Revista Deriva 2

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DERIVA

v

INVIERNO 2011

E s p a c io s u r b a no s e i m a g i n a r io s d e l a c i ud a d

La ciudad a la deriva

Improvisación del Señor Alberto Cruz

Narrativas

Notas periodísticas

Cuerpo & territorio

Poéticas

Habitar, tocar, estirar

Pornoideología tecnócrata 1


deriva

Nºv

Staff Director : Eduardo Serrano Editores : Eduardo Serrano, Andy Pérez Producción/ Diseño/ Collages: Elisa Domínguez Poesía Visual/ Cartografías : Arturo Serrano

Contacto Eduardo Serrano: eduar_gris@hotmail.com Elisa Domínguez: elisa_belen@hotmail.com Arturo Serrano: coralespurpura@hotmail.com edicionesderiva@gmail.com

www.revistaderiva.com

Esta edición es financiada por los Fondos Concursables U.D.P.

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CONTENIDOS Editorial: Volatilizar la ciudad Eduardo Serrano

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La ciudad a la deriva

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Notas periodísticas

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Cuerpo & territorio

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En otro lugar

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Juan Carlos Cortés Yerko Zlatar

Elisa Domínguez

Stephanie Hidalgo

La distribución de los muebles en la memoria/ Applause Andrés Urzúa

Tragedia del medioevo/ Planos Paulina Zapata

Para una poética de la deriva: Improvisación del Señor Alberto Cruz

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Para usted

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Francisco Velásquez Paz Arias

No salí a ningún lado/ Trayecto/ Asalto

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Juan Pablo Mosqueira

Fonogramas Andy Pérez

Metal cromado Andrés Victoriano

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Habitar, tocar, estirar

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Pornoideología tecnócrata

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Derrotero/ Un poco de sangre

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Sobrevivencia después de los incendios

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Flesh/ Jueves negro

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35

Confort

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Distribución de la cultura

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Viviana del Valle

Juan Carlos Sánchez Francisco Velásquez Pascual Brodsky

Natalie Contreras

Caminar, ver y escribir Marcela Labraña Charlie Tahn Andy Pérez

Manuscrito en un bolsillo/ Usa ´94 Margarita Iriarte

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Collage: Arturo Serrano

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EDITORIAL Por Eduardo Serrano

VOLATILIZAR LA CIUDAD

El orden cambia con la proximidad de la deriva (Gil J. Wolman)

Volatilizar la ciudad, o mejor dicho, el dibujo geográfico de su mapa, ese árbol completo de recorridos, direcciones y parapetos que se ramifican frente a nosotros a fuerza de patadas, como si de pronto

todo el ripio de las calles fueran el texto y los pasos la escritura. Volatilizar la ciudad hasta que esos manglares de asfalto y cemento se conviertan en páginas en blanco y el giro violento de los pies en un discurso. Volatilizar la ciudad hasta que el discurso de las piernas le inyecte una nueva geografía al mapa, tejida por los mismos pasos del transeúnte. Volatilizar la ciudad hasta que la retórica de los pasos trastorne los márgenes de su mapa y le incruste por fin las imágenes de su hambre y escritura. Volatilizar la ciudad hasta que ese hambre sustituya al mapa y lo transforme según las huellas de su búsqueda. Volatilizar la ciudad, entonces, hasta reescribirla y releerla, hasta

instalar la pérdida como proceso de relectura y reescritura de los signos. Allí comienzan los desplazamientos urbanos, esos árboles de movimientos que patean el cemento de las calles, esos bosques que golpean, desarman y reconstruyen los límites de la cartografía, como las letras en los márgenes del discurso literario. Allí comienzan, independientemente de quien los ejecute. Sus contenidos vaciados, se reactualizan en los pies de cualquier transeúnte que se atreva a extraviarse y releer los signos de la urbe, como una analogía entre los

recorridos y las estrategias performáticas de la palabra. Allí los atajos y los giros repentinos, cambiando un recorrido por otro, se desplazan como metáforas en el golpe de los pies y la lengua. Las esquinas se trasladan a los bordes de la memoria y se ubican como alegorías. La geografía subterránea que podría ser vista en un sueño aparece de pronto en el terciopelo negro de un vagón. Una especie de cartografía móvil que cambia permanentemente con la aventura de la pérdida.

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El permanente tránsito de los cuerpos sobre el mapa, entonces,

ese continuo goteo de rumbos sobre el largo trayecto de la ciudad,

contribuye a la deconstrucción de la forma y el territorio. Anula toda posesión del espacio, elimina todo engarce a través de la

circulación. Destruye la estructura psicológica del sitio, y las mismas reglas que lo constituyen. Colabora con el desgarramiento

y al mismo tiempo con la reconstrucción del territorio, como una materia volatilizada o transformada. Dentro de esa ausencia inscrita en cada uno de sus signos, en cada una de sus piedras o letras, el andar es también la presencia y la creación de otro espacio, el injerto de una geografía en perjuicio de otra. Una segunda

geografía incrustada a la fuerza que coincide con el imaginario y con el mundo onírico del transeúnte que marca sus huellas en el duro ripio de la calle. Una búsqueda mística, podríamos llamar, que sólo se da a través de la pérdida de sus pasos y escritura. Un nuevo mapa recortado con vidrios rotos sobre las duras piedras de la calle.

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Ensayo

Narrativa

La ciudad a la deriva Por Juan Carlos Cortés

Las reglas del juego son simples: el autor procederá a dar un paseo por la ciudad siguiendo distintas reglas que se definirán más o menos arbitrariamente. Estas reglas tendrán por objetivo que el sujeto que las siga se vea inmerso en una experiencia azarosa y determinada por la ciudad misma. Una vez terminado el paseo, se dará registro en estas páginas de lo que sea que haya sucedido. No una crónica, no un diario esporádico, sino el arbitrio de la ciudad que alimenta, la ciudad que nos escribe y sin más nos borra.

1.

Enero 2011

Ciudad: Antofagasta, Chile.

Reglas: caminar estrictamente por calles en subida, desde el mar

hasta el cerro.

Observación: Ver de lejos un mapa de la ciudad de Antofagasta es casi

como ver de lejos un mapa de Chile. Al llegar al punto más alto, sentarse y esperar.

Antofagasta es una ciudad de mentira que gusta de aparecer en los

mapas como si eso fuese a cambiar en algo su calidad de vil mentira. Puerto nacido para optimizar la explotación en la pampa, se lo disputaron chilenos y bolivianos como dos perros que se pelean por la correa que les tiende el amo. A mi padre le gusta recordarme que es en este lugar en el que están “mis raíces”, pero cuando busco entre sus calles no veo más que hojas secas. No hay raíces en el desierto, sólo arena y cobre. Antes fue la sal, ahora el cobre. Los obreros pampinos murieron por el salitre, hoy se muere —se mata— para que haya suficiente cobre en todo el mundo, suficientes chips —hormigas de cobre—, que a nadie le falte su hormiga de cobre. Todos; todos los pueblos

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de la pampa se volvieron pueblos fantasmas, cementerios de arena sólo visitados por indiferentes expediciones escolares. Y así como sucedió en las pampas salitreras, sucederá en Antofagasta — ¡Antofagasta! Morirá el puerto, La Portada, morirá el poema de Zurita en el desierto, los libros de Hernán Rivera Letelier, los de Andrés Sabella y los de Jorge Inostroza no serán más que ficciones imposibles. No más escritores antofagastinos, no más playas de la nada. De la nada. Morirá también la historia (la historia que hacen los vencedores: los chilenos: los así llamados chilenos) y morirán sus calles, sus gentes. Antofagasta —Chile— no será más que otra pampa salitrera, otra ciudad zombi: Se contruye una mina en sus inmediaciones. Las excavaciones se salen de control. Antofagasta se ve enterrada en el cráter. Pero el fenómeno es sobrenatural. Chile entero es enterrado. Ya no se sabe quién guía las excavaciones —acaso el cobre se maneja solo. Se entierra todo el continente americano. Se entierran también Europa, Asia, África, Oceanía. El cráter se traga el mar. Todo es el cráter. Todo es el fin del mundo. Y un día, cuando de la Tierra sólo quede un agujero en el universo, entre los sobrevivientes aparecerán de pronto unos chilenos que, henchidos de orgullo, gritarán por sobre la catástrofe: “¡El fin del mundo comenzó en Chile! ¡VIVA CHILE, MIERDA!”

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Notas periodísticas Por Yerko Zlatar

- Conozca el origen del día de San Valentín. - Revolucionaria técnica científica elimina el vello nasal indeseado de raíz. -Criogenización: ¿Mito o realidad? -¿Sufre usted fatiga crónica? - Reformas a la reforma de la salud. - Fasat-alfa y el lavado de dinero. - Exclusivo: todo sobre el caso ovni que paralizó al país. - Jesucristo: ¿fue vegetariano? - Lavín: el problema real de la gente. - Se celebra el aniversario número 4 del Record Guinness criollo de la empanada más grande del mundo. - Dibujos animados violentos: un enemigo en casa. - Cultura entrete. - Páginas sociales. - Fotografías exclusivas de la reina Federica II y su supuesto amante, ¡¡20 años menor!! - ¿Qué ocultan los agujeros negros? - Jaguares en peligro de extinción. - Aniversario del aniversario del día internacional del día internacional. 9


Ensayo Reseña

“A Chile”. Performance en la vía pública realizada por Elías Adasme. Santiago de Chile 1979.

Cuerpo & territorio Por Elisa Domínguez

El gesto reiterativo en el que se sitúa Elías Adasme, colgado de los pies, de espaldas y desnudo en diversos lugares de Santiago, permanece como registro en estas cuatro fotografías que dan cuenta de su performance, durante el período de la dictadura militar, entre los años ´79 y ´80s. En dichas fotografías su cuerpo se emplaza de modo comparativo con el mapa de Chile, proyectando directamente la figura del mapa sobre su cuerpo o colgándolo junto a él. Este gesto opera como un juego de equivalencias, donde las líneas limítrofes del mapa se convierten también en sus líneas, la longitud del mapa se transforma en la suya y los ángulos y curvas también en los propios. En la segunda fotografía vemos cómo el autor desafía la mirada del espectador y tacha la palabra Chile del mapa re-escribiéndola sobre su pecho, como si quisiera indicarnos “yo soy Chile, mi cuerpo es mi territorio”. Pero es la acción plasmada en la primera fotografía la que toma un carácter notable. Primero, por el riesgo y las dificultades al momento de su ejecución en la vía pública, colgándose desde un letrero del Metro de Santiago. Segundo, por el juego de palabras que se forman a modo de metáfora, donde “metro” sugiere una medida, quizás la longitud del cuerpo y el mapa, y “Salvador”, una medida de salvación. Tercero, la manera en que su organismo colgado de cabeza nos sugiere un cadáver o un cordero a punto de ser degollado. A partir de esto podemos relacionar la performance de Adasme con la teoría de la psi10

cogeografía desarrollada por Guy Debord, quien explica: “La psicogeografía podría definirse como el estudio de las leyes exactas y los efectos específicos del entorno geográfico, ya sea organizado conscientemente o no, sobre las emociones y el comportamiento de los individuos”. Por lo tanto, la acción que realiza Adasme no hace otra cosa que articular una exploración del estado del “cuerpo social chileno” y cómo el uso del espacio urbano y el dominio geográfico inciden y afectan, tanto las emociones, como el comportamiento de las personas. Aquella representación del animal sujeto, inamovible y subordinado es también un cuerpo en crisis por la privación de su propiedad o por la falta de derecho sobre el territorio-cuerpo. Aquel, es el hombre a quien no pertenece su propio cuerpo, su libre voluntad. Esto quiere decir que en ese cuerpo colgado de los pies ocurre un vaciamiento simbólico que lo acerca a la idea de cadáver, a su cosificación, y que viene a ejemplificar un estado social que ha perdido subjetividad e identidad a causa de la prohibición de ciertas prácticas públicas, artísticas y comunicacionales, además de las restricciones del uso de los espacios urbanos. En este sentido, repensar la obra de Adasme, pone en evidencia la vigencia del conflicto en el que se encuentran territorio e individuo. Una dialéctica violenta, donde el ciudadano se ve confinado al ritmo vertiginoso de la maquinaria urbana que intenta constituirlo, aprisionándolo.


Ensayo Narrativa

En otro lugar Por Stephanie Hidalgo

Y

o me senté a esperar, dejando de antemano que me pasaran las cosas que podían haberme pasado y pensando en aquellas que no me pasarían jamás. A veces una mujer salía de mi baño envuelta en una toalla y yo dejaba de escribir –unos segundos-. El pelo largo y mojado desparramado en la cama, a un centímetro de tocarme a mí, que estoy en calzoncillos escribiendo en mi laptop. Otros días y a veces visitaba a mi madre… una vez la encontré muerta, con los ojos en blanco y la cabeza hacia atrás, colgando como dejándola ir a otro lugar. Mi mamá alcanzó a regalarme una bicicleta en la que alguna vez, a los diecisiete o dieciocho me caí, golpeé mi cara contra la tierra suelta que me hizo caer. Estoy seguro de haber disfrutado las milésimas de segundos en que tuve consciencia de que caería, me dejé caer, me dejé golpear contra la tierra y sentí el sabor de la tierra que cuando niño no comí. Tierra seca, tierra para las sepulturas, tierra café… nada más que un golpe seco en la cara y mi cuerpo dejándose arrastrar. Nunca volví a sentirme así, arrojado y doliente, segundos antes de un accidente, segundos antes de encontrarse en otro lugar, un piso más abajo, con la cara embetunada en algo que no es miedo, que no es del todo dolor, que es un choque con la “CH” del principio bien explosiva. Pasos de danza en blanco y esquivos,

resbaladizos, perdidos, que caminan, que van de un lado para llegar a otro. No fuimos bailarines porque no tenemos memoria. Se nos olvidó cuánto fumábamos cuando hacía frío. Se nos olvidó que yo me llamaba Juan. Se me olvidó que me llamaba Juan. Tomo el metro. Me siento en el asiento que da a la ventana para olvidar cederlo a alguien. El nombre de mi abuela era Rosa, pero no alcanzó a ser vieja, casi no se merece ser llamada abuela. Ella murió joven. Yo no me compadezco de las ancianas que quieren sentarse. El metro que se alza por sobre los autos y te pasa por alto. Desde las alturas luces, lucecitas naranjas de alumbrado público. Las luces de Santiago que te hacen sentir pequeño, pequeño hasta sentirse absolutamente solo. Instintivamente uno se encorva en el asiento como si se le achicara algo, pero aparece un edificio en medio del paisaje. Estación Mirador para verdaderos mirones, llena de edificios sin cortinas. Edificios con una chica joven en la cocina, con terrazas y toallas húmedas. No hemos perdido de golpe la memoria, pasó de a poco, (y aunque no me acuerdo mucho), pasaba cuando tomábamos la micro. Creíamos que tomábamos la 205, pero nos dejaba en Quinta Normal. Bueno, pasaba siempre y tomados de la mano como dos ciegos, aprendimos de verdad a esperar. Esperamos mucho que llegara algo que

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nos llevara a alguna parte, pero nunca llegó nada para ninguno de los dos. Es más, las cosas que realmente llegan, se forjan en el interior, no se ven. Yo no tenía el cáncer ni el tumor, pero tenía miedo, mucho miedo. Pasaba los días en posición fetal, condición fecal. Espera de hospital sin moverse de la casa, postrado sin estar postrado junto al teléfono, esperando una cama que no llega, sino hasta que te has ganado el premio y te llaman para que vayas con el enfermo a cuestas. En cuanto a mí, me preparé men-

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talmente para que muriera antes que mí, la fui lanzando a un lado con los ojos cerrados para que no la extrañara, para que ella me extrañara, sí, porque ella ya estaría muerta para entonces. Es más triste reconocer que me pierdo, es mejor decirte que estoy esperando a alguien en otro lugar.


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nsayoPoéticas

sayo

Por Andrés Urzúa

La distribución de los muebles en la Memoria Ella intenta dejar los muebles en su lugar. Imagina el sitio exacto de una vela encendida, el macetero y el ambiente propicio para que el musgo crezca en sus pestañas para que adelgace su sombra para que combinen la noche y la sala

para que el sol lustre sus piernas para que el polvo desista bajo la alfombra.

Ella

-la distribución de los muebles en la memoria-

abre la puerta de entrada, deja que pase la luz entre nosotros y recibe a las visitas en llamas.

Applause Las funciones de los cubiertos están delimitadas. Cada vez que ocupa el tenedor para pinchar la sopa la chicharra se enciende y el ejercicio comienza de cero. Las funciones de los cubiertos están delimitadas. Cada vez que usa el cuchillo para cortar la sopa la chicharra se enciende y el ejercicio comienza de nuevo. Las funciones de los cubiertos están delimitadas. Cada vez que utiliza la cuchara para beber la sopa la luz se enciende en el estudio y los espectadores aplauden sonriendo.

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EnsayoPor Paulina Zapata

Tragedia del Medioevo El héroe muere en tus labios te tragas los reinos los triunfos y fracasos falsos dentro de ti los dragones responden en clave morse un dios medieval un dios que dice adiós que teme al infierno un castillo de ironías máscaras de azúcar puertas y ventanas de aire princesas putas y satánicas el héroe es devorado ya no quiere guerras ha descubierto que ama a los dragones y odia a las princesas.

PLANOS Podríamos hacer una película de cine gore yo te ato a los cuatro puntos cardinales te muerdo las entrañas te desgarro las caderas y te beso despacito la caja torácica podríamos hacer una película de cine mudo y hacemos el amor calladitos para no reventarle los oídos a la vecina podríamos hacer una película rosa para que me digas te quiero y yo sea la virgen enamorada podríamos hacer una comedia para reírnos del apocalipsis pero no con los muertos no se puede jugar. 15


Ensayo Ensayo

PARA UNA POÉTICA DE LA DERIVA:

Improvisación del Señor Alberto Cruz Por Francisco Velásquez

Tres años después de que Guy Debord escribiera en París la “Teoría de la deriva” como miembro activo de la Internacional Letrista en 1956, en Santiago de Chile el arquitecto y filósofo Alberto Cruz participaba en la “Primera Conferencia de Facultades Latinoamericanas de Arquitectura”, realizada en las dependencias de la Universidad Católica, en 1959. Ahí, entre otras cosas, se dictó la “Improvisación del señor Alberto Cruz”, conferencia en donde se trazan las bases de la concepción urbanista-poética que caracterizará toda su obra posterior: la formación de la escuela de arquitectura en Valparaíso, la travesía “Amereida” y la construcción de la “Ciudad Abierta” en Ritoque. Las ideas y proyectos estéticos contenidos en ese discurso, similares a los que Debord ya había trazado en su teoría, comienzan a desbordarse fuera de los márgenes de la arquitectura, mezclándose con elementos y procedimientos poéticos. Son estos procedimientos los que en definitiva lo llevan a edificar el sustento para sus nuevos planteamientos arquitectónicos. No obstante, el mayor precursor de la obra de Alberto Cruz, y también de la de Guy Debord, es, sin duda, el poeta Charles Baudelaire. Es él el que coloca a la ciudad y al ejercicio de la deriva como procedimiento y soporte estético. En la técnica del

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flâneur, principio activo de su obra poética, el transeúnte se desarrolla como un observador, como una especie de detective que divaga y se pierde marginalmente por la calles de la urbe. Su búsqueda se funda en un hambre espiritual que no tiene límites; una búsqueda que sólo apunta a la extracción del presente y lo imperecedero: “Así va él, corre, busca. ¿Que busca?... Se trata, para él, de extraer de la moda lo que en ella pueda haber de poético en lo histórico, de extraer lo eterno de lo transitorio”. Para Alberto Cruz este procedimiento se vuelve fundamental a la hora de concebir la arquitectura. Su método, podríamos decir, se sustenta en este flâneur o deriva que precede toda observación y planteamiento estético. Se debe recorrer la ciudad desde la desnudez y el vacío, se debe extraviar primero en la ciudad, para develar la intimidad y el presente que la constituye: “Nosotros pensamos que la arquitectura es fijar en algún momento la intimidad de vida vista a través del rostro, de sus manifestaciones del espacio, siempre constituyendo obras que tracen, que señalen, que constituyan el tiempo presente”.

El procedimiento poético de Baudelaire entonces, es tomado por Cruz e injertado nuevamente sobre el plano del urbanismo. Se trata de una analogía entre el mapa de la urbe y el discurso literario; una ciudad, según Cruz, así como también para Debord, puede construirse y existir poéticamente en el espacio y en la vida. Los métodos y técnicas de trabajo establecidos en la “Improvisación del Señor Alberto Cruz”, independiente del diálogo que mantienen con el proyecto de Guy Debord, son de una naturaleza precursora y completamente vanguardista. Ambas corrientes pertenecientes a la segunda mitad del siglo XX, trabajan directamente con la experiencia, la situación y el presente. Para ellos no basta sólo la escritura de textos, aunque le otorguen gran importancia a la palabra poética. No basta sólo la creación de una obra contemplativa, sino que se hace preciso el trabajo de la situación y del instante. Una obra que trabaje y mantenga un diálogo directo con la vida.

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nsayo Poética nsayo Por Paz Arias

Para usted Hay que dejar atrás los subterfugios de la mente dejar de sospechar en nuestros actos y librarnos con esto de la maquinaria que impide el trato entre gentes. Hay que dejar de mitigar nuestros deseos con supuestos inculcados en el inconsciente. Te lo digo a ti hombre de un pasado intachable, que buscas en el futuro a quien tienes en el acto del desayuno. Por ser quien soy dime que he de hablar, pero no insertes tu severo trato en mi piel. Adusto irreconocible te volviste cuando volviste aquella noche vociferando que eras tú quien decidía lo que se hacía o dejaba de hacer. Te lo digo a ti, con la voz ronca de tanto gritar. Que la epifanía que tuve anoche me dejó claro en QUÉ debo pensar. No en lo que dices, no en lo que piensas y no en lo que haces. En lo que hacemos, en lo que pensamos y en lo que luego decimos a SUS cuatro vientos. Porque dejo de creerte como el Tótem de mi órbita. Porque dejo de escuchar lo que cuentas como faltas. Porque dejo de soñar lo que un día dijiste sería utopía. Porque los actos deben ser tomados con el peso de su propia balanza y no por lo que tu mano sienta menudo o colmado.

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Collage: Elisa DomĂ­nguez

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EnsayoPoéticas EnsayoPor Juan Pablo Mosqueira

NO SALÍ A NINGÚN LADO

La noche antesala y ese día fui mosca encerrada torpe con mi cruz de acero colgando gravitante exigiéndole fuerza a mi zumbido Choqué en los cristales la ilusión que me dio cachetadas en el rostro dejó en tinta mis mil ojos de mosca Abatido cedí las alas caí en espiral sobre la cama me quedé en la pieza.

TRAYECTO

Un punto de vista allí donde el sol cae en poza de agua y la calle se vuelve metálica El cielo de las 5 recortado por árboles y todo tipo de cúspides La micro tiene su bronquitis férrea pero avanza.

ASALTO

Cruzo las calles de naranjo derramado por faroles Al transparentarse una nube observé al lucero de hielo Un pájaro voló de un árbol a otro

La cordillera es una joroba tapada por una manta negra más negra que todo La noche es un bandido encapuchado me asalta en la penumbra. 20


FONOGRAMAS

oyas

Ensayo Por Andy Pérez

I Muerte ruina calambre sobre todo no decir meter las manos a los bolsillos echar a andar no lamer las heridas no lamer el dolor más aún la queda bruma enorme de los techos caer así las muchas tormentas en las cabezas y en las espaldas agrietadas correr lagartijas huidizas II Desafiamos a toda simetría impuesta y a sus reproductores satisfechos a sentir los árboles no cayentes andar la lógica última del dolor envenenarse a sí mismos el bocado terrible de la ira dormir el sueño desatado azul y del alma retorcida en los pantanos una suave noción de bruma por toda realidad

III Aburrido de mendigar la amistad de los que me desprecian decidí irme lejos llevé conmigo palacios terribles conduje caballos ciegos bordé infectos hilos en los brazos huérfanos andando vago invisible con el veneno pisándome los talones observé tormentas de lagartos adorné mi cuello con culebras rojas saboteé también mil veces mi propio camino y la noche solía encontrarme cansado y perdido riendo como un loco o llorando amargamente el dolor del mundo 21


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Collage: Elisa DomĂ­nguez


Ensayo Narrativa Ensayo Por Andrés Victoriano

ME TA L CROM A DO T

rato de mirar fijamente algún detalle del espejo lateral del micro en el que me transporto, y la verdad es que con dificultad apenas distingo alguna línea pequeña de destello metal

cromado reventando brillosa cuando el micro salta o frena por la avenida Departamental. En aquellos momentos sólo una gran preocupación ocupa siempre mi mente: sin importar donde me encuentre o lo que haga, todo siempre operará -en lo que llamo realidad- por delante de un telón único.

A cada destello del espejo, y mientras sube y baja la melcocha urbana de vendedores,

cantores, actores, cesantes, pacos, y pingüinos pienso en distraer mi consciencia un rato. Hoy -pudiese con gusto decir- logré hacerlo durante todo el viaje. Omitiendo deliberadamente trozos de la estridente informática exterior, como quien despeja un sendero amazónico machete en mano, o como en las películas de Indiana Jones, donde cada escena tiene una sola posible subsiguiente, o como cuando botamos el resto de una figura recortada en papel, sin siquiera mirarla o, tal vez, mirándola, desde los restos, en fin, descansando de querer aprehender todo, como siempre se espera de la lucidez. Sólo contemplar la “imagen latente”; lo que acaba de dejar de ser algo y, sin embargo, aún no es nada. Transita.

El micro siempre demora aproximadamente veinticinco minutos en realizar el trayecto desde

Departamental con Vespucio hasta Panamericana. Hoy ha demorado menos de lo habitual y casi tengo la impresión de que mi destino viene hacia mí. Como si el micro, que imagino ya como una cápsula o cabina, cayese en vez de avanzar.

En pocos instantes, el micro que cruza por Departamental hacia la vereda poniente de

Panamericana, no constituirá más que el borde del resto del día; en un rato más, solo habrá restos, pedazos, flashbacks de una deshilachada realidad. No tendré nada relevante que recordar del trayecto en micro, ni nada que me ate a ese fragmento cristalizado de espera en movimiento, nada de la cápsula cayendo por Departamental, nada de aquel brillo detenido en el cromo del espejo.

wu

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Siempre tomo el micro a la misma hora y pienso, con una cierta preocupación: ...si acaso los

días pudiesen transcurrir -partiendo de esta primogénita certeza- no en forma secuencial, sino apilados y translúcidos, como una resma de micas, una sobre otra, confundiendo sus contenidos. Como si los días sólo modificasen ciertos restos, los suficientes para operar como secuencia en un tiempo que transcurre liberando imágenes sucesivas de algo. Y me pregunto -puesto que yendo en micro solo se piensa desde la relevancia- : ¿qué es “lo real” de todo esto? Siempre me he inclinado a sospechar que “real” no designa aquello sensorial, perceptivo, consciente u otras formas o estados de aprehensión posible del “mundo”, sino que alude a lo determinante; a aquel retazo de realidad que protagoniza lo que transcurre, inevitable, como el agua cayendo, sin otros posibles. Es como ir en el micro y saber que todo eso que te llega del exterior es absolutamente irrelevante, pues lo relevante peca de estabilidad y no ocurre en un trayecto de micro. Porque, querámoslo o no, en la cima de las sospechas más oscuras del ser humano, éste sabe que la consciencia se resiste a todo aquello que la hiere, por lo tanto se acostumbra a seleccionar aquello que le sirve de lo que no, lo que es maleza amazónica de lo que es sendero.

En pocos momentos, descenderé al fin del micro para ocuparme del tramo a pie que

cotidianamente realizo para llegar a mi objetivo, acortando así a cada momento el tiempo que me queda en sintonía “conmigo mismo”; termina poco a poco “mi” tiempo para comenzar el tiempo que no me pertenece en lo absoluto, el que me roba el sistema o, más sinceramente, el tiempo que le vendo al sistema para poder tener el propio. Es en esta parte cuando me acosa nuevamente la idea de que, cada día parece ser la copia del anterior, como si todo fuese una compleja animación de dibujos, uno sobre otro, sólo un detalle distinto, lo suficiente para crear el efecto de movimiento, de secuencialidad; realmente, ¿cuánto envejecemos de un día para otro, cuánto movimiento hay, en realidad, dentro de la gran rutina animada?

El sol cubre todo de

pronto hasta el rechinar del micro al virar por Vespucio, el brillo digital del metal cromado, los departamentos, una mano en el fierro, un pie en la pisadera, se acaba el viaje, sólo una consciencia, para una realidad.

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Ensayo Ensayo Ensayo Por Viviana del Valle

Habitar. Tocar. Estirar. M

e sitúo en la deriva como desvío intencional. Invitación al movimiento como acto poético que convoca a proyectar trazos a manera de micro movilizaciones que persigan rescatar el ánimo imaginario. Re-conocer, re-pensar (me). Propuesta de la ciudad como campo de experimentación en un desplazamiento que rompe la linealidad. Virajes, paradas en el pasar mecánico de la producción y el consumo. Andar y detenerse en movimientos que valen por sí mismos. Emerge una topografía nueva. Descubro en sus sombras dispositivos generadores de conexiones inéditas. La deriva se convierte en torrente provocador. Impulso a redescubrir nuestra experiencia del mundo. Cruce con lo otro hacia una amplitud de sentidos y consciencia. Mastico otro tiempo. Un tiempo que se inaugura constantemente, un tiempo que se aleja de la fragmentación, se hace subjetivo y se abre en potencialidad. Digiero tácticas para entrar en contacto

con el acontecimiento. Revuelta con el tiempo que permita apartarse del espacio de la funcionalidad y los relojes. Busco en la intensidad del juego. Experiencia que convida a demorarnos en ella. Movimiento hacia el escape. Un Homo ludens que revuelve en las posibilidades del tiempo. Modos que se despliegan para un habitar alternativo del espacio. Acción que desencadena la consciencia de ser de otro modo. El juego como forma para la abstracción del curso corriente y uniforme de la vida. Entrelazo al cine como espectador de un viaje improvisado; ejercicio que incita a recibirlo en un trayecto libre de los sentidos y que arroja tramas para la construcción de una mirada y encuadre propios. El cine a modo de estrategia reveladora que consigue el afinamiento de un ojo que se torna más sensible. Y es que veo más a través del cine; aparecen ángulos, perspectivas, formas, colores y tonalidades antes inadvertidos. Ante sujetos instalados en la percepción deslucida de un entorno cotidiano se presentaba el cine, que “(…) con la dinamita de sus décimas

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de segundo hizo saltar ese mundo carcelario. Y ahora emprendemos entre sus dispersos escombros viajes de aventuras. Con el primer plano se ensancha el espacio y bajo el retardador se alarga el movimiento. En una ampliación no sólo se trata de aclarar lo que de otra manera no se vería claro, sino que más bien aparecen en ella formaciones estructurales del todo nuevas”1. Visito una fuerza artística que genera movimientos que re-crean y abren el mundo para ser penetrado con el filo de una consciencia alerta. Escucho una música que abre un nuevo mundo y fractura al cotidiano, la pantalla señala nueve minutos, sin embargo, los pensamientos que rebasan mi cabeza en su transcurso sumarían mucho más que eso.

Walter Benjamin, “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica”. 1

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Herramienta musical de enlaces y desenlaces que permite contemplar el entorno en su maleabilidad. La abordo así, para escurrirme de la linealidad temporal. “Y lo que había a mi lado era como yo mismo pero sin ocupar ningún sitio (…) y sobre todo sin tiempo, sin que después… sin que hubiera después. Por un rato no hubo más que siempre… y yo no sabía que era mentira”2 Sólo estoy revolviendo entre las posibilidades de una fórmula creativa que va al encuentro de propuestas para conservar el aliento. Padecer de un pulso estético que incita a otras maneras de ver y relacionarse con la realidad. Impulso a un ejercicio subjetivo del entorno. Pulsión de estar en la vida.

2 Julio Cortázar, “El Perseguidor”.


Ensayo Ensayo

Pornoideolog ía tecnócrata Juan Carlos Sánchez

Supongamos que el Coyote no quie-

na suspendido en una miserable frustración. La

re comerse al Correcaminos, se lo quiere follar.

tarde que sigue, a la misma hora y en el mismo

Que lo persigue por las llanuras del desierto para

canal, podremos repetir el ejercicio para frustrar-

incrustarle su poronga canina y embadurnarle,

nos de nuevo.

después, el plumaje del lomo con un chorro de

leche. Que planifica sus trampas para atraparlo

lla, sino que folla. Que encendemos el televisor

calentito, sudoroso, jadeante por el esfuerzo de

para asistir a un nuevo episodio de nuestra serie

la carrera. Que lo aguarda sobre los riscos o en

pornográfica favorita, donde las cosas funcionan

la boca de los túneles con artefactos ACME, no

de muy distinta manera. Al héroe famélico de la

para saciar el hambre sino una sed incontenible

Warner Brothers el mundo no le juega en contra

de copular.

y cada una de sus trampas resultan tan efectivas,

Nos sentamos entonces frente al televi-

que solo basta una de ellas para alcanzar el obje-

sor, todas las tardes, y consumimos cada capítulo

tivo cachondero. Eso es el porno. Escondido de-

de la Warner Brothers con la esperanza de que

trás de una roca, el Coyote acciona el resorte de

satisfaga su deseo y de que folle por fin. ¿Por qué

cualquier aparatejo ACME para cazar al Correca-

otro motivo encenderíamos la televisión, sino

minos, lanzarse sobre él con el porongo enhiesto

para asistir al espectáculo de una penetración

y revolverle los intestinos a fuerza de espolona-

plumífera? Pero el Coyote no folla. Falla. Una y

zos. Porno. U obligarlo a que le picotee el estó-

otra vez la tecnología ACME se vuelve contra él:

mago, mientras él se retuerce de placer como los

bombas que le explotan en la cara, cohetes que

perros falderos; o a que le lengüetee el ombligo,

lo estrellan contra peñascos, aeroplanos que ate-

mientras él se masturba hasta eyacularle en su

rrizan sobre la línea férrea en el momento exac-

rostro de pajarraco imbécil. ¡Porno! El último bip-

to en que va a pasar el tren. Fallan también los

bip se ahogaría entre gárgaras de semen.

complicados cálculos que realiza para que la roca

se desplome con precisión sobre su presa. Y el

yamos a los hechos. Sea en la versión conocida

Correcaminos, tan estúpido como siempre, logra

de una serie de episodios frustrantes –donde el

salir ileso de la inminente enculación repitiendo

Coyote jamás logra darle alcance al Correcami-

como mantra un irónico bip-bip. Al final de cada

nos a pesar de los artilugios tecnológicos–, o en

episodio, por supuesto, nuestro deseo inocente

la versión pornográfica de la satisfacción del de-

de vislumbrar al Coyote aullando de placer termi-

seo –donde la tecnología funciona siempre como

Supongamos ahora que el Coyote no fa-

Terminemos con las suposiciones y va-

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Collage: Arturo Serrano 28


posibilitadora del acto sexual–, los preceptos

trarse con aquel capítulo final? Entonces, mira-

ideológicos que pretende transmitir la Warner

mos el mundo con los ojos del canino e incons-

Brothers permanecen idénticos e intactos. Idén-

cientemente internalizamos su propia fe ciega en

ticos en cada una de sus versiones e intactos por-

la tecnología, en la racionalidad, en la tecnocra-

que no importa si el Coyote folla o no folla (falla

cia. Por medio de la estructura frustrante somos

o no falla), pues la estructura de cada tipo de na-

ideologizados y, paradójicamente, la tecnología

rración logra ideologizarnos en el mismo sentido.

no debe nunca funcionar para que creamos en

Y aquí cabe formular de una vez la interrogante

ella.

central de este ejercicio: ¿cuál es el sentido de

esa ideologización? O en otros términos: ¿cuál es

consigue el mismo objetivo ideológico, pero

la ideología que sostiene y preconiza la serie El

evitándose suspender indefinidamente la satis-

Correcaminos tal como la conocemos?

facción del deseo. Corre por el carril contrario y

Una primera respuesta (la más inocen-

¡zas! de los seis minutos de frustraciones en cada

te y común) podría postular que –dos puntos–,

episodio pasamos a seis minutos de satisfacción,

atendiendo a las constantes frustraciones expe-

de enculamientos, de mamadas, de gemidos, de

rimentadas por el Coyote, considerando su ciega

eyaculaciones. En el porno el mundo está hecho

y tozuda confianza en la tecnología ACME, sope-

para follar y para nada más. Y cuando presencia-

sando las fallas reiteradas de esa misma tecnolo-

mos al Coyote follando como un perro, cuando

gía en la consecución de los objetivos, podemos

nos excitamos al verlo a él tan recaliente, ya esta-

concluir una postura ideológica de descrédito a la

mos inmediatamente identificados con ese cuer-

industria ACME y a la compulsión tecnocratizante

po gozante. No con el cuerpo frustrado que es lo

que ella representa. El tecnócrata Coyote venci-

que marca la diferencia. He aquí la fuerza ideo-

do una y otra vez por un Correcaminos irracional,

lógica del porno: la estructura narrativa, mínima

que no planifica sino que improvisa de acuerdo a

por cierto, no es simplemente la excusa para

lo urgente de las circunstancias, implica una mi-

mostrar a una pareja follar, sino que es el marco

nusvaloración de su confianza en la metodología

ideológico que en su simplicidad termina inter-

científica. ¡Pamplinas! Dejemos de lado la inocen-

nalizándose. El Coyote abre un paquete Acme,

cia y lo común para pensar de verdad. Y la verdad

arma un aparato, pone la trampa, caza al Coyote

es que con tanta frustración, con tanto intento

y lo folla de mil maneras distintas. Al contemplar

fallido, con tanta suspensión de la satisfacción

plumas volando con cada sacudida sexual nos ex-

del deseo del pobre Coyote, terminamos identifi-

citamos y, por ende, nos identificamos con aquel

cándonos con él, es decir, con su deseo y con sus

que goza, miramos el mundo desde sus ojos. Y así

creencias tecnócratas. ¿Por qué? Porque la muy

somos ideologizados, somos interpelados como

poco inocente Warner Brothers nos frustra en

sujetos tecnócratas, porque si el Coyote está fo-

cada episodio para provocarnos ansiedad, consi-

llando ha sido gracias a la tecnología. Ese es el

gue posicionarnos en un estado de desequilibrio

poder de la narrativa pornográfica.

La versión porno de El Correcaminos

que solo podríamos remediar cuando el Coyote se folle (o se coma) de una vez a la endemoniada ave. ¿Quién no ha esperado con ansias encon-

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Ensayo Poética Ensayo Por Francisco Velásquez

E

DERROTERO Voy a escribir con vidrios rotos toda mi derrota en tus murallas toda mi noche parida en tus barrotes como los delgados hilos rojos en las costuras de mi cuerpo Voy a marcar con surcos sólo para que veas todo el ripio molido de esta calle todo el granito que pende y se rompe en los rincones de esta correría como rajándole las comisuras a tu mapa Voy a escribir con los dientes todo el concreto de tus corredores a mascadas deambular en tus callejones hasta escupir las muelas y la sangre de mis encías No voy a parar hasta incrustar toda mi noche en tus parapetos toda mi perfidia en tus esquinas como si a patadas le marcara en su cara mi derrota No voy a parar te lo digo hasta escribir toda una noche como falsificando direcciones en la calle como agolpando pesadillas en tu rostro como inyectándole subterráneos a la tierra

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UN POCO DE SANGRE Un poco de sangre para violar el terciopelo azul de tu noche arrodillada y romper las vigilancias de tu mapa cuerpo, un poco de rodillas suplicándole a tu dios carroña que blasfeme la topografía de tu socavón, un poco de cabeza así con las manos en el suelo para apuñalar con rabia el ripio caliente que gotea sobre tu lengua, como si entonces un poco de esa noche rota entre tus piernas se bañara en los desnudos peldaños de mi ciudad en las duras piedras de mi calle con un poco de mis dedos con un poco de mis dientes con un poco de tus nalgas para entonces celebrar de pie nuestra propia ruptura.


Ensayo Narrativa

Sobrevivencia después de los incendios Por Pascual Brodsky

E

l incendio, lo vi en las noticias, sucedió en una población de las afueras y todavía no terminaba. El problema, dijeron, es que había resultado imposible apagarlo, ante lo cual la alcaldía reaccionó mandando a cercar la zona del siniestro; entonces, si bien los pobladores comenzaron sufriendo el fuego en sus viviendas y cuerpos, gritando, revolcándose en el suelo, tratando de apagar las llamas con baldes de agua, después tuvieron que comenzar a entender que tal vez tendrían que saber adaptarse a esta nueva contingencia de estar incendiándose. Por eso luego de un par de horas, se les podía ver, aunque incendiándose, tratando de organizar sus casuchas, haciendo asambleas e incluso votaciones; siempre cercados, claro está, por los muros de contención y cercos de alambre. on la llegada del invierno, surgió la novedosa idea, en los hogares de familias bien establecidas, de usar a los pobladores incendiándose para dar calor a la casa. Algunos pocos dirigentes entrevistados decían que era indigno, pero otros, los ecologistas, por ejemplo, habían hecho ya pruebas de dióxido de carbono y apoyaban esta nueva forma de energía, que producía bastante menos contaminación que la parafina y la leña, y que bien administrada, pronto podría significar incluso la independencia respecto a nuestros extranjeros proveedores de gas. Los pobladores incendiándose que entrevistaron aseveraban que con esto ellos habían encontrado una manera de remediar un poco la condición en la que estaban. Otros pobladores, que no trabajaban dando esa clase de servicio, decían que sus vecinos tenían “perfectamente el derecho a ganarse la plata como ellos pudieran”. abían casas donde a las familias no les importaba dejar entrar a los reporteros, para que mostraran al poblador incendiándose que tenían, casi siempre de pie o sentado en la chimenea: -Y cómo te tratan aquí en la casa. ¿Sientes que hay buena onda por parte de la familia? Cuéntanos más o menos cómo son tus días aquí. -No, claro. O sea, con el caballero nos saludamos si es que yo veo que él no anda muy apurao. De repente el viene aquí a la sala de estar y yo entiendo que él quiere estar tranquilo y no hablamo; o como cuando viene llegando del trabajo, que uno lo ve cansado. Pero claro, por ejemplo, si vienen visitas él me

C

H

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presenta y todo. -¿Los niños hablan más contigo? -El más chico más que nada. Los grandes andan en la suya. i familia se preocupa de estas cosas y con rapidez adquirió a un poblador incendiándose, a pesar de que la mayoría de ellos se arrienda y de que el invierno estaba terminando. Pero ya en la primavera volvimos a empezar con la costumbre de las parrilladas en el departamento. A los de mi familia les gusta usar al poblador para el fuego del asado. Así nos ahorramos el carbón, dicen. Yo estaba ahí en la terraza, poniendo ya las carnes en la parrilla,

M

bajo la cual estaba nuestro poblador, Ricardo, acostado rígidamente de espaldas, mirándome de vez en cuando. Los tíos habían traído unas longanizas, lo que no me gustó mucho, porque las tenía que pinchar para que botaran el aceite, y éste lamentablemente caía sobre Ricardo, que soltaba unas quejas de dolor; y aunque la mayoría de las veces intentaba aguantarse, no podía reprimir unos espasmos cuando le caían los chorritos. Entre una y otra mueca de sufrimiento, yo alcancé a vislumbrar en los ojos de Ricardo, por decirlo de algún modo, “el horizonte incierto de la fuga”; un horizonte que sin embargo se eclipsaba por la siguiente consideración: Sí, puedes huir, pero ¿y qué pasa con tu esposa, Ricardo, y los hijos que vendrán? ¿Cómo entonces los verás crecer? ¿Cómo los vas a cuidar como prometiste? ¿O dejarás que empalidezcan y se consuman famélicos por el hambre y la miseria? Pero entonces vi que en ese horizonte de sus ojos también refulgía de golpe otra luz. La luz enceguecedora de la desesperación y la locura. Y entonces entendí. Y es que ¿acaso le quedaba algo mejor? ¿Acaso no era mejor escapar de todo y encandilarse en la demencia? Entendí la visión que como un mal augurio consumía el alma de Ricardo, quien entre la realidad y la pesadilla, veía a su mujer pariendo a la inocente criatura de su amor; una criatura que sin embargo ya estaba ardiendo y chillando por las llamas que la retorcían. Alterado por la revelación, estuve a punto de decirle a Ricardo: “Corre. Corre Ricardo, levántate y corre Ricardo. Escapa de todo”. Pero además de que eso hubiese entrañado una cacofonía, justo vino uno de mis tíos para ayudarme a llevar las carnes y los fiambres, por lo que hubiese sido un alboroto mayor. Eso sí, camino a la cocina, fuera del alcance de Ricardo, le dije confidencialmente a mi tío que por Dios, no trajera más esas longanizas.

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Ensayo Poética Ensayo

Por Natalie Contreras

Flesh Esos pasillos interminables que recorremos con las manos a tientas palpando paredes desiguales piedras filudas cadáveres de cucarachas hierba, con la pequeña lumbre de nuestros sueños. Iluminando ciertos sectores del universo, vislumbrando agujeros pequeños montes hermosos insectos, caminamos con las rodillas peladas de tanto tropiezo con sangre siempre fresca corriendo por las piernas reanudando la marcha nuevamente con ayuda de un bastón o simplemente en cuatro patas. Los fantasmas coartando imaginaciones susurrando entre palabras manoseadas el canon de este occidente muerto. Seguir a tientas -harapientosintentando encontrar una salida o simplemente dejar el farol a un lado y descansar. Difícil sueño difícil puerto en que descansas y tus iguales -culpando a la oscuridadpasan por arriba de José Manuel o María pisando sus cuerpos vivos o yertos sintiendo en sus plantas la comodidad de la Carne Humana

Jueves negro La caída del Cristo Mutilado al medio del patio. Jueves negro -un degüello libando bilisglándula pineal activa reconocimiento Infra urbano. Soterrado bajo la espalda el ombligo materno ya no es el de antaño, sino una verruga calcificada de lágrimas. La imaginación trastocada del mundo, del plasma. Y el mendigo inmóvil prosigue en el centro alto y caro claro/oscuro, como un holograma triste del vacío sacro del vacío relegado por desprecio. La barra de Quaker en la gigantografía. Alimento apto para un jueves negro dice la gente. El cristianismo institucional golpeándose el pecho con un látigo de plasticina condenando al diablo que es ellos mismos apuntando con el dedo al feligrés sado, mientras el Cristo Mutilado se retuerce al medio del patio

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CartografĂ­a por A. Serrano 34


Caminar, ver y escribir Por Marcela Labraña

Hace muchos, pero muchos años atrás, escribí en una máquina eléctrica muy moderna para la época mi primer trabajo para un curso de la carrera de Letras. Creo recordar que el ramo se llamaba Introducción a la Literatura y que el profesor era Jaime Hagel. El tema era libre y yo, curiosamente, elegí hablar del viaje, de paseantes y de historias de itinerancias. Digo “curiosamente” porque a esa altura no había leído El pintor de la vida moderna de Baudelaire, no había escuchado hablar de Perec, ni mucho menos de Michel de Certeau. De los tres, el primero en aparecer fue de Certeau. Leí en inglés “Walking in the City” el primer capítulo de la tercera parte de La invención de lo cotidiano para un curso de Magíster. No recuerdo bien lo que leo. No me sé ningún poema completo. Lo mismo me pasa con las letras de canciones y los nombres de las calles de ciertas ciudades como Valparaíso, en la que aún así puedo ubicarme sin problemas porque visualmente siempre recuerdo rutas y lugares. Esta natural inclinación por el olvido de las letras se agudiza exponencialmente frente a los textos teóricos. Pero, por alguna razón que desconozco, me quedó grabada con sangre la primera línea de este capítulo: “Seeing Manhattan from the 110th floor of the World Trade Center”. La edición en español que ahora tengo ante mis ojos destaca en cursivas el infinitivo: “Desde el piso 110 del World Trade Center, ver Manhattan”. Luego de esta frase viene una exhaustiva y sugerente descripción de la visión que desde esa enorme altura que ya no existe se tenía de la isla. Luego, de Certeau dice que Nueva York, a diferencia de Roma, “nunca ha aprendido el arte de envejecer al conjugar todos los pasados. Su presente se inventa, hora tras hora, en el acto de desechar lo adquirido y desafiar el porvenir”. Por el contrario, los lugares realmente vividos son palimpsestos, historias fragmentarias, “tiempos amontonados que pueden desplegarse pero que

están allí más bien como relatos a la espera”. Son presencias de ausencias: lo que aparece, lo que se muestra, recuerda lo que no está. Lo memorable, entonces, es lo que puede soñarse acerca de un lugar. Así, cuando en Especies de espacios Georges Perec emprende la tarea de definir la ciudad, su ciudad, su lugar vivido, recomienda tomar nota de que París no siempre ha sido lo que era: “Tomar buena nota de que la ciudad no siempre ha sido lo que era. (...) Acordarse de que si se decía SaintGermain-des-Prés, es porque había prados”. Acordarse que la Alameda se llama así porque originalmente fue un paseo con álamos traídos de Mendoza. Acordarse que no siempre tendremos París, al menos no el que creíamos tener. Ahora, vuelvo al verbo en infinitivo que el traductor destaca de la frase que recuerdo, a ese ver que anticipa la acción. Pero, ¿quién ve?, ¿quién debe subir al piso 110 del World Trade Center para ver Manhattan? El paseante, el caminante urbano. “El acto de caminar es al sistema urbano lo que la enunciación (el speech act) es a la lengua o a los enunciados realizados”, nos dice de Certeau. El infinitivo juega un rol similar en los “Trabajos prácticos” que Perec se autoimpone en Especies de espacios: “Observar la calle de vez en cuando, quizá con un esmero un poco sistemático. (...) Anotar lo que se ve. Aquello que sea importante. ¿Sabemos ver lo que es importante? ¿Hay algo que nos llame la atención? Nada nos llama la atención. No sabemos ver”. El infinitivo, querámoslo o no, recojamos el guante o no, también nos interpela. Aunque nada llame nuestra atención, aunque no sepamos ver y vayamos despacio, torpemente hacia la conclusión de que, a veces, como escribe Perec, nos gusta nuestra ciudad aunque no sepamos decir exactamente por qué: “No creo que sea el olor. (...) Me gustan ciertas luces, algunos puentes, terrazas de cafés. Me gusta mucho pasar por un sitio que no he visto hace tiempo”.

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Ensayo Poéticas nsayo Por Charlie Tahn

EnsayoIlustración por Wackala

CONFORT En el fundo de Chile se le llama confort al papel higiénico. Se le llama confort, porque Confort, es nombre de fantasía de la marca que popularizó este imprescindible producto, llevándolo a cada hogar en el fundo, por más humilde que fuera. Confort es un producto de la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones (CMCP), La Papelera del Grupo Matte. El 10% de Confort está hecho de celulosa virgen, de explotaciones forestales -también de CMPC (i.e. Forestal Mininco)- en territorios despojados al pueblo mapuche. El otro 90% de Confort es papel reciclado - para blanquearlo se utiliza cloro y otros químicos tóxicos que se acumulan entre los tejidos de los trabajadores de Confort y de todos los seres vivos que tienen la desgracia de cruzarse en su camino; luego se le imprimen motivos y se perfuma, de diversas formas, para satisfacer las distintas personalidades de los señores consumidores. CMPC -a través de INFORSA- es también la principal productora de papel de periódico en el fundo, y una importante proveedora para Latinoamérica. Sobre este papel la prensa oficial encubre los crímenes de los patrones del fundo. Sobre este papel El Mercurio criminaliza la lucha del pueblo mapuche por la autonomía en sus territorios, militarizados al servicio de los patrones del fundo. Sobre este papel El Mercurio justifica el ecocidio contra el bosque nativo y los ríos del sur. Sobre este papel El Mercurio encubre la tortura a niños mapuche. Sobre este papel se imprime día a día, camuflado como acontecer noticioso, la propaganda de la sociedad del confort.

¿y tú?

¿con qué te limpias el culo?

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Ensayo Por Andy Pérez

Distribución de la cultura

El Estado moderno surge y se concibe como resguardo del ciudadano -que es a su vez quien hace posible el mantenimiento de dicho órgano- y como protección de la propiedad de éste. Propiedad es entendida necesariamente en las sociedades actuales como integridad física y moral en su conjunto indivisible y no así como nos pretenden hacer creer, con astucia y dirigidas omisiones, los comerciantes de objetos o de autoimagen. El tiempo que al trabajador le debe quedar para su propio cultivo y que el Estado debiera priorizar y fomentar explícitamente, es suplantado por distracciones pueriles, copiadas de los peores ejemplos foráneos, muy rentables económicamente por cierto y llevadas a los hogares por directivas codiciosas y limitadas. El seguimiento irreflexivo que Chile hace en cientos de horas y páginas semanales, a través de la mayoría de sus periódicos y de todos sus canales televisivos, de personajes caducos, llanamente inservibles para lo que bien pudiera ser una auténtica revolución social y artística, socava a diario las posibilidades que el ciudadano trabajador y estudiante tiene de profundizar en su propia condición y eventual contribución como habitante de la ciudad, como ser racional y social. Frente a la horda televisiva de jóvenes bailarines, ociosos y desinformados, frente a cantores insípidos y talento de imitar a otros (este último apoyado, fomentado y distribuido por directivas y jurados igualmente inescrupulosos, en el fondo adversos a los movimientos culturales y, por ende, sociales que puedan quitarle su mediocre estabilidad) ciertamente lo que nos queda es resistir, lo que queda es una resistencia porfiada aunque sin terquedad, una resistencia creativa, afirmativa y fundante que nos saca de las cuatro paredes en que ellos nos quieren mantener y nos invita a construir un nuevo ideario bajo vigorosos pasos sobre la ciudad nuevamente pensada.

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Ensayo Poética Ensayo Por Margarita Iriarte

Manuscrito en una boleta Todas las músicas dando vueltas, como todas las manecillas de todos los relojes. Tantas veces pierdo el rumbo, como pelos incrustados, como cielos incrustados. Tantos deportistas saliendo con modelos. Tantas risas pregrabadas, y gente que se gana la vida riendo lindo, y gente que se le va la vida riendo feo. Gente con frenillos y ortodoncistas. Cosas que se van y cosas que nunca estuvieron. Una carta sin destinatario y un mensaje vacío. Un sobre sin estampilla y un cartero cesante. Inglaterra v/s Irlanda y la bolsa de Tokio en alza del 20%, la lluvia 147 cms. cúbicos y el cobre a $532 pesos. Mujeres bailando y hombres bailando, en distintas fiestas pero esperando lo mismo. Un boleto de metro en el suelo y un poroto en una paila marina. Un beso en la oreja y un silencio incómodo entre una niña y su suegra. Una aguja sin punta y una espina sin salida y un cactus con flor y un baño sin papel. Y un artista sin alcohol y un punki sin drogas. Un abogado sin argumentos, una moto sin patente y un poeta sin ideas escribiendo la lista del supermercado.

USA ´94 En la vida hay un millón de infelices que se cruzan por tu camino. Todos los autogoles del mundo no acaban siendo más que goles para el equipo contrario. Siempre me acuerdo de ese colombiano, metió un autogol en USA ‘94 y ese es el fin de la historia. Todos los infelices que se cruzan por tu camino podrán juntarse esta noche bajo tu ventana a cantar todos esos clásicos de los 90, porque saben perfectamente como hacerte sufrir. No te llamaré por teléfono, no te mandaré un mensaje, no te agregaré a facebook, no te prepararé pasteles. Porque aún soy una persona orgullosa, aunque tenga todas las suelas de todos tus zapatos marcadas en mi espalda. Se que algún día mi equipo marcará el gol del campeonato y ese día no podrás ni pisarme los talones, porque ya estaré demasiado lejos de aquí.

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Collage: Arturo Serrano

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www.revistaderiva.com

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