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LUIS HERNANDEZ PRIETO , SJ. Nació en Guadalajara el 17 de Octubre de 1914. Su madre, Clarisa Prieto, inteligente y culta, se había educado durante nueve años con las Madres del Sagrado Corazón. Su padre, el licenciado José Hernández Orozco, tenía también conocimientos de Ingeniería y Matemáticas. Poseía una hacienda, “La Concha”, no lejos de Yurécuaro, Michoacán. Allí pasaba el pequeño Güicho sus vacaciones de verano, desde que tuvo uso de razón, y allí se despertó su amor al campo y a los caminos. Para llegar allá había que tomar el tren de México hasta Yurécuaro, donde estaban ya esperando los caballos y carretas de bueyes, únicos transportes capaces de transitar por los caminos llenos de lodo y agua en esos meses de lluvias. Luego se pasaba en canoa el río Lerma y sobre la ribera, ya de Jalisco, se levantaba la casa de la hacienda. Sus diversiones allí eran andar a caballo y nadar en la presa. A los ocho años tuvo su bautizo de sangre como jinete. Una yegua llamada, por su color, “La Cereza”, no habituada todavía a la rienda, lo tiró sobre el empedrado de Yurécuaro, cuando iba con la familia a la Misa del domingo. Felizmente la cosa no pasó del susto y de una buena descalabrada.
Otra preocupación, se ejercitaba principalmente en el verano, consistía en revestirse de cuando en cuando con unos pequeños ornamentos hechos por su madre, a su medida, imitar las ceremonias de la Misa y predicar con gran seriedad a los mozos y a la servidumbre. Estudió la primaria en el Colegio de D. José Atilano Zavala, en Guadalajara, y la preparatoria (como se llamaba entonces a la unidad secundaria preparatoria), en el Instituto de Ciencias. En todos sus estudios fue siempre un alumno muy brillante. Nunca supo tirar una pelota, ni patear un balón. Pero le gustaba jugar ajedrez, en el que casi nadie le ganaba.
ISLETA COLLEGE, TEXAS. Entró a la Compañía de Jesús, en Isleta College, Texas sin cumplir todavía los 15 años, el 3 de septiembre de 1929. Su maestro de novicios fue el padre Francisco Zambrano, quien lo conocía ya desde el Instituto de Ciencias, donde había sido prefecto de disciplina. El lo inició en la ciencia de la vida espiritual, más que con su doctrina con su ejemplo de comunicación con Dios, de bondad, de trabajo y de buen humor. Gracia singular concedió el Señor a aquel grupo de novicios que hicieron ese año los Ejercicios de mes. Fueron 14, y todos han perseverado en su vocación religiosa. Siete ya gozan de Dios: el Padre Rafael Guillén, el Padre Jorge Villalobos, el Padre Roberto Pomposo Rey, el Padre Ramón Gómez Arias, el Padre Xavier G. Arce, el Padre Manuel Elizalde y el Padre Güicho. Los que viven son: el Padre Juan Antonio Platero, salvadoreño, y
los Padres Ramón Gómez Robledo, Manuel Aceves, Ignacio Gómez Robledo, Esteban Palomera Quiroz, José del Castillo y Nicacor González. Como el Güicho estudiante acababa con lo que se le pedía que estudiara, dobló un año de Gramática, y aparte del Latín, y del Griego que aprendió muy bien hasta poder leer a Homero, y hasta poder escribir un panegirico
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de 12 páginas en griego a San Juan Crisóstomo, se dedicó al Francés, al Inglés y al Italiano. Escribió, además, para entretenerse, un gran poema épico, llamado “Flora”. En el año de Ciencias nació su afición a la Química, que le gustó especialmente. Sus ratos de ocio los ocupaba en idear técnicas para hacer perfumes de todas clases y baratos, que luego distribuía entre las niñas del catecismo, el día domingo. Escribió un discurso de 17 páginas, “Síntesis de las esencias aromáticas”, para ingresar a la Academia de Filosofía y Ciencias. Durante los tres años de Filosofía sustentó dos actos públicos, uno de Psicología y otro de Teodicea, con sendos discursos en Latín, acerca del origen de las ideas, y de la libertad e inmutabilidad de Dios, respectivamente. Además tuvo otro discurso en Español sobre el problema de si los colores están en las cosas o están en los ojos. En Filosofía, a modo de solaz, desarrolló su afición a la Música. Aprendió a tocar el armonio, y luego que consiguió unos instrumentos de una
orquesta (regalos de una parroquia de El Paso, Texas), armó con sus compañeros una orquesta, en la que él tocaba el clarinete y preparaba las partituras de todos. En las vacaciones de Filosofía inventó un matamoscas eléctrico, en el que las moscas se achicharraban sin que hubiera peligro de corto circuito. Pero lo más importante para él en las vacaciones, eran las grandes excursiones a las montañas de nuevo México, hacia parajes tan bellos como Mezcalero Cloudcroft y Ruidoso, donde competía con los mejores andarines, en tiradas a veces de 55 kilómetros en un día. Luego, a la vuelta, mientras reposaba, reconstruía detallados mapas, que dibujaba muy bien, a escala, buscando siempre las mejores rutas, y señalando hasta las veredas y las fuentes de agua potable. Durante esos años de Filosofía, fueron para él de gran ayuda la palabra, el entusiasmo y el ejemplo del Rector Leobardo Fernández.
PUEBLA En la Puebla de los Ángeles pasó los 4 años de magisterio de 1937 a 1941. De allí arrancan los orígenes y la idea primigenia de lo que después sería el CAIC (Club Alpino del Instituto de Ciencias). En efecto, allí en el Instituto Oriente pronto se asoció con el Jesuita Joaquín Márquez Montiel, el cual en camiones de redilas organizaba excursiones muy baratas al Iztaccíhuatl, al Pico de Orizaba, a la Malinche, al Pinal y a todas las montañas que rodean el hermoso valle de Puebla. La impedimenta consistía solamente en unas cuantas tortas;
el dormir era a la intemperie; y el costo, unos cuantos pesos para pagar chofer y gasolina. En esa época luchó 40 días entre la vida y la muerte, con una tremenda tifoidea, sin tomar más que jugo de uva y sin tomar antibióticos, que no existían.
ST. MARY´S COLLEGE, KANSAS En 1941 llegó al Teologado, a St. Mary´s College, en el estado de Kansas. En enero de 1943 sustentó un acto público de Teología, sobre la “Unión Hipostática del Verbo”, y leyó una Http://facebook.com/Ediciones.ICONO | http://iconogdl.com
disertación en inglés acerca de si hay o no un llamamiento general a todos los cristianos para la unión mística con Dios. Escribió, además, dos pequeños discursos en inglés, uno en diciembre de 1942, acerca de las apariciones de la Virgen de Guadalupe y de la devoción a Nuestra Señora; y otro dirigido a antiguos Scouts, proponiéndoles
como patrono de las excursiones a San Estanislao de Kostka (quien después habría de ser el patrono del CAIC). Se ordenó Sacerdote allí mismo, el día de su santo, 21 de Junio de 1944.
FORDHAM UNIVERSITY, NUEVA YORK Durante los veranos de Teología y el año subsiguiente, 1945 – 1946, sacó la Maestría en Química, en la universidad de Fordham, tras de dar su examen de Lenguas, que fueron el Francés y el Alemán. El año siguiente, 1946-1947, lo empleó en Fordham, en la preparación del Doctorado en Química. Pero al final del curso escolar, por mayo de 1947, el padre provincial de México, Jesús Martínez Aguirre, le mostró su deseo de que volviera a la Patria, dada la urgente necesidad de personal que había en la provincia. Debió ser duro para el Padre Hernández Prieto el tener que dejar un trabajo de investigación ya muy adelantado, con un excelente maestro alemán exiliado, F. F. Nord, que trabajaba en las investigaciones del átomo. Se cruzaron varias cartas entre el maestro y las autoridades de la Universidad, y entre el Padre Hernández Prieto y el Padre Provincial de México. El Alemán, un poco molesto, escribió al Decano de Postgraduados, rogándole que permitieran al Padre, dadas sus cualidades de tan alto nivel (high level) en el campo de la Química, acabar su trabajo. De esa manera, la Provincia de México se beneficiaría al recibirlo completamente preparado. De lo contrario, le sería más duro terminar su trabajo, estando lejos, son los medios que allí tenía: laboratorios, biblioteca, asesoría constante.
El Decano Padre Dumas pidió al Padre Hernández Prieto que informara a su Provincial de México de todo esto, para ver si lo dejaban terminar con sus estudios. Se permitía elogiar las investigaciones del padre con una frase pintoresca, a saber, “un trabajo de grueso calibre” (the high caliber of your work). Pero persistiendo el deseo del Provincial de México, las autoridades del Fordham permitieron al Padre Hernández Prieto acabar la tesis fuera de la Universidad. El Alemán mostraba después a sus alumnos, para estimularlos, los trabajos del Padre, y les decía “el Padre Hernández Prieto era mucha cabeza” (much brain). En septiembre de ese año 1947 ya estaba en San Cayetano para empezar la última parte de su formación con el Padre Francisco Robinson como instructor en la vida espiritual.
MÉXICO, D.F. En 1948, al acabar este año de retiro espiritual, fue destinado al Instituto Patria, pero también daba clases en la Escuela de Química “Berzelius” que posteriormente se convirtió, junto con otras facultades, en la Universidad Ibero – Americana. En el “Berzelius” dio clases poco tiempo, mientras continuaba el trabajo de su Tesis. Http://facebook.com/Ediciones.ICONO | http://iconogdl.com
En 1949, en agosto, hizo su profesión solemne. En ese mismo mes de agosto recibió un diploma de la American Chemical Society, de Washington, en el que se le promovía a un grado superior (senior grade), y el diploma del doctorado en Química (PhD) de la Universidad de Fordham. En el instituto Patria dejando la Química y se dedicó a tareas administrativas y educativas. Formó un extraordinario equipo de fútbol
con los muchachos de preparatoria. Era un verdadero placer ver jugar al equipo. Andando el tiempo, algunos jugadores del equipo fueron a dar al fútbol de la Primera División. De entonces le vino al Padre Hernández Prieto su poca simpatía por el América, ya que trató de sonsacarle a sus jugadores. También en el Instituto Patria formó un excelente coro con los alumnos y una incipiente orquesta.
GUADALAJARA De allí lo trasladaron, en diciembre de 1953, al Instituto de Ciencias, donde fue nombrado Prefecto de Disciplina. Entonces, la idea germinal de las excursiones baratas de Puebla dio frutos, y se formó el CAIC, en 1956. Gran parte de su vida, y de si mismo, fue para el CAIC. Este no fue sólo un club de excursiones, sino una escuela de educación para aprender a aceptar privaciones, desarrollar esfuerzos, ayudar a los demás, afrontar riesgos y asumir responsabilidades. El mismo, ya cerca de los 50 años, se ejercitaba en el Rapel a pesar de su regular corpulencia. En el CAIC había también una profunda religiosidad. El acto principal del día, que iluminaba todo lo demás, era la Misa. investigaciones, así él para los caminos Muchos jesuitas confiesan que deben, necesitaba sus zapatos. después de Dios, al Padre Hernández Prieto el cultivo, en todo o en parte, de su vocación. Llevaba también una valija con medicinas, No fue para él una tarea fácil esa vida de sentado bajo un árbol, él diagnosticaba las gitanos en las excursiones. Aparte de mal dolencias y repartía medicinas, según sus comer y mal dormir, cargaba con muchas y conocimientos de la Química. En casos pesadas responsabilidades. En las grandes graves llevaba los enfermos a la ciudad más excursiones, por ejemplo, a Europa, a Alaska, cercana. Cuando salía del país la excursión, él él llevaba el dinero de todos. ¿Cómo lo llevaba en una valija los pasaportes de todos. guardaba?, lo metía envuelto en plásticos en Debía también vigilar y proveer el las botas, tenía botas para llevar 200 mil avituallamiento de tanta gente, durante el pesos, botas para 100 mil, botas para 50 mil, tiempo corto o largo de las excursiones botas para la nieve, botas para los lejanas. Tuvo en el CAIC grandes alegrías y empedrados, botas para los pantanos, botas también grandes penas con los trágicos para la arena, botas para escalar las peñas, accidentes que sufrió y que le afectaba como botas para toda circunstancia. Como el a un padre le afecta lo que atañe a sus hijos. erudito necesita los libros para sus Sobre todo la tragedia del Iztaccíhuatl.
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La historia del CAIC queda en las Memorias que publicó, en las excursiones películas que editó, que le llevaban muchas horas de arduo y concienzudo trabajo, y en las almas de todos los participantes en las excursiones. Ojalá se haga algún día una historia completa. En 1960 pasó al ITESO, a la Escuela Química, que estaba entonces en la calle Santa Mónica, 280. Pero también seguía dando clases de Religión en el Instituto de Ciencias, como en el ITESO, con gran concurso y aceptación de los alumnos. La música era para él como la respiración que lo vivificaba. Le servía para todo: para orar, para descansar, para llevar sus penas y para sus alegrías. Llegó a los 60 años todavía con más de 20 clases por semana (incluyendo los laboratorios) en el ITESO y en el Instituto de Ciencias, más los trabajos del CAIC. Le empezaron a fatigar las excursiones largas. Tardaba uno, dos o tres días, según el tamaño de la gira, para rehacer su organismo. Dejó las clases del Instituto de Ciencias. Unas pocas semanas antes de morir, empezó a sentirse mal, sin apetito. El se diagnosticaba y él se medicaba. Tomaba jugo de uva. No quería ir al hospital, pero fue allá por obediencia al Superior. El hígado estaba destruido. Sin duda que las penas por la muerte de su madre, hacía poco más de un año, y la de su hermana Magdalena, hacía casi cuatro meses, contribuyeron a ello. También se cree que el exceso de medicinas que ingería sin control de médicos lo dañó no poco. En el hospital, hasta lo último, no perdió su lucidez ni su
buen humor. Murió plácidamente el día de San José, viernes, a las tres cuarenta de la tarde. El funeral en San Felipe y el entierro en Puente Grande, fueron muy concurridos. Hubo 38 concelebrantes en la Misa. Se notó un sentimiento general pero especialmente entre los del CAIC, quienes como se lee del Cid, fuertemente lloraban. Lo mejor de su alma lo conoce Dios, y es obra suya. El Padre Hernández Prieto no fue solamente una inteligencia poderosa y un hombre eficaz en la acción. Desde el noviciado era muy fervoroso. Siempre lleno de amor a Jesucristo, a la Virgen María, y siempre entregado a los demás, pero en una forma alegre y afectuosa.
Se transparentaba en él, diría yo, un alma musical. Porque, como dijo bellamente San Agustín hablando de la música y del canto: “cantar es señal de alegría, pero en último término cantar es una cuestión de amor”. Http://facebook.com/Ediciones.ICONO | http://iconogdl.com
XAVIER GOMEZ ROBLEDO, SJ. En el Boletín Informativo del ITESO número 87, fechado en el mes de mayo de 1976 se publicó esta semblanza del Padre Luis Hernández Prieto, escrita por el Padre Xavier Gómez Robledo. * Agradecemos a Oscar Velarde por hacernos llegar este material.
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