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El Snowboard, engancha a quien lo prueba

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Valle de Laciana

Valle de Laciana

El snowboard,

engancha a quien lo prueba

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Lejos de ser moda de un invierno, el snowboard se ha asentado como el deporte de nieve que más ha incrementado su número de practicantes en las últimas décadas. Para muestra un botón: si en 1985 sólo el 7% de las estaciones de esquí de los Estados Unidos y Europa permitía el acceso a sus practicantes, en la actualidad, un 97% de todas las estaciones europeas y norteamericanas permiten el snowboarding y tienen zonas específicas para el freestyle. Y es que esta variante del surf que engancha a quien lo prueba, es una forma diferente y muy saludable de disfrutar de la nieve que ofrece libertad, creatividad e innovación.

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Lo firmaría el mismísimo Perogrullo: hacer deporte es beneficioso para la salud. Pero los deportes de alta montaña, como el snowboard, aportan un aumento en la capacidad pulmonar debido a que en este entorno hay menos oxígeno. H2O que, dicho sea de paso, es mucho más puro, por lo que resulta más beneficioso que el que respiramos en los núcleos urbanos. Los últimos estudios afirman que el snowboard nos da una mayor elasticidad que nos blinda de lesiones musculares, y también mejora la circulación sanguínea con los consiguientes beneficios para la salud coronaria. Los psicólogos también se deshacen en elogios hacia esta práctica, que consideran idónea para desarrollar algunas capacidades cognitivas como la propiocepción (el sentido por el cual somos conscientes de la posición de los músculos), la autoestima, el autoconcepto, la confianza, el respeto, la superación personal y la sociabilidad. Asimismo, es un buen relajante para nuestra mente, ya que al practicarse en un entorno completamente diferente al de nuestro día a día consigue que podamos desconectar de la rutina diaria mientras admiramos la naturaleza.

En la variedad está el gusto Hay muchas modalidades de snowboard, pero los cuatro grandes grupos que las engloban son: Freestyle. La más popular de todas las disciplinas debido a su espectacularidad. Indicada para principiantes y muy practicada por snowboarders jóvenes, consiste en la ejecución de diferentes trucos y cabriolas con la tabla. No obstante, dentro del freestyle nos encontramos con el slopestyle, el halfpipe, el quarterpipe y el big air, modalidades que requieren ya un gran nivel de snowboard.

Freeride. Consiste en deslizarse ‘fuera de pista’; es decir, aventurarse por zonas que no han sido tratadas, salvajes. Es adecuado realizar una introducción previa en zonas que se adecuen al nivel en espacios colindantes a las pistas para, progresivamente, aumentar la dificultad, ya que requiere una técnica perfectamente depurada que se consigue a base de practicar.

Snowboard alpino. Considerado descenso en carrera, tiene como modos el slalom, el slalom paralelo y el freecarve. Al igual que los dos anteriores lo pueden practicar principiantes, y lo realizan personas de cualquier edad, aunque requiere un buen estado físico porque son modalidades con descensos largos y técnicos. Y es que se debe aumentar paulatinamente el nivel de dificultad del paso entre palos, puesto que, cuanta más práctica se tenga, más velocidad y más dificultad se podrán aplicar a esta disciplina.

Snowboard para expertos. Entre ellas está el snowboardcross, que consiste en una competición donde varios riders (suelen ser cuatro) salen a la vez en una carrera de velocidad hasta la meta; el trazado suele ser estrecho, con saltos, giros, etcétera. También está el snowboard de montaña y extremo, que está pensado para los auténticos aventureros que tengan un dominio altísimo del snowboard y del montañismo, ya que supone realizar grandes descensos por zonas escarpadas y no preparadas expresamente para la práctica del snowboard o del esquí. ••• Un paseo por la historia

Aunque los primeros pasos del snowboard se dieron a principios del siglo XX, empezó a coger fuerza en la década de los 60, cuando el ingeniero Sherman Poppen creó una tabla sin fijaciones para su hija. Poco a poco se fueron perfeccionando las tablas y el resto del equipo, y las imágenes en las que aparecían personas practicando este deporte se volvieron habituales en las revistas especializadas y en las películas. Así se generó una fascinación por el snowboard entre los aficionados a la nieve, especialmente los jóvenes. En Estados Unidos se crearon las primeras grandes competiciones de snowboard a principios de la década de los 80: un campeonato del mundo y un circuito de Copa del Mundo. Aun así, la Federación Internacional de Esquí no lo reconoció hasta 1994; tras eso y gracias a su enorme popularidad consiguió un hito histórico: ser nombrado casi automáticamente deporte olímpico y estrenarse en los Juegos Olímpicos de invierno de Nagano 1998, sólo cuatro años después de haber sido reconocido oficialmente.

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