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CONTRACOSTUMBRES Miradas

~ Contracostumbres ~

Por Isabel Pavón

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MIRADAS

Reconocemos abiertamente que el poder de la mirada nos delata siempre. Es imposible contenerla. Humildemente inclinados sucumbimos a su fuerza y rendidos, sin condición alguna, confesamos que hay miradas que hablan y miradas que dan voces.

Miradas acuosas y extrañas que se cruzan sin que tú las mires. Miradas rastreantes, sigilosas. Miradas que revolotean inquietas, se posan aquí y allá, en un hombro, en una mano, en el perfil de un cuerpo. Hay miradas impenetrables, misteriosas. Miradas que lloran a escondidas y se retiran presurosas.

Miradas encarceladas sin hallar quien las rescate. Miradas que escapan distraídas arrastradas por la fuerza de otra mirada. Miradas que regresan sumisas, postradas. Miradas que se pronuncian como una sentencia, se clavan, han sido instruidas para lanzar punzadas. Hay miradas sucias, carentes de luz. Miradas que se enfrentan a la nada. Miradas de rutina. Miradas superficiales. Miradas que dejan indefenso a quien las irradia descubriendo sus deseos. Están las miradas cobardes que cuelgan su dolor a tu espalda. En blanco y negro son a veces también las miradas.

Hay miradas que alargan conversaciones y miradas frías que nos hacen callar. Perduran las miradas humildes que se inclinan. Miradas enlutadas que lo han perdido todo y miradas engreídas de orgullo. Miradas ocultas, indiscretas, que miran cuando saben que no deben mirar. Miradas que interrogan o escudriñan y miradas que no preguntan para no recibir respuestas.

Bellas miradas que asienten cuando les hablas y bajan los párpados. Están las miradas imaginadas. Miradas que se contemplan a sí mismas. Miradas que responden lo contrario de lo que esperas. Miradas como látigos que, a fuego lento, azotan la concien-

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