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Abuela, desde que nos dejaste GLORIA MÁRQUEZ
Abuela, desde que nos dejaste.
Abuela, desde que nos dejaste, te hemos estado esperando, con tu Biblia en la cocina, con tus flores en las manos, siempre con una sonrisa.
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Sonrisa pura y bella, que daba alegría a quien se te acercaba como cuando nos recibías con los brazos abiertos en tu puerta.
Pero cuando nos tocó a nosotros esperarte… No volviste a casa.
Abuela, desde que nos dejaste, me he sentido muy sola. Te fuiste, y me quedé con la maldad de las personas para quienes yo no era nada. Para quienes yo podría haber sido todo.
He aprendido que no debemos permanecer al lado de quien te corta las alas.
Las personas van y vienen: es ley de vida. Gracias a dos buenos amigos aprendí que a veces se fracasa. Pero, aunque pasen los años, yo te seguiré esperando.
Abuela, desde que nos dejaste, sé que de alguna forma me cuidas. Usaste el dolor que otros me infringieron como lecciones que me impartías tú, desde el Cielo. Y aprendí de todo.
Te ruego que me des sabiduría para distinguir la importancia real que tienen las cosas.
Ahora ya sé lo que quiero. Desde ahora voy a ganarme el respeto, gozar la vida con esperanza, valorarme, crecer en madurez y armonía.
Ahora sé que no volverás a casa porque eres el Ángel de la Guarda y los ángeles solo viven en el Cielo.