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feminismo antiespecista. cuando las opresiones se tocan
Angela Davis conecta la liberación animal con la humana
Mientras Angela Davis es bien conocida por sus perspectivas progresistas en cuanto a raza, género y clase, menos conocida es su visión sobre las especies, la cual también es bastante progresista. A algunos les podría sorprender escuchar que la gran erudita socialista no consume productos de origen animal.
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“Por lo general, no menciono que soy vegana, pero eso ha evolucionado”, dijo Davis en la 27ª Conferencia de Empoderamiento de Mujeres de Color, según una transcripción disponible en RadioProject.org. “Creo que es el momento adecuado para hablar de ello porque es parte de una perspectiva revolucionaria: no solo cómo podemos descubrir relaciones más compasivas con los seres humanos, sino cómo podemos desarrollar relaciones compasivas con las otras criaturas con las que compartimos este planeta, […] eso significaría desafiar toda la forma industrial capitalista de la producción de alimentos.”
Desafiar esta forma de producción de alimentos, dijo Davis, implicaría presenciar la explotación animal de primera mano. “Significaría ser consciente: puedes conducir por las autopistas interestatales o conducir por la 5, conducir hasta Los Ángeles, y ver todas las vacas en los ranchos”, afirmó. “La mayoría de las personas no piensa en el hecho de que están comiendo animales. Cuando comen un bistec o comen pollo, la mayoría de la gente no piensa en el tremendo sufrimiento que esos animales soportan simplemente para convertirse en productos alimenticios que serán consumidos por seres humanos”.
Para Davis, esta ceguera está conectada a la forma de mercancía. “Creo que la falta de compromiso crítico con los alimentos que comemos demuestra hasta qué punto la forma de la mercancía se ha convertido en la principal forma en que percibimos el mundo”, dijo. “No vamos más allá de lo que Marx llamó el valor de cambio del objeto real —no pensamos en las relaciones que ese objeto representa y fueron importantes para la producción de ese objeto—, ya sea nuestro alimento o nuestra ropa o nuestros iPads o todos los materiales que utilizamos para adquirir una educación en una institución como esta. Eso sería realmente revolucionario, desarrollar el hábito de imaginar las relaciones humanas y las relaciones no humanas detrás de todos los objetos que constituyen nuestro entorno.”
Angela entregó un punto de vista similar en una grabación de video subida al blog Vegans of Color.
“No hablo mucho de esto, pero lo haré hoy porque creo que es realmente importante”, dijo. “La comida que comemos enmascara mucha crueldad. El hecho de que podamos sentarnos y comer un trozo de pollo sin pensar en las horrendas condiciones bajo las cuales se crían pollos en este país es una señal de los peligros del capitalismo, de cómo el capitalismo ha colonizado nuestras mentes. El hecho de que no busquemos más allá de la mercancía misma, el hecho de que nos neguemos a entender las relaciones que subyacen a las mercancías que usamos a diario. Y entonces la comida es así.”
Davis sugirió a quienes la escuchaban ver la película Food, Inc.
“Y luego pregúntese ¿qué se siente sentarse y comer esa comida que se genera solo con fines de lucro y que crea tanto sufrimiento?”
Finalmente, concluyó sus comentarios vinculando explícitamente el trato que se da a humanos y animales.
“Creo que hay una conexión entre, y esto es lo más lejos que puedo ir, la forma en que tratamos a los animales y la forma en que tratamos a las personas que están en la parte inferior de la jerarquía”, dijo. “Observen las formas en las cuales las personas que cometen violencia contra otros seres humanos a menudo aprendieron a disfrutar de ella, fue al representarla en los animales. Hay muchas formas en las que podemos hablar de esto.”
Por Jon Hochschartner
La causa transversal de las mujeres que mueven el mundo
Alice Walker, escritora, poeta y activista norteamericana
Las conexiones entre derechos humanos, feminismo y derechos animales atraviesan décadas, siglos, idiomas y continentes. La lista de feministas que además eran vegetarianas es extensa, y con frecuencia olvidada por el propio feminismo: desde las sufragistas británicas de hace más de cien años hasta el movimiento Black Vegan actual, pasando por las afroamericanas de los 60-70, como Rosa Parks o Angela Davis, o la sindicalista agraria Dolores Huerta.
Rosa Parks, el gesto que cambió la Historia
La vida de Rosa Parks es un ejemplo de dignidad y coraje. Todo empieza el 1 de diciembre de 1955 en Alabama (Estados Unidos). Parks, junto a tres amigos, sube a un autobús para regresar a casa. En aquel tiempo, la ley obligaba a la población afroamericana a sentarse en la parte trasera de los autobuses. Sin embargo, aquella tarde deciden ocupar los asientos centrales. De inmediato, el conductor les ordena levantarse. Rosa Parks se niega, el resto obedece. Ante su determinación, llaman a la policía. «Cuanto más obedecíamos, peor nos trataban», relata Parks en sus memorias. El resultado fue: detención, noche en el calabozo, multa, pero también el comienzo del fin. La desobediencia de Rosa Parks fue crucial para que un joven pastor llamado Martin Luther King organizara una oleada de protestas por todo el país contra la segregación en el transporte público, que se mantuvo durante 382 días. El coraje de Rosa Parks consiguió que millones de personas que llevaban décadas obligadas a viajar siempre en la parte trasera perdieran, como ella, el miedo.
La Corte Suprema declaró que la segregación vulneraba la Constitución y un año después el Gobierno abolió todo tipo de discriminación en lugares públicos. Rosa Parks cambió la vida de la gente en su país. Hizo Historia, al devolverles la dignidad y el coraje para cambiar las cosas. Y hasta aquí seguramente no habéis descubierto nada nuevo, pero conviene conocer la evolución de esta líder comunitaria, de esta mujer que derribó con un gesto una parte del apartheid en Estados Unidos.
La evolución ética de Rosa Parks le llevó a hacer una transición natural. Como nieta de esclavos africanos, conocía bien cómo era vivir bajo el imperio de la brutalidad del racismo, la humillación y el maltrato. Por eso, no quiso reproducir esa experiencia con otros seres y rechazó formar parte de la opresión que ella misma había sufrido, negándose a consumir esclavos. Así se hizo vegetariana, al igual que su amiga, la también activista por los derechos humanos, Coretta Scott King. Rosa y Coretta realizaron la más natural de las conexiones, la que se da entre la liberación humana y la animal. En palabras de la propia Coretta, «ser vegetariana es seguir con la filosofía de la no violencia de mi esposo Martin Luther King».
Angela Davis, icono de las revoluciones
En los años 70, Angela Davis, filósofa, política, icono de los derechos humanos y una luchadora incansable contra la discriminación racial, haría la misma conexión que Rosa y Coretta entre la liberación humana y la animal.
Militar entonces en el Partido Comunista y participar en el movimiento de solidaridad con un preso afroamericano, le costó a Angela Davis el puesto de profesora en la Universidad de Berkeley. Davis fue acusada de complicidad en el asalto para liberar al preso de la cárcel donde estaba siendo maltratado. La policía falseó las pruebas y Angela Davis fue condenada a la pena capital. Un movimiento de solidaridad mundial consiguió salvarla de la muerte. Desde que salió de la cárcel en 1973 no ha dejado de luchar contra el racismo y la violencia policial y por la liberación de las mujeres. Ella suele recordar que se hizo vegetariana en la cárcel, que allí entendió que las opresiones están interconectadas y que la solidaridad y las luchas también deberían estarlo. Durante la 27ª Conferencia de Empoderamiento de Mujeres Negras declaró:
«No suelo mencionar que soy vegana, pero es el momento adecuado para hablar de ello porque forma parte de una perspectiva revolucionaria. Cómo podemos no sólo descubrir relaciones más compasivas con los seres humanos, sino también desarrollar relaciones más compasivas y justas con las otras criaturas con las que compartimos este planeta, y que podrían suponer desafiar por completo la producción capitalista de alimentos. La mayoría de las personas no piensa acerca del hecho de que están comiendo animales. Cuando se comen un filete o un trozo de pollo, la mayor parte de la gente no piensa acerca del tremendo sufrimiento al que esos animales están sometidos simplemente para convertirse en productos para ser consumidos por los seres humanos».
Dolores Huerta, la mujer que acuñó el ‘Sí se puede’
Al igual que Rosa Parks, Coretta Scott King o Angela Davis, otras activistas se hicieron vegetarianas durante su estancia en prisión o durante su activismo por los derechos humanos.
Dolores Huerta es una de las más importantes líderes de los derechos de los trabajadores agrícolas, de la comunidad hispana y de las mujeres en Estados Unidos. Junto al activista César Chávez, fundó la Organización de los Trabajadores del Campo, que logró triunfos históricos. Uno de los hitos de su lucha sindical fue la huelga de recolectores de uva de California, que consiguió unir en un frente común por primera vez a cinco mil campesinos de diferentes orígenes: filipinos, chinos y mexicanos. Dolores, identificada por el FBI en los años 60 como “la fuerza” que impulsaba los piquetes en las huelgas de campesinos, fue arrestada veintidós veces por participar en manifestaciones. Pero entre todos consiguieron erradicar las penosas condiciones de trabajo de los trabajadores del campo: tener agua y baño, sueldo mínimo, transporte pagado, vivienda o seguro de desempleo.
Dolores Huerta también hizo la transición al vegetarianismo, al igual que César Chávez. Para ella, promover una educación alimentaria ética y en armonía con el planeta donde vivimos va unido a la libertad y a la defensa de los derechos de las mujeres.
El movimiento Black Vegan en Estados Unidos en la actualidad
En Estados Unidos, según el CDC, más del 40% de los hombres negros mayores de 20 años padecen hipertensión, ascendiendo al 44% en el caso de las mujeres negras. Dos de las tres principales causas de muerte en la comunidad afroamericana son los accidentes cerebrovasculares y las enfermedades del corazón. Blackdoctor.org afirma: «El 56.9% de las mujeres negras de 20 años sufren de obesidad. La obesidad nos está matando».
En los últimos años el número de veganos y veganas en la comunidad negra de Estados Unidos se ha incrementado de forma considerable. El afroveganismo se ha convertido en algo revolucionario. ¿Por qué? Porque se necesita coraje para desaprender todo lo aprendido. La comida es política. Para la industria alimentaria la comunidad negra ha sido un mercado fácil, un mercado donde las empresas daban salida a los residuos de la industria cárnica. Campañas de marketing que enmascaran los alimentos más insalubres y baratos, destinadas a familias negras de bajos recursos. Despojos a los que les añaden sustancias químicas, hormonas y sabores artificiales.
Cada vez más líderes afroamericanos luchan por cambiar los hábitos alimentarios de sus comunidades. A veces una furgoneta cargada de fruta fresca y de verduras recorriendo los barrios más golpeados por la discriminación y la pobreza se convierte en un acto de resistencia. Enseñar a comer es enseñar a pensar, es enseñar a vivir. Es frecuente ver en cientos de blogs y en las redes sociales el llamamiento a un Black Vegan movement. Al igual que se enfrentaron en los años 60 y en las décadas posteriores al racismo y a la brutalidad policial, es frecuente encontrar a líderes negros dando respuesta a la industria alimentaria que los ha hecho de nuevo esclavos. Esclavos y enfermos.
Hace unos meses se estrenó The Invisible Vegan, un documental que explora temas complejos que rodean los patrones dietéticos insalubres de la comunidad afroamericana y las posibilidades de salud y bienestar que son posibles al ofrecer dietas vegetales y opciones de estilo de vida vegano. El impacto de las enfermedades del corazón y la diabetes, principales causas de muerte en su país, ha afectado desproporcionadamente a la población afroamericana. Muchas mujeres son especialmente sensibles con la brutalidad de la industria láctea, con el robo de los terneros a sus madres; madres que no pueden amamantar a sus hijos, como sus bisabuelas esclavizadas, mujeres que tenían que amamantar a los hijos de sus amos en lugar de amamantar a los suyos propios. De ahí el rechazo cada vez mayor a la industria láctea y el paso del vegetarianismo al veganismo. Esto forma parte de la reconstrucción de la memoria histórica de los esclavos negros.
Sufragismo y animalismo, un siglo de luchas entrelazadas
Las conexiones entre derechos humanos, feminismo y derechos animales atraviesan décadas, siglos, idiomas y continentes. Son nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro. Y no podemos olvidar nuestra historia, la historia de la que somos herederas y que empieza con algo tan esencial como la lucha por el derecho al voto de las mujeres.
La historiadora Leah Leneman relata en su libro The awakened instinct: vegetarianism and the women’s suffrage movement in Britain (1997) la relación entre el movimiento sufragista británico, el movimiento vegetariano y el antiviviseccionismo. Es interesante leer las observaciones de la sufragista Maud Joachim, miembro de la Women Social & Political Union (WSPU), durante el tiempo que permaneció en la prisión londinense de Holloway en 1908: «Es curioso que las filas de las militantes sufragistas sean mayoritariamente reclutadas entre las mujeres vegetarianas. Las autoridades tendrán que concedernos una dieta vegetariana especial en prisión». Algo similar comentaba también Charlotte Despart, presidenta de la Women’s Freedom League (WFL), o las sufragistas Victoria Lidiard y Lady Constance Lytton. Esta última, en su libro Prisons and Prisoners, escribió cómo en 1909, durante una de sus estancias en prisión, solicitó «poder tener ropa interior de franela y comida vegetariana». También la socialista Anna Gvinter, cuando fue encarcelada en 1917 junto a otras sufragistas, exigió desde prisión su derecho a no comer carne, al igual que Margaret C. Clayton.
La lista de feministas que además eran vegetarianas es extensa, y con frecuencia olvidada por el propio feminismo actual. Sin embargo, las raíces del feminismo que hoy disfrutamos tienen como base a cientos de sufragistas que lucharon también contra la caza y la vivisección. Conviene recordar la relación entre ambas luchas, una interconexión fundamental para ellas y que, no obstante, se olvida en sus biografías, películas, citas o wikipedias. No permitamos que se olvide su trabajo, su ejemplo, que hizo posible que distintas luchas se apoyaran entre sí. No olvidemos su historia, porque es también la nuestra, la que cada día realizamos miles y miles de activistas. Y la que un día recordarán las futuras generaciones.
Por Marta Navarro García