, 68, 1995, págs. 131-147. Una visión del marco geográfico hispano desde una perspectiva histórico-arqueológica en B. Cunliffe, “Diversity in the Landscape: The Geographical Background to Urbanism in Iberia”, en B. Cunliffe & S. Keay (eds.), Social Complexity and the Development of Towns in Iberia. From the Copper Age to the Second Century ad (Proc. Brit. Academy 86), 1995, págs. 5-28. 71   M.P. García-Bellido, “Las religiones orientales en la Península Ibérica: documentos numismáticos. i”, aespa, 64, 1991, págs. 40-41 ss.; ibid., “Leyendas e imágenes púnicas en las monedas libiofenices”, Veleia, 23, 1985-1986, págs. 506, 518; Ibid., “Las cecas libiofenicias”, en Numismática hispano-púnica…, págs. 125-127; B. Mora Serrano, “Las fuentes…”, págs. 161-163; Ibid., “La iconografía…”, págs. 53-55. 72   Cf., los trabajos de García-Bellido op.cit. Para Lixus, cf., L.I. Mandredi, “Un’edicola votiva punica su due serie monetali di Lixus, rsf, xxxiv, 1, 1996, pp. 47-57; Ibid., Repertorio…, 297. Cabe señalar en este sentido la inclusión de un skyphos como tipo de reverso en uno de los divisores de Salacia, acompañando a la representación de Heracles-Melqart de anverso, pues su identificación con la copa de Helios no es incompatible con ver aquí una explícita alusión a los cultos de esta importante divinidad. Cf. A.M. FariA, “Moedas da época romana cunhadas em territorio actualmente portugês”, en La moneda hispánica ..., pág. 145.

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apéndice (fig. 1; 2), junto a otros igualmente importantes como la circulación monetaria, permiten una mejor comprensión del papel jugado por cada una de estas amonedaciones ciudadanas, desde el punto de vista político y económico. Atendiendo a sus características formales, pueden reconocerse dos grandes grupos en el conjunto de cecas hispano-púnicas70. Uno caracterizado por la adopción de unas tipologías más helenizadas en sus formas e incluso en su tratamiento estilístico en más de un caso, propio de aquellas amonedaciones herederas de las antiguas ciudades púnicas con mayor tradición monetaria como Gadir, Malaka y Seks, a las que se añade más tarde Abdera, y otro más africanizado o en todo caso alejado del lenguaje púnico-helenizado del anterior, del que participan tanto algunos talleres monetarios púnicos del “interior bético”, caso de las citadas Ituci y Olont, como sobre todo el grupo de cecas bautizado en la historiografía numismática hispana con el controvertido término de libiofenicias71. El uso frecuente de representaciones zoomorfas o fitomorfas, especialmente el toro y la espiga que vemos en las monedas de Asido o Bailo, encuentra interesantes paralelos en los vecinos territorios norteafricanos, al igual que otras iconografías como la cabeza coronada de rayos o plumas de Iptuci (cnh 1 ss.; dic 1). Unas influencias que se reconocen incluso en aquellas representaciones estrechamente relacionadas con el Melqart gaditano, pues junto a la adopción con pocos cambios de los diseños monetales de Gadir por parte de Asido o Lascuta (cnh 11/4


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sus leyendas ciudadanas como única alusión a la autoridad emisora y la muy tardía adopción del latín que vemos en Seks, Gades y Abdera, contrasta con el temprano bilingüismo presente ya desde el siglo ii a.C. en Ituci o Turrirecina (cnh 1-2; dic 1-2), acompañado en más de un caso por la inclusión de nombres personales y magistraturas que, en un fenómeno bien documentado en otras cecas de la Ulterior73, pone de manifiesto el interés por parte de las aristocracias de estas ciudades, incluidas las de origen fenicio-púnico que comentamos, de adoptar formalmente el modelo monetario romano. Ello no excluye la posibilidad de reconocer bajo estas formas latinizadas la existencia de magistraturas indígenas, de origen púnico en este caso74, como tampoco la intervención directa de magistrados romanos en la promoción de alguna de estas emisiones o su influencia en otros aspectos de las mismas como la elección de sus iconografías e incluso la modificación de sus topónimos monetales. En este sentido parecen interpretarse los cambios tipológicos que experimentan las cecas de Seks y sobre todo Malaca coincidiendo con la reanudación de sus amonedaciones, a lo largo del siglo ii a.C. y con casi toda probabilidad en una fecha posterior a su participación en la sublevación de 197 a.C.75 También, aunque de un modo menos evidente, las influencias grecolatinas alcanzan a las por lo general conservadoras inscripciones monetales del primero de los grupos de cecas más arriba individualizado, el denominado heleno-púnico, pues con la excepción de Gadir y en este caso también de Seks, los de Malaca y Abdera, presentan algunas particularidades que van desde la incipiente vocalización que se aprecia en la de Malaca mediante la inclusión de un waw en algunos cuños correspondientes a emisiones del siglo i a.C.76, hasta la propia estructura de los topónimos. Las leyendas monetales de estas dos cecas son como en otros tantos casos los únicos testimonios epigráficos que se han conservado de los topónimos fenicios de estas ciudades, si bien es cierto que su inclusión en las monedas que nos ocupan es contemporánea a la presencia romana en la Península Ibérica, y por tanto a la influencia del latín en las escrituras paleohispánicas; amparado todo ello en el creciente uso del latín como principal lengua vehicular, desplazando lentamente a otras de gran solera como sin duda fue la fenicia en

Especialmente en Obulco, cf., A. Arévalo, La ciudad de Obulco: sus emisiones monetales, Sigüenza, 1999, págs. 87-96; en general J. Untermann, “La latinización de Hispania a través del documento monetal”, en La moneda hispánica..., págs. 305-316; E. Ortiz de Urbina, Las comunidades hispanas y el derecho latino. Observaciones sobre los procesos de integración local en la práctica político-administrativa al modo romano, Vitoria, 2000, págs. 83-89. García-Bellido & Blázquez, Diccionario..., págs. 47-52. 74   Como defienden M. P. García-Bellido & C. Blázquez, “Formas y usos de las magistraturas en las monedas hispánicas”, La moneda hispánica..., págs. 381-428. 75   Campo & Mora, Las monedas…, págs. 187-191; Alfaro, “Las emisiones…”, págs. 95-99. 76   Cf., Alfaro, Las monedas…, pág. 120; Alfaro, “Epigrafía…”, pág. 123; Campo & Mora, Las monedas…, pág. 120. 73

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buena parte de los territorios surhispanos77. En este sentido y con independencia de su posible evolución a partir del fenicio, el topónimo malacitano escrito en las monedas en grafía neopúnica – m(w)lk’ 78– resulta tan cercano a la forma latina Malaca que podría ser el reflejo directo de la lectura romana del antiguo nombre fenicio; ampliando pues al grupo de cecas hispano-púnicas costeras un proceso documentado en numerosos topónimos monetales del sur peninsular. El mejor ejemplo de tales influencias nos lo proporciona la leyenda monetaria de Abdera, único testimonio también del topónimo fenicio de la ciudad escrito en caracteres neopúnicos cbdr(c)t 79 que se nos presenta aquí como una clara transcripción del nombre de la ciudad tracia80, a la vez que insiste en la temprana helenización, al menos en lo formal, de las elites ciudadanas hispano-púnicas que reflejan no pocas de sus iconografías y, como vemos también, algunas de las inscripciones monetarias tradicionalmente utilizadas como testimonio del fuerte apego a las tradiciones fenicias por parte de estas ciudades. La caracterización de estas amonedaciones resulta pues compleja y llena de matices como los que en el terreno iconográfico nos muestran los tipos monetarios de Malaca. Si formalmente las emisiones de los siglos ii y i a.C. incorporan diseños de incuestionable origen greco-helenístico como Hephaistos y Helios, otras sin embargo participan mediante la adopción de tipos como la estrella de variable número de rayos o del creciente con glóbulo del gusto por las representaciones simbólicas (cnh 8 dic 31), en muchos casos

García-Bellido & Blázquez, Diccionario…, págs. 37-39; Untermann, “La latinización...”, págs. 313315. 78   Admitiendo la posibilidad de que a lo largo del siglo II a.C. se hubieran producido cambios en el antiguo topónimo fenicio como la caída del –t final y la pérdida de la aspiración del –h. Cf., E. Lipinski “Guadalhorce. Une inscription du roi d’Èqron?”, Aula Orientalis, 4 , 1986, págs. 85-86. Esta posibilidad explicaría la interpretación de este topónimo como no semita como propone E. Sanmartín, “Toponimia y antroponimia: Fuentes para el estudio de la cultura púnica en España”, en A. González Blanco et al., (eds.), El mundo púnico. Historia, sociedad y cultura, Murcia, 1994, págs. 236-237, También con otros planteamientos F. Villar, “Europeos y no indoeuropeos en la Península Ibérica, en F. Villar & M. P. Fernández Álvarez (eds.), Religión, lengua y cultura prerromanas de Hispania (vii cillppi), Salamanca, 2001, pág. 261. 79   Cf. Alfaro, “Epigrafía…”, págs. 123-124; Ibid., “Avance de la ordenación de las monedas de Abderat/ Abdera (Adra, Almería)”, Numisma, 237, 1996, págs. 22-25; y los recientes comentarios de J.L. López Castro, “Abdera fenicia. Nueve siglos de historia”, en prensa. 80   Cf. Sanmartín, “Toponimia…”, págs. 231; R. R. Adrados, “Topónimos griegos en Iberia y Tartessos”, Emerita lxviii, 1, 2000, pág. 11; Ibid., “Más sobre Iberia y los topónimos griegos”, aespa 71, 2000, pág. 32. Aunque no conocemos bien la data de esta helenización del topónimo fenicio recogida por Estrabón (3.4.3) y Ptolomeo (2.4.7), que como comenta Adrados podría remontarse a la obra de Polibio, resulta un interesante indicio del antiguo conocimiento de las costas del sur y sudeste por parte de los comerciantes griegos. Cf. D. Plácido, “Notas sobre la duplicidad del nombre “Abdera”, Homenaje a J.M. Blázquez, Madrid, págs. 395-398. 77

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de carácter astral, cuyos mejores y más cercanos paralelos los encontramos precisamente en las vecinas amonedaciones norteafricanas, como ilustran bien los conocidos tipos de


Lixus-shemesh (sngCop 705ss.) o Maqoma entre otros81. No obstante conviene resaltar que las iconografías monetales del Norte de África, especialmente las de Mauritania occidental, futura Tingitana, presentan una estrecha relación con la moneda gaditana, por otra parte bien conocida en la región como demuestran los hallazgos monetarios, y trasunto de los importantes y renovados intereses de Gadir en estos territorios, en gran parte coincidentes con el antiguo “Círculo del Estrecho”82. A la evidencia que en este sentido aporta el uso de dos atunes como frecuente diseño monetario en Lixus, en ocasiones combinado por sendas espigas, e incluso sus similitudes metrológicas83, hay que añadir también la adopción de fórmulas epigráficas típicamente gaditanas y de indudable significación ciudadana, como la que muestran las emisiones de Lixus y Tingi84. De un modo aún más intenso se deja sentir la influencia de la amonedación de Gadir en buena parte del suroeste peninsular y no sólo, como se viene insistiendo, entre el grupo de cecas hispano-púnicas. La gaditanización que aprecia en sus iconografías o en el tipo de nominales acuñados por numerosas cecas del suroeste como Salacia (cnh 2 ; dic 1) o Cunubaria (cnh 3; dic 2) por citar sólo algunas, es de muy compleja valoración, pero deben aludir tanto al antiguo prestigio del Herakleion en la zona como a los renovados intereses económicos de la aristocracia mercantil gaditana85.

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Aun reconociendo la importancia del modelo monetario gaditano, su influencia en el conjunto de cecas hispano-púnicas admite algunas puntualizaciones en lo que a la elección de valores, iconografías y usos monetarios se refiere, que pueden explicarse también atendiendo a la localización geográfica de las ciudades emisoras, estrechamente vinculadas a sus intereses económicos y proyección territorial. Puede hablarse pues de la existencia de distintos ámbitos monetarios hispano-púnicos entre los que, además del capitalizado

Campo & Mora, Las monedas…, págs.73-113; su inserción en el ámbito monetario del Estrecho es uno de las aspectos más sobresalientes de la iconografía de la ceca como pone de manifiesto los estudios de Chaves Tristán & Marín Ceballos, “L’influence…”, págs. 182 ss.; B. Mora Serrano, “Las fuentes…”, págs. 163; y Alexandropoulos, Les monnaies…, págs. 342-349. 82   L. Callegarin & F.Z. El Harrif, “Ateliers et échanges monétaires dans le “Circuit du Détroit”, en Los cartagineses…, págs. 35-42; F. Chaves Tristán et al., “Datos relativos a la pervivencia del denominado “Circulo del Estrecho” en época republicana”, L’Africa romana, xii, Sassari, 1998, págs. 1307-1320. 83   Cf., J. Alexandropoulos, Les monnaies…, págs. 337-340; sngCop., 701-702. 84   Vide supra n. 36, a lo que hay que añadir el caso de Thagaste/Tigisi, Manfredi, Monete…, págs. 9394, 305 n. 202, ibid., “Le città del Nord-Africa: problemí di integrazione etnica e visorse economiche”, P. Fernández Uriel et al (eds.), Intercambio y comercio preclásico en el Mediterráneo. Actas del i coloquio del cefyp, Madrid, 2000, págs. 236-7. 85   Se trataría según proponen F. Chaves Tristán & E. García Vargas, “Gadir y el comercio atlántico a través de las cecas occidentales de la Ulterior, en Arqueología en el entorno del Bajo Guadiana, Huelva, 1994, págs. 375-392 de una suerte de “redes comerciales” que no implicarían un control directo por parte de Gades y que vendrían a sustituir a otras más antiguas, necesariamente alteradas por la presencia e intereses romanos en Hispania. 81

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especialmente en los bronces atribuidos a Lixus con leyenda mqm šmš, apuntan a una estrecha relación entre Malaca y las vecinas costas africanas que avalan diferentes testimonios literarios, arqueológicos y también numismáticos, entre los que sobresale, por lo explícito, su condición de mercado, emporion, para los nómadas de la costa norteafricana que le atribuye Estrabón (iii,4,2)90. No menos interesante resulta la aparición de las tenazas en los anversos de las monedas de Malaca, con claridad asociadas a la iconografía clásica de Hephaistos en los bronces con   En este sentido los comentarios de Alfaro, “La producción…”, págs. 107-112 y M.P. García-Bellido, “La relación económica entre la minería y la moneda púnica en Iberia”, en Los cartagineses…, 134-142; las relaciones y contrastes de estos ámbitos monetarios hispano-púnicos con los del interior bético en F. Chaves Tristán, “¿La monetización de la Bética desde las colonias púnicas?, en Los Cartagineses…, págs. 113-126. 87   Mora Serrano, “La iconografía…”, pág. 59. 88   Campo & Mora, Las monedas…, págs. 30 ss.73 ss., 155 ss. 89   Campo & Mora, Las monedas…, 107-113; Chaves & Marín Ceballos, “L’influence…”, págs. 184185; Mora Serrano, “Notas…”. G. Cruz Andreotti & B. Mora Serrano, “Identidad étnica y espacios geopolíticosen la Ulterior-Baetica a través de la documentación numismática”, J. L. Escacena Carrasco & E. Ferrer Albelda, (eds.), Etnicidad y religión en el Mundo Antiguo, spal Monografías, (Sevilla), en prensa. 90   López Castro & Mora Serrano, “Malaka…”, págs. 210-211; También E. Gozalbes Cravioto, “Observaciones acerca del comercio de época romana entre Hispania y el Norte de África”, Antiquités africaines, 29, 1993, págs. 175-176, donde se resalta el papel hegemónico de Malaca en el comercio del sudeste hispano con el norte de África, Estrabón: Geografía de Iberia, J. Gómez espelosín, G. Cruz Andreotti, V. García Quintela (eds.), Madrid, 2006, en prensa, s. v. Modena-Mainake. 86

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por Gadir, habría que incluir el del sudeste peninsular del que formarían parte las cecas de Malaca, Seks, y especialmente aquellas de Abdera, Alba, Tagilit y Baria.86 La ceca de Malaca es un claro ejemplo de esta territorialización de la amonedación hispano-púnica como se aprecia en sus singulares tipologías, ajenas a las gaditanas87. La reapertura de la ceca, ya en época romana, supone no solo el abandono de los diseños anteriores, especialmente en lo que concierne al tipo orientalizante de sus anversos y a la inclusión en estos momentos del topónimo neopúnico, sino también un brusco cambio en la política de nominales de la ciudad que acuña únicamente unidades de 10-11 gr. de peso medio. Como señalan los estudios de cuños y los hallazgos monetarios, se trata de una amonedación copiosa, articulada en tres emisiones datadas a lo largo del siglo ii a.C. que se complementan en la centuria siguiente con la puesta en circulación de mitades, cuartos y sextos de la unidad88, en los que las innovaciones tipológicas como el templo tetrástilo de los reversos no impiden una conexión con los anteriores, gracias al mantenimiento de las tenazas en los anversos y a la inclusión en algunos cuños del epígrafe šmš bajo el templo (cnh 18-19; dic 17) (fig. 11) que se combina en los restantes divisores con la representación de estrellas. Ya se trate de una alusión genérica al carácter astral de las divinidades púnicas malacitanas o a cultos solares vinculados a extremo Occidente fenicio-púnico89, debe insistirse en el hecho de que sus paralelos en la numismática mauritana,


Las ciudades fenicio-púnicas en el Mediterráneo Occidental [405-438]

valor unidad y mayoritariamente interpretados como alusión a la divinidad fenicia ChusorPtah91(cnh 13; dic 11), cuya presencia tenemos atestiguada en el ámbito hispano-púnico, concretamente en la topografía religiosa de Cartago Nova (Polibio, x, 10), así como en la amonedación hispano-púnica de Alba. Una clara alusión a la metalurgia en la región del sudeste hispano de la que participan también otros tipos púnico-hispánicos, pero que en el caso malagueño habría que relacionar especialmente con el transporte de minerales y su posterior comercialización por vía marítima. Resulta no obstante muy difícil concretar el papel desempeñado por la moneda de Malaca en esta actividad, pues desconocemos los motivos concretos que llevaron a las autoridades monetarias de esta y otras ciudades hispanas a la emisión de moneda de bronce. Aun manteniendo un uso mayoritariamente local para estos bronces, como parece confirmar la concentración de hallazgos en la ciudad y su entorno, llama la atención la destacada presencia de moneda malacitana en diferentes yacimientos localizados a lo largo de la ya comentada ruta terrestre que de antiguo comunicaba el puerto de la Malaca con la Depresión de Antequera y el interior bético; verdadero eje viario y comercial de los territorios malacitanos hasta época tardoantigua92. Metales y productos agrarios del interior y salazones de la costa además de cerámicas y otros producciones artesanales condicionarían un considerable incremento del tráfico humano además de un aumento del uso de la moneda de bronce de Malaca y otros talleres del interior como Castulo, que quizá haya que poner en relación con el pago de actividades relacionadas con el transporte de estas mercancías 93, a lo que quizá apunta también la política de nominales de la ceca, en la que sobresale la ausencia en estos momentos de la acuñación de divisores que caracteriza el perfil monetario de otros talleres costeros del Sur peninsular (fig. 1). También creemos que resultaría éste un contexto propicio para proponer el uso de tesseras de plomo con los tipos

Campo & Mora, Las monedas…, págs. 73 ss., 85 ss.   P. Sillières, Les voies de communication de l’Hispanie méridionale, Paris, 1990, págs. 400, 412, 420; R. Corzo & M. Toscano, Las vías romanas de Andalucía, Sevilla, 1992, págs. 155-160. Un reciente análisis del comercio malacitano en época romana con una valoración sobre los usos monetarios en G. Chic, “Comercio y comerciantes en la Málaga republicana y altoimperial”, en F. Wulff Alonso et al., (eds.), Comercio y Comerciantes en la Historia Antigua de Málaga (s. viii-711 d.C.), Málaga, 2001, pág. 351-384 y A. Padilla Monge, “Comercio y comerciantes en el mundo tardorromano en Málaga”, en Comercio…, págs. 385-417. 93   Campo & Mora, Las monedas…, págs. 177-179; Mora Serrano, “La circulación …”, págs. 424-426; E. Melchor Gil, “La red viaria romana y la comercialización de los metales de Sierra Morena”, en Rutas…, págs. 312-319; Ibid., “Contactos comerciales entre el Alto Guadalquivir, el valle medio del Betis y la zona costera malagueña durante el alto imperio”, Habis, 30, 1999, págs. 253-269; García-Bellido, “La relación…”, pág. 140. 91 92

[430]


malacitanos y quizá también de algunas contramarcas de compleja interpretación, dada su simplicidad y la lamentable ausencia de hallazgos bien datados94. La estrecha relación entre las acuñaciones malacitanas y los minerales del sudeste también se reconoce en otras amonedaciones de la región como nos muestra de un modo ciertamente singular la iconografía de la ceca de Tagilit (lám. 12) con la inclusión en uno de sus reversos de un extraño objeto identificado con un lingote de metal (dic 3), aunque recientemente se ha reinterpretado como trono de Isis; divinidad que a su vez se quiere ver también en el resto de los tipos de esta ceca, así como en otras cercanas como es el caso de Baria95. Antiguo centro minero localizado en la ruta que unía Baria con Castulo a través del valle del Almanzora, acuña dos emisiones de divisores de patrón púnico cuyo hallazgo en el yacimiento de Villaricos confirma los estrechos vínculos entre ambos enclaves a la vez que plantea una función relacionada tanto con la actividad minera desarrollada en su entorno96 como también con el transporte de minerales y otras mercancías hacia la costa almeriense. Esta última función es la que posiblemente justifique la acuñación de Alba, otra ceca hispano-púnica igualmente relacionada con las vías de comunicación que unían la costa almeriense con el distrito minero de Castulo97. Así parece indicarlo la elección de la iconografía de Hephaistos-Chusor Ptah para los anversos de una de sus emisiones (cnh 3; dic 3), combinada con un toro en reverso y la leyenda toponímica ‘lbt’, a la que posiblemente habría que añadir también la de Mercurio y caduceo puesta en relación con los   Los materiales en Casariego et al., Catálogo…, págs. 118, cat. 13-14 y Campo & Mora, Las monedas …, págs. 202-205 quienes sitúan estos plomos fuera de la producción monetaria de la ceca, pero en un ambiente en el que este numerario era sin duda bien conocido. Más complicado aún es la identificación y uso de las contramarcas de la ceca, especialmente aquella que en forma de aspa con uno de sus extremos unido por un trazo dentro de un punzón circular, pues a su posible relación con ámbito ibérico del interior cf., Campo & Mora, Las monedas…, págs. 149-151, se contrapone su interpretación como marca legionaria de época Julio-Cláudia, cf. García-Bellido, “La relación…”, pág. 140 y n. 67, aunque en ambos casos no se discute su relación con los minerales de Sierra Morena y el papel jugado por el puerto malacitano en su comercialización. La interesante pieza de Abdera publicada recientemente por Alfaro, “Avance…”, pág. 32; “La moneda…”, págs. 39-40, reaviva la polémica en un doble sentido, pues por un lado asocia dicha contramarca a otra indudablemente ibérica – signo ka- y por otro la fija en este caso en época de Tiberio. 95   La identificación y principales aportaciones se deben a C. Alfaro, cf., por último, “La producción…”, 107-110 con la bibliografía anterior; también García-Bellido, “La relación…”, págs. 137-138 y dic págs. 358-359. La nueva propuesta se debe también a C. Alfaro (“Isis en las monedas de Baria y Tagilit”, Numisma, 247, 2003, págs. 7-18), si bien no la consideramos incompatible con aquella otra de altar, o mejor, trono-altar. Por otro lado, los ya citados altares de Lascuta o Lixus constituirían un interesante paralelo para la iconografía de Tagilit. Las iconografías de Baria y Tagilit deben analizarse contando con la documentación literaria y arqueológica relacionada con la importancia del culto a Astarté en la zona. Cf. parvetimo, J.L. López Castro, “Astarté en Baria. Templo y producción entre los fenicios occidentales”, aespa, 78, 2005, págs. 5-21 96   Cf., supra nota anterior. Es significativo en este sentido el hallazgo en una mina cercana de un plomo monetiforme de tipos castulonenses, Alfaro, “Nuevos datos…”, pág. 435. 97   Alfaro, “La producción…”, 111-112; García-Bellido, “La relación…”, págs. 138-139. [431]

sobre el uso de la moneda en las ciudades fenicio-púnicas de la península ibérica

94


tipos documentados sobre lingotes metálicos como los del pecio de Bagaud98. Un tema de especial interés son las frecuentes reacuñaciones de los divisores de esta ceca con el tipo de Hephaistos en anverso sobre moneda de Ebusus del grupo xix de Campo (cnh 46ss.; dic 44ss), pues además de contribuir a retrasar la acuñación de Alba hasta la primera mitad del siglo I a.C., amplía la ya documentada circulación de bronces ebusitanos en Alicante y Murcia hasta el sudeste hispano99. Pero tanto Tagilit como Alba proporcionan, gracias a sus variados tipos y diferentes leyendas monetales, interesantes testimonios sobre los estrechos contactos entre estas ciudades y los importantes enclaves costeros del sudeste como son Seks y especialmente Abdera. Debe insistirse en este sentido el hecho de que tanto Tagilit como Alba hagan uso de leyendas compuestas con formulas de acuñación ciudadana en algunas de sus emisiones: mp cl (dic 1) y p clt (dic 4)100 (lám. 13) según el modelo de Gadir, pero en este caso difundido a través de Seks, cuya mediación podría considerarse trasunto de su participación – y puede que también de sus pretensiones hegemónicas - en el circuito económico y comercial del sudeste101. Mas intensas son aún las influencias iconográficas de las cecas de la costa como vemos en la adopción del delfín en los reversos de Tagilit o en la combinación de éste con el atún en los de Alba. Tipologías marinas en estas cecas del interior que, aparte de la socorrida y en muchos casos creemos que impropia interpretación como simples copias, pueden considerarse testimonio del prestigio de las amonedaciones que les sirven de modelo a la vez que posible trasunto de la extensión de sus intereses comerciales.   Cf. Alfaro, “La moneda…”, pág. 39, fig. 4, 6.   A la vez que plantea interesantes relaciones entre el numerario de localidades tan distantes que GarcíaBellido interpreta como la existencia de una colonia Ebusus relacionada con la explotación del cobre y plomo argentífero de la zona Cf. M.P. García-Bellido, “La relación…”, pág. 138-139. La recopilación y análisis de tales hallazgos en M. Campo, “Las monedas…”, pág. 95; “Las producciones…”, 99. Aunque se trate de emisiones más antiguas, destaca el hallazgo del tesorillo de ae de Ebusus atribuido a la alicantina Pedreguer, recientemente analizado por E. Collado y M. Gozalbes, “El tesorillo de monedas de Ebusus de “Pedreguer” (Alicante)”, x Congreso Nacional de Numismática, Madrid, 2002, págs. 253-258. Un dato de especial interés para este tema lo proporcionan las reacuñaciones de divisores de Arse (cnh 31-32; dic 24) sobre las monedas de Ebusus con reverso leyenda y numeral que comentamos, que para Ripollès y Llorens ponen de manifiesto una llamativa presencia de moneda ebusitana en la ciudad y su territorio entre finales del ii a.C. y principios de la centuria siguiente. Cf. P.P. Ripollès y M.M. Llorens, Arse-Sagumtum. Historia monetaria de la ciudad y su territorio, Sagunto, 2002, pág. 221. La data propuesta para los cuartos arsetanos y el hecho de que tales reacuñaciones seleccionen moneda de Ebusus del grupo xix de Campo, suponen un interesante referente para la amonedación de Alba. 100   Por otro lado, la puntual inclusión de estas leyendas compuestas, implica una discontinuidad temporal en las emisiones en las que se inscriben. 101   Como con acierto apuntaron Chaves Tristan & García Vargas, “Reflexiones…”, págs. 156-157. Ciertamente no cabe aquí considerar tal iconografía como una mera copia de la moneda gaditana, aunque con toda probabilidad le haya servido como modelo, pues como se desprende de la cita de Estrabón (iii, 5,5) los sexitanos todavía eran conscientes, hacia el cambio de Era, de su origen fenicio ligado a los viajes de Melqart hacia el extremo Occidente y donde posiblemente existió también un santuario empórico dedicado al dios fenicio, al que aludirían de forma recurrente los tipos monetarios. 98

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99

[432]


La relación propuesta para estas primeras acuñaciones de esta ceca, fechadas en los años finales del siglo ii a.C. o muy al principio de la centuria siguiente, con la actividad metalúrgica y comercio de minerales de la vecina Sierra de Gador103 encuentra además un especial apoyo en el particular sistema de marcas de valor incluido en sus reversos que con acierto se ha relacionado con el utilizado en diferentes monedas de bronce de la Celtiberia como Arekoratas (cnh 2 ; dic 2); siendo pues muy probable que indiquen en este caso también el número de piezas necesario para formar la unidad cuya acuñación no estaría en principio contemplada, planificándose sólo la emisión de mitades – dos glóbulos (cnh 13-17; dic 1-2 )- y cuartos – cuatro glóbulos (dic 2a)-, pero a la que técnicamente se llega mediante la selección y posterior reacuñación de numerario de Obulco y Castulo aprovechando los cuños de los nominales con valor mitad104 (fig. 14). Si la inclusión del topónimo garantiza el carácter cívico de estas acuñaciones, tan singulares marcas de valor en la moneda de Abdera podrían relacionarse con la presencia en estos territorios surhispanos de

Cf., Arévalo, La ciudad…, págs. 113-114; García-Bellido & Blázquez, Diccionario…, págs. 226227, 289. 103   Cf., Alfaro, “Avance…”, pág. 130 “La producción…”, págs. 110-111; García-Bellido, “La relación…”, págs.139-140; sobre este distrito minero cf. C. Domergue, Les mines de la Péninsule Ibérique dans l’Antiquité romaine, Paris, 1990, págs. 62-64, 167 ss. 104   Para C. Alfaro se tratarían de emisiones sucesivas de un mismo nominal, “Avance…”, págs. 38-40; “Un divisor inédito de la ceca púnica de Abderat/Abdera (Adra, Almería)”, en M. Castro Hipólito et al. (coords.), Homagem a Mário Gomes Marques, Sintra, 2000, págs. 140-142; Mora Serrano, La moneda hispánica..., págs. 331-335. 102

[433]

sobre el uso de la moneda en las ciudades fenicio-púnicas de la península ibérica

Quizá el caso más evidente de esta posible comunidad de intereses lo encontramos en la repetidamente citada amonedación de Alba, cuya primera emisión adopta con llamativa fidelidad los diseños de Abdera (cnh 16; dic 2): la cabeza desnuda y con clava de Melqart-Heracles en anverso, y el delfín y atún sobre topónimo en reverso, en este caso separados por una palma (cnh 1; dic 1). Debe señalarse también la similitud metrológica y de valores acuñados en las primeras emisiones de ambas cecas, seguramente contemporáneas. De este modo, si los bronces con peso medio de 6-6,5 gr. considerados mitades o unidades ligeras parecen encajar en el perfil metrológico de las principales cecas hispanopúnicas durante los siglos ii e inicios del i a.C., no sucede lo mismo con las unidades pesadas o duplos de c. 14,5-15,5 gr., pues sus mejores paralelos los encontramos además de en las emisiones pesadas de Ituci – 14,21 gr. – y en las de la primera mitad del siglo ii a.C. de Seks - 14,5 gr. – entre las amonedaciones ibéricas del interior datables en la segunda mitad de esta centuria con pesos medios cercanos a los 14 gr. como los que proporcionan las series v de Obulco y vi de Castulo102. Un numerario bien conocido en el sudeste como demuestran los hallazgos monetarios de ambos talleres y ratifican las reacuñaciones de Abdera.


Las ciudades fenicio-púnicas en el Mediterráneo Occidental [405-438]

gentes especializadas en la minería procedentes de la Meseta105y habituadas a esta indicación de nominales, no obstante extraña en el contexto de las acuñaciones hispano-púnicas y desde luego poco arraigado en la de Abdera, como cabe deducir de su abandono en las posteriores emisiones de la ceca. A lo largo del siglo i a.C., Abdera lleva a cabo una importante reorganización de sus acuñaciones que afectan tanto a los tipos como, posiblemente también, a su metrología106, en un comportamiento que encuentra no pocas similitudes con los cambios que en estos mismos momentos se reconocen en Malaca y quizá algo antes en Seks, pero no en Gadir-Gades, al menos en lo que concierne a los tipos y leyendas. La inclusión del templo tetrástilo y la cabeza galeada ratifican la antigua influencia monetaria de Seks en la iconografía abderitana, ahora ampliada a Malaca107; si bien es cierto que los nuevos diseños se combinan con el mantenimiento en los reversos de los que deben considerarse los tipos distintivos de la ciudad: el topónimo enmarcado por atunes y delfines (cnh 1-3 ; dic 3). Al igual que en Malaca se abandona la emisión de nominales de peso más alto, a la vez que se intensifica la acuñación de divisores que, no obstante, se debieron complementar con moneda de estas y otras cecas de la Ulterior que todavía se encontraba en circulación. Un numerario antiguo en algunos casos afectado por el contramarcado y el fenómeno de la partición de monedas108 para la obtención de divisores adecuados al 105   Como se deduce igualmente del frecuente hallazgo de moneda ibérica y celtibérica en los distritos mineros andaluces que ha puesto de manifiesto P. Otero, “Reflexiones sobre la presencia de acuñaciones celtibéricas en zonas mineras de la Hispania Ulterior”, xi Congrès Internacional de Numismatique, Louvain-laNeuve, 1993, págs. 49-58; situación a la que no es ajena el suroeste andaluz, como demuestra la contramarca cívica de Asido sobre unidades de Sekaisa y Okalakom, Cf., C. Alfaro, “Sobre epigrafía púnica monetal: Una contramarca neopúnica en monedas de la Celtiberia”, en La moneda hispánica…, págs. 331-335. 106   Alfaro, “Avance…”, págs. 11-50, esp. 18 ss., 26 ss. y 40-41; García-Bellido & Blázquez, Diccionario…, págs. 16, B. Mora Serrano, “La moneda fenicio-púnica de Hispania en el siglo i. a.C”, La moneda al final de la República: entre la tradición y la innovación, Barcelona, 2005, págs. 18-7. 107   Influencias que parecen extenderse también a la autoría de algunos cuños de la ceca Alfaro, “Avance…”, págs. 19. Tema que amplía a la Bética la posible existencia de talleres itinerantes, fenómeno reconocido en diferentes cecas de Hispania, cf., P.P. Ripollès, “La moneda en los inicios de la romanización: talleres y artesanos”, Arse 28-29, 1994-1995, pág. 213. 108   Bien por la data de emisión de las monedas contramarcadas o por las características tipológicas o epigráficas de éstas, tal práctica, especialmente bien documentada en la moneda gaditana, constata en la mayor parte de los casos la prolongada permanencia en circulación de estos bronces. Para Gades, cf. Alfaro, Las monedas…, págs. 66-71, que en algún caso: sa/e podrían relacionarse con los plomos y sellos anfóricos andaluces; Ibid., “La moneda…”, pág. 38. Si estas contramarcas se vincularían a un uso privado de la moneda en manos de societates o particulares, otras por el contrario insinúan su carácter oficial, como vemos también en una moneda de Gadir que presenta la contramarca p clh núm. 12 de la clasificación de Alfaro; aunque, lógicamente, no se pueda afirmar su relación con la ciudad. No faltan tampoco ejemplos de la partición de monedas de esta y otras cecas hispano-púnicas, si bien es menos frecuente su hallazgo en contexto arqueológico, como el que ha proporcionado para dos unidades de Seks la excavación de los niveles de preparación de la escena del teatro romano de Malaca, Cf. Mora Serrano, “Numismática...” pág. 234.

[434]


sistema de pesos en ese momento utilizado, cuyo origen púnico-turdetano no impide reconocer un paulatino acercamiento a la metrología romana, a la que técnicamente parecen equipararse las principales amonedaciones hispano-púnicas a lo largo del siglo i a.C.109, en un proceso de gradual aproximación a las formas monetarias romanas del también participa la moneda púnica norteafricana110. Se trata, no obstante, de un acercamiento desigual en las formas y en el tiempo promovido por los diferentes intereses de las aristocracias ciudadanas que se materializa a mediados del siglo i a.C. y culmina en época de Tiberio y Claudio, coincidiendo además con el cese de las acuñaciones provinciales romanas en Hispania111. El peso de estas últimas amonedaciones hispano-púnicas en la circulación local es bien diferente como se desprende de la evaluación del número de cuños utilizado112, permitiendo calificar como meramente testimoniales las acuñaciones de Seks con leyenda F.I.Seks (lám. 15), y quizá también las de Malaca con las cabezas contrapuestas113. Por el contrario las cecas de Abdera y especialmente Gades emiten una mayor cantidad de moneda, esta última en sestercios y dupondios que sólo se ve superada por los acuñados en Tarrraco y Emerita, y en la que posiblemente haya que ver un complemento a la masa monetaria circulante integrada por los nuevos aportes de numerario procedente de las cecas imperiales y de las provinciales hispanas, junto a una parte del acuñado con anterioridad por la ceca, todavía en circulación. Con independencia de la función que justificó su acuñación, sin duda fueron bien acogidas por los usuarios de estas poblaciones, cada vez más habituadas a su uso, por más

La defensa de un carácter autónomo de la metrología del bronce hispano, especialmente en lo que se refiere a las cecas hispano-púnicas (García-Bellido, “Roma…”, págs. 554-557), no es del todo incompatible con la posibilidad de asumir equivalencias con respecto al patrón romano a las que se pudieron llegar, más que con bruscas y quizá innecesarias reformas (E. Collantes, “Conjeturas sobre metrología ibérica”, Numisma, 204-221, 1987-1989, págs. 81 ss.), mediante pequeños reajustes de los respectivos patrones monetarios. Cf., Alfaro, Las monedas…, págs. 83-86; “Avance…”, págs. 26-27; L. Callegarin, “Les ateliers monétaires de Gades, Malaca, Seks et Abdera et le pouvoir imperial romain à la fin du Ier siècle av. J.-C.”, en Rutas…, pág. 328; Mora Serrano, “Metrología...”. 110   Aunque en un proceso igualmente problemático que sólo parece despejarse en el caso de las emisiones más tardías, pero en todo caso ligado al bronce gaditano, cf., J. Alexandropoulos, “La ‘Romanisation’ des monnayages antiques de l’Afrique du Nord Orientale: analyse de vuelques jalons”, en Los Cartagineses…, págs. 43-48; Les monnaies…, págs. 217 ss., 344-345. 111   G. Chic, “La romanización de las ciudades púnicas: la aportación de la numismática”, en Los Cartagineses…, págs. 153-156; Callegarin, “Les ateliers…, págs. 323-332; J.L. López Castro, “Las ciudades de fundación…”, 245-254. 112   Cf., P.P. Ripollès et al., “The Original Number of Dies used in the Roman Provincial Coinage of Spain”, xi International Numismatic Congress, Louvain-la-Neuve, I, 1993, págs. 315-324 (=Gaceta Numismática, 97-98, 1990, págs. 35-43): con 184 cuños de anv. para Gades y 22 para Abdera, y L. Villaronga, Assaig-balanç…, pág. 25 con 4 para la última emisión de Seks. 113   De admitirse la datación propuesta para esta emisión hacia finales del s. I a.C. Cf., Campo & Mora, Las monedas…, págs. 64 ss., 213 y con más detalles B. Mora Serrano, “Una posible representación de Cayo y Lucio en la amonedación hispano-púnica de Malaca”, Numisma, 41, 1991, págs. 19-42. [435]

sobre el uso de la moneda en las ciudades fenicio-púnicas de la península ibérica

109


Las ciudades fenicio-púnicas en el Mediterráneo Occidental [405-438]

que tales emisiones resultaran del todo insuficientes para garantizar el funcionamiento de estas ciudades114. Pero por encima de otras consideraciones, resulta evidente el aprovechamiento político que de las iconografías monetales llevan a cabo las aristocracias de estas ciudades hispano-púnicas, algunas favorecidas por la concesión de un estatuto privilegiado, municipal en el caso de Gades y Abdera. La adhesión al nuevo orden augústeo no es incompatible con la expresión su antiguo origen fenicio a través de la recuperación de viejos tipos monetarios115, como vemos en la gaditana emisión de Balbo (rpc 85-87; dic 68-70), en la de Seks con la vuelta a la leyenda compuesta y enmarcada en cartela (rpcsup. 123a; dic 25), y desde luego también en los reversos de Abdera acuñados en época de Tiberio (rpc 124-125; dic 7), cuyo carácter emblemático cabe reconocer también hoy día en el escudo de la moderna Adra (fig. 16).

Como se desprende con claridad del análisis de P.P. Ripollès, “Las acuñaciones locales y la financiación de las rei publicae”, Rivista Italiana di Numismatica, xcv, 1993, págs. 295-306. 115   F. Beltrán Lloris, F., “Identidad cívica y adhesión al príncipe en las monedas municipales hispanas”, F. Marco Simón et al. (eds.), Religión y propaganda política en el mundo romano, Barcelona, 2002, págs. 167-168, 170; Mora Serrano, “La iconografía...”, págs. 60-61. 114

[436]


[437]

sobre el uso de la moneda en las ciudades fenicio-púnicas de la península ibérica

Lámina 1


DIC págs. 146-54 *

DIC págs.274-8

data

valor

nº emis.

pesos medios 2,33

Malaca

valor

nº emis.

pesos medios

1

(1)

6,99

s.III aC

1/4

1?

1/2

1-(3)

4,52/4,24/3,66/3,89

1/6

1?

1,62

s.III aC

1/4

1-(3)

2,01/1,95/1,81/2,59

s.II aC

1

3

9,30/10,92/10,31

1/8

1-(3)

0,74/1,01/0,93/1,05

1/2

2

7,05/5,73

1

3

12,45/10,20/10,49

s.I aC

1/4

2

4,17/4,1

s.II-I aC

1/2

3

5,92/4,76/5,21

1/6

1

2,38

1/4

3

3,08/3/2,6

fin s. I aC.

1/2

1

9,17

1/8

3

1,60/1,26/1,35

1/4

1

3,80

RPC

HS

8

36,16

* Pesos según C. Alfaro

Dp

8

18,74

DIC págs. 16-8

data

valor

nº emis.

1

2

14,5/8

1/2

2

6,5/5,6

1/4

2

2,78/2,2

1/8?

DIC págs. 352-5

s.II-I a.C.

Seks

valor

nº emis.

pesos medios

2

1

19,3

1/2

1

4,76

1/4?

1

1,67

1

6

14,5-13,5/11/12-13

1/2

2

5,93/5

1/4

3

cnh 107.29/3,15/2,90

1/8?

cnh 107.28

1

1

14,14

DIC págs. 258-9

pesos medios

1

1

8,40

1/4

2?

3,65/3

DIC págs. 298-99 valor

nº emis.

pesos medios

1

1

12,41

1/2

1

5,3

1/4

1

4

1

1?

7?

1/2

1

4

1/4

1

2,8-3,5

DIC págs. 87-95

1

15,5

1/2

2

6

1/3?

1

4,4

valor

nº emis.

1

2

31/10

1/2

2

14,21/6,23 7,7-8,6

Alba

data s. II aC s. I aC

nº emis.

pesos medios

fin II-I aC.

sm

13

9,91/8,79/7,18/5,56

cd

2

4,80/4,49

sx

2

3,15/2,05

85-40 aC

sm

6

5,3/4,5/6,27/6,56

cd

3

1,15/2,68/3,9

pesos medios

1

1

1/2

2

3,6

DIC págs. 51-2

1/4

1

1,98

data

valor

nº emis.

pesos medios

1

3

9,6/9,7/11,5

1/2

1

4,5/3,7

valor

nº emis

pesos medios

s. I aC

DIC págs. 323-4

Carteia

Ituci

Baelo

valor

s. II aC.

AE RRC imit. hispana

as

2

25,17/22,64

sm

2

6,07/3,15

triens

2

9,35/4,82

qd?

1

3,33

s. II-I aC.

Volumen de emisión siglo III y epoca romana (preaugustea) Fuente L. Villaronga, 1995

170

111 28

16 10

52

74 25

25

31

22

13

Olont

Ituci

Abdera

Malaca

H-C

4

Gadir

1

335

361

[438]

28 9

6

s.III

64

s. II s.I

8

S. II-I

Carteia

116

214

Sexs

100

392

552

1000

Ebusus

data

pesos medios

2

Olontigi

s. I aC.

nº emis.

Obulco

s. II a.C.

valor

Castulo

data

data

DIC págs. 216-7

nº emis.

s.III-II aC

9,5-10

s. I aC

Tajilit

valor

1,66

1

Iptuci

data

pesos medios

1

Bailo

s.I aC RPC

Abdera

1

Vesci

s. II-I aC

s. dC RPC DIC págs. 24-5

Turrirecina

s.III aC

Lascuta

data

Las ciudades fenicio-púnicas en el Mediterráneo Occidental [405-438]

Gadir

Asido

data


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