Buxi Revista de Bibliofilia. 2

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5evista de %ibliofilia Se acab贸 de imprimir en M茅xico Diciembre 2010 1,000 ejemplares numerados

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ÍNDICE EL PAPEL DEL PAPEL Vicente Quirarte HYPNEROTOMACHIA POLIPHILI Un sueño que cumple quinientos años

Pilar Pedraza EL BIBLIÓMANO Charles Nodier LA INVENCIÓN DEL PAPEL Svend Dahl BREVE TRATADO SOBRE LA ENCUADERNACIÓN Joseph William Zaehnsdorf ANTONIO DE ESPINOSA El segundo impresor mexicano

Alexandre A. M. Stols

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Diciembre 2010

Reserva de derechos al uso exclusivo de título 04-2010-031017534800-102 México


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5evista de %ibliofilia Año: Primero - Número: 2

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Diciembre 2010 México

*UDEDGR Buxi Revista de Bibliofilia es una publicación trimestral. Tiraje: 1,000 ejemplares numerados Editor responsable: Héctor Fernández Gascón Dirección: Pedregoso 15 Coyoacán México, DF CP 04321 México

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Teléfono: 5554-9589 edbuxi@hotmail.com

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Derechos Reservados: Héctor Fernández Gascón. Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la portada, puede reproducirse, almacenarse o transmitirse de ninguna forma ni por ningún medio sin previa autorización.

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EL PAPEL DEL PAPEL Vicente Quirarte El papel está en todas partes. Acompaña cada momento, grave o fútil, de nuestra vida privada o pública. Fija y transmite: es la memoria de la lengua y de la nación. El papel atestigua: es la prueba y el derecho. Circula, comunica: es el soporte esencial de los lazos intelectuales y económicos de nuestro tiempo. El papel viste, condiciona: es la seducción del producto, el alma de la sociedad de consumo. Pierre-Marc de Biasi

s flexible, es sólido, es ligero. Fuerte como la memoria, existe en nuestra vida desde antes de que tengamos uso de razón. Sobre él se registran nuestros primeros hechos sobre el planeta. En uno similar se da cuenta del fin de nuestra aventura. Acompaña a nuestro nacimiento y sin su existencia no somos para el mundo. Se parece a su nombre, limpio y breve, labial y líquido: papel. Transformado en plural, adquiere peso, poder, prestigio, Sus papeles, exige la autoridad desde sus múltiples rostros como justificación de nuestros actos rituales o de aquellos que, voluntariamente, realizamos para la modificación de la realidad. Los papeles de un escritor son tan vitales como los papeles de un financiero. Cada uno defenderá hasta la muerte el valor y la vigencia de ambos. Como advierte Roland Barthes, la escritura autógrafa es la cercanía más próxima que el lector puede tener con el cuerpo del que escribe. Desde la mano que en la caverna de Lascaux imprimió su huella para dejar testimonio del paso de su dueño, la humanidad se ha empeñado en encontrar materiales y soportes que guarden de mejor manera los signos de la comunidad que en ellos se reconoce. En el tercer milenio, y a pesar del avance asombroso de las comunicaciones electrónicas, no podemos concebir una sociedad sin papel. Hasta ahora, nadie ha demostrado que los medios electrónicos tengan garantizada su existencia futura. En cambio, la odisea del papel ha resistido el paso de los siglos. Otros materiales han tenido, en el uso corriente, una vida igualmente prolongada. El papiro, fabricado a partir de una planta que crece a orillas del río Nilo, fue utilizado desde el tercer siglo de nuestra era hasta una bula papal del siglo XIII. Ocupa, prácticamente, toda la historia de la antigüedad. Los griegos lo denominaron Biblos porque tal era el nombre de la ciudad fenicia desde la cual se exportaba el artículo. De ahí se deriva la palabra Biblia, que significa El Libro, y el resto de la etimologías que tienen relación con su universo. El libro impreso, tal como hoy lo concebimos y que transformó radicalmente el uso del papel, tiene entre nosotros un poco más de 500 años. Sobre papel trazó Leonardo da Vinci bocetos de máquinas voladoras. En un material semejante,

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gió la Bibliothèque de l'Arsenal. Promovió el nacimiento del Romanticismo en Francia. En 1833 es elegido miembro de la Academia Francesa y funda el Bulletin du Bibliophile. En 1843 es nombrado miembro de la Legión de Honor. Por su tertulia pasaron Alfred de Musset, Alejandro Dumas, Théophile Gautier, Alfred de Vigny. De personalidad magnética y encantadora, Nodier fue para la literatura francesa lo que Poe fue para la inglesa. Su obra ha perdurado en el tiempo, es mayormente narrativa y de corte sobrenatural, predominando en ella un atractivo tono añejo. Entre sus textos están: La monja sangrienta, El vampiro ArnoldPaul, El espectro de Olivier, Las aventuras de Thibaud de la Jacquière, El tesoro del diablo, El aparecido rojo, El bibliómano.

DIRECTORIO PILAR PEDRAZA. Es doctora en Historia, profesora de Historia del Arte en la Universidad de Valencia y escritora. Ha traducido y editado obras enigmáticas del Renacimiento, como el Sueño de Polifilo (Acantilado, 1999), el Tratado de Arquitectura de Filarete o La fuga de Atalanta. Hasta el momento ha publicado ocho novelas, entre ellas Las joyas de la serpiente, La fase del rubí, Las novias inmóviles, Piel de Sátiro, Arcano trece y La perra de Alejandría, además de numerosos ensayos sobre cine y sobre lo femenino en la cultura, así como diversas antologías. En 2004 se encargó, junto con Roger Bartra, de la exposición El salvaje europeo, producida por el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona.

ALEXANDRE A. M. STOLS (1900-1973). Editor, diseñador tipográfico y bibliógrafo holandés. Nace en Maastricht, hijo de impresor y amigo cercano de Charles Nypels quién lo introdujo al estudio de los “libros bellos”. Bajo la firma de A.A.M. STOLS llegó a publicar más de 1,000 ediciones en menos de 4 décadas lo que lo convirtió en el impresor más prominente de su país. Uno de sus mayores logros fue la publicación de la espléndida revista tipográfica Halcyon. En 1951 llega a Ecuador por encargo de la UNESCO y después viaja a México en 1956 donde trabajó como asesor y diseñador en la Escuela de Artes Gráficas y para el Fondo de Cultura Económica.

VICENTE QUIRARTE. Es doctor en Literatura Mexicana por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Fue director general de publicaciones de la UNAM, fundador de la colección El Ala del Tigre y director de la Biblioteca Nacional. Ha recibido el Premio Nacional de Ensayo Literario, el Xavier Villaurrutia, el de Dramaturgia Sergio Magaña y la Distinción Universidad Nacional. Es integrante del Consejo de la Crónica de la Ciudad de México y miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua. Algunos de sus títulos son: La poética del hombre dividido en la obra de Luis Cernuda, Vergüenza de los héroes, Elogio de la calle, Biografía literaria de la Ciudad de México, Del monstruo considerado como una de las bellas artes e Invitación a Gilberto Owen. El fantasma del Hotel Alsace. Los últimos días de Oscar Wilde, Retrato de la joven monstruo y Hay mucho de Penélope en Ulises.

JOSEPH ZAEHNSDORF (1816-1886). Nativo de Budapest llegó a ser uno de los más famosos encuadernadores de Europa. Fundó su taller en Londres en 1842 y floreció creando una gran variedad de encuadernaciones tradicionales e innovadoras. Fue un encuadernador pragmático, su trabajo se caracteriza por la pulcritud y fineza de sus acabados. Su libro The Art of Bookbinding publicado en 1880 se convirtió en la Biblia de la encuadernación siendo una referencia obligada para todo aprendiz del oficio o estudioso del tema.

SVEND DAHL (1887-1963). Fue director de

CHARLES NODIER (1780-1844). Cuentista, la Biblioteca Real de Copenhage y miembro hono-

rario de la Asociación de Bibliotecarios de bibliotecas científicas y académicas. En 1927 escribió Historia del Libro, un texto básico para libreros, editores, bibliotecarios, coleccionistas y aficionados al libro.

poeta, periodista crítico(en 1802 fue encarcelado por publicar el panfleto La Napoléone, en donde critica a Napoleón), entomólogo aficionado, bibliotecario de enorme prestigio y bibliófilo. Diri-

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HYPNEROTOMACHIA POLIPHILI Un sueño que cumple quinientos años

Pilar Pedraza A Santiago Sebastián, in memoriam

l año de 1999 la Hypnerotomachia Poliphili o Sueño de Polifilo (Venecia, 1499) cumplió medio milenio.1 No queremos dejar pasar la ocasión de señalar una vez más su interés, que, como el de todas las grandes obras, crece a medida que se enriquece nuestra visión del Renacimiento. Muy apreciado aunque no siempre bien conocido por los estudiosos del arte y la literatura, es uno de los libros más curiosos y enigmáticos salidos de unas prensas. Todavía está envuelto en misterios: sólo se conoce a su autor por conjeturas,2 se ignora el nombre del artista que diseñó los grabados y la razón que impulsó al mecenas, Leonardo Grassi, a sufragar la edición. El mismo Aldo el Viejo, el impresor, no dejó su nombre más que en el último folio, en una fe de erratas que falta en algunos ejemplares.

Los enigmas de la Hypnerotomachia comienzan en su estructura misma. Se divide en dos libros asimétricos en cuanto a extensión, escritos con distinta técnica literaria y de contenido aparentemente contradictorio, aunque sin duda salieron de la misma pluma. En el primero, el protagonista de ambos, Polifilo, narra un complicado viaje en sueños a través de regiones y construcciones alegóricas de carácter amoroso. En el segundo, que se enmarca dentro del mismo sueño del personaje, el relato está en boca de su amada Polia, que cuenta su propia historia. Cuando la narración de Polia termina, Polifilo despierta y maldice la luz del nuevo día, que le arrebata las delicias y los tormentos del amor. 7


EL BIBLIÓMANO Charles Nodier Todos ustedes saben quién fue el buen Teodoro sobre cuya tumba ahora arrojo flores, rogándole al cielo que la tierra le sea ligera. Con estos dos jirones de frase intento dedicarle algunas páginas de nota necrológica o de oración fúnebre. Desde hacía veinte años que Teodoro se había retirado del mundo para no trabajar o no hacer nada: cuál de estos dos propósitos era el verdadero es un gran secreto. En algo pensaba, pero nadie sabía en qué. Pasaba la vida en medio de libros y ocupado solamente con libros, lo que había hecho que algunos pensasen que estaba componiendo uno que haría que todos los otros fuesen inútiles; pero evidentemente se equivocaban. Él supo aprovechar suficientemente sus estudios y no ignoraba que tal libro ya había sido escrito hace trescientos años; es el decimotercer capítulo del Libro Primero de Rabelais.

Teodoro ya no hablaba, no reía, no se divertía, no comía, no iba al baile ni al teatro. Las mujeres que tanto había amado en su juventud ya no atraían sus miradas, o cuando mucho no les miraba más que a los pies; y si un elegante par de zapatos de colores brillantes atraía su atención: -¡Ay! -exclamaba, arrancando de su pecho un profundo gemido- ¡cuánto cuero fino desperdiciado!

Antaño había seguido la moda; las crónicas de la época nos dicen que fue el primero en anudarse la corbata del lado izquierdo, a pesar de la autoridad de Garat que la anudaba del lado derecho y menospreciando al pueblo que se obstina en anudarla al medio. Teodoro ya no se ocupaba de la moda. Sólo en un una ocasión se peleó con su sastre: -Señor -le dijo un día-, éste es el último traje que recibo de usted si vuelve a olvidarse de cortar los bolsillos in-quarto.

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LA INVENCIÓN DEL PAPEL Svend Dahl l tiempo que el rollo de papiro y el códice de pergamino prosperaban contiguos en las bibliotecas del Imperio romano, se producía en China un invento que más tarde tendría una importancia capital para el libro de Occidente. Los chinos, tras la pira de libros en 213 a. de C. comenzaron a utilizar la seda para los libros, pero naturalmente se trataba de un material costoso, por lo que se intentó la producción de otro, totalmente nuevo, que partiendo de las hilachas de seda, deshechas y maceradas hasta convertirlas en una fina pasta que, después de secarse, daba una especie de papel fino. Pero aún así resultaba demasiado caro para obtener una amplia difusión, por lo que se intentaron métodos más económicos. Según la tradición, el problema se resolvió el año 105 cuando Tsai Lun inventó el papel, al emplear como materia prima, en vez de restos de seda, otros materiales mucho más baratos: cortezas vegetales, en especial fibra de morera, pero también restos de tejido de algodón, viejas redes de pesca, etc. Su invento recibió inmediata aprobación general y no hay duda de que en los primeros siglos siguientes se escribieron numerosos manuscritos sobre papel; pero ninguno se ha conservado de aquellos tiempos. Sven Hedin descubrió en una pequeña ciudad del oasis de Lop-nor, en el desierto del Tibet, unos papeles que quizá sean los más antiguos que existen -se supone que datan de los siglos II al III de nuestra era-, y en el templo de Tun Huang, en Turquistán, se descubrió en una pared una cantidad de manuscritos en papel, parte de los cuales se conserva en el British Museum de Londres, parte en la Bibliothèque Nationale de París; al igual que los libros de papiro, tienen forma de rollos. Durante casi setecientos años consiguieron los chinos mantener en secreto la fabricación del papel, pero cuando los fabricantes chinos cayeron prisioneros de los árabes a mediados del siglo VIII, quedó revelado el secreto y a partir de entonces comenzó la peregrinación del papel a través del imperio árabe, hasta que, hacia 1100, alcanzó Europa, cuando los árabes lo introdujeron en España; entre los primeros lugares de producción se encontraba el centro literario de la época, Toledo, pero el más antiguo conocido se encontraba en las proximidades de Valencia (Játiva), hubo otra fábrica pronto en Gerona y de aquí se propagó a Periñan, Montpellier, Troyes, etc., llevando consigo el vocablo paper (de donde procede fr. Papier). En el siglo XIII aún se confundía el nombre “pergamino de trapo” o “pergamino de paper”. 29


BREVE TRATADO SOBRE LA ENCUADERNACIÓN Joseph William Zaehnsdorf l arte de la encuadernación nos traslada a los tiempos en que las tabletas con jeroglíficos inscritos eran unidas con anillos formando la unión de los volúmenes. Y podríamos ir aún más atrás, cuando las tablillas de arcilla con caracteres cuneiformes eran encapsuladas una dentro de la otra, de modo que si la cubierta de uno se rompía o se dañaba aún quedaba otra cubriéndola; mediante estos cuidados la Historia se ha podido transmitir de generación en generación. Al principio, la unión de las tablillas se hacía con anillos que las entrelazaban y mantenían unidas; más tarde la cubierta simple de piel constituía la cobertura que conservaba el volumen. Posteriormente se empiezan a atar con tiras de pergamino en una línea continua con un nudo en cada extremo. El lector iba desanudando un extremo y enrollando el otro a medida que descubría el texto. Los libros, clasificados por su rareza, su carácter religioso o valor, se guardaban en una caja redonda o en un estuche de tal manera que la biblioteca de la Antigua Jerusalén semejaba más bien una colección de canastos o cilindros. Posteriormente surgió la necesidad de acomodar varias hojas sueltas en un solo paquete uniéndolas por un extremo formando el lomo y cubriendo la totalidad de la obra a manera de protección en su forma mas simple a fin de conservar la hojas en una secuencia determinada. Pienso que la forma más antigua de los libros formados por hojas individuales se encuentra en los libros sagrados de Ceilán, hechos de hojas de palma escritas con una puntilla metálica y unidas con un cordón de seda atado por un extremo de una manera suficientemente floja con el fin de permitir que cada hoja, al descubrirla, quedara expuesta sobre la superficie plana. Para preservar los manuscritos hechos en pergamino o vitela estos simplemente se envolvían en un trozo de piel y eran amarrados con una cuerda. Estos no se ligaban por los extremos sino que se acomodaban en un estuche con unas tablillas de madera que colgaban exteriormente y tenían escrito en ellas el título del texto. 31


ANTONIO DE ESPINOSA El segundo impresor mexicano Alexandre A. M. Stols ntonio de Espinosa, el segundo impresor establecido en la Ciudad de México, nace en Jaén, España entre 1526 y 1532. Aprendió el oficio de impresor, cortador de punzones y grabador. En 1550 se incorporó al taller de Juan Pablos. El uso de tipos romanos y cursivos y de nuevos grabados en madera indica que Antonio de Espinosa tuvo una gran influencia en el desarrollo del taller, lo que se vería ya después del año de 1554, y la mano del cortador de punzones se hizo sentir también por la superación del estilo tipográfico de los libros impresos en el taller de Pablos. Una de las grandes ventajas de que gozaba Juan Pablos consistía en haber obtenido prórroga a la licencia de los Cromberger para ejercer con exclusividad el arte de la imprenta en la Nueva España: el virrey don Antonio de Mendoza le había otorgado el monopolio por ocho años, prolongándolo luego cuatro años más. En la persona de Antonio de Espinosa, buen técnico y hombre inteligente, dejó Pablos entrar en su imprenta al caballo de Troya. No sabemos con certeza cuánto tiempo trabajó Espinosa con él; es casi seguro que después del período 1551-1553 estuviese cuatro años más en México; pero, en el segundo semestre de 1558 estaba ya Espinosa en la Corte de Valladolid. Las gestiones de Espinosa habrán logrado el efecto deseado, porque el 7 de septiembre de 1558 se firma una cédula real estipulando que ni Juan Pablos ni ninguna persona podría impedir que Antonio de Espinosa, Antonio Alvarez, Sebastián Gutiérrez y Juan Rodríguez, todos ellos impresores y vecinos de México, ejercieran el arte de la imprenta en dicha ciudad. Al llegar a México, Espinosa exhibe sus cédulas y las presenta al virrey don Luis de Velasco y a la Real Audiencia el 2 de agosto de 1559, ese mismo año debutaba con un libro de muy buena presentación: la Grammatica de fray Maturino Gilberti, O.F.M., autor muy solicitado, del que antes había impreso Juan Pablos varios libros. Así pues no debió ser muy grato para Juan Pablos encontrarse con que la nueva obra de fray Gilberti se imprimía en el taller de su rival.

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LA BIBLIOTECA MIGUEL LERDO DE TEJADA

República de El Salvador 49 Centro Histórico Ciudad de México

La Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada reúne uno de los acervos bibliográficos más valiosos de América Latina. Además de un núcleo fundamental conformado por las obras de economía tal como fue pensado por sus fundadores, nuestras colecciones comprenden obras y documentos que datan de la etapa novohispana y del México independiente; una de las más completas colecciones de periódicos del siglo XIX; un nutrido acervo de folletería y varias colecciones especiales legadas a esta institución por algunos de nuestros más grandes estudiosos e intelectuales. A ello se suma un creciente número de libros, revistas y periódicos representativos de nuestro tiempo. El propio edificio de la Biblioteca es una obra de enorme valor artístico y documental, situada en el complejo arquitectónico de San Felipe Neri, que data de fines del siglo XVII. Alberga a su vez un mural preparado por Vlady, uno de los más grandes artistas plásticos del México contemporáneo. Desde 1791, año en que el Virrey Juan Vicente de Güemes Pacheco, segundo conde de Revillagigedo, ordena la elaboración de El Libro de Razón General de la Real Hacienda a Fabián de Fonseca y Carlos de Urrutia, da comienzo un esfuerzo institucional por reunir y comprender los testimonios -más tarde acervos completos- de la historia de la Hacienda en México. Ese impulso ha sido fructífero, pues alrededor de esa idea y con suerte diversa la Secretaría de Hacienda ha reunido un acervo de enorme relevancia para documentar -desde un mirador más alto- múltiples aspectos de la historia de la Nación. Al mirar en conjunto el acervo de la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada cada una de las partes que lo integran adquiere un valor especial. El Fondo Histórico de Hacienda Antonio Ortiz Mena -que se conserva en la antigua sala de fundición de la Casa de Moneda de México en Palacio Nacional- es hoy en día el depósito mas amplio de noticias sobre la Hacienda Pública en México. Es difícil exagerar, por otra parte, la riqueza e importancia del Fondo Reservado de la Biblioteca, con obras del siglo XVI al XIX, formado no sólo por iniciativa de la propia administración, sino también por la incorporación de fondos conventuales franciscanos y jesuitas, entre otros. Las voces y autores de nuestro catálogo es un compendio de luz y maravillas: Esteban de Terreros y Pando, Emmanuel Tesauro, Jerónimo de San José, Francisco de Burgoa, Jerónimo Castillo de Bovadilla, Francisco Clavijero, Francisco de Florencia, Lorenzo Hervas y Pandero, Jorge Horno, Justo Lipsio, Juan de Mariana, Juan Navarro, Juan Antonio Pe45


Un libro es una cosa entre las cosas, un volumen perdido entre los volĂşmenes que pueblan en el indiferente universo, hasta que da con el lector, con el hombre destinado a sus sĂ­mbolos.

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