PAJARO QUE NUNCA MEA Ripios y canciones populares Recogidos del acerbo popular y difundidos por JosĂŠ Mota Castro
Ilustraciones de: Biel, Paula y X猫nia Badia Mota y Laia y Mar Garc铆a Mota Primera edici贸n, abril de 2011.
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Presentación Ediciones MoRaTaLaZ presenta esta breve obra que recoge algunos de los ripios, canciones o coplas populares que a lo largo de su vida ha difundido en su entorno más inmediato José Mota Castro. Como él mismo explica en su introducción, estos ripios los oyó por primera vez en su Llerena natal de los labios de ferroviarios, unos trabajadores que habían estado destinados en diferentes lugares de España, de donde recogieron los textos, los modificaron y adaptaron, dándoles ese toque surrealista que tienen. Los ripios que recogió José Mota tienen letras muy parecidas a otros que se cantaban o recitaban en diferentes zonas de la geografía ibérica, pero son diferentes a todos ellos. Los analistas literarios dirían que estas coplas se puede emparentar tanto con la poesía infantil de Gloria Fuertes, como con el surrealismo francés de los años veinte. Los historiadores dirían que tienen como trasfondo ese mundo rural, mayoritario en la España de los cincuenta del siglo pasado, en el que vivían los autores anónimos de los ripios. Nosotros, preferimos que sea el público lector el que las juzgue y valore.
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Introducción
A finales de los cincuenta, entre 1958 y 1960, llegaron a mi pueblo, Llerena (Badajoz), un grupo de cinco o seis jóvenes para incorporarse como maquinistas y fogoneros a la reserva de máquinas de Renfe que existía en la estación del pueblo. Eran ferroviarios procedentes principalmente de Andalucía. Este grupo fue muy bien aceptado por la “panda” del pueblo, compuesta entre otros por José Antonio Lemus, Manuel Murciano, Rafael Sabido (ya fallecidos), y Pedro Bardón, ya que ambos grupos tenían las mismas inquietudes sociales, que por aquel entonces eran ir de “tasca” en “tasca”, hasta conseguir el estado perfecto para que pudieran surgir las representaciones y habilidades que cada uno de nosotros podía expresar con la libertad que te permitían “las autoridades competentes” y con la claridad que te daba una leve “borrachera”. De esta situación sale la canción Quisiera, quisiera volverme hiedra…, que recuerdo haber escuchado por primera vez a mi amigo Juan Ortega (también fallecido), aunque después fue cantada en numerosas ocasiones en jiras, fiestas y otros eventos por todo el grupo.
En fiestas especiales -que se celebraban principalmente en invierno-, era la costumbre comerse “el pestorejo” (carrillada del cerdo) que donaba aquel en cuya casa se había realizado la “matanza”. Cada año organizábamos cuatro o cinco de estas farras. En una de estas, que celebrábamos en casa de mi amigo Julián Martín, a la que asistimos diez o doce de la panda, fue donde entre chistes y otros comentarios surgieron las “canciones” que durante años me habéis escuchado y que erróneamente me han atribuido familiares y amigos, cuando la verdad es que fueron recitadas o cantadas en aquella ocasión por uno de los componentes de los amigos ferroviarios, que creo recordar se llamaba Manuel Ruiz o González, un personaje algo típico, que tenía cierta gracia y que no encajaba mucho con el resto de compañeros por sus modales finos, por lo que acabaría abandonando la panda, marchando al poco tiempo del pueblo. 2
Otra de las “fiestas” que celebrábamos anualmente, siempre por Pascua (después de la Semana Santa), eran las jiras (excursiones) que durante domingo, lunes y martes realizábamos mayoritariamente a Los Molinos. Estas salidas por aquellos años se realizaban en camión y durante el trayecto cantábamos la ya citada canción de Quisieras, quisieras y también esta otra: La bata me la pongo, para ir a la estación, para ver si me sale un novio maquinista o factor La bata por que si que si, la bata por que no que no, la bata me la pongo por que me sale del moño y en poniendo la bata peras que guapa me pongo No sé si tenía alguna connotación con los paseos que normalmente se hacían durante la una a las dos y media todos lo domingos en la zona de la estación de Renfe (antes MZA) Para divertimos en estas jiras, contratábamos a una señora para tocar el acordeón, lo que hacía tanto durante el día, como al regresar al pueblo y a cuyo son bailábamos. Era una musiquilla pegadiza y repetitiva que nosotros cantábamos con Habas puse el lunes, Habas puse el marte, El miércoles habas y el jueves tomate. Este es el contexto en el que nacieron estas coplas que me han acompañado a lo largo de mi vida y que ahora, por primera vez, presento por escrito.
José Mota Castro 3
San Isidro labrador, pájaro que nunca mea, no le pegues más al niño que ya apareció la petaca.
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En aquel cortijo hay luz, seguramente estรกn de boda, a mi como no me han invitado le pego palos a los charcos.
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Desde que te vi venir dije a por la burra viene La burra no te la llevas porque esta mi padre a por agua.
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Por debajo de la puerta te echo un ladrillo, para que sepas que tu padre es taxista.
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Quisiera, quisiera volverme hiedra y subir, subirás en aeroplano, bajaras en automóvil. Un automóvil, dos automóviles, tres pañuelitos blancos que me ha regalado una muchacha soltera, soltera y sola en la vida, por una mala partida. Hay ladrón vas a morir. No me mates, mátame con bacalao y échale guindas al pavo que yo le echaré a a la pava, Sentaito en la escalera, esperando el porvenir El porvenir que nunca llega.
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Este libro se acabó de compaginar en Pins del Vallès el 14 de abril de 2011, en el octogésimo aniversario de la proclamación de la Segunda República española
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