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El legado literario del doctor Gabriel Prados
from Malaga Medicos nº148
by editorialmic
Rebeca García-Miña
El doctor Gabriel Prados falleció el 20 de abril del presente año. Semanas antes tuve la oportunidad de entrevistarlo con motivo de la publicación de su último libro ‘La Pediatría que yo no conocí’. Revista Málaga publica esta entrevista a modo de homenaje al doctor Prados, pediatra entusiasta de la historia del Colegio. Prueba de ello es la saga titulada ‘Málaga y sus médicos’ que escribió durante su etapa de bibliotecario del Colegio de Médicos y en la que hace un recorrido por destacados médicos que ejercieron en Málaga durante el siglo pasado. En ‘La Pediatría que yo no conocí’ se acerca a la especialidad que se practicaba en el siglo XIX.
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¿Cómo surgió la idea de ‘La Pediatría que yo no conocí’?
Cuando me jubilé, una de las primeras sensaciones que tuve fue la de falta ("mono") de mi actividad diaria y mi contacto con mis enfermos de La Palmilla y los compañeros. Vine al Colegio de Médicos, hablé con sus entonces presidente, el doctor Enrique López Peña, para que me dijera si podía contribuir en algo en el recién inaugurado edificio. Me indicó que podía encargarme de la biblioteca del Colegio y así lo hice desde entonces hasta hace pocos meses cuando, al faltarme la salud, lo he dejado. Fueron dieciséis años de asistencia diaria como un administrativo más de la corporación. Durante ese tiempo escribí una historia del Colegio y sus colegiados en tres tomos, que iba desde los primeros años 20 del siglo pasado, cuando accedió a la Presidencia del Colegio el doctor Gálvez Ginachero, hasta los primeros años setenta cuando se inauguró la Facultad de Medicina. Todo enmarcado en los acontecimientos paralelos dela ciudad de Málaga. Aunque decidí dejarlo ahí, sabía que el Colegio había comenzado su andadura mucho tiempo antes por lo que decidí investigar en esa época anterior, que comenzó en 1880 con la formación del primer Colegio Médico de Málaga hasta enlazar con la anteriormente descrita. Así surgió el cuarto libro, que sería el primero cronológicamente. Toda la obra lleva el título genérico de ‘Málaga y sus médicos’.
En 2009, el ya fallecido el doctor Manuel Morillo, el doctor Valenzuela y otros me animaron a hacer el doctorado así que me matriculé en los cursos y comencé a elaborar la tesis sobre la historia de la Radiología en Málaga. Fue dificultosa la redacción de este trabajo dirigido por el doctor Francisco Sendra, pero al final pude leerla en diciembre de 2015. Como ya he dicho, la sensación constante de falta fue la de mi actividad como pediatra y al encontrar y leer en la biblioteca varios tratados antiguos sobre la especialidad y comprobar la enorme diferencia entre lo que decían esos textos y mi ejercicio hasta entonces, decidí plasmarlo. Así nació ‘La Pediatría que yo no conocí’ que quedó guardada en mi ordenador hasta que a primeros de año la desenterré, corregí y publiqué con el añadido de un informe sobre los niños malagueños del siglo XIX que había obtenido de la lectura de los periódicos de la época, especialmente La Unión Mercantil.
¿Con qué objetivo lo escribió?
El principal objetivo que tuve para hacer este libro fue el de cubrir esa sensación de vacío de mi cotidiana actividad profesional, a la que había dedicado tantos años. Pero mientras se iba haciendo le fui añadiendo algunas notas de admiración por los acontecimientos y descubrimientos acaecidos en Medicina y concretamente en Pediatría, desde mediados del siglo XIX hasta los años de mi ejercicio. Hay que tener en cuenta que hasta 1895 no se descubrieron los Rayos X y apenas había medicamentos efectivos clínicamente. Siento admiración por los profesionales que ejercieron en esos años que, en esas condiciones, lograron cuidar y salvar la vida de muchos niños. Admiro también la escritura de esos años, tan distinta a la nuestra, y que la mantengo tal cual en los textos que transcribo.
¿Cuánto tiempo destinó a recopilar toda la información y a escribirlo?
Indudablemente la mayor parte del tiempo que le dediqué a la confección de este texto fue la que empleé en la lectura y selección de los textos antiguos o de los diarios que me proporcionaron la evidencia de los grandes avances que había experimentado la especialidad; lo demás fue hilar esos textos para destacar las grandes diferencias con la práctica que yo había realizado. Cualquier pediatra actual seguramente encontraría anticuado los métodos y la práctica utilizados por mí, lo que demuestra lo viva que está la especialidad.