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“SimoLetras” y “CruSimón” Una manera lúdica de aprender divirtiéndose

“SimoLetras” y “CruSimón” Una manera lúdica de aprender divirtiéndose

-Por: [Juan C. Prado / Olimar Colmenares]

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RESUMEN

Esta inventiva del pasatiempo educativo “SimoLetras” y “CruSimón” consiste en juegos lúdicos donde el objetivo es descubrir un número determinado de palabras enlazando sus letras de forma horizontal, vertical o diagonal y en cualquier sentido, tanto de derecha a izquierda como de izquierda a derecha, y tanto de arriba abajo, como de abajo arriba, según lo indique su lógica. Este recurso didáctico tiene una primordial y singular importancia en la educación y cultura general, dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje facilitando la acción educativa y siendo impulsor de la acción y construcción propia de la realidad ontológica que se experimenta en esa vivencia, con lo que se logra conseguir una mayor predisposición para el aprendizaje. Al mismo tiempo permite disfrutar de una cuota de distracción y esparcimiento aprendiendo con todos los sentidos. En el caso del “SimoLetras”, una vez encontradas todas las palabras, las cuales están debidamente ordenadas alfabéticamente, la persona debe posteriormente realizar en un máximo de dos (2) cuartillas una biografía del personaje que centra la temática, como lo es nuestro Simón Rodríguez, descubriendo nuevos significados, conceptos, y adquirir así nuevas habilidades, recorriendo un camino previamente planificado por el facilitador. Caso contrario, se experimenta en el ejercicio del “CruSimón”, donde las alternativas de búsqueda son los datos biográficos del maestro Simón Rodríguez que permitirá descubrir progresivamente las palabras que engloban la frase o significado de dicha expresión, permitiendo desarrollar habilidades y destrezas como condición sine qua non para lograr el éxito del ejercicio.

Palabras clave: Simón Rodríguez -Educación -Instrucción -Juego -Enseñanza -Aprendizaje -Construcción -Lúdico.

Introducción

Los juegos constituyen una de las actividades más recreativas y agradables con las que cuenta el ser humano. Desde que nace hasta que tiene uso de razón, el juego ha sido y es el eje que mueve sus expectativas para buscar un rato de descanso y esparcimiento. De allí que a los niños no debe privárseles del juego, porque con él desarrollan y fortalecen su campo intelectual, sus expectativas se mantienen y sus intereses se centran en el aprendizaje significativo.

El juego, tomado como entretenimiento, suaviza las asperezas y dificultades de la vida; por este motivo elimina el estrés y propicia el descanso. Las actividades lúdicas en el aula y fuera de ella se han caracterizado por ser una herramienta de gran importancia para el desarrollo del proceso enseñanzaaprendizaje en las distintas áreas del conocimiento. Entre ellas, la sopa de letras y los crucigramas son considerados pasatiempos. En el caso de la sopa de letras, inventada en 1949 por el europeo Pedro Ocón de Oro, consiste en una cuadrícula u otra forma geométrica rellena con diferentes letras para formar palabras.

Por su parte, el crucigrama fue creado y publicado por el periodista inglés Arthur Wynne en 1913,y consiste en completar los espacios de un diagrama con letras. Para ello se necesita descubrir las palabras a partir de definiciones o significados de dichas palabras, las cuales deben leerse en sentido horizontal o vertical. La idea, por lo tanto, es que las plantillas, tanto de la sopa de letras como del crucigrama, una vez completadas, presenten una serie de palabras que se puedan leer y comprender, y que al mismo tiempo estén entrelazadas de forma coherente y respetando las reglas del juego.

Los pasatiempos son una herramienta muy interesante a la hora de aprender y poner en práctica el vocabulario en cualquier lengua. El propio sentido de la búsqueda de una palabra hace que la persona se fije con detalle en la forma en que se presenta: dobles consonantes, mayúsculas, guiones, apóstrofos, etc., facilitando su asimilación y recuerdo. No obstante, el reconocimiento de su valor educativo todavía tiene mucho camino por recorrer. Si observamos la historia de la educación, comprobaremos que ha servido para fomentar el trabajo en equipo, favorecer la sociabilidad del estudiante, y desarrollar la capacidad creativa, crítica y comunicativa del individuo.

El objetivo fundamental de este constructo fue demostrarla importancia de los juegos y de la lúdica como estrategia de aprendizaje para el desarrollo del pensamiento lógico-matemático en los participantes y docentes, teniendo como propósito la contribución a la formación integral de ese ser humano en el desarrollo de habilidades y destrezas básicas para facilitar la interpretación del medio que lo rodea, siendo condición necesaria para la convivencia social, tanto para el participante como para el docente. Donde el docente sea capaz de despertar la motivación e interés de los educando en la aplicación de actividades lúdicas en cualquier área de conocimiento, muy específicamente “conocer” a nuestro epónimo y emblemático don Simón Rodríguez, de la cual nuestra casa de estudios lleva con mucha y en muy alta honra su glorioso nombre.

La lúdica en el aprendizaje significativo

Es un maestro que enseña divirtiendo. Simón Bolívar

(Carta al general Santander, 1824).

Resulta necesario construir una visión omnicomprensiva del proyecto educativo ejecutado hace ya casi 262 años, en manos del insigne venezolano y prócer independentista, maestro del Libertador, el Sócrates de América, el Sócrates de Caracas, don Simón Rodríguez, quien en el siglo XVIII exigía la necesidad de formar a los niños desde la experiencia creativa en el hacer para tener República y republicanos que superaran el modo de vida monárquico: “Inventamos o erramos”.

He aquí parte de su legado, de su huella, de sus ideas, de sus pensamientos, de sus acciones, de su obra, que dan pie a estudiar con profundidad de criterio, con devoción de discípulo, con vehemencia de investigador, la actualidad y vigencia de su doctrina educativa de tanta valía, y tan desconocida por los educadores del presente. Y nos preguntarnos: ¿Debemos confiar la educación de todas y todos los docentes, sobre los cimientos y explanada educativa del maestro don Simón Rodríguez?

Haciendo un ejercicio imaginativo, la respuesta a esta interrogante sería SÍ. Con el riesgo puesto en el pensamiento y en la práctica de una sociedad en la que vivió, en donde la incomprensión y la ignorancia se fueron endiosando, el maestro vive en nosotros, y si lo continuamos mirando desde los tiempos históricos nos diría:

Ya estoy cansado de verme despreciar por mis paisanos y sigan echando por tierra mi modelo educativo, del cual tal profecía, hoy más que nunca deben ponerlo en acción. Abogaré sí por la primera enseñanza, como lo he hecho siempre, porque mi patria es el mundo y todos los hombres mis compañeros de infortunio. No soy vaca para tener querencia ni nativo para tener compatriotas. Nada me importa el rincón en que me parió mi madre, ni me acuerdo de los muchachos con quienes jugué al trompo (O. C., T. II: 538).

Miraríamos al maestro, y con su mirada sigilosa y su corazón palpitando una vez más, terminaría diciéndonos ante la gran preocupación que hoy día como padres tenemos ante nuestros hijos, que se están formando: “Enséñese a los niños a ser preguntones, para que pidiendo el porqué de lo que se le mande a hacer, se acostumbren a obedecer a la razón, no a la autoridad como limitados, no a la costumbre como estúpidos” (O. C., T. II: 27).Y nos preguntamos, y vociferamos en voz alta: ¿Acaso, aún seguimos en la oscuridad, y no somos capaces de ver la luz a la acción educativa que como padres y maestros debemos emprender? Seguiría diciéndonos el maestro: “Todos necesitan de la escuela, porque sin tomar en ellas las primeras luces es el hombre ciego para todos los demás conocimientos”... “Los principales obligados a la educación e instrucción de los hijos son los padres”(O. C., T. I: 199). Cosa más grande, diría un hermano cubano; es precisamente en esta metáfora educativa que imprime aún el maestro don Simón Rodríguez, para darle sustentabilidad hoy más que nunca al proceso educativo gestado por este revolucionario.

La escuela que propone don Simón Rodríguez es la Escuela Social, y se refiere a lo que hoy llamamos Escuela Primaria; se adelantó, de este modo, a las propuestas de los grandes sociólogos del siglo XIX, replanteando la misión de la escuela, como escuela de lo social. Como explica Rumazo González (1977):

En la escuela social ya no se le toma a la docencia solamente en el sentido de instruir y enseñar, otorgar conocimientos, aprendizaje de un oficio, abrir las rutas intelectuales. Importa ir más lejos; don Simón Rodríguez no se detiene nunca. Se quiere hacer del hombre un ente social desde el principio. Hay que impedir la presencia del hombre aislado, requiérase reorientar el individualismo que forjó la Revolución francesa y dar vigencia a la fijación de la persona en el medio, integrándolo a él (…). La escuela social viene a constituir una complementación, una consecuencia, un perfeccionamiento interno de los institutos-taller; una suerte de médula nutricia, para que no haya hombres en aislamiento, solitarios, quizás anárquicos (p. 59).

En este sentido, la opinión del maestro don Simón Rodríguez es rotunda:

Instruir no es educar, ni la instrucción puede ser un equivalente de la educación aunque instruyendo se eduque. En prueba de que con acumular conocimientos, extraños al arte de vivir, nada se ha hecho para formar la conducta social —véanse los muchísimos sabios malcriados, que pueblan el país de las ciencias—. Un filólogo puede hablar de la estrategia con propiedad, y no ser, por eso, un soldado. Tampoco son medios de generalizar ni pueden suplir por ellos los continuos actos de publicación que se hacen enseñando en Escuelas, Colegios y Universidades, ni los de divulgación que se hacen por la prensa; lo que es general sin excepción no es verdaderamente público y lo que no es público no es social (O. C., T. II: 104).

Esta diferenciación existente entre instrucción y educación es un valioso aporte pedagógico y político para la época, pues según criterio de los autores permite desmarcar cierta perspectiva crítica de la pedagogía de la hegemonía ideológica defensora del establecimiento. El nombre asignado por el maestro don Simón Rodríguez a esta perspectiva pedagógica crítica latinoamericana es: educación popular o educación general. Esta educación popular en América Latina solo tiene una posibilidad: la crítica y la reconstrucción; nuevamente ¡inventamos o erramos!

En el año de 1797, se embarcó rumbo a Jamaica, adoptando el nombre de Samuel Robinson, comprendiendo que, en adelante, le tocaría enfrentar, sortear solo, como lo hizo Robinson, todo tipo de dificultades y obstáculos. De allí se esgrime uno de sus pensamientos metafóricos: “Él no había nacido árbol para echar raíces. Él era viento y recorrería el mundo levantando polvo y sacudiendo conciencias” (Pérez, 2006: 40).Allí pasa algunos meses, en Kingston, la capital, y en una anécdota narrada por el biógrafo jamaiquino Jonathan Sarsfield en el Jamaica Observer, en su crónica del 1.º de enero de 1800, se encuentra la historia de Thomas, de la cual extraeremos algunos párrafos de Kohan (2014: 32-33).

A Rodríguez le gusta mucho el trato con niños. Se la pasa jugando con ellos. Se siente uno más. Aprende y juega. En las aulas y en las calles. Pero un día sucede algo que cambia radicalmente lo que piensa en relación con la educación de la infancia. Ese día Simón Rodríguez sale de la escuela, como casi siempre, junto a un grupo de niños, jugando. El juego consiste en arrojar los sombreros al aire y atajarlos antes que toquen otra vez el suelo. Hay una casa en la ciudad que atrae particularmente a don Simón y los niños y frente a ella suelen reunirse para jugar. Es la de los Johnston, una de las pocas con primer piso y balcón en Kingston. Es de una de las familias más privilegiadas de esa sociedad. Cuando no hay nadie a la vista, Simón y los niños juegan a ver quién emboca el sombrero en una maceta que está vacía, en uno de los rincones del balcón. Más de una vez salen corriendo a las carcajadas cuando los vienen a reprender para que no perturben la siesta de los dueños de la casa. Hasta ahora los niños siempre han fallado la puntería en ese juego y los sombreros regresan todas las veces que son lanzados, sin alcanzar la maceta. Sin embargo, no hay problema en ese aparente fracaso. Al contrario. Los niños y Simón se divierten igualmente. La gracia del juego parece estar en jugar, no en alcanzar un resultado determinado. Pero ese día, por alguna razón que lo empuja desde adentro, Simón Rodríguez decide él mismo darles una lección a los niños y se anima probar puntería, lo que no ha hecho hasta entonces. Para sorpresa y admiración de los pequeños, y de sí mismo, Rodríguez acierta la maceta en el primer intento. Las risas, saltos y gritos despiertan la curiosidad de los lugareños. Simón Rodríguez se muestra orgulloso y les dice: “¿Ven cómo se hace? ¡Aprendan de un hombre experiente! Y suelta una vez más una carcajada amplia y estridente, que los niños festejan e imitan. Por un momento, se olvida de donde están, de las advertencias del mayordomo de la casa. Juega, sonríe, se divierte. Nada más parece importar en este mundo. Pero la algarabía dura unos pocos instantes y enseguida es reemplazada por la inquietud: ¿Cómo recuperar el sombrero? Aunque es de buena estatura, Rodríguez está muy lejos de alcanzar, por sus propios medios, el piso superior de la casa. Deben además de ser sigilosos porque, recuerda, ya han sido advertidos en varias oportunidades por uno de los mayordomos para que dejen de molestar la tranquilidad de la dueña o los sacará por la fuerza si insisten en jugar demoradamente en la puerta de su casa. Ni pensar, entonces, en la alternativa más fácil, que uno de los niños insiste en proponer: golpear la puerta y pedir el sombrero a los dueños de la casa. Otras alternativas fracasan igualmente: ninguno de los palos que estaba en las cercanías de la casa; son demasiados frágiles para sostener incluso a los niños más delgados. Simón Rodríguez piensa en ir a buscar una escalera, pero la única que conoce está bastante lejos y el tiempo de demora puede ser fatal en el caso de que el sombrero sea descubierto: ¿De qué manera explicarán cómo llegó hasta ese lugar? Hay que resolver el problema más rápido. El maestro no sabe qué hacer. Mientras Rodríguez sigue pensando con los niños una solución sin encontrar alternativa, Thomas, un negrito que lo asiste siempre con ojos brillantes que expresan voluntad de participar del juego sin atreverse a pedirlo, y que había acompañado todo el episodio en silencio, casi de un salto, y sin respirar, le dice a Simón Rodríguez: “¿Por qué los niños no se suben en sus hombros y uno de ellos toma el sombrero? De la sorpresa, todos formando una escalera humana pasan enseguida al entusiasmo. La respuesta del maestro-estudiante viene enseguida: “Es una idea genial. La llevaremos a la practica con una condición: que seas el primero en la escalera humana, el que recupere el sombrero de la maceta”. El brillo de los ojos de Thomas es suficiente como respuesta. Ha conseguido lo que buscaba: integrarse al grupo, jugar con ellos. El resultado es magnífico: el sombrero está de nuevo en la cabeza de Simón Rodríguez en menos de tres minutos. Es cierto que algunos niños, entre ellos el pequeño Thomas, se dan un golpazo al bajar apresuradamente de la escalera humana que ellos mismos han formado, pero las risas y la satisfacción por la experiencia compartida superan cualquier dolor y raspón, en particular para Thomas que sale corriendo con los mismos ojos brillantes con los que un rato antes miraba jugar a los que ahora eran sus nuevos compañeros de diversión. Al poco tiempo, el resto también se dispersa entre risas, promesas de repetir el juego y desafíos de nuevas travesuras.

Todo parece indicar que encontramos al siglo XXI con una renovadora preocupación por las actividades que producen la búsqueda de emociones, ellas están íntimamente relacionadas con las actividades que desarrollamos porque tenemos el compromiso de educar, formar y posibilitar a nuestros educandos ambientes para “aprender”. Sobre las funciones del juego en las culturas primitivas, se han descrito las siguientes: el juego es relajante y restaurador de energía; el juego crea oportunidades para innovar; el juego tiene valores simbólicos al expresar culturas y creencias.

Piaget (1975) expresa que “el aprendizaje es un proceso de adquisición de operaciones”. Esto significa que los participantes deberán convertirse en los protagonistas de un camino que iremos marcando con nuestras propuestas. Cuando trabajamos ordinalidad y ejemplificamos lo dicho anteriormente, se refiere al resultado de establecer relaciones entre elementos de un conjunto, con materias concretas, con grupos de objetos didácticos y finalmente conjuntos representados gráficamente.

La lúdica, el juego y la recreación son todos los ejercicios en que los participantes manifiestan una forma aguda, profunda y viva de sentimientos de alegría y satisfacción. Es importante saber lo siguiente:

La lúdica

Recreación

Juego

Fuente: Acero (1996)

Lo lúdico, en la pedagogía, hace referencia a las formas de permitir un aprendizaje de manera fácil y agradable, en un ambiente grato donde la sonrisa juega un papel destacado y el conocimiento entra en la conciencia con la simpleza del discurso sin barreras. Lo lúdico facilita una educación formativa, positiva, para crecer. Aprender por medio del juego ha sido una de las estrategias de gran valor, ya que permite el fomento de los valores, la autogestión, la singularidad (cada individuo es lo que es y como es), la autonomía, la interacción, y por supuesto conduce a la deducción lógica de las cosas, ya sea mediante el trabajo individual o grupal. Las actividades lúdicas, a la vez que entretienen y sirven para descargar la energía, pueden tener una naturaleza pedagógica, dependiendo de la habilidad con que el docente las incorpore en el diseño de sus estrategias metodológicas.

En cuanto a lo histórico, Cavalli (1995) afirma que “la comprensión histórica de una narración no depende tanto de la edad como de la forma como se presenta el conocimiento o la información histórica”. En este sentido, Consalvi (2000) afirma que “el pasado vive con nosotros”, razón por la cual es necesario ofrecer a los participantes la posibilidad de acercarse al devenir del país de una manera atractiva; el autor señala la necesidad de atender el hecho histórico como algo placentero, y recomienda los juegos para lograr dicho propósito. Así, todo juego implica un objetivo, el cual se cumple con el conocimiento o desconocimiento del participante; es decir, que quien participa en las actividades lúdicas lo hace con el sentido de la diversión, pero consecuentemente está cumpliendo un fin, que para él casi siempre es ganar.

Entre las razones que motivaron a los autores de este trabajo de innovación y creatividad como estrategia metodológica, al emplear el pasatiempo del SimoLetras y del CruciSimon; se consideran fundamentales las dificultades observadas en el proceso de enseñanza-aprendizaje de hechos históricos y héroes o próceres independentistas, como lo es el “conocer” quién fue don Simón Rodríguez, y su proyecto educativo emancipador, ahora que se cumplen 262 años de su natalicio, debido a la falta de motivación, imaginación, y al poco conocimiento que se tiene de la historia y sus próceres que como investigadores y facilitadores hemos venido observando en el convivir del día a día con los participantes que hacen vida en el núcleo San Juan de los Morros.

De allí se desprende una serie de consecuencias: un desconocimiento de nuestro pasado histórico, falta de identidad nacional, escasez de valores culturales y sociales, consecuencias que contravienen parte de los fines de la educación establecidos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y las leyes emanadas en este sentido. En virtud de que en estas se establece la necesidad de formar a un individuo apto para la vida social y productiva, lo que supone el conocimiento de su pasado histórico, su identificación con el país, y la valoración de los aspectos culturales y sociales del mismo.

En este particular, Frolov (1998) manifiesta la necesidad de integrar los valores culturales y sociales dentro de los procesos internos y externos del individuo y además postula que sobre ellos se debe procurar construir el sistema social. En este constructo, una de las cosas que buscan los autores de esta investigación es justamente servir de impulsores de la acción motivadora de los participantes y facilitadores a leer e investigar en diferentes textos, artículos, hipertextos, sobre un mismo acontecimiento de relevancia histórica, y que una vez reunida la información, se pueda discutir, contrastar, socializar, reflexionar, sistematizar y realizar diversas dinámicas y actividades dentro de un ambiente lúdico, propiciador de diversas y hasta contrarias participaciones y puntos de vistas.

Asimismo, se considera que la tarea educativa no se circunscribe solamente a enseñar lo establecido en un pénsum de estudio, sino que conlleva ade- más la coordinación de esfuerzos de quienes fungimos como facilitadores en la producción de aprendizajes significativos, que respondan cada vez mejor a las expectativas de los participantes, en quienes se busca lograr una formación integral.

Es conocido que una de las misiones contempladas, que rigen el sistema educativo venezolano, es la de formar individuos críticos y creativos, mediante el desarrollo de destrezas y conocimientos básicos, que permitan analizar, ordenar y comprender, desde una óptica particular, el mundo y el medio en el cual vive para su mejor desempeño y actuación.

En una tentativa por localizar geo-históricamente un pensamiento educativo que considere el entrecruzamiento de estos campos nos deparamos con una importante contribución en América Latina en épocas distintas. En el siglo XIX, ya el maestro Simón Rodríguez reconocía esta relación cuando coloca el lenguaje como preocupación fundamental de la acción educativa. Para el maestro, “el discurso de quien enseña debe propiciar la apropiación del lenguaje por parte de quien aprende para la expresión de su pensamiento”. Rodríguez reivindica de esta manera la dialéctica entre educación y comu nicación como configuración de una educación transformadora del pensa miento colonial, una educación capaz de promover un pensamiento crítico, un pensamiento propio, necesario para el surgimiento de nuevas y nuevos republicanos.

El SimoLetras

Esta sopa de letras, llamada SimoLetras, consiste en un juego cuyo objetivo es descubrir un número determinado de palabras enlazando estas letras de forma horizontal, vertical o diagonal y en cualquier sentido, tanto de derecha a izquierda como de izquierda a derecha, y tanto de arriba abajo, como de abajo arriba. En el juego vienen algunas instrucciones o pistas de cómo encontrar las palabras; y en todo caso puede venir un listado de palabras las cuales se tiene que encontrar.

Las palabras a encontrar se pueden englobar dentro de una temática concreta. En el caso del Simoletras, una vez encontradas todas las palabras, las cuales están debidamente ordenadas alfabéticamente, el participante debe posteriormente realizar en un máximo de dos (2) cuartillas una biografía del personaje que centra la temática.

Este recurso didáctico tiene una singular importancia, primordial en la educación y cultura general, dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje: facilita la acción educativa y e impulsa la acción y construcción propia de la realidad ontológica que experimenta en esa vivencia el participante, con lo que se consigue una mayor predisposición para el aprendizaje.

El juego trata de “entre más leemos más encontramos lo que buscamos”; no importa lo que sea: lo encontramos. Tiene filas y columnas entrelazadas, y en cada celda se encuentra una letra que al unirla con una o más celdas forman una palabra del tema en común o no.

Entre la amplia gama de juegos que podemos preparar para nuestros participantes, el más versátil es la sopa de letras, que podemos utilizar para facilitar el aprendizaje de los diferentes contenidos curriculares, ya que se trata de una actividad sumamente motivadora, que gusta mucho y por ello da muy buen resultado. Se puede emplear en diferentes momentos del desarrollo de la unidad didáctica, durante el proceso de enseñanza-aprendizaje, por lo que podemos adaptarla a las características de nuestros participantes y sus necesidades.

Los pasatiempos pueden utilizarse en los siguientes casos:

• Como actividad inicial para que el participante tome contacto con los contenidos de la unidad didáctica.

• Como motivación para afrontar el tema con interés.

• Como actividad de repaso.

• Como actividad de refuerzo.

• Como herramienta de trabajo para participantes con necesidades educativas especiales, por lo que constituyen una herramienta de atención a la diversidad.

Por otro lado, los facilitadores pueden desarrollar en los participantes la capacidad de «pensar con imágenes» y promover en ellos una actitud lúdica, que, al mismo tiempo que amplíe los márgenes de libertad en los ambientes, permita disfrutar aprendiendo con todos los sentidos. Con este tipo de actividades y estrategias se pueden descubrir nuevos significados, conceptos y adquirir habilidades recorriendo un camino previamente planificado por el facilitador.

El CruSimon

El CruSimón, se basa en un pasatiempo donde la acción que experimenta es similar al SimoLetras, en este caso la búsqueda de palabras partiendo de definiciones y datos biográficos del maestro Simón Rodríguez, lo cual permitirá descubrir progresivamente los términos que engloban la frase o significado de dicha expresión, alcanzando así desarrollar las destrezas y habilidades necesarias como condición sine qua non para lograr el éxito del ejercicio.

El centro del planteamiento es considerar este pasatiempo, llamado Cru- Simón, como un recurso didáctico que facilita la praxis docente dentro del contexto educativo y permite, a través de esta actividad lúdica, evaluar conocimientos de los participantes, desarrollar favorablemente su razonamiento lógico, además de despertar el placer por aprender y satisfacer la necesidad de jugar, marcando así la ruta de aprendizaje ante situaciones y temáticas planteadas por el facilitador.

Desde esta perspectiva, es importante resaltar que la incorporación de los crucigramas como recursos lúdicos de aprendizaje, es una alternativa creativa e innovadora, ya que promueve la capacidad de transformación y de relacionar algo conocido con la realidad apartando los esquemas de pensamiento y conductas habituales; es integral porque desarrolla en los participantes las habilidades y valores de sus capacidades individuales; es un ejercicio socializador debido a que promueve la reflexión en equipo; es interdisciplinario porque permite la integración de las diferentes áreas temáticas y curriculares si el facilitador así lo desea; y finalmente es flexible porque se adapta al ritmo de trabajo de los participantes, a la metodología, al tiempo, a los recursos y a los medios disponibles.

Visto lo anterior, surge una nueva interrogante: ¿Por qué el olvido durante el último siglo, de este formidable hombre? Fue olvidado por la historia oficial, manejada precisamente por las grandes élites de la burguesía. Se creó, en torno a su figura egocéntrica, toda una telaraña devastadora, calificándosele con epítetos denigrantes: loco, inmoral, libertino, tahúr, ladrón de monjas, tramposo, hereje, destructor de templos, etc. Bien lo acuña el chileno M. L. Amunátegui (1896) cuando inicia su inaugural biografía sobre Simón Rodríguez con esta pregunta: “¿Qué utilidad puede sacarse de la historia de un loco?”. Don Simón Rodríguez no mira el mal del avestruz social en el hueco donde ha metido la cabeza; por el contrario, lo observa en el infinito recipiente que el avestruz deja de mirar y se oculta, a sí mismo, ese caldero infinito que significa el mundo, que es la realidad cambiante y por transformar. Mientras en el pasado reciente, quienes manejaron el Estado miraban el quehacer educativo desde los mendrugos que dejaba el presupuesto y comiendo de él fueron abriendo el hueco para meter la cabeza, olvidando el diverso y extraordinario universo que significa la educación y el apasionado discurso del maestro don Simón Rodríguez, quien profundiza y busca las razones fundamentales de su propuesta de educación para todos, de una educación popular, ratificando así su talante de maestro, porque también aconseja a la sociedad para que reconozca el derecho a la educación de todos, porque hace falta un Estado que mire hacia el pueblo con ojos de igualdad. Queda más que demostrado, y así lo afirma una vez más la otrora biógrafa M. Álvarez (1977: 24): “Las ideas educativas de Simón Rodríguez no surgen del vacío, ya que una personalidad se fragua en determinada situación. Que actúa sobre el hombre, aunque a su vez este modifique el medio circundante por propia iniciativa”.Por consiguiente, repensar así la educación popular en nuestros días pone de manifiesto la vigencia de sus ideas educativas y, haciendo una retrospectiva final de estas tres miradas, nos devuelve a las tesituras básicas del maestro acerca de la importancia de resistir a cualquier medio de invasión cultural, presagiando así: “los acontecimientos irán probando que es una verdad muy obvia: la América no debe imitar servilmente sino ser original”. (O. C., T. I: 234). Para el maestro, las ideas no son solo lo expuesto en la verbalidad o lo consignado en la escritura, ha de derivar en praxis o prácticas concretas enrumbadas a la verdadera transformación social y cultural. La actualidad del maestro don Simón Rodríguez puede evidenciarse en su llamado al arte de pensar.

Finalmente, celebramos la importancia del avivamiento de sus ideas y pensamientos, que en estos días de rememoración de un aniversario más del natalicio de tan insigne maestro y pensador de América, vislumbra nuestra casa de estudios, la cual se honra con su nombre, y cuando se visualizan tormentas político-sociales de adentro hacia afuera y con la injerencia imperialista que no quiere permitirnos que logremos cumplir el juramento hecho por don Simón Rodríguez en el Monte Sacro y que aún está en mora; de allí el renacimiento de su pensamiento y de su infinito amor profundo por la patria. ¡Es hora de honrar su memoria!

Solo pido a mis contemporáneos una declaración que me recomiende a la posteridad como el primero que propuso, en su tiempo, medios seguros de reformar las costumbres para evitar revoluciones, empezando por la economía social, con una educación popular (Sociedades americanas en 1828, Lima, 1842).

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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AmunáteguiI, M.L. (1896). Simón Rodríguez, en: Ensayos biográficos. Santiago de Chile: Imprenta Nacional.

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Cavalli, A. (1995). El desarrollo del niño en la edad escolar. Madrid: Visor.

Consalvi, P. (2000). La enseñanza de las ciencias sociales. Caracas: Labor.

Frolov, F. (1998). Psicología del desarrollo y los procesos de adquisición del conocimiento. Madrid: Mediterráneo.

Kohan, W. (2014). El maestro inventor. Simón Rodríguez. Caracas: Edición del Decanato de Educación Avanzada de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez.

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