FARO
.
Narwhal . Publishing House
“Para viajar lejos, no hay mejor nave que un libro.� Emily Dickinson.
DEL MAR A través del tiempo hemos venido observando una serie de iconologia que nos remiten a la vida marítima, tales como objetos, animales y espacios. Toda esta serie de imágenes se han vuelto características al momento de hablar del océano en términos visuales.
INSTRUMENTOS
ELEMENTOS CLASICOS
A
N IM A
LE S
S
PECES CO N C H AS
...
.E R A U N BARCO DE
ANTIGUA ESCUELA
ESTILO DE
VIDA
Viviendas costeras de Grecia
Muelle, Islas Maldivas
Isla Mucura, Colombia
Muelle, Wellintong, New Zeland
UN BOLIVIANO CON SALIDA AL MAR Mario Benedetti Nunca he podido confirmarlo, pero dicen que en plena guerra de Las Malvinas le preguntaron a Borges qué solución se le ocurría para el conflicto, y él, con su sorna metafísica de siempre, respondió: “Creo que Argentina y Gran Bretaña tendrían que ponerse de acuerdo y adjudicar las Malvinas a Bolivia, para que este país logre por fin su salida al mar”. En realidad la ironía de Borges (siempre que la cita sea verdadera) se basaba en una obsesión que está presente en todo boliviano, ese alguien
que siempre parece estar acechando el horizonte en busca del esquivo mar que le fue negado. Tiene el Titicaca, por supuesto, pero el enorme lago sólo les sirve para que crezca su frustración, ya que en vez de conducirlos a otros mundos, sólo lo conduce a sí mismo. De todas maneras, cuando algún boliviano llega al mar, aunque éste sea ajeno, siempre se trata de un blanco, nunca de un indio. Hubo un indio, sin embargo, nacido junto a las minas de Oruro, que por un extraño azar pudo alcanzar el mar prohibido. Debió ser un niño simpático y bien dispuesto, ya que una dama paceña, que estaba de paso en Oruro y pertenecía a una familia acaudalada, lo vio casualmente y se lo trajo a la capital, allá por los cincuenta. Rebautizado como Gualberto Aniceto Morales, aprendió a leer y aprendió a servir. Y tan bien lo hizo, que cuando sus patrones viajaron a Europa, lo llevaron consigo, no precisa-
mente para ampliar su horizonte sino para que los auxiliara en menesteres domésticos.. Así fue que el muchacho (que para entonces ya había cumplido quince años) pudo ir coleccionando en su memoria imágenes de mar: desde la tibieza verde del Mediterráneo hasta los golfos helados del Báltico. Cuando al cabo de un año sus protectores regresaron, Gualberto Aniceto pidió que lo dejaran viajar a su pueblo para ver a su familia. Allí, en su pobreza de origen, en la humilde y despojada querencia, ante la mirada atónita y el silencio compacto de los suyos, el viajero fue informando larga y pormenorizadamente sobre farallones, olas, delfines, astilleros, mareas, peces voladores, buques cisternas, muelles de pescadores, faros que parpadean, tiburones, gaviotas, enormes trasatlánticos. No obstante, llegó una noche en que se quedó sin recuer-
dos y calló. Pero los suyos no suspendieron su expectativa y siguieron mirándolo, esperando, arracimados sobre el piso de tierra y con las mejillas hinchadas por la coca. Desde el fondo del recinto llegó la voz del abuelo, todavía inexorable, a pesar de sus pulmones carcomidos: “¿Y qué más?”. Gualberto Aniceto sintió que no podía defraudarlos. Sabía por experiencia que la nostalgia de mar no tiene fin. Y fue entonces, sólo entonces que empezó a hablar de las sirenas.
FUENTES Y COLABORACIONES cuento : Mario Benedetti Cita : Herman Melville UNSPLASH : FOTOS Cita : Emily Dickinson.
Editado por: Narwhal Publishing house, colombia, 2013 Direccion carrera 3A # 46 - 55 Derecho de autor del dise単o: Ana Bermudez - Santiago Carvajalino ISBN: XXXXXXXXXXXX impreso en colombia