29 minute read
Batallas históricas Alesia: el doble cerco de César
DEL AULA
Batallas históricas
ALESIA: EL DOBLE CERCO DE CÉSAR
Andrés Ortiz Garay*
A nd r e a s W ah ra en commons .w i k i m edia.org
Julio César es uno de los personajes más célebres en la historia de la
Antigüedad. Su actuación política y militar se liga indeleblemente al surgimiento del Imperio romano. En todos los momentos decisivos de su vida, César corrió riesgos que le llevaron a situaciones en las que podía perder todo o ganar mucho. Un ejemplo descollante de tales circunstancias extremas es la forma en que enfrentó el sitio de Alesia, durante la conquista de las Galias.
en el siglo y medio que siguió a la des1trucción de Cartago (año 146 a. C.), Roma se vio envuelta en una larga serie de guerras; unas se hicieron por la conquista de territorios cada vez más alejados de Italia, y otras se libraron a lo largo de todo el mundo mediterráneo entre ejércitos romanos que apoyaban a distintas facciones. Varios procesos intervinieron en la transformación de la república romana en un imperio, pero el que interesa destacar aquí es el de la creación de ejércitos profesionales conformados por soldados leales a comandan-
* Antropólogo que ha laborado en el Instituto Nacional de Antropología e Historia, el Instituto Nacional Indigenista y el Instituto Nacional de Ecología; actualmente trabaja con Acción
Cultural Madre Tierra, A. C. Para Correo del Maestro escribió la serie El fluir de la historia. 1 A menos que se especifique lo contrario, las fechas de este escrito son antes de Cristo. tes que les prometían recompensas personales (botín de guerra y tierras al licenciarse), en detrimento del servicio militar que había caracterizado a los ciudadanos-soldados de antaño. En este intrincado proceso se desarrolló la carrera d e C a y o J u l i o C é s a r, e l f u n d a d o r d e l i m p e r i o que en los siguientes cinco siglos dominaría el 2mundo conocido.
El monstruo de tres cabezas
En su juventud, César fue representante de los intereses del partido popular al que estaba ligado
2 Este término se refiere sólo al mundo conocido por la historiografía grecolatina. Desde luego, sabemos que otros mundos también tenían su propia historia, pero de eso nos ocuparemos en otros artículos de esta serie.
3por lazos familiares. Tras estar exiliado durante la dictadura de Sila, caudillo de la facción oligárquica adicta al senado romano, César regresó a Roma y fue ascendiendo en el sistema de cargos de la República (cuestor, tribuno militar, miembro del senado y pontífice máximo, entre otros). Para ganar popularidad y asegurarse el avance en su carrera política, tuvo que pedir grandes sumas prestadas y endeudarse (por ejemplo, para sufragar el costo de juegos de gladiadores o la compra de votos electorales), así que el riesgo de la quiebra financiera estuvo presente como una más de sus experiencias extremas. Más adelante, el botín obtenido en la conquista de la Galia le permitió saldar esas deudas.
Decidido a hacerse con el poder total, César pactó una alianza con sus principales competidores, que eran Cneo Pompeyo “el Magno” y Marco Licinio Craso. El primero era el campeón del partido oligárquico, su carrera política se apuntalaba en sus triunfos militares en Hispania y Asia y, quizá, sobre todo, en que disponía de una amplia red de clientelas que abarcan de un lado a otro del imperio. El segundo era posiblemente el hombre más rico de Roma. Juntos formaron el primer triunvirato, una fórmula que gobernaría del año 59 al 49. El establecimiento de este pacto era una maniobra de César para impedir que se bloquearan sus aspiraciones luego de conseguir el consulado para el año 59; desde luego, el pacto tenía como finalidad última la ocupación y el repartimiento del poder máximo entre los tres contrayentes, así como el condicionamiento de todas las acciones políticas llevadas a cabo bajo el régimen constitucional romano a sus voluntades y pareceres.
3 Su padre era hermano de Julia, la esposa de Cayo Mario, el gran jefe político-militar de los populares, quien había impulsado las reformas técnicas y legales que posibilitaron a los estratos más bajos de la población romana y de sus aliados formar parte de las legiones.
Gracias a las maniobras del triunvirato, al expirar su consulado, César fue nombrado procónsul (gobernador y comandante militar) de la Galia Narbonense y la Illiria por un periodo de 4 con mando sobre tres legiones y de-cinco años, recho a escoger sus legados.
La guerra de las Galias
En el siglo I, los territorios que los romanos den o m i n a b a n G a l i a s e s t a b a n h a b i t a d o s p o r u n intrincado mosaico de pueblos que tenían diversos orígenes étnicos. Aunque las oleadas migratorias de los celtas habían impuesto una capa social que era la dominante, había mucho mestizaje con las poblaciones anteriores. Los grupos más numerosos eran los aduátucos, secuanos y arvenios, pero no había una cohesión política ni siquiera entre ellos, y la diversidad cultural era grande, siendo quizá lo más característico el predominio de una vida centrada en pequeñas unidades rurales (hasta lo que las historias antiguas llamaban “ciudades” eran apenas grandes aldeas).
César, al comienzo de sus Comentarios sobre la guerra de las Galias, distingue tres grandes partes en el conjunto del territorio galo: la Aquitania, la Céltica y la Bélgica… A aquellas tres partes se añade una cuarta, la Narbonense, de la que César no habla porque es provincia romana desde hace mucho tiempo. De allí es donde partirá la conquista y también la romanización (Grimal, 1974: 149).
En cuanto a la situación política de las Galias en el tiempo de la invasión cesariana, debe
4 Este periodo era excepcionalmente largo para los proconsulados y las gobernaciones. El mandato le permitió crear una base para afianzar su control sobre una clientela política. Las provincias bajo el mando de César eran las que limitaban con
Italia, el corazón del dominio romano.
Julio César
www.romeacrosseurope.com Nacido el 12 de julio de 100 a. C. y muerto el 15 de marzo de 44 a. C., César era descendiente de una antigua familia patricia, los julios, cuya estirpe se hacía remontar hasta Iulo, hijo de Eneas, el fundador troyano de Roma. Se dice que el cognomen Cæsar deviene de la hazaña efectuada por un antepasado de Cayo Julio César. Tal tradición sostenía que un tal Lucio Julio, en la Primera Guerra Púnica, venció en un singular combate a un elefante de los cartagineses y que, en recuerdo de la proeza, se le puso el sobrenombre cæsar, que en la lengua púnica significaba precisamente “elefante”. Después el término se convirtió en un cognomen utilizado por miembros de la familia; Julio César decía que la familia de los Julii descendía directamente de la diosa Venus y que su abuela era tataranieta de uno de los primeros reyes de Roma (Walter, 1971).
Suetonio, en Vida de los doce césares, traza un retrato físico de César:
Dícese que su estatura era elevada, blanca la tez, bien conformados los miembros, cara redonda, ojos negros y vivos, salud robusta, aunque en sus últimos tiempos acometíanle repentinos desmayos y terrores nocturnos que le turbaban el sueño. Dos veces también experimentó ataques de epilepsia en el desempeño de sus cargos públicos. Daba mucha importancia al cuidado de su cuerpo, y no contento con que le cortasen el pelo y afeitasen con frecuencia, hacíase arrancar el vello, según le censuraban, y no soportaba con paciencia la calvicie, que le expuso más de una vez a las burlas de sus enemigos. Por esta razón se traía sobre la frente el escaso cabello de la parte posterior, y de
Continúa >> considerarse que los antiguos estados monárquicos habían dado paso a una fragmentación en principados y microestados vasallos que con fre- cuencia se hallaban en conflicto unos con otros (lo mismo parecía suceder en la vecina Germania). Desde una generación –o quizás un poco más– antes del arribo de César y sus legiones, l a s t e n d e n c i a s c o n s e r v a d o r a s h a c i a l a u n i f i cación bajo un solo individuo no eran ya bien vistas por la mayoría de las diferentes tribus, y algunos que pretendieron convertirse en reyes fueron condenados a la pena de muerte. A este debilitamiento de la monarquía contribuyeron 5 y el en mucho el creciente poder de los druidas florecimiento de una clase social media ligada al crecimiento de las aldeas y el comercio. Gracias a esta tendencia política, los romanos, aun antes de César, pudieron explotar las envidias y ambiciones entre los jefes para generar conflictos y tener a mano una facción prorromana.
A principios del año 58, se difundió en Roma una noticia alarmante: miles de bárbaros pene-
5 A pesar de que han sido personajes centrales en gran número de leyendas y relatos fantásticos (por ejemplo, el Merlín de las sagas del rey Arturo), es muy poco lo que se sabe con precisión acerca de los druidas y su religión. Si bien en el siglo
I a. C., los galos usaban ya una rudimentaria escritura basada en caracteres griegos y latinos, parece ser que los druidas se negaron a plasmar sus conocimientos por escrito. Lo que se sabe de ellos proviene de las obras de César, Diodoro Sículo,
Estrabón y Tácito. Todos ellos comentan que eran sacerdotes de la religión de galos y celtas, manejaban un calendario lunar, eran los encargados de oficiar en ritos con sacrificios humanos, eran jueces de paz y de asuntos penales y estaban exentos de pagar tributo a los jefes de las tribus. Julio César, en La guerra de las Galias, comenta lo siguiente sobre ellos: “Esméranse sobre todo en persuadir la inmortalidad de las almas y su trasmigración de unos cuerpos en otros, cuya creencia juzgan ser grandísimo incentivo para el valor, poniendo aparte el temor de la muerte. Otras muchas cosas disputan y enseñan a la juventud acerca de los astros y su movimiento, de la grandeza del mundo y de la tierra, de la naturaleza de las cosas, del poder y soberanía de los dioses inmortales” (Consultado en: <www.ricardocosta.com/sites/default/files/pdfs/julio_cesar_-_la_guerra_de_las_galias_0.pdf> p. 100.)
6traban en la Galia transalpina y llegaban ya a las orillas del río Ródano, amenazando con invadir la provincia narbonense. Eran los helvecios, de quienes se decía que eran tan feroces como los galos que habían saqueado Roma en el ya remoto año 387. Ante los rumores –que quizás él mismo contribuyó a esparcir–, César partió apresuradamente para encarar la amenaza; en ocho días, un tiempo récord para la época, recorrió los 1200 kilómetros que lo separaban de Ginebra, donde instaló su campamento a principios de abril. De inmediato, sus tropas ocuparon el único puente para cruzar el Ródano, pero los helvecios le enviaron una embajada para negociar, pues no querían luchar contra los romanos, sino sólo obtener un paso franco para dirigirse al oeste y ocupar tierras no romanas. Sin embargo, César se hallaba comprometido políticamente con los otros triunviros y debía demostrarles a ellos y al pueblo romano que era capaz de someter a los “bárbaros” a sus dictados.
Más de trescientos mil helvecios marchaban en esa migración, pero sólo un tercio era de combatientes; parecían muy decididos, pues habían quemado sus casas y abandonado sus tierras en busca de un nuevo hogar. Con sus legiones, tropas auxiliares y la caballería de los aliados galos heduos, César contaba con cerca de cincuenta mil efectivos. Esperó hasta que gran parte de los helvecios cruzaron el río y luego atacó a los que formaban la retaguardia y los masacró; después ordenó construir un puente y lanzó a su ejército sobre los restantes; impedidos con la carga de carromatos llenos de mujeres, ancianos y niños, los guerreros helvecios finalmente cedieron a la demanda de César de regresar a su lugar de origen. Esa primera victoria dio gran prestigio militar a César entre los jefes galos prorromanos,
6 Es decir, los territorios que ahora son Francia, Bélgica, Holanda y Suiza.
cuantos honores le concedieron el pueblo y el Senado, ninguno le fue más grato como el de llevar constantemente una corona de laurel. También era cuidadoso de su traje (1966: 29).
Como comandante militar era un gran táctico que nunca perdía de vista lo que estaba en juego, sabía distribuir sus fuerzas y ordenar sus prioridades, pero, sobre todo, ejercía una atracción magnética que llevaba a sus tropas a combatir hasta la muerte por él. Quizá su actuación militar y política se pueda resumir en las palabras de su opositor y contemporáneo Cicerón:
Tenía ingenio, espíritu crítico, memoria, cultura, fuerza de voluntad, previdencia y diligencia. Había llevado a cabo empresas de guerra, que, aunque infaustas para la República, eran, sin embargo, grandes. Desde hacía muchos años aspiraba al reinado; al final, con un esfuerzo enorme y a costa de grandes peligros, realizó su erzo enorme y a costa de grandes peligros, realizó su propósito. Con donaciones, monumentos, distribución opósito. Con donaciones, monumentos, distribución
de riquee riquezas y comidas s y comidas públicas había conquisúblicas había conquistado el favor de las masas do el favor de las masas inexpertas. Había ligado expertas. Había ligado los suyos a él con los pres suyos a él con los premios que les concedía; y a os que les concedía; y a los adversarios, asumiendo s adversarios, asumiendo la máscara de la clemencia. máscara de la clemencia. ¿Qué más se puede decir? Qué más se puede decir? En parte con el terror, en n parte con el terror, en parte contando con la resignaarte contando con la resignación, había introducido en un ón, había introducido en un pueblo libre el hábito de la serviueblo libre el hábito de la servidumbre (apud Canfora, umbre (apud Canfora, d 2000: 379). 000: 379).
Shutterstock
La conquista de las Galias (58-51 a. C.)
Wheathampstead
BRITANIA
Canal de la Mancha
UNELOS
Derrota de téncteros USIPETES y usipetes SUEVOS
MORINOS
Samarobriva
(Amiens)
MENAPIOS
TÉNCTEROS
Aduatuca
NERVIOS BÉLGICA
EBURONES
Bibrax DurocortorumBELOVACOS
TRÉVEROS GERMANIA
(Reims)
Lutecia
OSISMOS
NAMNETES VÉNETOS
Derrota de los vénetos
Océano Atlántico
58 a.C. 57 a.C. 56 a.C. 55 a.C. 54-53 a.C. 52 a.C. 51 a.C. Batalla Asedio
PICTONES
(París)
CARNUTOS
Lemonum
(Poitiers)
SANTONES
Agendicum
LEUCOS
(Sens)
HEDUOS
BITÚRIGOS CUBIOS
Alesia Derrota de Ariovisto
Vesontio (Besançon) Avaricum (Bourges) Bibracte SECUANOS HELVECIOS (Mont Beuvray)
CÉLTICA
Gergovia Lugdunum
(Lyon) Matisco (Mâcon)
ALÓBROGES
BITÚRIGOS VIVISCOS
SOSIATES
AQUITANIA
(Puy de Dôme)
ARVERNOS
Vienna (Vienne)
GALIA CISALPINA
Uxellodunum (Le Puy d’Issolud) GALIA TRANSALPINATolosa (Toulouse) Narbona (Narbonne) Aquae Sextae (Aix-en-Provence) Massilia (Marsella) Antipolis (Antibes) VOCONCESCADURCOS
HISPANIA CITERIOR
Mar Mediterráneo
Correo del Maestro a partir de bibliofiliaycolecciones.blogspot.mx
pero también comenzó a despertar el odio contra los invasores, pues unos doscientos mil helvecios fueron asesinados.
En el otoño del año 58, César emprende una campaña contra los germanos que habían ocupado tierras en la Galia oriental al mando de su caudillo, el rey Ariovisto, quien, no obstante haberse declarado aliado de Roma, tuvo que sufrir las consecuencias de no someterse a las condiciones que le imponía César y, tras sufrir una aparatosa derrota, cruzó de vuelta el río Rin para refugiarse en la impenetrable Germania. En el invierno de 58-57, César reclutó otras dos legiones y con ellas se arrojó contra los belgas en el norte de la Galia.
En el encuentro decisivo, en el Aisne, se encontró de frente a la totalidad de las tribus belgas en coalición y las derrotó después de un enfrentamiento muy duro. Pero tuvo que afrontar la tenaz, heroica resistencia de los combatientes nervios, que al final fueron sometidos después de una lucha durísima (la batalla del Sambre)… Al año siguiente, el conflicto se trasladó a Occidente, en Bretaña, contra los armóricos y los vénetos; mientras tanto, Publio Craso, hijo del triunviro y legado
de César, sometía a los aquitanos en el suroeste (Canfora, 2000: 122).
Con miras al cruce del canal de la Mancha para llegar a Britania (Inglaterra) y para subyugar a los vénetos encerrados en sus fortalezas costeras de Normandía, César ordenó construir una flota, la primera de los romanos que navegaba por el Atlántico. En la batalla naval de la bahía de Quiberon, los trirremes romanos vencieron con astucia y determinación a la flota de los vénetos. Luego, usando sus propios barcos y las naves de vela capturadas en aquel encuentro, César envió al joven Craso a una primera e x p l o r a c i ó n p o r l a s c o s t a s m e r i d i o n a l e s d e l a gran isla. Pero otra nueva brutalidad empañó entonces el brillante triunfo cesariano, pues el comandante romano ordenó ejecutar a muchos nobles vénetos, y la gran masa de la población fue convertida en esclava.
La efusión de sangre se repitió después, en el año 55, cuando en los alrededores de la actual Colonia, César cometió una vil traición sobre los caudillos germanos de los usipetes y téncteros, a los que ordenó asesinar a sangre fría, y después lanzó a sus legionarios a degüello sobre la masa de guerreros y sus familias, quienes no acertaron a defenderse bien sin el mando de sus líderes. La masacre fue tan horrorosa (sin respetar sexo ni edad) que hasta en la propia Roma el senador Catón, enemigo político de César, pidió que éste fuera entregado a los germanos para su ajusticiamiento. En la moderna The Cambridge Ancient History se lee: “Esta deliberada matanza es la más ignominiosa de las acciones de César y el peor ejemplo de las atrocidades que a menudo han sido perpetradas en un enfrentamiento entre razas civilizadas y razas bárbaras” (apud Canfora, 2000: 125).
Parecía que tan sólo la naturaleza sería capaz de derrotar al victorioso y despiadado general romano, cuando en el verano del año 55, una primera expedición para invadir Britania terminó fracasando al naufragar las naves cargadas de caballos. Pero un nuevo experimento invasor tuvo lugar al siguiente verano y, en esa ocasión, puesto que los romanos ya contaban con caballería pudieron derrotar a los britanos e imponerles una sujeción y un tributo que, en realidad, terminaron por ser más nominales que reales. Así, para César, la expedición a Britania tuvo dos resultados: uno negativo, porque no encontró las grandes perlas que supuestamente abundaban en la isla; y otro positivo, porque su acción propagandística le permitió equipararse a Pompeyo Magno, quien había avanzado las conquistas romanas hasta los confines del Oriente, por lo que ahora César, que había llegado a los confines del extremo norte con sus legiones, también podía ser considerado Magno.
La rebelión de Vercingétorix
El oro arrebatado a los galos y los réditos por la venta de prisioneros como esclavos volvieron muy codiciosos a los soldados romanos y sus jefes. El sistema original de los pactos establecidos entre romanos y galos no se respetó cabalmente y la aristocracia nativa que había colaborado en principio con los invasores estaba muy a disgusto:
…esta estructura, aunque dura e indiferente a los costes humanos, estuvo a punto de ser destruida por la rebelión que desde hacía tiempo se estaba incubando, como fuego bajo las cenizas, en las poblaciones galas. Dicha rebelión se desarrolló plenamente cuando encontró en el rey de los avernos, Vercingétorix, un líder capaz de unificar, si bien temporalmente, la galaxia de las tribus gálicas (Canfora, 2000: 128).
Primero, los rebeldes galos asesinaron al rey de los carnutos, que colaboraba entusiastamente
Vercingétorix
Su padre fue asesinado cuando intentó ser reconocido como rey por las tribus galas. Demostró su talla de gran líder al rendirse en Alesia sin enfrentar asedio prolongado que seguramente –ya había ejemplos de ello– habría despertado la exasperación romana y los consiguientes saqueos y matanzas indiscriminados. Su destino final fue permanecer prisionero durante seis años, mientras César libraba la guerra civil. Al finalizar la primera parte de ésta, en agosto del año 46 se celebró el triunfo gálico en el que se le hizo desfilar tras el carro del triunfador. Poco después, se le dio muerte, posiblemente por estrangulación, a unos meses de los idus de marzo (la muerte del propio César). Hoy en día, se le considera como un héroe pio César). Hoy en día, se le considera como un héroe nacional de Francia. nacional de Francia.
www. w i k iwan d. com con los romanos; luego fueron emboscadas y aniquiladas quince cohortes que estaban al mando del tribuno Lucio Cota. Después César, personalmente, tuvo que acudir en salvamento de las tropas de Quinto Cicerón sitiadas por el caudillo Ambiórix de los galos nervios. César se vio obligado a pasar el invierno en plena Galia (hasta entonces, en esa estación dejaba siempre acuarteladas sus legiones y se retiraba a la Cisalpina, en la frontera norte de Italia, para entrar en calor y dar instrucciones a los políticos que venían de Roma a conferenciar con él). Al inicio del año 52, su hábil lugarteniente, Tito Labieno, recompuso un poco las cosas al capturar a Induciomaro, un importante caudillo rebelde. Reforzado con tropas que le envió Pompeyo, César logró poco a poco someter a varias tribus, pero su frenética actividad (que lo llevó a cruzar de nuevo el río Rin) no lograba disminuir la animadversión de los galos por la cruenta represión que se ejercía sobre sus líderes, y la insurrección se generalizó en gran parte de la Galia.
Vercingétorix, uno de los principales jefes de los galos sublevados, estaba muy consciente de la peligrosidad de los legionarios en la batalla campal, así que propugnaba mantener una táctica de escaramuzas y tierra quemada para obligarlos a rendirse por hambre. Sin embargo, otros jefes se mostraron en desacuerdo con él y lo obligaron a defender la fortaleza de Avarico, desgastando inútilmente sus fuerzas, porque los romanos lograron tomarla y perpetraron otra masacre entre los civiles, con lo que demostraron que no tendrían piedad contra los sublevados. César planeó entonces devastar el corazón de la Arvernia, la patria de Vercingétorix, tomando la ciudad de Gergovia; pero este asalto no era nada fácil, pues los galos se habían parapetado en las colinas circundantes. César logró desalojarlos de allí, pero al tratar de tomar la ciudad fue derrotado y perdió setecientos cincuenta hombres, entre ellos cincuenta centuriones.
Correo del Maestro a partir de www.greatmilitarybattles.com El sitio de Alesia
Monte Rea
Llanura de Laumes Zan j a r omana
Río Brenne Tr inc h e r a romana Río Rabutin Pared romana de contravallación
ALESIA
Río Oserain
Muro de Galia
Monte Favigny Monte Bussy
R Pared romana de c ircunva lac i ón ío Ose
Ejército romano (Julio César): Campamento de infantería Campamento de caballería Fuerza total: 70 000 hombres Ejército galo: Ejército de Vercingétorix bajo asedio, 80 000 hombres Ejército de socorro, 258 000 hombres
Sin embargo, esa derrota romana –que había sido infligida al propio César– señaló el principio del fin de la rebelión, pues, al enterarse de ella, los heduos –una etnia numerosa con líderes que hasta entonces habían sido fieles colaboracionistas con los romanos– también se sublevaron, pero obstinadamente cuestionaron el mando de Vercingétorix, quien, probablemente harto de que se pusiera en duda su liderazgo y queriendo demostrar su valentía, se decidió a atajar el avance de los romanos y enfrentarlos directamente. La caballería de unos quince mil galos fue obligada a retirarse por los jinetes germanos aliados a César, que fue así salvado de la derrota por sus otrora enemigos.
El sitio de Alesia
Vercingétorix decidió aguantar el embate roma7 que contaba con no en la fortaleza de Alesia, fuertes murallas. Antes de encerrase allí, mandó a muchos jinetes a reclutar refuerzos por toda la Galia; su plan era que estas tropas atacaran a los romanos por la retaguardia mientras éstos sitiaban Alesia.
7 Aunque hay controversias al respecto, se supone que Alesia se hallaba cerca del nacimiento del río Sena, en un punto elevado de la meseta de Mont-Auxois, en la actual Borgoña francesa.
Panoplia P Pano
i.pinimg.com Para la época de César, hacía Para siglos que los romanos habían siglo abandonado la formación en aba falanges de hoplitas pesadafala mente armados. Una legión me (aproximadamente seis mil (a hombres) se dividía en unih dades reducidas, llamadas d manípulos, de doscientos legionarios, los cuales iban armados con una jabalina (pilum) y una espada (se usaron de varios tiespa pos, pero finalmente, tras las guerras púpos, pero finalm nicas, la llamada gladius –adaptada de la nicas, la llamad falcata que usaban los celtíberos– fue falcata que u la que se convirtió en el arma blanca laqueseco reglamentaria). Para la defensa llevaban un escudo ligero alargado, de cuero y madera recubierto con metal, una coraza liviana con argollas de hierro, y cascos que eran de metal para los oficiales y de cuero para la tropa.
Pero algo tan importante o más que los cambios en el equipo y las tácticas, fue que los legionarios recibían –ya desde el siglo IV– un estipendio diario pagado por el erario. Al irse concentrando la propiedad de la tierra en las familias ricas, los pequeños propietarios se desvincularon poco a poco de la tierra que les alimentaba y se convirtieron en un estrato social en el que se reclutaban ejércitos profesionales. Con la extensión de las campañas militares en tiempo y espacio, este recurso fue utilizado cada vez más. A fines del siglo II, el cónsul Cayo Mario (tío político de César) no sólo realizó reformas tácticas al sustituir el manípulo por la cohorte como unidad básica de la legión, sino que posibilitó la incorporación a sus filas de los estratos más bajos del censo. Mario prometió
Continúa >>
Shutterstock
Reconstrucción de las fortificaciones romanas erigidas para derrotar a los galos en la batalla de Alesia, Museo de Alesia, Francia
Respecto del asedio de Gergovia, la situación se presentaba ahora más favorable. El área sobre la que surgía la ciudad fortificada era más pequeña y, sobre todo, César disponía ahora nada menos que de diez legiones. Pero era evidente que las ayudas solicitadas por Vercingétorix iban a llegar mucho antes de que los asediadores mostrasen algún signo de debilidad. Por ello, César decidió realizar una de las más grandes empresas de ingeniería militar: una doble línea de trincheras y baluartes, una interna para el ataque contra Alesia, y otra externa para detener el asalto, de hecho previsto como inminente, del ejército de socorro reclutado en el resto de la Galia (Canfora, 2000: 132).
César tomó el mando de las tropas del círculo interno de fortificaciones y puso al comando 8d e Ti t o L a b i e n o l a s d e l e x t e r n o . E l e j é rc i t o d e
8 Cada una de las trincheras medía unos veinte kilómetros de circunferencia; tenían fosos de seis metros de ancho por seis de profundidad, que en la parte externa se habían llenado con agua; las rodeaban zonas sembradas de estacas con puntas de hierro y a lo largo de casi toda la circunferencia se levantó una gran empalizada dotada de torres cada 120 metros para desde ahí disparar con mayor ventaja arcos, ballestas romanas y otras armas arrojadizas.
s o c o r ro – d i c e C é s a r e n l o s C o m e n t a r i o s … – e r a de 250 000 infantes y 80 000 jinetes. Los galos que se hallaban en Alesia trataron de coordinar sus ataques desde la ciudad con los de sus congéneres de afuera. Sin embargo:
La victoria romana se logró, al final, gracias no sólo a la solidez de la doble fortificación, sino también a la jugada decisiva realizada por César en plena batalla: el envío de una parte de la caballería romana por detrás de los recién llegados. Y fue esta caballería la que atacó a su vez por la espalda a los socorredores y los dispersó (Canfora, 2000: 132).
Tras la retirada del ejército de relevo y sabiendo que no había más esperanzas de ayuda, los sit i a d o s s e r i n d i e ro n e l 2 d e s e p tiembre del año 52 y Vercingétorix se entregó a César bajando de su m o n t u r a y d e s p o j á n d o s e d e s u s resplandecientes armas y armadura. El legendario acto de rendic i ó n , e n e l q u e Ve rc i n g é t o r i x e n noblece a César al decirle: “Tú has s i d o m e j o r q u e y o … ” p ro b a b l e mente sólo sea eso, leyenda. Pero, e n t o d o c a s o , C é s a r p re v a l e c i ó , gracias a la excepcional capacidad estratégica y táctica que desplegó durante la guerra y sobre todo en el sitio de Alesia, así como, indudablemente, al colaboracionismo de galos y germanos que él supo muy bien fomentar. Aun así, la pacificación total de las Galias todavía tardó algún tiempo y su romanización sólo sería en realidad completada hasta el siglo I d. C., en los tiempos del emperador Claudio.
Desgraciadamente, no tenemos el punto de vista de galos y germanos sobra la guerra, sus causas, acciones y efectos. Por ello debemos conformarnos con lo que César dice en sus Comentarios…, con lo que de ellos interpretaron los escritores griegos y latinos de la Antigüedad y con lo que sostienen los historiadores modernos al respecto, por ejemplo:
tierras como recompensa a sus legionarios y, a partir de entonces, la soldadesca se vinculó más estrechamente con su general, pues todos los grandes comandantes recurrieron a tal expediente. Las guerras civiles asolaron al Imperio durante casi un siglo, y después muchos emperadores fueron impuestos por el poder de las legiones.
Los legionarios romanos fueron maestros en el manejo de la pala y el pico. Era reglamentario que una legión en campaña construyera cada noche un campamento bien defendido con fosos y terraplenes. Cuando las legiones se estacionaban en algún sitio por periodos largos, los campamentos adquirían mayor organización y atraían a poblaciones no militares, por eso muchos se convirtieron en asentamientos permanentes que dieron origen a ciudades que aún existen. El nombre lati- no de los campamentos militares era castrum, término del que revistadehistoria.es deriva el moderno adjetivo castrense.
Concluyamos citando a William Harris, un experto sobre la guerra al estilo romano:
En muchos aspectos el comportamiento de los romanos se parece al de muchos otros pueblos antiguos no primitivos, aunque hay pocos que hayan mostrado un grado de crueldad tan extremo en la guerra, al mismo tiempo que alcanzaban un alto nivel de cultura política. El imperialismo romano fue en gran parte consecuencia de una conducta bastante racional por parte de los romanos, pero tenía también un origen siniestro e irracional. Una de las características más chocantes de la guerra romana es su regularidad –casi todos los años los romanos emprendían una campaña de violencia masiva contra algún pueblo– y esta regularidad da carácter patológico al fenómeno (apud Keegan, 1995: 324).
El destino quiso que se estableciera un perfecto sincronismo entre las ambiciones personales de César y las tendencias imperialistas de la política romana. El día en que la República puso sus manos en esta parte del país galo que recibe el nombre de la Galia transalpina, se había visto claro que, tarde o temprano, esta dominación terminaría por e x tenderse a la totalidad del territorio habitado por una nación que Roma consideraba como enemiga secular. El ritmo de la conquista podía ser m á s o m e n o s r á p i d o o l e n t o – l o q u e C é s a r h i z o e n d i e z a ñ o s , o t ro s h u b i e r a n n e c e s i t a d o q u i z á s u n s i g l o – , p e ro i n e v i t a b l e m e n t e , s i g u i e n d o , p o r grado o por fuerza, las leyes de su destino histórico, la Galia se encaminaba hacia la pérdida de su independencia nacional y la integración de su territorio en el cuadro del Estado romano (Walter, 1971: 137).
Conclusión
Plinio el viejo, en su Historia natural (escrita entre los años 91 y 99 d. C.), dice que fueron 1.2 millones las víctimas de las masacres de César, a las que califica de grave ultraje causado al género humano. Plutarco redondea las cifras en un millón de muertos y otro de prisioneros esclavizados. Apiano cuenta 400 000 usipetes y téncteros asesinados. Después de ellos, los historiadores han variado no sólo en las cifras ofrecidas sino, más importante quizá, en la valoración final de los resultados de la conquista cesariana. Contra las versiones de la historia favorables, como la de Theodor Mommsen en su Historia de Roma (premio Nobel de Literatura en 1902), otras voces se han levantado para señalar la vastedad del etnocidio, por ejemplo:
La Galia, el mundo celta, fue así sometida con la violencia y el genocidio, dentro del perímetro de la «civilización» romana. Sólo alguien como Napoleón III podía al mismo tiempo exaltar a César (y casi identificarse con él) y alzar monumentos a Vercingétorix. La reacción y la denuncia de la pérdida de vidas humanas y de civilización representada por este genocidio se debe, entre otros, al mayor historiador de la Galia, a Camille Jullian, el cual ha destacado el desarrollo autónomo de la civilización celta truncado por la conquista cesariana. No es un modo de inventarse «otra historia» que no existió: es sólo un modo de evitar rebasar la historia de la conquista romana con el canto coral sobre la fatalidad del imperialismo (Canfora, 2000: 141).
Referencias
CANFORA, L. (2000). Julio César. Un dictador democrático. Barcelona: Ariel.
GRIMAL, P. (comp.) (1974). La formación del Imperio romano.
El mundo mediterráneo en la Edad Antigua, III. México: Siglo XXI Editores (Historia Universal Siglo XXI, vol. 7). KEEGAN, J. (1995). Historia de la guerra. Barcelona: Editorial
Planeta.
SUETONIO, 1966: Vidas de los doce césares. México: W. M. Jackson Inc. editores (Clásicos Jackson vol. 5). WALTER, G. (1971). Julio César. Barcelona: Ediciones Grijalbo (Biografías Gandesa).