6 minute read

UNA CIUDAD A TODO COLOR - Vicente López Márquez

Una ciudad a todo color

POR VICENTE LÓPEZ MÁRQUEZ

Advertisement

Nuevas edificaciones en Avenida España que han empleado nuestros colores patrimoniales.

Antaño, apenas se podían elegir entre unos pocos, los colores con los que pintar nuestras viviendas. Durante el siglo XIX en nuestras casas predominaba el color blanco humilde de la cal. Como rasgo de distinción, las familias con economía más holgada solían pintar sus fachadas de color azul añil, amarillo, rojo almagre y ocre claro. Esta reducida gama cromática se conseguía mediante el añadido de pigmentos naturales a la cal. Se pintaban con estos colores los fondos de fachada y se destacaban en blanco los recercados de puertas, ventanas, cornisas y otros adornos.

A principios del siglo XX se introdujeron azulejos de colores verdes, azul y amarillo como revestimiento exterior manteniéndose el color blanco en los enmarcados. Se puso de moda al mismo tiempo entre las clases sociales que despuntaban económicamente los estucados imitando sillares de piedra en color ocre claro y también con efecto de marmoleado. Sin embargo, los colores que continuaron ejerciendo su dominio fueron (aparte del blanco) el rojo almagre, seguido de ocre claro, amarillo y el intenso azul añil. El repertorio cromático quedaba muy limitado a estas cuatro opciones a los que podemos denominar nuestros “colores patrimoniales”. A esta conclusión hemos llegado tras un muestreo de casi cincuenta catas efectuadas en fachadas de viejas viviendas en el casco antiguo de Isla Cristina.

Al no existir una normativa municipal que determinara el color de las fachadas, apenas han llegado a nuestros días noticias que nos permitan conocer con mayor exactitud cómo se usaban los colores en la arquitectura de nuestra ciudad. En 1910 escribía el cura Figuereo1: “A lo lejos parece la Isla Cristina / copo de blanca nieve, ave marina (...) Blanca son sus fachadas y miradores, / blancas sus azoteas, blancas sus flores”. Mucho más fiable es la crónica del periodista Luis Bello2 escrita diecisiete años después, quien tras conocer nuestra ciudad dijo: “Hay barrios de calles muy estrechas. Casitas bajas, encaladas. 0 de azulejos rosa, azul claro, verde pálido. 0 de rabioso almazarrón. Patios enlosados, con macetones […]. Luis Bello se fijó también en los miradores de bandera y describió las azoteas impermeabilizadas y saneadas con molca, una mezcla hecha a base de cal y aceite de pescado” De ningún modo podrían ser más blancos los altos de ninguna ciudad”. Por lo general, hoy se les aplica a las terrazas pintura a base de caucho color rojo intenso.

1.- Figuereo Yaque, Antonio; Poema “A Isla Cristina”; Periódico local La Isla; 1910. 2.- Bello, Luis; (Edición preparada por Agustín Escolano Benito); Viaje por las escuelas de Andalucía; Junta de Andalucía, Consejería de

Educación y Ciencia; Sevilla, 1998.

Colores cercanos al ocre también fueron muy empleados en nuestras fachadas combinados con el blanco

Podemos citar algunos ejemplos donde se emplearon nuestros colores patrimoniales en los que aún hoy nos reconoceríamos: la “Casita Azul”, que en su edificio original de principios del siglo se encontraba pintado en color añil con recercados en blanco, al contrario luce en la actualidad; el Cementerio Municipal estuvo pintado de amarillo claro con blanco en molduras, enmarcados y zócalo; la fachada del Matadero Público fue pintada originalmente con rojo almagre con enmarcados en blanco en lugar del exótico color albero actual. El antiguo grupo escolar Ntra. Sra. de los Ángeles (Ermita) lucía estuco color ocre imitando a sillares de piedra.

Hasta mediados de la década de 1960 apenas hubo variaciones en el color de la ciudad. Parece ser que fue entonces cuando se trató de generalizar el color blanco para Isla Cristina tratando de darle un tratamiento de pueblo casi blanco. En 1967 el alcalde Emiliano Cabot hacía saber mediante un bando3:

Azul añil y blanco en la combinación tradicional, muy extendida en nuestra ciudad y hoy casi desaparecida “Que encontrándose próxima la estación estival, y siendo muchos los turistas nacionales y extranjeros que han de afluir a nuestra Ciudad, a disfrutar de nuestro incomparable clima, playas y fiestas populares, por lo que ello supone el momento propio de darles a conocer el espíritu de limpieza e higiene que animan nuestro pueblo y siendo el mayor signo exterior de este concepto la presencia de enlucidas y blancas fachadas, por el presente Bando se requiere al vecindario para que desde la fecha de su publicación y hasta mediados del próximo Junio, se lleve a efecto el enlucido de aquellas que así lo precisen y blanqueado de todas las fachadas, como así también el pintado de balcones y adornándolos con macetas y flores, dignos de embellecimiento, como prueba evidente al forastero en general del cumplimiento de nuestras normas de limpieza e higiene, complementarias de nuestro reconocido espíritu de hospitalidad. Se ruega, pues, al vecindario ejecute con la mayor rapidez en el plazo señalado de este llamamiento, que supone beneficio general para nuestro pueblo, dando una nota de civismo y policía, siempre digna de elogio por quienes nos visitan”.

La primera norma formal de que tenemos noticias referida a las fachadas de edificios se recogió en el plan general de ordenación urbana de 1987. De una manera sucinta e imprecisa se trata en el artículo 10.2.11 sobre el tratamiento de fachadas. Se prescribe así que “serán de revoco blanco o claro, que no desentonen con el conjunto, al menos en un setenta por ciento (70%) y con la textura y colores característicos de la zona”. Esta idea de pueblo casi blanco se abandonó definitivamente en la década de 1990 cuando se liberalizó de manera tácita el empleo de colores sin criterio definido.

Al redactarse el nuevo plan de urbanismo aprobado en 2013 se volvió a tratar de manera imprecisa sobre la estética de las fachadas tanto en la ciudad

Una ciudad a todo color

El color amarillo claro para fondo de fachadas con recercados en blanco fue muy empleado en el siglo XIX y principios del XX.

Añil y amarillo empleados en una combinación exótica con buen resultado

como en Pozo del Camino y La Redondela. En lo referido al casco urbano de Isla Cristina, el punto 2 y 3 del Artículo 6.11.3. Salvaguarda de la estética urbana se recoge, entre otras disposiciones que el Ayuntamiento podrá denegar o condicionar cualquier actuación que resulte antiestética, inconveniente, y lesiva para la imagen de la ciudad. Asimismo indica que las nuevas construcciones y las modificaciones de las existentes deberán responder en su diseño y composición a las características dominantes del ambiente en que hayan de emplazarse. Insiste el plan de urbanismo que a tal fin se pondrá especial cuidado en armonizar, no en imitar, sistemas de cubiertas, cornisa, posición de forjados, ritmos, dimensiones de huecos y macizos, composición, materiales, color y detalles constructivos.

En cualquier caso, los avatares sufridos por el planeamiento urbanístico han resultado inoperantes para dar una continuidad y establecer unos criterios rigurosos en el tratamiento cromático de las fachadas. Esta circunstancia no ha dado como resultado la mejor imagen de Isla Cristina. La última revisión del planeamiento urbanístico recoge algunas normas zonales que tratan de generalizar el color blanco para fachadas y los colores vivos para destacar los recercados, molduras, cornisas y demás detalles. Enmarcado en añil con fondo blanco, al contrario que se usaba en la antigüedad

La adecuada regulación de los revestimientos y colores de fachadas dentro de una combinación armónica podría revalorizar la imagen de Isla Cristina. •••

This article is from: