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Opiniones. Desde otra mirada

DESDE OTRA MIRADA

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Juan José Domínguez González Hermano de la Oración en el Huerto Dos Hermanas (Sevilla)

“Agora pues, quando los Romanos llegados á este Lugar, que Plinio dice Murci, vieron la frescura del río, y todas sus riberas.../... juzgaron asistir en él como lugar particularmente suyo la Venus Murtia, amiga de aguas.../... y así por la gran devoción que la tenían, es cosa muy verosímil, que añadiendo la letra a, la dirían llanamente Murcia”. Francisco Cascales, 1621 Discursos históricos de la muy noble y muy leal ciudad de Murcia

Murcia empezó añadiendo al nombre pliniano la letra A en honor a una diosa romana y siguió añadiendo una cosa tras otra y así hasta llegar a concatenar una divinidad con otra y alcanzar, a partir de Los Coloraos en los inicios del siglo XVI y hasta nuestros días, a situar todas sus divinidades, muchas, en la calle y en acomodo temporal de Viernes de Dolores a Domingo de Resurrección siendo realmente eso, una acomodación, la que supone enmarcar diez días en un diferente concepto de “semana” pero es que se trata de la Semana Santa y en ese tiempo de soñar despierto más que dormido las medidas, los espacios, incluso el temporal, toman dimensiones inusitadas. Diecisiete procesiones organizadas por quince cofradías ponen en la calle 94 pasos que se han ido añadiendo a lo largo de, ni más ni menos, cinco siglos, medio milenio jugando con los espacios, en volumen y dimensiones, dan para llegar a la perfección estética de escenografías estáticas, el justo valor de las medidas… tan marcado, en fin, por la incondicional entrega del cofrade a su Cofradía, de cada hermano a su Hermandad, del tiempo secular aplicando su pátina de tradición… todo, en definitiva, hace que la Semana Santa esté en la carga genética de “Una Ciudad con Ángel”, Murcia. Pararse un instante en todos y cada uno de los pasos de la semana del sueño-ensueño es tarea enciclopédica, como poco de un libro, y esto es un sencillo artículo de una mirada extraña asimilando lo que en principio resulta extraño pero pronto, muy pronto, prende en corazón y mente para terminar, es mi propia experiencia, siendo un estante; no de ningún paso sino que es un orgullo poner el hombro para alzar la Semana Santa murciana, como unas andas caminando, y proclamarla por entre el público expectante. Ante la imposibilidad de fijarme en los 94 pasos me quedo con uno, el que más me llega, la Oración en el Huerto. De cuando en vez por algún lugar surge un genio. A mitad del siglo XVIII apareció uno que bien pudo hacerlo en cualquier otro sitio pero sucedió en Murcia. Francisco Salzillo empezó a tallar imágenes y un día dio forma a su idea de una imagen de Cristo con la mirada perdida y su destino encontrado, lo puso arrodillado en actitud de buscar al Padre; es el Cristo de la Oración y cuando decimos Oración poco más hay que aclarar. Y puso a su lado un Ángel que con triste dulzura lanza su dedo índice derecho hacia el cielo, marcando el camino. Solo ese binomio, ni más ni menos que eso, bastaría para demostrar que efectivamente ambas imágenes las hizo un genio porque es una genialidad con el imprescindible complemento de los apóstoles dormidos. En mi tierra, Sevilla, también hubo un tiempo en que apareció un genio que se dedicó a hacer lo que mejor saben hacer esos escogidos, genialidades. Fue Rodríguez Ojeda, era tiempo de principios de siglo, el XX. Bajo esas premisas nació el paso de palio de la Macarena, una obra que en su tiempo fue novedosa, vanguardia, nuevos conceptos de formas y diseño. Por entonces había en Sevilla un personaje muy popular, en lo suyo, un genio; era José Gómez Ortega, Joselito el Gallo, torero. Y coincidió que mientras Rodríguez Ojeda inventaba otro mundo del Arte, Joselito era Hermano Mayor de la Macarena y ante aquel paso de palio que rompía moldes se le ocurrió decir que el paso de la Macarena era un clásico. ¿Cómo podía llamar a aquello “clásico”? Allí no había el volumen de Roma ni las líneas de Grecia. Un periodista avezado, en cuanto tuvo oportunidad le pregunto, “don José, ¿por qué dice usted que el paso de palio de la Macarena es clásico?”. Y Joselito el Gallo, con la agudeza que le caracterizaba y metiendo lo definido en la definición dijo, “clásico es lo que no se puede hacer mejor”. Por medio de esa anécdota sevillana concluyo que, decididamente, la Semana Santa de Murcia es clásica. No se puede hacer mejor.

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