Elisa y Marcel

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Narciso DE GABRIEL

Elisa y Marcela Amigas y amantes

Fundada en 1920

Nuestra Señora del Rosario, 14, bajo 28701 San Sebastián de los Reyes - Madrid - ESPAÑA morata@edmorata.es - www.edmorata.es



Elisa y Marcela Amigas y amantes

Por Narciso DE GABRIEL



ANEXOS



CONTENIDO

I. Auto de procesamiento .............................................

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II. Auto de extradición ...................................................

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III. Romance: “Boda sin hombre” ..................................

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IV. “El fomento del escándalo” ......................................

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V. Ervija: “Los calzones de Elisa/Mario o volvamos a la tabarra” ..................................................................

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VI. Javier Valcarce Ocampo: “Lo imposible” ...............

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VII. “Las bodas sáficas o las casadas de la Coruña” .....

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VIII. Daniel Bascuñana Charfolé: “Por Marcela y Elisa. Un informe” ................................................................

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IX. Emilia Pardo Bazán: “Sobre ascuas” ......................

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I. AUTO DE PROCESAMIENTO

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on José Otero Calviño, Doctor en derecho, y Escribano interino del Juzgado de instrucción de la Coruña y su partido. Certifico: que en el sumario que se instruye contra Marcela Gracia Ibeas y Elisa Sánchez Loriga por falsedad y escándalo público y además a la segunda por usurpación de nombre, se dictó el siguiente Auto = La Coruña, julio primero de mil novecientos uno = Las dos comunicaciones anteriores al sumario dan razón; y = Resultando: que este sumario se instruye por el hecho de haber contraído matrimonio canónico el ocho de junio próximo pasado en la iglesia parroquial de San Jorge de esta Ciudad, Marcela Gracia Ibeas y Elisa Sánchez Loriga haciéndose pasar esta última por varón y tomando para ello el nombre de Mario. = Resultando: que para poder celebrar este matrimonio presentaron ambas mujeres en el Registro Civil de esta Capital, la solicitud correspondiente y en ella lo mismo que en el acta de matrimonio levantada al efecto, la Elisa Sánchez Loriga se hizo pasar por varón bajo el nombre de Mario Sánchez Loriga; y tanto ella como la Marcela Gracia Ibeas manifestaron que sus respectivas madres habían fallecido ya, lo cual no es cierto ©

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al menos por lo que respecta a la de Marcela, pues esta Señora ha declarado en el presente sumario. = Considerando: que los hechos que quedan mencionados, son constitutivos cuando menos de los delitos de falsificación que define el artículo trescientos quince del Código Penal en relación con el número cuarto del trescientos catorce su concordante; del de uso de nombre supuesto de que trata el artículo trescientos cuarenta y seis del propio Código y del de escándalo público a que se refiere el cuatrocientos cincuenta y seis del mismo Cuerpo legal, calificación que hace tan solo a los efectos de este auto. = Considerando: que de las anteriores diligencias aparecen indicios razonables de criminalidad contra Marcela Gracia Ibeas y Elisa Sánchez Loriga para considerarlas autoras de los delitos que refiere el considerando anterior. = Considerando: que por lo tanto procede declarar procesadas a las dos sujetas referidas y practicar las demás diligencias inherentes a la situación, con arreglo a lo prescripto en la Ley de Enjuiciamiento Criminal. = Considerando: que los delitos que se persiguen pueden tener señalada en el Código pena superior a la de prisión correccional; y por lo tanto procede decretar la prisión provisional sin fianza de las presuntas autoras. = Se declara procesadas en este sumario a Marcela Gracia Ibeas y Elisa Sánchez Loriga que se hizo nombrar Mario Sánchez Loriga, lo que se les haga saber en debida forma y verificado recibo de la oportuna declaración indagatoria, reclamándose los datos estadísticos y antecedentes penales de las mismas, expidiéndose para ello las órdenes conducentes. = Se decreta la prisión provisional sin fianza de las referidas procesadas Marcela Gracia Ibeas y Elisa Sánchez Loriga, lo que se les haga saber en debida forma, así como el derecho que la ley les concede de pedir refracción de este proveído por escrito o de palabra dentro de las setenta y dos horas siguientes al de la notificación que se les practique consignándose las manifestaciones ©

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que hicieren y formándose pieza separada. = Requiérase a las referidas procesadas Marcela Gracia Ibeas y Elisa Sánchez Loriga para que presten fianza por valor de mil pesetas cada una, a fin de asegurar las responsabilidades pecuniarias que en definitiva puedan imponérsele[s] en este sumario; y no verificándolo procédase al embargo de sus bienes o la insolvencia en su caso, formándose pieza separada. = Para llevar a efecto dicha prisión ofíciese nuevamente a los Jefes de Vigilancia y Guardia Municipal, así como al Sr. Comandante de la Guardia Civil de esta Provincia y diríjase exhorto con igual objeto al Juez de instrucción de Corcubión, por si residieran aún en Dumbría o en otro punto del mismo partido; llamándolas al mismo tiempo por requisitorias que se insertarán en la Gaceta de Madrid y Boletín oficial de esta Provincia, fijándose además en esta Ciudad y dese conocimiento al Sr. Fiscal. = Lo mandó y firma Don Pedro Calvo y Camina, Juez de instrucción de esta Ciudad y su partido de que certifico. Archivo Histórico del Ministerio de los Negocios Extranjeros (Lisboa), Correspondencia con la Legación de España, 1898-1903, caja 413.

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II. AUTO DE EXTRADICIÓN Y SUMARIO

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on José Otero Calviño, Escribano interino del Juzgado de instrucción de la Coruña y su Partido. Certifico: Que en la causa que ante mi pende contra Marcela Gracia Ibeas y Elisa Sánchez Loriga, se dictó el auto de extradición que copiado a la letra dice lo siguiente Auto= En la Ciudad de Coruña a diez y nueve de agosto de mil novecientos uno.= El telegrama anterior en que se participa a este Juzgado que las autoridades portuguesas se resisten a entregar a las procesadas Marcela Gracia Ibeas y Elisa Sánchez Loriga, sin que sean reclamadas por la vía diplomática, únase a la causa de su razón y =Resultando: Que el día ocho de junio del año actual de mil novecientos uno, en la Iglesia parroquial de San Jorge de esta Ciudad, Mario Sánchez Loriga y Marcela Gracia Ibeas figuraran contraer matrimonio, asistiendo al acto como representante del Juez municipal don Manuel Castelo y Rey que levantó la oportuna acta que con él firmaron los supuestos contrayentes y testigos. = Resultando: Que en el mismo día en el Registro Civil de esta Ciudad se inscribió la expresada acta de matrimonio, por transcricción [sic] de la levantada por el representante del ©

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Juez municipal = Resultando: Que el periódico la Voz de Galicia, correspondiente al veintidós del propio mes, refiriéndose al anterior matrimonio dice, entre otras cosas, que el titulado Mario Sánchez Loriga no es tal, y sí una muger [sic para todo el texto] que se llama Elisa Sánchez Loriga. = Resultando: Que instruido procedimiento criminal, se comprobó que el titulado Mario Sánchez Loriga era una muger llamada Elisa Sánchez Loriga, que se hizo bautizar pocos días antes de casarse, suponiendo que no lo estaba por ser hijo de padre protestante, haciéndose poner el aludido nombre de Mario. = Resultando: Que en contra de las dos aludidas mugeres, el día primero de julio se dictó auto de procesamiento y de prisión provisional; sin que fuera posible realizar esta, por haber huido al reino de Portugal. = Resultando: Que el Capitán de la Guardia Civil de Vigo participa que dichas individuas están detenidas en Oporto, haciéndose necesaria su reclamación por la vía diplomática. = Considerando: Que es procedente la pretensión de extradición de las dos aludidas mugeres, del Reino de Portugal, porque se trata entre otros de un delito de falsificación de documento público, cual es la inscripción de un matrimonio en el Registro Civil, en la que se supone la intervención de personas que no la han tenido, faltándose además a la verdad en la narración de los hechos, casos a que se refieren los números tercero y cuarto del artículo trescientos catorce del Código Penal, delito que está comprendido en el tratado de extradición con la nación portuguesa. = Considerando: Que asimismo es procedente por haber sido cometido el delito por españoles dentro del territorio español, refugiándose luego los delincuentes en el extrangero [sic], casos a que se refieren los artículos ochocientos veintiséis y ochocientos veintisiete de la Ley de Enjuiciamiento Criminal. = Considerando: Que el Juez que provee es el competente para pedir la extradición, por hallarse conociendo la causa en ©

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que están procesados los reos, respecto de los que se solicita. = Don Eduardo Galván Juez de instrucción interino de este Partido ante mi Escribano dijo: Que debía acordar y acordaba el pedir la extradición de Elisa Sánchez Loriga y Marcela Gracia Ibeas, procesadas en esta causa y decretada su prisión, las que se hallan detenidas en la Ciudad de Oporto, Reino de Portugal; y al efecto se suplicará así del Exmo. Sr. Ministro de Gracia y Justicia con remisión del oportuno testimonio = Así por este auto lo acordó y firma SSª y doy fe. = Eduardo Galván. Del sumario aparecen comprobados los hechos siguientes: Publicada la noticia por el periódico la Voz de Galicia a que en el auto se alude, se tomó declaración a doña Marcela Ibeas Díez madre de la supuesta novia, don Miguel Hermida Casares, padrino, don Víctor Cortiella Somoza, cura párroco de San Jorge, los que unánimemente declararon haber asistido al matrimonio que el día ocho de junio del año actual celebraron Marcela Gracia Ibeas y Mario Sánchez Loriga, manifestando dicho Sr. Párroco que en el mes de mayo anterior se le había presentado el aludido Mario con la pretensión de que le bautizara por no estarlo e instruido el oportuno expediente con autorización del Reverendísimo Sr. Cardenal Arzobispo de Santiago, en la tarde del veintiséis de mayo y después de las debidas preparaciones, le bautizó en su parroquial de San Jorge: Que habiéndosele denunciado que se trataba de una muger mandó al médico Sr. Deus que la reconociera manifestando dicho facultativo que efectivamente de una muger se trataba y no de un hombre. Llamado a declarar ante este Juzgado el aludido médico don Antonio Deus García ha manifestado que ha reconocido por orden del Sr. Cortiella y con consentimiento del interesa©

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do al que dijo llamarse Mario José Sánchez Loriga, y que no se trataba de un caso de hermafroditismo sino que pertenecía al sexo femenino; declaración que ha confirmado el también médico don Manuel Barbeito que así mismo reconoció al supuesto Mario por orden del párroco de San Jorge, afirmando que no presenta ninguno de los órganos propios del sexo masculino y sí los característicos de la muger. Cumpliendo las prescripciones de la Ley de matrimonio y del Código Civil, Elisa Sánchez Loriga titulándose Mario el seis de junio, en instancia dirigida al Juzgado municipal le participó que iba a efectuar su matrimonio el día ocho con Marcela Gracia Ibeas, firmando con el nombre de Mario Sánchez Loriga. En cumplimiento también de las prescripciones del Código el Juez municipal designó para representarle a presenciar el matrimonio a don Manuel Castelo que efectivamente asistió a él levantando el acta a que la Ley se refiere, que han firmado el supuesto Mario Sánchez Loriga, Marcela Gracia Ibeas con los testigos y el representante aludido; acta que se trascribió en el Registro Civil de esta Ciudad el mismo día que fue levantada, ocupando estos documentos los folios catorce al diez y siete de la causa. Acordado el procesamiento y prisión de estas dos mugeres, por haber cometido los delitos de falsificación de documento público, uso de nombre supuesto y escándalo público, huyeron del territorio español, y siendo detenidas en la ciudad de Oporto, con esta fecha se solicita la extradición. Consta así mismo, que el llamado Mario Sánchez vivió siempre en la Coruña en concepto de muger y vestida como tal, asistiendo como alumna a la Escuela Normal de Maestras, contrayendo en aquel centro de enseñanza estrecha amistad con Marcela Gracia Ibeas, con la que después vivió mucho tiempo en concepto de compañera y sirvienta, razones por las ©

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que no puede dudarse que la Marcela Gracia al casarse sabía que lo hacía con una muger y no con un hombre. Y para que conste expido el presente que firmo en Coruña a veinte de agosto de mil novecientos uno. José Otero Calviño Archivo Nacional de la Torre do Tombo, Ministerio del Reino, proc. 315.

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III. ROMANCE: «BODA SIN HOMBRE»

Primera parte: Si me prestan atención les explicaré una historia que ha pasado en la Coruña y ha de quedar en memoria. Un día del mes de abril con mucha facilidad, se ha presentado en la Iglesia un joven muy especial. [...] Pues casi toda mi vida estuve en la nación inglesa, no conozco religión que es lo que más me interesa. Al venir de Inglaterra he tenido la noticia de que mi padre había muerto y viví con mi hermana Elisa. ©

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Y recuerdo oír decir a mi madre maternal que yo me llamaba Mario y estaba por bautizar. Se buscaron los padrinos y bautizaron a Mario, todos quedaron contentos con ese terrible engaño. Un cura, no sé quién es, algún tanto con recelo le pregunta al joven Mario si sabía el Padrenuestro. Y Mario le contestó con muchísimo sigilo: —para aprender la doctrina me dará un catecismo. […]

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Segunda parte: Mi hermana Elisa hace tiempo se ha embarcado a América yo desde que se marchó me entusiasmé por Marcela. De mi madre no sé nada y mi padre ya se ha muerto y si usted no quiere creerlo aquí traigo el documento. Con líos y con mentiras Mario a todos enredó, y con su esposa Marcela a otra parte se marchó. Casaron las dos mujeres en una Iglesia, una se llama Marcela y la otra Elisa-Mario. […] Ya casada la pareja como puede suceder, se marcharon a Dumbría a pasar la luna de miel. […] Las dos célebres maestras con muchísima alegría ©

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hicieron muchas locuras en Coruña y en Dumbría. Abocándose el Champagne y el Jerez en gran manera y Mario, fumando puro eche usté y viva la Pepa. Y al cabo de pocos días se descubrió el secreto y las dos lindas muchachas tocaron marcha de Riego. En medio de esa pareja hay algún gato encerrado que pronto saldrá a relucir no sé si será negro o blanco. El Regional, 30 de julio y 2 de agosto de 1901.

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IV. “EL FOMENTO DEL ESCÁNDALO”

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ás de una vez hemos protestado de esa información indiscreta y exagerada con que algunos periódicos, en el deseo de saciar la voraz e insaciable curiosidad del público, llenan sus columnas sin respeto ni consideración alguna, pues la narración de un hecho que de no darle importancia pasaría como uno de tantos, llega a convertirse en difamación con la que se echa por tierra la reputación de respetables personas que no deben estar comprendidas en los desvaríos realizados por individuos de su familia que han tenido la desdichada fatalidad de haber caído en falta. Si lo relatado tan minuciosamente sirviese de ejemplaridad y esto fuese el objeto de los que el hecho divulgan, aun podría caber algo de disculpa en el proceder de los narradores; pero generalmente lo que con ello se persigue es dar amplitud al escándalo, convertir a los protagonistas en héroes de novela que no falta quien desee imitar, y lo que es más censurable, tener por único fin la propagación del suceso, la venta de más ejemplares del periódico indiscreto resumiendo en un puñado de céntimos la tranquilidad de un hogar honrado. Y no se conforman con lo dicho alguno de los periódicos aludidos, sino que usurpando sus funciones al Juez que ha de entender en la causa, celebran conferencias con los que por ©

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algún concepto han de intervenir en ella; toman declaraciones que comentan con objeto de imponer sus opiniones al magistrado, y entran en otra infinidad de interioridades y pormenores que su proceder resulta verdaderamente delator e inquisitorial. Bien sabemos que al público lo domina una curiosidad malsana, pero para prevenir esa deplorable condición, debe presidir un gran tacto en los informadores, porque de no ser así, y dada la poca humanidad del vulgo, la prensa se convierte a veces en cómplice de un mal cien veces peor que el que se trata de hacer que no quede impune. Ciertos hechos, en su mayor parte del dominio privado, no le importan a nadie, y aun los mismos que con avidez buscan las hojas que les informan en detalles que no les interesan, censuran el que a tal extremo se lleve la monomanía semi-hidrófoba de la información, mientras otros asuntos de importancia pasan desapercibidos. Nadie se hace reo de un delito porque sí, esto es, por el gusto de verse procesado y perseguido, despreciado y maldito por la sociedad, y en la comisión de determinados hechos casi siempre preside un algo de desviación moral o perturbación mental que más que otra cosa debe inspirar compasión, pues muchos de los que divulgan un acto equívoco con minuciosidad de detalles, si se investiga en su vida íntima, tal vez haya en ella puntos negros que si salieran a la superficie causarían espanto y repugnancia. Ya que no otra cosa haya discreción: relátese lo que sea merecedor de que el público lo conozca; pero haya parquedad en el relato y no se aumente la pena hondísima de una familia con chismografías más propias de seres abyectos que de hombres de sentimientos, porque al declarar nombres propios se pone en la picota de la murmuración y del descrédito a quienes nada han hecho por perder su reputación, quizás para no volver a recobrarla. ©

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Castíguese a los culpables, pero déjese en paz con su dolor a los que son del todo inocentes, aunque la culpa de los otros les haga padecer. No nos concretamos a ningún caso aislado ni a nadie aludimos particularmente: nuestras reflexiones tienen un sentido general y van encaminadas a que no se adultere y prostituya la nobilísima misión de la prensa digna que debe alcanzar otras alturas que aquella a que conducen los escandalosos chismes de vecindad por el afán de la información. En un suceso reciente se mandó procesar por escándalo a los protagonistas del mismo, siendo así que el escándalo ha sido promovido por unos periódicos que dieron conocimiento del hecho con rebuscamientos informativos que toda conciencia honrada debe rechazar. Tales periódicos pues, promovedores del escándalo, deberían asimismo ser procesados para ser corregida de algún modo su imprudente indiscreción con la que no hicieron cosa de más valer y sustancia que fomentar el escándalo. Revista Gallega, 7 de julio de 1901.

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V. ERVIJA: “LOS CALZONES DE ELISA-MARIO O VOLVAMOS A LA TABARRA”

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uando creíamos definitivamente terminada la gran lata con que los periódicos de todas clases obsequiaron una temporadita larga a sus amables y bondadosos lectores, con eso del “Matrimonio sin hombre”, héteme aquí que los portugueses descubren el paradero de los famosos cónyuges en Oporto, y ahí me tienen ustedes otra vez la tabarra soberana a la orden del día. Y no hay manera de sustraerse a ella. Porque, a excepción de contadas personas, demasiado serias para ocuparse de esa porquería matrimonial, la regla general es que encontremos más interesantes los pantalones de Elisa Mario, que todas las acertadísimas e importantes reformas de Romanones en Instrucción pública. Padre de familia habrá que estará deseando más saber si los calzoncillos de Mario-Elisa tienen costuras, o son de una sola pieza, que si el Ministro citado ha suprimido para los chicos del Instituto los siete años de latín, que era otra tabarra parecida a esta, aunque menos divertida, original del señor Marqués de Pidal. Volvamos, pues, a la lata conyugal de Marcela y Mario, y preparémonos para leer relatos curiosos en la prensa noti-

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ciera, y ver ilustraciones interesantes en las Revistas con monos. Conocemos ya los retratos de los dos consortes, pero nos faltan por conocer muchas cosas, más o menos íntimas, de ambos, y seguramente que luego veremos, al fotograbado y a la fototipia, toda la indumentaria interna de esos dos palominos amorosos, con textos explicativos. Al lado de las ligas de Marcela, aparecerá, por ejemplo, el bonete del párroco que zurció este lío; el facsímile de la epístola de San Pablo leída a los cónyuges en la Coruña. Y volverán otra vez los sendos artículos relatando las peripecias del proceso, con títulos como estos: “La cogida de Mario”—“Macho o hembra”—“La pupila visual de un párroco”—“Un escribano que se vuelve loco”—“Inspecciones oculares”—“Hallazgo misterioso”, etc. Porque, de aquí a la vista de la causa, hay tela cortada. De esta vez se han fastidiado los periódicos compostelanos, que ya pueden ir archivando lo de El crimen de la Herradura. Mientras no sepamos a ciencia cierta si Elisa-Mario es del género masculino, femenino o epiceno, nos importa un rábano quien sea el autor de aquel crimen nocturno. Y ya verán ustedes, en cuanto llegue la vista del proceso. Yo no sé en que consistirán las piezas de convicción del delito de Mario y Marcela, pero me supongo que han de ser curiosas, y no faltará revistero de tribunales que nos las describa con pelos... y señales. Después leeremos el informe del señor fiscal, quien con argumentación sólida y citas sacadas de las Pandectas, y opiniones de los jurisconsultos más sabios, nos demostrará que no puede haber matrimonio sin hombre, como no puede haber una empanada de perdiz, sin perdiz; la defensa de las acusadas, que con elocuencia arrebatadora pretenderá probarnos que Mario es inocente y puro, y que sus pantalones deban ©

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guardarse en un Museo histórico, como modelo para las mujeres que en el domicilio conyugal se pongan los calzones, cosa que hasta ahora solo metafóricamente vienen haciendo algunas hembras de la clase sargentos domésticos. Les digo a ustedes que la cosa promete y ante las sensaciones que nos tiene guardadas Elisa-Mario, una higa se nos dará de los discursos de Romero Robledo, otro tabarrista de moda, y un pepino crudo nos importará la cuestión de Marruecos y el estampillado exterior. Y, no crean ustedes que el asunto quedará concluido con la sentencia de los venerables jueces que fallen este proceso. Si los desposados salen absueltos, terminarán con lo que hacen todas las hembras de trapicheos; exhibirse por ahí en los cafés y teatros circos, dando cuatro pataditas en las tablas, como ahora las están dando al sentido común, a la moral y a los que se han tomado el matrimonio como cosa formal y seria. Ya hay lata para un rato, caballeros. Siéntense y agárrense. El Diario de Pontevedra, 21 de agosto de 1901.

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VI. JAVIER VALCARCE OCAMPO: “LO IMPOSIBLE”

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o será, tal vez, cuestión de quebrarse la cabeza; pero yo he pensado mucho en ello; y todavía no adiviné la verdadera razón del porqué tan inusitada atención presta la prensa a eso que con más fortuna que ingenio, han dado en llamar por ahí el matrimonio sin hombre. Dos degeneradas, dos histéricas, o dos desgraciadas que no tienen la menor noción de lo que la sociedad es y significa, han representado la farsa de contraer matrimonio, vistiéndose una el traje de varón, y acudiendo ambas a un párroco, bastante corto de vista, para que les echase la bendición nupcial. ¿Y qué? El suceso será, todo lo más, para que servir pueda a tres o cuatro sueltos de gacetilla, más o menos curiosa, aderezada con cuatro epigramas demostrativos del ingenio del reporter. Pero de eso a que constantemente nos estén abrumando los periódicos más serios con sendos relatos de peripecias y aventuras de tales cónyuges de guardarropía, hay una diferencia bastante colosal, y viene a probarnos, harto elocuentemente, que a tiempo hemos sabido retirar de la circulación pública la manoseada palabrilla regeneración, con que a raíz de la pérdida de Cuba y Filipinas hemos estado haciendo el tonto. ©

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No; la regeneración no viene ni puede venir, y no porque Mario Elisa y Marcela hayan representado una grotesca farsa. La prensa que se llama seria e ilustrada, la prensa que dedica sendas columnas al estúpido espectáculo de una corrida de toros, y no tiene dos renglones para pedir al ministro de Gracia y Justicia que, en sus reformas, suprima ese otro bárbaro espectáculo de la pena de muerte, es la encargada de que esa tan decantada regeneración, con que ha estado aburriendo a medio mundo, sea un imposible, sea un absurdo en un país que encuentra recreo y solaz en que dos mujeres de razón extraviada hayan representado un repugnante sainete. ¡Un matrimonio sin hombre! La frase ha parecido feliz a muchos, y por ahí anda rodando, y hasta se estampó en una actuación de ese proceso. Y, sin embargo, ni hay tal matrimonio, ni hay en esa comedia de burdel, materia para que nos estemos entreteniendo todos los días con una escena más propia de lupanar que de las columnas de una prensa que se tiene por seria y culta. Y, voy más lejos todavía, sosteniendo que ni siquiera hay materia para un proceso de las proporciones que a tal asunto quiere dársele. En el derecho canónico se establece por algunos que la materia del matrimonio son los contrayentes; los escolásticos dicen que los contrayentes mismos son el ministro de ese Sacramento, no faltando otros, como Natal Alejandro, Melchor Cano, Drouven y Estío, que opinan que la materia del Sacramento es el mismo contrato civil. Y considérese aceptable cualquiera de estas tres opiniones, en ningún caso podremos ver matrimonio en el acto llevado a cabo por esas dos desgraciadas que tanto hacen gemir hoy a la prensa y sudar a los cajistas. Lo único que hay es que han puesto en ridículo a un señor cura, y de él es la mayor parte de la culpa, porque hay equivocaciones inverosímiles y errores que cuestan la pérdi©

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da de la reputación de serios. ¿Es acaso bastante esto, para que se agovie [sic] de tal manera a esas desgraciadas, que ya empiezan a producir, y justamente, conmiseración entre los portugueses, más humanitarios, en esto, más dignos, más nobles, que nosotros? Sí, ya sé que saldrán por ahí los mogigatos [sic] sacando el Cristo de la moral, verdaderamente indignados con tal vergüenza y que pretenderán hacernos creer que debemos considerarla nada menos que como una vergüenza nacional. Mas, alto ahí, porque conviene hablar despacio. La inmoralidad que supone el acto de esas dos degeneradas no necesita pantalones, como no ha necesitado faldas aquella otra inmoralidad que costó el puesto a un Gobernador de provincia y la disidencia de Gamazo y Maura con el Jefe del Gobierno. Más criminal cien veces, que Marcela y Mario, es la que contrae legalmente matrimonio, vendiéndose a un hombre, sin tener para nada en cuenta las afecciones del cariño; la que pisotea después la santidad de ese Sacramento, burlándose de sus fines augustos; la que influida por un fanatismo imbécil pretende que su marido abdique de su autoridad para ponerla a los pies del clericalismo imperante; la que, en fin, pudiendo ser ángel de paz, haciendo del hogar conyugal un paraíso, lo trueca en un infierno, y arrastra al hombre al crimen, muchas veces. ¿A qué asombrarse del caso Elisa-Mario? ¿A qué arrojar contra ella la piedra del escándalo, cuando hay crímenes de lesa moral, cien mil veces mayores, contra los que no se protesta, y pasan como la cosa más natural del mundo? No se me diga que la prensa sirve al público esa clase de platos del día porque conoce lo estragado del paladar del público. No; si quien forma el paladar de ese público es la prensa, mediante su constante influjo en las costumbres. ©

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Fuera el reporter de periódico buscar sus informaciones en fuentes sanas, en vez de abastecerse en el arroyo, recogiendo todo lo que al arroyo marcha, y otro sería el gusto del vulgo a quien informa. El crimen repugnante, con todos sus detalles; la murmuración de plazuela; los dicharachos del torero inculto... No; si no es posible pensar en la regeneración social. Estamos perdiendo el tiempo, al pensar tan solo en ella, porque la decantada regeneración que alguien llamó palabra hueca es mucho más que eso; es algo más que un imposible. Es un absurdo. El Diario de Pontevedra, 26 agosto 1901.

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VII. “LAS BODAS SÁFICAS O LAS CASADAS DE LA CORUÑA”

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e intento nos hemos ocupado lo menos posible de ese escándalo asquerosísimo recién dado por dos mujeres en la Coruña. Pena, muy profunda pena, es lo que nos produce ver un día y otro día que la llamada gran prensa, la que se atribuye nada menos que el cargo de dirigir al público haciéndose a la vez eco fiel de sus opiniones, consagre columnas y más columnas llenas de abominables y nauseabundos detalles, a ese extremo inconcebible de degeneración e inmoralidad desvergonzada dando así carta de naturaleza a una abominación horrible, entre lo que puede decirse. Aunque nos tachen de semejanza en este punto con los neos, diremos que somos partidarios del silencio de la prensa acerca de los suicidios y de los otros crímenes, cuya noticia, ninguna, absolutamente ninguna utilidad puede reportar a las multitudes; ninguna propaganda a las ideas de justicia, de libertad y de moral. La prensa debe ser hoy algo más que una esquina donde colocar a troche y moche en beneficio de una empresa todo lo que puede excitar la curiosidad más o menos sana de las gentes. ©

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Pero aún comprendemos la noticia e información sobre el delito del día y el suelto en que se da cuenta de la prueba de unos sables; lo que nada puede justificar es el descenso voluntario del periodismo a esas cloacas de la degeneración, de donde nada se puede sacar presentable ante un pueblo serio, nada cuya noticia le ocasione otra cosa que inútiles peligros para la moral. Moya, el director de El Liberal, nos confesaba un día lo expuesto de ciertas informaciones que han de colarse después con el periódico por debajo de las puertas (textual) y pasar ante la vista de las señoras y de los niños. Pues quisiéramos haber oído todos los comentarios que en las doncellas y en las muchachas de corta edad habrá suscitado ese eterno insistir en la boda de las dos mujeres. Mamá; pero, ¿se puede casar una mujer con otra? Parécenos estar oyendo en cien mil hogares. Entonces habrá añadido la chica preguntona o el chico. ¿También se podrán casar dos hombres? Porque mira en este periódico los retratos y todo de las dos casadas... Y he aquí a una madre apuradísima teniendo que decir: ¡qué oculta el periódico a los niños...! y obligada a los mismos circunloquios y mentiras que toda señora usa cuando sus hijas le preguntan, catecismos o devocionarios en mano, qué quieren decir aquellas cosas... aquellas preguntas del examen de conciencia. Creíamos nosotros que, si bien es necesario hablar a veces del vicio, siempre para combatirlo, nunca es lícito traerlo a colación solo por dar noticia de él; pero, de cualquier modo, hay aberraciones y vergüenzas de tal género, tan bajas, tan repugnantes, que ni por un fin justo deben publicarse, porque manchan la pluma, el papel y la mano que lo toca. Por algo la justicia tiene establecido que haya juicios a puerta cerrada. ©

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Estamos quejándonos día y noche de la degeneración en que yacemos, y no se ha caído en la cuenta de que ciertas publicidades no pueden servir más que para darle incremento, para canonizarla. Por oponernos a su corriente, habíamos pensado y anunciado una campaña terrible contra ese vicio infame y pentapólico que siempre crece en razón directa del dominio del Vaticano, pero nunca vemos el momento de comenzar semejante campaña; tal es la repugnancia que esa degeneración nos inspira. Un escritor tan hábil como bien informado, nos ha estado ofreciendo los más sabrosos capítulos de su obra inédita El Vicio en Madrid, capítulos consagrados al estetismo y en extremo interesantes; pero hemos rechazado la oferta, que desde el punto de vista comercial y dadas ciertas aficiones insanas del vulgo, no dejaba de ser tentadora. Mal vienen esas pudibundeces de la gran prensa cuando se trata de delitos noticiables cometidos por el clero o por el monaquismo, con esta frescura en propagar hasta las más nimias circunstancias de dicha vergüenza espantosa perpetrada en la Coruña. Hubiéranla realizado monjas o flaminios, y no dijera la prensa una palabra. Ya sabe callarse enormes crímenes, cuya noticia se da siempre (si los autores son legos... y pobres), perpetrados por gentes de hábito; ya sabe dejar descontento a todo el que le lleva una referencia sobre cualquier atropello monjil o frailuno, aunque clame al cielo, aunque ocultarlo sea defraudar a los lectores y contribuir a que ciertas corrupciones se perpetúen por la impunidad. ¡Tanto silencio de lo que a todos puede decirse sin peligro y luego no perdonar ni el más mínimo detalle de abominaciones que todos quisiéramos fuesen imposibles y ya que para vergüenza de la humanidad no lo sean, al menos que nadie las conociera! Esto aparte de que el hecho de autos en sí mismo es ©

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de los que apenas merecen veinte renglones por una sola vez pasando por ellos como sobre ascuas. Nos critican que fustiguemos sin piedad a las gentes de la Iglesia y no ocultemos sus inmoralidades, como si tuvieran algún privilegio y exclusiva del silencio periodístico. Estamos seguros de haber guardado siempre las formas exigidas por la moral y consagradas por las conveniencias, no tratando de esos delitos sino como nuestros colegas tratan de los otros; mas aunque errásemos faltando a sagrados respetos sacerdotales, ¿quién duda que nos anima un propósito noble, de presentar desnudos a los mayores enemigos de nuestras ideas? No haya miedo que ningún niño tenga que interrogar a su mamá sobre dudas que le causen nuestros juicios sobre los hombres y las cosas de la Iglesia. Y, sin embargo, el marqués de Comillas, tan generoso y benévolo con la gran prensa, no permite vender El País en las estaciones de sus ferrocarriles, y todos los meticulosos que se solazan leyendo la boda de las dos mujeres, llena de asquerosas peripecias, hacen la cruz a trabajos serios y concienzudos sobre el clericalismo. Está visto: cuando este impera todo se subvierte y más que todo el concepto de la moral. Para él no hay otra que esta: someterse a su dominio; ni otra inmoralidad que resistirle. Bueno es saberlo. El País, 5 de julio de 1901.

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VIII. DANIEL BASCUÑANA CHARFOLÉ: “POR MARCELA Y ELISA. UN INFORME”

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a colonia española de Oporto y bastantes portugueses de sensatez y filantropía indudables han firmado y dirigido al ministro de Gracia y Justicia una petición de indulgencia a favor de Elisa Sánchez y Marcela Gracia, recaudando también algunos donativos para socorrer a esas infelices delincuentes, perseguidas por la justicia española con tesón y fortuna dignos de... mejor presa. ¡Pobres mujeres! Si no fuera porque la opinión pública se ha constituido en jurado y... las absuelve sin pronunciamientos de ninguna especie ¡quién sabe hasta dónde se hubiera dilatado el rancio sentido jurídico, para, sin conocimiento o sin permiso de la antropología, deducir responsabilidad criminal por un delito de... lesa natura, no incluido todavía en ningún código del mundo! Porque, una vez decretado el procesamiento, ordenada la busca y captura, y solicitada y obtenida la extradición, algo habría de aducirse CONTRA LAS DOS, o algo se habrá aducido y acaso se intente sostener para justificar los procedimientos sin menoscabo de los principios de justicia en que se fundamentaran. ©

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Y por si así fuera, ya que en esta vista pública el instinto popular, ese fiel intérprete del derecho natural, es un irreprochable testigo de defensa, justo es que la ciencia antropológica intervenga en la perición para demostrar cuán razonable es el testimonio prestado, y para ensalzar la excelencia de las fuentes del derecho, de las cuales brotó siempre cristalina y pura la verdad jurídica, no tan pura acaso después de filtrarse por códigos y colecciones legislativas. La nubilidad es el “estado de sazón” del organismo para la procreación. La procreación se efectúa a expensas de un instinto similar al que rige el apetito, la sed, etcétera, y con intermitencias de fisiológico fundamento. La sensibilidad que rige y regula ese instinto se reparte en los órganos sexuales por mediación de ramas de nervios. Estos nervios, solo “sensibles” en la mujer absolutamente virtuosa, transforman su sensibilidad en sensualidad cuando en todo el órgano, o en parte, se producen excitaciones de índole que no necesita explicarse. La virtud sexual, que es un veto antifisiológico, perturbador y aun brutal, impuesto a la mujer núbil por la estulticia social vigente, obliga a la conservación de un testimonio, muchas veces falso, en forma de frágil membrana, cuyo respeto en la “virtuosa relativa” es causa del desequilibrio en la producción de sensualidad desarrollada en el exterior por los estímulos aludidos y atenuada o casi nula, o nula del todo en el interior, por falta de las excitaciones apropiadas. ¡Cuántos matrimonios por esta causa no principian a ser felices, sino después de larga fecha de su enlace! ¡Cuántos no lo son en toda la vida por comparaciones que el marido establece en pro de la inimitable normalidad! ¡Cuántas intimidades repugnantes deben su origen a esta perturbación sensual! ©

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¡Cuán ignorantes o réprobos habrán sido legisladores y pontífices que no han coordinado las leyes sociales con las leyes naturales! ¡Qué absurdo y cuán perturbador es el hecho de poner dique a un instinto, para que el deseo quede constituido, exclusivamente en la especie humana, como acicate de la inmoralidad! ¡Gracias a que tal error que, al parecer, no tenía enmienda, lo va enmendando el atavismo, si bien todavía con poco meditada intemperancia! Elisa y Marcela fueron solo amigas en principio; y haciendo excepción de posible deformidad o preponderancia anatómica, que determina en la mujer hombrunos instintos de absoluta irresponsabilidad legal, es seguro que si sus primeras confidencias íntimas se hubieran efectuado entre un Mario auténtico y una Marcela núbil y bien constituida, los frutos vivientes de unos amores que se han perpetuado ante el altar dignificarían esa unión sublime, dando ejemplo de fidelidad y sumisión a las leyes naturales, tan criminosamente holladas por matrimonios que evitan la fecundación sin incurrir en delito. Pero Elisa y Marcela cambiaron entre sí vehemencias sáficas, desarrolladas en la «virtud relativa» y a expensas de estimulaciones defectuosas que desequilibraron la sensualidad, llegando a profesarse una pasión en consonancia con la sensualidad desarrollada. Que esa pasión fue vehemente, sincera y de fines que solicitaron la sanción moral y social del medio ambiente lo prueba esa pretendida legitimación de matrimonio, que a nadie perjudicaba, y con el que, a no ser descubiertas, hubieran evitado la maledicencia ya creciente, cuando sus convecinos sospechaban la existencia de esa aberración sensual, que pudiera y debiera sonrojarlas ante el común sentir, pero que no debe servir para juzgarlas como delincuentes. ©

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Y si en la sustanciación del proceso se alega que Elisa tiene documentación personal reconocidamente falsa, tampoco debe interpretarse el Código en este caso como si se tratara de la suplantación personal efectuada por un ladrón, un conspirador, un fugado de presidio, un desertor, cualquier criminal vulgar cuya delincuencia esté definida en el Código Penal, pues la finalidad de la documentación de Elisa era una consecuencia impuesta por la pretendida legitimación. En resumen, como ese... frecuentísimo delito carece de cuantía procesal en las leyes vigentes, la penalidad que merecen esas desgraciadas mujeres, quedará seguramente reducida a la de una falta leve sirviéndoles de abono la encarcelación sufrida, y como resto de la pena la vergüenza pública que están sufriendo y de la que no se les indultará en mucho tiempo a esas pobres impulsivas, víctimas de un convencionalismo social que más temibles enfermedades y trastornos públicos y privados ocasiona. La Patria, 25 agosto de 1901.

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IX. EMILIA PARDO BAZÁN: “SOBRE ASCUAS”

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uánto siento que sea tan escabrosa la inaudita novela que estos días se ha divulgado en la prensa y que tiene por escenario de sus más sorprendentes capítulos mi pueblo natal! Si no mediase la dificultad que crea la índole del asunto —dificultad casi insuperable cuando se escribe para una publicación que ha de penetrar en las familias, aunque también penetran los periódicos diarios, y a fe que no se andan con melindres ni se muerden la lengua—, pocos relatos serían más interesantes que el relato circunstanciado de este caso peregrino, ¿qué digo peregrino?: nunca visto ni oído, que yo sepa, pues no recuerdo nada parecido en los anales de la historia. Solo un episodio de la vida de Domicio Enobardo Nerón, en el paroxismo de su época delirante, puede asimilarse al suceso de la Coruña. Ni me atrevo a recordar este episodio, ni a establecer las comparaciones que se atropellan bajo la pluma. Hay, sin embargo, en el caso especialísimo a que aludo, tantos aspectos diferentes, que por alguno de ellos se le puede considerar, sin faltar a ningún respeto, sin temor de que se escandalice nadie. Una publicación también muy acreditada en el hogar y muy mirada en lo que inserta, La Ilustración Española y Americana, dio cabida, o por mejor decir, encargó al sabio escritor don Antonio Sánchez Moguel, un estudio biográfico ©

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de la famosa Catalina de Erauso, conocida por el clásico sobrenombre de La Monja Alférez. A la biografía acompañaba el retrato, que representa a la monja armada con coraza, y muestra la forma de su cuerpo, raso y ancho como el pecho de un hombre. La fisonomía de la mujer, aunque imberbe, también es viril; sus facciones, duras y acentuadas, cual corresponde a la aventurera y belicosa hembra que se escapó de su convento por el gusto de andar en batallas, pendencias, quimeras y desafíos, y que en tantos años de vida soldadesca, de frecuentar garitos y dar y recibir cuchilladas, siempre logró engañar acerca de su sexo, y que se tuviese no solo por varón, sino por varón de los más matones y desalmados, de los que por quítame allá esas pajas esgrimían la daga y el estoque y enviaban un cristiano al otro mundo. Ahora bien: la ya semicélebre Elisa Sánchez Loriga, maestra de la escuela de Calo, es, como La Monja Alférez, una equivocación de la naturaleza, que al darle figura masculina le dio en grado igual el ansia de parecer hombre y de realizar, para conseguirlo, los mayores extremos. La destreza y resolución con que urdió la maraña para soltar, por decirlo así, la personalidad femenina, y adquirir legalmente la condición viril, revelan inteligencia nada común y son materia de asombro para el novelista, que apenas acertaría a idear enredo semejante. Nadie ignora que las trabas legales nos sujetan y envuelven en su tupida red al individuo, ahogándole. Para el acto más insignificante e inocente que se pretenda llevar a cabo, para cualquier relación civil o familiar, para cobrar la pensión modesta de un retiro, para vender, enajenar, comprar, ¡para recoger un certificado del correo!, hace falta llenar requisitos que embarazan la acción y obligan a ir, como suele decirse, de Herodes para Pilatos, zarandeando documentos y exhibiendo comprobantes. Max Nordau consagra largas páginas, en sus Mentiras convencionales de nuestra civilización, a explicar ©

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y deplorar el trabajo que le cuesta a un individuo en la sociedad moderna probar una cosa evidente: que ha nacido. Esto de “sacar los papeles” no lo consigue a dos por tres aun el que los tiene claros como el agua y no se propone ser más de lo que es, ni aspira a cambiar de estado civil y convertirse en otro. ¿Qué maña, qué arte no habrá tenido que poner en juego Elisa, decidida a dejar de ser tal Elisa, e inventar, dentro de la ley y con todas las circunstancias exigidas, un personaje imaginario, un Mario Sánchez Loriga, que contrae matrimonio canónica, civil y jurídicamente? A fin de lograr sus propósitos, Elisa representó a la perfección, según se desprende de las noticias de la prensa, el papel de neófito, cristiano y católico, de súbdito inglés que no ha sido bautizado. Con el bautizo obtuvo la partida de bautismo; con la partida de bautismo, el certificado de soltería; por la nacionalidad inglesa, resultó libre de quintas; ya tenemos la base de la unión conyugal. Y contraído el matrimonio, ante el párroco y el juez; corridas las amonestaciones a su tiempo; hecho todo como lo pide la ley, sin faltar una tilde, ¡cualquiera duda de que ese muchacho alto, esbelto, huesudo, que fuma, que escupe por el colmillo, que anda con desembarazo, no es un varón indiscutible, probado, auténtico, investido de todos los derechos políticos y civiles de que disfruta el varón dentro de nuestra organización social! Declaro que, para conseguir esta transmigración de hembra a hombre —lo único, según fama, que no cabe en las atribuciones del Parlamento inglés—, se necesita una habilidad extraordinaria, y que quien la ha realizado, cualesquiera que sean sus fines, no es un ser vulgar. Muchas fueron, y respetables y expertas y constituidas en autoridades diferentes, las personas a quienes engañó diestramente esta notable mujer, capaz de competir, si hubiese nacido en otro siglo, con el famoso caballero o caballera de Eon, que ©

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apenas ha cesado de ser un enigma histórico. Este personaje hizo lo contrario que Elisa Sánchez Loriga: siendo hombre, se envolvió en la piel de una mujer, y pasó por mujer siempre que convino a sus negociaciones políticas y diplomáticas. Era capitán de dragones, que parece lo más opuesto a llevar faldas; pero necesitó entrar en la corte de Rusia, aproximarse a la zarina Isabel, para apoyar las pretensiones del duque de Conti a la corona de Polonia, y cátate a mi caballero Carlos de Eon de Beaumont disfrazado de mujer y convertido en lectora de la emperatriz. Poco después recobró su sexo, figuró como hermano de sí mismo (otro tanto hizo Elisa Sánchez Loriga) y fue secretario de la Embajada, para perder a Bestucheff y servir diplomáticamente a Francia, aprovechando las ventajas del tratado de Versalles. Después de esta etapa, el caballero de Eon se batió firme y duro en Ostervich, en Utrecht, en varios lances y empeños, donde probó su corazón animoso. Cuando dejó la espada fue para volver a la diplomacia, en la cual pocos han mostrado tan maravillosas aptitudes: representó a Francia en Londres, y de puro leal y útil que se hacía al rey, empeñáronse los cortesanos en derrocarle, y lo consiguieron. El arma que con más fortuna y empeño manejaron contra él era un arma singular: sostenían, a puño cerrado, que el caballero de Eon, cuando fue en Rusia lectora de la emperatriz, no estaba disfrazado; que aquel era su verdadero sexo; que era mujer, en una palabra. Y este punto se discutió y se ventiló con interés tal, se debatió con tanto calor, que en Londres, tierra prometida de las apuestas, se apostaron fuertes sumas; se crearon (¡increíble parece!) compañías que emitieron acciones en pro y en contra, y varias veces fue objeto el caballero de tentativas de rapto, de las cuales hubiese sido víctima a no valerle sus puños y su espada de militar aguerrido. La consecuencia de estos sucesos, extraordinaria, rarísima, es uno de los hechos histó©

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ricos que tienen difícil explicación. Muerto Luis XV, protector decidido del caballero, y habiendo este pasado a Francia para arreglar asuntos propios, como se presentase en Versalles con su uniforme de capitán de dragones, la reina María Antonieta ordenó que se retirase a su casa y no volviese a ponérsele delante sino con traje de mujer. Podría esto ser un capricho, una genialidad de la entonces joven y alegre reina, que en todo buscaba distracciones; pero cabe dudarlo, cabe pensar en alguna otra razón, al ver que el Gobierno, al mismo tiempo, ordenó al caballero de Eon que usase siempre las vestiduras femeniles. Esta orden era cosa resuelta y decidida de antemano; ya varias veces el caballero había desistido de volver a Francia, sabedor de que, al llegar allí, le esperaba el castigo de vestir de mujer constantemente. Por cierto que considero uno de los muchos abusos del poder del Estado la prescripción del traje. En no ofendiendo al pudor, ¿por qué no se ha de vestir cada cual como mejor le plazca? Y el caballero de Eon —que tenía cincuenta años y debía de ser un filósofo a su manera, de seguro un sujeto de inteligencia vivísima— se avino, de repente, al capricho de la suerte que se obstinaba en hacerle pasar por mujer, se calzó los chapines, adoptó los paniers rameados, los altos peinados y las graciosas cofias de la moda María Antonieta, dejó colgar los tirabuzones hasta el fichú, y firmó siempre, con humorístico orgullo, “La caballera de Eon de Beaumont”. Mujer me quieren —debió decirse—, pues mujer me soy. Los acontecimientos le vengaron de la afrenta, si afrenta existía: la Revolución sobrevino; la cabeza de la austríaca, la altiva cabeza, rodó al cesto del verdugo; y el antiguo capitán de dragones, seguro en la emigración bajo sus atavíos femeniles, solo introdujo una modificación: en vez de “la caballera” se llamó “la ciudadana”. Hubo, sin embargo, momentos en que los hábitos del otro sexo se le hicieron pesados de llevar, y hay que decirlo en hon©

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ra del caballero de Eon: fue cuando Francia tuvo que combatir al extranjero. Alegando sus proezas, sus heridas, su limpia historia militar, pidió volver al ejército al estallar la guerra entre Inglaterra y Francia. La contestación fue encerrarle en un castillo. Aunque menos severamente, con igual desdén le trataron la Convención y el primer cónsul, ante quienes renovó quince o veinte años después la misma demanda. Resignado, se conformó a vivir oscuramente en Londres, y el que todos se empeñaban en recluir en la más estrecha y dura prisión, que es la prisión de unas faldas, se ganó la vida con el viril oficio de dar lecciones de esgrima, porque el caballero era un espadachín consumado. Pues bien, insisto en ello: ni el caballero de Eon ni aquella doña Feliciana Enríquez de Guzmán, que se disfrazó de hombre para seguir al campamento al galán de quien estaba enamorada, le ponen la ceniza en la frente a la maestra de la escuela de Calo, con su completo de paño oscuro, su corbata torera, su sombrero flexible y su tipo de muchacho. Y es cuanto puedo decir sobre esta novela digna del folletín, sobre este suceso digno de la atención de Lombroso, Garofalo y Tardieu, de los juristas, de los psicópatas, de los que estudian y ahondan, con severidad y dignidad propias de la ciencia, los misterios del corazón humano, selva oscura, que dijo la Sabiduría. La Ilustración Artística, 8 de julio de 1901. El artículo continúa con otros comentarios ajenos al caso.

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