Han sido varios días deambulando por la ciudad, calles, monumentos, personas… Buenos Aires se ha esmerado en enamorarme. Como bien saben quienes me han leído antes, mis primeros días acá fueron en exceso difíciles, no me sentía a gusto; estaba sola, la comida era precaria, los costos muy altos… en fin. Con el transcurrir de los días he ido conociendo gente, la pluriculturalidad es el pan de cada día, he tratado con suizos, franceses, neoyorkinos, hasta israelíes y de Latinoamérica, mexicanos, uruguayos, chilenos, peruanos y por supuesto, argentinos. Puede sonar gracioso el decir que me alegra inmensamente haber conocido aquí más colombianos, pero es cierto. Extraño Bogotá, en exceso, pero el contar con ellos aquí me hace querer seguir explorando el mundo, ahora la comida es mucho mejor, porque cada uno compra un par de ingredientes y los platillos son más variados, hay quien entiende tu jerga (y la mía es muy autóctona) ya saben… palabras como “parce” y hasta pirobo (jajajaja)… además ya hay quien pregunta cada mañana o cada noche, cómo estás, cómo amaneces, etc, etc. Hay complicidad, cariño, ya no se siente tan golpeante la soledad,
ya las calles no las recorro sola, y si me pierdo ya hay con quien tratar de descifrar el mapa. La idea de un posgrado aquí está latente, ya encontré el lugar y todo… el problema radica en los costos de vida aquí en la Ciudad de la Furia… me preocupa eso, ese es el determinante de todo. No es solo pensar en el costo del semestre, sino en una renta, en alimentación, transporte, etc, etc. ¿Cómo tomar la mejor decisión con tanta presión encima?, pfff es difícil, muchas personas no son consientes de que puedo quedarme aquí, y piden mi pronto regreso, por otro lado, las personas aquí me dicen… “ya llegaste, lucha y quédate”… es complejo teniendo en cuenta que tengo ya una vida medianamente armada en Bogotá, dejar todo atrás y empezar de nuevo requiere de valentía y locura, tengo la segunda, no sé cuánto me falte de la primera.
Pasando a otros tópicos, (pues me mata el no saber qué hacer) les contaré acerca de mis nuevos aventurares: en primer lugar les hablaré del mercado de San Telmo, lo hacen cada domingo y abarca un aproximado de 8 cuadras, a cada lado del andén hay artesanos vendiendo sus productos, comida callejera y por supuesto, música. Una vez llegas a cierta cuadra los tambores guían tus pasos, la samba, las risas y los cantos te dejan entrever como la migración brasilera es fuerte en Argentina, el sabor y el candor de Brasil vibra con cada percusión, el desfilar al son de la música hace del caminar por San Telmo toda una fiesta…
Hace un par de días, un chico, quien le daba una rápida visita a Buenos Aires, mencionó su deseo de querer visitar el estadio del River Plate, en algún momento me preguntó si quería acompañarlo, y yo, ni corta ni perezosa me alisté para visitar El Monumental… el viaje fue un poco largo, pues tras el subte, tuvimos que caminar casi 10 cuadras, pero el vislumbrarlo luego, hizo de la caminata un esfuerzo recompensado. El estadio tiene un museo, es el lugar al que primero entras, hay de todo, un camino que te lleva año por año a los episodios vividos por el equipo, hay un salón de premios, trofeos, etc, otro con las camisetas de los héroes del equipo (con barro y todo), una linda réplica en miniatura del estadio, entre otras tantas cosas. Luego nos reúnen, nos dan una explicación y se abren ante nosotros la puerta del Monumental, y es allí, en las gradas, donde te das cuenta el porqué de su nombre. Emocionada a más no poder usé todas mis energías en sobrevivir al paseo, pues se imaginaran (y hacen bien) que he caminado sin parar, he excedido mis fuerzas, pero bueno, todo está en orden y mil mundos aparecen frente a mis ojos.
Alguien me dijo acá “Uff qué guerrera”, lo dijo tras contarle yo, que había ido sola a conocer Caminito. Caminito es un lugar en el barrio de la Boca, es un conjunto de cuadras donde el color, el tango y las parrillas dominan, pero sobre todo el color. Lo de guerrera lo dijo porque el barrio de la Boca es un poco peligroso, Caminito no, pues es un lugar en exceso turístico, la llegada no es tan sencilla, pero mi lema es claro, hay siempre a quienes les ven la cara; Yo llegué sana y salva y la pasé muy bien, incluso almorcé allá, nunca antes había visto tanta argentinidad en Buenos Aires como la hallé allá.
Otro lugar que me pareció fascinante fue el Zoológico, para quienes me leen desde otros países puede que un zoológico les parezca normal, pero debo contarles que en Bogotá no hay, entonces, declarando antes mi gran amor hacia los animales, reitero, fui feliz viéndolos de cerca,
además sus pequeñas hábitats estaban muy bien montadas… parecían felices.
Y bien, éste es un pequeño resumen de muchos días de ausencia, sé de antemano que se me escapan mil cosas, espero alguna vez contarles a cada uno en su totalidad lo vivido en cada aventurar, no es personalizado éste escrito como los anteriores enviados, pero cuesta escribir por separado a tantas personas que piden saber qué me depara la ciudad de la furia. Un abrazo a todos y cada uno. Continuara...