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El Rincón de la Historia

Hace unos años publiqué un artículo al que yo llamé el río de nuestra historia, y que no es otro que el Río Jarama, y es más, le dediqué un capítulo a él y al Puente de Algete en el libro “Episodios de la Historia de Sanse”.

La obra civil más importante que se realizó en nuestra localidad a finales del siglo XIX, en 1899, fue la construcción del Puente de Algete, que toma este nombre por servir como comunicación con nuestra vecina villa de Algete, aunque ambas márgenes del puente pertenecen a nuestro municipio. No digo nada nuevo si os digo que el Jarama es parte esencial de nuestra historia, y como tal figura en nuestro escudo heráldico, y sus aguas aparecen discurriendo bajo ese puente que nos es inseparable: el Puente Viveros.

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“El Jarama”, Premio Nadal

Por cierto, hace unos días falleció Rafael Sánchez Ferlosio que ganó el Premio Nadal en 1955 con su novela “El Jarama”. Traigo este dato a colación porque la acción y la trama de la obra de Ferlosio transcurre en las inmediaciones del Puente Viveros, y que lo cita en alguno de sus capítulos. Cuando he vuelto a releer esta fantástica novela que narra como un grupo de jóvenes pasan un día solazándose y bañándose en las aguas del Jarama, junto al Puente Viveros, aunque luego la trama del libro se enroque con otras acciones mucho más tenebrosas. El autor inicia la novela con una breve descripción del Jarama: “Sus primeras fuentes se encuentran en la vertiente sur de Somosierra, entre el cerro de la Cebollera y el de la Excomunión. Corre tocando la provincia de Madrid, y por La Hiruela y los molinos de Montejo de la Sierra y de Prádena del Rincón. Entra luego en Guadalajara, atravesando pizarras hasta el Convento que fue de Bonaval. Penetra en grandes estrechuras y se dirige por Tamajón a Congostrina. Se une al Lozoya un poco más abajo del Pontón de la Oliva. Tuerce al sur y hace la vega de Torrelaguna, dejando Uceda a la izquierda. Desde la unión con el Lozoya sirve de límite de las dos provincias. Se interna en la de Madrid, pocos kilómetros arriba de El Espartal, y sus aguas divagan por un cauce indeciso, sin dejar provecho a la agricultura. En Talamanca se pudo hacer una acequia muy corta para dar movimiento a un molino de dos piedras. Tiene un puente en el mismo Talamanca, hoy ya inútil porque el río lo rehusó hace largos años y se abrió otro camino. De Talamanca a Paracuellos se pasa el río por diferentes barcas, hasta el Puente Viveros, por donde cruza la Carretera de Aragón-Cataluña, en el kilómetro dieciséis desde Madrid…” Ello me ha traído a la memoria que unos cuantos kilómetros aguas arriba de donde transcurre la acción de la novela, muchos grupos de jóvenes de Sanse también se divertían y pasaban muchos días haciendo lo mismo que nos narra Sánchez Ferlosio, que era el ir a pasar un día de asueto y camaradería a las orillas del Jarama, y por supuesto darse unos baños antes de la comida y después de una agradable siesta volver a darse un último baño antes de emprender el regreso al pueblo. Había varios puntos de la ribera a los que se solía acudir, por encima del Puente de Algete había incluso algunos chiringuitos a los que muchos iban a comer, pasar el día y de paso darse un baño. No obstante, el lugar más concurrido eran las zonas de la Huelga Chica y la Peña Valseco, pues había varias pozas muy aptas para nadar, a estos parajes de la ribera se accedía, y se accede, a través del Camino del Monte, hoy está algo más complicado llegar debido a que dicho camino se encuentra cortado por la M-50 y hay que desviarse por la Vereda de los Panaderos, también conocida como de Ajalvir, y al llegar al paraje de la Poza Sandeja tomar dirección sur por el Camino de Barajas hasta su intersección con el del Monte.

Muchos jóvenes de Sanse se divertían en los años 50 pasando un día de descanso a orillas del Jarama.

El peligro también acecha en el río

Eran muchos los grupos de excursionistas que acudían a pasar un día de solaz a las orillas de nuestro río, sobre todo el día 18 de Julio, bien en aquellos viejos automóviles y sobre todo en camiones con su caja repleta de hombres, mujeres y niños, ese día la guardia civil “hacía la vista gorda”, todo era cántico y algarabía, pero era raro el año que no acababa con una tragedia, en nuestro cementerio reposan muchos ahogados, la mayoría de ellos por imprudencias ya que había que conocer muy bien el río, que aunque tenía sitios idóneos para el baño sin peligro, no obstante, sí que contaba con algunos tramos de torrenteras, corrientes y remolinos bastante “traicioneros” para los bañistas poco expertos. Muchas otras vivencias y anécdotas se podrían contar que han protagonizado los “apodacas” en la ribera del Jarama, desde peligrosas inundaciones, las aguas del caz del Molino de Dos Casas, hasta las fiestas que los quintos celebraban en la Huelga de Prieto cuando iban a cortar el “mayo”. Eso sí, recomiendo a los nuevos vecinos de Sanse que se den un paseo por las orillas del Jarama y aprecien esa riqueza de flora y fauna que encierra. En otro artículo intentaré volcarme con “nuestro río”, le describiré y detallaré desde su nacimiento en la Sierra de Ayllón hasta su desembocadura en el Tajo, en la ribera de Aranjuez. Hay mucho que contar y proponer sobre él.

Datos físicos del Jarama

En estas líneas quiero referirme al medio físico del Jarama, desde su nacimiento en la Peña Cebollera, cumbre de la Sierra de Ayllón, dentro de la Cordillera del Sistema Central, que en mis años de estudio la llamábamos Carpetovetónica, que separa las Dos Castillas, hasta que rinde sus aguas en las proximidades de Aranjuez en el padre Tajo. El Jarama discurre en su tramo alto entre las provincias de Madrid y Guadalajara, bordeando el Hayedo de Montejo, que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2017. Posteriormente se adentra varios kilómetros en la provincia de Guadalajara (Colmenar de la Sierra, Retiendas, Valdesotos y Tortuero), y en las cercanías de Uceda vuelve a ser límite natural de ambas provincias. En este lugar es donde se incorpora su más importante río en este su tramo alto: el río Lozoya. Con anterioridad el Jarama ha represado sus aguas en el Pantano de El Vado. A partir de aquí podemos decir que el Jarama es un río totalmente madrileño, que como una espina dorsal atraviesa la provincia de norte a sur.

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