Ganadores del 1er Concurso Joven de Poesía y Cuento de los Valles del Tuy

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GANADORES DEL

Sistema de Editoriales Regionales

Ministerio del Poder Popular para la Cultura

MIRANDA

e s t ado M i r a n d a




Ganadores del 1er Concurso Joven de PoesĂ­a y Cuento de los Valles del Tuy


© Diario Noticias del Tuy © Fundación Editorial El perro y la rana, 2014 Centro Simón Bolívar, Torre Norte, piso 21, El Silencio, Caracas - Venezuela, 1010. Teléfonos: (0212) 768.8300 / 768.8399. comunicacionesperroyrana@gmail.com www.elperroylarana.gob.ve www.mincultura.gob.ve/mppc/ Sistema Nacional de Imprentas, Miranda Centro de la Diversidad Cultural “San Benito” de Santa Lucía. Municipio Paz Castillo del Estado Bolivariano de Miranda Código Postal: 1215 Teléfonos: 0416-404.79.01 / 04162391724 coordinaciondels.e.r@gmail.com miranda.ser.fepr@gmail.com

Edición al cuidado de Isaac Morales Fernández Diseño: y Diagramación: Jesús Mota Depósito Legal: DC2016001319 ISBN 978-980-14-3625-6 EDITADO EN LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA


El Sistema Nacional de Imprentas Regionales es un proyecto editorial impulsado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, a través de la Fundación Editorial El perro y la rana, en corresponsabilidad con la Red Nacional de Escritores Socialistas de Venezuela. Este sistema se ramifica por todos los estados del país, donde funciona una imprenta que le da paso a la publicación de autoras y autores, principalmente inéditos. Cuenta con un Consejo Editorial integrado en su mayoría por promotoras y promotores de la cultura propia de cada región. Tiene como objetivo fundamental brindar una herramienta esencial en la difusión de ideas y saberes que contribuyan a la consolidación del Poder Popular: el libro, como documento y acervo del pensamiento colectivo.



Veredicto Nosotros, jurado calificador del 1er Concurso Joven de Poesía y Cuento de los Valles del Tuy, coorganizado por el diario Noticias del Tuy y el Sistema de Editoriales Regionales sede Miranda, reunidos el día miércoles 19 de octubre de 2016, luego de leer los textos participantes y deliberar se decidió el siguiente veredicto:

RENGLÓN POESÍA - Se le otorga el 1er premio a los textos firmados con el pseudónimo LEONHART. Cuya autoría corresponde a: LEONAR JOSÉ DELGADO TORREALBA. Por la gran madurez de sus imágenes poéticas, con las cuales logra una excelente estética experimental. - Se le otorga el 2do premio a los textos firmados con el pseudónimo CAMINANTE. Cuya autoría corresponde a: ENDER JOSÉ GUÉDEZ ESPAÑA. Por su manejo consciente y cuidadoso de una poesía muy actual, buscando la forma conversacional.

RENGLÓN CUENTO - Se le otorga el 1er premio al texto firmado con el pseudónimo MENE. Cuya autoría corresponde a: LUIS JOSÉ MIERES PIÑA. Por lograr de manera sobresaliente el manejo de la ficción y el difícil tema del monstruo, con un lenguaje desenfadado y totalmente contemporáneo. - Se le otorga el 2do premio al texto firmado con el pseudónimo ANTHONY. Cuya autoría corresponde a:ARNALDO ANTONIO LIRARES PINZÓN. Por la actualidad y pertinencia temática de su obra, abordando la complejidad de la sexualidad adolescente de manera comprometida. - Se le otorga una Mención Honorífica al texto firmado con el Pseudónimo LEONDRAGÓN. Cuya autoría corresponde a: LEONARDO JOSÉ MONDRAGÓN TESARA. Por la búsqueda de una literatura infantil y pedagógica, con un lenguaje adecuado y en búsqueda de una estructura del texto. Felicitaciones a los ganadores y nuestro reconocimiento para todos los participantes. Julio Valderrey Isaac Morales Fernández Leonardo Delgado



Poesía



POESÍA Y CUENTO DE LOS VALLES DEL TUY

Leonar José Delgado Torrealba

Así como esa melancolía despegada del viento Volver a los condados El mismo noctámbulo bajo la palma, cátedra inerte de cóncavo corazón, lleno de larvas a punto de surgir entre la polvareda Y rueda brozas secas Alma olvidada por aquellos que alguna vez fueron caoba o amarillos Por qué llamar colores a las sombras, por qué llamar colores donde todo es unicolor Sólo es el rol de la ausencia en el viento Llorar es sólo aquel lugar común donde todo vuelve cuando ya se te acaban las opciones del pensamiento, donde estuvo el tablero Aún la nostalgia hace hincapié en que soy un pobre insecto esperando una metamorfosis Separado de Kafka Pero nunca huyendo de su destino

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Cuando te vayas de mí Esperaré en mi funeral Aunque no traigas flores Me conformaré con esa vacua sonrisa que nunca me dejaste tocar Tomaré tus lágrimas deseando que sea el brebaje que ahuyentaría mi no presencia No moveré el resto de mí leeré un poema no sabido y halaré el fuego de las velas para acabar con esos poros que quedaran desconcertados al no saber porque no bebo con ustedes y seguiré castigándome jodidamente debajo de la losa podrida y hedionda donde servirán ese equivocado café un sorbo bastará para escupirles el rostro y gritar que estoy harto de no verme mi aliento empañará su alma y ya podré dormir campante Cuando te vayas de mí “no conseguiré ser malo, pero tampoco amistoso, ni infame, ni honrado, ni un héroe, ni un insecto. -Vivir en un rincón de madera-, tratando de consolarme de la estúpida, inútil excusa de que un hombre inteligente no puede convertirse en nada” Bocetos por cumplir, canciones que aprobar, citas pospuestas. Sólo déjame llorar en mi soledad, déjame recordar ese AMOR que lo fue todo en mi vidorria, quiero aplacarme y entender que no estará solo nunca, siempre tendrá mi alma, siempre la tuvo. Y desde aquí desde lo más alto del gran árbol vigilaré que tus sueños no sean como los míos, que no rompas las almohadas y yo no rasguñe la madera mientras te persigue. Y una vez más estoy celoso de lo feliz que eres sin mí… te recuerdo así de compás y con desasosiego y lamento que ahora sólo estés en un funeral recordando las veces que despertábamos de madrugada a regodearnos de los grandes aguaceros de aquel pueblo que siempre estará presente en el dominio de nuestra garbosa melancolía.

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Dejan huellas mutilan sueños envuelven seres en sus alas Separa piel de poros Secuelas de locura objeto quebrado tacto protervo Odian pasan distraídas sobre mí Inigualables temores Alimento cuerpo y soledad Rosas sobre lino sangre blanco ocre con tonadas púrpuras Vidas pasadas odian mis manos Sombra miedo desaliento “El desconcierto de lo que nunca nos deja de sorprender”. Tu vida suele ser una famosa pintura y aún pasa distante por las narices de los sabuesos, aún te calma pensar que eres un colibrí, te calma saber que en medio del salón puedes llorar como un avestruz, Olvídate, todos hemos perdido

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La primera soledad es tiempo, la segunda los signos. La tercera soledad es distancia, y la cuarta es síntoma. La quinta es el futuro, el cual llega por completo Paul Hoover Nunca supe tu nombre nunca quise escribir sobre ti Paginas que consagraban la mitad de un crimen, me consta que tu perdón fue indecoroso Quise hablar de mí pero aún existo Tal vez recuerdes que fue en vano y me arrepienta más adelante Pude haber conservado un poco de este niño sin embargo hoy la sangre hierve en mi cabeza Puede ser que me equivoqué pero no lo hagas adrede pues sabes que emulaba a un alma genuina Siempre reemplazo los sofismas por la duda El orgullo por la modestia Siempre contemplando detrás del sepulturero Observando las ruinas de rostros…

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Te recuerdo Así como cuando decidiste ser el emulador de mi alma Así como cuando sabes que eres un auténtico hombre de ninguna parte Cuando sabes del olor que tienen mis labios Muchas cosas cerca y lejos de aquí Existen lugares donde las personas pueden ser observadas desde ventanas sangrantes Mágicamente mueren y doblan sus espaldas Se inclinan sobre sus aguas maduran sus labores y cortan a los fieles danzantes Insistentemente juego con los sapos el revólver de mi abuelo y las cortinas de la habitación Todos sabemos que “la vida es un sueño el despertar es lo que nos mata” Estimada Virginia cumpliré con sus deudas a fin de mes Me siento leve como el alma del sapo calculado y bromista

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Donde rocas susurran al oĂ­do Arena clandestina luna llorosa sol agrio Un trovador nocturno atrapado en su retĂłrica llorando sobre el papel Olas que piden ser regresadas a casa No hay secretos bajo un amanecer violeta Calamidades del fuego Hogueras revividas almas mostaza Noble y extravagante Recuerdos fabricados por algebra de soledad Ventanas enjauladas antes los ojos de los humillados Buque ramajes vislumbrados Almohada clandestina ayuda a mi memoria a olvidar mientras recuerdo

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Ender José Guédez España

ROSA NOCTURNA La lluvia me hace pensar en ti, en las horas que pase junto a mi ventana contemplando el firmamento y acariciando las estrellas como a una rosa nocturna, allí el silencio me recuerda las paredes indecentes que fueron testigo de tus besos junto a los míos, tus pétalos vacíos cayeron uno a uno junto a mi cama, fuiste mi amante y mi delirio; y con certeza mi alma errante navega fatua en los recuerdos de tu cuerpo, propiciaste misteriosa un acercamiento infinito, de tus espinas descendieron gotas de armonía, con olor a tierra húmeda, con olor aquella lluvia misteriosa que me hace pensar en ti, y de tu verde enjaulado escapaste como una sombra, para correr mientras te miro, para fundirte con el agua y para desaparecer con las estrellas como rosa nocturna, flor de luna llena.

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Y de la poesía surgí como una sombra, o quizás como un hechizo... y medite en sus brazos abiertos y atados al silencio, acaricie por un segundo tanta locura, y el misterio de este día hizo de tu mirada una ante tantas, fue ahí donde mi lápiz austero se halló envuelto entre tanta tinta. la sobriedad de las horas me trajeron tu nombre a la memoria, fuiste tu mujer quien atravesó los límites del equilibrio, con tus pasos inocentes y tu hermosa voz de ninfa; y yo un simple mortal te amé por un segundo, mientras tus ojos cayeron en mi cuerpo susurrándome al oído poesía, fuego y viento. ¿Cuál es tu nombre? grite con fuerza; y el efecto de tu esencia me condujo a través del tiempo, solo un gesto discreto basto para saber que fuiste tú quien vino a mí con forma de mujer; y en tus manos recite la agonía del silencio y la locura de este día.

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A ti que estas allí donde no te puedo ver Anda poeta, viaja a través del silencio y que tu voz rompa el eco de tu palpitar; conviértete en mil suspiros sin declive, que sea tu grito el que profane las miradas y viole los recuerdos de un jardín sin rosas. anda amigo mío, señor de muchos nombres y eterno amante de las letras conviértete en deseo cuando ya no quede nada. Anda poeta, abraza con tu esencia los segundos del destino, conjuga tus verbos infinitos para alejar los fantasmas y las sombras, Que tus parpados no caigan, cuando la niebla nos bañe con sus pasos. Anda poeta, conjuga tus verbos infinitos como señal de alegría ante el tormento, firma en la pálida esperanza con tu tinta del misterio, sumérgete en los mares del deseo y renace con tu fuego desertor que aquí te espero, con mi puño encendido y mil historias que contarte. Anda amigo mío, señor de muchos nombres regresa pronto que mis lágrimas no cesan ante tu precoz ascenso. 19


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I Me detuve un segundo a mirar el flujo de tu sonrisa, por un instante me hiciste prisionero de tu encanto, tus ojos, dispersos de los míos fijamente se ataron al vacío, pues nuestros cuerpos danzaban ansiosos al compás del viento, mientras el inicio de aquella canción indecente se repetía con demencia, nos tomamos de la mano para escribir una historia, una mañana de mayo, una mañana de aquel mes impreciso, donde la lluvia se funde al silencio, para reprocharle al viento la llegada del invierno. una mañana y un deseo, un acercamiento sin pensar, un misterio hecho polvo y tus ojos, dispersos de los míos fijamente se ataron al vacío. las horas, tus horas y mis horas, lentamente se anidaron al deseo, consumidas gota a gota por aquel vaivén y aquel reflejo del silencio.

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II Me detuve un segundo para mencionar la palabra precisa y agotamos nuestras fuerzas para recitar caricias infinitas consumimos el sudor que descendía del espacio, violamos el recuerdo, y respiramos sin pensar, sin dudar, hasta que el eco de tus gemidos se atenuaba en medio de tanto silencio, de tanto hechizo, de tanta locura, de tanto deseo, tus ojos dispersos de los míos fijamente se ataron al vacío, permitiéndonos amarnos, como niños inocentes, perdón, como dulces niños lindos.

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Te he llevado siempre en mi pecho, amor tierra lejana, de eucaliptos verdes, y de silueta desgarrada por el hambre, te llevo en mi pecho, cada dĂ­a mi esperanza, mi amanecer cautivo y mi soledad renuente, te llevo en mi pecho, amor prisionero del deseo, de rasgos lĂ­vidos he inconforme, de caricias rotas y trazos desvalidos, te llevo en mi pecho, flor cautiva en el desierto, te he llevado siempre en mi pecho, amor tierra lejana, de mirada sosegada y delirios suspicaces, de mil horas y mil tramas, de caminos hilvanados en desequilibrio, mi esperanza, mi pasado, mi presente, nunca te podre olvidar.

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Brilla en silencio brilla con su manto irreversible brilla en tierras lejanas, en mares deshabitados, en confines imprecisos, que llenos de eco irradian esperanza en horizontes desconocidos. brilla desesperada, desolada, brilla en caminos desiertos, brilla sobre corolas marchitas y sobre cánticos fantasmas, nada en su velo de luz. y desde el norte en tierras de otros tiempos ahondada en revirados matices, brilla cerca del astro áureo, sin nombre y desolada, extraña y redundante, llena, a veces menguante, creciente o silente, sobrevive horizontal hasta el sur su manto irreversible, plateado y espumante, etéreo y de la nada invisible como la brisa y traslúcido como el crepúsculo, que abierto atrae sincero nueva luna, nuevo día.

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Hay sombras que acarician el alma con vaivenes infinitos, que desprenden de su manto reflejos inconstantes, que abandonan la calma para nunca regresar, se vuelven tormentos y recuerdos sin memorias, hay sombras que se desprenden de lo amargo, que redundan en la oscuridad, y condenan los misterios, que han de marchitarse con el tiempo, hay caminos que se vuelven sombras y sombras fantasmas de caminos, sueĂąos inconclusos rodeados de inexorable calma, hay sombras que no dejan de ser sombra ante tanto desespero, que abortan caminos de esperanza y que hilvanan nostalgia en corazones aislados hay sombras indiscretas, misteriosas, atrapadas en sueĂąos inconclusos heladas sigilosas, sombras que nunca dejaran de ser sombras.

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Que sería del bronce sin el fuego, hermosa unión que desata infinidades, y qué decir del equilibrio y de la magia, si no existiera tu mirada, resplandor indecente que acorrala mi silencio; que delata mis pasiones y con risa vagabunda que se funde entre mis sabanas, para confundir el deseo con amor, para meditar entre idiomas solitarios y navegar entre ríos de la nada, que sería de las flores sin tu aroma, vehemente sustancia que atrapa los misterios con su inexorable presencia; que te robas la agonía del pasado y renaces de tu esencia, que te fundes en mis sabanas como las olas del mar, y el mar en el infinito, que propicias en las horas un secreto y un mañana, que sería de mis días sin tus palabras precisas, sin tu sonrisa perfecta y sin tu llanto misterioso.

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Anda poeta, viaja a través del silencio y que tu voz rompa el eco de tu palpitar, conviértete en mil suspiros sin declive, que sea tu grito el que profane las miradas, y viole los recuerdos de un jardín sin rosas, anda amigo mio, señor de muchos nombres y eterno amante de las letras, conviértete en deseo cuando ya no queda nada, anda poeta, abraza con esencia los segundos del destino, conjuga tus verbos infinitos para alejar los fantasmas y las sombras, que tus parpados no caigan, cuando la niebla nos bañe con sus pasos, anda poeta, conjuga tus verbos infinitos, como señal de alegría ante el tormento, firma en la pálida esperanza, con tu tinta del misterio, sumérgete en los mares del deseo y renace con tu fuego desertor, que aquí te espero con mi puño encendido y mil historias que contarte, anda amigo mío, señor de muchos nombre, regresa pronto que mis lágrimas no cesan ante tu precoz ascenso. para ti amigo mío que estas éntrelas sombras de mi mente.

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Cuento



POESÍA Y CUENTO DE LOS VALLES DEL TUY

Luis José Mieres Piña

UNA SAYONA INESPERADA Cuando Camila se quedó dormida, Freddy salió de la cama, recogió su ropa y empezó a vestirse en silencio. Dio un respingo en cuanto puso un pie en el suelo frío del cuarto de hotel y, mientras se embutía en los pantalones, saltó de puntillas como si estuviera sobre la superficie de una sartén caliente; y es que si Camila despertaba y lo veía vistiéndose como el que más, pasaría directo al fuego. «¡Apúrate, apúrate!» se dijo, sin dejar de mirar a la figura dormida bajo las sábanas. Se puso la camisa y cuando iba a abotonársela, decidió que lo haría en el pasillo. ¿Dónde estaban los zapatos? Se llevó una mano a la cabeza, con el corazón acelerado. No los veía entre la ropa de Camila que estaba desperdigada por el suelo. Ella se revolvió entre las sábanas, gimiendo entre sueños, cosa que le provocó un sobresalto. Freddy sintió como se le “subían las que te conté” a la garganta. Se quedó plantado donde estaba, tenso de los nervios. Esperó unos cuantos segundos a que ella terminara de despertarse, mientras inventaba una excusa que justificara su huida, pero pasado un momento ni se le ocurrió qué decir ni ella se despertó. Camila dormía profundamente. Freddy ni siquiera se permitió un momento de alivio. Encontró sus zapatos bajo la cama y los cogió de forma apresurada, se los colocó bajo el sobaco y, sosteniéndose los pantalones, salió de la habitación en el más absoluto silencio. Una vez afuera, dejó escapar un largo suspiro de alivio. Empezó a avanzar por el pasillo con una sonrisa pícara en el rostro, poniéndose los zapatos a los golpes y sin amarrarse las trenzas. Mientras se abotonaba la camisa, se dijo a sí mismo que era un desvergonzado, un sin moral y hasta 31


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un perro. Irse así sin más después de unas horas de pasión, como un ladrón cualquiera, no era lo correcto; era vil y egoísta, sin sentimientos. Pensó que, de seguir así, algún día pagaría caro por cometer tales fechorías contra las féminas. No obstante, en cuanto pensó en lo delicioso que había sido tener a aquel bombón entre sus brazos y en lo mucho que había disfrutado poseer a esa morena, se le olvidó cualquier sentimiento de culpa o vergüenza. Se había deleitado y satisfecho su deseo por ella. Le había tenido ganas desde que la vio en la discoteca y, con el objetivo en mente de llevarla a la cama, usó todo su arsenal de seducción para conquistarla. Empezó a bajar las escaleras que llevaban hacia la recepción del hotel, observando la calle oscura a través de un enorme ventanal que abarcaba toda la pared frontal a las escaleras. Había sido fácil convencer a Camila de ir hasta allí. Tanto que daba risa. Sólo bastó con escucharla con atención, dedicarle unas cuantas miradas pícaras y unos tequilas bien cargados. Una estrategia de sobra usada que era infalible y que ya le había dado resultados en el pasado. Con una sonrisa, llegó hasta el lobby y pasó frente a la recepción, donde una lánguida recepcionista se lo quedó mirando con un deje de alarma. –¿Va a tardar mucho? –le preguntó ella. Mascaba chicle de la misma forma que una vaca mascaba pasto. –No, voy a comprar unas cosas para mí y para mi novia –mintió Freddy. Se pasó una mano por el pelo, un hábito inconsciente que hacia cuando mentía. –Son las tres y media de la madrugada –apuntó ella tras mirar su reloj–. ¿Crees que haya algo abierto a esta hora? –La arepera veinticuatro horas de la esquina –replicó Freddy, preguntándose por qué tenía que darle explicaciones a ella–. Y está el Farmatodo de Sabana Grande. La chica se lo quedó mirando con recelo. Al fin dijo: –Lo digo porque la calle es peligrosa a esta hora pues. –Hizo una pausa. Había una pequeña televisión portátil sobre el mostrador de recepción y en la pantalla daban el anuncio de una extraña epidemia de anemia perniciosa extendiéndose por Caracas. Pasaron algunas fotos de varias 32


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víctimas fallecidas, entre las que Freddy reconoció la de una chica con la que había salido hacía tan solo unos días. Abrió bien los ojos al ver su foto. Sin duda era ella; el lunar sobre su labio superior era inconfundible. Recordó su ardoroso encuentro con ella y cómo ésta le había reprochado el que la dejara plantada después. ¿Cómo se llamaba? ¿Érika, Arianna? No recordaba el nombre, pero sí la lección que le quedó después de ese episodio: jamás dejarle tu verdadero número de teléfono a una “jevita que cuadres” en la calle. –Eso está dando mucho –dijo la recepcionista, sacándole de sus pensamientos–. Da hasta miedo salir a la calle así. A los conocidos de una tía que vive en el barrio están sufriendo de eso… –se persignó–. Y todos esos muertos… Era una lástima por Érika… o Arianna, porque estaba buenísima. –Claro –Freddy estaba incómodo–. ¿Puedes abrir, por favor? La recepcionista hizo un mohín ante lo antiparabólico de Freddy y presionó un botón para abrir el seguro de la puerta. El mecanismo emitió un chasquido y con un “gracias” el joven salió del hotel hacia la fría noche caraqueña. Comenzó a caminar a paso rápido para alejarse de allí pronto, recorriendo un tramo de avenida sumido en completa oscuridad. Había muchos árboles en cada acera y la distancia entre cada poste de luz era larga, lo que permitía enormes trechos de penumbra. A cada lado de la calle había diferentes hoteles, cada cual peor que el anterior, con porteros ante las puertas anunciando precios bajos por la estadía de una noche, con la esperanza de atraer clientela. En algunos tramos, las prostitutas esperaban junto a la acera, contoneando sus voluptuosos cuerpos para atraer a algún conductor nocturno ávido de una pequeña aventura. Freddy se volvió sobre su hombro. Camila no venía tras él, al menos. Se permitió aminorar el paso, eso sí, cuidando sus espaldas de que no le saliera al encuentro un malandro. Iba sonriendo de oreja a oreja, celebrando su sinvergüenzura. Otra más había caído en su red de seducción. Se sentía pletórico, el latin lover, pues. Por suerte no tendría que rendirle cuentas, pues le había dado un número falso para así evitar que le molestase. Pensó, mientras pasaba junto a la fachada de otro hotel rumbo a Plaza Venezuela, que la 33


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recepcionista casi le arruina la noche. No quiso ni pensar en lo que habría pasado de haberse tardado más tiempo en la recepción. «¿Y mencionar lo de la epidemia?» resopló ante eso. «¿Cuál epidemia?» Freddy tuvo que admitir que muy poco sabía al respecto. Su vida se centraba en su trabajo como mesonero, “cuadrar jevitas” y salir con ellas para luego llevárselas a la cama. No vivía para nada más y toda su atención y energía estaba centrada en eso. Lo poco que sabía de dicha epidemia es que se había iniciado con la llegada de un buque mercante al puerto de La Guaira, proveniente de no sabía qué país europeo y cuyos pasajeros fueron encontrados muertos. Cosa rara, pues no se encontraron indicios de que hubieran sido asesinados. Lo único que compartían todos los difuntos era el hecho de que habían dejado sus cuerpos sin una gota de sangre. Después de esa noticia, a los pocos días empezaron a aparecer casos similares en Caracas. Casos de personas encontradas muertas y sin ni una sola gota de sangre en sus cuerpos. Cuando el número de casos se hizo crítico, declararon que era una epidemia y tomaron medidas para prevenirla. Hasta ahí era todo lo que sabía Freddy, aunque poco le importaba. Cuando salió con Lucy, una “come-gatos” que estaba más buena que chuparse los dedos, esta le comentó algo respecto a ese asunto que le causó mucha curiosidad. –Son vampiros –le había dicho hacía algunos días, en un bar al que la había llevado–. He escuchado por ahí que lo que causa esa anemia son vampiros. Freddy la había mirado entre incrédulo y divertido. –¿Un vampiro? ¿Es en serio? Ella dio un sorbo a su cerveza. –¡Sí, vale! Sólo un vampiro pudo haber causado las muertes en el barco que llegó a La Guaira. Los muertos revivieron como vampiros y ahora se están propagando –hizo gesto de acomodarse los lentes sobre el puente de su nariz como toda una intelectual–. Lo leí en un portal de internet que sigue de cerca el asunto. –Ajá… ¿Y por qué habría de venir un vampiro a Venezuela? 34


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–¿Alimentarse? –En Venezuela… –Creo que expandirse también. Freddy hizo una mueca. –¡Piénsalo bien! –insistió ella, a todas luces emocionada por explicarle con detalle todo el meollo. Hasta se inclinó un poco más cerca de él. Freddy sabía que cuando una mujer demostraba esa clase de interés por compartir era porque estaba atraída hacia él. Cuando se mostraban más vulnerables, por así decirlo, era más fácil seducirlas–. Los que murieron por el vampiro original volvieron de sus tumbas para visitar a sus familiares; estos a su vez murieron y revivieron para visitar a sus conocidos… repitiendo el ciclo. ¿Acaso nunca leíste Drácula de Bram Stoker? Lo único que Freddy había leído en su vida era El principito en primaria. Por supuesto, Freddy no hizo más caso a esas palabras de lo que realmente ameritaban y se olvidó de ellas en cuanto tuvo a Lucy debajo de él y la hacía repetir su nombre a medida que la penetraba. Era una teoría absurda. ¿Vampiros en Venezuela? ¿Por qué se molestaría Drácula en venir? En cuanto pusiera el pie en un barrio y tratase de inclinarse sobre la novia de algún malandro recibiría tantos tiros que quedaría hecho un colador. El pensamiento le hizo reír. Le “chalequearían” en caso de echársele a un tipo, llamándolo “Párgula” o le preguntarían dónde había dejado al “malandro cagao” después de llevarlo en su carro. ¿Quién le tomaría en serio en Venezuela? Freddy fue riéndose calle arriba, sin percatarse de la ligera niebla que se estaba formando a su alrededor. Se olvidó del tema del vampiro y se enfocó en llegar a Plaza Venezuela para tomar un taxi e irse a su casa a dormir. Mañana sería otro día y, quizá, habría otra conquista nueva. Nunca se sabía. Empezó a hacer un poco de frío y la niebla, arreciada por el viento, se arremolinaba en torno a los postes de luz, impidiendo ver casi nada de la avenida más adelante. El silbido del viento traía susurros extraños a los oídos del joven, que empezó a sentirse un poco nervioso. Volvió a mirar sobre su hombro, esperando ver a Camila, pero no vio a nadie. De hecho, no había 35


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absolutamente nadie en la calle. Ni siquiera se había fijado que ya no pasaban coches y que había un silencio ominoso en el ambiente. Freddy tragó saliva con pesadez. ¡Mierda! En el cielo, la luna brillaba con intensidad, como un ojo blanco y maligno que iba siguiendo cada uno de sus pasos. Decidió caminar más rápido para llegar a la avenida frente a la arepera veinticuatro horas. Una vez estuviese allí, se sentiría más tranquilo. Sí. –¿Freddy? Pegó un respingo al oír su nombre. Se volvió, pero no vio a nadie. –Mierda… Miró adelante y allí la vio. Frente a él estaba una mujer hermosísima. Abrió bien los ojos al reconocer sus facciones, sobre todo el lunar encima de su labio. Era Érika… o Arianna. –Pero… –no encontró palabras para lo que veía. ¿Acaso la televisión le había engañado? ¿Acaso había confundido su foto de difunta? La que estaba frente a él era ella, sin duda. ¡Y Dios!, estaba hermosísima. Tanto así que sintió unos deseos repentinos de acercársele y abrazarla, decirle que se alegraba de que no estuviera… bueno, de que estuviera bien. Tenía la piel blanca y llevaba un vestido que, bajo aquella luz extraña, lucía vaporoso. El cabello le flotaba sobre los hombros desnudos y le pareció aún más hermosa, como si fuera la beldad salida de alguna propaganda de lápiz labial, aunque con un tono onírico, como de ensueños. –Freddy… –le llamó, abriendo los brazos–. Ven aquí… El joven sintió el impulso irrefrenable de ir hasta ella. No daba la impresión de que estuviera molesta por haber sido plantada. Su aspecto era el de una mujer que desea perdonar las faltas cometidas y estar dispuesta a dar segundas oportunidades. Freddy se sintió aliviado. Sin embargo, conforme se acercaba a Érika… o Arianna, se percató que había algo extraño en esa mujer, pero no supo qué, de lo embelesado que estaba ante ella. –Acércate –le dijo, y sus palabras brotaron como una campanilla en la noche, atrayéndolo.

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Freddy avanzó, como atrapado en un sueño. Conforme la tuvo más cerca, se fijó que tenía un ligero tono lozano en sus mejillas, que sus labios eran rojos y carnosos, provocativos sin la menor necesidad de usar labial. Sus ojos, por otro lado. Eran amarillos, rasgados y fríos. Y lo miraban con mucha, mucha intensidad. –Pensé que seguirías molesta conmigo por… –Freddy lo pensó mejor–. Tú sabes… Se dio cuenta de que era incapaz de apartar la vista de aquellos ojos. Tuvo la sensación de que, de seguir mirándolos, se hundiría en aguas tranquilas y de que podría flotar y hundirse. No era una sensación nada desagradable. –Ah, no te preocupes –dijo Érika… o Arianna–. Eso está olvidado, Freddy… volví por ti. Volví porque te necesito. Freddy sonrió como bobalicón. –Tengo sed –dijo ella, poniendo cara de estar sedienta–. ¿Me darás algo de beber? Su forma seductora de decirlo hizo que a Freddy se le calentara la entrepierna. –Claro que sí, bebé –respondió presto, deteniéndose a escasos centímetros frente a ella–. ¿Qué quieres beber? –Pues… –los ojos de ella chispearon, ávidos–. Tu sangre. Freddy se quedó petrificado en cuanto ella sonrió, porque reveló tener unos enormes colmillos. Su belleza se trocó en una mueca horrible de hambre. Antes de que ella abriera sus brazos y se le echara encima, por unos escasos milisegundos, a Freddy le vino a la mente los cuentos del folklore venezolano referentes a La Sayona, un espanto terrorífico que se hacía pasar por una hermosa mujer para atraer a mujeriegos y borrachos que andaban deambulando por los caminos. En cuanto estaban en su poder, se transformaba en un horrible monstruo esquelético y les daba un susto de locura y muerte. A él le había tocado esta Sayona y no encontró forma de resistirse a su mirada, de escapar.

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La difunta lo atrapó y, más rápida que una cobra, hundió la cara en su cuello, clavando sus colmillos en su garganta. Freddy emitió un gemido. Le había llegado su hora de pagar por sus sinvergüenzuras y, a pesar de que le estaban dejando seco, no se sintió mal. Se sintió amodorrado, a gusto. Y hasta le excitó la cosa. La vampira lo llevó hasta un rincón oscuro y se cebó con él por completo. Visto de lejos, parecían una pareja de enamorados que no podían contener su deseo carnal. –¡Váyanse a un hotel! –les dijo un viejo indigente desde el otro lado de la calle. Al verlos así, ¿quién iba a sospechar de un vampiro?

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POESÍA Y CUENTO DE LOS VALLES DEL TUY

Arnaldo Antonio Linares Pinzón

EL AMOR DE LAS V Violeta se encontraba en su cuarto recordando las historias que leía de niña, en ellas la hermosa princesa se enamoraba del imponente príncipe, quien la rescataba y la llevaba a un castillo donde vivirían felices por siempre. Ahora, a sus 16 años, el majestuoso caballero, llevaba el pelo largo, usaba minifaldas y uñas arregladas, además de siempre tener un agradable olor dulce. El gran amor de Violeta se llamaba…Valentina. EL NACIMIENTO DE UNA FLOR Violeta tuvo una infancia como toda niña, jugó a la casa de muñecas donde se imaginaba que tenía una familia, la cual tenía que atender y darle mucho amor. Poseía maquillaje, donde a cada rato se colocaba en los labios un brillito de fresa, además de siempre tener los cachetes bien ruborizados al punto de parecer un payaso, pero al final era una niña, una chiquilla que vivió esa etapa muy feliz. A los 13 años llegó la pubertad, empezó la menarquía, cada 28 días, también comenzaron a crecer lentamente dos montañitas en su pecho, por lo tanto ya no era más una niña y abordaba la adolescencia. En sus primeros años del liceo, mientras todas sus compañeras de clases hablaban sobre lo lindo que era Carlos Julio, la sonrisa bonita que tenía Alfredo y lo bien que se veía Andrés con el uniforme cuando practicaba Educación Física, Violeta no entendía por qué no sentía lo mismo, por qué su mente y su cuerpo no respondían de la misma manera a los chicos como lo hacían sus compañeras, por qué le parecía más atractivo cuando María se 39


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maquillaba, o cuando Amanda llevaba sus rulos sueltos -una cabellera que parecía indomable, pensaba-, o lo bien que se veía Mariana cuando llevaba la falda del liceo y se la subía unos centímetros más para parecer más coqueta. Después de unos meses de pelear consigo misma por esas cosas que no entendía, comprendió que no podía ser feliz por el resto de su vida si estaba con un chico, si aceptaba lo que una parte de la sociedad dice, (lo “normal” es que un hombre y una mujer estén juntos, eso es “lo que Dios quiere”) por lo tanto aceptó que era homosexual. Contaba entonces con 14 años. Después de haberse aceptado, sintió mucho miedo de conocer a alguien. Las chicas que le atraían siempre le hablaban de chicos y de las bondades que tenía el sexo opuesto, nunca le conversaban sobre esas cosas que ella sentía y pensaba, por eso ocultó sus preferencias por miedo al rechazo y a ser expuesta al escarnio público. Le tocaba fingir. Siempre decía ‘sí, mira qué bello es, esos abdominales se ven de un bien’ y cuando Andrés la invitaba a salir después del liceo, lo que hizo desde el primer día que se conocieron en 1er año, decía que no podía, poniendo como excusa tonta que su mamá la mataría de enterarse que andaba de noviecitos. Así escondía su forma de ser. Un 12 de septiembre, con 16 años, comenzaba el primer día de 5to año. Todos llegaron con su camisa beige bien planchadita, hablando sobre qué habían hecho en las vacaciones y que pruebas de admisión iban a presentar para ingresar a la Universidad. Unos decían Ingeniería Química o Derecho en la UCV, otros hablaban de irse a la USB, en algo ella estaba muy clara, iba a estudiar Historia en la UCV, porque su sueño era ser Licenciada en Historia, para indagar en ese pasado, que tenía aún, muchas preguntas y pocas respuestas. Todos hablaban casi a gritos, se reían a carcajadas, mientras esperaban a la profesora de Castellano, en eso se abre la puerta y aparece una chica con el uniforme, con el pelo negro suelto, una cabellera que llegaba a la altura de su cintura, llevaba muy poco maquillaje, pero con unos labios color melón que hacía que inmediatamente los miraras, llevaba medias azules un poco más arriba de la tibia, un bolso negro de cuero y en su mano izquierda una libreta gruesa forrada con un papel de Hello Kitty. La nueva extraña, que había levantado el interés de algunos del salón, en especial un grupo de chicos que la miraba de arriba abajo, le preguntó a Carolina, quien se encontraba

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sentada muy cerca de la puerta, si este era 5to año “E”, algo a lo que respondió mirándola con una expresión muy desaprobatoria, asintiendo. -Gracias -le contestó la extraña. La nueva chica pasó y se sentó en la fila de pupitres al lado de Violeta, a su misma altura, quien volteó y le vio el hermoso pelo que tenía, sus piernas que eran tan largas como subir el Everest, además de sus labios, esa hermosa boca que al parecer tenía como vida propia y te hechizaba en un conjuro al cual nunca podrías salir. En ese momento la extraña giró su cabeza y dijo: -Hola, Soy Valentina. LETA Y TINA -Tenemos que comenzar con la preparación del proyecto, amiga. Hay que definir qué tema por fin vamos hacer, si el de Biología o el de Física –le comentaba Valentina a Violeta mientras iban caminando por la Avenida Las Flores, después de haber salido del liceo. -Yo creo que es mejor el de Biología. Física es muy complicada. Muchos números y cosas raras -le respondía. -Bueno, es cierto. Podemos comenzar planteándonos los objetivos de la investigación y de allí pasamos al título. Mientras Valentina seguía hablando, Violeta a sus adentros pensaba la linda amistad que había nacido entre ellas, se habían vuelto inseparables desde el primer momento en que se conocieron, ya sabían prácticamente todo el uno de la otra, excepto lo que en realidad Violeta era. -¿Chama estas ahí? –insistió Valentina interrumpiendo el largo silencio en el cual se había sumergido Violeta. -Sí, aquí estoy -dijo-. Estaba pensando en algo sin importancia. Bueno, si quieres el sábado vienes a mi apartamento -prosiguió-, y terminamos de definir lo del tema del proyecto, además de preparar la exposición de Geografía y ver si podemos estudiar un poco para el examen de Matemática. 41


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-¡Muy bien! -respondió Valentina-. Nos vemos el fin de semana.

*** Sonó el timbre y Roraima comenzó a ladrar como si fuera un fuerte terremoto lo que había escuchado. -¡Sshhhhhh! ¡Roraima, basta! -ordena Violeta al tiempo que abre la puerta para su amiga. -Hola -dice Valentina lanzando una sonrisa-. Espero no haber llegado muy tarde. El autobús se tardó una eternidad en llegar y de paso el chofer tenía un vallenato a todo volumen… -No te preocupes -interrumpió Violeta-. Llegas a buena hora. Mamá está terminando el almuerzo. Después de almorzar y de actualizarse de todos los cuentos que ocurrieron en la semana en el liceo, se fueron al cuarto de Violeta, donde comenzaron a investigar sobre el tema de proyecto. Luego de horas de búsqueda, teniendo como tema central la importancia del reciclaje, y después de ver miles de páginas de internet sobre como armar objetivos generales y específicos, pasaron a sacar los puntos de la exposición de Geografía, cayendo ambas en un letargo de estudio, haciendo que se olvidaran del tiempo. -¡Mira la hora que es, Dios mío! ¡Es tardísimo! -dijo Valentina-. Ya a esta hora no hay autobús para mi casa, ¿qué voy a hacer? En eso, la mamá de Violeta entra al cuarto. -Si quieres, quédate hoy. Yo llamo a tu mamá y le digo que se te hizo tarde. -Y, si sales ahorita te expones a un peligro mayor amiga -agregó Violeta. -Sí, chama, tienes razón… Bueno Este es el número de teléfono –en un pequeño papel anotó el número de teléfono que se sabía de memoria-. 42


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Mi mamá se llama Yolanda –le entregó el papel a la madre de Violeta, la cual desapareció unos segundos para comunicarse por teléfono. -Tú madre dijo que sí, Valentina. –informa la mamá de Violeta minutos después. -¡Qué bien! Así podremos buscar un poco más del proyecto -comenta Violeta, animada-. Ven para que te cambies esa ropa y te pongas unas piyamas. Después de seguir inmersas en asignaciones del liceo por un par de horas más, decidieron acostarse cuando el reloj marcaba la 1am. -Es increíble cómo nos volvimos buenas amigas, Violeta. Yo jamás había conocido a alguien como tú, una persona a la cual yo pueda confiarle mis más íntimos secretos y que además me da buenos consejos… Mientras Valentina seguía hablando, Violeta reflexionaba que todas esas cosas que escuchaba eran ciertas. Sabía los problemas familiares que tenía, de los problemas de ansiedad que la embargaban, del tiempo que estuvo deprimida cuando no le salió Arquitectura en la prueba vocacional, infinidades de detalles, por los que sentía culpa por no decirle a su gran amiga sobre su más grande secreto, sin embargo en ese momento, mientras ambas estaban recostadas en su cama con todas las luces apagadas, se armó de valor… -Hay algo que he querido decirte desde hace mucho tiempo, amiga. No sé cómo decírtelo y no sé como lo vayas a tomar. Pero quiero hacerlo porque es algo que no he compartido con nadie… Valentina se levantó y, girando medio cuerpo hacia el lado derecho de la cama donde estaba Violeta: -¿Qué me vas a decir? ¿Eres lesbiana? Violeta al escuchar esa pregunta tuvo dos segundos en que su corazón latía a mil por millón y tenía cinco mil pensamientos en su cabeza. En ese preciso momento decidió mirar a Valentina, quien con su hermoso cabello negro a un lado la miraba fijamente, sonriendo. Una sonrisa que inmediatamente la calmó.

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-Pero… pero… ¿Cómo lo supiste? ¿Es tan obvio? -Violeta se levantó y se recostó del espaldar de la cama-. Acaso, ¿alguien más lo deduce?… Imagínate qué dirá la gente de mí… Mientras seguía lanzando preguntas al aire y pensando que su vida social se acabaría, Valentina se acercó rápidamente a ella y la besó en los labios. Aunque duró unos escasos siete segundos, para Violeta fue efímero, perfecto, lleno de seguridad, de sentimiento y de calidez, se separaron mirándose fijamente, diciendo con sus ojos lo que ninguna palabra podría expresar. -Lo sé desde el primer momento en que te vi. Mi corazón me decía que eras la chica más linda que había visto en mi vida, que tenías los ojos más bellos que jamás vi… Violeta soltó una lágrima, la cual fue limpiada por Valentina. Ambas volvieron a unir sus labios en un beso que en principio fue tímido y tierno, pero que poco a poco fue involucrando más que sólo sus labios, sumando también sus manos, las cuales comienzan a explorar el cuerpo de la otra, quedando para siempre guardado en sus memorias aquel sábado en la madrugada de ese caluroso marzo. Al otro día, se posaron en la ventana unos pajaritos que siempre cantaban en las primeras horas de las mañanas. Violeta abrió los ojos pensando que lo sucedido la noche anterior era demasiado bello para ser verdad. Por una fracción de segundo llegó a pensar que todo había sido un sueño, momento en el cual Valentina se despertó y le abrazó dándole un beso en el cachete… En ese instante entendió que todo era cierto. -Buenos días Leta -dijo Valentina. -¿Leta? -interrogó Violeta mientras reía y la besaba en los labios. -Por sí no lo has notado es la terminación de tu nombre. Siempre había querido decírtelo, pero me daba miedo que pensaras que era demasiado “lésbico” -comentó, soltando una carcajada. -Entonces yo te diré Tina -respondió Violeta-. La chica más hermosa que existe en este mundo.

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Después de ese día ambas comenzaron a vivir su amor como lo haría cualquier adolescente enamorado. Salían al cine, a la playa, se tomaban de la mano, se conocieron mucho más a fondo, por supuesto entregándose físicamente a sus impulsos hormonales. Se amaban en alma y en cuerpo. Ambas formaron una gran muralla de amor. Sin embargo ese amor, rápidamente comenzaría a levantar sospechas entre las personas, en especial sus compañeros de clases. LAS CHIQUILLAS CONTRA EL MUNDO En el baño del liceo se encontraban tres chicas de uniforme beige, hablando y retocándose el maquillaje. En ese momento entró Violeta a lavarse mientras las tres la miraban en todo momento, desaprobando desde su relación hasta la manera como llevaba el cabello. Ignorando todo, Violeta terminó y salió. -Increíble que esta esté empatada con Valentina -vociferó Carolina. -Sí, vale. Qué asco. Pero bueno, eso es su problema -contestó María. -Ay, pero déjenlas… Si ellas son felices así, ¿qué se le puede hacer? No le hacen daño a nadie -dijo Amanda mientras terminaba de ponerse labial. - Bueno es una asquerosidad… lo normal es que los hombres estén con las mujeres y punto -fustigó Carolina mientras salía del baño. Al llegar al salón, Carolina se encargó de decirle a todos, en malos términos, el cómo había visto a Violeta y Valentina “muy amorosamente” en la heladería de la calle 13. Algunos se sorprendieron, otros simplemente lo ignoraron, uno en especial pareció molestarle mucho, Andrés, el chico que desde 1er año del liceo estaba enamorado de Leta y siempre la invitaba a salir. Leta y Tina, que siempre estaban juntas en todo momento, comenzaron a sentir la desaprobación de ciertos miembros de su salón y del liceo en general. Se escuchaban las risitas, los comentarios machistas y sexistas, donde por supuesto estaba incluida la palabra “cachapera”. Un día Andrés, el que también fue presa de malos comentarios por haber sido rechazado 45


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en numerosas ocasiones por Violeta, con el orgullo herido y a todo volumen vociferó en el aula: -Yo no sé de verdad por qué razón ustedes son lesbianas. No sé qué le ven a besarse y tocarse entre ustedes. Sigan mi consejo y estén con un hombre para que vean como se enderezan. Muchos en el salón rieron, resaltando la carcajada burlona de Carolina. Valentina bajó la cabeza, recogió sus cosas y salió del salón llorando. Violeta, molesta, le respondió: -¿Y qué hombre me va a enderezar? ¿Tú, Andrés? No creo que tú seas un verdadero macho -mientras lo miraba de arriba abajo- para enseñarme algo a mí o a otra mujer. En toda el aula se escucha una gran ola de silbidos y risas. Leta recogió sus cosas y salió del salón. Durante una semana completa, Valentina no fue al liceo, no respondía las llamadas ni los mensajes de texto de Violeta, y cuando fue a buscarla en su casa, su madre le indicó que estaba muy enferma y no deseaba hablar con nadie. Mientras, en el salón de clases, los comentarios desaprobatorios cesaron. Sólo Carolina y Andrés seguían lanzando veneno a Leta cada vez que podían. -No les pares a esos bobos homofóbicos… -le dijo un día Carlos JulioCarolina es una acomplejada que ha odiado a Valentina desde el primer día que la vio, y Andrés sólo habla su hombría baleada -prosiguió-. Te digo algo: si son felices así, vivan su amor y no les pares a los demás. -Gracias -respondió Violeta-. Significan mucho para mí estas palabras. Esa misma tarde Leta decide enviarle un mensaje de texto a Tina, donde le decía… “Aquella madrugada de marzo, yo volví a nacer. Aquella madrugada de marzo, yo conocí a mi primer amor. Sé que tienes miedo, pero mi niña linda, mi amor te cubrirá como un manto y olvidarás todo ese desasosiego. Veámonos hoy a las 4pm en la plaza de Santa Rosa y hablemos.” Violeta muy puntual estaba en la plaza sentada. Llevaba una falda negra con una camisa morada que Tina le había regalado semanas atrás. Valentina llegó con un minuto de retraso a la cita y se sentó al lado de Leta, tomándole la mano. 46


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-Lo que sucedió en las últimas semanas me afectó enormemente, al punto que pensaba si de verdad estaba en lo correcto esta relación -hablaba Valentina, mientras miraba el cielo y le apretaba más y más fuerte la mano a Violeta-. Sin embargo busqué en lo más profundo de mi corazón y entendí que nada de lo que suceda me hará cambiar lo que siento por ti Leta…Te Amo. Al escuchar esas simples palabras, Violeta comenzó a llorar y su corazón latía fuerte. -Yo también Te Amo -respondió-. Sé que nada de esto es fácil, entiendo que vivimos en una sociedad donde todavía nuestro amor es algo que no está aceptado, pero no podemos sentarnos a esperar a que nos acepten. En la vida siempre encontraremos obstáculos, queda en ti si dejas que te frenen en tus objetivos, y yo, no voy a dejar que nada se enfrente a nosotras… En ese momento, Leta le acarició la cara a Tina, las dos se miraron y se besaron. Aquel beso fue mucho más memorable que su primer beso. En ese momento no les importó si alguien las miraba, si decían algo obsceno sobre ellas, en ese preciso momento mientras duraba ese beso olvidaron que el mundo existía. Sólo estaban ellas. Mientras aún se encontraban compartiendo en la plaza, sonó el teléfono de Violeta. Era un mensaje de texto de su madre: “Sé que en este momento estás con Valentina. Estoy con su mamá en la casa. Por favor vengan las dos, queremos hablarles.” Ambas se aterraron al ver ese mensaje. Obviamente sabían lo que hablarían con sus madres. Era sobre su relación. Ya estaban enteradas. -Pase lo que pase siempre estaremos juntas, recuérdalo -le dijo Valentina a Violeta-. Que nuestras familias se enteraran, pasaría en cualquier instante. Debemos aprender a manejar las situaciones. Violeta vivía en un piso 3 y el ascensor desde hace tres meses estaba dañado. Mientras subían las escaleras, les parecían eternas. Por la mente de Leta pasaban cinco mil pensamientos sobre las distintas situaciones que sucederían a continuación. ¿Cuál sería la cara de su madre? Probablemente molestia con asco -se respondió-. Ya cuando se dio cuenta, estaba colocando la llave en la cerradura. La puerta hizo un ruido como de casa de terror. No se escuchaba nada, sólo el sonido de sus corazones latiendo. Ambas madres 47


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estaban en la mesa sentadas. Su expresión facial no generaba ningún tipo de respuesta. -Lo que a mí en particular me molesta mucho, es que llegaron a mis oídos comentarios fuera de lugar sobre ustedes -comienza Yolanda, la mamá de Tina. Y me enfada porque considero que les hemos dado la suficiente confianza para que nos contaran. -A pesar de que, al principio, me costó un poquito aceptarlo, eres mi hija y te adoro como seas, mi niña -continuó la mamá de Leta-. Nosotras no estamos en contra de su relación. Sabemos que han tenido días difíciles en el liceo por estar enamoradas, pero quiero que sepan que cuentan con nosotras para todo. Las chicas se miraron y sus cuerpos se relajaron por completo, el miedo se había ido y sus latidos comenzaban a ser normales. -Mamá, entiende que también es difícil para cualquier mujer llegar y decir “Hola, madre. Me gustan las chicas y tengo novia” -dijo Violeta. Todas soltaron una carcajada que relajó visiblemente el ambiente del lugar. -Sí. Sabemos que lo es hija. Pero nos preocupaba su seguridad, que las presionaran hasta el punto, ni Dios lo quiera, que una de ustedes intentara hacerse daño -responde la mamá de Leta. -Eso jamás lo pensaremos -dijo Valentina-. Hoy entendí que los problemas que se nos presenten hay que superarlos, porque si no, nos perdemos de lo más importante de la vida: vivir al máximo. Las cuatros mujeres siguieron hablando y riendo, las madres habían forjado un lazo inquebrantable con sus hijas.

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-Bueno, para concluir, consideramos que si la comunidad de Las Flores se plantea como objetivo el reciclar los desperdicios, se pudiera evitar la contaminación reinante que existe en dicha localidad. Muchas gracias. Así culminaba Violeta la exposición del proyecto final que había realizado con Valentina, mientras se escuchaba de fondo el aplauso del jurado y de los asistentes. Ya finalmente, se estaban graduando de bachilleres y estaban próximas a cursar estudios universitarios. Leta cumpliendo una de sus metas, ingresar a la UCV a estudiar Historia y Tina estudiaría Arquitectura en la USB. Caminando y conversando por el patio del liceo, después de haber finalizado la exposición, se encontraron con Carolina… -Vaya, vaya. Pero si son las cachaperas. Y ¿cómo les fue?, ¿pasaron? Bueno de seguro utilizaron algún tipo de encanto “lésbico” para que la profesora Mariana no dijera nada. En ese momento Violeta, sintió mucha ira en su interior, se puso roja de la molestia inmediatamente. -¡Hasta hoy nos aguantamos tus insultos! -Valentina le pone una mano en el pecho-. Escúchame, Carolina, si crees que tus insultos y todas tus malas energías nos van a hacer algún tipo de daño a nosotras estás muy equivocada, somos felices. A cambio tú eres una persona infeliz que siempre buscará de destruir a cualquiera sólo porque te sientes inferior… -¡Cuida tus palabras, lesbiana! A mí me respetas -vociferó Carolina. Valentina la vio de arriba a abajo, se rió y le tomó la mano a Violeta. -Te voy a dar un consejo. Cambia tu forma de ver las cosas, porque si no, te quedarás sola por el resto de tu vida. Ambas dieron la vuelta y continuaron, conversando.

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En su habitación, Violeta recordaba los duros momentos que había pasado junto a Valentina en ese primer año juntas, pero se alegraba más de las cosas felices que pasó junto a ella, no sabía que les depararía a su relación a la larga, ella esperaba lo mejor, sin embargo no se ofuscaba por el futuro. A sus 16 años, se contentaba que el caballero de las historias que leía de niña, fuera Valentina.

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Leonardo José Mondragón Tesara

LUISITO Y EL GRIFO EN BUSCA DEL AGUA El sol, como todos los días, iluminaba un poquito más de lo normal. Desde lo más alto allá arriba en el cielo, algunas nubes se le interponían para apaciguar lo radiante y fuerte que estaba, despuntando sus luminosos rayos como ramillete de vida para quienes con resignación lo reciben, dándole gracias al majestuoso astro rey. Los pajaritos de variados colores, junto a los canarios y las palomas caseras, revoloteaban en el árbol de limón, y a su vez al árbol de merey, que se encontraban en el patio de la pequeña casa, y ofrecían sus trinos a todo aquel que quisiera oír. Muy cerca de la vivienda, casi al lado, había una cancha de básquet. En ella algunos jovencitos jugaban a policías y ladrones, corriendo unos tras otros para no dejarse atrapar, otros hacían algarabía con un viejo balón cuando lo lanzaban al aro. ¡Hiciste trampa!, uno gritaba para anular la jugada y así lanzarlo él. En la humilde residencia un niño sentado en el umbral de la puerta los contemplaba, pero también a las pequeñas aves que con sus unísonos cantos lo arrullaban. Luis era ese niño, con un balde en la mano rogaba viniera el agua para así poder darles de beber como ya era costumbre. El calor húmedo obligaba a los transeúntes y habitantes del pueblo a tomar cualquier bebida refrescante para así calmar la sed. Como es sabido, el único líquido capaz de lograr tal efecto no es más que el agua, ese elemento de los cuatro que da vida y mueve al mundo. Con esa esperanza salió Luisito de su casa horas más tarde, a buscar un poquitín para saciar su sed y la de sus plumíferos amiguitos, ya que la espera fue mucha y 53


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sin resultado, pero con tan mala suerte que nunca salió por las tuberías ni una sola gota. Caminó calle bajo dando un paso tras otro, con su singular canto de guerra que lo animaba a cumplir sus retos, niño soñador e imitador de las cosas buenas, carismático y enamorado de la vida, así era Luisito. Y miraba a su alrededor toda la inmensa creación que Dios le había dado, pero recordando días atrás lo que en la televisión había visto. ¿Advertencia? Sí. Para él fue una advertencia que tenía que difundir, para que termináramos de entender que de seguir así derribando árboles, quemando y desapareciendo la vegetación nuestro planeta ya no existiría más, y quedaríamos sin un mundo para vivir y jugar. EL SUSTO CON EL PERRO A Luisito, ya habiendo recorrido gran distancia, y por su desespero de encontrar el agua, el afán lo hizo detenerse frente a una gran casa con césped verde y muy bien cuidado, con flores grandes de múltiples colores y su rico aroma que atraía a muchas mariposas que revoloteaban por doquier. Ella bordeaba en una esquina luciendo majestuosa. Una cerca de madera de color blanca lo separaba de una larga manguera, que como culebra arrastrándose salía desde el interior de un garaje. Se imaginó que tomando el agua de ahí, sería más fácil y así terminaría su tormento de la sed. Muy sigilosamente saltó la cerca. Estando cerquita de la manguera nunca se imaginó de tamaño susto que recibiría. Un enorme perro negro con los ojos centellantes le salió al paso. Sus ladridos eran tan estruendosos que sintió temor y el miedo se apoderó de él, no sabía qué hacer, sólo quedó estático e inmóvil. El enojado animal, se detuvo a pocos metros de su pobre existencia, mostrando sus afilados dientes y enfurecido aspecto. El desafortunado Luisito pedía al cielo que alguien de la casa saliera en su auxilio, que un alma caritativa pegara un grito y asustara al perro, dándole la orden de dejarlo en paz, para poder salir de ahí y no volver a hacerlo nunca más. Ese era su ruego, pero todo parecía inútil. Al poco rato, Dios oyó sus súplicas y el cornetazo de un camión sacó de su concentración al perro. Eso le dio tiempo a Luisito para salir a toda carrera, volviendo a saltar la cerca y llegar a la carretera, donde continuó su camino ocultándose en un zaguán entre dos casas. Estando allí recuperó su aliento. Tenía miedo de salir y encontrarse de nuevo con su depredador, su sed se 54


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arreciaba cada vez más, su boca estaba seca como desierto y se imaginaba estar saboreando un gran vaso con agua que se derramaba por sus labios, pero se dio cuenta que era sólo su imaginación. Se arriesgó a salir. Miró a todos lados y no vio señal del perro, prosiguió su camino y se encontró al final de la calle, donde los árboles se hacen grandes y frondosos. La brisa, a pesar de venir de la ciudad, le daba en la cara refrescándolo y junto con ella traía el olor del agua con tierra mojada. La sentía cerca y la oía caer al suelo. Eso lo cautivó. Cerró sus ojos y lo hizo lanzarse en el pajar de cara al cielo. Su estadía en el lugar lo llevó a imaginar gotas de lluvias que caían en su cara, empapándolo por completo, y corría tras ráfagas de agua que lo balanceaban en un vaivén de numerosas varillitas que caían y desaparecían en su cuerpo. Así quedó por largo rato. MI NUEVO AMIGO Pero su ingenuidad lo llevó a entrar al pequeño parquecito buscando el sonido del agua al caer. El mismo parque al que, de costumbre, siempre su papá lo traía cuando era más chico, y era un festín para él recordar cómo en el columpio su padre lo balanceaba, y la risa no paraba, sumándose en solo puro carcajear. Al salir de su pensamiento se levantó y caminó muy cerca del jardín, que entre hierbas y flores jugueteaba tratando de alcanzar un inquieto saltamontes. Escuchó una débil voz que casi en susurros le hablaba, y haciendo caso omiso, la ignoró. Pero esa extraña voz cada vez subía el tono, hasta que, sorprendido, divisó un grifo que se separaba de la tierra por un tubo que salía de ella, saliendo de él un líquido cristalino que se desperdiciaba, y ya había formado un gran charco entre la tierra y restos de hojarascas secas. Y exclamó: - ¡Qué bueno, aquí hay agua! Ya te encontré. Miren esto, eres el agua que he estado buscando, y tú me trajiste hasta aquí. ¡En mí casa no hay y aquí se desperdicia!… Pero, ¡qué extraño! ¡Creo que ese chorro de agua me habló! Dijo el niño, sorprendido. Caminó sigilosamente y temeroso, con la mirada fija y gran curiosidad que se desprendía de todo su ser. Observó cuidadosamente, pero no oyó más nada y exclamó: 55


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- ¡Claro! ¡Sólo fue mi imaginación! Y al dar vuelta su sorpresa fue total al escuchar al grifo. - ¡Sí, te estoy hablando pequeño amigo! No te asustes. Desde que tengo razón de ser, he hablado a los niños de buen corazón y de gran comprensión como tú. Aunque lo hago con muy pocos porque ya la inocencia se ha perdido en este mundo, y cuando lo hago, algunos salen corriendo despavoridos sin entender por qué. Gracias por querer oírme -dijo con un tono de preocupación y suma ternura- ¡Me llamo Grifo! Y cómo me gustaría que dieras unas pequeñas vueltas a las alitas que están encima de mí para cerrarme, y así no permitir que el agua que fluye de mí no se derrame. Luis se acercó un poco desorientado al grifo, pensando que era cosa de su imaginación, y en realidad constató que era cierto, el grifo le hablaba. Entablaron una larga conversación sobre lo importante que es conservar el agua, porque ella le da vida a todo ser viviente que pisa la tierra, y es un recurso natural no renovable, y por ende, cuidarla era necesario. El niño hizo lo que el grifo le pidió, alzando su mano y dirigiéndola hasta el metálico objeto. Con cierto temor dio vueltas dos veces logrando cerrar el agua, que disminuía lentamente hasta quedar sólo gotas, y al final ya no goteaba más. Se postró boca abajo con sus brazos entrelazados y la cabeza inclinada, con una gran sonrisa que delataba su alegría por lo que le estaba sucediendo. Ya su temor había desaparecido, convirtiéndose ahora en pura curiosidad, atendiendo y escuchando muy atento todas las enseñanzas que el buen grifo le decía. - ¡Ya está cerrado! -y miró a su alrededor para percatarse de que nadie viera lo que sucedía entre el grifo y él. - ¡Gracias amiguito! Qué alivio. Ya no me preocupa que el agua se derrame. - ¡Ya no te preocupes! Yo estaré siempre para cerrarlo, te lo prometo. - Yo me alegro mucho cuando el agua la aprovechan para un buen fin, por ejemplo, para regar las siembras que nos dan de comer. - Amiguito, ¿quieres saber de dónde viene el agua? -le preguntó el grifo a su amiguito. 56


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- Ya eso lo sé, amigo grifo -dijo Luisito pensando que tenía la respuesta-. Ella viene de las tuberías, y después de recorrer largas distancias llega a mi casa. El grifo al oír la respuesta del niño, no pudo aguantar y soltó una carcajada, pero sin ofender a Luis. Sólo que lo observó tan sobrado al hablar, que eso le causó risa. - Disculpa amiguito, pero eso no es cierto -expresó el grifo sin que todavía terminara de reír-. Si me prestas atención un momentito, te explicaré y así podrás decirles a tus otros amiguitos en realidad de donde viene el agua. Existe el ciclo del agua. Esto consiste en que aquí en la tierra el agua que se encuentra almacenada se evapora por ser calentada por el sol y sube hasta el cielo, concentrándose en nubes. Primero en nubes blancas, y cuando esas nubes están muy cargadas se tornan de color gris oscuro. Eso quiere decir que ya están listas y lo suficientemente llenas, y después caen en forma de lindas varillitas cristalinas en forma de lluvia hasta la tierra, formándose quebradas, riachuelos, lagos y ríos. Y con la ayuda de personas especializadas, la recolectan, purifican y potabilizan. De esta manera evitan que al usarla te enfermes, para luego ser consumida por el ser humano, enviándola por las tuberías que antes mencionaste, amiguito Luis. - ¡Que interesante explicación amigo grifo! No sabía de eso. Es verdad, el agua es importante -dijo el niño haciendo una pequeña canalilla para desviar el agua, haciendo que llegara hasta un arbolito de palma de jardín y una planta de cayena que deslumbraba con sus flores de color rojo-. En estos momentos, tengo un pequeñín problema -expuso Luis al grifo. - ¿Y cuál será ese problema amiguito?, espero poder ayudarte -dijo el grifo con gran euforia para buscarle solución. - En mi casita hace varios días no hay agua, y mis amiguitos, los pajaritos y yo tenemos sed. ¿Podrías darme un poco de la que sale de ti? - ¡Claro que sí! -dijo el grifo muy sonriente- Puedes llevarte toda la que quieras. Sólo busca un envase, vierte en él y listo. Me siento bien contento de poder ayudarte. ¿Sabes? Hay que ayudar a los demás para ser buenos ciudadanos.

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GANADORES DEL 1ER CONCURSO JOVEN

Luis de nuevo dio vueltas a las orejitas del grifo, y saliendo el agua, con su mano tomó hasta saciar su sed, regocijándose en su ser por tan divina sensación. - ¡Gracias! El agua es necesaria, amigo Grifo -dijo Luis teniendo el envase lleno y ya tapado en sus manos-. Con ella podemos hacer muchas cosas: beberla para quitarnos la sed, lavar nuestra ropa para andar siempre limpios, asear la casa para que esté muy bonita, bañarnos cuando estamos sucios, con ella moviendo grandes turbinas se produce electricidad para darnos luz en las noches, para que estemos calentitos donde haya frío, y mantenernos frío donde haya calor, y lo que más me gusta, mi mamá con ella acompañada con harina de maíz y un poquito de sal, me hace ricas arepas. - Y lo importante que es preservarla, porque es un recurso natural debido a que se encuentra en la naturaleza, pero hay un problema, no es renovable. - ¿Grifo, y eso qué quiere decir? -preguntó Luisito, con gran curiosidad. - Eso quiere decir, amiguito Luis, que no se renueva, que si se agota o se llega acabar, ya no habrá más en donde buscar aquí en la tierra, y todo lo que tú conoces, como lo son jirafas, leones, elefantes, vacas, chivos, burros, perros, gatos y todos esos otros animales, las aves, la vegetación y hasta los seres humanos desaparecerán, y sería una catástrofe que este mundo ya no existiera. Es muy importante que todos tengamos conciencia de lo que tenemos y por cuanto tiempo nos durará, y tú eres un guardián de los que nos queda, es tu deber gritarle a todo el mundo que hay que proteger nuestro planeta para así seguir existiendo. - ¡Gracias, amigo Grifo, qué alegría! Ahora ya puedo darle de beber a mis amiguitos los pajaritos, y cuidaré del agua para que no se desperdicie y dure para siempre. - ¿Ves lo importante que es el agua? Ahora me siento feliz porque tendré un amigo que vendrá siempre a cerrarme cuando se esté desperdiciando este vital líquido. Y así el Grifo y Luisito se convirtieron en grandes amigos para siempre.

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ÍNDICE VEREDICTO DEL 1ER CONCURSO DE POESÍA Y CUENTO DE LOS VALLES DEL TUY

7

POESÍA LEONAR JOSÉ DELGADO TORREALBA

11

ENDER JOSÉ GUÉDEZ ESPAÑA

17

CUENTO LUIS JOSÉ MIERES PIÑA UNA SAYONA INESPERADA

31

ARNALDO ANTONIO LINARES PINZÓN EL AMOR DE LAS V

39

LEONARDO JOSÉ MONDRAGÓN TESARA LUISITO Y EL GRIFO

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Ganadores del 1er Concurso Joven de Poesía y Cuento de los Valles del Tuy se terminó de editar en formato digital en noviembre de 2016, en el Sistema de Editoriales Regionales Sede Miranda República Bolivariana de Venezuela



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