Programa de Comunicación y Género
Propuestas desde la comunicación social para el debate juvenil sobre las inequidades de género Paula Morales Material para Docentes Secretaría de Extensión | Escuela de Ciencias de la Información
Propuestas desde la comunicación social para el debate juvenil sobre las inequidades de género. Autor: Paula Morales. ISBN: 978-950-33-1064-9
Programa de Comunicación y Género Secretaría de Extensión de la Escuela de Ciencias de la Información. Diseño y diagramación: Soledad Moreno. Edición: Área de Comunicación Institucional. Universidad Nacional de Córdoba | Escuela de Ciencias de la Información Av. Valparaíso esq. Los Nogales. CP: 5000. Ciudad Universitaria, Córdoba Capital. Tel.: (0351) 433 – 4160. www.eci.unc.edu.ar comunicacion@eci.unc.edu.ar
Prólogo
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n el marco de los objetivos del programa Comunicación y Género de la Secretaría de Extensión de la Escuela de Ciencias de la Información (Universidad Nacional de Córdoba) nos propusimos elaborar un material accesible para todas aquellas personas que trabajan con jóvenes, en el ámbito escolar y desde un paradigma de Derechos Humanos. Creemos que una juventud integrada a los cambios socioculturales de la época, se reconoce como tal cuando su participación en el diseño y desarrollo de la cultura, el arte, la política y la comunicación es realmente un hecho factible, una condición de posibilidad cotidiana. Confiamos en la capacidad de la juventud para la toma de decisiones de manera autónoma y argumentada, adquirida a través de múltiples maneras de participar en lo
público, y haciendo de esto una dimensión más entre sus intereses y cotidianeidades. Es aquí donde la Escuela y demás instituciones del ámbito de lo público deben aportar para que esto suceda. La Escuela como un espacio de integración social y crecimiento intelectual para los y las jóvenes es una institución privilegiada para ejercitar la participación. Lo es a la hora de habilitar condiciones para debatir y problematizar lo que nos pasa, recuperar el rumor social y resignificarlo críticamente desde las múltiples miradas juveniles. Las maneras de habitar esos espacios serán tan diversas como jóvenes que los integren y contextos escolares que lo habiliten. En este diálogo con lo social son las y los jóvenes quienes tienen la palabra y pueden imprimirle sentidos a las discusiones que la escuela les propone sobre aquellas
temáticas que atraviesan su día a día. Es allí, en ese juego de poder y saber, donde los debates sobre la sexualidad, la identidad, el deseo y el placer emergen en la escuela y movilizan la participación desde la propia experiencia vivida. En este contexto, el primer cuadernillo sobre “Comunicación y Género: Propuestas desde la comunicación social para el debate juvenil sobre las inequidades de género” (material para docentes) intenta promover la sensibilización juvenil sobre las inequidades de género presentes en nuestra cultura. Además se propone ser una herramienta útil para el desarrollo de instancias de participación juvenil desde una perspectiva de Género. Deseamos que este material sobre las Relaciones
de Género desde una Perspectiva de Derechos Humanos, propicie las herramientas teórico-metodológicas y políticas para trabajar la reflexión en clase permitiendo la argumentación crítica y potenciando la participación juvenil en debates que exceden al ámbito escolar pero que los involucran sin duda. Nos proponemos facilitar enfoques para el abordaje de las relaciones de género en el aula, y particularmente en las materias relacionadas a la Comunicación Social. Esta es, por tanto, una propuesta de diálogo que tomará forma sólo cuando lo juvenil la integra y pretende en ese mismo ida y vuelta, despertar en las y los docentes y la comunidad educativa la curiosidad e inquietud para seguir profundizándola.
¿Que es Género?
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uando hablamos de “Género” desde la teoría social, nos referimos a una categoría de análisis útil para abordar las relaciones sociales (Scott, 1990), una herramienta didáctica para mirar aspectos de las relaciones humanas que otras categorías no permiten por sí mismas ver. Una lupa sobre las formas primarias de relaciones sociales que construyen sentido y se basan en un ejercicio del poder (Lamas,
2003), entendiendo que la cultura ha modelado históricamente las relaciones para que sean mayoritariamente unos (varones) quienes ejerzan determinados tipos de poder sobre otras (mujeres), y así poder ubicarse en espacios de status y decisión social. El Género permite ver –en situaciones concretas y cotidianas de nuestra cultura–, que existe una particular manera de leer las experiencias vitales, la se-
xualidad y la subjetividad de las personas. A partir de la socialización temprana vamos incorporando una determinada manera de percibir las relaciones sociales desde la cual se nos hace necesario definir a las personas y sus relaciones en función de su sexualidad. Así, cuando vemos una niña, clasificamos rápidamente su identidad en tanto femenina (y por ende no-masculina), con determinadas características
“propias” del sexo femenino y en consecuencia, portadora de una serie de roles previsibles para lo que entendemos “es” y “debe ser” una niña. Esta división de lo social en base al sexo de la persona – y por consiguiente de los roles esperables para quienes ubicamos como mujeres (femeninas) y varones (masculinos) – se inscribe en un esquema dual y dicotómico. Este esquema asienta las bases de una división social
planteada en función del sexo, donde asigna status a lo masculino por sobre lo femenino y le otorga jerarquía. En nuestra cultura tenemos sumamente interiorizado este esquema y lo leemos como natural. Es más, la distinción que propone y la jerarquía en que ubica a sus términos (masculino por sobre lo femenino) produce en la práctica cotidiana un abanico de violencias y discriminaciones que vemos en todos los
ámbitos e instituciones sociales, y que aun así naturalizamos. Estas diferencias, así planteadas como determinantes del acceso a derechos o del ejercicio de la vida social en plenitud, son negativas para más de la mitad de la población mundial y es la perspectiva de género la que va a ayudarnos a mirar cómo estas “diferencias” toman forma de “desigualdades” y afectan la experiencia de vida de muchas mujeres, jóvenes y ni-
ñas en nuestras sociedades. A su vez, Género es una categoría transversal e interdisciplinaria. Esto quiere decir que cuando incorporamos Género al diseño de nuestras clases, a la producción de contenidos y hasta al enfoque general que le damos a la relación conocimiento-aprendizaje, podemos pensar en las diversas formas que toma esta división sexual de lo social en ámbitos tan diferentes como la biología, la historia, el arte o la educación física. Así, podemos ver cómo esta distinción ancestral ha hecho que las mujeres no hayamos ingresado a ciertos campos del saber hasta hace muy poco tiempo, y por lo tanto, las preocupaciones y enfoques de cada ámbito hayan girado alrededor de las
motivaciones de los científicos varones y sus intereses. Cuando hacemos este ejercicio surgen nuevas problemáticas y enfoques a la luz de la curiosidad, y es allí donde el género como categoría de análisis se convierte en una perspectiva de análisis y nos permite trabajar en equipos interdisciplinarios con colegas de otras disciplinas, y dar cuenta de estas inquietudes y problemáticas hasta el momento desconocidas en la currícula. Luego de acercarnos a la categoría género y a la propuesta transformadora que supone revisitar –con estos lentes– lo aprendido hasta el momento, nos preguntamos:
¿Que relación tiene el Género con los Derechos Humanos?
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os Derechos Humanos tal y como los conocemos hoy se remontan a dos antecedentes importantes en el reconocimiento de la libertad humana: La Declaración de los Derechos del hombre y del Ciudadano –celebrada en 1789– y la Vindicación de los Derechos de la Mujer en 1792. Sin embargo, es desde 1948 que la Declaración Universal de los Derechos Humanos sienta las bases de lo que entendemos por sistema jurídico de los Derechos Humanos. Desde este enfoque se desafía el alcance tradicional del derecho internacional (Facio A., 2011) y se otorga a individuos y grupos el reconocimiento jurídico sobre los derechos vulnerados históricamente. En el caso de las mujeres, si bien nos encontramos incluidas en tanto se expresa que “Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social,
posición económica, nacimiento o cualquier otra condición” (Art. 2), nuestra especificidad como grupo en condiciones de existencia de inequidad respecto del otro gran porcentaje de la población mundial (mayoritariamente constituido por hombres) no se identifica puntualmente. La declaración Universal de los Derechos Humanos es una herramienta fundamental a la hora de plantear un sistema ideal de igualdad jurídica para la humanidad, y en este sentido, las reivindicaciones del colectivo mujer se encuentran en otros documentos internacionales como la CEDAW (Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer), o a nivel americano, la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra la Mujer (Convención Belem Do Pará). Es interesante pensar también por qué, como colectivo mujeres, aparecemos también – y nuevamente como mayoría – en otros de los grupos objeto de las
políticas de derechos humanos, como lo son los grupos de comunidades originarias, los grupos de alto riesgo por índices de pobreza, los grupos étnicos, migrantes, etc. Aun considerando esta presencia de las mujeres en otros cruces de vulnerabilidad, donde soportamos la intersección de varias violencias al mismo tiempo (del mercado, del estado, de nuestros pares varones, etc.), el marco de los derechos humanos es un espacio propicio para situar la demanda por condiciones de equidad para las mujeres y darle relevancia política a los planteos recuperados de las vivencias de gran parte de la población mundial, a fin de consolidar las herramientas legales necesarias para una vida libre de violencias e inequidades. Sin embargo, pensar lo social desde la perspectiva de Género va mucho más allá de reivindicar los derechos de las mujeres como derechos humanos. Implica un trabajo de autoconciencia – desde la experiencia personal – sobre los impac-
Género, comunicación y Derechos Humanos: ¿Qué es comunicación desde una Perspectiva de Género?
tos de este sistema sexo-género en nuestra historia, una revisión y puesta en común de manera colectiva sobre lo que esto significa y produce en la cotidianeidad de todos los miembros de esta sociedad. Conlleva reconocer que su transformación es posible desde el trabajo participativo, en contexto y en relación con otros problemas acuciantes de nuestra comunidad. Logramos reconocer así que existen relaciones de poder al interior de las mismas y estamos dispuestos a transformarlas en relaciones de entendimiento, crecimiento y placer.
Ejercicios desde la Perspectiva de Género y Derechos Humanos, para el trabajo docente de la comunicación social.
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a Perspectiva de Género aplicada al campo de la comunicación social significa que disponemos de una batería de herramientas para nutrir nuestro trabajo comunicacional con una lente que visibiliza las relaciones de poder entre los géneros (entendiendo por géneros a las construcciones culturales sobre los cuerpos y las sexualidades, en base a una diferencia sexual binaria, dicotómica y jerárquica) y que esto no sólo complejiza nuestra mirada –sumando variables al trabajo– sino que además habilita nuevas preguntas y nuevos sujetos que intervienen en la imagen de comunicación social que manejamos durante todo el proceso comunicativo. En el ámbito periodístico podemos decir que implica llegar a lugares en los que se ha invisibilizado tanto la presencia de las mujeres, como la reflexión respecto de la construcción social del sexo como variable determinante en el acceso y condiciones de vida para las personas. Esta consideración nos desafía a ir
más allá de una imagen puramente cuantitativa del mujeres en los medios, analizando cómo los estereotipos de género están presentes en las rutinas y prácticas de la producción de noticias y otros productos comunicativos y qué representaciones de mujer, de varón, de otras identidades sexuales y de las relaciones entre sí aparecen (y cuales no). También supone reconocer el androcentrismo de nuestra cultura en las fuentes y enfoques que ingresan a la dinámica periodística. Esta perspectiva nos permite elaborar temas de agenda que excedan la propuesta ”temas de mujeres” para abordar cualquier dimensión social, reconociendo las particularidades que las relaciones de poder y sexualidad generan en ese tema tratado; en las maneras de abordarlo, en los sentidos socialmente construidos sobre el mismo y en las formas en que esas diferencias se traducen en desigualdad social.
Manos a la Obra. Una actividad revoltosa…
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omenzamos por reconocer la manera en que las sexualidades son abordadas mediáticamente (su contenido, su forma, sus estrategias) y luego nos propondremos un análisis crítico sobre las condiciones que esas representaciones –promovidas mediáticamente – instalan en la cotidianeidad de las relaciones juveniles, promoviendo o discriminando las diversas maneras en que jóvenes la experimentan.
Para ello recomendamos un acercamiento a los Lineamientos Curriculares para la Educación Sexual Integral, y precisamente a los cuadernos de ESI. Partimos de la concepción sostenida por la Organización Mundial de la salud que entiende por sexualidad a: “una dimensión fundamental del hecho de ser humano (…) se expresa en forma de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, actividades,
prácticas, roles y relaciones. La sexualidad es el resultado de la interacción de factores biológicos, psicológicos, socioeconómicos, culturales, éticos y religiosos o espirituales (…) En resumen, la sexualidad se practica y se expresa en todo lo que somos, sentimos, pensamos y hacemos” (OPS y OMS – Guatemala 2000, en Educación Sexual integral para la educación secundaria. Contenidos y propuestas para el aula. Serie de Cuadernos de ESI – Ministerio de Educación de la Nación, Programa Nacional de Educación Sexual Integral.). Actividades 1. Seleccionar varias notas periodísticas (gráfica, tv, radio…) que aborden en algún aspecto la noción de sexualidad/es juveniles. Prepararlas para su presentación en clase. 2. Reconocer en este contenido la línea argumental, las concepciones presentadas como obvias. Puntearlas. 3. Sobre lo anterior, en cada lí-
nea argumental, incluir un signo de interrogación. Preguntarse si es que en las experiencias de lxs jóvenes son éstas las únicas maneras de experimentar la sexualidad, de tomar decisiones y de darle sentido a la práctica. 4. Diseñar un mapa de posibles otras respuestas a dicha línea argumental. 5. Elaborar preguntas para trabajar en el aula y en dinámica grupal, indagando principalmente acerca de los caminos posibles y las rutas inaccesibles para un joven, respecto de estas dimensiones de la sexualidad (pensamos aquí en acceso al sistema de salud, a los anticonceptivos y contraceptivos; a las referencias simbólicas, culturales, familiares y sociales que manejan respecto al placer y el deseo sexual; a las situaciones de violencia que asocian a lo sexual y las que no, etc.). 6. Completar cada posible respuesta con información de los cuadernillos ESI.
En clase 7. Presentar en clase las notas periodísticas. Proponerles un trabajo grupal en base a las preguntas elaboradas, y luego una puesta en común general para abordar colectivamente estos items. 8. Retomar el punteo del ítem 6 para el trabajo de puesta en común. 9. Seleccionar los temas más
trabajados por el alumnado. 10. Proponer la elaboración de una Campaña Mediática, que en un primer plano, visibilice los matices que tiene la juventud respecto a las sexualidades y se posicione como voz legítima y protagónica en la construcción de sentidos sociales y mediáticos. En segundo lugar, que esos bloques de sentido elaborados en función de lo que los medios dicen sobre las sexuali-
dades juveniles, tengan entre sí una coherencia argumental. Por ejemplo: si decidieron trabajar abuso sexual, anticoncepción, embarazo adolescente, aborto, violencia en el noviazgo; tendrán que encontrar los ejes de coherencia conceptual entre estas dimensiones del tema, y hacerlo explícito como línea editorial de la campaña. Una buena forma de hacerlo visible es elaborar un sello que se repite en cada spot o enlatado de la campaña, y que hilvana una propuesta conceptual que reúne a todos los subproductos de la campaña.
La idea de una campaña permite además trabajar interdisciplinariamente con otras materias del área, buscando información en historia, trabajando estadísticas desde geografía, demografía, entre otros; elaborando documentos de redacción para medios en Lenguaje, etc. Permite un trabajo transversal proponiendo el material producido para que otras áreas de la Escuela puedan hacer uso del material, como por ejemplo biología, psicología, formación para la vida y el trabajo, entre otras asignaturas.
Programa de Comunicación y Género.
Secretaría de Extensión. Escuela de Ciencias de la Información. Universidad Nacional de Córdoba.