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CÁMARA ALTA

Encontrar un tema que no desdiga de la línea más o menos festiva de un “especial” de Feria se me antoja complicado. Pero también reconozco que la capacidad de la gente para divertirse no precisa de más consejos ni instrumentos que los que uno quiera darse a sí mismo.

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Desde GACETA se me sugiere que hable de mi papel como Senador. Tiene el Senado una acrisolada fama de ser una especie de recompensa o “descansadero” para políticos. Yo podría jurar delante de los Evangelios que en mi caso no está siendo así. Estoy dedicado de lleno a mi trabajo, cumpliendo con el mandato que me enseñaron mis padres de no “ganarme el pan a traición”.

He recibido la confianza de los compañeros de mi grupo parlamentario para asumir dos portavocías (Servicios Sociales y Políticas Integrales de la Discapacidad) y una viceportavocía (Infancia, Adolescencia y Familia). También soy vocal de la Comisión de Cooperación Internacional. Representar a todos los senadores socialistas de España en asuntos que siempre han formado parte de mi manera de ver la “cosa pública” y que tienen que ver con la forma de intervenir en ayuda de los que menos tienen y menos pueden, me llenan de sano orgullo.

Y, además, estoy aprendiendo. Creo que el envejecimiento real del ser humano comienza cuando se pierde la voluntad de aprender o de forjar proyectos para el día siguiente. Es por eso que decía Picasso que lleva mucho tiempo llegar a ser joven…

Continúo aprendiendo (y en consecuencia trabajando para contribuir a mejorar las situaciones de los más marginados) que queda mucho camino por recorrer para romper con la dicotomía “personas con capacidad-personas con discapacidad”, aun reconociendo que las políticas inclusivas han avanzado significativamente en este sentido, si miramos a un pasado no demasiado lejano.

Aprendo e intervengo para lograr que se recuperen los derechos cercenados de las personas dependientes y de sus cuidadores familiares (más bien, cuidadoras). Y los de los jóvenes a quienes les prometimos un futuro preñado de esperanza cuando ahora son unos “nostálgicos del futuro”, porque dudan de que puedan llegar a vivir mejor, e incluso igual, que sus padres. Y los de los pobres, especialmente los niños, de España y del mundo, que no saben si hoy, el día en que tú estás leyendo estas palabras, podrán hacer algo tan sencillo como comer. Y los de los refugiados a los que nadie refugia, que deambulan como si fueran animales por los espacios más inhóspitos en busca de su propia dignidad, si no mueren ahogados antes en el mare mortum, que es como algunos llaman ya al Mediterráneo. Y los de las mujeres maltratadas o asesinadas a manos de sus mal llamados compañeros o del silencio cobarde de quienes las rodeamos. Y los de los parados (quién nos iba a decir que demasiadas familias iban a vivir de las pensiones de los padres o de los abuelos). Y los de los que no tienen más alternativa para sobrevivir que aceptar “contratos basura” firmados por los que hacen suyo el refrán “a río revuelto, ganancia de pescadores”. Y los de los que padecen enfermedades raras, sabiendo que pasará mucho tiempo para que puedan recibir terapias adecuadas porque ese tipo de investigación no resulta rentable para las adineradas compañías farmacéuticas. Etc, etc, etc.

Nuestro mundo es cada vez más bipolar, más asimétrico. La Globalización “salvadora” era un bluf que sigue facilitando que una élite “megarrica” (causante y, al tiempo, beneficiaria de la crisis) que utiliza a gran parte de la clase política como mandadera de sus propios intereses,

Nemesio de Lara cuando tomó posesión como senador

decida sobre la vida y hacienda del 99 por ciento de la humanidad, mientras se van generalizando el conformismo indiferente o el egoísta “San Para Mí, pan para mí, que los santos no comen”.

Un senador no tiene en su mano los medios para intervenir, ni siquiera mínimamente, en las causas y en los efectos de esta catastrófica desigualdad. Pero tiene en cuenta la reflexión de Teresa de Calcuta ante los que sufren “fatiga de la compasión”, cuando decía que una gota de agua en el mar es nada, pero el mar no sería el mismo sin esa gota.

Haber mamado desde pequeño en los principios que llevan a la solidaridad, y asumir profundamente el sentimiento de pertenencia a la comunidad solanera, sensible y generosa donde las haya, me motivan para no mirar hacia otro lado o para resignarme con el “Dios así lo ha querido”. En el Senado presento y defiendo mociones (la última, en apoyo a los enfermos que padecen el síndrome de Behçet) y preguntas e interpelaciones al gobierno (las últimas, sobre pobreza energética, Dependencia, conflicto saharaui, hambre en el mundo, etc), debato leyes (la última sobre el derecho a contraer matrimonio de las personas con discapacidad sin estar obligados a presentar un certificado médico, como ocurre hasta ahora), etc.

Os aseguro que trabajar en lo que a uno le gusta y sentirse útil para los demás, aunque nunca llueva a gusto de todos, es muy gratificante.

Estoy abierto a recibir sugerencias de mis paisanos y paisanas para presentar iniciativas que puedan tener un calado colectivo.

Felices Feria y Fiestas.

Nemesio De Lara Guerrero

Defendiendo una moción sobre Dependencia

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