Bruma norteña (1926) Romancero del mar (1930) El poema de mi gratitud (1930) Maretazos (1947) Barlovento (1951) Seis de los santos lugares del poeta (1956) Bronces de mi costa (1956) Nuevos maretazos (1974) Rumbos de libertad y Proa a la muerte (1985)
José Ramón Saiz Viadero
Ayuntamiento de Comillas
Jesús Cancio
ancero del mar
Los poemas recogidos en BRUMA NORTEÑA están concebidos en similar línea argumental y sonora de la de aquellos ya dados a conocer, y han sido añadidos a su trabajo creativo manteniendo activa su obsesión por la presencia del mar y de las gentes que de él viven y que por él mueren. “Empapados por el oleaje violento y grandioso, los marinos de vela y remo, combatientes a la antigua, se someten al capricho del gran dominador, siempre acechante la muerte bajo la espuma”, ha escrito Jesús Lázaro rememorando la gesta cantada por la pluma de Cancio.
Olas y Cantiles (1921)
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Obra poética:
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Jesús Cancio
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Salvador Jesús Cancio Corona nació en la villa de Comillas a las seis de la mañana del día 8 de diciembre de 1885 y falleció en Polanco hacia las dos de la tarde del 23 de agosto de 1961. Tendría solamente 10 años cuando, accediendo a los deseos maternos y defraudando las ilusiones paternas de hacerle marino, ingresó en el Seminario de Monte Corbán. Pero la aparición de una violenta enfermedad que, andando el tiempo se cobraría la vista del poeta, le obligó a desistir de los estudios eclesiásticos cuando apenas había cumplido los 16 años. Su primer libro, publicado en 1921, es Olas y Cantiles, donde ya se revela Cancio como uno de los grandes cantores del mar. En sus libros de antes de la guerra civil aparece su preocupación por los tipos y ambientes marineros, en poemas largos, predominando el romance con marcado ritmo modernista, unido a la musicalidad de un verso con el aire popular en la composición. Los azares de la guerra y su militancia republicana llevaron al poeta a un encarcelamiento tan penoso como injusto. Cancio fue denunciado por rojo peligroso, sin tener en cuenta ni su ceguera, ni el hecho de que siendo concejal de la villa hubiera contribuido grandemente a que se respetara el templo y las imágenes religiosas. Pudo más ante sus delatores y jueces su militancia talante que su carácter bondadoso y pacífico, y al ser desterrado en Madrid y Bilbao ya nunca más regresará a su villa natal.
Desde muy niño, recuerdo con una emoción siempre nueva aquellas noches tristemente magníficas de invierno en que mi madre, al sentir el azote cruel de la cellisca, me dormía rezando por los navegantes del mar y tierra. A ella y a los peregrinos del arte, navegantes eternos de un mar sin orillas y de una tierra sin horizontes, brindo mi “Romancero”. Jesús Cancio
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TÍTULO: Romancero del mar AUTOR: Jesús Cancio COORD. DE LA COLECCIÓN: José Ramón Saiz Viadero ILUSTRACIONES: Ricardo Bernardo © De los textos: Herederos de Jesús Cancio y José Ramón Saiz Viadero. © De las ilustraciones: Ricardo Bernardo © De la edición: Cantabria Tradicional, S. L. EDICIÓN: Cantabria Tradicional, S. L. (Santander) DISEÑO Y MAQUETACIÓN: Consultoría Creativa IMPRESIÓN: Gráficas Quinzaños (Torrelavega) 1ª edición, Santander octubre 1930 Edición actual, junio de 2011 ISBN: 978-84-15112-08-2 D.L.: SA-486-2011
Índice
Presentación...................................................................................... 09 Por José Ramón Saiz Viadero
Romance de la fragata blanca.................................................. 19 Romance de la mañana de mayo............................................ 23 Romance del patache abandonado....................................... 27 Romancillo de la sirena y el grumete................................... 31 Romance de la luna y de la nave............................................ 37 Romancillo del invierno y del amor...................................... 41 Mi romance de grumete a la Virgen del Carmen............. 47 Romance del mar y de la aldea............................................... 53 El romance de las olas.................................................................. 57 Romance del bergantín goleta................................................. 61 Romance de luz y sombra.......................................................... 65 Romance del amor marinero.................................................... 69 Romance de la lancha sola........................................................ 73 Romance de la vieja trainera..................................................... 77 El POEMA DE MI GRATITUD.............................................. 83 Salutación........................................................................................... 83 Parábola.............................................................................................. 83
Mi testamento................................................................................... 86 La leyenda de mi escudo............................................................. 87 Romancillo del solar de mis romances................................ 87
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LA CONSOLIDACIÓN DE UN POETA: RECONOCIMIENTO Y HOMENAJE POPULAR J. R. Saiz Viadero Aunque no se diga en lugar alguno, este libro se compone de dos partes distintas y a la vez complementarias, a las cuales el albur ha querido unir y, de paso, darlo a la imprenta sin coste alguno para sus generosos editores (Laureano Miranda y Ricardo Bernardo), ni tampoco retribución para el autor de sus contenidos. En este su tercer libro, de nombre Romancero del mar, Jesús Cancio desecha la visión marcadamente costumbrista reflejada en Bruma norteña, con su léxico premeditadamente localista, para optar, en palabras del profesor Lázaro Serrano, por un verso lorquiano y emotivo, preludio de la que será su última época en paz. Va seguido de un apéndice titulado “El poema de mi gratitud”, muy breve y espontáneo en su concepción. Al final de la edición original se informaba al lector que su primer libro, Olas y Cantiles, ya se hallaba agotado, mencionándose de paso una segunda edición de Bruma Norteña que desconocemos, además de anunciarse los dos volúmenes que forman su otra obra –esta vez en prosa- titulada Del Solar y de la Raza, escrita en colaboración con el investigador cánta-
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bro Adriano García-Lomas (1881-1972) y publicada entre los años 1928 y 1931, aunque algunos avances de sus contenidos ya habían sido dados a conocer en la prensa con bastante anterioridad(1). Cuando el Romancero del mar ve la luz impreso, su autor también ha publicado en periódicos y revistas algunos de los poemas seleccionados bajo el título genérico de Maretazos, anunciado como el de un libro en preparación(2). La publicación de Romancero del Mar fue concebida como el colofón del homenaje nacional ofrecido a Jesús Cancio en la villa de Comillas el día 31 de agosto de 1930. En realidad, un grupo de amigos y vecinos suyos ya le había dedicado una función de homenaje en el TeatroCine Covadonga en el mes de enero de aquel mismo año, obteniendo con la misma un gran éxito de participación. Dos obritas se representaron entonces, siguiendo de esa manera la tarea que tan popular había hecho a Cancio en la década anterior entre sus paisanos: un monólogo titulado El doctor Betuna, del escritor costumbrista afincado en Torrelavega Hermilio Alcalde del Río, cuya declamación corrió a cargo del joven actor torrelaveguense Rufino Fernández Abascal, y la zarzuela Gigantes y cabezudos, original de Caballero y Echegaray, puesta en escena por un grupo de aficionados y aficionadas locales, bajo la dirección del maestro concertador Demetrio Abín. Como final de lo que constituyó una fiesta intervino la mezzosoprano Pura Rubayo de Bedoya, interpretando la versión hecha por el mismo Abín del poema de Cancio “La voz del mar”(3). Con sólo dos libros publicados pero menudeando sus colaboraciones poéticas en la prensa local y nacional, Cancio
(1) Vid. "Del paisaje y de la tradición de la Montaña", El diario montañés, Santander 10 de mayo de 1927; "Vírgenes marineras. La del Remedio de Ruiloba", El diario montañés, Santander 25 de abril de 1928, p. 4. (2) Véase a partir del 17 de enero de 1929 y hasta marzo de 1930 en las páginas de El diario montañés. (3) Un veterano de Campíos: “El homenaje a Cancio. Un acontecimiento teatral en Comillas”, en La Voz de Cantabria, Santander 26 de enero de 1930, p. última.
se había convertido en un referente de la poesía regional. Y, además, de la misma manera que había ganado un concurso en Sevilla, obtuvo otro premio en los Juegos Florales de Valladolid por su composición titulada “Himno a Cantabria”. El número de sus amigos en los ambientes populares y en los medios intelectuales y artísticos crecía considerablemente, y entre aquéllos se encontraba preferentemente el pintor Ricardo Bernardo, quien tendría una participación muy destacada tanto en la edición de Romancero del mar, como en la ilustración de las páginas del mismo. El poeta le recompensará con la dedicatoria de uno de sus poemas. Cuando Bernardo y Miranda se encargaron de realizar esta edición decidieron que entre la ya fecunda producción poética canciana era en los romances donde mejor alcanzaba un propósito que había de tener al mar como único y mayor argumento, reflejando el sentimiento amoroso manifestado ante la presencia del mar y de los marineros. Él mismo se había encargado de hacer su propia semblanza, a requerimiento de la escritora Concha Espina, en la cual plasmaba no solamente las particularidades de su vocación marinera, sino también algunas de las angustias que le asaltaban: “He sido un compañero más en cada lancha, y en cuyos paneles, y a cubierto de cuyas lonas he descansado repetidas veces, y en cuyos ranchos he pasado horas felices en franca camaradería con la tripulación. La navegación de altura, la aventura mar adentro, constituyó siempre una de mis mayores ilusiones, y mi andariego espíritu, sufre aún como forzado de galera al sentirme atado a la orilla, por lo endeble y enfermizo de la nave en que Dios ha querido enrolarme. Como si viese en ello un símbolo del mar de mi amargura y de la sombra tristísima de mis ojos, es para mí el mar y la noche lo más grande, lo más emotivo y sublime de la naturaleza. Soy un enamorado de la poesía popular, por la fluidez, naturalidad y pureza de sentimientos que hay en una bella copla del pueblo.
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Por las circunstancias especiales que en mí concurren, más que un literato, soy algo así como un ciego que toca de oído, que hace cantares de sus tristezas y de sus emociones, para alegrar en lo posible la noche de su vida y satisfacer a un tiempo, un deseo tan íntimo como irresistible”(4).
Pero aún faltaba hacer extensivo a nivel nacional en forma de homenaje popular el afecto general del que en su entorno gozaba, precisamente en aquellos momentos en que la villa todavía rezuma el fervor popular que llena de forasteros sus calles durante las vacaciones estivales. Su primo, Luis Corona recuerda cuanto se refiere a los prolegómenos del homenaje, con la concesión por parte del Ayuntamiento del título de hijo predilecto de la villa. Ahí es cuando comienza a circular la anécdota referida al comentario premonitorio atribuido al poeta con motivo de tan fausto acontecimiento: “Hay que tener mucho cuidado, porque un día te hacen hijo predilecto y al otro te llaman hijo de puta”(5). La comisión que preparó el homenaje estaba compuesta por algunos de sus amigos y por relevantes autoridades que formaban parte del entorno admirativo concitado por Cancio durante los últimos años de la dictadura de Primo de Rivera, constituida ya en ese momento en dictablanda. La presidían el conde de Güell y el marqués de Movellán, y entre sus componentes se encontraban el alcalde Manuel Solís, el inevitable amigo boticario Victorino Sainz, así como Pablo Azcárate, Paulino Moro, Fernando Arnáiz y Ángel Noriega. Todos ellos acudieron a un banquete celebrado en el Real Golf Club de Oyambre, en el transcurso del cual pudieron escucharse palabras descriptivas acerca de la personalidad del poeta leídas por el escritor José María Díaz de Quijano, continuador de una saga comillana de músicos y literatos:
(4) De la autobiografía epistolar enviada el 31 de enero de 1929 a la escritora Concha Espina e incluida por L. Corona en su libro Nuevos maretazos. Otras últimas poesías y unas más de antaño y la Biografía íntima del poeta del mar, Bilbao 1974, pp. 18-131. (5) No ha sido posible localizar el acuerdo municipal que certifique tal nombramiento referido por Luis Corona. La pérdida de documentación institucional dificulta esta búsqueda.
“Cuerpo enteco, vivaz y menudo, casi desarbolado, paso huidizo como de pájaro acuático, los ojos con luz difusa y sobre la frente angosta, la greña corta y gris, como un espumarajo que le hubiese saltado de una ola. Insignificante, sencillo, desaliñado y borroso en su deambular ligero por las pinas cuestas comillanas, por fondo la oscura y alta y maciza fachada de la iglesia parroquial”(6).
Para entonces Cancio era ya un personaje lo suficientemente conocido y valorado como para hacerse acreedor del tributo de gratitud de su villa natal. Un tributo en forma de reconocimiento general por la publicación de una obra que denota el amor a Comillas y la pasión que por sus tipos marineros se encierra en unos poemas que habían ido difundiéndose en los medios periodísticos provinciales y nacionales, incluso en las revistas de la emigración americana, y que por su tono coherente fueron seleccionados para dar cuerpo a un libro dedicado a cantar al mar y a esas gentes que de su riqueza viven pero que, como consecuencia de su fiereza, a menudo también mueren. Será precisamente el puerto pesquero comillano el escenario elegido para que, cuando llegue el homenaje preparado con tanto empeño por sus convecinos, el poeta pueda sentir el peso emotivo de palabras como estas destinadas a reflejar la modestia de su persona: “Es el narrador chancero de jovial donaire, el bufón imperial del pueblo desencarnando sus parodias, aquel a quien todos tutean y a quien todos –del cura al marinero, del indiano a la moza– llaman Chus. Muchacho siempre, se suceden las generaciones, le pasan, y él sigue siendo el decidor alegre de la villa, el buen chico, amigo joven de todo el vecindario, que charla, charla y charla, monocorde y zumbón, va captando con vis genial la caricatura de cuanto le rodean y le quieren”(7).
(6) Extracto del discurso titulado “Metamorfosis del Mar y de su Poeta”, publicado por Luis Corona en su libro citado, pp. 123 y ss. (7) Íbidem, p. 125.
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Magnífico retrato de este Chus devenido en Cancio, sin por ello dejar de ser Chus. Recuerdan sus contemporáneos, y así lo recogió la prensa, que para proporcionar un mayor realce a la celebración del acto público de su homenaje acudió a la villa el entonces gobernador civil, Juan Díaz-Caneja, pronunciando el discurso de rigor y haciendo entrega al abrumado poeta de un álbum de rica presentación en el cual se recogían manuscritos y pinturas a él dedicadas expresamente por los escritores y pintores montañeses, asturianos, gallegos, vascos y madrileños: un amplio grupo de intelectuales y artistas vizcaínos, formado por 21 escritores, 14 pintores, 6 escultores y 3 músicos, había enviado su adhesión al homenaje(8). Y finalizó el poncio su intervención con las siguientes palabras dirigidas a los presentes: “Aquí habrá habido grandes hombres, personas dignísimas. Tenéis palacios y tenéis riquezas en la villa de los Arzobispos, unida al mismo tiempo con el pueblo de pescadores; pero tenéis algo más, tenéis un gran poeta. El pueblo que tiene un poeta es un pueblo elegido. El pueblo que canta, siguiendo los impulsos de su poeta es un pueblo que no muere”. Los pescadores no quisieron permanecer ajenos a la celebración de este acto y, en la misma playa de Comillas, un representante de su Cabildo hizo entrega al poeta de una maqueta representativa de una fragata de medio metro de eslora, construida por el artesano local Ángel García, cuya efigie le acompañará hasta sus últimos momentos en “Villa Antonia”, la residencia de la familia Corona en Polanco. La rapsoda infantil torrelaveguense Rosita Muñoz y la actriz santanderina Rosarito Iglesias se unieron a las voces que hasta entonces habían declamado los poemas de Cancio (Matilde Zapata, Mariano Izábal, Pío Muriedas…), recitando algunas de sus poesías, siendo el acto amenizado por la Banda Municipal de Torrelavega, al frente de la cual se encontraba su director el
(8) “Una nota. La aportación de Vizcaya al homenaje a Cancio”, en La voz de Cantabria, Santander 31 de mayo de 1930, p. última.
maestro Lucio Lázaro. Finalizó el homenaje con la intervención de la Coral cabezonense “Voces cántabras”, interpretando alguna versión musicada de los poemas de Cancio. Fue una jornada espléndida la celebrada en un entorno bautizado por el periodista-poeta José del Río Sainz como “la Arcadia cosmopolita”(9); emotiva por todos los conceptos, excepcional para el poeta y también para los comillanos, preludio además de una serie de cambios que, una vez superado el verano y transcurridos solamente unos meses, se iban a producir en la vida del país y, cómo no, en el destino del poeta ahora festejado, quien cerró el festejo con breves palabras de agradecimiento: “Para mí las dos maravillas más grandes de la Naturaleza son el mar y la noche. Sin duda por la analogía que guardan con la amargura de mis vida y la tiniebla de mis ojos. Con la emoción que estas dos cosas me producen os juro que mis palabras, más que sonidos, son latidos acendrados del corazón, de mi gratitud, que guardaré eternamente, por esta prueba de cariño que debo a vuestra bondad y en modo alguno a mis escasos méritos literarios. Y ante el mar de mis amores y a golpes de corazón os juro que nunca me sentí más orgulloso de ser montañés y comillano que hoy”(10).
(9) Pick: “Comillas o la Arcadia cosmopolita”, en La voz de Cantabria, Santander 23 de agosto de 1930, pp. 1-2. (10) Palabras de Cancio reproducidas en La voz de Cantabria, Santander 2 de septiembre de 1930, p. 2.
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ROMANCE DE LA FRAGATA BLANCA En recuerdo de mi padre, veterano marino de vela, a quien debo la bendita locura de mi pasión por el mar.
Era un cisne de cien alas volando sobre la mar. De mis tempranas pupilas por el claro ventanal, le seguía desde tierra mi infantil curiosidad, le seguía mar adentro, mar adentro sin cesar. ¡Qué alegría ir en la popa junto al viejo capitán, junto al gigante de bronce y de mirada sagaz, y entre el humo de su pipa ver las gaviotas pasar por encima de los palos copiando con ciego afán el magnífico aleteo del ave descomunal, y subir luego a las cofas con el grumete, y cantar aires de piratería, romances de libertad, y bogar, bogar avante, siempre a rumbo, hasta clavar el bauprés, el fino pico, como una lanza triunfal, como un pendón de Castilla, de los del Gran Capitán, en la ribera bendita de un mundo, nuevo, ideal!...
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Era un cisne gigantesco volando sobre la mar. Pasó tan cerca de tierra, que yo temí que al orzar hiriera el blanco pantoque con el negro peñascal. Se llamaba “María Stella” y era una estrella del mar, que todo quedaba en sombras ante una blancura tal. Era una tibia mañana del claro mes de San Juan, y era el amor en la aldea, y era en el campo la paz, y era en la playa escondida un sereno palpitar, y en mi alma rosa de niño un afán hombre, inmortal, de seguir aquella nave por toda la eternidad, ¡aquel cisne de cien alas que volaba sobre el mar!... De milla en milla, la nave dobló por fin altamar, y el sol de mis alegrías perdió su virginidad, que fue su luz profanada por un eclipse total, por la ausencia de un cariño que no he podido olvidar. Fragata; fragata blanca del codaste al tajamar… tú que me hiciste poeta, que me enseñaste a soñar,
que me llevaste en tu estela por la azul inmensidad, cisne de un cuento de oro lleno de viento y de sal… ¡fragata! ¡fragata blanca! ¿no te volveré a ver más?...
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