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FESTIVAL DE CINE Y VINO

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NUESTRA HISTORIA

NUESTRA HISTORIA

Festival de Cine y Vino

‘Mi madre iba mucho al Cine Cervantes y yo heredé la afición’

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Carlos Vermut, de madre solanera, regresó al pueblo que le vio crecer en verano con ocasión del Festival de Cine y Vino. El laureado cineasta estuvo con GACETA.

Carlos Vermut con sus padres, Carlos y Petra, en la Plaza Mayor

Aurelio MAroto

Por las venas de Carlos López del Rey (Madrid, 1980) corre sangre manchega. Sangre solanera. Y eso es sinónimo de tenacidad, de perseverancia. También de audacia. Echando un vistazo a su ejecutoria profesional, lo advertimos fácilmente. Su primera película, Diamond flash, es un indicador perfecto. Cuando vio que las productoras echaban su guión a la papelera se dijo algo así como “¡no problem!, creo la mía y lanzo la peli”.

Ocurrió en 2011, cuando Carlos Vermut (el apellido es artístico) era todavía un cineasta en ciernes. Uno más de la jungla. No hacía mucho que había rodado un par de cortos con una rudimentaria cámara Panasonic GH2. “Hice aquella primera película y en este mundo me quedé”.

Barba larga, ojos azules y atuendo oscuro. Carlos recibe a GACETA en la plaza. La mañana es clara y agradable. Día perfecto para hacer fotos. Subimos al corredor de balcones del Ayuntamiento, donde el sol del invierno es agradecido. “¡Qué bien se ve la torre desde aquí!”.

De camino a la entrevista, hablamos de La Solana. “Se ve ambiente en el pueblo, aquí se vive bien, tranquilo”, nos dice. Asentimos, por supuesto. Dos cafés solos, con hielo, acompañan nuestra conversación. “Ha sido una experiencia bonita volver, la última fue hace diez años por el entierro de mi abuela María Lourdes”. “Me ha gustado ver que el pueblo no ha cambiado en su esencia arquitectónica”.

El olor de la casa…

Se le ve cómodo. Pocas veces le preguntan por sus raíces. Quien responde es un adulto que frisa los cuarenta y pasó los veranos de su infancia en estas calles. Veranos enteros. Habla con propiedad. “Iba a menudo al cine [Cervantes] y es una suerte que La Solana sea de los pocos pueblos de alrededor que tenga ahora un cine así”. Se refiere al denominado Centro Tecnológico de Audiovisuales, donde la tarde anterior había recibido el homenaje del Festival de Cine y Vino y había exhibido su última película, Quién te cantará.

“Uno va donde le lleva el corazón”, había dicho ante una sala llena. Lugar donde también reveló lo que más le había llamado la atención de su vuelta, “el olor de la casa donde vivía, es el mismo de siempre”. Esa casa manchega, tan típica, con su patio y mucha decoración religiosa. “Me daba impresión y hasta miedo ver aquellos cuadros oscuros de un Cristo crucificado y todo eso…”.

Eran siete u ocho primos y coincidían en verano. Todos. “Íbamos al parque

Festival de Cine y Vino

y yo jugaba a las máquinas en unos recreativos que había en el Cristo del Amor”. “La piscina, la feria en el antiguo pajero, el cine, aquellos helados de fresa…”. Y el cine, sobre todo el cine. “Mi madre venía mucho al Cervantes a ver películas y yo heredé esa afición, está claro”. Pero creció, crecieron sus primos y La Solana se fue alejando por razones lógicas. “Volvía de forma esporádica y recuero ir a aquella discoteca tan grande que había en el parque…mmmm. ¡Eso, la Milenium!

Conocía el festival de La Solana desde hace años. “Me hablaba mi familia y lo veía en la Gaceta”. Ufano, afirma que es un festival que se conoce entre la gente del cine. “En el mundo de los cortos es un festival relevante, tengo amigos que me han dicho que habían estado en un festival en La Solana, y yo les respondía ¡es que La Solana es mi pueblo!”.

Alma de director

Carlos se sincera cuando le preguntamos por sus inicios en el cine. “Desde muy pequeño soñaba con ser director, pero no sabía cómo hacer una cosa tan grande ni tenía contactos en la industria”. “Entonces, desde los 16 años comencé a desarrollar la faceta de ilustrador y me olvidé un poco del cine”. Hasta que su vocación cinematográfica no aguantó más tiempo encerrada. Fue entonces cuando cogió su Panasonic y se puso a rodar. Primero Maquetas, luego Michirones, y más tarde Don Pepe Popi. Entre los dos primeros y el tercero, su primer largo, Diamons flash, cinta en la que ya desvela su inclinación por el cine de misterio.

En realidad, Carlos Vermut es versátil en materia de géneros. “Me gustan todos porque todos tienen obras maestras. Me gusta el cine de misterio, el dramático, el costumbrista, el fantástico…”. Donosti, la consagración

En 2014 llegó la consagración. La segunda película con su rúbrica, Magical Girl, acabaría por convertirse en una especie de ‘opus magnum’. Otra cinta impregnada de intriga que retrata el lado más oscuro del ser humano. Conquistó el Festival Internacional de San Sebastián logrando la codiciada Concha de Oro a mejor película y la Concha de Plata al mejor director. Un espaldarazo brutal que no llegaría solo. Bárbara Lennie logró un Goya como mejor actriz protagonista, amén de otra media docena de nominaciones.

El universo del cine se abrió de par en par. “Magical girl fue más que nada un impulso para que la gente te conozca y, sobre todo, conozca tu trabajo”. “Y un reconocimiento así también te reafirma en tus dudas sobre si eres capaz de dedicarte a esto”. “Cuando te acercas a la cuarentena está bien que tomes decisiones sobre lo que vas a dedicarte en tu vida”, bromea.

Sin embargo, no tiene claro qué cine desea hacer en adelante, “y la verdad es que pienso mucho en ello”, reconoce. No obvia que la industria ha cambiado por mor de los tiempos. “Ya no es hacer la película y exhibirla en una sala, ahora la gente la ve en casa a través de Netflix u otras plataformas”. “Entonces te planteas si hacer películas que justifiquen el formato de la pantalla del cine”. “He despejado la incógnita de que quiero hacer cine, pero no qué tipo de cine”. De momento, volver a dibujar cómic está lejos.

‘Hago películas que siento’

Se le ve un tipo tranquilo y de respuesta rápida, ágil. Cuando le preguntamos por lo más prosaico, no oculta que a nadie amarga un dulce si le citan palabras como ‘Goya’ u ‘Óscar’. “Sueño con todo porque todo eso es bonito y maravilloso; otra cosa es si desarrollo mi carrera para llegar allí, y entonces te diría que no. No me siento a escribir un guión pensando en un Goya o en cualquier otro premio”. “Lo ideal es hacer la película que el cuerpo te pide hacer, hago películas que siento”.

Por ejemplo, Quién te cantará, su tercer y último largo estrenado este mismo año. Un relato dónde aflora cómo somos. ¿Y cómo somos?, le preguntamos. “Somos una mezcla entre lo que existe dentro de nosotros y lo que existe fuera”. “Entre nuestra carga genética y los factores externos”. “Entre ese diálogo estamos”.

Vamos terminando la entrevista. Carlos mira alrededor y reflexiona: “Busco un sitio tranquilo para escribir y La Solana lo es”. Una tarde soleada de primavera al abrigo de los árboles del parque, quizás. “Me ha hecho ilusión volver y, sobre todo, formar parte del pueblo y de su historia cultural, de eso me siento muy orgulloso”, insiste. Tener pueblo, tener patria chica, es una suerte. Y para un solanero, es una suerte tener a Carlos Vermut.

En el corredor de balcones del Ayuntamiento

Festival de Cine y Vino

Luis Varela durante la gala en el Tomás Barrera

Luis Varela, homenaje a un clásico

El actor Luis Varela, un clásico de las pantallas de cine y televisión en España durante varias décadas, recibió el homenaje del Festival de Cine y Vino ‘Ciudad de La Solana’. Un rostro conocido y un secundario de lujo en tantas y tantas películas que acudió para poner el broche de oro a esta decimocuarta edición la noche del pasado 8 de diciembre en el Tomás Barrera. Cineastas, bodegueros, artistas, políticos, empresarios… Una velada en la que se entregaron los premios de los cortometrajes a concurso y los denominados ‘vinos de cine’.

Se coronó el corto ‘El niño que quería volar’, una deliciosa cinta dirigida por Jorge Muriel, que ha entrado en el particular olimpo de premios ‘Airén’, el máximo galardón del festival. Pero también merece destacar el resto de trabajos, ganadores o no, que volvieron a contar con lo más importante: el favor del público. Por su parte, más de 70 vinos concursaron en el certamen ‘Vinos de cine’.

Una de las actuaciones de la gala de clausura

XIV Festival de Cine y Vino-2018 (Ficha técnica)

Cortos ganadores (600 presentados)

Premio ‘Airén’ (1.800 euros) Premio ‘Jesús Onsurbe’ (700 euros) Premio ‘+Capacidad’ (200 euros) Premio ´Público Joven’ (200 euros) Premio Local (200 euros)

Vinos de Cine (75 presentados)

Blanco Joven Rosado Tinto Joven Tinto envejecido Tinto crianza Tinto reserva Tinto gran reserva ‘El niño que quería volar’, de Jorge Muriel ‘Nueve pasos’, de Marisa Crespo ‘Pez’, de Javier Quintas ‘Silencio’, por favor, de Carlos Villafaina ‘Luciérnagas en verano’, de Javier León

Los Galanes (Santa Catalina, de La Solana) Yuntero (Jesús del Perdón, de Manzanares) Yugo (Cristo de la Vega, de Socuéllamos) Ojos del Guadiana (El Progreso, de Villarrubia) Tomillar (Virgen de las Viñas, de Tomelloso) Puente de Rus (Ntra. Sra. de Rus, de San Clemente) Señorío Guadianeja (Vinícola Castilla, de Manzanares)

Festival de Cine y Vino

Manolo Cal y Arantxa Salamanca en el homenaje a Amparo Pacheco Photo call del pase cortos +Capacidad

Volcados con el cine…

El XIV Festival de Cine y Vino ‘Ciudad de La Solana’ vivió once días de intensa actividad. Entre el jueves 29 de noviembre y el domingo 9 de diciembre se mezclaron un total de 63 propuestas, entre proyecciones, catas comentadas y otras actividades paralelas. Una fusión de vino y cine que echó a la gente a la calle en vísperas de la Navidad.

El festival proyectó 89 cortometrajes, seleccionados entre casi 600 presentados, además de 5 películas de autor, 2 largometrajes en versión original y 2 comerciales. Especial mención merecen ‘Superlópez’ y ‘Bohemian Rhapsody’, que llevaron a una gran cantidad de público. Mención aparte merecen los colegios e institutos, que también se sumaron a las proyecciones en horario matinal. Un total de 1.246 alumnos pasaron por el Centro de Audiovisuales.

Estudiantes accediendo al cine

Festival de Cine y Vino

Un momento de la cata ‘El erotismo del vino’

…Y volcados con el vino

El protagonismo del vino fue notorio durante el festival. Valga como dato la docena de catas comentadas que se celebraron, con llenos en todas y los maridajes más variopintos, algunos ciertamente novedosos.

Casa de la Encomienda, La Casota Gourmet, Casino La Unión, Hotel El Lagar, Cooperativa Santa Catalina o Palacio Don Diego fueron los escenarios para degustar los vinos de varias bodegas, principalmente la Cooperativa y Vega Demara, junto a productos de empresas como Pedrín e Hijos, El Cazador, La Casota, Azafrán María o Paquillo e Hijos.

Una cata que maridó vino y chocolate, otra unió vino con sexo. Tampoco faltaron los maridajes de vino y cine, y vino y música, ya habituales. La estrecha ayuda que presta la ‘DO La Mancha’ resulta clave a la hora de complementar organización y patrocinio.

Cata de vino y chocolate. Una cata maridó vino y música

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