Comenzarás a dominar el oficio cuando pongas punto final a un microcuento, compruebes que lo has dicho todo y sientas que eso es un fracaso.
La dimensión de un microcuento se calcula por sus entrelíneas.
El ahorro de palabras es la base de la felicidad del lector, si el autor invirtió bien los silencios.
Todo texto resiste su destino de originalidad. Cada vez que termines de escribir una microficción ella te aguardará agazapada en el principio de la siguiente, para que la repitas.
El peso de la trama de un microcuento se mide por las palabras que no tiene.
Para cautivar al lector alcanza con tres líneas, para aburrirlo bastan dos y para confundirlo sobra con una.
No expliques, muestra; no muestres, sugiere; no sugieras, oculta; no ocultes: siembra. Y sobre todo desoye las prohibiciones.
Un minicuento restituye a la existencia su estirpe paradojal y llega a convertir sinónimos en antónimos: es la consagración de la síntesis y la abolición del resumen.
Cierto día escribes un texto luminoso, y sientes que la vida de tu obra y la obra de tu vida se llevan bien: a una semana de distancia te espera el desengaño. Sé agradecido.
Cuando un microcuento está vivo el lector no respira.
Según el poeta Vicente Huidobro, cuando un adjetivo no salva a un sustantivo, lo mata. En microficción debe secuestrarlo para obtener un jugoso rescate.
Corrige tu microcuento varias veces, en lo posible antes de escribirlo.
Angustia del microficcionista: ha capturado el Universo en un frasquito, pero no le cierra…
Paradoja confeccional: escribió un microcuento tan bien hecho que le queda grande.
‘CERTEZAS PROVISORIAS’ de Edgardo Ariel Epherra apareció por primera vez en ‘La impura verdad’, libro en edición papel de Editorial Macedonia (2012) Buenos Aires y Santiago de Cuba.
Sitios del autor: www.edgardoepherra.supersitio.net www.espacioelaleph.blogspot.com Contacto directo: tallerelaleph@yahoo.com.ar
ESPACIO EL ALEPH / 30 a単os. TALLERES COMO NUNCA VIVISTE.