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Fallera Mayor 1997
Fallera Mayor 1997 Candela Lacuerda Morell
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Veinticinco años ya… No dejo de pensar en eso desde que recibí la carta de mi Falla para invitarme a participar en el Llibret y el resto de actos de este año, en conmemoración de mi 25 Aniversario como Fallera Mayor de la Falla Industria y Comercio de Cheste. Y es que no me puedo creer que haya pasado ese tiempo. Desde que recibí la invitación hace algunas semanas, he estado recordando muchísimos momentos especiales de aquel maravilloso año 1996/97. Lo primero que me vino a la cabeza fue cómo empezó aquella gran aventura y se me dibuja una sonrisa al acordarme de la situación. Debía ser una noche de viernes o sábado del mes de junio de 1996. Antes de salir a dar una vuelta con mis amigas, mis padres me dijeron que como máximo a las 12 debía estar en casa… ¡Es que yo era muy joven! Solo tenía 15 años, la misma edad que mi madre tenía cuando fue Fallera Mayor. Total, que, por azares de la vida que no vienen al caso, se me hizo tarde para volver a casa y, sobre las 2 de la madrugada, volvía yo sigilosamente, cruzando los dedos para que mis padres estuvieran ya durmiendo. Conforme me iba acercando a la entrada de las « Casitas » (la Plaza de la Libertad), se escuchaba un escándalo de fondo,como de fiesta, y cuando entré en la plaza, me encontré que mi casa estaba toda iluminada y llena de gente que salía hasta la terraza. Pensé: Tierra trágame. Media Falla estaba esperándome desde las 11 de la noche para sacarme Fallera Mayor y, cansados de esperar, ya habían tirado la traca y todo. Es decir, ya era Fallera Mayor desde hacía un rato y yo ni si quiera lo sabía. El caso es que algunos días antes, mi madre me había dicho que el Paquito el Marruecos quería venir a casa a hablar con ellos, que pensaba que era para sacarme Fallera Mayor y yo le dije que no, que yo no quería ser Fallera Mayor aún, que primero quería ser fallera de corte. Pero el Paquito ya se vino con media Falla a mi casa para que no le pudiéramos decir que no. Además, un pajarito me contó después que la cosa ya estaba medio arreglada desde la Cena de Gala del año anterior, cuando Paco le dijo a mi padre que si él era Presidente, quería que yo fuera su Fallera Mayor. Y así es como empezó mi año… A partir de ahí empezó el lío: a buscar traje (tela, manteletas, puntillas, peinetas, floc, aderezo…), falleras para la Corte de Honor, Presidentes Honorarios, trono, carros, disfraces, cena de gala, presentaciones y actos, cenas, comidas, meriendas, champán, petardos y tracas, despertás, Barraca, verbenas, pasacalles, peluquerías, mascletás, ofrenda, cabalgata, cremá… ¡Menos mal que mi abuela Amelia ya estaba bordándome la falda de chestana para ser de la Vendimia al año siguiente! Porque de repente, me tocaba vestirme en cuestión de 3 meses. En aquel momento, las Falleras Mayores de ambos Barrios, salíamos a todos los actos de la Vendimia. A pesar de lo que le dije a mi madre cuando me dijo que venía el Paquito a sacarme y haber sido Fallera Mayor tan joven, no cambio mi año y todo lo que viví por nada del mundo. Disfruté de cada momento al máximo, conseguimos que reinase un muy buen ambiente durante todo el año, pasé a formar parte de esta gran familia que es nuestra querida Falla e hice amig@s que me duran hasta hoy y para toda la vida. Recuerdo con mucho cariño el día de mi Presentación. ¡Qué emoción! El teatro lleno, el trono precioso, toda mi familia y amigas allí, amigos de la familia, Clementina Ródenas como mi Mantenedora (ex Alcaldesa de Valencia y Presidenta de la Diputación) y hasta Cándido Méndez, que creó mucha expectación entre el público. Yo estrenando orgullosa mi traje, que a mí me parecía el más bonito del mundo. Mi Manel, tan pequeño, con sus 9 años, recitándome una poesía que había ensayado con mi abuela (me la aprendí de memoria),… Y así fue que no pude contener las lágrimas desde que empecé a bajar por el pasillo y varias veces más a lo largo del acto. Una vez terminada la Presentación, empezamos a trabajar en los Carros para la Cabalgata. Aún se hicieron en el club antiguo de la calle Goya. Fue el último año antes de trasladarnos al Matadero. ¡Cuánto nos reímos contando chistes sin parar todas las tardes y noches que pasamos allí haciendo palillo! Mi carro, por supuesto, fue el MÁS MAJO que hemos hecho en la Falla, o eso me parecía a mí, jajaja. Ese año, fue el primero que hicimos la ofrenda conjunta con la Falla de la Alegría. Y por supuesto, también las fiestas. Yo he procurado siempre irme de la Barraca la última para que no me pudieran contar nada al día siguiente. De la Barraca a la peluquería, de ahí a la despertá (o viceversa), y de ahí a vestirme para el pasacalles. Varias veces la Adelina me peinó los moños mientras yo me echaba una siesta en la silla de su peluquería. Ese año, el día de las paellas lo hicimos por todo lo alto, en la calle Chiva, en la puerta del Bar Sol, con verbena y todo. Hicimos también capea con torrá de almuerzo y quedá el día de la presentación de la Puncha. Para los disfraces, nos propusimos que íbamos a tener premio, pues l@sFalleric@s llevaban varios años trabajando mucho y ganando nada. Decidimos ir de piratas y marineros ingleses, así que, nos pusimos manos a la obra y estuvimos ¡3 meses! juntándonos todas las tardes y noches para hacerlo (así quedaron los exámenes). Lo hicimos a mano todo: los dos barcos, todos los trajes, ¡hasta cosimos a mano las pelucas de los marineros! L@sFalleric@s estuvieron torturándome con Camela cada día de esos tres meses, para al final, menuda decepción, no llevarnos ningún premio ese año tampoco. Dijeron que nos habíamos comprado los disfraces. Mi casa siempre estuvo abierta para todo el mundo, con comida y bebida (sobre todo whisky y champán, que se puso de moda en la Falla a partir de ese año) disponible para el que quiso venir. De hecho, muy a menudo l@ sfaller@s se presentaban en mi casa sin previo aviso, despertándome si yo estaba en la cama y hasta hubo intentos de emborrachar a mis periquitos en alguna ocasión.
En fin, que podría estar varias páginas más contando batallitas de ese año, pero no quiero aburrir a nadie. Quiero terminar diciendo simplemente que llevo a mi Falla en el corazón y la llevaré siempre, pues en ella he pasado parte de los momentos más divertidos y emotivos de mi vida. Que para mí, mi año fue maravilloso y quefui muy feliz. Que me hace mucha ilusión poder celebrar mi 25 Aniversario de Fallera Mayor vistiéndome de nuevo de fallera por primera vez con mi hija, Gaëlle. Por último, no quiero desaprovecharesta ocasión para agradecer a tod@s l@s que hicieron que ese año fuera posible. Empezando por la Junta de ese año, a mi Corte de Honor, a mi Presidente, mi Fallera Mayor Infantil y Presidente Infantil y a todas y todos las falleras y falleros que participaron. Y por supuesto, a mi familia, pues ellos hicieron que todo fuera especial, se implicaron al máximo y me acompañaron, mis padres, mi hermano, mis abuelos, mis tí@s, mis prim@s… A tod@s, gracias. ¡Viva la Falla Industria y Comercio de Cheste! ¡Viva mi Falla!