Pascual el dragón descubre la Antártida

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Pascual el dragรณn descubre...

MAX OLIVETTI Dibujos de Quim Bou


¡Hola! Mi nombre es Pascual y vivo en un lejaaaaano planeta... No sé si lo sabéis, pero soy un dragón un poco especial.

Nací sin poder hacer fuego. Qué curioso, ¿no? ¡Un dragón sin fuego! ¡Se habrá visto! ¿Sin fuego he dicho? Bueno, quizá no es del todo verdad…

Si me concentro un montón, después de mucho intentarlo, a veces me sale una tímida llamita.


Pero… ¿Sabéis cómo se hace fuego? Se tiene que soplar fuerte, ¡muy fuerte! ¿Lo probamos juntos? Venga va, a la de tres: Una, dos y…

¡treEEEs!

¿Eso es todo? ¿Seguro que no puedes soplar más fuerte?

Hombreeeeee… ¡Esto ya es otra cosa!


Pues resulta que un día de mucho viento, estaba yo jugando a dar brincos, arriiiiiba y abaaaaajo, por todos los lados. Hasta que…

¡Puuuum! Conseguí dar el salto más grande de la historia. ¡Ese sí que fue un buen salto!

Justo cuando estaba en el punto más alto, una fuerte racha de viento me envolvió. Je, je, je, ¡y qué divertido fue! El viento me hacía ir por donde quería, muuuuuy, muuuuuy rápido. Os lo digo de verdad, ¿eh?

Al cabo de un buen rato, fui a parar a un bonito planeta de color azul. «¿Qué, adivináis cuál era?»


«Exacto: ¡el planeta Tierra!» Cuando abrí los ojos, vi que era muuuuy diferente al mío. ¡Que frío hacía!

-¿Hola…? Soy Pascual el dragón... Pero, ¿qué ha sido eso? -pregunté.


¡Caray! No os creeréis lo que vi: unos divertidos animalitos que parecían llevar un frac de color negro; que es como una chaqueta, pero mucho más elegante.

«¿A que sabéis qué animalitos eran?»

-¡Ay!, pobrecitos de nosotros… Qué frío pasamos; si nos pudiéramos calentar de alguna forma…


«¡Muy bien! ¡Eran pingüinos!» Pobrecitos… ¡Eso no podía permitirse de ningún modo! Se tenía que solucionar como fuera.

«¿Y qué os parece que podía hacer yo, el bonachón de Pascual, para ayudar a los pingüinos?»

«Piensa que pensarás, que a Pascual ayudarás… Piensa que pensarás, que a Pascuaaaaal… ¡Ayudarááááááás!»


-¡Hombreeee! Ya lo tengo -exclamé-. ¿Y si intento hacer fuego? Venid aquí, curiosos habitantes de este extraño planeta. Si todos me animáis, quizás os pueda ayudar a calentaros junto al fuego.

-¿Qué dice este? ¿Animarle? -preguntó un pingüino que no las tenía todas consigo-. Bueno, parece un dragón bonachón. Venga todos, ¡a animarle sin parangón! -¡Pascuaaaaaal, Pascuaaaaaal, Pascuaaaaaal! Pascual es… ¡un dragón geniaaaaaal!


Y después de decir eso, todos se quedaron mirándome; y para nada me extraña, porque de tanto soplar me puse rojo como un tomate.

-Ay, caray… Es que ahora no me sale… ¡Mecachis! Quizá si me animarais un poquitín más alto… -les dije a los pingüinos. Y fue decirlo y que un animalito, redondito como un barril, saliera del mar.

«¿Sabéis qué animal era?»


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